Fallo de La Corte Interamericana de Derechos Humanos

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Corte Interamericana de Derechos Humanos

Caso Bueno Alves Vs. Argentina

Sentencia de 11 de mayo de 2007

(Fondo, Reparaciones y Costas)

En el caso Bueno Alves,

la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la Corte


Interamericana”, “la Corte” o “el Tribunal”), integrada por los siguientes jueces1:

Sergio García Ramírez, Presidente;

Cecilia Medina Quiroga, Vicepresidenta;

Manuel E. Ventura Robles, Juez;

Diego García-Sayán, Juez;

Margarette May Macaulay, Jueza, y

Rhadys Abreu Blondet, Jueza;

presentes, además,

Pablo Saavedra Alessandri, Secretario, y


Emilia Segares Rodríguez, Secretaria Adjunta,

de conformidad con los artículos 62.3 y 63.1 de la Convención Americana sobre


Derechos Humanos (en adelante “la Convención” o “la Convención Americana”) y
con los artículos 29, 31, 53.2, 55, 56 y 58 del Reglamento de la Corte (en adelante
“el Reglamento”), dicta la presente Sentencia.

Introducción de la Causa y Objeto de la


Controversia

1. El 31 de marzo de 2006, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 50 y


61 de la Convención Americana, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(en adelante “la Comisión” o “la Comisión Interamericana”) sometió a la Corte una
demanda en contra de la República de Argentina (en adelante “el Estado” o
“Argentina”), la cual se originó en la denuncia número 11.425, remitida a la
Secretaría de la Comisión el 24 de agosto de 1994 por el señor Juan Francisco
Bueno Alves. El 21 de septiembre de 1999 la Comisión aprobó el Informe de
admisibilidad No. 101/99 y posteriormente, el 7 de marzo de 2005, aprobó el
Informe de fondo No. 26/05 (en adelante “el Informe No. 26/05”) en los términos
del artículo 50 de la Convención, el cual contiene determinadas recomendaciones
para el Estado. La Comisión decidió someter el presente caso a la jurisdicción de la
Corte2, dado que el Estado, aún cuando había aceptado las conclusiones del Informe
No. 26/05, “no [dio] cumplimiento a las recomendaciones formuladas”.

2. La Comisión relató en su demanda que a principios de 1988 el señor Bueno


Alves, uruguayo residente en Argentina, de 43 años de edad y artesano marmolero
de profesión, inició una transacción de compraventa inmobiliaria con la señora
Norma Lage, operación que finalmente se frustró. A raíz de ello, en febrero de 1988
el señor Bueno Alves denunció a la señora Lage por estafa y amenazas por el
mencionado intento de transacción, lo que dio inicio a la causa No. 24.519. A su
vez, el 10 de marzo de 1988, la señora Norma Lage denunció por estafa y extorsión
al señor Bueno Alves y a otros, con base en la misma transacción, con lo cual se
abrió el proceso penal No. 25.314. Posteriormente, la causa No. 25.314 fue
acumulada a la causa No. 24.5193.

3. El 20 de marzo de 1988 las partes acordaron rescindir la transacción. Sin


embargo, el 5 de abril de 1988, cuando se estaba llevando a cabo una reunión con
tal fin, el señor Bueno Alves y su abogado, el señor Carlos Alberto Pérez Galindo,
fueron detenidos y la oficina profesional de éste fue allanada. Todas estas acciones
fueron realizadas por funcionarios de la División de Defraudaciones y Estafas de la
Policía Federal de Argentina, bajo mandato del juzgado a cargo del proceso penal
No. 24.519.

4. Según la Comisión, el señor Bueno Alves fue objeto de torturas consistentes en,
inter alia, golpes con la mano ahuecada en los oídos, mientras se encontraba en
sede policial la madrugada del 6 de abril de 1988, a fin de que declarase contra sí
mismo y su abogado, lo cual fue puesto en conocimiento del juez de la causa. A
consecuencia de estos golpes el señor Bueno Alves supuestamente sufrió un
debilitamiento en la capacidad auditiva del oído derecho y en el sentido del
equilibrio.

5. La Comisión sostuvo que, con base en la denuncia de torturas realizada el 8 de


abril de 1988, se inició el procedimiento judicial No. 24.079, que culminó sin que se
hubiese identificado y sancionado a los responsables de las torturas. La Comisión
alegó denegación de justicia en cuanto a la protección y a las garantías judiciales
requeridas para la investigación y sanción de responsables.

