Eulalia Guzmán y La Imposibilidad de
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Ruiz Martnez, Apen (Carmen) Eulalia Guzmn y la imposibilidad de excavar en suelo nacional Cuicuilco, Vol. 15, Nm. 43, mayo-agosto, 2008, pp. 137-157 Escuela Nacional de Antropologa e Historia Mxico
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Cuicuilco ISSN (Versin impresa): 0185-1659 revistacuicuilco@yahoo.com Escuela Nacional de Antropologa e Historia Mxico
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Resumen: Eulalia Guzmn fue una arqueloga involucrada en mltiples espacios culturales, cientficos y polticos en Mxico. Sin embargo, la carrera de Eulalia como arqueloga, profesora y educadora fue de alguna manera cuestionada e invalidada tras el debatido hallazgo de los huesos de Cuauhtmoc en 1949. En este artculo me acerco a los acontecimientos de Ichcateopan desde una perspectiva feminista para analizar la presencia o ausencia de mujeres en la disciplina arqueolgica y especficamente para pensar sobre la relacin entre nacionalismo, gnero y arqueologa. AbstRAct: Eulalia Guzman was an archaeologist involved in multiple cultural, scientific and political spaces in Mexico. However, her career as archaeologist and teacher was somehow questioned if not invalidated after the controversial findings of Cuauhtmocs bones in 1949. In this article I revisited the Ichcateopan from a feminist perspective to explore the presence and absence of women in archaeology and specially to think about the relations between gender, nationalism and archaeology PAlAbRAs clAve: Gnero, epistemologa, prcticas cientficas, nacionalismo, Eulalia Guzmn. Key woRds: Gender, epistemology, scientific practices, nationalism, Eulalia Guzmn.
Eulalia Guzmn fue una mujer que desde 1910 hasta los 1950 estuvo involucrada en mltiples espacios culturales, cientficos y polticos de Mxico. Sin embargo, la carrera de Eulalia como arqueloga, profesora y educadora se vio de alguna manera cuestionada e invalidada despus de un controvertido hallazgo que protagoniz en 1949. Ese ao, Eulalia declar haber descubierto los huesos de Cuauhtmoc, el ltimo lder azteca que luch contra los conquistadores espaoles. El hallazgo fue realizado en la ciudad de Ichcateopan, en el estado de Guerrero. En esos momentos, la fotografa de Eulalia Guzmn como personaje esencial de este descubrimiento apareci en la pgina central de muchos peridicos nacionales, pero hoy su presencia en la historia de la arqueologa es casi inexistente y habita las memorias de muchos mexicanos como una vieja y loca mujer. A Eulalia se la
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conoce ms por que hizo mal, es decir, por su mala prctica cientfica, que por lo que hizo bien como arqueloga, maestra, intelectual y poltica. Sin duda, el contexto poltico de los primeros aos de la dcada de 1950 afect la discusin cientfica sobre los huesos encontrados. Si tenemos en cuenta, adems, que en esos momentos los estudios de adn eran inexistentes, podra pensarse que estamos ante uno de esos casos en los que la falta de rigidez de la evidencia emprica deja un amplio espacio para la manipulacin ideolgica. Sin embargo, la comunidad arqueolgica ha aceptado con facilidad que el estudio del pasado siempre ha estado influido por el contexto social y poltico, aunque se utilicen metodologas como el Carbono 14 o los anlisis de adn. Desde la dcada de 1970 arquelogos incluso entrenados en las ms estrictas reglas de objetividad y positivismo haban hablado de una prdida de inocencia de la arqueologa [Shanks y Tilley, 1987, 1988; Pinsky y Wylie 1989]. Lo que sigue siendo an complicado es esclarecer las conexiones especficas entre el contexto social y la prctica cientfica, tarea que an es ms difcil cuando nos interesa observar estas conexiones momentos histricos diferentes al presente. Ms all del anlisis y la denuncia de cmo la ideologa mediatiza los discursos o tergiversa las interpretaciones del registro arqueolgico, lo que parece ms sugerente es mostrar cmo las prcticas cientficas (la eleccin de asentamientos, metodologa de campo, relaciones personales que se establecen en la excavacin, tcnicas de laboratorio, organizacin de las instituciones y comunidades cientficas) son en s mismas un producto del contexto social [Abu El-Haj, 2001; Wylie 1997]. En este sentido el presente artculo se inspira en ciertas visiones crticas de la ciencia que, desde el feminismo, nos han ofrecido y propuesto formas de examinar y entender las conexiones entre el contexto social y la prctica cientfica. La historia de la arqueologa nos cuenta que Eulalia Guzmn se equivoc en la interpretacin de los huesos de Cuauhtmoc. Pronunciarse sobre la veracidad de los huesos no es lo