Siempre pensé que yo debería haber sido un niño de la operación plus ultra. De esos que bajo el manto del generalísimo recorrían toda España con juguetes y chiripitifláuticos, como premio a su dura vida y abnegación total. Porque si Bertita Moreno cuidaba de sus abuelitos paralíticos mientras pastoreaba a las cabritas, yo cuido de mi compañerito "cagoentóhijosdeputa" y mi perro-vaca. Y oye...que su mérito y su abnegación conlleva ¿eh? Vale, bueno, sí...también puede ser que simplemente esté mordiendo las paredes porque necesito un sofá y aquí nadie se pone de acuerdo. Que mientras yo me lanzo en picado hacia el sofá pata-plástico más barato del ikesurtido (*), por no desentonar cuando comamos encima las madalonias y bocadillos de ferna de pa (ver post de ahí abajo), mi compañero se lanza en plancha al sofá no-puedo-creerlo de los que duran un par de reencarnaciones y mitad de otra (y al que pagas en esas y otras cuatro más), aludiendo su necesidad imperiosa de que cuando toque bajarlo a la basura para sustituirlo por otro nuevo, ya le pille demasiado viejo como para poder empuñar un hacha (y es que los hombres de ahora no son como los de antes, qué carajo, porque anda que no quedaban pintureros los Pontipi haciendo volatines con el hacha y la camisa de cuadros, para que ahora me venga este a lamentarse por un dedo de más o de menos. Total... ¡si aún le quedarían nueve pordioss!). Y paralela a ambas movidas, tenemos al perro-vaca, que se decanta por la cómoda opción del sofá masticable, hartito como está de tener que chuperretar gomaespumas y maderos con un heliogábalo rubio de ojos inyectados en sangre, persiguiéndole por el pasillo a golpe de fregador.
En resumidad cuentas, que estoy por acercarme a la oficina del consumidor a denunciar un flagrante delito de publicidad engañosa, porque demonios... en mi catálogo de IKEA NO ESTÁ el sofá que necesito. Esto es... Un sofá pata-plástico, biodegradable y con sabor a panceta.
Pues resultó que el tío del tío de un vecino de un amigo mío, tuvo un derrame cerebral. Y le pilló solito en su casita de las montañas, a 3 kilómetros del pueblo más cercano y sin una aspirina que echarse p'al coleto. Así que, consciente de que algo raro le estaba pasando detrás de los mareos, los dolores de cabeza y el zum-zum de los oídos, cogió carretera y bajó al pueblo cagando leches. Y cuál no sería su sorpresa, cuando llegando a sus vecinos, quiso explicarles que necesitaba una ambulancia y sólo fué capaz hacerlo en inglés. El castellano, su idioma natal, había desaparecido completamente de su cerebro sin dejar el más mínimo rastro.
Y todo esto que parece una tira de TBO no lo es. Porque resulta que nuestro idioma natal, el que aprendemos detrás del gugú-tata, se almacena en uno de los dos hemisferios del cerebro, mientras que el resto de las lenguas que añadimos a posteriori, léase inglés, latín, sánscrito, conquense... se almacenan en el otro medio. Obviamente, el prota de nuestra historia fué afectado de aquel lado del cerebro que conservaba su lengua natal, mientras que el que conservaba el inglés aprendido a posteriori, permaneció intacto al derrame.
Y que nada... que digo yo que menos mal que fué el tio del tío de un vecino de mi amigo porque lo que soy yo, iba a llevarlo más bien crudo intentando suplicar una ambulancia a mi compañero a golpe de ¡Mai tailor is rich! ¡Helmi! ¡Mai pensil is in de teibol! ¡de dour is open! ¡plis!
Vamos... que fijo que además del segundo infarto, alguna que otra hostia también me llevaba conmigo at the jóspital.
La compra en DIA es especial y extraña. Apenas cabe uno por esos pasillos encajados entre estanterías peladas y atestadas con productos que no han salido aún de las cajas que los trajeron en los camiones. La decoración es un lujo superfluo, así que se elimina. Al igual que la exposición de los productos, que esto no es un escaparate para niñitas pijas. Y si no, fíjate en esa gotera que cae con parsimonia desde un tubo fluorescente: en la película "Hostel" no hubiera desentonado en absoluto.
Aquí lo que cuenta es el precio. Por ejemplo el de las latas de Mahou, que salen a menos de la mitad de lo que me cobra el chino. O el de ese jamón con tan buena pinta, aunque cause cierto desasosiego el que se llame presunto serrano. Y yo que me leía de cabo a rabo las etiquetas de los productos y que recriminaba a Nepomuk que comprara un jamón cocido con menos del 85% de cerdo, me veo ahora en la duda de si será más aceptable el fambre de perna o el de pá.
