Gramática del Lacandón
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Gramática del Lacandón - Roberto D. Bruce S.
INTRODUCCIÓN
0.0 Notas preliminares. Dentro de la clasificación general de las lenguas mayanses, la lengua lacandona forma parte del subgrupo yucateco-lacandón. Este grupo está formado por el yucateco, lacandón, mopán e itzá. Generalmente se clasifica al lacandón como pariente muy cercano, o hasta como un simple dialecto del maya de Yucatán, pues las dos lenguas son mutuamente inteligibles; también son notables la semejanza y comprensión mutua entre el lacandón y el itzá. Aunque actualmente casi todos los hombres lacandones (y en menor grado las mujeres) son bilingües (algunos de los hombres son trilingües, pues hablan lacandón, español y tzeltal), en los primeros contactos entre los lacandones y los chicleros, la comunicación se hizo por medio de hablantes del maya de Yucatán, siendo precisamente de éstos de quienes los lacandones adquirieron sus primeros conocimientos del español. El autor se ha hecho entender perfectamente bien hablando lacandón en Yucatán y Quintana Roo.
Las divergencias que existen entre el lacandón y el maya yucateco consisten en diferencias menores de pronunciación (como la r lacandona que es tal vez el alófono más común de l pero cuya distribución es muy limitada en el yucateco, y la vocal ә del lacandón, que generalmente corresponde a una a corta, o a i u o átona en formas cognadas con el yucateco). También hay algunas diferencias léxicas como, por ejemplo, el número notablemente reducido de préstamos del español en lacandón.
En general, las diferencias entre el lacandón y el yucateco o el itzá no son mucho mayores que las diferencias entre el habla de los diversos grupos de los lacandones mismos (Petjá, San Quintín, el valle del Lacanjá y Piedras Negras).
Desde el punto de vista de la Lexico estadística, el grado de diferenciación (o mejor dicho, de semejanza) implica un solo punto de separación para el mopán, el itzá, el yucateco y los diversos grupos de lacandones, o más correctamente, son demasiado cercanos para ser estudiados por este método. Podemos considerar la Lexicoestadística como un telescopio, mientras que lo que necesitamos en este caso es un lente de aumento.
Los Siglos Mínimos de la Lexicoestadística son la expresión de un concepto valiosísimo para la lingüística histórica, pues son la unidad científica de medida de semejanzas y diferencias lingüísticas, por lo que antes no existió más que la intuición (o el capricho) de cada autor. Pero como nos advierte la Lexicoestadística, nunca puede esperarse que se ésta nos dé el año, el mes y el día en que los jefes se reunieron y arbitrariamente decidieron separarse en varios grupos independientes.
Sin embargo, hay motivos para creer que la división del mopán, itzá, yucateco y lacandón coincide aproximadamente con el abandono de las ciudades de lo que Morley llamó El Viejo Imperio
de la civilización maya. En un trabajo etnológico que actualmente está preparando el autor sobre las tradiciones orales de los lacandones se hace notar, si no la unidad política, por lo menos ciertas relaciones culturales muy fuertes entre Palenque y Yaxchilán, así como la asociación de los lacandones de Petjá con Palenque, y de los del valle del Lacanjá con Yaxchilán. También debe advertirse que no es tan sólo posible, sino muy probable, que ya existieran diferencias dialectales entre los pueblos de las diversas ciudades (o mejor dicho, centros ceremoniales
) desde tiempos muy anteriores a su abandono.
0.1 Distribución actual. Los límites del área actualmente ocupada por los lacandones son aproximadamente de 16º a 17º N. y de 91° a 92° O.; osea, que colinda con Guatemala hacia el sur y el este, con la tzeltal baja al oeste, y con la zona bachajonteca al norte.
En medio de esta área (entre el grupo de San Quintín y el del valle de Lacanja) hay un rectángulo aproximadamente de 4,000 km² que se extiende desde el lago Ocotal Grande hasta la frontera de Guatemala. En un mapa exacto, esta zona quedaría casi completamente en blanco, por no haber sido explorada todavía, y lo mismo puede decirse tanto de la parte inferior del valle del Lacanjá hasta el Lacantún como de la zona Marqués de Comillas
.