que me mueve a escribir este artculo. Lo que me interesa es situar en el centro del debate algo obvio que se escapa de los estudios sobre Ichcateopan: Eulalia era una mujer, y es su cuerpo, con un cargado simbolismo nacional, el que excavaba restos materiales. Existen algunas publicaciones analizando este hallazgo, y en la mayora de ellas se habla de cmo los hechos de Ichcateopan estn relacionados con la discusin poltica e ideolgica sobre smbolos nacionales que vena dndose en Mxico desde la Independencia, pero nadie se ha acercado a este acontecimiento para analizar la presencia o ausencia de mujeres en la disciplina arqueolgica o para pensar sobre la relacin entre nacionalismo, gnero y arqueologa. Con esta intencin, inicio el artculo haciendo una breve sntesis de lo que se ha llamado arqueologa del gnero o feminista; posteriormente introduzco a Eulalia Guzmn, situndola dentro de la historiografa de la arqueologa de las
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mujeres, y hago una breve narracin de los hechos de Ichcateopan para despus reexaminarlos desde una perspectiva feminista. Mi anlisis se centrar en dos aspectos que han surgido como temas centrales en la arqueologa de gnero: el tema del cuerpo femenino en la prctica arqueolgica y la cuestin de si existe o no una metodologa propiamente feminista en arqueologa.
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Hoy la investigacin feminista en arqueologa est por un lado preguntndose si podemos sexuar la cultura material del pasado (y cmo hacerlo), al mismo tiempo que coloca en un plano central la cuestin de si la identidad sexual y de gnero de los investigadores interviene en el estudio del pasado [Conkey, 1997; 2003; Sanahuja Yll, 2002]. As, se considera que el pasado es un producto (en el sentido de produccin de conocimiento) tanto de los hombres como de las mujeres y que por tanto la arqueologa feminista no debera ser slo un proceso de aadir mujeres a las sociedades antiguas, sino tambin de poner de manifiesto el activo rol que tenemos como creadoras de nuestra disciplina y del pasado humano. Ejemplificando esta evolucin en los estudios feministas en arqueologa, y con una constante inquietud por repensar la disciplina, Margaret Conkey [ 2003] sugiere, con cierta preocupacin, que pocos de los temas que han aparecido tras la incorporacin de la categora de gnero en arqueologa, han cuestionado la disciplina como ciencia. El feminismo ha transformado la manera de pensar categoras analticas en disciplinas como la historia o la antropologa [Collier y Yanagisako 1987; Di Leonardo, 1991; Moore, 1988; Visweswaran, 1988], e incluso la biologa evolutiva est introduciendo la cuestin del gnero como una categora de anlisis que obliga a replantear el conocimiento establecido sobre la evolucin humana [Adair Gowaty, 2003; Bug, 2003]. Sin embargo, dentro de las ciencias sociales, la arqueologa sigue siendo una disciplina marcada por el positivismo y orientada al descubrimiento de grandes monumentos o de objetos del pasado que a veces se convierten en fetiches descontextualizados. La prctica arqueolgica es marcadamente individualista; casi siempre la figura del arquelogo est representada por un personaje al estilo Indiana Jones, que se ve como protagonista nico del escenario cientfico [Baxter, 2002; Moser, 2007]. De esta forma el trabajo de campo lleva implcitas connotaciones de heroicismo cientfico, en el que el esfuerzo fsico del arquelogo es capaz de transformar en cultura unos restos escondidos en la tierra, en la naturaleza. Para pensar la especfica y de alguna manera compleja relacin de la arqueologa con el feminismo, encuentro sugerente el trabajo de Carolyn Merchant sobre la revolucin cientfica [Merchant, 1980]. Esta autora argument que la revolucin cientfica debera verse como un movimiento o un proceso en s mismo engendrado, en el que una ciencia masculinizada toma el control y el dominio de la naturaleza, feminizada. Aunque conceptualmente este argumento sufre de cierto esencialismo, al reproducir la dicotoma naturaleza/cultura nos permite entender el difcil o tortuoso acceso de las mujeres a la prctica arqueolgica. La arqueologa, entendida como un conjunto de prcticas cientficas que permiten transformar en cultura objetos que se encuentran bajo el subsuelo (en la naturaleza), quedara vinculada a los hombres. Adems, la definicin de arqueologa como una prctica de campo aleja a las mujeres de espacios definidos socialmente como
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femeninos (la casa/el hogar) y las coloca en una esfera pblica (el terreno nacional), un espacio que especialmente en el caso de la arqueologa de Mxico, tiene una connotacin claramente nacionalista.