Y es que atiborro mi cesta dando gracias al destino por aquel impulso que me hizo estudiar griego en el colegio. Sólo de ese modo me atrevo con las Sardellas Pikantikas o esa enorme saca de Madelonias que tiene un precio de risa. Y vuelvo a celebrar mi suerte cuando me hago con el gazpacho de un euro y pico que exhibe con alegría en el envase: "!Nueva receta! Ahora con hortalizas más frescas".
Rayos. Al llegar a la caja me doy cuenta de que he olvidado mi bolsita de Mango con asas de cordel y una salamandra pintada sobre el papel arrugado. Pero un día es un día, y me digo: qué demonios, tiremos la casa por la ventana. Así que con mi mejor sonrisa le pido a la cajera, reponedora, limpiadora, todo en uno, que me cobre también una bolsa "de camiseta" al desorbitante precio de tres céntimos de euro.
De algún modo consigo apretujar toda mi compra en la bolsa desafiando varias leyes de la física y salgo a un infernal día de calor. Las sienes se me cubren de sudor y algo así como un palmo de lengua me cuelga de la boca mientras ando. Y me cruzo con uno de los pobres del barrio: un anciano que duerme cada noche sobre cartones en un banco enfrente del supermercado y que siempre anda encabronado. Me mira entonces con rabia y me espeta:
- ¡Comunista! ¡Guarro!
Que me llame guarro alguien con una capa de mugre de una pulgada ya tiene su aquel, pero... ¿comunista? Esto es demasiado. Vamos, que estoy por lanzarle la lata de aceytonas a la cabeza.
Y es que toda una semana de catástrofes deberían haberme dejado una cosecha de al menos doce post. Porque demonios... no todos los días le dice uno a los padres de su pareja que lo que más le gusta del mundo es que "se la pelen y le metan la colita en la boca" olvidando añadir a la frase la palabra "gamba". Ni todos los días tiene uno que presentarse en el corte inglés para cambiar una lamparita con la pantalla derretida por haberse equivocado en la potencia de la bombilla (y eso después de dos horas diciendo "fíjate, al imbécil del vecino se le está quemando algo y no se entera."). Y desde luego, no todos los días pierde uno doce horas en bajar, codificar y grabar la película de Brokenback Montain para después darse cuenta de que lo que se ha bajado-codificado-grabado son tres cochinos episodios de Bonanza, arrullado por el choteo de Mr. Jim después de oirme preguntar si uno de los vaqueros tenía que ser Ben Cartwright.
Y así han ido sucediéndose los días chino-chano, y chino-chano cada anochecer tenía yo una nueva putadilla vital con la que compartir almohada y orinal. Y claro... sucede que con tanta catástrofe y tanto stress, la cabeza se me atrofia y lo que necesito realmente más que un post es una lobotomía, o a alguien que me avise que cada tupperware que compras en el IKEA lleva incorporado doce tupperwaritos decrecientes en sus sucesivos interiores a modo de muñecas rusas. Y así probablemente, no me encontraría yo ahora con una realidad donde se almacenan 60 tupperwaritos, una película de Ang Lee con Michael Landom, una lámpara de 70 euros con la pantalla pegada a la bombilla y unos suegros con tic nervioso en la ceja izquierda.
Ni tampoco tendría yo un Jim diciéndome que no me preocupe si no me sale el post; que ya tiene él preparado para publicar un análisis pormenorizado que ha hecho estos días sobre la Guerra del Líbano y su influencia en las venideras civilizaciones extraterrestres. Así... de golpe. Como si nuestros pobres comentaristas no estuvieran también amparados por las leyes de la Convención de Ginebra de 1949.
Niños y niñas, bienvenidos a la celebración del Blog Day 2006. Como sabéis en esta insigne fecha celebramos el día de los bloggers (o al menos esperamos que vosotros lo supieráis porque lo que es nosotros, no teníamos ni pu*a idea) y lo hacemos, amén de poniéndonos un gorrito de papel, soplando unos cuantos matasuegras y tirando un poquitín de confetti de los chinos, recomendadoos cinco blogs totalmente ajenos a la temática del nuestro. Es decir, blogs de verdad, no como nosotros que somos unos impresentables y que además nos ponemos a celebrar el blog day sin poner el enlace en technorati, sin saber que era el día del blog y sin coñoyaquemásdaráaaaaa...
El gen suicida Para existencialistas en horas bajas pero con sentido del humor. Porque a veces el humor no está reñido con la filosofía barata. Sí, barata. Porque es gratis, ¿no?
