Dar y recibir
La piel no miente (Uruk, 2012) es la publicación más reciente de la escritora Carla Pravisani. Se trata de un volumen de cuentos ambientados en el entorno rural argentino.
Los cuentos poseen una atmósfera homogénea que le dan una evidente unidad al libro, sin embargo, este no es el único elemento común de los cuentos, muchos de ellos emplean recursos comunes para la construcción de las historias.
Colmillos y desdentados
El libro se inicia con el cuento “El colmillo del venado muerto”, un relato con el telón de fondo de una infidelidad y las consecuencias que esta trae para una familia adinerada y en vías de destrucción. El texto da cuenta de las relaciones padre e hijo (respectivamente, Mario y Klaus Kleimberg) y el mutuo rencor que se profesan.
La fábula principal se articula a partir de un recuerdo de Klaus: en cierta ocasión, mientras cazaban en las montañas, Mario derriba un venado de un disparo y ordena a su hijo que le dé el tiro de gracia; pero el joven siente lástima por la bestia y se detiene en el último momento; ante lo cual su padre se ve obligado a rematarla por su cuenta. Luego le arranca el colmillo inútil a la criatura herbívora y se lo entrega a su hijo, diciendo: “Sos tan inútil como este colmillo”. (pág. 20)
Debido a la infidelidad del padre, el joven Klaus Kleimberg se presenta en el despacho de un abogado, Rodrigo García, para que este se encargue de los procesos de divorcio y de reparto de los bienes. Tiempo después, cuando García resulta ser incapaz de realizar estos procesos, Klaus le entrega a este el colmillo del venado y, con él, toda la culpa y el rencor que lleva consigo.
A partir de este cuento, el empleo de objetos-símbolos que cambian de manos o que vuelven a las primeras se convierte en una constante en la mayoría de los cuentos que integran el libro, sirviendo como eje para la construcción de los sucesos y aun de los desenlaces.
Otro objeto-símbolo —uno no muy distinto del anterior: una dentadura—, es el precio que Freidell, la protagonista de “Dientes”, la treintañera Freidel, está dispuesta a pagar tras conocer a Uwe Muller, su última esperanza de encontrar marido:
Si lo llevaba a Puerto Dorado, debía comprarle una dentadura postiza. No podía presentarle a su padre un desdentado. (pág. 29).
Tras presentar a Muller a su familia y convivir con ellos por unos días, el prospecto desaparece de la vida de Freidel. En la última escena del relato, la función de símbolo de la dentadura queda de manifiesto.
El sostén y la rama de Dios
El objeto-símbolo puede ser perfectamente una prenda de vestir. A raíz de un viaje de sus padres, la niña protagonista de “El torturado” empieza a frecuentar la casa del joven Gabriel Gamarro. Un buen día, su amiga Rosalinda se presenta a su casa con una canasta llena de sostenes y maquillajes de toda clase. Rosalinda motiva a la niña a maquillarse y le obsequia un sostén, su primer sostén, a cambio de que confiese qué tipo de relación sostiene con Gabriel.
Los sueños románticos de la protagonista con el joven Gabriel y aquella prenda íntima —la prenda femenina por excelencia—, parecen coincidir en la certeza de que ha dejado de ser una niña. Cuando Rosalinda le pide de regreso el sostén, de alguna forma, la protagonista debe olvidarse de Gabriel y conformarse con seguir siendo una niña.
Este mismo cuento relata, al menos, dos historias; una es la historia ya aludida del paso efímero de la niñez a la juventud, la otra es la del padre de Gabriel, en la que se toca el tema de las torturas durante la época de la dictadura argentina y sus fatales consecuencias para sus víctimas.
Un objeto que no se entrega ni se recibe, sino que se desea alcanzar es el responsable del viaje que hace Herman en el relato que protagoniza: “La rama de Dios”.
