Los Libros Selectos

DEDICATORIA

Quiero comenzar esta dedicación expresando mi profundo agradecimiento a Dios, cuya inspiración y guía han hecho posible la creación de este libro.

A todos ustedes, queridos amigos lectores, les dedico estas palabras con sincero aprecio. Su interés y apoyo son el motor que da vida a estas páginas. Sin su curiosidad y entusiasmo, este libro no sería más que un conjunto de palabras en papel.

Este libro también está dedicado a todos aquellos que sueñan con escribir sus propias historias. Al igual que ustedes, nunca imaginé que alguien leería una historia que yo creara. Sin embargo, gracias al aliento y las opiniones alentadoras de personas como ustedes, encontré la fuerza para desarrollarla y compartirla con el mundo. Hoy, mientras lees estas palabras, quiero recordarte que ningún sueño es demasiado grande ni imposible de alcanzar. ¡Tú también puedes lograr lo que te propongas!

Que este libro sea una fuente de inspiración y motivación para todos aquellos que se atreven a soñar y a crear.

¡Gracias por acompañarme en este viaje!

INTRODUCCIÓN

Vivimos en un tiempo marcado por el caos, donde cada día presenta nuevos desafíos y adversidades. Pero ¿qué sucedería si este caos se intensificara aún más? Esta es la pregunta que guía nuestra historia, una narrativa que nos transporta desde los primeros días del brote de COVID-19 en 2020 hasta una era futurista, donde todo gira en torno a un acontecimiento crucial que inicia nuestra travesía.

Nuestro protagonista, Alexander Casio, proviene de una ilustre familia de científicos cuyos aportes han sido fundamentales para la humanidad, contribuyendo a la construcción de un mundo donde la paz es el pilar central.

Sin embargo, factores como la pandemia del COVID-19 que azotó nuestra realidad, el inminente terremoto en California, y la amenaza constante de una poderosa llamarada solar, entre otras ideas futuristas, han moldeado el curso de nuestra historia. En este escenario, Alexander Casio y su familia se ven obligados a enfrentarse a desafíos inimaginables, demostrando una vez más su capacidad para sobreponerse a la adversidad.

Cada miembro de la familia Casio ha entregado su máximo esfuerzo en su labor, contribuyendo al bienestar del mundo incluso en medio de las limitaciones impuestas por cada capítulo de esta historia.

CAPÍTULO 1

EL DESASTRE

¡H ola! Me llamo Alexander Casio, pero todos me llaman Casio. Tengo 38 años y resido en Son, un país que emergió tras la catástrofe que sacudió al mundo hace 150 años, en lo que antes era el océano Atlántico. En aquellos tiempos, el mundo era un caos constante, marcado por protestas, desastres naturales, desigualdades y pobreza.

El año 2020, en particular, dejó una huella imborrable en la historia de la humanidad. Mi abuelo solía contarme historias sobre ese fatídico año, cuando una pandemia llamada COVID-19 paralizó al mundo entero.

Recuerdo que relataba cómo la gente tenía que usar mascarillas todo el tiempo, cómo las fiestas y la vida social se detuvieron de golpe, y cómo los hospitales estaban desbordados de pacientes enfermos. Fue un año difícil para todos.

Pero lo peor aún estaba por venir. En agosto, un incidente en una base militar estadounidense desató el caos. Un soldado, accidentalmente, activó un misil nuclear con trayectoria hacia Rusia, desencadenando una crisis internacional sin precedentes.

Los noticieros de todo el mundo seguían el desarrollo de esta situación con atención, mientras se especulaba sobre las posibles intenciones detrás del lanzamiento del misil. Mientras tanto, en Rusia, se preparaban para responder con un misil propio.

Un físico inglés advirtió sobre las consecuencias catastróficas de un choque nuclear, pero sus advertencias llegaron demasiado tarde. A medida que los misiles se acercaban peligrosamente, el mundo entero se preparaba para lo peor.

Finalmente, los misiles colisionaron en el océano Atlántico, generando una explosión de proporciones apocalípticas. La onda expansiva viajó a una velocidad vertiginosa, dividiendo la tormenta en dos y dejando una cicatriz profunda en la corteza terrestre.

