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Sussano no Mikoto era uno de los comerciantes más afortunados de toda la ciudad, no era porque fuese uno de los más inteligentes, ni tampoco lo era por sus riquezas, ni por su linaje, no, nada eso, él era afortunado, porque se había casado con el joven más hermoso de toda Sendai, Souji Okita era como la más bella de las doncellas, cabello tan negro como el alquitrán, labios tan rojos como una fresa madura y sus ojos de un precioso color avellana, aunque había quienes decían que eran tan brillantes como un par de piedras ámbar, nadie sabía con exactitud aquello debido a que siempre tenía un fleco bastante largo solo su esposo sabía la verdad.
Todos hablaban del maravilloso matrimonio formado por el Capitán de la primera división del Shinsengumi y el posible heredero de la familia Mikoto, la familia perfecta, pero claro eso a ojos de la sociedad, dentro de la casa de la familia Okita-Mikoto, el mayor de los esposos tenía sus dudas de una infidelidad por parte de su cónyuge.
Durante los días de luna llena, Souji desaparecía, bueno más bien se excusaba diciendo que iría a entrenar en solitario y no regresaba hasta que la luna llena acabaría, durante esa semana Sussano se sentía solitario y contrariado ante la idea del adulterio, por lo que tomó la decisión de que lo seguiría la próxima vez, aunque bueno, desde que lo conocía siempre había hecho aquello, pero ahora se sentía más ansioso, muchas veces incluso antes de ser pareja intentó acompañarlo, pero siempre se negaba, cuando fueron novios fue lo mismo, esperaba que cuando se casarán este le enseñará su extraño "Régimen de Entrenamiento Lunar" como él lo había nombrado, pero Souji le dijo que solo era un simple entrenamiento de rutina en solitario.
—Es una tradición familiar, nadie debe verlo— Fue la respuesta que le dio Souji ya algo cansado de recibir la misma pregunta.
—Pero ahora soy tu esposo, incluso tomamos tu apellido como el primero en nuestro matrimonio— Reclamo a lo que el más bajo solo suspiro pesado y le suena mientras le ponía una mano en la mejilla
—Y agradezco que hayas hecho eso por nosotros, pero por favor podrías respetar esto, yo no me meto con nada de tu comercio y negocios, incluso me negué a un contrato de bienes mancomunados— Se excusó como tantas veces ya algo frustrado de lo mismo Mientras tenía una mano en su cabeza.
—Sabes que yo nunca te pedí eso, tú mismo lo propusiste— Volvió a reclamar algo exaltado.
—Solo dejé este asunto por favor, es hora de irme se está oscureciendo—
Esa había sido su última conversación, ahora que estaban en luna llena, pero no por mucho Souji volvería pronto, pasaron dos días más y el regreso.
—Oh Sussano me alegre de volver a verte— Lo abrazo después de dejar su equipaje en el suelo— Lamento lo que te dije... la última vez, no debí ser tan grosero, es solo que, simplemente es una tradición familiar y quiero que la respetes— Casi pareció suplicar mientras se aferraba a él.
Sussano no dijo nada y solo le acarició la cabeza, después de todo ya había tomado una decisión, lo seguiría la próxima vez, cuando Souji se separó de nuevo le puso una mano en el hombro.
—No te preocupes, lo entiendo, no volveré a preguntar— Y se retiró a su habitación.
El espadachín lo miró extrañado, después de todo no esperaba aquella respuesta, pero en parte se sintió aliviado por eso.
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El siguiente ciclo lunar llegó y con ello la desaparición de Souji, el cual no iba a solo detrás de él iba su esposo, claro que solamente algo más lejos para que no fuera percibido, lo siguió por un largo trecho muy afuera de la ciudad, incluso más lejos que los pequeños pueblos era demasiado lejos para reunirse con alguien quizás y tan solo quizás en realidad iba a su entrenamiento y no se encontró con nadie, aunque también podría encontrarse con ese alguien en el entrenamiento quizás un antiguo maestro.
Llegaron a las profundidades del bosque escondido entre la maleza un río cruzaba el sitio el cual era de un color azul ultramar impresionante, el lugar que parecía un espacio recóndito especialmente para esconder algo, ahora Sussano no tenía dudas, en definitiva era para entrenar ahora se Se sentía arrepentido, pues nunca debía haber dudado de su marido, el paisaje era hermoso estaba rodeado por grandes y frondosos árboles y sus aguas eran cristalinas en definitiva un sitio en el cual tener un entrenamiento adecuado realmente se sentía mal.
