Olson Desmitologizacion de La Cultura Escrita

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DAVID R. OLSON. DESMITOLOGIZACIN DE LA CULTURA ESCRITA.

En: El mundo sobre el papel. El impacto de la escritura y la lectura en la estructura del conocimiento, Barcelona, Gedisa, 1998 [1994], Cap. I, pp. 21-39.

La ms noble adquisicin de la humanidad es el HABLA, y el arte ms til, la ESCRITURA. La primera distingue al HOMBRE de los animales; la segunda, de los salvajes incivilizados (Astle, 1784, p. i).

Es indudable que una de las principales caractersticas de las sociedades modernas es la ubicuidad de la escritura. Casi ningn acontecimiento significativo, desde la declaracin de una guerra hasta un simple saludo de cumpleaos, se produce sin una apropiada documentacin escrita. Los contratos se sellan por medio de una firma. Los artculos en los mercados, los nombres de las calles, las lpidas, todos llevan inscripciones. Las actividades complejas, sin excepcin, estn escritas en libros de patrones de tejido, manuales de computacin, o en libros de recetas de cocina. La atribucin de una invencin depende de haber registrado una patente escrita, en tanto que la atribucin de un avance cientfico depende de su publicacin. Y nuestro lugar en el cielo o el infierno segn nos han dicho depende de lo que est escrito en el Libro de la Vida. Del mismo modo, entre nuestras habilidades ms valoradas se encuentra nuestra capacidad para utilizar textos escritos, es decir, nuestra cultura escrita. La primera funcin de la escuela es impartir lo que se llama habilidades bsicas, lectura, escritura y aritmtica, y todas ellas entraan la competencia en sistemas de notacin. El gasto pblico en educacin slo rivaliza con el de defensa y salud, y una gran parte de los aos de formacin de un nio se emplean en la adquisicin, primero, de cierta competencia general en lectoescritura, y luego, en usar esa competencia para adquirir corpus especializados de conocimientos, como la ciencia y la historia. La preocupacin por la cultura escrita no est limitada a una determinada clase social o sociedad. La educacin pblica, libre y universal ha sido la poltica gubernamental durante ms de un siglo en las democracias occidentales. Los pases en desarrollo tambin tienen como objetivo prioritario la alfabetizacin de todos sus ciudadanos. Los movimientos socialistas del siglo XX, tanto en la Unin Sovitica como en Cuba y Nicaragua, estuvieron acompaados por programas intensivos de alfabetizacin. Un documento de la poltica de la UNESCO (1975) describi la cultura escrita como crucial para la liberacin y el avance del hombre, e inici un plan de erradicacin del analfabetismo para el ao 2000. Los demgrafos registran, como parte de las estadsticas vitales de cada nacin, el porcentaje de personas que no saben leer ni escribir. La cifra arrojada por Canad es 15%, cifra que despierta tanto crticas como acusaciones en los medios populares. Las democracias occidentales modernas aspiran a erradicar el analfabetismo para resolver otros problemas sociales como la pobreza y el desempleo, y las escuelas suelen recibir el mandato de mejorar los niveles estndar de alfabetizacin de sus alumnos.

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De dnde viene este entusiasmo por la escritura? Durante trescientos aos, los occidentales hemos atribuido nuestra supuesta superioridad cultural respecto de nuestros ancestros iletrados, as como respecto de nuestros vecinos no occidentales, a nuestro acceso a un simple artefacto tecnolgico: un sistema alfabtico de escritura. Nuestras ciencias sociales tienden a contribuir al mantenimiento de esa perspectiva. Las teoras de la evolucin, el progreso y el desarrollo han apoyado la cmoda aceptacin de nuestra propia superioridad y de la superioridad de los medios que permitieron desarrollarla. En las ltimas dos dcadas, esta posicin ha comenzado a desintegrarse. Las culturas menos letradas han visto en el valor que las culturas occidentales acuerdan a la cultura escrita una forma de arrogancia (Pattanayak, 1991), y los investigadores occidentales han considerado que la retrica de la cultura escrita excede en mucho la validez de sus pretensiones. Por cierto, han comenzado a acumularse pruebas que indican que nuestras creencias sobre la cultura escrita son una mezcla de hechos y suposiciones, en otras palabras, una mitologa, un modo selectivo de ver los acontecimientos que no slo justifica las ventajas de los letrados, sino que adems atribuye los defectos de la sociedad y del mundo a los iletrados. La situacin con respecto a la cultura escrita no difiere de la que se les present hace un siglo a los telogos cristianos, que comenzaron a echar una mirada crtica sobre la tradicin que haban recibido y, reconociendo ciertos modos arcaicos de pensamiento y expresin, emprendieron el ejercicio de desmitologizar a la cristiandad. La justificacin de esta actividad no era minar la esperanza de los fieles, sino sostener esa esperanza en bases ms firmes y verdaderas. La humilde fe basada en slidos argumentos, afirmaban, era