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panamericanista e inspirada en los settlement houses de Estados Unidos, quiso poner en marcha un proyecto en barrios populares de Mxico. En la misma tnica internacionalista, vea al feminismo como una manera de unificar causas y lograr justicia social ms all del mbito de la nacin. As, por su correspondencia sabemos que Eulalia se escriba con las mujeres anti-nazis de Rusia, y con mujeres norteamericanas que formaban parte del Committee Against Race Discrimination in the War, para hacerles ver el racismo existente contra los mexicanos que vivan en California. Aprovech estancias de investigacin en Europa para observar y denunciar injusticias sociales y polticas. Y, lo que es ms importante, trajo una perspectiva crtica a su contexto nacional, para condenar el racismo existente en Mxico y el carcter anti-democrtico del gobierno [Guzmn, 1941]. Era una mujer con decisin, que cuando apenas tena 20 aos ya era muy activa polticamente en la Revolucin Mexicana, una revolucin que, aunque permiti a las mujeres participar en espacios que haban sido anteriormente negados, no dio el voto a las mujeres. Eulalia se benefici tambin de las polticas sociales de la revolucin que abrieron la posibilidad a las mujeres para entrar en la educacin superior y convertirse en profesionistas [Cano, 1989; 1996]. Y aunque Eulalia sigui el camino de otras mujeres de su tiempo que se hicieron educadoras y maestras, se decant por la arqueologa entrando en un prctica cientfica que hasta entonces era eminentemente masculina, y adems se implic en la investigacin de la arqueologa nacional, una temtica que en Mxico tambinhaba sido ms masculina que femenina. Los aos finales de la dcada de 1940 fueron aos de gran conservadurismo social y moral. El radicalismo de la post-revolucin se haba desvanecido, y las mujeres fueron sujeto de discursos que subrayaban la importancia de la familia y la maternidad para la estabilidad de la nacin. Eulalia Guzmn, empero, no cumpla con los requisitos de la mujer de su tiempo, ni con los objetivos del feminismo que en esos aos proclamaba la necesidad de estudiar para convertirse en mejores esposas y madres. Ella no se cas, y us su conocimiento apasionadamente para hablar de la nacin, asumiendo el rol de lo que hoy se considerara una activista cultural. En resumen, la supuesta invisibilidad de Eulalia Guzmn debera replantearse, como debe explicarse por qu una mujer de tal envergadura, con una voz tan especial y que abarcaba tantos mbitos, ha sido relegada a un espacio de marginalidad. Para ello, hemos de tener en cuenta tanto las condiciones generales de la mujer en la ciencia (dentro y fuera de Mxico) como las cuestiones especficas de la arqueologa y de las mujeres en el Mxico de mitad del siglo xx. Antes de tratar estas cuestiones ms generales, quisiera recordar lo sucedido en Ichcateopan.