6. La Comisión requirió a la Corte que declarara que el Estado es responsable por la


violación de los derechos consagrados en los artículos 5 (derecho a la integridad
personal), 8 (derecho a las garantías judiciales) y 25 (derecho a la protección
judicial) de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 (Obligación de
respetar los derechos) de la misma, en perjuicio del señor Bueno Alves. Como
consecuencia de lo anterior, la Comisión solicitó a la Corte que ordenara al Estado
determinadas medidas de reparación a favor de la presunta víctima y sus
familiares.

7. El 20 de julio de 2006 la apoderada de la presunta víctima, señora Helena Teresa


Afonso Fernández (en adelante “la representante”), presentó su escrito de
solicitudes, argumentos y pruebas (en adelante “escrito de solicitudes y
argumentos”) en los términos del artículo 23 del Reglamento. Con base en los
fundamentos de hecho mencionados en la demanda, la representante solicitó que la
Corte declarara que, además de las violaciones alegadas por la Comisión, el Estado
es internacionalmente responsable por la violación de los derechos consagrados en
los artículos 7 (libertad personal), 11 (protección de la honra y la dignidad) y 24
(igualdad ante la ley) de la Convención Americana, y los artículos I, V, VI, XVII,
XVIII, XXV, XXVI y XXVIII de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre (en adelante la “Declaración Americana”). En virtud de ello, solicitó a la
Corte que ordenara al Estado la adopción de determinadas medidas de reparación.

8. El 26 de septiembre de 2006 el Estado presentó su escrito de contestación de la


demanda y observaciones al escrito de solicitudes y argumentos (en adelante
“contestación de la demanda”)4. En dicho escrito el Estado reiteró, como ya lo había
hecho ante la Comisión, “[su] aceptación expresa [a] las conclusiones del Informe
No. 26/05”, como así también “las consecuencias jurídicas que de ello se derivan”.
Sin embargo, refutó las alegaciones presentadas por la representante en relación
con la supuesta violación de los derechos contenidos en los artículos 7, 11 y 24 de
la Convención y los artículos I, V, VI, XVII, XVIII, XXV, XXVI y XXVIII de la
Declaración Americana, y sus pretensiones sobre reparaciones. A su vez, el Estado
informó que el 18 de febrero de 2006 había reiterado ante la Comisión su voluntad
de cumplir las recomendaciones del Informe No. 26/05 y le solicitó que de no
llegarse a un acuerdo sobre reparaciones con la representante, “el Gobierno y la
Comisión, en presentación conjunta, solicit[aran] a la […] Corte Interamericana […]
que, en su carácter de único órgano jurisdiccional del sistema, determine las
reparaciones a que en derecho hubiera lugar”. No obstante, el Estado señaló no
haber recibido respuesta formal a dicha solicitud hasta la fecha de la notificación de
la demanda.

II

Competencia
9. La Corte Interamericana es competente, en los términos del artículo 62.3 de la
Convención, para conocer el presente caso, en razón de que Argentina es Estado
Parte en la Convención Americana desde el 5 de septiembre de 1984 y reconoció la
competencia contenciosa de la Corte en esa misma fecha.

III

Procedimiento ante la Corte

10. La demanda de la Comisión fue notificada al Estado y a la representante el 26


de mayo de 2006. Durante el proceso ante este Tribunal, además de la
presentación de los escritos principales remitidos por las partes (supra párrs. 7 y
8), el Presidente de la Corte5 (en adelante “el Presidente”) ordenó recibir las
siguientes declaraciones rendidas ante fedatario público (affidávit): a) ampliación
del testimonio del señor Roberto Horacio Serrago; b) testimonio de la presunta
víctima, y c) peritaje contable del señor José Esteban Cornejo. Asimismo, ordenó la
realización de pericias médicas y psicológicas llevadas a cabo por equipos de
especialistas médicos, psiquiatras o psicólogos designados a partir de ternas
propuestas por la representante y el Estado. Además, en consideración a las
circunstancias particulares del caso, convocó a la Comisión Interamericana, a la
representante y al Estado a una audiencia pública para escuchar la declaración del
señor Jorge A. Caride, perito propuesto por la representante, así como los alegatos
finales orales sobre el fondo y las eventuales reparaciones y costas en el presente
caso.

