Nosotros, los iroqueses
Hoy Nieve Bella ha abandonado a Dos Ríos Fluyendo. Se han divorciado. Kahn-Tineta, que así se llama ella en nuestra lengua, nunca estuvo contenta del todo con Deganawidah. Él era pendenciero y, sobre todo, bastante vago. Cuando íbamos de pequeños juntos a cazar, a él le gustaba más recorrer los caminos que el propio acto de cazar los animales. Me parece que le daba algo de miedo si la bestia era un poco grande. Siempre ha sido muy bueno para orientarse, es un gran caminante, y conoce todos los ríos, arroyos y cascadas en muchos kilómetros: su nombre no podría ser más exacto, pero sólo con eso es insuficiente para traer comida a casa. Y Nieve Bella estaba harta de tener siempre menos comida y pieles que el resto de familias del clan.
Su matrimonio había sido acordado entre sus respectivas madres cuando los dos eran unos niños. Así se hace siempre en nuestra tribu y las madres suelen acertar, pero no siempre… y tampoco son responsables de aquello en lo que se transforman sus hijos con la edad.
Ellas mandan en sus vidas
Cuando Dos Ríos Fluyendo vino a verme para intentar que yo, como jefe de la tribu, obligara a Nieve Bella a volver a aceptarlo, le dije que me gustaría más asaltar por mi cuenta una fortificación llena de ingleses o franceses que convencerla: seguro sería menos peligroso. Yo puedo ser el jefe para la guerra y para la política, pero las mujeres mandan dentro del clan, y ya se sabe que en nuestra tribu una mujer es libre de dejar a su marido cuando le plazca. Esa ha sido la costumbre inmemorial
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