Amor indeciso
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En el hospital, Nick tenía fama de conquistador; pero en realidad él solo intentaba recuperarse de un fracaso matrimonial. A pesar de que era obvio que Nick y Phoebe estaban enamorados el uno del otro, parecía que solo una cuestión de vida o muerte podría conseguir que se dieran cuenta de que lo que había entre ellos era algo demasiado precioso como para dejarlo escapar.
Meredith Webber
Previously a teacher, pig farmer, and builder (among other things), Meredith Webber turned to writing medical romances when she decided she needed a new challenge. Once committed to giving it a “real” go she joined writers’ groups, attended conferences and read every book on writing she could find. Teaching a romance writing course helped her to analyze what she does, and she believes it has made her a better writer. Readers can email Meredith at: mem@onthenet.com.au
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Amor indeciso - Meredith Webber
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47
Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2001 Meredith Webber
© 2019 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Amor indeciso, n.º 1689 - diciembre 2019
Título original: A Very Precious Gift
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, Jazmín y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.
® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.
Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.
Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.
I.S.B.N.:978-84-1328-652-5
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Créditos
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Epílogo
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Capítulo 1
SE ACABÓ. No quiero saber nada más de él. ¿Cree que soy idiota? ¡La primera vez que tenemos lo que podría llamarse una cita de verdad y la cancela!
Phoebe salió de la consulta de Charles Marlowe sin mirar y se chocó con su colega.
Nick David tuvo que sonreír al ver la expresión furiosa de la joven.
–Ah, por fin. Estaba deseando que te mostraras como eres en realidad.
Phoebe apretó los puños, como haciendo un esfuerzo para no darle una bofetada.
–¿Qué quieres decir con eso?
Nick soltó una risita.
–Tanto «claro que sí, Charles», como «por supuesto, Charles». Conmigo nunca has sido tan amable. Todo lo contrario, me dices cosas horribles. Aunque, en realidad, tu jefe soy yo, no Charles.
–Yo no te digo cosas… –empezó a decir Phoebe, pero no terminó la frase–. Solo cuando esa pobre secretaria temporal que estaba loca por ti sufrió un desmayo a causa de tus ladridos.
Después de soltarlo, se dirigió a la pequeña habitación en la que estaba la cafetera. Nick la siguió dispuesto a discutir, pero cuando ella le ofreció una taza, decidió llevar el asunto en otra dirección.
–Si tanto éxito tengo con las mujeres, ¿cómo es que estás loca por Charles y no por mí?
Phoebe siguió preparando el café, sin mirarlo.
–Me inmunicé contra los hombres como tú hace mucho tiempo. Y no estoy loca por Charles. Cuando llegué al hospital, el pobre estaba pasando un mal momento y me dio pena. Después, me atrajeron sus buenas cualidades.
La risotada incrédula de Nick hizo que ella se diera la vuelta, indignada.
–Perdona, no quería reírme.
–Además, ya da igual –dijo Phoebe entonces, moviendo la cucharilla como si fuera un arma–. Se acabó, ya no hay nada que hacer. Le he dicho que pienso salir con el primer hombre que me lo pida.
–Ese sí que es un reto, doctora Moreton –sonrió Nick, pensando que quizá debería enfurecerse más a menudo. Furiosa estaba mucho más guapa.
–¿Qué quieres decir?
–Que yo soy un hombre ¿Quieres salir conmigo?
Un temblor, que podría haber sido un presentimiento, recorrió el cuerpo de Phoebe.
O quizá había pillado la gripe.
–No seas bobo. No lo he dicho literalmente. Hasta ahora no he querido salir con nadie más porque pensé que había algo entre Charles y yo.
De repente, se sintió triste. Estaba segura de que había algo entre ellos. O que lo habría habido algún día.
Sabía que él era un hombre dedicado por completo a su trabajo, lo cual no le dejaba mucho tiempo para hacer vida social, pero Charles era exactamente el tipo de hombre con el que siempre había soñado casarse.
Serio, profesional, nada autoritario…
¿Todo lo que no era su padre?
No quería contestarse a esa pregunta, pero no hacía falta ser psicólogo para saber por qué se sentía atraída por un hombre como Charles Marlowe.
