por ahí comas carne y por la boca mierda, y papa te vea la madre que te parió porque te vea más medrado; en las sopas te lo halles como garbanzo, con esa música te entierren, sabañones y mal de gamones, coz de mula gallega, por donde salió el pedo meta el diablo el dedo, la víbora el pico, el puerco el hocico, el toro el cuerno, el león la mano, el cimborrio de El Escorial y la punta de mi caracol te metan amén".
Todos los veranos aparece con una protesta que no se le cae de los labios, a saber: que por milagro de Dios no está en San Sebastián o en Ostende o en Corls..., eso, en fin, donde la señora de Cánovas. Todavía da la mano como se daba el año ochenta y tantos, es decir, como quien da una coz con los remos delanteros.
A la tabaola se entró un vecino con sus once de oveja, muy sobresaltado, y de hoz, y de coz se metió donde no le llamaban; quiso embestir, mas el bribón puso aldas en cinta.
Los que yendo por la calle les diere algún encuentro alguna bestia o salpicare, y ellos, con mucha cólera, les dieren con armas, coz o puñete, de manera que la cabalgadura no pueda caminar con la carga, los condenamos a que luego nuestras justicias les compelan a que ellos mismos lleven la carga que la tal bestia llevaba.
«¡Ave María!» grita, parado cerca del palenque, un jinete. Los perros ladran, rodean al caballo, que agacha las orejas, aprontando, por si acaso, una coz para el que se atreva por demás.
Tienes ahora muy buena oportunidad para huir, y en tanto que los ladrones no están en casa, ¿has de temer, por ventura, la guarda de una vieja medio muerta, la cual puedes matar con una coz de tu pie cojo?
En cuanto me vio suelto, revistiéndose de un valor impropio de su edad y su sexo, cogió la cuerda y quiso recuperarme para atarme de nuevo, pero viniendo a mi memoria el fatal proyecto de los bandidos, fui insensible a toda piedad y arrimándole una esplendida coz la tendí patas arriba.
Un travieso Inuchacho fustigaba á un burro remolón, y tanto hubo de castigarlo, que el cachazudo cuadrúpedo perdió su genial calma, y le aplicó tan tremenda coz en el ombligo que lo dejó patitieso.
El pregonero le tranquilizó: «Estáis contemplando un cordero y no un asno. A cualquier trabajo que se le aplique es un modelo de dulzura: jamás un mordisco; jamás una coz.
Ve un rocín solo para dos escaso y viene a dar reparación al caso.» Se apea el pagano y al corcel se vuelve, pensando con la mano asir el freno; y el corcel por respuesta se revuelve, girando presto, como es presto el trueno; pero no acierta con la coz que vuelve: ¡ay, pobre de él, si llega a dar de pleno!
Ya se que un asno no puede dar sino una coz; pero guardese de mi baston de acebo, que a macho lerdo arriero loco — Dios le guarde — El de Pareja.
En efecto, cierto día en que el exceso de sus malos tratamientos me acabó la paciencia y le solté una enérgica coz, he aquí la venganza que discurrió.