320 Lo que lloró la Aurora, si es néctar lo que llora, y, antes que el Sol, enjuga la abeja que madruga a libar flores y a chupar cristales, 325 en celdas de oro líquido, en panales la
orza contenía que un montañés traía.
Luis de Góngora y Argote
Por lo tanto - terminó -, ya que has obrado contra la caridad y contra el santo Evangelio, te mando, por santa obediencia, que, sin tardar, tomes esta alforja de pan que yo he mendigado y esta orza de vino y vayas buscándolos por montes y valles hasta dar con ellos; y les ofrecerás de mi parte todo este pan y este vino.
y aprieta a correr. Si hay cané, orza y arría la mayor...; y avisa cuando haya trigo, que ya sabes cómo se gasta. Calló Pipa, miró a Cafetera, que le escuchaba muy serio, y arrimándole un puntapié por la popa -¡A vivir!
Para mayor claridad, en cada
orza había una planchita, de oro también y a modo de tarjeta, sobre la cual estaba escrito con letras de diamante: El Rey de Pordesarquía, Emperador de la Eolia occidental, en prueba de agradecimiento a su querida reina madre.
Juan Valera
El sol, un sol otoñal, iluminaba espléndidamente la escena, el reducido patio invadido casi del todo por el lebrillo de lavar, por una higuera despojada de pámpanos y frutos y convertida en tendedero, y por la orza de la lejía, en que uno de los dos rapaces hundía los desnudos brazos, mientras su compañero impacientaba a una gata de morisca piel que sufría pacientemente sus infantiles travesuras.
Convino al cabo, y se echaron a dormir al sol. Apenas oyó la zorra roncar a su compadre, cuando se levantó, arrebañó la orza y le untó la barriga con la miel que recogió.
Pero cuanta más prisa tiene Orlando menos parece que la tenga el viento, y de babor o de estribor soplando o de popa tal vez siempre es tan lento, que el barco avanza apenas navegando y a veces no es ninguno el movimiento; o tan contrario es que sólo cabe volver o ir girando a orza la nave.
Dispone ante un mistral luego la nave a orza las velas, y en el mar se adentra, donde un poniente-lebeche (que suave fue hasta que la luna al cielo entra) muestra al llegar la noche, fiero y grave, su furia y sobre el leño la concentra con tanto trueno y luz de rayo aciaga que parece que el cielo se deshaga.
El virrey, que no era hombre de dejarse ensalivar la oreja y que no se anclaba por caballete de tejado, dijo para su capisayo: -¡
Orza, orca de buen grado, bergantín empavesado!
Ricardo Palma
Cuando llegó la hora de los postres, trajo, como había prometido, la orza de miel, y venía diciendo al traerla: -¡Qué ligera que está la orcita!
El primero que volvió fue el niño. La madrastra le cogió, le puso sobre la mesa, le mató y cortó en pedazos, que metió en una orza y guardó en la alacena.
Yo he consultado a un maestro de la cerámica y él me ha dicho: "Es que la orza, el puchero, el jarro, fabricándose sobre el disco giratorio del alfarero, había de seguir el movimiento de las manos, que oprimían abajo, iban abriéndose más arriba y tornaban a juntarse en lo alto." Claro que éste es un modo de ser poético de la alfarería, y que no se burlen los solemnísimos maestros de la observación que hago.