11. El 22 de enero de 2007 la representante solicitó “se [tenga] por satisfecha […]
la […] testimonial de[l señor Bueno Alves]”, toda vez que las “cuestiones” sobre las
que iba a declarar “ya fueron abordadas por los peritos” que realizaron las
experticias médica y psiquiátrica (supra párr. 10)6. El testimonio del señor Bueno
Alves no fue allegado al Tribunal.

12. El 25 de enero de 2007 la representante solicitó al Tribunal que “autorice a que


el [i]nforme pericial [del señor Jorge A. Caride] se produzca ante [f]edatario
[p]úblico (affidávit)”, puesto que no fue posible “solventar los gastos para cumplir
con [su] presencia […] en la [a]udiencia [p]ública”. Asimismo, pidió que se la
excusara de estar presente en la audiencia pública7.

13. El 1 de febrero de 2007 el Presidente aceptó la excusa de la representante y


señaló que luego de la audiencia pública podría acudir al “procedimiento en el
estado en que [éste] se encuentre”, de conformidad con el artículo 27.2 del
Reglamento de la Corte.

14. La audiencia pública fue celebrada el 2 de febrero de 2007, durante el LXXIV


Período Ordinario de Sesiones de la Corte8.

15. El 16 de febrero de 2007 la Secretaría, siguiendo instrucciones del Presidente y


con base en el artículo 45.2 del Reglamento, requirió a la representante y al Estado
que presentaran determinada información y documentación en calidad de prueba
para mejor resolver, la cual fue remitida dentro del plazo establecido.
16. El 7 de marzo de 2007 el Estado envió su escrito de alegatos finales; la
Comisión y la representante presentaron sus respectivos escritos el 9 de marzo de
2007.

IV

Medidas Provisionales

17. El 22 de enero de 2007 la representante solicitó al Tribunal la adopción de


medidas provisionales, ante la supuesta “situación de temor, ten[s]ión, angustia e
incertidumbre [provocada por el] acoso [al] que [se] encontra[ban] sometidos por
el Estado”9.

18. Luego de analizados los argumentos que sustentaban dicha solicitud y las
observaciones que el Estado presentó al respecto, la Corte resolvió, el 2 de febrero
de 2007, desestimarla por improcedente.

Aceptación por parte del Estado del


Informe No. 26/05 de la Comisión
Interamericana

19. El 18 de febrero de 2006 el Estado señaló que “acepta[ba] las conclusiones


contenidas en el [I]nforme No. 26/05 [(supra párr. 8)] y ratifica[ba] su voluntad de
cumplir con las recomendaciones que de éste surgen”10.

20. Posteriormente, mediante comunicación de 30 de marzo de 2006 el Estado


manifestó “su plena vocación de cumplir acabadamente las recomendaciones
[…]contenidas”11 en el Informe 26/05. Además, señaló que

los esfuerzos desplegados desde el Gobierno […] para llegar a un acuerdo con la parte peticionaria en materia
de reparaciones pecuniarias –cuyo cumplimiento preferente fuera específicamente solicitado por éstos – han
sido infructuosos, habida cuenta de la incompatibilidad de los montos indemnizatorios pretendidos con los
estándares internacionales aplicables.

En tal sentido […] solicit[ó] formalmente [a la Comisión] que […] eleve el presente caso a la consideración de la
[…] Corte Interamericana de Derechos Humanos a efectos de que, en su carácter de único órgano jurisdiccional
del sistema, determine las reparaciones debidas a la víctima conforme a los hechos y conclusiones contenidos
en el [I]nforme 26/0512.

21. En su demanda ante la Corte, la Comisión se refirió a la aceptación del Estado


en los siguientes términos:

[h]abiendo aceptado las conclusiones del Informe 26/05, el Estado se allanó en cuanto a las conclusiones de
hecho y de derecho del mismo; dicho allanamiento tiene plenos efectos jurídicos. La Comisión considera que el
allanamiento estatal constituye una contribución positiva al desarrollo de este proceso13.

22. En su contestación a la demanda el Estado ratificó que


acepta las conclusiones contenidas en el [I]nforme 26/05 adoptado por la […] Comisión […], como así también
las consecuencias jurídicas que de ello se derivan. Sin perjuicio de ello, el Estado formul[ó] observaciones
correspondientes a los rubros respecto de los cuales se solicita una reparación, como así también en relación a
las personas […] postuladas como posibles beneficiarios de las mismas, en el marco de las observaciones
relativas al escrito de solicitudes, argumentos y pruebas presentado por la apoderada del señor Bueno Alves.

