Así lo hizo, en su Ora Marítima, el poeta romano Rufo Festo Avieno en el siglo IV cuando podría referirse a ella como la «isla entre dos ríos».
Verginio Rufo, sin embargo, derrotó a Víndex y este se suicidó, mientras que Galba, por su parte, acabó siendo declarado enemigo público.
De estos pueblos escribieron Hecateo de Mileto, Heródoto, Estrabón o Rufo Festo Avieno, citándolos con estos nombres, al menos desde el siglo VI a.
Hecateo de Mileto los sitúa cerca de Massalia, Heródoto desde el nacimiento del Rin hasta las Columnas de Hércules y Rufo Festo Avieno en costa atlántica.
AVIÉNO (Festo Rufo), natural de Galicia, célebre escritor á principios del siglo v; su patria fué la villa de Rivadavia, como lo afirma Vivar in Maximum, año de 460, número 4, y por eso se apropió el sobre-apellido Avieno.
20 Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le vistieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle. 21 Y cargaron á uno que pasaba, Simón Cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, para que llevase su cruz.
Saludad a la amada Pérside, que trabajó mucho en el Señor. 13 Saludad a
Rufo, el escogido del Señor; y a su madre, que lo es también mía.
La Biblia (Nuevo Testamento)
Su copetazo pelusa, si tafetán su testuzo; sus mejillas mucho raso; su bozo poco velludo. Dos espadas eran negras a lo dulcemente
rufo sus cejas, que las doblaron dos estocadas de puño.
Luis de Góngora y Argote
9 No quieras admirarte de por qué razón debajo de ti mujer ninguna Rufo, quiere su tierno muslo poner, no si a ella la titubees con el regalo de un raro vestido o con las delicias de una perlucidilla piedra.
Y así era la verdad, porque Monipodio le había rogado que cantase algunas seguidillas de las que se usaban; mas la que comenzó primero fue la Escalanta, y con voz sutil y quebradiza cantó lo siguiente: Por un sevillano,
rufo a lo valón, tengo socarrado todo el corazón.
Miguel de Cervantes Saavedra
Érase que se era, que en buena hora sea; el bien que se venga a pesar de Menga, y si viene el mal, sea para la manceba del abad; frío y calentura para la moza del cura, y gota coral para el
rufo tal por cual, como diz que dio comienzo Avellaneda o el mejicano Alarcón a un libro que, valgan verdades, no he tenido coraje para leer, que allá por los años 1615 existía a la entrada de un pueblecito, en la jurisdicción de Huamanga, una doña Pacomia, vieja tan vieja que pasar podía por contemporánea de las cosquillas, la cual vieja ejercía los importantísimos y socorridos cargos de tambera (léase dueña de posada), bruja y (con perdón sea dicho) zurcidora de voluntades.
Ricardo Palma
Los elegidos fueron Tito Quincio Cincinato, Quinto Servilio Fidenas (por quinta vez), Lucio Julio Julo, Lucio Aquilio Corvo, Lucio Lucrecio Tricipitino, y Servio Sulpicio Rufo -388 a.C.-.