A pesar de que los españoles descubrieron la cochinilla en México, el tinte de cochinillas de diversas especies, incluyendo el de Dactylopius coccus, se ha detectado en tejidos anteriores a la era cristiana de la región de Paracas, en el Perú, por lo que se ha propuesto que la especie pudo haber sido originaria de la región andina, habiendo sido introducida en Mesoamérica y Norteamérica en tiempos antiguos. Al igual que con el quermes, con el carmín de cochinilla americana es posible pintar, pero da un color inestable ante la luz.
También se le llama grana y quermes. En el centro puede verse el color carmín estándar, que se basa en el aspecto del colorante homónimo (cochinilla de nopal pulverizada).
A la llegada de la nueva «grana» tintórea al Viejo Continente se comprobó que el tinte carmín que producía era más hermoso, permanente y rendidor que el del quermes, el cual fue dejándose de usar.
Durante la década de los 80 la familia de los Ortega fueron los pioneros en las actividades culturales, ya que todos los fines de semana ofrecían una quermes donde se realizaban bailes, fiestas y concursos.
La sustancia colorante de las cochinillas quermes —el ácido quermésico— está dentro de sus huevecillos, que son numerosos y ocupan un buen volumen del cuerpo de las hembras.
Pulverizando estas quermes secas se obtenía un pigmento en forma de polvo rojo, que a partir de la Edad Media sustituyó al escaso y costosísimo «púrpura de Tiro» usado en la antigüedad clásica para teñir telas.
Aunque el color de esta laca era muy admirado, el pintor protorrenacentista Cennino Cennini desconfiaba de ella: Este pigmento perdió importancia y fue cayendo en desuso al introducirse en Europa el carmín de la cochinilla americana, aunque la recolección del quermes continuó durante varios siglos.
Para la preparación de las cochinillas recolectadas, mencionan que primero se las sumergía en una solución de vinagre o se las exponía a vapores de vinagre a fin de que los huevecillos no eclosionaran, y luego se las secaba sobre paños. En Europa se han usado de manera similar al quermes las cochinillas Porphyrophora polonica y otras.
La forma de preparación del colorante era similar a la utilizada para preparar el carmín de quermes: los insectos hembra se recolectaban, se horneaban y luego se secaban al sol.
«Carmín» comienza a usarse en idioma castellano en 1571, por vía del francés carmin. El carmín de quermes es uno de los pigmentos orgánicos más antiguos.
El quermes era utilizado también como color para pintura artística, extrayéndosele a veces de recortes de paños de seda y de lana que habían sido teñidos previamente con este pigmento, que se recuperaban de los talleres de los sastres.
Jean Hellot, en su obra El arte de la tintura de lanas y de telas de lana, publicada en 1750, relata que la producción francesa de quermes había sido eclipsada por el tinte escarlata de Holanda, de color rojo fuego, que se elaboraba con cochinilla americana, y que el único tinte rojo de quermes que seguía en uso era un escarlata «de color de sangre de buey» que se fabricaba en Venecia.