preferible a una robusta fe basada en conjeturas. Los fieles, desde luego, no siempre se mostraron deseosos de cambiar lo viejo por lo nuevo. Nos enfrentamos a una eleccin similar respecto de nuestras creencias y suposiciones acerca de la cultura escrita. Los fieles no tienen que alarmarse demasiado. Las hiptesis acerca de la cultura escrita que tal vez tengamos que abandonar no merecen nuestro apoyo. De hecho, dan origen a dbiles polticas sociales y dbiles prcticas educativas. Y la nueva comprensin de la cultura escrita que puede surgir cuando examinamos crticamente los hechos, promete tener consecuencias y usos mucho mayores que los que sostena el antiguo dogma. Lo que perderemos es la creencia ingenua en los poderes transformadores del simple aprendizaje de la lectura, la escritura y el clculo, en los poderes mgicos de los tres reyes. Pero sobre todo, podremos superar la mera enumeracin de los pro y los contra y sentar las bases para una nueva comprensin de lo que fue crear y hoy es vivir un mundo sobre el papel. Este es el principal objetivo del presente captulo. Existen seis creencias o suposiciones muy arraigadas y ampliamente compartidas respecto de la cultura escrita sobre las cuales los estudios actuales han echado una considerable sombra de duda: Primero, las creencias: 1) La escritura es la transcripcin del habla. El hecho de que casi todo lo que decimos puede escribirse y que todo lo escrito puede leerse en voz alta torna irresistible la inferencia de que la escritura no es ms que el habla por escrito. Por
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cierto, esta es la hiptesis habitual, que se remonta a Aristteles, pero que aparece explcitamente en los trabajos de Saussure (1916/1983) y Bloomfield (1933). Dado que los lectores son ya hablantes, el aprendizaje de la lectura se considera un mero aprendizaje de cmo representar la propia lengua oral (lo conocido) mediante marcas visibles (lo desconocido). Vino aejo en nuevo envase. 2) La superioridad de la escritura respecto del habla. Mientras el habla es vista como una posesin imprecisa y desordenada del pueblo como describi el castellano oral a la reina Isabel el gramtico Nebrija en el siglo XV (Illich y Sanders, 1989, p. 65), la escritura es vista como un instrumento de precisin y poder. Leer la transcripcin de un discurso propio es una experiencia humillante, llena como est de vacilaciones, comienzos en falso, agramaticalidades y fracasos. En las ocasiones pblicas de importancia, el habla es transcripta escrita, planeada y corregida para lograr decir precisamente lo que se pretende y hasta parecer sincero y espontneo. Se aprende a escribir, en parte, con el fin de aprender a expresarse correctamente y con precisin en las exposiciones orales. 3) La superioridad tecnolgica del sistema alfabtico de escritura. La invencin del alfabeto por parte de los griegos es considerada uno de los puntos ms altos de la evolucin cultural, alcanzado slo una vez en la historia, y su presencia sirve en la actualidad para distinguir las culturas alfabticas de las no alfabticas. Una temprana expresin de esta idea puede encontrarse en Ensayo sobre el origen del lenguaje, de Rousseau:
Estos tres modos de escritura corresponden casi exactamente a tres diferentes estadios segn los cuales pueden considerarse los hombres reunidos en una nacin. La pintura de objetos es apropiada para los pueblos salvajes, los signos de palabras y de proposiciones, a un pueblo brbaro, y el alfabeto, a los pueblos civilizados. (1754-91/1966, p. 17)

Samuel Johnson, segn nos informa Boswell, crea que los chinos eran brbaros porque no tenan alfabeto (citado por Havelock, 1982). Aun en la actualidad, la lengua francesa no distingue entre el conocimiento en general de la escritura y el conocimiento del alfabeto; ambos se llaman alphabtisme. Se supone que otras formas de escritura no son verdaderos sistemas de escritura. Las tres teoras clsicas de la invencin de la escritura, las de Cohen (1958), Gelb (1963) y Diringer (1968), analizan la evolucin del alfabeto como la consecucin de medios visibles cada vez ms precisos para representar patrones de sonidos, la fonologa de la lengua. La representacin de ideas mediante dibujos, la representacin de palabras mediante signos logogrficos y la invencin de silabarios se consideran intentos fallidos o pasos vacilantes hacia la invencin del alfabeto, siendo ste lo ms evolucionado en esa direccin y, por ende, superior. Havelock, quiz la principal autoridad en usos e implicaciones del alfabeto griego, escribi:
La invencin del alfabeto griego, a diferencia de todos los dems sistemas previos, incluyendo el fenicio [del cual deriva] constituy un acontecimiento en la historia de la cultura, cuya importancia an no ha sido totalmente aprehendida. Su aparicin divide todas las civilizaciones anteriores a la griega de las posteriores. Su sencillez ha permitido construir dos formas gemelas del conocimiento: la literatura en el sentido posgriego, y la ciencia, tambin en sentido posgriego (1982, p. 85; vase tambin 1991).

