Entregada a ti
Por Gina Wilkins
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Molly Walker se había propuesto que Kyle volviera al rancho para asistir a una celebración y no iba a parar hasta conseguirlo. Herido y cansado, lo último que necesitaba Kyle en aquel momento era recordar el pasado… y menos aún que aquella bella pelirroja le obligara a hacerlo. Kyle sabía que él no era el hombre que Molly recordaba y que no podría darle lo que ella merecía: amor, una familia y un hogar. Lo que no imaginaba era que aquella mujer no se rendía fácilmente, así que tal vez no le quedara otro remedio que dejarse arrastrar por al amor y la pasión...
Gina Wilkins
Author of more than 100 novels, Gina Wilkins loves exploring complex interpersonal relationships and the universal search for "a safe place to call home." Her books have appeared on numerous bestseller lists, and she was a nominee for a lifetime achievement award from Romantic Times magazine. A lifelong resident of Arkansas, she credits her writing career to a nagging imagination, a book-loving mother, an encouraging husband and three "extraordinary" offspring.
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Entregada a ti - Gina Wilkins
Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2006 Gina Wilkins
© 2017 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Entregada a ti, n.º 1662- noviembre 2017
Título original: The Road to Reunion
Publicada originalmente por Silhouette® Books.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, Julia y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.
® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.
Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.
I.S.B.N.: 978-84-9170-516-1
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Portadilla
Créditos
Índice
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Si te ha gustado este libro…
Prólogo
CON ocasión del 25º aniversario de boda de Jared y Cassie Walker, recibe una cordial invitación a la mayor fiesta de Texas.
Después de décadas de aportar su cariño y su dedicación a sus amigos y su familia, queremos honrar a esta pareja, que bien se lo merece. Así que anímate y ven a celebrarlo al rancho Walker el sábado 15 de octubre.
Se ruega confirmar asistencia a Molly o Shane Walker.
—Molly, date por vencida. Kyle no va a venir.
Molly Walker se cruzó de brazos y miró a su medio hermano.
—Quiero intentar una vez más convencerlo para que venga.
Shane se enjugó el sudor de la frente con un pañuelo. Era finales de septiembre pero seguía haciendo mucho calor en Texas y además él había estado trabajando todo el día en el rancho familiar. Estaba deseando terminar de recoger las herramientas para cenar con su esposa, Kelly, y sus dos hijas, pero escuchó pacientemente a su hermana pequeña.
—Le has mandado dos emisarios desde que localizaste dónde vivía, allá por julio. Los dos regresaron con un mensaje muy claro de que quiere estar solo. Sé que captar indirectas no es uno de tus puntos fuertes, Molly, pero estoy seguro de que en este caso hasta tú entiendes el mensaje.
—No estoy segura de que él haya comprendido lo que estoy intentando hacer por mamá y papá. Reunir a todos los chicos a los han acogido será una buena sorpresa para sus bodas de plata. Algunos no podrán acudir, pero hemos conseguido a casi todos. Si Kyle también estuviera sería una fiesta casi perfecta.
—No si él no quiere estar aquí.
—¿Y por qué no iba a querer? Sé que lo hirieron cuando estuvo al otro lado del Atlántico, pero mis informes me dicen que está prácticamente recuperado del todo, así que eso no debería de ser un problema. Tenía una relación muy estrecha con mamá y papá, sobre todo con mamá. Lo querían mucho, incluso fueron a su graduación del instituto. Kyle era un miembro de la familia.
—No, cariño. Él sólo vivió con nosotros durante algo más de un año cuando era un niño. Las cosas cambian. Kyle ha cambiado. Quizá fue el hecho de ir a la guerra, o simplemente el paso del tiempo, pero dejó de telefonear, de responder a las cartas, de esforzarse por mantener el contacto. Mamá se disgustó mucho, pero sabía que debía dejarlo marchar. Igual que deberías hacer tú ahora.
Molly se contuvo de hacer un mohín como una niña pequeña. Iba a cumplir veinticuatro años al mes siguiente y no era propio de esa edad hacer mohines.
—Simplemente no puedo creer que Kyle no quiera volver a vernos. Sólo quiero pedírselo una vez más. Él te admiraba, Shane. Quizá si tú…
—Yo no puedo desplazarme a Tennessee para intentar convencer a Kyle en estos momentos —respondió su hermano suavemente pero con firmeza—. Papá y Cassie se marchan el viernes al crucero y estarán fuera tres semanas. Mientras, yo tengo que ocuparme del rancho.
