Nació en 1944 en la localidad zamorana de Malillos de Sayago, que a día de hoy cuenta con apenas 50 habitantes. Con el tiempo Teresa de Pedro se trasladaría a Madrid a estudiar Ciencias Físicas en la Universidad Complutense de Madrid. «Elegí esta carrera porque podía entenderla razonando, más que memorizando». Y desde los años 70 hasta su jubilación en 2014, fue una pionera en terrenos prácticamente inexplorados por entonces: desde el coche autónomo hasta la inteligencia artificial, cuando apenas nadie sabía lo que representaban estas palabras. A finales del 2022 recibió el Premio Julio Peláez a Mujeres Pioneras de las Ciencias Físicas, Químicas y Matemáticas que otorga la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.
Enhorabuena por este premio. Le va como anillo al dedo. ¡Ha sido una grata sorpresa! En cuanto a lo de que soy pionera… Seguramente sí, pero no es tanto mérito mío como de las circunstancias del país y de la ciencia. En ese momento pocas mujeres accedíamos a la universidad y menos las que estudiamos una carrera científica.
¿No es demasiada modestia? No, no. Si miro retrospectivamente, lo que hice —o hicimos, porque yo siempre he formado parte de un grupo de investigación— sí, la verdad es que tiene ciertos méritos.
«Siempre tuvimos vocación de hacer investigación aplicada»
En los años 70 ya trabajaba en inteligencia artificial. Efectivamente. Cuando empezamos a hacer ciertas cosas, alguien dijo: «Oye, si esto es inteligencia