Era una liga que enseguida fue cortada en pedacitos y distribuida entre los jóvenes, que se los ponían en el ojal siguiendo una costumbre que aún se conserva en algunas familias patriarcales.
Jean no tenía excesiva memoria: colocó las agujas en el heno y puso la reja en su ojal. Imaginad las agujas que encontraría la madre, y el agujero que el arado había hecho en el ojal.
Ya habrá conocido el lector, siendo tan perspicaz como yo le imagino, que mi amigo Braulio está muy lejos de pertenecer a lo que se llama gran mundo y sociedad de buen tono; pero no es tampoco un hombre de la clase inferior, puesto que es un empleado de los de segundo orden, que reúne entre su sueldo y su hacienda cuarenta mil reales de renta, que tiene una cintita atada al
ojal y una crucecita a la sombra de la solapa; que es persona, en fin, cuya clase, familia y comodidades de ninguna manera se oponen a que tuviese una educación más escogida y modales más suaves e insinuantes.
Mariano José de Larra
-Toma, pos pasó lo que tenía que pasar: que la Niña fue a darle por fin el clavel ar de Osuna, y que cuando diba a dárselo, pegó el Talabartero un brinco, tal y como si le hubiera picao una tarántula, y que le quitó er clavel de la mano a la de los Lunares, y que la de los Lunares se queó echa una estatua, y que Perico se puso er clavel en el ojal de la chaqueta, y que se queó mirando ar de Osuna como si estuviera mentándolo la madre con los ojos, y na, que dio media vuelta después, y que después se fue jacia la calle diciendo: -¡Yo tamién he apostao que es pa mí el clavel, y que no hay quien a mí me quite este clavel de bengala!
-Pos no pasó na ni le rompió ningún tendón, sino que cuando carculó el hombre que el otro podía estar ya en las Baleares, empezó a dar coses y relinchos, y a decir que se diba a comer de un bocao er clavel, y el ojal, y la chaqueta, y ar Talabartero.
A su lado estaba una joven rubia sentada en una silla de respaldo alto; y unos señores, que llevaban una pequeña flor en el ojal de su frac, conversaban con las señoras alrededor de la chimenea.
De suerte que en cuanto entró en el pueblo esa mañana, le dio al potrillo la gana de espantarse, y se tendió; Y ya por el costillar lo echó al hombre de cabeza, y en colmo de la maleza medio lo empezó a arrastrar. Porque al cair, en la estribera de una pata lo enredó, fortuna que reventó el
ojal de la arcionera.
Hilario Ascasubi
-Y diga usted, y usted dispense -contestó el idealista, salvando al fin la gardenia del ojal y librándose de las manos al natural de Remigio-; y diga usted, y cuando usted suelta un taco, porque le pisan un callo, un par de blasfemias en prosa porque le pisan la mujer (como usted diría), ¿le pagan a usted tres o cuatro duros todos los presentes por la gracia y se la mandan repetir?
Siguieron la función según se pudo, a cada golpe desatando un nudo, hasta que al fin, quedando sin pañuelo el potente ciruelo dentro ya del ojal a rempujones, apenas ver dejaba los borlones.
Todos cantaban y hablaban, comían dulces, bebían refrescos olorosos, bailaban con mucha elegancia y honestidad al compás de una música de violines, con los violinistas vestidos de seda azul, y su ramito de violeta en el
ojal de la casaca.
José Martí
En la mano lucía seis o siete riquísimas tumbagas, y de un
ojal de la chaquetilla pendía gruesa cadena con esmeraldas por eslabones.
Ricardo Palma
nvitado por los alegres amigos a comer las uvas y festejar la entrada del año joven en un hotel de los de moda y lujo, allá me fui a las diez de la noche, de frac y gardenia en el
ojal, como buen mundano.
Emilia Pardo Bazán