23. De la misma manera, en la audiencia pública celebrada en el presente caso


(supra párr. 14), el Agente del Estado manifestó, inter alia, que

en orden de su tradicional política de cooperación con los órganos del sistema interamericano el Gobierno
argentino decidió aceptar las conclusiones de dicho informe asumiendo su responsabilidad integral en el caso y
las consecuencias jurídicas que de ello se derivan.

24. Por su parte, en su escrito de solicitudes y argumentos la representante


manifestó que “aún luego de la elaboración del [I]nforme No. 26/05 […] no exist[e]
hasta el momento ni siquiera un gesto que demuestre [que el Estado ha]
comenzado a cumplimentar una sola de [las recomendaciones de la Comisión]”.

25. A criterio de la Corte, lo manifestado por el Estado constituye un


reconocimiento de responsabilidad internacional por los hechos y las violaciones
indicadas por la Comisión Interamericana. El Tribunal procederá a continuación a
analizar las consecuencias jurídicas que esto tiene.

a) Respecto a los hechos

26. Este Tribunal entiende que el Estado, al haber aceptado las conclusiones del
Informe 26/05 (supra párrs. 19, 22 y 23) y al no haber controvertido los hechos
que la Comisión planteó en su demanda, ha confesado éstos, que constituyen la
base fáctica de este proceso.

27. Por lo tanto, cesó la controversia sobre todos los hechos alegados en la
demanda, los cuales se tienen por establecidos conforme se detallará en los
capítulos siguientes.

b) Respecto a las pretensiones de derecho

28. En su Informe No. 26/05 la Comisión concluyó que el Estado había violado los
derechos contemplados en los artículos 5.1, 5.2, 8 y 25 de la Convención, en
relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio del señor Bueno Alves. Estas
mismas violaciones fueron las identificadas por la Comisión en su demanda.

29. El Estado aceptó plenamente las conclusiones de la Comisión (supra párrs. 8,


19, 20, 22 y 23).

30. Esta Corte considera que la “aceptación” del Estado constituye una
allanamiento a las pretensiones de derecho de la Comisión. De esta manera, ha
cesado la controversia respecto a la violación de los derechos del señor Bueno Alves
enunciados en el párrafo 6 supra.

31. Por otra parte, este Tribunal nota que el Estado, en su escrito de contestación a
la demanda (supra párr. 8),
rechaz[ó] categóricamente la atribución de responsabilidad en el escrito [de solicitudes y argumentos] por la
supuesta violación del derecho a la libertad personal consagrado por el artículo 7 de la Convención […].
Asimismo, el Estado rechaz[ó] que se hubiera vulnerado en perjuicio del señor Bueno Alves, los derechos
reconocidos en los artículos 11 y 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos […] y concordantes
de la Declaración Americana de [los] Derechos y Deberes del Hombre.

32. En consecuencia, la Corte considera que se mantiene la controversia respecto


de la supuesta violación de los derechos del señor Bueno Alves consagrados en los
artículos 7 (Derecho a la Libertad Personal), 11 (Protección de la Honra y de la
Dignidad) y 24 (Igualdad ante la Ley) de la Convención y “concordantes” de la
Declaración Americana.

c) Respecto a las pretensiones sobre reparaciones

33. El Estado, al haber aceptado las conclusiones del Informe No. 26/05, y
solicitado expresamente al Tribunal que “determine las reparaciones debidas al
señor […] Bueno Alves”, reconoció el deber que tiene de reparar las violaciones
causadas a la presunta víctima. El desacuerdo radica en el tipo, monto y
beneficiarios de las reparaciones. De tal manera, el Tribunal declara que existe
controversia en estos puntos.

**

34. La Corte considera que el reconocimiento de responsabilidad internacional del


Estado constituye una contribución positiva al desarrollo de este proceso, al buen
despacho de la jurisdicción interamericana sobre derechos humanos, en general, y
a la vigencia de los principios que inspiran la Convención Americana14.