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McLuhan (1962) fue uno de los primeros en explorar las relaciones entre las tecnologas de la comunicacin, en especial el alfabeto y la imprenta, y la galaxia de los cambios intelectuales, artsticos y sociales que se produjeron con los griegos y a fines de la Edad Media, relaciones que resume de la siguiente manera: Mediante un signo desprovisto de sentido ligado a un sonido desprovisto de sentido, hemos construido la forma y el sentido del hombre occidental (p. 50), vinculando as el progreso intelectual al alfabeto. 4) La escritura como rgano de progreso social. Uno de los rasgos ms sobresalientes de las democracias occidentales modernas son sus niveles invariablemente elevados de alfabetizacin. Suele afirmarse que el auge de la alfabetizacin popular dio como resultado instituciones sociales racionales y democrticas, desarrollo industrial y crecimiento econmico, y que la disminucin de los niveles de alfabetizacin plantea una amenaza a toda sociedad progresista y democrtica. Los historiadores han intentado especificar las relaciones entre alfabetizacin y desarrollo social en Occidente. Cipolla (1969, p. 8) seal que, aunque los patrones histricos distan de ser uniformes, al parecer, el arte de la escritura est estricta y casi inevitablemente conectado con la urbanizacin y el intercambio comercial. La correlacin invita a inferir que la escritura es una de las causas del desarrollo, opinin que garantiza el compromiso de la UNESCO de erradicar el analfabetismo hacia el ao 2000 como medio para lograr la modernizacin (Graff, 1986). La relacin percibida entre cultura escrita y desarrollo social ha sido a veces expresada con un celo considerable. En el siglo XVI, Lutero inst al establecimiento de la educacin obligatoria arguyendo que descuidar la enseanza provocara la ira divina, la inflacin, la plaga y la sfilis, tiranas sedientas de sangre, guerras y revoluciones, que todo el pas sea arrasado por los turcos y los trtaros, y que hasta el papa volvera al poder (Strauss, 1978, p. 8). En el siglo XVIII, Gibbon afirm: El uso de letras es la principal circunstancia que distingue a un pueblo civilizado de una horda de salvajes, incapaz de conocimiento y reflexin. Y agreg: Podemos estar seguros de que, sin escritura de alguna especie, ningn pueblo ha preservado fieles anales de su historia, ni ha hecho progresos considerables en las ciencias abstractas, ni ha posedo en algn grado tolerable de perfeccin las tiles y agradables artes de la vida. (Gibbon, 1776/1896, p. 218). En el siglo pasado, un educador de Ontario que ya conoca el nuevo arte de la estadstica, inform que una persona no educada comete cincuenta y seis veces ms crmenes que una persona con educacin! (citado por Castell, Luke y Egan, 1986, p. 92). Aunque reconozcamos que algunas de estas declaraciones son un poco histrinicas, se da por sentado que la cultura escrita tiene consecuencias sociales y econmicas. Estas creencias encuentran su expresin en los documentos polticos y en las pginas editoriales de muchos, tal vez la mayora, de los peridicos. Ejemplo de ello es la prensa nacional canadiense, que afirm recientemente que la desnutricin, la enfermedad y el analfabetismo forman una plaga triple para las naciones en desarrollo, que los analfabetos estn condenados a vidas de pobreza y desesperanza porque estn privados de las herramientas fundamentales para forjarse una vida mejor, que el analfabetismo constituye un lastre de dos mil millones de dlares en la
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economa de Canad y que el costo social es enorme (Globe and Mail, 13-14 de octubre de 1987). La creencia en la importancia de la alfabetizacin se ha vuelto tan dominante en nuestra conciencia comn que aun una pequea disminucin en los resultados de las pruebas de ortografa se considera una amenaza para el bienestar de la sociedad. Situamos la escritura, como lo hacen otros pueblos con cultura escrita, en un lugar central de nuestra concepcin de nosotros mismos como pueblo poseedor de una cultura, como pueblo realmente civilizado. Tres cosas han cambiado la faz y el estado de cosas en todo el mundo, escribi Francis Bacon (1620/1965, p. 373) en el siglo XVII: la imprenta, la plvora y el imn (Novum Organum, Aforismo 129). No parece haber demasiados motivos para el desacuerdo. 5) La cultura escrita como instrumento de desarrollo cultural y cientfico. Va de suyo que la escritura y la cultura escrita son en gran parte responsables del surgimiento de modos de pensamiento distintivamente modernos como la filosofa, la ciencia, la justicia y la medicina, e inversamente, que la cultura escrita es enemiga de la supersticin, el mito y la magia. Frazer (1911-1915/1976), en su compendio de mitos y creencias, La rama dorada, sostuvo que los estadios progresivos de la humanidad van desde la magia hasta la ciencia pasando por la religin, opinin que comparti con filsofos como Comte (1830-42) y Hegel (1910/1967). De hecho, suele seguirse la pista de nuestras formas modernas de organizacin social democrtica y nuestros modernos modos de pensamiento hasta la gloriosa Grecia. Los logros de los griegos han sido atribuidos, al menos por algunos autores, a su cultura alfabtica:
La civilizacin creada por los griegos y los romanos fue la primera de la tierra fundada en la actividad del lector comn; la primera equipada con medios para expresarse adecuadamente con palabras escritas; la primera capaz de poner la palabra escrita en la circulacin general; en pocas palabras, la primera en convertirse en letrada en el sentido pleno del trmino, y en transmitirnos su cultura escrita (Havelock, 1982, p. 40).

La importancia de la escritura para el avance de la filosofa y la ciencia ha sido analizada y defendida recientemente en una serie de importantes trabajos de autores como McLuhan (1962), Goody y Watt (1963/1968), Goody (1986), Ong (1982), trabajos que acuerdan una nueva orientacin al lenguaje, el mundo y la razn, a los cambios en la tecnologa de la comunicacin. En cierta medida, fue esta serie de obras lo que convirti a la cultura escrita en un tema de investigacin. 6) La cultura escrita como un instrumento de desarrollo cognitivo, del mismo modo en que lo era del desarrollo cultural. Suponemos que el conocimiento legtimo se identifica con el que aprendemos en la escuela y en los libros. La habilidad para leer y escribir proporcionan la va de acceso a ese conocimiento. La principal preocupacin de la escuela es la adquisicin de las habilidades bsicas. En lo relativo a la lectura, esas habilidades consisten en la descodificacin, es decir, el aprendizaje de lo que llamamos el principio alfabtico; en lo relativo a la escritura, consisten en el aprendizaje de la ortografa. La cultura escrita imparte un grado de abstraccin al pensamiento que est ausente en el discurso oral y en las culturas orales. Las habilidades humanas importantes pueden pensarse como letradas, y el desarrollo personal y social puede representarse razonablemente mediante los niveles de alfabetizacin: bsico, funcional y avanzado. Ahora, las objeciones:
