08 Un Beso Bajo La Lluvia
08 Un Beso Bajo La Lluvia
08 Un Beso Bajo La Lluvia
hileras de automviles que rodaban con las luces encendidas. Era un espectculo asombroso: la luz nacida en los faroles se colaba entre la lluvia mezclada de sonidos y neumticos mojados, de centros comerciales y nerviosos limpiaparabrisas, y de gente que corra en todas direcciones acosada por la repentina e inexplicable lluvia que nadie haba previsto. A los diez minutos, el prado qued convertido en un inmenso ro de gente mojada que corra chapoteando entre lo escurrido de la lluvia. Erick, continu mirando desde la ventana de su oficina en el quinto piso del edificio Florencia, contemplaba el cielo en una actitud inexplicable y profundamente melanclica. Sinti fro y cruzo los brazos. Trat de alejarse del cristal, en cuya superficie haba apoyado el rostro, sin embargo, una extraa fuerza le hizo abrir la ventana y coger algunas gotas de lluvia con ambas manos. Que fro dijo, como queriendo convencerse de su estado de inexistencia y comenz a sonrer. Mir sus manos empapadas y mir los edificios de enfrente: La Facultad de Ingeniera, El Banco Central, La Empresa de Telfonos y el inmenso Obelisco que se alzaba en medio de la lluvia; de esa lluvia, que sin saber por qu, le recordaba a Katty. Se sinti descubierto, acusado por sus recuerdos; entonces, sbitamente se moj la cara con el agua de lluvia y se sinti reconfortado y realmente vivo: su sonrisa lo delataba, ahora estaba feliz! . Cogi su mochila y sali sin despedirse, sin cerrar la ventana; baj las escaleras y al llegar al vestbulo se detuvo bruscamente; mir su alrededor y encontr un olor a gente amontonada. Camin serenamente, marcando escrupulosamente cada pisada, abrindose paso entre abrigos, bufandas y humo de cigarros. Abandon el edificio. De pronto estaba en media avenida, mirando en contra ruta, con los ojos fijos en las luces que venan. No supo como lleg ah. Los recuerdos de segundos anteriores eran historias del pasado que l no recordaba. Se sinti aturdido. No comprenda por qu miraba las ruedas de los autos, todas eran iguales, circulares y concntricas y brillaban con las luces que le quemaban los ojos tras los innumerables arco iris dibujados entre la lluvia y la noche. Esa incertidumbre le provoc un nuevo estado de irrealidad que disfrut por algunos segundos. Luego, ech su mochila a la espalda, sec su rostro hmedo con las mangas de la camisa y escondi las manos fras en los bolsillos del pantaln. Comenz a caminar de frente, hacia donde termina la noche, hasta perderse completamente. El agua le cubra los pies. Esa noche so con una meloda dulce e invisible que llegaba de los alrededores de una plaza con tres lados extensos e iguales, cuyas intersecciones definan vrtices tambin iguales, encerrando un equiltero perfecto y un sol artificial que alumbraba desde su centro. Trat de encontrar la meloda, de tocarla, de alcanzarla; pero cada intento lo alejaba ms de ella y la plaza se agrandaba, crecanle nuevos vrtices y lados y la msica se haca imperceptible, como si se encerrara en una pequea esfera de cristal para enterrarse definitivamente. Despus del desayuno, sali a mirar la persistente lluvia desde el zagun de su casa. Vio una calle vaca y cubierta de niebla. Era sbado, seguramente por eso estaba vaca. La panadera de la esquina continuaba cerrada y no dej sentir el olor de las galletas de miel y chocolate que se cocan en el horno. Esa soledad le llen de nostalgia y crey estar viviendo un cuento de hadas y que esta ciudad era un bosque encantado, cuya magia se rompera al pasar el otoo. La lluvia sigui siendo un mrbido y coqueto cuerpo de agua, ya sin sonido, pues, su msica ahora era parte del silencio. Erick, regres a su cuarto y decidi esperar a que escampara y terminara el da. Levant la cortina de la ventana para poder ver la calle, encendi la estufa, apag la luz y dej que el espacio se inunde con la