Pompeii

Valdelomar visita Pompeya tras sufrir un episodio de fiebre y, bajo esa nueva inspiracion, puede fantasear en torno a la vida de los pompeyanos.

La narradora enuncia lo que no hara a fin de resaltar la magnitud de su empeno: "No voy a hablar de las ruinas de Roma, que no he visto, y que quisiera ver, ni de las de Pompeya, o Herculano, con que he sonado muchas veces, vengandose asi mi imaginacion de la mala suerte, que no le ha permitido contemplarlas realmente." (286) A cambio, la voz se ocupara de las "ruinas vivientes", "que arrastran en pos de si un mundo de gloriosos y tristes recuerdos y que aparecen tan aisladas en medio de los hombres nuevos como si bogasen sobre las olas misteriosas de mares desconocidos o habitasen en medio de los yermos de la Tebaida." (286)

Alli conoce el ferrocarril cuando visita las ruinas de Pompeya y Herculano; realiza una ascension al Vesubio y parte hacia Roma, adonde llega en plena Semana Santa.