El poder de las estirpes nobles
En la época en que nace Leonardo, los condottieri eran los amos del norte de Italia. Así se denominaba a los mercenarios militares contratados por los señores feudales para hacer la guerra en los numerosos conflictos que surgían entre ellos. Los condotieros habían llegado a adquirir un enorme poder en una macrorregión políticamente desestructurada a finales del siglo XV, en la que durante más de dos siglos la guerra había sido continua, alimentada por la confrontación entre güelfos y gibelinos, partidarios respectivamente del papado y del emperador germánico, las dos facciones que competían por el dominio político de la Europa de la Baja Edad Media.
El enquistamiento del conflicto tuvo el efecto colateral de reforzar a estos militares profesionales, quienes acabaron por convertirse en dinastías gobernantes que transmitieron a sus hijos los dominios políticos sobre las ciudades que controlaban y sus áreas de influencia, adjudicándose derechos hereditarios. Las familias Visconti y Sforza, sucesivos señores de Milán, son los casos más conocidos de condotieros sobrevenidos al poder político, pero hubo muchísimos otros en todas las principales villas del Quattrocento italiano (el siglo XV). Dieron origen así a familias cuyos apellidos hoy evocan la sangre azul europea pero que en su momento tuvieron orígenes mucho menos glamorosos.
Tiempos de cambio
Leonardo fue un privilegiado testigo de la evolución política de esta época en Italia y Francia, donde vivió. Como artista, dependía en absoluto de ellos para su desarrollo profesional, pues un pintor o cualquier otro cultivador de las bellas artes con talento y aspiraciones sólo podía desarrollar su vocación y vivir de ella si recibía encargos de los grandes señores. De este modo su vida se cruzó con la de los protagonistas de la transición entre los condotieros y los primeros grandes reyes renacentistas.
Sintió también los cambios y zozobras de las constantes tensiones que emergieron en Italia, una península en la que el poder emanado del papado se convertía en factor de influencia internacional; pero también de tensiones continuas, atrayendo hacia ahí a franceses, germanos y españoles que pelearon en la bota itálica en vida de Leonardo y
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