Hace unos meses que estoy trabajando en mi programa de mentorías con una chica que está reinventándose profesionalmente.

Alguien que pasa los cuarenta, que tiene familia, que vive en una ciudad como Barcelona (con lo que ello implica) y que, hasta ahora, trabajaba de administrativa en una empresa convencional.

Cuando comenzamos las sesiones, me contaba que para ella lo más importante era poder teletrabajar completamente, no tener que ir a la oficina.

¿Eso es todo? - Le dije-.
Bueno, también quiero ganar más, porque mi salario es bajo y creo que puedo ganar bastante más - me contestó ella-.

Empezamos a armar un plan, entendiendo qué era lo que hacía en su día a día, cuáles eran sus skills y qué podía ofrecer a otras empresas. Su trabajo era realizable totalmente en remoto.

Recuerdo la segunda sesión, que ya estábamos encarando la estrategia, que le comenté:

Serás el caso de éxito más rápido que conozco.

En apenas un mes, habíamos conseguido trazar un plan en el que se sustentaba con clientes externos como freelance mientras renegociábamos con la empresa un puesto de trabajo 100% remoto.

A ella no le faltaban habilidades, lo que le sobraba era el miedo -como a casi todo el mundo-.

Así que empezamos a trabajar en esta dirección.

¿Qué hace falta para romper el miedo?

Seguridad.

Y en eso, por suerte, se puede trabajar.

Este lunes hubo un taller en directo en Alternatribu en el que Jessica explicaba cómo decidió cambiar su trabajo convencional y reinventarse. A pesar de tener una hija de 2 años y a pesar de arrancar en lo desconocido.

En el taller, explicó de manera clara cómo detectar cuales pueden ser tus habilidades digitales, cómo se puede uno reinventar y cambiar por completo su profesión para tener una vida más acorde a lo que queremos.

¿Sabes qué es lo que más me gustó?

Cómo explicó que, para ella, el gran cambio se produce los lunes. Cuando los ama, en lugar de odiarlos, tal y como hacía antes.

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