Crónica de 28 días de lucha
A partir de 1946, la IV República francesa emprendió con afán –y con la estimulante ayuda del Plan Marshall– la tarea de reconstruir el país y devolverlo al grupo de las grandes naciones. Sin embargo, le resultó imposible mantener su anterior estatus de potencia colonial. Entre 1946 y 1962 se encadenaron sin solución de continuidad dos guerras en ultramar, la de Indochina (1946-1954) y la de Argelia (1954-1962), que terminaron en sendas proclamaciones de independencia. En especial, la de Argelia fue decisiva para la caída de la IV República en 1958 y la asunción por Charles de Gaulle de la presidencia de la V República, que sigue en vigor.
Transcurrían los “treinta gloriosos”, tres décadas (1945-1975) de progreso económico en Occidente a partir del final de la II Guerra Mundial, con fuerte industrialización, libertades democráticas y pleno empleo; 30 años que incubaron el huevo de la sociedad de consumo en la que continuamos instalados. En Francia, la economía marchaba cada vez mejor a pesar de las pérdidas coloniales, cuyo mantenimiento y control (incluyendo las dos guerras) había venido siendo una enorme sangría para el país. Una de las primeras acciones del gobierno gaullista de 1958, la reforma monetaria que impuso el franco nuevo (equivalente a cien de los antiguos), situó el cambio oficial
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