35. En virtud de que la controversia subsiste en relación con las alegaciones de


derecho efectuadas por la representante (supra párr. 7), y teniendo en cuenta las
atribuciones que incumben a este Tribunal como órgano internacional de protección
de los derechos humanos, estima necesario dictar una sentencia en la cual se
determinen los hechos y todos los elementos del fondo del asunto, así como las
correspondientes consecuencias, en cuanto la emisión de la Sentencia contribuye a
la reparación del señor Bueno Alves, a evitar que se repitan hechos similares y a
satisfacer, en suma, los fines de la jurisdicción interamericana sobre derechos
humanos15.

VI

Prueba

36. Con base en lo establecido en los artículos 44 y 45 del Reglamento, así como en
la jurisprudencia del Tribunal respecto de la prueba y su apreciación16, la Corte
procederá a examinar y valorar los elementos probatorios documentales remitidos
por la Comisión, la representante y el Estado en diversas oportunidades procesales
o como prueba para mejor resolver solicitada por el Presidente, así como las
declaraciones testimoniales y periciales rendidas mediante affidávit. Para ello el
Tribunal se atendrá a los principios de la sana crítica, dentro del marco legal
correspondiente17.

A) Prueba Documental, Testimonial y Pericial


37. Por acuerdo del Presidente de la Corte fue recibida la declaración de los
siguientes testigos y peritos ante fedatario público:

a) Roberto Horacio Serrago: declaró sobre la ocupación del señor


Bueno Alves y las cotizaciones de las obras en el rubro de la
marmolería, así como sobre los ingresos que percibía el señor Bueno
Alves y el hermano de éste en los trabajos que realizaban en el
campo de la marmolería.

b) Doctores Julio Alberto Ravioli, Fernando Emilio Taragano, María del


Socorro Nievas y Germán Schlenker: evaluaron el daño físico y
mental o emocional que el señor Bueno Alves ha padecido como
producto de las supuestas torturas y violaciones a los derechos a las
garantías y protección judiciales; la afectación producida en su vida
diaria y en su actividad laboral, y el tratamiento que ha necesitado y
necesitaría para mitigar, superar o reducir esos daños, padecimientos
o sufrimientos.

c) Doctor Jorge Alberto Caride: se refirió al estado de salud del señor


Bueno Alves; su historia clínica, así como la evolución de la situación
de la presunta víctima desde que el perito lo conoció; las
consecuencias de los hechos denunciados en su vida diaria y en la de
su familia; el tratamiento que requeriría y su duración, y sus
conclusiones a partir de la atención que le ha brindado.

B) Valoración de la Prueba

38. En este caso, como en otros18, el Tribunal admite el valor probatorio de


aquellos documentos presentados oportunamente por las partes que no fueron
controvertidos ni objetados, ni cuya autenticidad fue puesta en duda.

39. En relación con los documentos remitidos como prueba para mejor resolver
(supra párr. 15), la Corte los incorpora al acervo probatorio del presente caso,
conforme a lo dispuesto en el artículo 45.2 del Reglamento.

40. Respecto de la documentación e información solicitada a las partes (supra


párrs. 10 y 15) y no presentada por éstas, la Corte observa que las partes deben
allegar al Tribunal las pruebas que éste les requiera. En efecto, el Presidente
ordenó que se recibiese la declaración del señor Bueno Alves rendida ante fedatario
público (supra párr. 10). Esta declaración debió haber sido remitida por la
Comisión, puesto que ella solicitó la prueba. La falta de dicha declaración impidió
contar con elementos necesarios para el análisis de las alegadas violaciones.

41. La Comisión, a solicitud de la representante, ofreció nueva documentación


referente al trámite llevado ante aquella. La Corte admite esta prueba por
considerarla útil.