Llámame Lola Un clásico para desayunarse con las imágenes más interesantes de cada día. Siempre realizan una magnífica selección de publicidad, vídeos musicales, animaciones y todo tipo de creación visual.
Lady Filstrupde los Burgomaestres Para nostálgicos recalcitrantes, los tebeos de Bruguera que se leían hace un millón de años recordados con un detalle casi enfermizo en un ejercicio arqueológico sin precedentes.
Qué fue de... Más nostalgia. Ésta, en plan naif, para recordar a aquellos que fueron famosos desde la perspectiva que ahora les da la cruel historia que ya los ha olvidado. O lo que es lo mismo: ¿pero realmente era todo tan ridículo?
Proyecto estragosde Intelectual Gore Cine de culto, trash, gore, ciencia-ficción casposa, rarezas de todo pelaje y obras maestras analizadas con pulso firme. Bueno, eso y que a veces ayuda a redescubrir esas películas que andaban totalmente desaparecidas de la memoria.
Bueno... pues esto es una niña del exorcista, con camisoncito y todo, que está maldita de la muerte por una bruja con cara de portera de urba y se pone, para susto horrible de sus papás y hermanitos, a levitar y a gritar a lo bestia por las noches, mientras las puertas hacen plim-plam y las ventanas clinca-clanca y su madre suplica aydiosmioayúdanos y el cura grita porjesucristoyoteordeno etc. Y tú te pones todo contento, porque al fin y al cabo, hace mogollón que se murió el padre Karras y ya iba siendo hora de que nos dieran otra niña posesa de ojos en blanco y cura asesinado por el demoño, que siempre quedan como muy bien en el teleprograma. Pero nada...resulta que después de ver volar a la niña del derecho, del revés, en diagonal y en escorzo, con ventiocho plim-plam-clinca-clancas y treinta aydiosmioayudanos, te das cuenta que la cosa no va a pasar de ahí, porque el director tiene que amortizar a los veinte chinos que contrató para hacer la animación 3D de la niña voladora y no está la cosa en hollywood como para tener encima que contratar a otros cuatro y que te hagan un demoño en condiciones que mate curas, hombrepordios. Así que al final va el director y dice que no. Que aquí no hay demoños y que la portera de la urba no es bruja ni es ná. Que lo que ocurre es que la niña es histérico-epiléptica del traumazo que me lleva por culpa de Donald Sutherland, que, a pesar de sus 135 años, se la está cepillando a la chita callando (ojo a mi don de poeta natural y profundo) sin que la niña endemoñá se haya dado ni cuenta. Y aunque en este punto el Rata, por primera y milagrosa vez despreocupado de las bragas de la protagonista, se pusiera a cuchichearme en la oreja que eso era un tontería, porque cuando a uno se lo cepillan algo de cuenta tiene que darse, yo le disculpo ante el respetable, alegando que el pobrecico mío tiene una novia de Parla que chilla mucho y me lo tiene sumidito en el engaño.
Y nada más ¿no? ah sí... y que dice Jim que ojo... que Spoiler.
Bueno, pues al final, con arrojo y decisión, le dijo a Rachida que mientras estuviera en su casa, hiciera el favor de quitarse el pañuelo de la cabeza. Que ahora estaba en un país donde esas costumbres no eran comprensibles, ni tolerables, porque aquí las mujeres hacía mucho tiempo que podían salir solas a la calle, votar, elegir marido y ponerse el pelo verde si era menester. Y Rachida lloró y dijo "...pero en mi país..." y ella se enfureció y le gritó que ya no estaba en su país. Que ahora estaba en el nuestro, y que como tal, tenía que adaptarse a su cultura y sus costumbres, igual que había tenido que adaptarse a su legislación. Luego me llevó en volandas a su despacho, rabiosa como una leona y soltando todo un discurso sobre la liberación de la mujer española en los últimos veinte años. Y mientras lo hacía, yo no podía dejar de mirar una fotografía que había enmarcada en la pared, donde aparecía ella vestida de Indiana Jones, muy sonriente, sujetando un bebé africano en brazos, rodeada de los que parecían ser otros miembros de algún tipo de tribu. Al verme con la vista perdida en la fotografía, dijo -Impresionante ¿eh? es una tribu de Kunene, en Namibia. Mi novio y yo estuvimos allí seis meses trabajando con los nativos. Una experiencia increíble...- Entonces le pregunté si había sido complicado eso de ir medio desnuda, con un trapo de colorines en la cadera como toda vestimenta, y ella soltó una carcajada y dijo -¡Joder, niño! yo iba vestida normal, si hay que enseñar las tetas, que lo hagan las nativas, que no les importa ¡Pues sólo faltaba! ¿dónde tienes la cabeza?-