En las ramas de un árbol de la capital se apareció la imagen de Jesús —explicó su cuñada—. Dicen que hace milagros. (…) Deberías ir. (pág. 87)
Algo como un milagro es justo lo que Herman necesita para traer de regreso a la vida activa a Ingrid, su esposa, víctima de una enfermedad incapacitante. Por pequeña que parezca su esperanza, Herman decide ir a la ciudad en busca del milagro. Al llegar allí, descubre que no es el único que se ha dejado arrastrar a la ciudad: una multitud de autos en un estacionamiento improvisado da prueba de la gran cantidad de personas dispuestas a cifrar sus esperanzas en un imposible.
El dinero, el tucán
El objeto que ayuda a articular la trama puede ser también el dinero, que por su valor de intercambio puede ser considerado el objeto más simbólico y el menos simbólico de todos a la vez.
Helga, la hija de Wagner en “Los malagradecidos”, recibe dinero de su padre, pues este teme que “el negro” con el que se casó su hija no sea capaz de hacer frente a su responsabilidad económica, sin embargo, ella no acepta la donación y lo devuelve de inmediato.
No obstante, el cuento que da título a la colección es donde el dinero tiene una función más decisiva para el desarrollo de la trama. El hijo de la señora Ursula Grueber le ha quitado la vida a un empleado de su familia apodado el Mencho. A manera de reparación, Grueber se presenta al funeral de este.
La mujer arropada en negro asomaba sus huesos blancos. Se detuvo frente al Mencho y le puso unos billetes en el bolsillo del traje apolillado. (pág. 99).
La madre del Mencho, incapaz de aceptar tal reparación a su duelo, le devolverá a la señora Grueber el dinero en un acto cargado de ironía.
Como se puede ver, estos objetos-símbolos ayudan de forma considerable a contar las historias. Sin embargo, los símbolos también pueden ser portadores de contenido lírico y no cumplir una simple función argumental. Así sucede con el tucán de “Los dientes”:
Por primera vez [a Freidell] la soltería la atravesaba como una ráfaga. Afuera, sobre el poste de luz, se posó un tucán. ¡Pájaro más hermoso! Con aquel pico colorido. (pág. 26)
No obstante, la atribución de calificativos humanos al animal: “Se largó a volar, libre y solitario” (pág. 26, sin énfasis en el original), seguida de una interpretación explícita del símbolo a cargo del propio narrador:
¿Acaso necesitan los pájaros andar en pareja? No se imaginaba a dos tucanes volando pegados. Pero ella no era un pájaro. Era una mujer. (pág. 26).
Estas consideraciones usurpan el papel de recolector de símbolos e interpretador que debería asumir toda persona que se acerca a una obra literaria, en tanto reducen el material mismo de lectura.
No todo es símbolo
Los demás relatos de la serie renuncian al recurso de los objetos-símbolos, en favor de una mayor variedad. “El rescate” relata un mismo hecho cotidiano, que puede ser una acción trivial para una persona y muy significativa para otra. “Los malagradecidos” relata la vida de un hombre que renuncia a la vida y solo encuentra algo de paz en un féretro que se hace construir. En “Niños del sol” unos forasteros se mudan a un pueblo y trastocan su inmóvil cotidianidad, manteniendo un perfil bajo y un secretismo imperdonable para sus vecinos. “Las palabras del Alcalde” es la historia de la rivalidad entre dos políticos que se disputan los favores del escritor local de discursos.
Los cuentos del volumen se dedican a relatar las vidas de migrantes europeos en el campo argentino. Vidas en las que se hace presente la muerte de una forma irremediable: a la vuelta de cada página se asoman funerales, suicidios, asesinatos, esquelas de diarios… En general, se aprecia en La piel no miente un aporte novedoso a la narrativa costarricense debido a su ambientación exótica, sin embargo, el libro pudo verse enriquecido con una mayor variedad en las estrategias narrativas utilizadas.
Sergio Arroyo, 2013