En vista del gran territorio inexplorado correspondiente a los grupos conocidos de lacandones, no es posible asegurar que no existan otros grupos más. Al contrario, todos los miembros de los grupos conocidos pertenecen solamente a tres ˀonen* (los maˀaš, k'ek' en y yuk), mientras que en las tradiciones se consideran como muy importantes otros como los moˀ, ˀuuk, k'ambul, balum y halew a pesar de lo cual no se conoce a ningún lacandón que tenga por ˀonen a ninguno de estos últimos.
En su último viaje al grupo Petjá (octubre a diciembre de 1966) el autor tuvo informes de otros dos ˀonen que los informantes del Najá aseguran que existieron hace 10 años: los k'ambul, en el Río Chancalá, y los balum cerca de Santa Margarita (municipio de tenosique, Tab.) Según los informantes, éstos no se han reconocido como lacandones porque hace más de 10 años ya eran ladinos por su vestimenta y cultura material, aunque aún conservaban su lengua y tradiciones. Serán muy interesantes los estudios posteriores de estos dos nuevos ˀonen si es que aún se pueden encontrar, identificar y estudiar.
Además, en su convivencia con los lacandones del grupo de Petjá, parientes cercanos de los miembros de este grupo que se han retirado del mismo, ocultando los caminos que conducen a sus casas y que son conocidos únicamente por los parientes que guardan su secreto. Ellos son los lacandones que han juzgado que la civilización
les ha traído más males que beneficios. Es muy posible que existan más lacandones que los que se conocen, y que sencillamente no ha querido participar en la civilización
.
No se conoce la relación entre los lacandones de Chiapas y los famosos lacandones choles
del Petén de Guatemala (región que tampoco puede considerarse como completamente explorada y conocida), por lo que éstos últimos no se incluirán en este estudio.
Sin embargo, es interesante señalar la referencia de Thompson a otro grupo que habitaba al oeste y que hablabla Chol o Putum
. Entre los lacandones actuales se conoce el término Putum
en el compuesto "putun t'an" que se refiere precisamente a la lengua tzeltal. Los tzeltales, como ya se ha hecho notar, habitan precisamente al oeste de los lacandones. Es posible que sólo se trate de alguna referencia malinterpretada relativa a los tzeltales, o quizás a otro de los grupos de lacandones conocidos, pues los lacandones suelen exagerar (desde el punto de vista de la lingüística) la importancia de las pequeñas diferencias dialectales que existen entre sus mismos grupos y sub-grupos.
Considerando los tres grupos conocidos por el autor (y los informantes sobre el de Piedras Negras, que no debe constar de más de 20 miembros) hay aproximadamente 200 lacandones, incluyendo hombres, mujeres y niños. Contando las familias que se han aislado, la población no debe ascender a más de 300 individuos, a menos que existan otros grupos mayores aún desconocidos, como se ha mencionado.
0.2.0. Los grupos. Los lacandones conocidos se dividen en cuatro grupos y tres ˀonen.
0.2.1. El grupo de Piedras Negras. Este es el único de los cuatro grupos que el autor no conoce personalmente y del que sólo tiene informes a través de pláticas con el escritor y explorador Vicente Doria.
Según este autor se trata del gurpo más pequeño, de 15 a 20 personas de ˀonen desconocido. Sin embargo, Doria registró el apellido García
(Kalsiyahoˀ, variante ceremonial de maˀaš, que es el ˀonen de la mayor parte de los miembros del grupo Petjá) en el grupo de Piedras Negras, lo que sugiere la posibilidad de que éste no sea más que una extensión del mismo grupo de Petjá.
Habita cerca de las ruinas de Piedras Negras, en el lado guatemalteco del Usumacinta, y mantiene bastante contacto con la ciudad de Tenosique, Tab., por lo que parece ser el grupo que ha perdido más de sus cultura y tradición autóctonas.
0.2.2 El grupo de San Quintín. Este grupo, compuesto por miembros con el ˀonen del yuk, venado pequeño
(Mazama rufinua) fue drásticamente reducido en tiempos más o menos recientes por la fiebre amarilla y actualmente no pasa de 20 individuos. Su zona colinda con la tojolabal y tiene por centro ceremonial local unas ruinas situadas en el bajo Río Euseba, y como centro ceremonial la mayor de las ruinas de Yaxchilán.
