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Paloma
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Libro electrónico121 páginas1 hora

Paloma

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Información de este libro electrónico

La marca en sangre con forma de una paloma es lo que le da el nombre al criminal con habilidades sobrenaturales más peligroso de la ciudad. Solamente la oficial Katrina Reyes será capaz de seguirle la pista.
Con una inteligencia superior, un pasado con conflictos sin resolver y una baja deshonrosa de la fuerza, Katrina y la unidad MAL, Más Allá de la Ley, compuesta por un grupo diverso de desadaptados sociales, se harán cargo del caso de manera poco ortodoxa.
Pero Paloma tiene planes más allá de desatar el caos con atentados, asesinatos y actos de desprecio humano... y no está solo.

IdiomaEspañol
EditorialJon Ridan
Fecha de lanzamiento29 mar 2024
ISBN9798224010967
Paloma
Autor

Jon Ridan

Siempre me interesó escribir historias, incluso desde pequeño, y leer libros como El Mundo Perdido a los 12 años ciertamente no hicieron nada para cambiar mi opinión al respecto. Convertirse en escritor en mi país, Argentina, es bastante dificil así que decidí convertirme en un realizador cinematográfico (que es aún más dificil), pero escribir siempre fue mi parte favorita de ese proceso también. En 2007, con 20 años, auto-publiqué una antología de cuentos de terror. Después me perdí en la adultez y mi trabajo sin relación alguna con la escritura. Igualmente continué escribiendo, y ahora tengo dos novelas terminadas, muchos cuentos, y actualmente estoy escribiendo mi tercer novela.

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    Paloma - Jon Ridan

    Prólogo 

    Caía. Sin saber durante cuánto tiempo, seguía cayendo... Alrededor, un mundo terminaba. Un mundo comenzaba. Las nubes difuminaban el extraño paisaje, como borrando la existencia misma. Ojos tímidos como esmeraldas observaban la escena, siempre cayendo, pero nunca alcanzando su destino. Los largos cabellos dorados se agitaban por el viento. Bajo la luz de dos soles y dos lunas, la joven seguiría cayendo... 

    ¿Pero qué había hecho para merecer eso? ¿Acaso era un castigo o una recompensa cuyo significado ya fue olvidado? Veía todo, pero no veía nada. Sabía todo, pero no sabía nada. Podía sentir todo... pero ya no le importaba. 

    Con brazos extendidos, caía de espaldas. Ya no importaba el destino, si alguna vez llegase a él. Ya no importaba, porque no tenía recuerdo alguno más allá del de caer. No tenía recuerdos, pero recordaba. Su misma existencia era una ironía que hasta ella comprendía. 

    Montañas se derrumbaban. Montañas cuya cima viera hacía años. Mares se secaban. Mares que veía sobre ella sin que una sola gota cayera. A su vez, montañas formaban sus cimientos, y mares se creaban... Era la destrucción y la creación de dos mundos distintos, pero que eran uno. Si un mundo podía ser dos, ¿podría acaso haber dos de ella en un mismo sitio? Dos que caían, que ignoraban la existencia de la otra. Una idea de otra existencia que le hiciera compañía en su nada. Estaba completamente sola, y era la única existencia que conocía... 

    ––––––––

    Un Eco solitario que desgarra el alma. Un triste Aria que derrama lágrimas de tormento. La extensión eterna de una existencia que ya a nadie le importa. 

    Observaba a la víctima ya irreconocible en el suelo. ¿Era acaso humana? Ni siquiera eso podía saber ya. La sangre cubría todo, incluso lo que aquellos dedos culpables tocaran con lujuria previamente. Tal atrocidad sin siquiera esforzarse, era más que una droga... era un elixir de placer sagrado. Esquivando restos irreconocibles de lo que antes fuera una vida, la luz artificial de la avenida aguardaba fuera del oscuro callejón. Los gemidos de placer y dolor aún resonaban en el pasado... 

    Hechos/Comienzo 

    Ella abrió sus ojos sólo para cerrarlos nuevamente. La luz del sol entraba por la ventana, y le molestaba. Se dio vuelta y quiso seguir durmiendo debajo de las sábanas blancas. Esas sábanas eran lo único que cubría su desnudo y suave cuerpo. Luego de dar algunas vueltas en la cama, se detuvo. Abrió sus ojos marrones y observó el techo. Ojos puros, sin temor, sin maldad. 

    Otro día..., pensó. Su mirada serena se convirtió en una de odio sin paso intermedio. 

    Se puso de pie y rápidamente se vistió con la ropa que estaba tirada sobre la mesa de luz. Sobre su remera blanca y pantalón verde oscuro se colocó un sobretodo marrón claro. El cuello del mismo atrapaba su largo cabello castaño sin que a ella le importara. Con prisa, sus zapatillas grises se dirigieron a la puerta, para luego dar media vuelta y detenerse. 

    Habrían sido cinco pasos de la cama a la puerta, pero ella se detuvo en el cuarto. Observó con ojos vacíos la gran ventana frente a ella y la cama en el centro. Todo el departamento era un único y gran ambiente. 

    - Adiós... -dijo, y abrió la puerta. 