42. Además de la documentación remitida en calidad de anexos a su escrito de


solicitudes y argumentos, la representante presentó prueba adicional en varias
oportunidades a lo largo del procedimiento seguido ante la Corte. La representante
presentó, inter alia: i) copias de piezas procesales de la causa No. 6229/06
referente a la denuncia por sustracción de documentación en la causa No. 24.519,
así como también copias de piezas del trámite ante la Comisión; ii) copia legalizada
del informe psiquiátrico del señor Bueno Alves de 9 de agosto de 2000, emitido por
el doctor Jorge A. Caride; iii) copia de la denuncia de 16 de noviembre de 2006
interpuesta por la representante ante el Ministerio Público por supuestas amenazas
en su contra. En la misma se menciona el fallecimiento “en circunstancias dudosas”
del señor Alejandro Gastón Oberlander, quien habría sido médico tratante del señor
Bueno Alves; iv) copia de la evaluación del doctor Jorge A. Caride de 22 de
noviembre de 2006, que señala que debido a su estado de salud el señor Bueno
Alves no puede asistir a la audiencia pública convocada en este caso, y copias de
piezas del trámite ante la Comisión; v) información referente a la internación del
señor Bueno Alves en una clínica privada “debido a una reagudización de su
Trastorno Depresivo”; y vi) gestiones realizadas ante la Secretaría de la
Organización de los Estados Americanos (OEA) y ante la Comisión para conseguir
apoyo financiero que le permita cubrir los gastos de su pasaje y estadía en Costa
Rica.

43. El Estado objetó parte de la prueba acompañada por la Comisión en su


demanda “por no constarle [su] autenticidad” y toda aquella presentada por la
peticionaria. En general, la prueba objetada consiste en documentación referente al
estado de salud del señor Bueno Alves; comprobantes de gastos de viaje; copias de
parte de los procesos No. 24.519 y No. 25.314 a cargo de los Juzgados de
Instrucción No. 30 y No. 21, respectivamente; escritos dirigidos a autoridades del
Estado argentino y de la Organización de Estados Americanos; presentación
contable, y recortes de prensa. De la misma forma, el Estado objetó parte de la
prueba adicional presentada por la representante (supra párr. 42). Así, señaló que
la prueba adjunta (supra párr. 42.ii), “exced[e] el objeto de la consulta y avanz[a],
con manifiesta improcedencia, sobre otros aspectos de la contestación de [la]
demanda realizada por el Estado”. Además, objetó la documentación presentada en
relación con la dudosa causa de muerte del señor Oberlander (supra párr. 42.iii),
indicando que “no se advierte el vínculo entre tales supuestos […] y el ofrecimiento
de prueba en análisis”; y objetó el comprobante de la supuesta internación del
señor Bueno Alves (supra párr. 42.v) en un establecimiento de salud, en vista de
que “no queda claro si se trata de una sugerencia de tratamiento realizada por el
profesional […], o efectivamente se produjo su internación”. Por otra parte, el
Estado presentó observaciones a las declaraciones presentadas por la
representante.

44. Al respecto, la Corte nota, primero, que una porción de la prueba aportada por
la Comisión, cuya autenticidad ha sido cuestionada, corresponde a documentos
obrantes en un proceso ante el poder judicial argentino. Este Tribunal no encuentra
motivo alguno para no reconocerles valor probatorio.

45. En lo que respecta a la prueba adicional aportada (supra párr. 42), la Corte
estima que dicha información puede contribuir a la determinación, por parte del
Tribunal, de los hechos en el presente caso, en cuanto ilustra aspectos relacionados
con el contexto del mismo, la búsqueda de justicia y las pretensiones de la
representante en materia de reparaciones. Las mismas consideraciones habrán de
aplicarse a las declaraciones testimoniales y periciales ofrecidas por la
representante. Por ello, la Corte considera oportuno valorar esta información
aplicando las reglas de la sana crítica, dentro del marco legal en estudio, y tomando
en cuenta las observaciones del Estado.

46. En relación con los documentos de prensa presentados por las partes, este
Tribunal considera que pueden ser apreciados cuando recojan hechos públicos y
notorios o declaraciones de funcionarios del Estado, no rectificadas, o cuando
corroboren aspectos relacionados con el caso19 y acreditados por otros medios.

47. Ahora bien, en cuanto a la información aportada por la representante en


relación con la muerte del señor Alejandro Oberlander “en circunstancias dudosas”,
la representante no ha presentado, más allá de conjeturas, argumentos suficientes
que relacionen de alguna manera esa muerte con los hechos del presente caso, o
que siquiera vinculen al Estado con tal acontecimiento. Por ello, esta Corte
considera que dicha información no está relacionada con el fin u objeto del presente
caso y por consiguiente no será tomada en cuenta. Con esta decisión se atiende a
la solicitud del Estado respecto al desglose de dicha documentación (supra párr.
43).

