Por la mañana, cuando el señor estaba en la Audiencia salvando a la sociedad a fuerza de oratoria indignada, la mamá se entretenía con Pillín, dando rienda suelta a sus aficiones de
colegiala traviesa, que la maternidad no había extinguido.
Vicente Blasco Ibáñez
Y Erdosain recuerda con qué timidez de
colegiala levantaba el brazo y apoyaba la mano en sus mejillas ríspidas de barba; y quizá esa felicidad que es la que él perdió es la que se necesita para borrar del semblante humano tanto vestigio de fealdad.
Roberto Arlt
Porque ésta tenía las rodillas de una muchacha a quien el viento soslayaba la pollera mientras esperaba el ómnibus, y los muslos que recordaba haber visto en una postal pornográfica, y la sonrisa triste y desvanecida de una
colegiala que hacía mucho tiempo había encontrado en el tranvía, y los ojos verdosos de una modistilla con la pálida boca rodeada de granos que los domingos salía, al atardecer, con una amiga, para bailar en esos centros recreativos, donde los tenderos empujan con sus braguetas sublevadas a las mocitas que gustan de los hombres.
Roberto Arlt
se decían entre sí las mon- jitas, viéndose en el caso de la colegiala á quien preguntó el examinador si huevo era masculino ó femenino.— Eso, contes- tó la chica, será según y conforme, y no se puede saber hasta que del huevo salga pollito ó pollita.
Acabarán por convencerse de que no soy una ladrona.» De pronto recordó que guardaba en el cesto de la ropa blanca algunas golosinas: fiel a sus costumbres de
colegiala, solía meterse en el bolsillo, cuando estaba comiendo, algún pastelillo, algún melocotón, y llevárselos a su cuarto.
Antón Chéjov
El pequeño Abbul se sonrió como una tímida
colegiala, y respondió: -La serpiente abre una boca espantosa y el cabrito llora en un rincón...
Roberto Arlt
No necesita decir nada, tan perfecto es su arrobamiento. Aunque nada de improbable tendría que se hubiera vuelto loco pensando en la
colegiala bajo los árboles que gotean humedad.
Roberto Arlt
-Vamos. -Tú nos acompañas -le dije al niñito modosito como una
colegiala. Y los tres nos pusimos en marcha, mientras que Arsenia, un poco histéricamente, se creía obligada a decirme: -Yo creo que no voy a soportar eso.
Roberto Arlt
una carita redonda de chica de dieciséis años... ojos celestes y una sonrisa de
colegiala. Estaba envuelta en un tapado verde y era más bien alta...
Roberto Arlt
pero su carita era la de una
colegiala... Ella miro en redor... ya era tarde; un negro espantoso, con labios de cartón, se levantó, y entonces ella, que nos había envuelto a todos en una promesa, retrocedió triste hacia el dormitorio, bajo la dura mirada de la regenta.
Roberto Arlt
–Ella me miró y seguramente lo primero que pensó fue si yo no sería algún vicioso; mas mirándola seriamente, créame, estaba conmovido, le dije: «Mirá, entré porque me dabas lástima». Ahora nos habíamos sentado junto a la consola de un espejo dorado, y ella, con su carita de
colegiala, me examinaba gravemente.
Roberto Arlt
Cruza la sala con vuelo de fantasma, y se divulga un rumor ideal si bate el ala, y es tan puro como una colegiala vestidita de lino, que comulga: ¡La fe de mi niñez!