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1) La escritura como transcripcin. Los sistemas de escritura slo captan ciertas propiedades de lo que se dice, es decir de la forma verbal fonemas, lexemas y sintaxis, dejando el modo en que fue dicho y las intenciones radicalmente subrepresentados. El hecho de que los signos visuales puedan convertirse rutinariamente en formas verbales enmascara el hecho de que la verbalizacin puede producirse de varios modos diferentes, variando la entonacin y el nfasis, y dar origen a interpretaciones radicalmente distintas. Lejos de ser una mera transcripcin del habla, la escritura es analizada como un modelo para el habla misma; hacemos la introspeccin de la lengua segn los trminos anotados por nuestros sistemas de escritura. Aprender a leer consiste en parte en comenzar a or el habla y a reflexionar sobre ella de un modo nuevo. Este es el tema del captulo 4. 2) El poder de la escritura. Rousseau plante una objecin a las pretensiones acerca de la escritura que se ha vuelto la piedra de toque de la lingstica moderna cuando escribi: La escritura es apenas la representacin del habla: es extrao que se le preste ms atencin a la determinacin de la imagen que al objeto (citado por Derrida, 1976, p. 27). Como dijimos, la escritura como simple transcripcin del habla ya fue planteada por Aristteles, pero Rousseau utiliz el argumento para criticar la falta de atencin al habla. Por motivos similares, Saussure (1916/1983) atac la tirana de la escritura, el hecho de que la teora lingstica tomara como objeto la lengua escrita y no la oral: El objeto lingstico no se define mediante la combinacin de la palabra escrita y la palabra hablada: la forma hablada constituye por s misma el objeto (pp. 23-24 o p. 45). Tan convencidos estn los lingistas modernos de la cualidad derivada de la escritura, que el estudio de esta fue descuidado hasta hace poco tiempo. En segundo lugar, las lenguas orales no son imprecisas y desordenadas posesiones del pueblo, como creyeron los primeros gramticos; todas las lenguas humanas tienen una rica estructura lxica y gramatical que es capaz de expresar, al menos potencialmente, todo el espectro de significados. Aun la lengua de seas, la lengua de los sordos, que durante aos fue considerada poco ms que gestos y pantomima, ha demostrado adecuarse en principio a la expresin completa de cualquier significado (Klima y Bellugi, 1979). Y finalmente, el discurso oral precede y rodea la preparacin, interpretacin y anlisis del discurso escrito (Finnegan, 1988; Heath, 1983). La escritura es fundamentalmente independiente del habla. En la actualidad, se acepta que la propia lengua oral es la posesin y herramienta fundamental del intelecto; la escritura, aunque importante, siempre es secundaria. 3) La superioridad del alfabeto. Apenas en la dcada pasada se plantearon claramente objeciones a la supremaca universal del alfabeto como representacin de la lengua (Gaur, 1984/1987; Harris, 1986; Sampson, 1985). En primer lugar, en contra de la opinin recibida, el alfabeto no fue el producto de un genio, es decir, no fue el milagro del descubrimiento de la fonologa de la lengua, sino apenas la adaptacin de un silabario diseado para una lengua semtica a la estructura silbica particularmente compleja de la lengua griega. Por otra parte, un alfabeto tiene un uso limitado en la representacin de una lengua monosilbica con muchos homfonos, como es el caso del chino; un sistema logogrfico presenta muchas ventajas para una lengua de ese tipo. La simplicidad del alfabeto tampoco es la principal causa de los altos niveles de alfabetizacin; muchos otros factores afectan los grados de alfabetizacin en un pas o en un individuo. Finalmente, nuestro tardo reconocimiento de los niveles de alfabetizacin en culturas no alfabticas, especialmente la japonesa,
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que suele superar los niveles de las culturas occidentales (Stevenson et al., 1982), nos ha obligado a aceptar que nuestra visin de la superioridad del alfabeto es, al menos en parte, uno de los aspectos de nuestra mitologa. 4) La cultura escrita y el desarrollo social. Algunos investigadores modernos han sostenido que la cultura escrita no slo es la va real hacia la liberacin, sino tambin, y con la misma frecuencia, un medio de esclavitud. Lvi-Strauss (1961) escribi:
La escritura es algo extrao. Parecera que su advenimiento no pudiera dejar de producir cambios profundos en las condiciones de vida de nuestra raza, y que todas esas transformaciones deben haber sido de ndole intelectual... Sin embargo, nada de lo que sabemos sobre la escritura, sobre su papel en la evolucin, puede justificar esta concepcin. Si queremos correlacionar la aparicin de la escritura con otras caractersticas de la civilizacin, debemos buscar en otra parte. Uno de los fenmenos invariablemente presentes es la formacin de ciudades e imperios: la integracin en un sistema poltico, es decir, de un considerable nmero de individuos, y la distribucin de esos individuos en una jerarqua de castas y clases... Parece favorecerla explotacin y no el esclarecimiento de la humanidad. Esta explotacin hizo posible reunir a los trabajadores por millares y fijarles tareas que los agobiaron hasta los lmites de su fuerza. Si mi hiptesis es correcta, la funcin primaria de la escritura, como medio de comunicacin, es facilitar la esclavitud de otros seres humanos. El uso de la escritura con fines desinteresados, y con vistas a satisfacer el espritu en el campo de las ciencias y las artes, es un resultado secundario de su invencin (y tal vez no sea sino una manera de reforzar, justificar o disimular su funcin primaria) (pp. 291-292).