48. Por otro lado, junto con la prueba para mejor resolver dispuesta por el
Presidente de la Corte, la representante remitió documentos adicionales que no
fueron solicitados. Este legajo puede clasificarse en 7 partes. La primera
corresponde a copias de documentos ya remitidos anteriormente por la propia
representante o por la Comisión Interamericana. La segunda corresponde a copias
de la legislación interna. La tercera está compuesta por documentos referentes a
transacciones comerciales de compraventa de materiales de construcción (en
especial mármol) de distintas empresas, algunas de las cuales aparentemente
están relacionadas con el testigo Roberto Serrago (supra párr. 37). La cuarta
consiste en un contrato de una unión obrera y un convenio colectivo de trabajo. La
quinta se refiere a una carta de recomendación laboral a favor del señor Bueno
Alves. La sexta corresponde a un contrato entre el hermano del señor Bueno Alves,
Delcio Ventura Bueno Alves, y una tercera persona, mediante el cual constituyen la
empresa Mármol Centro S.R.L., y algunos documentos relacionados con esta
empresa. Finalmente, la séptima corresponde a dos declaraciones: i) la ampliación
de la pericia de los médicos Fernando Taragano y Julio Ravioli (supra párr. 37), que
no se rindió ante fedatario público, y ii) el testimonio del señor Jorge Gustavo
Malagamba rendido ante fedatario público (affidávit).

49. El Estado indicó que dicha prueba debía ser rechazada, “toda vez que su
presentación en esta etapa procesal resulta palmariamente extemporánea”. La
Comisión no presentó observaciones.

50. La Corte estima que no es necesario hacer mayores precisiones sobre los
documentos presentados que ya habían sido remitidos anteriormente por la propia
representante o por la Comisión Interamericana, puesto que ya obraban en el
expediente de este caso. La legislación interna y la carta de recomendación a favor
de la presunta víctima pueden ser útiles para la apreciación de las pretensiones
sobre reparaciones, por lo que se admiten e incorporan al acervo probatorio. Los
documentos relativos a transacciones comerciales, así como los contratos obreros y
colectivos, que no fueron remitidos oportunamente, se refieren a empresas o
personas ajenas o distintas a la presunta víctima y sus familiares, no guardan
relación con los hechos de este caso y, en consecuencia, deben ser desestimados.
El contrato del hermano del señor Bueno Alves y los documentos relacionados, más
allá de informar sobre la creación de una empresa, no aportan datos acerca de este
caso, y no fueron presentados oportunamente, por lo que son desestimados.
Finalmente, en lo que respecta a las declaraciones remitidas, la Corte resalta que la
representante no solicitó al Tribunal o a su Presidente que se autorizara la
ampliación de la pericia de los médicos que actuaron en este procedimiento, y que
dicha ampliación no fue rendida ante fedatario público. Consecuentemente, no se
reconoce valor probatorio a ese documento. En cuanto a la declaración del señor
Jorge Gustavo Malagamba, el Presidente de la Corte expresamente señaló en su
Resolución de 6 de diciembre de 2006 (supra párr. 10) que “el ofrecimiento de la
declaración del señor Malagamba no resulta pertinente para la resolución de esta
causa”, por lo que resolvió “[n]o requerir a la representante” que la remita. La
representante hizo caso omiso de lo dispuesto por el Presidente y remitió esta
declaración. Al respecto, el Tribunal considera que esta prueba es inadmisible, por
improcedente, como lo advirtió el Presidente, y así lo declara.

51. Finalmente, la representante, con posterioridad a la remisión de su escrito de


alegatos finales, y a la remisión de la prueba para mejor resolver solicitada por el
Presidente, presentó documentos adicionales que no fueron solicitados,
consistentes en copias de algunas publicaciones de una revista especializada en
vivienda y construcción. La representante no alegó fuerza mayor o impedimento
grave que le hubiese imposibilitado remitir esa información con anterioridad. Tal
documentación fue transmitida al Estado y a la Comisión Interamericana para que
presentaran sus observaciones. El Estado solicitó que tal documentación sea
rechazada, por extemporánea y porque constituye “una palmaria muestra de
deslealtad procesal”. La Comisión no presentó observaciones.

52. Sobre el particular, la Corte decide no incorporar esta documentación al


expediente del presente caso, puesto que fue presentada extemporáneamente, sin
justificación para ello.