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Estudiosos mexicanos han afirmado que el tema de Ichcateopan puede verse como el resultado de las disputas polticas entre hispanistas e indigenistas y sus luchas por el control de los smbolos nacionales [Moreno Toscano, 1980]. Dado que Cuauhtmoc representara al lder ms anti-espaol de todos los lderes aztecas, resultaba demasiado radical aceptarlo como un smbolo nacional en el Mxico de 1950. En su momento, Alfonso Caso, colega y gran amigo de Eulalia Guzmn, y quien particip en la Comisin dictaminadora, sugiri que la maestra Guzmn haba sido vctima de un engao no slo de un pueblo en busca de reconocimiento, sino de sus propios prejuicios y deseos de recuperar la imagen de un hroe a la altura del imperio espaol y del ms reciente imperialismo norteamericano [Serra Puche, 2005:137]. En este caso pareciera que la falta de objetividad cientfica de Eulalia fue lo que la llevo a decantarse por una interpretacin ms cercana a sus ideales polticos indigenistas que a la realidad arqueolgica. De todas maneras, la idea del engao contina barajndose como una forma de interpretar los hechos de Ichcateopan, y por ejemplo en un artculo reciente Paul Gillingham analiza este conflicto con la perspectiva de la invencin de tradiciones y el nacionalismo [Gillingham, 2005]. Gillingham se olvida casi totalmente de Eulalia Guzmn y sita como sujeto activo de los hechos de Ichcateopan a Florentino Jurez, el campesino que a finales del siglo xix supuestamente cav en secreto un agujero en la iglesia del pueblo para construir una tumba: en ella coloc unos huesos medio quemados y una pequea coleccin de artefactos, sellando la cavidad con una placa de cobre en la que se lea 1525-1529 Seor y Rey Coatemo. Para Gillingham el inters de los hallazgos de Ichcateopan no reside en que nos encontramos ante un fraude cientfico ya que ello no es especialmente extrao ni novedoso en las historias nacionales. Lo que s es relevante y necesario destacar, dice Gillingham, es que los estudios sobre nacionalismo parten de una premisa terica equivocada al asumir que las invenciones de tradiciones y la manipulacin de datos histricos o arqueolgicos es puramente obra de las lites. Desde el punto de vista historiogrfico, contamos con grandes limitaciones metodolgicas para poder hallar ejemplos en los que personas que sin pertenecer a la lite nacional han participado en la manipulacin de parafernalia nacionalista. Gillingham piensa que la importancia de Ichcateopan reside en que nos encontramos ante un acontecimiento en el que el pueblo es el que est manipulando documentos y materiales arqueolgicos por su propio inters local. Finalmente el culto pro-autenticidad de los huesos de Cuauhtmoc, y la capitalizacin simblica de los huesos de Cuauhtmoc nos muestra que los mecanismos nacionalistas de las lites fueron reproducidos a nivel local, uno por uno, en Ichcateopan. Gillingham concluye su artculo diciendo que el fraude es intrnseco al nacionalismo y que cualquier historia patria supone una invencin
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y seguramente otro fraude. A esta sugerente lectura, yo aadira que hay que tener en cuenta que este hallazgo fue hecho desde una posicin perifrica (tanto por el lugar donde se haba realizado como por el sexo de la persona que lo haba realizado) y que la imagen de una mujer implicada en la invencin de tradiciones no iba a ser aceptada muy fcilmente en un momento social y poltico en que la situacin de las mujeres en Mxico estaba en entredicho. Nos encontramos ante un contexto diferente a cuando Leopoldo Batres, a inicios del siglo xx, reconstruy la Pirmide del Sol segn su visin esttica del lugar y ciertamente tergiversando el registro arqueolgico con el objetivo de que la nacin mexicana tuviera en Teotihuacn lo que la civilizacin egipcia tena en el Valle de los Dioses. En Ichcateopan no es una gran pirmide la que va a ser reconstruida sino una tradicin oral de mbito local a la que Eulalia Guzmn quiso dar materialidad y quiz convertirla as en tradicin nacional. En este caso, adems, es una mujer la que est descubriendo los restos materiales que iban a alimentar un discurso nacionalista, y fue su cuerpo, el de la mujer Eulalia Guzmn, el que se convirti en objeto de crtica. A Eulalia se le masculiniz, como si la nacin (entendida como el conjunto de mexicanos, y como