Como tú, buque audaz, el alma mía bogó al nacer por mares de ventura; después la tempestad de las pasiones cambió su claro cielo en noche oscura, y airados aquilones la combatieron con su furia impía, hasta que al fin, del triste desengaño sobre la arena fría, náufraga mi esperanza se halla ahora, sombra no más de lo que fue algún día. ¡Nave infeliz, si tu cortante prora surcó la mar en busca de riquezas, que la paz y el comercio te brindaron, yo deploro tu fin!
I La ráfaga lasciva jugaba con las velas de la nave de altivo porte y de cortante
prora, que en la tarde serena dejó la playa que con dulces lazos la retuvo cautiva, y que le tiende los amantes brazos que rechaza la amante fugitiva.
Olegario Víctor Andrade
VII No para huir aguarda que al claro día su enemiga venza, para que el velo de la Noche parda esconda de su fuga la vergüenza: ¡Y a los rayos del Sol que de occidente una hora y otra dista, del universo atónito a la vista, allí en cien naves a la lid presente, a rauda fuga lanza la temerosa prora esa escuadra feroz que en esperanza era ya del Pacífico señora.
Con la
prora espumosa las galeras, como nadantes fieras, el mar cortan hasta que en fin aportan con corona de lauro a Barcelona; do cumplidos los votos ofrecidos y deseos, y los grandes trofeos ya repuestos, con movimientos prestos d’allí luego, en amoroso fuego todo ardiendo, el duque iba corriendo y no paraba.
Garcilaso de la Vega
o vi que no eran tu mansión mis lares, amada entre las Diosas, y por ti surqué extranjeros procelosos mares, y apartadas regiones recorrí. Y cada orilla que tocó mi prora con labio ansioso preguntar me oyó: ¿Aquí, decidme, la Ventura mora?
Tu lira pon al cuello de la pujante
prora, para que así nos sigan sirenas y delfines; y que tus versos muestren su espada vengadora asida por los dedos de airados serafines.
Juan Ramón Molina
Y salvo la inocente familia del Patriarca, y cuantos animales escondía en su recinto salvador el Arca, murió de Adán, el infeliz linaje y las especies animadas todas, y cuanto, en la ancha tierra sumergida y en el leve elemento que la ciñe tuvo soplo de vida: y en ese nuevo tenebroso caos iba moviendo la segura prora esa gigante reina de la naos, de las aguas impávida señora: sola, en tanta rüina, que perdonó la cólera divina.
La
prora diligente No sólo dirigió a la opuesta orilla, Mas redujo la música barquilla, Que en dos cuernos del mar caló no breves Sus plomos graves y sus corchos leves.
Luis de Góngora y Argote
Aquél, las ondas escarchando, vuela; Éste, con perezoso movimiento, El mar encuentra, cuya espuma cana Su parda aguda
prora Resplandeciente cuello Hace de augusta Colla peruana A quien hilos el Sur tributó ciento De perlas cada hora.
Luis de Góngora y Argote
De fuerza lleno, En el triste horizonte nebuloso, Tiende sus alas aquilón fogoso, Y las bate: la vela estremecida Cede al impulso de su voz sonora, Y cual flecha del arco despedida, Corta las aguas la inflexible
prora.
José María Heredia
A los que un Píndaro diera, por los olímpicos juegos, por el salto, por la carrera la oda cara a los griegos, que se cerniría sonora sobre el aquilino aeroplano que es grifo, pegaso y quimera; sobre el remero que evoca haciendo volar la
prora los de la pristina galera; sobre los que en lucha loca disputan la elástica esfera; sobre las sudosas frentes de los sanos adolescentes.
Rubén Darío
Tras el final de la guerra Prora quedó situada en la Zona de ocupación soviética, por lo que el Ejército Rojo empleó sus instalaciones como base militar.