Si presenta sólo uno se considera que es ventral, y si aparecen dos, situados en lados opuestos, el más grueso (denominado sulcus) se considera ventral, y el más delgado (denominado sulculus) se considera dorsal.
Estos pueden afectar el sistema nervioso central (cerebro y espina dorsal), el sistema nervioso periférico, o el sistema nervioso autónomo.
¿Algo va mal?» De las dos direcciones llegó la misma respuesta: «Todo bien.» Resistiéndome a la leve sensación de que un dedo helado rozaba mi espina dorsal, le expliqué que aquella figura había debido ser una mala pasada de su sentido visual, y que se sabía que tales figuras, originadas por desarreglos de los delicados nervios que administran las funciones del ojo, turbaban con frecuencia a enfermos, algunos de los cuales habían llegado a ser conscientes de la naturaleza de sus males e incluso la habían demostrado mediante experimentos con ellos mismos.
En el pecho, otra herida. Al pasarle el plomo el tronco, habíale destrozado una vértebra
dorsal. Agonizaba tieso, aquel organismo poderoso.
Eduardo Acevedo Díaz
-No del todo, pues cuando mistress Crewler ya se había hecho un poco a la idea tuvimos que anunciárselo a Sarah. ¿Recuerdas lo que te he dicho de Sarah? Es la que tiene algo en la espina dorsal. -¡Ah, sí, perfectamente!
Os quedará la manía de silbar vivamente cuando vayáis de noche por sitios solitarios, y cierto frío intermitente en la espina
dorsal.
Leopoldo Lugones
-Bueno, y si no me la da, ¡mejor! Da vuelta la espalda (incomparable, por cierto) y se va, ondulando, en cadereo afable, la canaleta de su viperina espina dorsal.
Comenzaron a desfilar los agresores prostituyendo los campos abonados de sangre fecunda y de heroísmo sublime. Doblegando la espina dorsal de sus hijos con sus humillantes sistemas de dominación.
Tomaban ora sus miembros la flexibilidad del junco, ora la dureza del fierro y su espina
dorsal era el eje de movimiento parecido al de la serpiente.
Esteban Echeverría
-me atreví a preguntar. -No -dijo Traddles-; Sarah es la segunda; Sarah tiene algo en la espina dorsal; ¡pobrecilla! Los médicos dicen que se curará; pero entre tanto tiene que estar siempre acostada boca arriba.
y acto continuo creyó que le habían roto la espina dorsal, merced a un puntapié que la duquesa tuvo a bien aplicarle, salva la parte, con toda la energía de su pudor sobresaltado.
-Ha hecho usted muy mal, caballero -me dijo míster Spenlow paseándose de arriba abajo por el tapiz y gesticulando con todo el cuerpo, en lugar de mover únicamente la cabeza, a causa de la tiesura combinada de su corbata y de su espina dorsal-.