Los días posteriores al desastre estuvieron marcados por el caos y la incertidumbre. Rusia y Estados Unidos cerraron fronteras comerciales, mientras que la pandemia del COVID-19 seguía cobrando vidas en todo el mundo. En medio de este contexto, personas como mi abuelo se convirtieron en testigos directos de la lucha por la supervivencia y la reconstrucción. La solidaridad y el ingenio humano se convirtieron en recursos vitales para enfrentar las dificultades, mientras que la sombra del desastre continuaba proyectándose sobre la Tierra.

Pero lo peor estaba por venir. Los satélites comenzaron a registrar cómo la Tierra se separaba en dos mitades, amenazando con una separación total. La única solución fue construir un artefacto para enviar impulsos electromagnéticos al núcleo terrestre, estabilizando así la situación. Aunque la Tierra aún permanece unida gracias a estos esfuerzos, el recuerdo del desastre y sus consecuencias perdura hasta el día de hoy, 150 años después.

CAPÍTULO 2

DESPUES DE LA CATASTROFE

La catástrofe dividió casi por completo el planeta en dos mitades: una compuesta por América, Europa y África occidentales, y la otra por Europa y África oriental, Oceanía y Asia.

En el año siguiente a los estragos provocados por la explosión, la pandemia del coronavirus comenzó a desaparecer gradualmente gracias a una vacuna efectiva desarrollada por Inglaterra. Esta vacuna, basada en un compuesto similar al de un antiguo coronavirus del siglo XXI, utilizaba nano partículas para neutralizar el virus y sanar a los infectados.

Mientras tanto, los gobiernos del mundo, en colaboración con la ONU, llevaron a cabo un juicio por los crímenes ambientales cometidos por Estados Unidos y Rusia. Este juicio, similar a los Juicios de Nuremberg después de la Segunda Guerra Mundial, resultó en la orden de neutralizar todas las armas nucleares y de destrucción masiva para evitar futuras catástrofes.

A pesar de la resistencia inicial de Estados Unidos, finalmente aceptaron los términos del juicio bajo la presión de la comunidad internacional. En medio de estos acontecimientos, los astrónomos detectaron el fragmento de la luna que había sido expulsado durante el choque nuclear.

Este fragmento, altamente radiactivo, planteaba interrogantes sobre su origen y trayectoria. Días después, meteorólogos británicos observaron una tormenta inusual que se formaba en el límite del océano Atlántico, cerca de Estados Unidos. Esta tormenta, cargada de radiación, se convirtió en un huracán devastador que amenazaba con contaminar gran parte del territorio estadounidense.

¡La humanidad enfrentaba una nueva amenaza existencial!

Mientras el mundo se preparaba para lo peor, el huracán inexplicablemente comenzó a debilitarse y, al tocar tierra, ya solo era una lluvia inofensiva. Parecía que las partículas radiactivas habían quedado suspendidas en la atmósfera, planteando una amenaza aún mayor para la humanidad.

La NASA advirtió sobre el peligro que representaba esta radiación residual, señalando que podría amenazar la supervivencia misma de la especie humana. Mi bisabuelo, que había explorado Chernobyl en los años 90, desarrolló una tela capaz de resistir la radiación de la zona. Este avance sirvió como base para la creación de trajes anti-radiación por parte de los gobiernos del mundo.

A pesar de estos esfuerzos, millones de personas murieron y la población mundial se redujo drásticamente. La sociedad enfrentaba una crisis sin precedentes, con millones de personas en situación de extrema vulnerabilidad.

Sin embargo, un descubrimiento científico ofreció un rayo de esperanza. Se descubrió que ciertos animales, expuestos a niveles extremos de radiación, permanecían ilesos. Esto llevó al desarrollo de un suero que fortalecía el sistema inmunológico humano, ofreciendo protección contra la radiación y las enfermedades.

A pesar de estos avances, la Tierra seguía experimentando cambios catastróficos. Terremotos y erupciones volcánicas sacudían el mundo, provocando la desaparición de países enteros y la aparición de nuevas tierras en los océanos. En medio de este caos, surgieron nuevas naciones, como Son, Tursia, Abelen, Ratistan, Indigo, Masía, Epson y Shertaura, que se extendieron por ambas mitades del planeta.