Si bien el contraste entre el esclarecimiento y la esclavitud puede estar magnificado por Lvi-Strauss, el primero es un medio efectivo para asegurar la adopcin de procedimientos convencionales y disciplinados. Algunos estudios histricos han sostenido que la cultura escrita es un medio para establecer el control social, para transformar a las personas en buenos ciudadanos, trabajadores productivos y, si es necesario, en soldados obedientes (Aries, 1962). Strauss (1978, p. 306) lleg a la conclusin de que el nfasis en la cultura escrita por parte de la iglesia protestante en la Alemania de la Reforma puede considerarse como un intento de convertir al pueblo de sus antiguos modos y hbitos a una ortodoxia letrada, basada en la virtud de la conformidad. El advenimiento de la educacin universal y obligatoria casi nunca fue considerado por los iletrados como un medio de liberacin, sino como algo impuesto por una clase gobernante bien intencionada con la esperanza de convertirlos en trabajadores productivos y ciudadanos de buenos modales (de Castell, Luke y Egan, 1986; Graff, 1986; Katz, 1968; pero vase en Tuman, 1987, captulo 5, una crtica de los informes revisionistas). Los pedidos recientes de mejoras en las habilidades bsicas, tanto en Canad como en Estados Unidos y Gran Bretaa, provienen en su mayor parte de empleadores del mbito de los negocios o la industria antes que de los propios trabajadores. Y, con notables excepciones, la demanda de cursos de educacin vespertina es directamente proporcional al nivel de educacin que el pueblo ya posee. Entonces, la cultura escrita es un instrumento de dominacin o de liberacin? La imposibilidad de responder a esta pregunta condujo a autores como Heath (1983) y Street (1984) a distinguir tipos de cultura escrita, diferentes modos de usar textos y de extraer cosas de ellos, que estn incluidos en diferentes contextos sociales; quiz no haya una cultura escrita, ni un nico conjunto de consecuencias. Clanchy (1979) observ que la poltica gubernamental de educacin obligatoria, tal como se la debati en Europa durante el siglo XIX, reflejaba no una, sino dos formas de cultura escrita:
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A los opositores de la poltica gubernamental les preocupaba que las escuelas pudieran tener xito en la educacin del pueblo a punto tal que hubiera un exceso de acadmicos y crticos que pudieran minar la jerarqua social. Esos temores fueron disipados por los reformadores, que ponan el acento en la prctica elemental de la lectura, la escritura y el clculo (las tres R de lectura, escritura y aritmtica), antes que en una educacin liberal en la tradicin clsica, que en 1900 segua estando tan reservada a una lite de litterati, como en 1200 (1979, p. 263).

Cuando miramos con mayor detenimiento el desarrollo industrial, descubrimos complejidades similares. Las pretendidas relaciones entre los niveles generales de alfabetizacin de una poblacin y el desarrollo econmico no han sido sometidas a un anlisis minucioso. Cipolla (1969) y Graff (1979, 1986) pasaron revista a las turbulentas relaciones entre la cultura escrita popular y el desarrollo econmico, desde la Edad Media hasta el siglo XIX. Ambos autores observaron que los avances en el comercio y la industria a veces se producan en contextos de bajos niveles de alfabetizacin. Es ms: niveles elevados de alfabetizacin no auguraban forzosamente desarrollo econmico. El cuidadoso estudio sobre la alfabetizacin en Estados Unidos llevado a cabo por Keastle, Damon-Moore, Stedman, Tinsley y Trollinger (1991) condujo a estos autores a la conclusin de que la cultura escrita debe analizarse en circunstancias histricas especficas, y que aunque para los fines de la poltica pblica se supone que una mayor alfabetizacin beneficia tanto a los individuos como a la sociedad en su conjunto, su asociacin con el progreso se ha visto cuestionada en algunas circunstancias (p. 27). La misma observacin se realiz respecto de la falta de desarrollo cientfico y econmico en otras sociedades. En China, el nmero de personas con altos niveles de educacin excede en mucho el nmero de empleos disponibles (Rawski, 1978), y en Mxico, si bien se ha comprobado que los niveles de alfabetizacin estn relacionados con el crecimiento econmico, sus efectos se ven restringidos a las reas urbanas y las actividades manufactureras (Fuller, Edwards y Gorman, 1987). Por ende, es fcil exagerar o confundir la funcionalidad de la alfabetizacin. Esta es funcional y realmente ventajosa en ciertos roles sociales directivos y administrativos. Pero el nmero de estos roles, aunque est en aumento, es limitado. El alfabetismo es funcional slo si se es lo bastante afortunado para obtener determinada posicin. Otras funciones ms generales para las que la alfabetizacin resulta til dependen de los intereses y objetivos de los individuos involucrados. La nocin de alfabetismo funcional, a menos que se especifique funcional para qu o funcional para quin, carece de significado. 5) El desarrollo cultural. Durante las ltimas dos o tres dcadas, los antroplogos y los historiadores culturales nos han permitido conocer la sofisticacin de las culturas orales. Havelock (1963, 1982) dio pruebas de que gran parte de la gloriosa Grecia haba evolucionado en una cultura oral; la escritura haba tenido menos influencia en su invencin que en su preservacin. W. Harris (1989) demostr que el grado de alfabetizacin en la Grecia clsica distaba de ser universal, y era muy limitado. Probablemente no ms del 10% de los griegos en los tiempos de Platn saban leer y escribir. Thomas (1989) y Anderson (1989) demostraron que la cultura griega clsica era principalmente una cultura oral, que favoreca la dialctica, es decir, el anlisis y la argumentacin, como instrumentos de conocimiento, y que la escritura desempe un papel relativamente pequeo e insignificante. Por ende, no
