El principal legado de la Grecia clásica fue que articuló o sistematizó la realidad. Estableció divisiones racionales en el caos que nos rodea y luego las consideró en sí mismas por separado. Ordenó el universo tal como lo seguimos entendiendo. Y eso representa mucho más incluso que la suma de todas sus aportaciones: constituye el esqueleto de nuestra civilización, su esencia.
DEMOCRACIA Y TIRANÍA
Los problemas ya existían antes de que ellos les pusieran nombre. Al margen de la subsistencia, estaban los derivados del espinoso asunto de la convivencia. Los abordaron organizándose a partir de unidades territoriales nucleadas en torno a aglomeraciones urbanas (polis) que se declaraban colectividades independientes, soberanas sobre sus propios ciudadanos y regidas por las leyes que estos convenían en darse autónoma y libremente. El conjunto de las actividades propias de la polis dio en llamarse política, mientras que ese modo concreto de llevarlas a cabo, o sea, el gobierno del pueblo, se llamó democracia. Pero la suya era una democracia directa, sin representantes. Todos los ciudadanos varones y libres estaban convocados para la toma de decisiones en común, sin intermediarios. Desde luego, en aquellas asambleas no faltaban profesionales del debate que empleaban las armas de la retórica y la dialéctica (otros dos inventos griegos) para