Son, mi país actual, surgió con una población mínima y, en menos de 100 años, se convirtió en un complejo de naciones prósperas, cada una gobernada por un sistema político innovador que combinaba elementos de democracia y monarquía, donde toda la familia de los líderes representaba al país en asuntos políticos, económicos y sociales.

CAPÍTULO 3

LA PANDEMIA REGRESA

Diez años después de que el COVID-19 fuera neutralizado gracias a la cura desarrollada por Inglaterra, la humanidad enfrentaba una nueva amenaza: el resurgimiento del virus, pero esta vez con una variante mucho más letal y contagiosa que recibió el nombre de COVID-19-30. A diferencia del brote original que surgió en China, esta vez el virus emergió de Japón y Europa, extendiéndose rápidamente por todo el mundo.

Los primeros casos se reportaron en las primeras semanas de abril de 2030 en varias ciudades de Japón y países europeos como España, Italia y Francia. La gravedad de esta nueva cepa del virus se hizo evidente rápidamente, con una capacidad de contagio y letalidad diez veces mayor que la del COVID-19 original.

A pesar de los esfuerzos por contener el brote mediante el uso de mascarillas, distanciamiento social y cuarentenas, el virus logró propagarse a nivel mundial nuevamente, afectando incluso a regiones remotas como América, que fue el último continente en ser alcanzado debido a las dificultades de acceso causadas por la inestabilidad de las rutas aéreas.

Al igual que en el brote anterior, una minoría de personas no cumplió con las medidas preventivas, lo que provocó un aumento exponencial de casos y la saturación de los sistemas de salud. Esta vez, las consecuencias fueron aún más devastadoras, con un número significativamente mayor de muertes y un aumento catastrófico de la pobreza debido a las prolongadas cuarentenas.

El descubrimiento de que esta nueva variante del virus era estructuralmente idéntica al COVID-19 original planteó interrogantes sobre su resurgimiento y su mayor virulencia. La respuesta se encontró en un inesperado hallazgo arqueológico: el virus había quedado almacenado en un vaso perteneciente a un español en una zona afectada por un huracán. Un equipo de arqueólogos, al encontrar este vaso, sin saberlo, liberó las micropartículas del virus, que se habían vuelto aún más peligrosas debido a la combinación de la radiación y la humedad del entorno. Esto desencadenó el brote de COVID-19-30 en Europa y Asia, que luego se extendió al resto del mundo a través de los viajes comerciales.

Los primeros años de la pandemia fueron especialmente mortíferos, con un alto número de víctimas y una presión creciente sobre los gobiernos para encontrar una vacuna efectiva. Sin embargo, la estructura molecular modificada del virus lo hacía resistente a los tratamientos anteriores y a la vacuna desarrollada anteriormente.

Fue solo después de cinco años de lucha que se logró desarrollar una nueva vacuna, utilizando una planta con propiedades medicinales descubierta en Cusco, Perú. Esta vacuna, combinada con una dosis más fuerte del compuesto original, finalmente logró neutralizar por completo al virus, aunque su distribución a nivel mundial llevó tiempo. Las medidas de salud pública se intensificaron, incluida la prohibición del consumo de carne animal y productos derivados en todo el mundo para evitar futuros brotes zoonóticos. Aunque estas medidas afectaron gravemente a la economía mundial, se consideraron necesarias para prevenir nuevas pandemias.

El sacrificio y la resiliencia de la humanidad finalmente prevalecieron, y las generaciones futuras no tuvieron que enfrentarse a pandemias causadas por patógenos transmitidos por animales, gracias a las lecciones aprendidas y a las medidas preventivas implementadas.

CAPÍTULO 4

EL APOGEO INDUSTRIAL

Tras una devastadora crisis sanitaria y ambiental, el mundo se transformó de manera irrevocable. En el año 2040, la industria automotriz y aeronáutica de Inglaterra unieron fuerzas para desarrollar un innovador vehículo: el primer automóvil capaz de volar. Esta máquina, una mezcla entre automóvil y helicóptero, podía transportar hasta cinco personas y estaba