Molly suspiró y asintió de mala gana. Les había costado mucho lograr que Jared aceptara tomarse unas vacaciones y lo había hecho sólo porque Shane se quedaría al mando del rancho ese tiempo. Ella deseó poder contentarse con la cantidad de gente que había podido reunir para la fiesta de sus padres, pero no lograba superar la sensación de que faltaba algo. Y era algo de lo que iba a tener que ocuparse personalmente. Aunque eso no iba a decírselo a su sobreprotector hermano mayor.
Capítulo 1
DIECISIETE… ay… dieciocho… ¡maldición!
Las pesas golpearon el suelo de cemento cuando Kyle Reeves dejó caer las piernas. Había aumentado la resistencia ese día y el dolor era demasiado intenso para continuar. Estaba de muy mal humor, aunque eso no era nada nuevo. Llevaba en ese estado de ánimo los últimos ocho meses, tres semanas y cuatro días.
Un trueno hizo temblar las ventanas y comenzó a llover, no con fuerza pero sí con una constante cortina de agua. Las tormentas siempre eran dramáticas en las montañas. A él no le gustaban.
Se levantó del banco de pesas y se dirigió cojeando al pasillo. Su cabaña en las montañas de Tennessee no era muy grande: tenía dos habitaciones, una de las cuales empleaba como gimnasio, un cuarto de baño, un pequeño salón y una cocina—comedor. Apenas tenía muebles y la decoración era espartana, sin ningún tipo de lujos, salvo un enorme televisor.
El lugar necesitaba algunas reparaciones, pero al menos el tejado no tenía goteras y las vistas eran espectaculares. Y lo más importante para Kyle: no tenía vecinos en muchos kilómetros a la redonda.
Kyle llegó a la cocina y se tomó dos analgésicos con un poco de agua. Luego se pasó la mano por el pelo y se contempló en la puerta de la nevera: lo tenía desaliñado, una barba de cuatro días que no lograba ocultar la cicatriz de su mejilla, una camiseta gris bañada en sudor y unos pantalones negros de chándal que disimulaban su extrema delgadez. Ofrecía un aspecto lamentable pero, como no tenía a nadie alrededor, no le importaba.
Justo en ese momento alguien llamó a su puerta.
Kyle enarcó las cejas sorprendido. No esperaba compañía y dudaba de que su único amigo de verdad en la zona, Mack McDooley, se hubiera arriesgado a subir a las montañas con una tormenta que seguro iría a más.
Volvieron a llamar a la puerta. Kyle suspiró pesadamente y abrió bruscamente, sin preocuparse de mirar antes por la mirilla.
—¿Qué pasa?
Sería complicado decir quién se quedó más sorprendido en aquel momento: si su visitante a causa del abrupto saludo o Kyle al ver a la mujer que estaba frente a él.
Incluso en la tarde gris, era una joven que llamaba la atención: pelirroja, de cabello largo y abundante perlado de gotas de lluvia, con unas pestañas largas que enmarcaban unos enormes ojos verdes, una nariz perfecta salpicada de pecas y una boca carnosa y apetecible. Era de estatura media y de constitución delgada y vestía un jersey verde y unos vaqueros negros que hacían que sus piernas parecieran interminables.
¿Qué estaba haciendo una mujer como aquélla llamando a su puerta?, se preguntó Kyle.
—¿Se ha perdido?
Ella lo observó atentamente unos instantes y Kyle advirtió incómodo que no perdía detalle de su desaliñado aspecto. Pero no le importaba, se dijo. Esa mujer desaparecería de su vida en cuanto él le indicara cómo regresar a su camino.
Ella negó con la cabeza.
—No me he perdido… o al menos espero no haberlo hecho. ¿Es usted Kyle Reeves?
Kyle frunció el ceño al advertir el acento texano de ella.
—Mire, he intentado ser educado con ustedes, pero están empezando a pasarse de la raya. Dígale a Molly y a Shane que han sido muy amables al acordarse de mí, pero que no voy a asistir a su fiesta. Déjeles muy claro que no voy a cambiar de opinión… y que no quiero volver a repetir este mensaje —respondió él conteniéndose para no ser maleducado.
A pesar de lo hermosa que era aquella joven, si lo presionaba estaba dispuesto a ser rudo con ella. Sólo su cariño por la familia Walker y su deseo de no herir los sentimientos de la pequeña Molly habían logrado que no explotara, pero no sabía cuánto tiempo más podría controlarse. Estaba harto de que lo acosaran.
La joven se llevó las manos a las caderas y ladeó la cabeza mientras lo estudiaba detenidamente. A Kyle el gesto le resultó vagamente familiar. Pero antes de que pudiera decir nada, habló ella:
—¿Le importa si entro un momento? No esperaba que fuera a hacer tanto frío…
Un relámpago iluminó el cielo fantasmagóricamente y luego todo volvió a quedar en sombras.