un espacio-territorio nacional) no pudiera sobrellevar la idea de que una mujer realizara un hallazgo tan emblemtico. A Eulalia se la haba visto detrs de Alfonso Caso en el impresionante hallazgo del tesoro de la Tumba 7 de Monte Albn, pero en Ichcateopan era ella la protagonista de la historia del descubrimiento. En la arqueologa Eulalia estaba adquiriendo un protagonismo que ninguna otra mujer haba tenido hasta entonces, y para la ciencia nacional resultaba irreconciliable la imagen de un cuerpo de mujer excavando el pasado nacional. De alguna manera, en Ichcateopan se juntaron las lgicas de gnero en los terrenos de la ciencia y en los del nacionalismo. Por un lado, dentro de la arqueologa las mujeres tenan roles menos pblicos que los hombres, eran acompaantes de expediciones, dibujantes o trabajaban en bibliotecas y archivos; por otro lado, el nacionalismo vea a las mujeres como smbolos inamovibles de la nacin. Tal como seala Julia Mun, desde el siglo xix, la participacin social de las mujeres haba aumentado, sin embargo, las expectativas sobre su conducta seguan siendo muy conservadoras. La condicin de las mujeres segua siendo muy estricta: representaban la nacin [2006: 87]. De alguna manera a las mujeres se las ve como portadoras y conservadoras de tradiciones ancestrales, pero no como activas creadoras de smbolos nacionales y tradiciones. Por ello, la posicin de Eulalia Guzmn tanto en el nacionalismo mexicano como en la arqueologa, era pionero y de alguna manera trasgresor. Finalmente, la decisin de las comisiones sobre la autenticidad de los huesos fue tomada dentro de un despacho del Banco de Mxico, y no en el campo, el lugar donde la arqueologa sustenta su cientificidad.
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un momento en que no exista la fotografa en color. Sin embargo, como una reciente bigrafa menciona, el conocimiento sobre Adela Bretn y su trabajo fue enterrado al morir ella en 1923, y sorprende la tremenda amnesia institucional que caracteriz por aos a los especialistas mayas que incluso haban trabajado con ella [McVicker, 2005; vase tambin Romandia de Cant, Breton et al. 1993]. Salvo Isabel Ramrez Castaeda, que era mexicana, y Zelia Nuttal que an siendo extranjera vivi por 30 aos en Mxico, el contacto con el suelo o el territorio mexicano y con la organizacin administrativa y poltica de la arqueologa mexicana de las otras arquelogas mesoamericanistas durante la primera mitad del siglo xx fue discontinuo y de alguna manera estuvo implicado en una estructura cientfica colonial. En general, en la mayora de las regiones del mundo esas mujeres pioneras de la arqueologa fueron exploradoras y aventureras que viajaron a tierras lejanas, generalmente colonizadas, formando parte de misiones arqueolgicas y algunas veces acompaando a sus esposos. Muchas pudieron entrar en la disciplina y adquirir un reconocimiento pblico como esposas o hijas de famosos arquelogos; pero lo que es ms importante es que casi siempre fueron sus experiencias transnacionales lo que les permiti aceptacin en la disciplina, es decir, que su experiencia en el extranjero, lejos de su espacio nacional, fue lo que permiti que participaran en trabajo de campo y pudieran adoptar roles que quizs en sus propias naciones no hubieran podido tener. Desley Deacon, bigrafa de la antroploga Elsie Clews Parsons, muestra claramente cmo la experiencia etnogrfica y las salidas de casa para convivir largas temporadas con los nativos de Nuevo Mxico, fueron momentos de liberacin en los que Parsons pudo escaparse de ciertas expectativas de gnero y de clase que la sociedad americana de las primeras dcadas del siglo xx impona sobre las mujeres [Deacon, 1997]. La presencia de Eulalia Guzmn en campo, excavando en el Mxico de la dcada de 1950 es diferente a la presencia de las mujeres que participaron en expansiones coloniales y cientficas en los siglos xviii y xix coleccionando artefactos, plantas y minerales de frica, Asia y las Amricas. Eulalia no trabaj en Egipto ni en Grecia o Babilonia, ni se preocup por los orgenes de la civilizacin Europea. Ella se qued cerca de la nacin, interviniendo en el suelo, y como una ardiente admiradora de las culturas prehispnicas us la arqueologa para proveer de materialidad discursos que entonces s eran nacionalistas pero no hegemnicos en esos aos. Eulalia Guzmn no es una versin femenina de Indiana Jones. Eulalia no tiene un cuerpo sexy ni sonre ante la cmara. Los dibujos y fotos que tenemos de ella muestran un rostro que frunce el ceo, que no coquetea con el pblico, que est enfadada. En estas imgenes a Eulalia Guzmn le ocurre algo parecido a lo que segn Licia Fiol-Matta [Fiol-Matta, 2002] pas con Gabriela Mistral: aparece ex-
