Leto parió a Apolo y a la flechadora Ártemis, prole más deseable que todos los descendientes de Urano, en contacto amoroso con Zeus portador de la égida.
A continuación ordenó a Apolo que curara las heridas y que colocara la cara y la mitad del cuello en el lado por donde se había hecho la separación, a fin de que la vista del castigo los volviera más modestos.
¡Tan sagrado es el don de las Musas para los hombres! De las Musas y del flechador Apolo descienden los aedos y citaristas que hay sobre la tierra; y de Zeus, los reyes.
Se cuenta que los atenienses hicieron un voto a Apolo si sus hijos se libraban del peligro de mandar todos los años una teoría a Delos y lo cumplen siempre desde aquella fecha.
Tuvo también una sagrada estirpe de hijas que por la tierra se encargan de la crianza de los hombres, en compañía del soberano Apolo y de los Rios y han recibido de Zeus este destino: Peito, Admeta, Yanta, Electra, Doris, Primno, la divina Urania, Hipo, Clímene, Rodea, Calírroe, Zeuxo, Clitia, Idía, Pisítoa, Plexaura, la encantadora Galaxaura, Dione, Melóbosis, Toa, la bella Polidora, Cerceis de graciosa figura, Pluto ojos de buey, Perseis, Yanira, Acasta, Jante, la deliciosa Petrea, Menesto, Europa, Metis, Eurínome, Telesto de azafranado peplo, Criseida, Asia, la deseable Calipso, Eudora, Tyche, Ánfiro, Ocírroe y Estigia, la que es más importante de todas.
¡Por Júpiter!, le interrumpió Cebes; me has hecho recordar que algunos, y entre ellos en último término Eveno, me han preguntado con motivo de las fábulas de Esopo, que has puesto en verso, y de tu himno a Apolo, ¿cómo se te ha ocurrido componer uno en tu vida?
Pero después de mi sentencia, como la fiesta de Apolo aplazó su ejecución, pensé que aquel sueño me ordenaba ejercitarme en las bellas artes como los otros hombres, y que antes de partir de este mundo estaría más seguro de haber cumplido con mi deber componiendo versos para obedecer al sueño.
Larriva tomó vuelo, se terció el manteo, y poniendo la mano sobre el hombro de su rival en Apolo, contestó al pelo : Cuando Dios hizo esta alhaja, tan ancha de vientre y lomo, no dijo: — faciamus homo — sino: — faciamus tinaja.
Formaban en cierta noche su tertulia un romántico, que se jactaba de ser por entonces el enamorado á quien ella tenía en candelero de plata; imo de esos que se llaman decadentes, la cual decadencia no es chicha ni limonada, y que esperaba tumo para reemplazar al anterior en el corazón voluble de la joven; .y un clásico, que hacía ya meses estaba borrado en el escalafón de los pretendientes, y que concurría á la casa sólo por divertirse con la rivalidad amatoria de sus otros dos cofrades en Apolo.
Pero estos pájaros no cantan de tristeza, y creo que menos aún los cisnes, que perteneciendo a Apolo son adivinos; y como prevén los bienes de que se disfruta en la otra vida, cantan y se regocijan más que nunca ese día.
Por otra parte, E, es referencia a El encanto es la hermosura, en la edición de El encanto es la hermosura y el hechizo sin hechizo, incluida en Cythara de Apolo, de Salazar y Torres, de 1694.
Los espejos, los cajones de lozas y cristal, los vasos etruscos, las estatuas, los floreros, los vidrios del cosmorama, los instrumentos físicos, etc., requieren grande cuidado en el desembarco y transporte. Si nos quiebran el Apolo, la Diana, o la Venus, nos fundieron.