–Oye, que no pasa nada –dijo Nick entonces, levantando su barbilla con un dedo.
Phoebe miró sus ojos; azules, pero no azul cielo como los de Charles, sino de un azul zafiro con puntitos verdes. Ojos impenetrables.
Especialmente en aquel momento.
«Eres inmune a hombres como Nick», se recordó ella. Y entonces se dio cuenta de que no lo estaba escuchando.
–¿Qué has dicho?
–He dicho que quizá no es mala idea. Quizá lo que necesita es verte con otro hombre. No se da cuenta de que está siendo injusto contigo, pero si ve que lo pasas bien con otro, despertará de una vez.
–¿Darle celos? –murmuró Phoebe, arrugando el ceño–. Pero Charles no es un hombre celoso, todo lo contrario. Uno de los problemas de nuestra relación… si esto puede llamarse relación, es que él siempre está preocupado por lo que hace su ex mujer.
Nick miró al techo, incrédulo. ¿De verdad se creía esa mentira? Pero no quería ser él quien la desilusionara. Si de verdad estaba enamorada de Charles, señalar sus defectos sería contraproducente.
–Podrías intentarlo. Es mejor que quedarse llorando en casa.
–Tienes razón –sonrió Phoebe. Por un momento parecía casi contenta, pero después dejó escapar un suspiro–. No funcionará. Charles está siempre trabajando o en casa escribiendo artículos… o ayudando a Anne con sus problemas. Nuestra vida social ha consistido en un par de comidas, alguna salida al cine y alguna tarde en el laboratorio. No se daría ni cuenta de que estoy saliendo con otros hombres a menos que vinieran a buscarme a la puerta del hospital cargados con ramos de flores.
–Yo no creo que esa sea buena idea –sonrió Nick.
Pero era una sonrisa falsa. No le hacía gracia ver cómo la trataba Charles, pero tampoco quería verla con un montón de desconocidos. Aunque no era nada personal, por supuesto. Phoebe estaba haciendo su residencia en la unidad que él dirigía y se sentía en cierto modo responsable por ella.
–Además, yo creo que la respuesta la tienes aquí mismo. Has dicho que saldrías con el primer hombre que te lo pidiera y yo te lo he pedido.
–¿Contigo?
–Soy un hombre, ¿no? –sonrió él, divertido e irritado a la vez.
–Pero tú solo sales con rubias. Charles sabría enseguida que es una treta.
El comentario lo indignó. Durante los últimos meses, alguna vez había estado a punto de decirle la verdad sobre Charles: que era un hombre incapaz de cortar los lazos con su ex esposa, por muy guapas e inteligentes que fueran otras mujeres interesadas por él.
Jessica, por ejemplo.
Pero no era el momento de decírselo. Ni de mencionar a Jess.
–De vez en cuando salgo con una pelirroja. Y también he salido con alguna morena.
Phoebe hizo un gesto de incredulidad.
–¿Y qué pasa con Olivia… digo Ophelia? ¿No era tu chica del mes? ¿Qué piensas decirle?
–Juliet –la corrigió Nick–. Por lo visto, le gustan más los abogados que los médicos. Está saliendo con otro.
–¿Te ha dejado ella o la has dejado tú?
–No me acuerdo –contestó él, mirando el reloj–. Por cierto, Charles está a punto de salir de su consulta. ¿No deberíamos hacer algo en lugar de discutir?
Después de decirlo, la tomó del brazo para sacarla al pasillo.
Phoebe estaba acostumbrada a tomarle el pelo con lo de sus novias, pero usar a Nick para darle celos a Charles… Quizá estaba metiéndose en terreno peligroso.
–¿Qué vamos a hacer? –preguntó, sorprendida, cuando Nick la colocó contra la pared.
–Has dicho que saldrías con el primer hombre que te lo pidiera –murmuró él, con un brillo burlón en los ojos–. Y en cuanto Charles aparezca en el pasillo…
Phoebe apenas había asimilado esa información cuando la puerta de la consulta empezó a abrirse.
Y antes de que pudiera protestar, Nick inclinó la cabeza y los labios con los que había soñado tantas veces… porque eran unos labios perfectos, no porque