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traamente masculina, grande, imponente. En cierta manera, las trayectorias de Eulalia Guzmn y Gabriela Mistral se parecen: ambas fueron personas pblicas y como Fiol-Matta afirma el estado eligi una rara para representarlo; en ambos casos, su rol maternal (como maestras) y de no-madres (por no ser biolgicamente madres) confunda su feminidad y adquirieron un rol en cierta manera subversivo para la imagen pblica de la mujer. Posiblemente la imagen de Eulalia Guzmn es tanto una auto-representacin como una imagen impuesta, y seguramente fue vista como una mujer que estaba traspasando algunos lmites de su poca. Probablemente Eulalia Guzmn fue demasiado lejos, quiz su cuerpo estaba demasiado cerca del cuerpo de la nacin; fue demasiado visible en los medios de comunicacin en un momento en que los derechos de la mujer y la presencia pblica de las mujeres estaban siendo abiertamente discutidos en Mxico. A Eulalia Guzmn, que no formaba parte de un equipo de hombres cientficos, no la acompa a campo su marido; una mujer llamada Gudelia Guerra, que era su ayudante, la acompa en todos sus trabajos hasta que Eulalia muri casi a los 100 aos. Eulalia fue ms lejos que otras mujeres que desde el siglo xviii haban participado en exploraciones cientficas observando la naturaleza, porque termin interviniendo en algo que se consideraba la cultura nacional. Yo sugiero que fue el cuerpo de Eulalia Guzmn, su condicin de mujer y cientfica, lo que era transgresor en el Mxico de esos aos. Su experiencia y biografa nos hacen reflexionar acerca del lugar de las mujeres y la nacin en la ciencia. Para algunas mujeres incorporarse al trabajo de campo en exploraciones transnacionales fue una forma de evadirse o escaparse de discursos nacionalistas que les asignaban un lugar especfico dentro de la familia como esposas y madres; Eulalia Guzmn us su cuerpo para confrontar esos discursos.
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pueblo, pidi su colaboracin para lograr la mxima informacin posible desde diferentes fuentes. Al examinar la metodologa de Eulalia, me interesa discutir otra de las grandes cuestiones que se est discutiendo desde la arqueologa: existe una metodologa feminista para estudiar el pasado? As, adems de tomar conciencia de la importancia de pensar en el gnero en la interpretacin del pasado, la arqueologa feminista ha mostrado inters por transformar la manera en que se practica la investigacin del pasado, e inters en reflexionar sobre la manera de presentar nuestro conocimiento de las sociedades del pasado. Demostrar de qu manera el ser mujer o ser hombre afecta la naturaleza de nuestras investigaciones no es fcil. Es posible que las diferencias en estilos arqueolgicos se deban a que mujeres y hombres tenemos diferentes estrategias de investigacin, o nos gustan ciertos temas y tambin a que existen condicionantes sociales y por tanto acadmicos que hacen que las mujeres elijan ciertas temticas y los hombres, otras. Cada disciplina tiene sus propias lgicas de gnero y es bien sabido que algunos campos de estudio son mucho ms feminizados que otros. En arqueologa, por ejemplo, tradicionalmente los hombres han estudiado ms la industria ltica y las mujeres los restos cermicos, y esta diferenciacin sexual del trabajo arqueolgico ha alimentado la visin de que las sociedades del pasado se dividan con la misma estricta diferenciacin. Joan Gero ha publicado varios artculos donde enfatiza que es crucial observar la divisin del trabajo arqueolgico, las jerarquas en los grupos de investigacin, y la dinmica socio-psicolgica que se establece en el trabajo de campo, para entender cmo se produce el conocimiento arqueolgico [Gero, 1994; 1996]. El trabajo de Janet Spector, por ejemplo, ha sido considerado ejemplo pionero de lo que podramos llamar arqueologa feminista [Spector, 1998]. Siguiendo el propsito feminista por humanizar el pasado en vez de hablar del pasado como una serie de procesos despersonalizados (estrategias tecnoecolgicas, intensificacin