Después, cuando salió el sol, los animales pequeños, los animales grandes, se regocijaron; acabaron de levantarse en los caminos de las aguas, en los barrancos; se pusieron en las puntas de los montes, juntos sus rostros hacia donde sale el día. Allí rugieron el puma, el jaguar.
Sembrador, Volcán, y las divinidades Puma, Jaguar, Víbora, Canti, Blanco Entrechocador; sus brazos se engancharon en las ramas de los árboles cuando se mostraron el sol, la luna, las estrellas; por doquiera todos se petrificaron.
Cuando veían pasar tribus por los caminos, gritaban en la punta de los montes; no gritaban sino el grito del coyote, sino el grito del zorro; no hacían sino el grito del puma, del jaguar.
Cuando las tribus al caminar vieron aquellos: “Solamente el grito del coyote, solamente el grito del zorro, solamente el grito del puma, solamente el grito del jaguar”, dijeron las tribus, como si en el espíritu de: todas las tribus no fueran hombres.
En verdad lo que hacen nos asusta. Hay deseo en el grito del puma, el grito del jaguar, quienes gritan cuando ven a hombres que no caminan sino uno o dos .
He aquí los nombres: dosel, sitial con respaldo, flauta, cham-cham, piedras negras y amarillas, garras, zarpas de puma, cráneo de jaguar, Búho, venado, brazaletes.
Aunque me pusiera encima de la cabeza un peso de cincuenta libras y fuera con él hasta Putney no lo conseguiría: volverían a ponerse de puma en cuanto quitase- el peso.
Sobre el duro pecho, dominando los cordones de huesecillos y dientes de puma, y opacando la rara belleza de la piedra illa, aquella que sólo se criaba en el vientre de las llamas y que servía en polvos para ahuyentar los males y la melancolía, sobre el busto de Majta brillaba el trágico collar de las cabezas reducidas, aquel magnífico presente que le hiciera su padre en el lecho de muerte.
El perro, sin desprender los dientes, medio le contestó que no tenía tiempo, que dispensara, y para evitar compromisos, se apretó el gorro. Algo más lejos, dio con un puma flaco, hecho feroz por el hambre.
Ved cómo las fieras nos siguen y obedecen, ved el cóndor y el puma que nos acompañan y respetan, ved el indi, el ave sagrada, que se posa voluntaria en mi mano.
Teniendo en cuenta que en el Consejo de Seguridad se estaba desarrollando una reunión para considerar el proyecto de la Resolución 502, solicitada por el gobierno británico, el CN Trombeta decidió no esperar más tiempo, ya que se hallaba ante maniobras dilatorias por parte de los defensores, y ordenó el desembarco de la dotación del Grupo de Tareas mediante un helicóptero Puma del Ejército Argentino.
¡Bejucos, levantaos!”; dijeron al llegar, amontonándose bajo los árboles, bajo los bejucos; entonces avanzaron, se mostraron, ante los rostros. He aquí los primeros: el puma, el jaguar; quisieron cogerlos, pero no se dieron a ellos.