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parece atinado atribuir los logros intelectuales de los griegos a su cultura escrita. Lloyd (1990, p. 37) descubri que el discurso que dio origen a los modos tpicamente griegos de pensamiento estaba mediado principalmente por el registro oral. Y los estudios antropolgicos de las culturas orales, lejos de confirmar las tempranas aseveraciones de Lvy-Bruhl (1910/1926, 1923), han revelado tanto formas complejas del discurso (Bloch, 1989; Feldman, 1991) como formas complejas del pensamiento que, por ejemplo, les permitieron a los marinos polinesios navegar miles de millas sin la ayuda de brjulas ni mapas (Gladwin, 1970; Hutchins, 1983; Oatley, 1977). Por tanto, no hay vnculos causales directos establecidos entre cultura escrita y desarrollo cultural, y las opiniones actuales oscilan entre la admiracin (La escritura es de la mayor importancia para el pensamiento; vase Baker, Barzun y Richards, 1971, p. 7) y el desdeo (Escribir algo no puede cambiar ni representar de modo significativo la representacin que tenemos de ello; vase Carruthers, 1990, p. 31). 6) La cultura escrita y el desarrollo cognitivo. Es simplemente un error dicen los crticos identificar los medios de comunicacin con el conocimiento que se comunica. El conocimiento puede comunicarse de diversas maneras: mediante el habla, la escritura, grficos, diagramas, cintas de audio, vdeos. El papel de la escuela no es desplazar las percepciones y creencias del nio en edad preescolar, sino explicarlas y elaborarlas, actividades stas que dependen tanto o ms del habla que de la escritura. El nfasis en los medios puede menoscabar la importancia del contenido que es comunicado. Adems, pasa por alto la significacin del contenido en la lectura y en el aprendizaje de la lectura. La habilidad de leer depende no slo del reconocimiento de las letras y las palabras, sino de la adicin al conocimiento general de los acontecimientos referidos en el texto; por ende, una distincin estricta entre habilidades bsicas y conocimiento especializado en insostenible. En segundo lugar, el uso de las habilidades relacionadas con la escritura como patrn respecto del cual puede evaluarse la competencia personal y social suele simplificarse demasiado. El alfabetismo funcional, la forma de competencia requerida para la vida cotidiana, lejos de ser un producto bsico, depende de manera crtica de las actividades particulares del individuo. Lo que es funcional para el obrero de un fbrica automatizada puede no serlo para un padre que quiere leerle a su hijo. Centrarse en las habilidades relacionadas con la escritura subestima seriamente la importancia de los saberes implcitos que los nios llevan a la escuela, as como la importancia del discurso oral en la concientizacin de esos saberes, es decir, en su transformacin en objetos del conocimiento. Las grandes cantidades de tiempo que algunos nios emplean en ejercicios de lectura correctiva podran dedicarse con mayor provecho a la adquisicin de informacin cientfica y filosfica. Por cierto, algunos investigadores consideran que la preocupacin por la escritura y el nfasis que en ella se pone son bastante confusos. Bloch (en prensa) destac que aun en la remota aldea rural de Madagascar que l ha estudiado, en la que la cultura escrita no tena significacin funcional ni social, todos, educados o no, estaban absolutamente convencidos del valor de la educacin y la escritura (p. 8). Por primera vez, muchos investigadores estn pensando en lo impensable: es posible que la cultura escrita est sobreestimada? Vemos, pues, que las seis hiptesis principales acerca de la importancia de la cultura escrita son actualmente discutidas. Sin embargo, aunque casi todas las
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hiptesis respecto de la escritura han demostrado ser problemticas, la cultura escrita y sus consecuencias no pueden ignorarse. Derrida (1976, pp. 30-31) seal que este factum de la escritura fontica es masivo: dirige toda nuestra cultura y toda nuestra ciencia, y no es por cierto un hecho ms entre otros. Abordar esta complejidad mediante la enumeracin de los pro y los contra, ventajas y desventajas de la escritura la as llamada perspectiva del balance tiene, como acabamos de ver, un uso limitado. Lo que se requiere es una teora o conjunto de teoras que expliquen el modo en que la escritura se relaciona con el lenguaje, la mente y la cultura. Una teora as no existe en la actualidad quiz porque los conceptos de cultura escrita y de pensamiento son demasiado generales o vagos. Eso no significa que no se hayan propuesto teoras de gran alcance e influencia. Aunque las analizaremos en detalle en los prximos dos captulos, puede ser til indicar la direccin general que esa actividad terica ha tenido en el pasado. Las grandes teoras sociales de Durkheim (1948) y Weber (1905/1930) relacionaban el cambio cognitivo con el cambio social, pero no le concedan a la escritura un papel significativo en las transformaciones que describieron. Durkheim sostena que las estructuras cognitivas son ante todo de naturaleza social; por ende, los cambios cognitivos son producto del cambio social; la cognicin surge de enfrentar y racionalizar nuevos roles y relaciones sociales. Weber, por su parte, estableci las posibles relaciones entre la tica del protestantismo y el auge del capitalismo, dado que esa tica se centraba en nuevas formas de autoridad y en formas de pensamiento concomitantes. Como lo seala Leach (1982), slo los aspectos sociolgicos de estas teoras han sobrevivido; la cuestin de cmo la cultura podra afectar la cognicin ha sido dejada de lado. El presente siglo ha sido testigo de dos grandes teoras psicolgicas que abordaron la cuestin desde otro ngulo, es decir, intentando explicar el cambio social sobre la base del cambio cognitivo; una vincul este ltimo con el avance de la ciencia, y la otra, con el avance de la cultura escrita. La primera de estas teoras fue enunciada por Lvy-Bruhl (1910/1926; 1923), quien propuso que las diferencias entre las culturas tradicionales y orales y las culturas modernas se explicaban a partir de las diferencias en el funcionamiento mental:
La mente primitiva, orientada segn la ley de la participacin, no perciba dificultades en afirmaciones que para nosotros son absolutamente contradictorias. Una persona es ella misma y al propio tiempo otro ser; est en un lugar y tambin en otra parte; es un individuo al igual que un colectivo, y as sucesivamente... La mente prelgica... mediante simbiosis mstica, senta y viva, esas verdades (p. 376).