de la produccin agrcola, sistemas de subsistencia, etc.) la arqueloga escribi una monografa acerca de un punzn de hueso de los indios Dakota de Estados Unidos. El resultado fue una narrativa escrita en primera persona, en la que una nia Dakota adquira la voz como si fuera la productora o la usuaria de este til de hueso. Imaginar a una nia como fabricante de un til es ya en s revolucionario en una arqueologa que mantena el presupuesto de una clara divisin sexual del trabajo, pero adems Janet Spector [1998] hace uso de la etnohistoria para interpretar los hallazgos arqueolgicos, y aun admitiendo que el resultado puede ser una narrativa especulativa, no es por ello menos plausible. Es posible que ese punzn en particular no fuera utilizado o fabricado por una nia pequea, pero su manera de interpretar y presentar el pasado es muy exitosa porque pone en relieve las experiencias de los seres humanos y sus relaciones
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con el mundo material. Para Janet Spector, lo importante era mostrar la riqueza que adquiere la investigacin arqueolgica al combinar su compromiso feminista con la responsabilidad hacia las comunidades descendientes Dakota. Por otro lado, Stephanie Moser compara dos de los creadores o fundadores de la escuela australiana de arqueologa: Isabel McBryde y John Mulvaney, argumentando que las metodologas que emplearon respondan a dos estilos sexuados de hacer ciencia: el femenino y el masculino [Moser, 1996; 2007]. Mulvaney hizo nfasis en mtodos cientficos, en excavar profundas estratigrafas, y eligi asentamientos del Pleistoceno; por otro lado, Isabel McBryde se decant por una perspectiva ms regional y prest mayor atencin a la evolucin de los paisajes. Segn Moser, la preocupacin por cuestiones de antigedad, por descubrir los orgenes, los asentamientos ms antiguos y los depsitos ms profundos ha sido casi siempre un aspecto primordial de la agenda cientfica en Australia, y Mulvaney responde a esta trayectoria. Por otro lado, Isabel McBryde fue la pionera en estudios regionales, y mostr una mayor preocupacin por entender los asentamientos en sus contextos paisajsticos y regionales. Por decirlo de alguna manera, McBryde tena una visin ms holstica de la vida social prehistrica, que complement usando la etnohistoria para entender mejor cmo fueron usados los asentamientos en la prehistoria, e incorporando a las comunidades locales (aborgenes australianos en algunos casos) en el proceso cientfico. Eulalia Guzmn trabaj ms o menos en la misma poca que Isabel McBryde; tampoco practicaba una ciencia que definiera ella misma como feminista, ni parece claro que tomara el feminismo como su campo de accin poltica. Sin embargo, lo que es innegable a partir de lo poco que se sabe de ella es que era una mujer con un compromiso social y poltico firme, que particip en espacios y reuniones en las que el tema de la mujer era una cuestin de importancia, tanto en Mxico como en Europa y Estados Unidos, y que tena una clara preocupacin por la justicia social. Sin duda, su manera de acercarse a la cuestin de los huesos de Cuauhtmoc, su forma de organizar la excavacin y la manera en que contextualiz su investigacin utilizando datos etnohistricos e implicando a las comunidades locales para que tuvieran voz, se acerca bastante a lo que las arquelogas estn reclamando como ciencia feminista. Esta forma de hacer ciencia sera lo que Donna Haraway denomina conocimiento situado, un conocimiento responsable, encarnado, parcial, y subyugado que empero no reside naturalmente en las mujeres [Haraway, 1988:328], ni es inocente ni est exento de ser revisado. De igual manera podramos ver el trabajo de Eulalia Guzmn, que no fue en absoluto desinteresado. Por el contrario, a Eulalia siempre la gui el inters de construir una patria libre y justa, cuya cultura fuera cuna del intelecto y del sentimiento; un patria en que la dignidad del hombre y el reconocimiento de todo derecho humano constituyeran la base
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de la convivencia entre los hombres [Serra Puche, 2005:141]. Por otro lado, la manera en que este hallazgo fue resuelto pone de manifiesto la importancia que adquiere la comunidad cientfica, las jerarquas y las relaciones de poder a la hora de tomar una decisin cientfica.
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