insolente claridad de la niebla y pens en Alina, Que tontera dijo, casi riendo y moviendo la cabeza. Alina?Porqu Alina? Y repitiendo esto record que ayer pens en Katty. Movi la cabeza, como queriendo huir de sus recuerdos, y vio, por la ventana, que un gato caminaba en el muro de la casa de enfrente, lo mir curiosamente como estudindolo, el gato pareca hacer lo mismo (incluso repeta sus gestos) y dej or el nico sonido en ese extremado silencio de lluvia: Miiiaaauuu!. Erick trat de imitarlo, le pareci divertida su actitud y continu hacindolo. El gato no se mova a pesar de la lluvia, su pelaje blanco se perda en el fondo de cal que cubra la cuidad, slo sus ojos, enormes y resplandecientes, eran perceptibles; ya no era un juego, era una lucha de poder: Quin mantenga la mirada fija en los ojos del otro, sin parpadear, el mayor tiempo posible, sera el rey. Ninguno quiso ceder; ni el gato ni Erick. Despus de casi quince minutos, la niebla se hizo ms intensa y decidi el empate, el gato se haba ido. Erick volvi a pensar en Alina y Katty. Trat de entender por qu, cuando vea a Alina, senta deseos de acariciar a Katty, a quin no conoca siquiera pues slo la haba visto una vez en el cumpleaos de su prima Alina. Era cada vez ms frecuente pensar en Katty y terminar, de algn modo, relacionndola con su prima. La recordaba igual a ese da, en ese mismo instante, entre la misma gente; la recordaba como ese nico da: El cabello largo y oscuro, los labios rozados y carnosos, y los ojos lejanos y tiernos que evocaban la mirada de las nias que dicen adis a su primer amor. Esos ojos eran lo que ms le atraan, pensaba que eran ojos llenos de misterio, entonces recordaba a Alina y la segua imaginando, sin saber que la nia de la mirada lejana se haba desvanecido de su mente. Terminaba pensando en Alina, su pareja. Cogi un almohadn y se qued acurrucado en su cama, mirando por la ventana, tratando de ver al gato y confusamente pensando en el destino de las almas, Dnde irn las almas de los gatos? Se pregunt, y luego dijo serenamente, en un fluido
de voz que se confunda con la lluvia, como hablndole a los muebles en su propio lxico, en el lenguaje de la materia para que pudieran entenderle: Los gatos tienen alma? Call un instante y respondi despus para s mismo No lo s!. El silencio se mezcl con la niebla y se hizo ms denso, Erick trat de or sus pensamientos, sinti su respiracin notablemente activa; su corazn, armnico y preciso, lata un delicado comps que se transformaba en un sonido dulce a los odos, como el suave sonido de su sueo, y se pregunt: Es posible soar con sonidos?Soar con msica? Quiso interpretar el sueo que tuvo, sin embargo, todo aquello le pareca irracional e incoherente: Una plaza que crece, un sonido que se apaga; esto le provoc hambre y algo de somnolencia, alz su cuerpo y se puso las pantuflas, se sirvi una tasa de caf, pan y mantequilla. No baj a almorzar. Miiiaaauuu, miiiaaauuu. El gato haba vuelto y ahora era l quien observaba por la ventana desde la casa de enfrente. Erick despert despus de una siesta de casi cuatro horas y no recordaba el sueo que tuvo durante la siesta y tampoco record que deba hacer a esa hora. El reloj marc las cuatro de la tarde y comprendi recin que era parte del mundo y record su cita. Estir los brazos y estir la boca en un profundo bostezo, se sinti descansado y rejuvenecido. Fue hacia el espejo, mir su rostro; era moreno, de ojos chispeantes y oscuros, y de apariencia alegre. Se frot los ojos y contempl su barbilla: Necesito afeitarme pens, y continu mirando su rostro en el espejo. Se cepill los dientes y ahora la boca le saba a menta. Se unt crema para afeitar, cogi la navaja y acerc su rostro al espejo, entonces vio al gato reflejado en la pulida superficie del espejo y comprendi que no estaba solo: el gato haba llegado hasta su ventana. Volte despacio, temiendo espantarlo, y mir detenidamente los bigotes largos