Después de atravesar esa isla de monte, su hijo costeará la
linde de cactus hasta el bañado, en procura de palomas, tucanes o tal cual casal de garzas, como las que su amigo Juan ha descubierto días anteriores.
Horacio Quiroga
Vice realmente que es lo útil a muchos, qué es útil a ti mismo, pero los que se engordan a la sombra, descansan en su casa como en el sepulcro. Al mármol del linde de su casa, puedes poner ésta inscripción
Entre tanto, todos los individuos de este Ayuntamiento, y el pueblo á quien representan, creen un deber inviolable levantar sus manos al cielo, á linde que haga siempre vencer, siempre triunfar, v reinar á ese Soberano cuerpo, para el perenne bienestar de las Provincias Unidas del Rio de la Plata y mas allá.
Cuando desembocó en la
linde del bosque, se detuvo un instante para mirar con atención el espacio descubierto que se extendía delante de ella como una inmensa sábana gris, bajo el cielo pizarroso, casi negro en la dirección del noreste.
Baldomero Lillo
-¡Las mismas flores, las mismas que crecen a la orilla de la presa del molino, en el sendero, en los matorrales de la
linde, en cada rincón!
Emilia Pardo Bazán
Y ahora, ¡a por ese arroyo y a convertirme en Reina! ¡Qué bien suena eso! --y unos cuantos pasos más la llevaron a la linde del bosque. --¡La octava casilla al fin!
La mujer, tomando apresuradamente la mano del mono, se dirigió al bosque. Les vi por última vez, cuando entraban en el
linde de la muralla vegetal.
Roberto Arlt
l cachorro Old salió por la puerta y atravesó el patio con paso recto y perezoso. Se detuvo en la linde del pasto, estiró al monte, entrecerrando los ojos, la nariz vibrátil, y se sentó tranquilo.
Él un cerrado campo abrió con amplia linde, y él una casa a nos, y él me dio a mi dueña junto a la que comunes ejerciéramos nuestros amores; adonde mi radiante divina con blando pie 70 se vino, y en el hollado umbral su fulgente planta, apoyada en su delatora sandalia, apostó, como un día flagrante advino, de su esposo por el amor, Laodamía a la casa de Protesilao, empezada en vano, cuando todavía, con su sangre consagrada, 75 la víctima a los celestiales amos no había pacificado.
Míster Jones lo atravesó, sin embargo, braceando entre la paja restallante y polvorienta por el barro que dejaban las crecientes, ahogado de fatiga y acres vahos de nitrato. Salió por fin y se detuvo en la linde; pero era imposible permanecer quieto bajo ese sol y ese cansancio.
Y la tonta ha sío ella, que no ha querío jacer nunca caso de ninguno de los que, sabiendo la poca estima en que usté la tiée, han querío aprovecharse de los descuidos del guarda y saltar la linde y colgársela a la bandola.
Pero la diosa, volviéndose, aferró con su robusta mano una gran piedra negra y erizada de puntas que estaba en la llanura y había sido puesta por los antiguos como
linde de un campo; e hiriendo con ella al furibundo Ares, dejóle sin vigor los miembros.
Homero