—Sólo quiero que me dedique cinco minutos —insistió ella—. Estoy segura de que puede permitírselo, señor Reeves.
Kyle no tenía el corazón tan duro como quería aparentar: advirtió un ligero temblor en la voz de ella, no sabía si por nervios o por frío, que lo conmovió. Maldiciéndose a sí mismo por ser un tonto, se hizo a un lado.
—Tiene cinco minutos. Diga lo que tenga que decir, pero sepa que no voy a cambiar de opinión. Cuando termine su discurso, espero que se marche y que se asegure de que no se me vuelve a molestar a este respecto.
—Gracias.
Kyle advirtió que ella captaba todos los detalles de su salón, espartano salvo por el televisor. Seguramente el lugar le resultaría muy básico y primitivo a esa joven, y mejor así, ella no querría quedarse más tiempo del estrictamente necesario.
La joven se sentó en su usado sillón de cuero marrón. Consciente de que lo observaba, Kyle se esforzó por no cojear en su camino hasta su asiento.
—Deje que le ahorre trabajo —comenzó él—. Usted ha venido a invitarme a una fiesta sorpresa para Cassie y Jared Walker la semana que viene. Todos los chicos que han acogido a lo largo de estos años van a acudir. Molly y Shane están preparándolo todo y la pequeña Molly se disgustaría mucho si yo no acudo. ¿No es eso lo que iba usted a decirme?
Ella apoyó el brazo en el respaldo del sofá como si se sintiera en su propia casa.
—Lo ha resumido muy bien.
—Ya he oído el mensaje unas cuantas veces. Molly y Shane son persistentes, debo reconocerlo.
—Usted era especial para la familia y lo echan de menos. Significaría mucho para ellos que usted estuviera en la fiesta —le aseguró ella—. Claro que lo pasarán bien aunque usted no acuda, pero sería mucho mejor si participara.
—Lo siento, eso no va a ser posible.
Ella estudió su rostro unos instantes y luego suspiró suavemente.
—Entonces tiene usted razón. Será mejor que lo dejemos tranquilo.
«Por fin», pensó Kyle.
—¿Quiere transmitirle algún mensaje a la familia aparte de que lo dejen tranquilo? —preguntó ella.
Kyle se sorprendió contemplando aquella boca carnosa sin poder apartar la vista de ella. Entonces se puso alerta al recordar la atracción que había sentido nada más verla, se sacudió esa sensación e intentó no pensar en cuánto tiempo hacía que no estaba con una mujer.
—Dígales que les deseo un feliz aniversario. Y a Molly dígale que siento mucho que se haya tomado tantas molestias por mí.
Ella enarcó una ceja y sonrió ampliamente.
—¿Por qué no se lo dices tú mismo? —le preguntó ella y al ver su cara de sorpresa añadió—. ¿Tanto he cambiado?
Kyle se hundió más en su asiento y sintió que se sonrojaba. Hacía mucho tiempo que no se sentía avergonzado ni perplejo.
—¿Tú eres Molly?
—Antes me has llamado «la pequeña Molly». ¿Crees que el tiempo se detuvo cuando te marchaste del rancho hace doce años, Kyle? —le dijo ella.
—¿Qué edad tienes ahora?
A ella pareció divertirle la pregunta, más que ofenderla.
—Cumpliré veinticuatro en unas semanas.
Kyle sacudió la cabeza sin dar crédito. Las pocas veces que se había acordado de Molly, acudía a su mente la imagen de una chiquilla pecosa, sonriente e hiperactiva que acompañaba a su padre siempre que éste se lo permitía, que era muy a menudo ya que Jared no le negaba nada a su hija.
Kyle, que en aquel tiempo no tenía ninguna experiencia en tratar con niñas, se había sentido intimidado por ella. Y en ese nuevo encuentro ella lo aterrorizaba, debía admitirlo.
—Tú tienes veintinueve —murmuró ella—. Tenías casi diecisiete años cuando llegaste a nuestra casa de acogida. Estuviste allí hasta que acabaste el instituto y luego te marchaste al campamento de preparación para entrar en los Marines. A mí me entristeció mucho tu partida, siempre se me partía el corazón cada vez que uno de los chicos de acogida nos dejaba. Justo antes de que llegaras tú se marchó Daniel Castillo, ¿te acuerdas de él? Pues ahora vuelve a ser parte de la familia, se ha casado hace poco con mi prima BJ; hacen una pareja fantástica.
Kyle frunció el ceño. ¿Qué demonios estaba haciendo él sentado con Molly