Ahora este grupo se encuentra en las últimas etapas de desintegración cultural, pues el t'oˀohil, o sea el consejero y distribuidor de los terrenos de cultivo abandonó al grupo y se incorporó al del valle de Lacanjá.
Antiguamente este grupo estaba asociado y hasta tenía parentesco con el grupo del valle del Lacanjá, haciendo el viaje, según dicen, en dos o tres días de camino.
Recientemente este grupo fue trasladado al valle del Lacanjá por intervención de unos misioneros protestantes procedentes de Norteamérica. Aunque el autor oyó rumores entre los lacandones de que todo los nativos de San Quintín iban a regresar a este lugar, sólo ha sabido de una familia lacandona que efectivamente regresó. La presente situación en el valle del Lacanjá debe ofrecer interesantes materia le para un estudio de antropología social.
0.2.3 El Grupo del valle del Lacanjá. Este grupo, compuesto por miembros con los ˀonen del yuk, venado
y del k’ ek’ en, jabalí
, es conocido también por los nombres de Cedro
y Cedros Lacanjá
por habitar el valle del Lacanjá a la altura del estuario del Río Cedro. También es llamado a veces Grupo de Bonampak
por su proximidad a estas famosas ruinas. Fue José Pepe
Chan Bor, un miembro de este grupo, quien mostró las mundialmente famosas ruinas al explorador Herman Charles (Carlos
) Frey.
Tal vez sea este el grupo más enigmático de todos. Aunque su área no colinda con la de ningún otro grupo étnico y su contacto se ha limitado a las visitas de arqueólogos y turistas visitantes de Bonampak, su desintegración cultural visiblemente es la más completa de todos los grupos. Durante tres años de convivencia con ellos, el autor no encontró ninguna muestra de prácticas ceremoniales o religiosas, y todos los informantes, negaron rotundamente tener algún conocimiento de la religión de sus antepasados. Además sus miembros han dejado de tejer y han abandonado el uso del šikul o cotón
tradicional, y han llegado a ser peritos en pedir limosnas a los turistas. Por otra parte, los lacandones de este grupo están aparentemente convertidos al cristianismo.
Los lacandones de todos los grupos son famosos por su resistencia al cristianismo observada durante siglos. Los esfuerzos de conversión de los católicos fueron abandonados antes del tiempo de Tozzer, pero últimamente un grupo de misioneros protestantes procedentes de Norteamérica renovó estos intentos. Con el sincero deseo de ayudar a los desamparados, este grupo de misioneros puso a la disposición de los lacandones servicios valiosísimos, como son la atención médica moderna, el transporte aéreo de enfermos graves, la fácil adquisición de armas y municiones para la cacería y las herramientas indispensables para la vida en la selva. La intervención oportuna de los misioneros ha salvado muchas vidas y desde el punto de vista material ha hecho más llevadera la existencia de todos los habitantes de la región. Pero en el sentido cultural (juzgando por el ejemplo de algunos vecinos tzeltales de los lacandones que han aceptado el protestantismo) el resultado, ha sido invariablemente la desintegración cultural. Los lacandones aceptan con agradecimiento las dádivas y servicios de los misioneros, pero continúan la práctica de su propia religión.
Después de quince años de intentos de convertir a los lacandon es del grupo mayor de Petjá, el único éxito obtenido ha sido la tendencia de creer que Jesucristo podía ser el nombre castellano de algún hijo de ˀәkyanthoˀ, el dios tradicional del comercio. Después de menos de un año de intentos con el grupo de San Quintín, los misioneros reconocieron que su lucha era inútil, pero cuando volvieron a intentarlo con el grupo del valle del Lacanjá, la conversión fue aparentemente instantánea.
Tal vez lo que hace más difícil cualquier estudio sobre los lacandones del grupo de Lacanjá es su afición a jugar bromas a los demás, pues rara vez hablan en serio y no hay modo de determinar hasta qué punto son capaces de llegar. Aunque durante toda su estancia con este grupo nunca fue robada ninguna posesión del autor, casi todos los días su equipaje cambiaba de lugar, tan sólo con el fin de divertirse a su costo.
