PACIENCIA, BENDITA PACIENCIA
omos los aragoneses cabales a la vez que insurgentes, y tenemos maestros avezados en el arte de la indocilidad. En una época en la que el encierro vírico nos devuelve impertérritos al NODO que empieza a ser algo muy parecido a la NA-DA, son momentos para la nostalgia épica del de El dúo dinámi co y de Paco Martínez Soria. Entre la pubescencia con acné confinado nadie recuerda quién es el bueno de Martínez Soria, ahora que todo el mundo habla de Santiago Segura, un aprendiz en re menor del gran cómico aragonés. Hay una película que los nuevos canales de series y de, una antología antropológica del aragonesismo en estado bruto en un Madrid tardofranquista. Ese mismo Madrid que hoy parece el decorado quimérico de de Amenábar, cuando la Gran Vía era una ensoñación esteparia antes de que en este país se hablase de la España vacía. Y tan vacía, que han acabado con la prostitución de Montera a zas de estado de alarma.
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