Pero junto con esta noticia, siempre igual, llegaban en los buques otras novedades que se desembarcaban cautelosamente, como horrible contrabando: libros ocultos en barriles, periódicos que servían de inocente forro a obras de devoción, folletos disimulados entre mercancías, y una
bocanada de aire europeo esparcíase por las ciudades coloniales, soñolientas a la sombra de sus innumerables conventos.
Vicente Blasco Ibáñez
-Soy el Hada Fortunata -les dijo-; pasaba por aquí, y he oído vuestras quejas; y ya que tanto ansiáis por que se cumplan vuestros deseos, vengo a concederos la realización de tres: uno a ti, dijo a la mujer; otro a ti, dijo al marido; y el tercero ha de ser mutuo, y en él habéis de convenir los dos; este último lo otorgaré en persona mañana a estas horas, que volveré; hasta allá, tenéis tiempo de pensar cuál ha de ser. Dicho que hubo esto, se alzó entre las llamas una bocanada de humo, en la que la bella Hechicera desapareció.
"Cuando todo está en calma abajo, en la montaña hay tormenta, los arroyos empiezan a tomar fuerza y toman rumbo hacia la cañada", dijo después de una bocanada.
¿No tiene usted el poder? le replicó él. Aquella palabra le llegó como una bocanada de aire fresco. Déjeme la cuenta dijo Emma. ¡Oh!, no vale la pena replicó Lheureux.
-replicó el antiguo calavera, lanzando una gran
bocanada de humo y siguiendo con la vista sus azuladas espirales, que fueron a ennegrecer el techo del gran salón del Casino del Príncipe de esta villa (entonces Corte), donde pasaba la presente conversación en tiempos del último Ministerio Istúriz.
Pedro Antonio de Alarcón
El gigante llenó un caldero con los manjares más exquisitos, encendió leña, se sentó en el hogar, hervía a borbotones el caldo, echó un cigarro, levantó la cabeza al lanzar una bocanada de humo, y vio en la chimenea, entre el hollín, a un viejo que lo miraba con ojos que parecían ascuas.
La dulzura de esa sensación penetraba así sus deseos de antaño, y como granos de arena bajo ráfaga de viento, se arremolinaban en la bocanada sutil del perfume que se derramaba sobre su alma.
Así que ya ve que el cerrajero y el fabricante de cajas fuertes serían personas muy inútiles." Mientras hablábamos, yo había continuado operando el dial con la esperanza de que a la obstinada pieza abatible le diese la gana de comportarse, y un débil clic recompensaba ahora mis esfuerzos, y abrí la puerta. "¡Fu!" exclamó Edith ante la bocanada de olor a cerrado del aire confinado que vino a continuación.
A cada dos o tres palabras expelía una bocanada de humo. -¿Quién dice que Pedro Stuyvesant aparece por las noches? -una bocanada de humo-.
¿No tiene la gente ya respeto por las personas? -otra bocanada de humo-. Pedro Stuyvesant sabía muy bien lo que tenía que hacer con su dinero, para enterrarlo -otra bocanada de humo-.
Conozco a los Stuyvesant -otra bocanada de humo-. A todos ellos -otra bocanada de humo-. No hay familia más respetable en toda la provincia -otra bocanada de humo-.
Sentí un escalofrío de repente, y por un momento se me puso la carne de gallina. Luego, al suspirar él me llegó una bocanada de vino y desapareció toda la emoción.