En una ocasión el autor cargó varias leguas su mochila con equipo fotográfico para tomar ciertas fotografías, pero al llegar encontró que alguien había sustituído las cámaras con piedras.
Cuando los misioneros trataron de usar a los lacandones fieles
de Lacanjá como instrumento para la conversión de los demás, y los llevaron en avión a Najá para que llevaran la palabra
a sus semejantes, la estrategia resultó contraproducente porque los lacandon es de Lacanjá, una vez fuera de la vista del misionero, gozaban de buen balché (bebida de la región) en Najá y frente a personas de su propia fé y de su propio ˀonen, ya no podían negar sus creencias ni sus dioses.
Según Chan Kin, t'oˀohil de Najá, los lacandones de Lacanjá estaban jugando no más
. También informó Chan Kin que éstos aún conservan sus templos tradicionales y las imágenes sagradas de los mismos dioses que se adoran en los otros grupos, y que los ritos y ceremonias son semejantes, con la diferencia de que no participan tantos en las ceremonias como en Petjá. Generalmente la ceremonia la hace un solo hombre, rara vez asistido por un compañero. El templo se encuentra retirado de las viviendas, unido por un camino bien escondido que dando vedado al extranjero presenciar los ritos y observar la indumentaria ceremonial (no obstante los trucos fotográficos que a este respecto se han publicado).
El t’ oˀohil de este grupo llevó al autor a unas pequeñas ruinas en que hay un dintel con una fecha inicial de 9.15.15.0.0, y en varias ocasiones le habló de un centro ceremonial con pinturas mejores que las de Bonampak
, pero para llevarlo a aquel sitio pedía una mula y un rifle automático de calibre. 22, cuyo importe debía ser pagado con anticipación. Sin embargo, el autor no disponía de los fondos necesarios además de que conocía demasiado bien su afición a las bromas, como la que jugaron a un pobre periodista alemán.
Este periodista nunca había estado en la selva, por lo que les fue fácil desorientarlo, y lo llevaron a las ruinas de Lacanjá, un centro ceremonial de dos zonas un poco separadas, que también se llamanSteven & Catherwood
( centro mayor y menor, respectivamente). El periodista las dió a conocer como "Kuná y Kukum, pero cuando regresó a Lacanjá al año siguiente se quejó de que había quedado en ridículo como
el descubridor de las ruinas de Lacanjá"; entonces le enseñaron el mismo dintel que el autor ya había colocado en posición para poderlo fotografiar y el periodista publicó después otras fotografías de dicho dintel que se encuentra a unos seis kilómetros de las ruinas de Lacanjá, en un sitio llamado ˀak’,әlčeˀ por los lacandones, indicando que también era procedente de Kuná.
Las ruinas de Kukum
quedaron en el olvido, pero se creó una lamentable confusión sobre la identificación de las ruinas de Kuná.
La confusión fue intencional, y salvó a su autor de la fama de ser el descubridor de las ruinas de Lacanjá
, casi tan conocidas como Palenque o Chichén Itzá.
Mientras tanto, los lacandones del valle del Lacanjá siguen siendo unos maestros de la broma
, que realizan con ingenio, sano humor y sin malicia aunque a las víctimas no les parezca así.
Tienen como centro ceremonial mayor a Yaxchilán, y como centros menores a Bonampak, unas ruinas río arriba denominadas Kanankax por Blom, unos dos templos cerca de la laguna Lacanjá, y probablemente muchos otros más.
0.2.4 El grupo de Petjá. Es el mayor de los cuatro grupos, y se compone de lacandones de los ˀonen: maˀaš, mono araña
y K’ek’en, jabalí
. Consta de varios subgrupos, incluyendo: Monte Líbano, Najá, Metzaboc, Itzanocú y Santo Domingo (Metzaboc
e Itzanocú
según la ortografía de Blom, pero que de acuerdo con el sistema fonémico usado en este trabajo mensәbәk e ˀi¢anohk'uh, respectivamente). La extensión del territorio ocupado por este grupo es la mayor de todas, y comprende más de la mitad de los lacandones conocido.
Varios autores han dado a este grupo el nombre etnológico de "Peljá", pero parece que se trata