En el vientre de la ballena. Ensayo sobre la cultura de Diego Moldes da prueba de su aptitud para transitar aspectos del humanismo cultural y literario con un agudo y lúcido sentido interdisciplinario. La ballena se transforma-como en la narración bíblica-en una metáfora que, nacida de la inspiración de George Steiner, va contabilizando distintos aspectos y aproximaciones sobre la significación de la cultura, sus avatares, sus distintos senderos, sus multiplicadas posibilidades y sus definiciones (que el autor busca en variados pensadores, creo que hasta 38 son los citados) de una ambiciosa polifonía, la búsqueda de una definición lo más apropiada posible de ese fenómeno plurisemántico que a todos nos incluye. Diego Moldes vuelve a incursionar, con su singular mirada y su sed del otro, en ese mundo que nos contiene y nos revela.
Su incondicional amor a la cultura nos ha regalado un libro excepcional. De su atareado brillo de ser inquisidor en trañable de las distintas vertientes de la cultura, es el fuego justamente el que le impulsa a hacer y combinar la inte ligencia y el arrojo, la inquietud creado ra y las agallas, con el hambre de saber, tanto de él como en realidad de todos nosotros. Su generosidad se muestra justamente en la cantidad de consulta dos y la sabiduría con que los matiza. Sabemos que el ser humano se distingue justamente por ser un sujeto que crea cultura no sólo como cosa de libros (que lo es), como expresión del conocimien to humano (que lo es), sino por todo aquello de creativo que está ligado a la existencia, al hecho de inventarse la vida cada día. Como dice la psicoanalista vas ca : la cultura es también calentarse la vida con nuestros sueños. Diría yo: la capacidad de crear vida de la nada. Se trata de insuflar vida y, perdó nenme el símil, como lo hizo con su muñeca inverosímil, Frankestein con su siniestra y entrañable quimera de hacer un ser vivo de fragmentos de seres muertos, con aquella advertencia del hombre solitario: la cultura es lo que queda cuando lo hemos olvidado todo. La cultura es, pues, el fuego que calienta la existencia.