    Del otro lado estaba el largo pasillo del edificio y la puerta del elevador con un cartel que decía En reparación

    Si las cosas hubieran sido diferentes, ese Adiós no habría sido vacío. Un saludo que debió ser respondido un 23 de mayo, tres años antes. Con esa única palabra, Katrina Reyes salió del edificio por última vez en su vida... 

    ––––––––

    Huía. No por necesidad, no por temor, sino por diversión. Huía. No dejaba de huir. Cada crimen cometido era un nuevo nivel de éxtasis que experimentaba. ¿Por qué era el único que lo disfrutaba? ¿Por qué eran considerados crímenes si se sentían tan bien? Esa, era la existencia que seguía. No era la existencia de una persona, sino la de un monstruo. Un monstruo hambriento de placer... ese placer llamado Vida. 

    ––––––––

    La estación de trenes estaba en ruinas. Las negociaciones habían fallado y Paloma detonó la bomba. Eso era lo que la gente decía, sin creer en la policía. Para ellos, los uniformados no eran más que un número en sus impuestos. La gente rodeaba la línea de seguridad que había colocado la policía, pero de todas maneras los insultaban, les arrojaban botellas y piedras. 

    Detrás de los escudos, los oficiales protegían a un hombre. Era el jefe de policía en persona. Pensar que un único criminal logró que saliera de su oficina para intervenir personalmente... Pero era todo parte de su plan. Él no pretendía negociar, él pretendía hacer explotar la estación, y asesinar a los casi mil rehenes. Paloma quería manchar el nombre de la policía. Claro que sólo ella creía eso. Katrina observaba las imágenes en el noticiero mientras desayunaba en la cafetería. 

    - ¡Denles con todo! –exclamaban algunos. 

    Katrina ya no sabía si los gritos venían del televisor o de las personas sentadas a su alrededor. 

    - ¡No sirven para nada! 

    - ¡Por su culpa murió mi hijo! 

    - ¡Hay que matarlos! 

    - ¡¿Qué hicieron para proteger a mi esposa?! 

    Katrina ya había vivido una situación similar. Hacía cuatro años, durante una toma de rehenes en una casa a pocas cuadras. Se vio a sí misma caminando entre las ahora derruidas paredes. El lugar abandonado. Cuadros aún colgaban de las paredes, arruinados por la humedad y la lluvia que entraba por el techo agujereado. Ella había estado en ese caso. Era una simple suboficial en ese entonces, pero había logrado salvar a esa familia. ¿Qué estarían haciendo ahora con sus vidas? No es que a ella le importara realmente, pero se lo preguntó. 

    Ese fue el único caso que logró resolver. Los secuestradores eran muy inteligentes y tenían todo planeado, y por eso ella logró atraparlos. Fue la única vez que sus superiores le permitieron tomar control de la situación, y lo logró. El problema era que excepto esa vez, siempre se equivocó. Pensaba de más en los hechos y las prevenciones que tomaba le salían al revés. Fue dada de baja deshonrosamente un año después. En su tercero y último caso provocó la muerte de más de diez personas, cuando luego de que capturara a un francotirador, este resultara que trabajaba en equipo con otros dos que desde posiciones aún no descubiertas comenzaron a disparar. Les llevó más de tres meses capturarlos. La gente no estaba contenta y exigía seguridad. La policía perdió credibilidad. 

    Pero esa familia que salvó siempre le reconfortaba el corazón. Se habían mudado al día siguiente de la tragedia, y la casa jamás fue comprada o alquilada. Se convirtió en otra historia más para la gente. 

    Paloma era para ella como esos secuestradores. Sin siquiera esforzarse, estaba siguiéndole los pasos, pero aún no podía descifrar un patrón... algo que le permitiera saber dónde atacaría nuevamente. No era su culpa, por supuesto, el no poder entenderlo bien aún. Paloma era ya responsable de múltiples crímenes, todos ellos distintos. Era sin duda un asesino, pero siempre cambiaba sus acciones. Había secuestrado a un diputado ni más ni menos, sólo para ser encontrado muerto flotando en un río. Había violado a más de cinco mujeres, y siempre las mataba de manera distinta. Decapitaciones, disparos en el pecho, en el abdomen, en la cabeza... en una ocasión cortó las muñecas de su víctima y la violó mientras esta se desangraba hasta la muerte. No había patrón en sus víctimas. Simplemente, si estaban vivos, morían. 

    Katrina seguía caminando por esa casa dentro de su mente. Subía las escaleras, visitaba las habitaciones... Paloma no se fijaba en clase social o influencia pública. Era evidente para ella que no estaba enviando un mensaje, ni dejando fluir sus frustraciones sociales. Paloma era un enigma, pero sólo atacaba de noche. Su nombre fue inventado por la prensa debido a que, por alguna razón aún no descubierta, la sangre de sus víctimas formaba un charco con la silueta de un ave en pleno vuelo. En ocasiones, las manchas eran descubiertas en las paredes o incluso el techo. Paloma era un asesino que desafiaba la lógica de todo el departamento de policía. 

    Ella siguió caminando y salió de

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