PALABRERÍA DE LUJO. DE LA ILUSTRACIÓN HASTA HOUELLEBECQ
CIUDADANOS DEL MUNDO EN NUESTRO SIGLO ILUSTRADO
Somos herederos directos de la Ilustración, de aquel movimiento no revolucionario, sino reformista, que nos visita hoy cada día. Estudios históricos y traslaciones literarias de asuntos biográficos reales acaecidos en su momento se suceden sin parar dentro de una bibliografía siempre atenta a explotar el llamado Siglo de las Luces. Una novela que ya tiene más de veinte años, la que escribiera en catalán Antoni Marí, El camino de Vincennes —sobre la visita de Jean-Jacques Rousseau a Denis Diderot, que había sido acusado de materialista por su «Carta sobre los ciegos», contraria al dictado eclesiástico, e iba a permanecer en la cárcel tres meses y medio— ya nos ofrecía una cita del propio Diderot a modo de epígrafe que jugaba con el efecto luminoso en la vida cotidiana e intelectual: «Las luces disiparán las manchas de oscuridad que aún cubren la superficie de la Tierra».
Una afirmación que podría valer como lema, aspiración, anhelo de los ilustrados franceses, de aquel tiempo lleno de cuestionamientos que al fin y a la postre devino uno de los periodos más ricos de estudio y reflexión, el inicio de nuestra modernidad.
A contestarse sobre todo ello se dedicó justamente Anthony Pagden en un libro de inequívoco título: La Ilustración. Y por qué sigue siendo importante para nosotros, en el que aparecía el Diderot en cuyas biografías sale tanto en los ambientes disolutos en París —amante, amigos y prisión— como en su vertiente más erudita, el Rousseau del que en el 2012 se celebró en Ginebra por todo lo alto el aniversario de sus trescientos años de nacimiento…; esta pareja fundamental y otros enciclopedistas, como el matemático Jean d’Alembert, el científico Louis de Jaucourt o el autor más prolífico de la literatura francesa, Voltaire, sufrirían lo indecible para llevar a término su objetivo: veintisiete tomos con setenta y dos mil artículos firmados por los mayores expertos en infinidad de temas en París e innumerables publicaciones en el resto de Europa. El legado material e intelectual está ahí, y su importancia es indudable, pero Pagden iba más allá.
Este hispanista británico exploró lo que entendemos por «proyecto ilustrado» y sostuvo que la clave estribó en atribuir el conocimiento al sentimiento, es decir, a la empatía, configurando una ciencia humana que sustituyera a la teología y complementase a las ciencias naturales: «Fue la concepción de una “humanidad” culturalmente diversa pero racialmente homogénea lo que hizo posible la evolución del ideal “cosmopolita” moderno». Un factor, decía el autor, que es esencial para entender el mundo
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos