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domingo, 20 de julio de 2025
LA VIEJA DER VENTANUCO. AUTOR ALEJANDRO CARMONA. EL TEMPLO DE LAS ÁNIMAS.
lunes, 14 de julio de 2025
LA VIDA ES POESÍA. 31 VIVIR LO IRREPETIBLE DEL AHORA. AUTOR: LUIS MIGUEL SERRANO FUENTES.
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VIVIR LO IRREPETIBLE DEL AHORA.
La vida es una sucesión de momentos, de pequeños actos que a menudo damos por sentados. Nos levantamos, nos lavamos los dientes, preparamos el desayuno, respondemos mensajes, salimos a trabajar. Todo parece rutinario, parte del engranaje cotidiano que mueve nuestros días. Sin embargo, muy pocas veces nos detenemos a pensar que cada una de esas acciones podría ser la última vez que las realizamos. Hoy podría ser el último día que cenes, que bailes esa canción que te hace vibrar, que te ates los zapatos. Y lo más inquietante: no lo sabrás hasta que ya sea demasiado tarde.
Algún día —y no sabemos cuándo— llegará la última vez. La última vez que rías a carcajadas. La última vez que veas caer la lluvia desde tu ventana, o que escuches esa canción que te eriza la piel. Tal vez ya ocurrió y no te diste cuenta. Tal vez no prestaste atención, porque nadie nos advierte cuándo es la última vez de algo. Y ese es uno de los grandes silencios con los que carga la existencia.
Vivimos como si tuviéramos una eternidad en los bolsillos. Como si los días fueran monedas que siempre se renuevan. Pero la verdad, brutal y serena, es que somos frágiles. Un soplo. Un parpadeo en el tiempo. Nada nos garantiza volver a ver amanecer, ni volver a sentir el calor de una mano entrelazada con la nuestra. Y sin embargo, seguimos aplazando lo esencial: el abrazo, la palabra sincera, el perdón, la risa, el gozo, la contemplación...
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sábado, 12 de julio de 2025
LA POSEÍDA DE LA CALLEJUELA DE PIEDRA. AUTOR ALEJANDRO CARMONA. EL TEMPLO DE LAS ÁNIMAS.
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domingo, 6 de julio de 2025
LA VIDA ES POESÍA. 30 PRONTO AMANECERÁ. AUTOR: LUIS ALBERTO DE CUENCA.
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PRONTO AMANECERÁ
Al despuntar el día, con las primeras luces
del alba, llegará el temido momento
de la separación. Abrazaré tu cuerpo
desesperadamente, te besaré mil veces,
entornando los ojos para no ver tu rostro
regado por las lágrimas, y tendré que partir
al frente de batalla, donde las armas dictan
su mensaje de muerte y destrucción.
Tú piensa
en los tiempos felices en que el mundo bailaba
al son de nuestro amor, cuando nos conocimos.
Volveré si consigo sobrevivir. Si muero,
moriré recordándote. No me olvides tú nunca.
lunes, 30 de junio de 2025
CUENTOS A LA INTEMPERIE. AUTOR: JUAN JOSÉ MILLÁS. 3 LA CIUDAD. TAXIS. RETALES DE CONVERSACIÓN.
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domingo, 22 de junio de 2025
NOCHE MÁGICA DE SAN JUAN EN EL TEMPLO DE LAS ÁNIMAS. 1 A QUEIMADA CONXURO.
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domingo, 15 de junio de 2025
LA VIDA ES POESÍA. 29 JARDÍN Y TREN ELÉCTRICO. AUTOR: LUIS ALBERTO DE CUENCA.
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JARDÍN Y TREN ELÉCTRICO.
Para mi nieto, Jaime de Cuenca y Barella.
En el principio, siempre hubo un jardín.
No importa si era tuyo o del vecino,
como dice Pessoa. Un jardín con un pozo
de verdad (no el del juego de la oca,
que no es más que un trasunto de la muerte),
y con un membrillero que, al final del verano,
daba ricos membrillos, y con castaños de Indias,
y con una caseta blanca donde guardar
los útiles que usaba el jardinero.
Y, en medio del jardín, un edificio lúgubre,
cuadrado, de dos pisos idénticos, con una
escalera de piedra que llevaba a la puerta,
normalmente cerrada a cal y canto.
Dentro de aquel siniestro caserón,
que mis ojos de niño poblaban de fantasmas,
se encontraba a la izquierda del hall el cuarto mágico,
divino, inenarrable, donde mi padre había
instalado su tren eléctrico, su Märklin,
en un maravilloso contexto de montañas
con sus funiculares, de un lago de bañistas,
de un pueblo con su Rathaus y su estación de muchas
vías, donde unos trenes descansaban y otros
seguían dando vueltas al circuito,
inmaculadamente coordinados.
Allí estaba, allí estuvo la preciosa maqueta
que construyó mi padre durante tantas horas,
tantos días y tantos años, con el afán
de crear también él, no solo Dios, un mundo
en que el ferrocarril era el protagonista,
y todo funcionaba, y no había retrasos,
ni desdenes, ni angustias, ni ese terrible pánico
que siembra el desconsuelo de saberse finito.
La habitación del tren era un salvoconducto
para viajar tranquilo por el país en guerra
que es, siempre, la existencia.
Pero el tiempo pasó
y comenzó a cantar su canción de exterminio,
y ni el jardín ni el cuarto donde reinaba el tren
lograron escapar de su letal abrazo.
Hoy solo son recuerdos de una infancia feliz.