y blancos del gato. Cogi una toalla y se quito la crema, decidi no afeitarse. Se pein, arreglo el cuello de la camisa y tom su abrigo. Alina deba esperarlo a las cinco en la Iglesia de la Recoleta. Camin deprisa, sin importarle la persistente lluvia que se escurra en su rostro. Esa lluvia, que acarreaba consigo las ltima hojas podridas de los viejos rboles y dejaba a su paso el aroma melanclico de una ciudad recin lavada, recin nacida, le produjo un nuevo estado de irrealidad. Al llegar a la iglesia se persign, sin embargo, no vio a Alina, la busc insistentemente con la mirada. Decidi esperar y tranquilizarse. Se acomod en la ltima banca de la fila derecha. Trat de fijar su atencin en los cuadros y pinturas sacras que recubran las paredes del templo, observ la imagen de yeso de un cristo crucificado y se deslumbr con la desbordante fosforescencia que naca en la cpula mayor y creca hasta llenar el inmenso vano de la iglesia. La claridad de la iglesia desapareci de pronto, cuando unas manos hmedas de fro le cubrieron los ojos y una voz, que l recordaba de alguna vida anterior, le pregunt al odo: Quin soy?. Alina? Respondi l con otra pregunta. No! Contest la voz y le bes en la bocaSoy Katty! l comenz a temblar, se senta doblemente confundido y triplemente ansioso y complacido. Pero Dnde estaba Alina? No supo entonces quin era la voz, dud un instante entre el sabor del tierno beso y el recuerdo y la promesa de Alina. Crey, por instantes, que Alina haba descubierto todo y comprendi que no era la nica mujer en los pensamientos de Erick. Se sinti desnudo e indefenso, pero con un sabor a leche fresca que le haban dejado esos labios fugaces e irreconocibles, que luego tomaron forma definitiva en el rostro de Katty. Ella, se acomod a su derecha, en silencio; l, la mir como la primera vez: era la nia de los labios de rosa y la mirada lejana. Ella, le tom la mano cariosamente y salieron de la iglesia. Haba un sabor dulce en sus bocas. Afuera estaba Alina, bajo la lluvia; Erick se sinti nuevamente confundido y camin hacia ella sin soltar la mano de Katty. La mir fijamente un instante, en el que la lluvia pareca haberse esfumado, y descubri que Katty y Alina tenan esa misma expresin en los ojos, la de las nias que dicen adis a su primer amor y comprendi por qu pensaba tanto en ambas y relacionaba cada una de sus cualidades, como si las dos hicieran a una sola mujer. Las haba amado realmente a las dos sin darse cuenta, a escondidas, con el corazn, con esa extraa iracionalidad que slo los hombres poseen; en instantes de soledad, en esos sueos extraos con msica y soles artificiales, y, al besar a Alina, no slo la besaba a ella, sino, en el fondo tambin besaba a Katty. Alina se acerc y lo bes. l, sinti su cuerpo ms caliente que nunca pegado al de ella y sinti tambin las manos de Katty, libres de la humedad del fro y envueltas en un fuego inexplicable. Katty, mir ese prolongado acto sagrado casi ceremonial, se le estremecieron las entraas y se agitaron sus sentidos; sinti deseos de hacer lo mismo, junto a ellos, con ellos y as ser tres en ese instante y ser tres en ese prolongado y profundo beso bajo la lluvia. Fue un da agitado Pens Erick, y se qued dormido sobre su cama con la ropa puesta y oyendo por primera vez la lluvia en la ciudad. Despert, como de costumbre, a las seis y treinta de la maana y advirti que estaba con el pijama, Que raro dijo No recuerdo haberme puesto el pijama. Se levant y fue al ropero. Encontr el abrigo sin usar, lo mismo que la camisa, el pantaln y los zapatos que estaban limpios y secos. Abri la ventana y vio los rboles cargados de hojas y flores amarillas, el sol prometa ser esplndido, no haba seales de lluvia, ni siquiera de un leve chubasco; pero l recordaba dos das de intenso diluvio. Mir su reloj y advirti que marcaba viernes y no domingo, como l crea, slo entonces comprendi que todo haba sido un sueo. RMN.