La mente primitiva construy un mundo encantado, un mundo habitado por espritus y demonios, influido por encantamientos y augurios, en tanto que la mente racional dio origen a la concepcin cientfica del mundo, concepcin claramente basada en pruebas y en el principio de la explicacin causal y racional. Los trabajos de Lvy-Bruhl siguen constituyendo una apasionante introduccin a todos los estudios sobre la relacin entre cultura y pensamiento, aun cuando sus conclusiones ya no sean sostenibles. Lvy-Bruhl comparaba su religin con nuestra ciencia; aunque despus lo haya negado, haca equivaler el pensamiento primitivo con un pensamiento infantil; nunca plante la cuestin de la pertinencia de usar
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nuestras categoras conceptuales para analizar sus afirmaciones, e infera patrones de pensamiento a partir de formas de expresin cuando, en realidad, estas apenas admitan tal inferencia (Sperber, 1975). Sin embargo, la teora de las mentalidades de Lvy-Bruhl sigue siendo no slo una de las ms legibles, sino tambin una de las ms influyentes en la materia. Aunque nadie en la actualidad cree en la posibilidad de una mente no racional, ms que refutar a Lvy-Bruhl se ha intentado explicar sus observaciones de diferentes maneras (Goody y Watt, 1963/1968; Lloyd, 1990). Trabajos recientes sobre estilos y modos de razonamiento (Hacking, 1990; Tambiah, 1990) pueden considerarse derivados del inters de Lvy-Bruhl por los modos distintivos de pensamiento y conocimiento. La segunda de las grandes corrientes tericas, llamada por algunos autores Escuela de Toronto (Goody, 1987) debido a la convergencia de McLuhan, Havelock e Innis, es la teora de que las diferencias culturales descriptas por Lvy-Bruhl y otros podran explicarse en trminos de tecnologas de comunicacin especfica: primero, el alfabeto, y luego la imprenta. Aunque algunas versiones de esta teora gozan de buena salud (por cierto, creo que este volumen forma parte de esa tradicin), sus primeras formulaciones han recibido severas crticas, cuando no rotundas refutaciones. Ya he mencionado algunos de esos argumentos: la escritura no siempre ni en todo lugar conduce a la democracia, la ciencia y la lgica; algunas culturas no alfabticas poseen ciencias y filosofas abstractas; la evolucin de la cultura griega clsica se produjo a partir de formas especiales de debate poltico, y no del examen minucioso de documentos escritos; diferentes comunidades de lectores pueden procesar los mismos documentos escritos de maneras muy diferentes, entre otros elementos. Por otra parte, las especulaciones de McLuhan respecto del ojo y el odo para referirse al hombre oral versus el visual, o hemisferio izquierdo versus hemisferio derecho, me parecen meras metforas de las propiedades de las culturas letradas que tan brillantemente ha recogido y analizado, y distan de ofrecer una explicacin de esas propiedades. De hecho, McLuhan parece haber perdido las esperanzas de poder enunciar una teora general, y propone en cambio que todo intento de sntesis terica fue un retroceso hacia una cultura letrada obsoleta, y que en una cultura eclctica es preferible ocuparse de lo que se percibe, y no de los conceptos. La relacin postulada por Goody y Watt (1963/1968) entre escritura y auge del razonamiento silogstico fue criticada por Scribner y Cole (1981), quienes, al diferenciar cultura escrita de educacin, hallaron pocas pruebas que abonaran un efecto general de la escritura sobre el razonamiento. En su trabajo ms reciente, Goody (1987) atempera sus hiptesis originales respecto de la distintividad del alfabeto, aludiendo a las condiciones sociales en las que se usa la escritura, pero sostiene la nocin de que un registro escrito tiene ventajas prcticas decisivas para llevar a cabo una serie de funciones cognitivas. Para algunos autores, la afirmacin de Ong (1982): la escritura aumenta la conciencia, es plausible; otros, en cambio, la niegan rotundamente, como Carruthers (1990), quien sostuvo que escribir algo no puede cambiar nuestra representacin mental de la cosa. La hiptesis de Havelock (1982), que vincula la invencin de los griegos de la ciencia y la filosofa con la disponibilidad de un sistema de escritura es al menos discutible teniendo en cuenta los hallazgos de Lloyd (1979) sobre la importancia del debate poltico oral en esa evolucin. Basta con decir, en este punto, que la simple teora que relaciona la disponibilidad de un alfabeto o de la imprenta con patrones alterados de habla o pensamiento es, en el mejor de los casos,
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una conjetura, y en el peor, simplemente una falsedad (Finnegan, 1988; Halverson, 1992; Smith, 1989). Aunque la resolucin de este problema es el tema del presente libro, podemos sealar que, si bien puede demostrarse que la escritura y la cultura escrita han tenido importantes funciones utilitarias, como hacer posible una tradicin de investigacin documental (Eisenstein, 1979) y la comparacin y crtica de diversas versiones de acontecimientos (Goody, 1987, p. 237), ningn argumento lgico ni emprico ha establecido vnculos causales directos entre escritura y pensamiento, en parte debido a la ausencia de una clara nocin de lo que son la escritura o el pensamiento. Por cierto, las pruebas disponibles apuntan hacia la direccin opuesta. Recientemente, algunos autores proporcionaron pruebas de que los procesos cognitivos que algunos investigadores suponan dependientes de la escritura, como la memorizacin, la reflexin y la composicin de textos (Carruthers, 1990), o el pensamiento cientfico (Lloyd, 1990), fueron inventados en realidad por el discurso oral. Hasta la magistral Summa Theologica de Santo Toms de Aquino (1267-73/1964-81) fue dictada y no escrita, a partir de recuerdos y no de notas escritas. Sin embargo, es innegable que la invencin y el uso de sistemas de escritura fue instrumental, e incluso esencial, para la formacin de las sociedades burocrticas modernas. Y aunque no sea absolutamente irrebatible, es al menos plausible que la cultura escrita contribuya de manera especial al desarrollo de modos distintivos de pensamiento que son transmitidos por la educacin sistemtica. Pero