Estaba por irse y regresar a casa cuando observar cómo su esposo se quitaba la cinta del cabello y lo dejaba suelto, en definitiva el adoraba esa vista quizás se quedaría por un tiempo más a observar los dichoso entrenamiento ciertamente tenía dudas, sí... tenía dudas de cómo era ese entrenamiento, entonces lo vio desprenderse también de sus ropas la vista era espléndida, realmente estaba maravillado con el cuerpo de su compañero, en definitiva se quedaría a observar, el entrenamiento claro está.
La noche llegó y Sussano supo que era momento de irse después de todo no había llegado nadie, quizás el primer día lo tomaba de descanso y luego empezaba a entrenar, pero grande fue su sorpresa al ver como el agua se iluminaba y las piernas de su esposo sí unían para formar una gran cola sus brazos se cubrieron de escamas y parte de sus mejillas y espalda también, sus costillas se abrieron mostrando un par de branquias al igual que su cuello, Sussano estaba completamente perplejo no esperaba aquello, no sabía qué hacer no sabía si sentirse angustiado, asustado, enojado, decepcionado o algo más ¡Por los dioses! ¿Su esposo era una sirena? ¡¿Una maldita sirena?!
Su mejor opción, confrontarlo y preguntarle qué demonios estaba pasando y que era él y porque le había ocultado aquello.
—¡¡OKITA SOUJI!? ¡¿Puedes explicarme qué es esto?!— Vociferó completamente furioso después de todo un secreto, así no era fácilmente tolerable.
Okita al escucharlo se cubrió con sus brazos cosa inútil, pues aun así se veía todo, así que se zambullo al agua, pero Mikoto se sentó junto al borde del estanque observando aburridamente el agua, esperando ahí hasta que saliera, pero su paciencia no era mucho en su estado actual así que se despojó de sus vestiduras y se adentró al agua debido a la oscuridad no tenía mucha vista, pero tampoco es que el lugar fuera muy hondo, también el espacio era pequeño por lo que le fue fácil tomar a la criatura de la cola, la cual era larga y preciosa era como una falda enteramente decorada con zafiros en serio era preciosa, pero aun así con esa vista aun así no lo iba a dejar salirse con la suya estaba muy enojada la cola de Okita se sacudía con fiereza o más bien desesperación, pues no estaba seguro de lo que haría su marido, estaba completamente asustado quería huir, pero en su condición actual no podría, se sintió como era arrastrado hasta la orilla y su cola se raspaba contra las rocas.
-¡Por favor! ¡¡Distensión!! Lamento haberte mentido, pero por favor no me hagas daño— Suplicó desesperado mientras algunas lágrimas salían de sus ojos, se volteó quedando de frente a su captor, el otro solo lo miraba en silencio mirando desde su cabeza hasta la punta de su cola, hasta que después de un rato se sentó encima de él, Okita no se quejó, sabía que su cola era bastante pesada y podría aguantar el peso de su esposo.
—Porque no confiaste en mí— Finalmente habló el humano, su voz sonaba lenta y triste contrario a su actuar anterior, pero Okita estaba acostumbrado a esos bruscos cambios y sonriendo al recordar situaciones así, lo tomo de la mano al no ser capaz de sentarse. por el peso encima de él.
—Simplemente, tenía miedo, que me rechazaras, me vendieras o algo mucho peor— Hablo con calma, viendo que el humano ya se había tranquilizado, trato de sentarse, las rocas no eran nada cómodas, pero lo aguantaría un ratito —En serio lamento lo que hice, pero no te preocupes desapareceré y no volverás a verme—
Al escuchar aquello, Mikoto, se paró acercando su rostro con el de la sirena —¡NO! No, no hagas eso, solamente me siento mal porque no confiaste en mí, no me dejes, eres hermoso— Lo tomó de las mejillas para que lo mirara a los ojos, pero Okita solo desvió su mirada —Solo quédate conmigo—
La sirena lo miró con ojos abiertos, aunque rápidamente cambió su gesto a uno más tranquilo y compasivo —Tomaré el riesgo y confiaré en ti— Después de decir aquellas palabras lo beso, de ese modo restaurando la fracturada confianza que tenían en su relación.
Durante esa noche de luna llena y las que le siguieron Sussano aprendió todo sobre la anatomía de las sirenas y algunas cuantas cosas más, cuando regresaron a la semana siguiente ya podía considerar la típica pareja perfecta que la sociedad veía en ellos tanto dentro como fuera de casa, más aún cuando con el paso de los años se fue llenando de niños, el matrimonio Okita-Mikoto fue bendecido con 7 varones fuertes y saludables que para gracia de Souji, eran enteramente humanos.
—Quizá confiar en los humanos, no fue tan malo— Susurro mientras veía a sus hijos jugar.
—Dijiste algo—
—No, nada sin importancia— Recargo su cabeza sobre el hombro de su esposo disfrutando de su familia.