para hacer tal afirmacin sera necesario un relevamiento mucho ms sutil de la naturaleza y las consecuencias de la cultura escrita, que distinga las consecuencias sociales de las psicolgicas, los usos de las habilidades bsicas de las ms avanzadas habilidades literarias, la importancia de la escritura para determinados grupos de la importancia para el pblico lector en general. Lograr esto requiere un anlisis ms cuidadoso de la escritura y la cultura escrita, de la manera en que funciona el lenguaje en contextos letrados y orales diversos, de los modos distintivos de pensamiento y formas especializadas del discurso que estn involucrados en el proceso, de las habilidades interpretativas que exige cada uno de ellos, y de la especial concepcin de la lengua, el ser y el mundo que resulta de esas actividades. En mi opinin, los intentos de enunciar una teora general han fallado debido a una serie de simplificaciones. En primer lugar, la cultura escrita se ha vinculado con la alfabetizacin, y no con los sistemas de notacin en general. En segundo lugar, se ha considerado que la escritura incluye la gramtica y la lgica, y no que provee una representacin de la gramtica y la lgica del habla comn. Por ende, el conocimiento y la conciencia metalingsticos fueron juzgados, alternativamente, como producidos por la escritura y como independientes de ella. En tercer lugar, la escritura fue considerada una funcin directa de un texto escrito, antes que el modo en que un grupo de lectores aborda los textos. Finalmente, la escritura se consider tanto inferior como superior al habla. Si se piensa la cultura escrita como la habilidad bsica para reconocer emblemas o descodificar letras en sonidos o palabras en significados, las consecuencias de la cultura escrita, aunque importantes, son inevitablemente limitadas. Pero si la consideramos en su sentido clsico, como la habilidad para comprender y utilizar los recursos intelectuales provistos por los tres mil aos de diversas culturas letradas, las
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consecuencias de su aprendizaje pueden ser enormes. Y no slo porque la cultura escrita ha permitido la acumulacin de tesoros que estn almacenados en textos, sino tambin porque entraa un variado conjunto de procedimientos para actuar sobre y pensar en el lenguaje, el mundo y nosotros mismos. Tal es el tema principal de este libro. Qu podemos esperar de una teora de la escritura y la cognicin? Debe establecer las relaciones entre habla y escritura, especficamente, las propiedades lxicas, gramaticales, pragmticas y discursivas del habla y la escritura, y el papel de la transcripcin en su divergencia. A su vez, debe dar cuenta del modo en que los cambios en las prcticas de lectura y escritura contribuyeron a los cambios de la orientacin conceptual que se asociaron con los cambios culturalmente significativos. Debe indicar los modos en que la enseanza de la lectura y la crtica de textos contribuye al desarrollo del pensamiento crtico en general. Debe contribuir a nuestra comprensin del desarrollo intelectual del nio desde la poca preescolar hasta los niveles ms avanzados de la escolaridad. Y debe facilitarnos una visin esclarecida acerca de cmo la cultura escrita y los textos escritos pasaron a ocupar la posicin de preeminencia y autoridad que tienen en las sociedades burocrticas modernas. Pero lo ms importante es que debe contribuir a una clara y defendible nocin de las ubicuas pero poco comprendidas nociones de lectura, escritura y pensamiento. Al mismo tiempo, una teora as debera ayudarnos a deshacernos de nuestros simples prejuicios respecto de la cultura escrita. Debe ofrecer una alternativa a la comprensin superficial del tema, cuyo resultado es la perpetuacin de la opinin de que quienes no pueden leer ni escribir son patticos y menesterosos, que el analfabetismo es un problema social comparable a la pobreza, la desnutricin y la enfermedad, con las cuales se lo suele agrupar, que los miembros de las sociedades grafas son salvajes ignorantes, que es imposible educar a los nios que no leen, y que aquellos que no han asistido a la escuela desconocen todo valor. Los argumentos que desarrollar se articulan en torno de la idea de que el fracaso de las primeras teoras de las consecuencias de la cultura escrita proviene de que todas ellas han supuesto que sta produce efectos a travs de los avances en los modos de escribir, es decir, en la forma de la escritura; por el contrario, sostendr que las consecuencias conceptuales surgen de los modos de leer, dado que el arte de la lectura es lo que permite que un texto sea tomado como modelo de forma verbal, esto es, de lo dicho. Estos modelos de lo que se dice, sean sonidos, palabras u oraciones, siempre son incompletos, lo que da origen a los problemas de interpretacin. Mientras que los textos escritos proporcionan modelos adecuadamente razonables para lo que se dice, son menos adecuados los modelos que ofrecen sobre cmo debe tomarse lo que se dice, lo cual, en nuestra jerga moderna, describimos como fuerza ilocucionaria. Los problemas de lectura/interpretacin no surgen, pues, de lo que los textos representan sonidos, palabras, oraciones, sino ms bien de lo que no representan, la manera o actitud del emisor respecto de lo dicho. Trazo aqu la historia de las soluciones al problema de la lectura/interpretacin, para mostrar cmo los modos de escribir y de leer dan como resultado un conjunto de creencias e hiptesis, un logocentrismo que va ms all de la comprensin que los lectores tienen de la lengua, del mundo y de s mismos. Abordo la nueva manera de leer las Escrituras sus significados intencionales, que cambi en la baja Edad Media y dio origen a la Reforma, y la
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correspondiente nueva manera de leer el Libro de la Naturaleza, que dio origen a la ciencia moderna temprana. Mi objetivo es mostrar cmo nuestra comprensin del mundo, es decir, nuestra ciencia, y nuestra comprensin de nosotros mismos, es decir, nuestra psicologa, son producto de nuestras maneras de interpretar y crear textos escritos, de vivir en un mundo de papel.

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