53. Efectuado el examen de los elementos probatorios que constan en el


expediente, la Corte pasa a analizar las violaciones alegadas en el presente caso,
considerando los hechos ya reconocidos y los que resulten probados20, incluidos en
cada capítulo según corresponda. Asimismo, la Corte recogerá los alegatos de las
partes que sea pertinente analizar, tomando en cuenta la aceptación de los hechos
y pretensiones formulada por el Estado.

VII

Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre

54. La representante solicitó a la Corte que declare que el Estado es responsable


por la supuesta violación a los derechos consagrados en los artículos I, V, VI, XVII,
XVIII, XXV, XXVI y XXVIII de la Declaración Americana.

55. Al respecto, es importante notar lo señalado anteriormente por este Tribunal,


en el sentido de que “[p]ara los Estados Miembros de la Organización [de Estados
Americanos], la Declaración es el texto que determina cuáles son los derechos
humanos a que se refiere la Carta”21. Es decir, “para estos Estados la Declaración
Americana constituye, en lo pertinente y en relación con la Carta de la
Organización, una fuente de obligaciones internacionales”22. Lo anterior es
plenamente aplicable a Argentina como Estado Miembro de la OEA.

56. Sin embargo, en lo que se refiere a la aplicación de la Declaración hay que


distinguir entre las competencias de la Comisión y de la Corte Interamericanas, y
respecto a esta última, entre sus competencias consultiva y contenciosa.
57. En lo referente a la Comisión, los artículos 1.2.b) y 20 de su Estatuto, el
artículo 23 y el Capítulo III de su Reglamento definen la competencia de la misma
respecto de los derechos humanos enunciados en la Declaración.

58. En lo que respecta a la competencia consultiva de la Corte, ya fue establecido


con anterioridad que

[t]eniendo en cuenta que la Carta de la Organización y la Convención Americana son tratados respecto de los
cuales la Corte puede ejercer su competencia consultiva en virtud del artículo 64.1, ésta puede interpretar la
Declaración Americana y emitir sobre ella una opinión consultiva en el marco y dentro de los límites de su
competencia, cuando ello sea necesario al interpretar tales instrumentos23.

59. Finalmente, respecto a su competencia contenciosa, “la Corte generalmente


considera las disposiciones de la Declaración Americana en su interpretación de la
Convención Americana”24, pero

[p]ara los Estados Partes en la Convención la fuente concreta de sus obligaciones, en lo que respecta a la
protección de los derechos humanos es, en principio, la propia Convención. Sin embargo hay que tener en
cuenta que a la luz del artículo 29.d), no obstante que el instrumento principal que rige para los Estados Partes
en la Convención es esta misma, no por ello se liberan de las obligaciones que derivan para ellos de la
Declaración por el hecho de ser miembros de la OEA25.

60. En vista de lo anterior, la Corte considera que en el presente caso contencioso


podrá utilizar la Declaración Americana, de considerarlo oportuno, en la
interpretación de los artículos de la Convención Americana que la Comisión y la
representante consideran violados.

VIII

Artículo 7 (Derecho a la Libertad Personal)26

de la Convención Americana

61. La Comisión Interamericana no alegó la violación del artículo 7 de la


Convención en perjuicio del señor Bueno Alves. Las alegaciones al respecto fueron
realizadas por la representante de la presunta víctima, quien afirmó que la
Comisión, en su demanda, persistió en “su yerro inicial del Informe No. 101/99”,
cuando señaló que “el 5 de abril de 1988, el señor Bueno Alves y su abogado
fueron detenidos […] bajo mandato del juez Cardinali a cargo del proceso penal No.
24519”.

62. A criterio de la representante, fue el juez Héctor Grieben, titular del Juzgado de
Instrucción No. 21, quien ordenó la detención del señor Bueno Alves el 5 de abril de
1988 en el marco del proceso No. 25.314 iniciado por la señora Norma Lage.
63. Según la representante, la violación del artículo 7 de la Convención se cometió
cuando el Juez No. 21 (a cargo de la causa Lage vs. Bueno Alves y otros), al recibir
constancia de que se estaba tramitando con anterioridad otro proceso con los
mismos actores y por hechos similares, no comunicó de manera inmediata al Juez
No. 30 (a cargo de la causa Bueno Alves vs. Lage) tal situación, y no le envió todas
las actuaciones. El Juez No. 21 prosiguió conociendo el sumario y mantuvo a la
presunta víctima detenida por espacio de 15 días.

64. El Estado controvirtió las alegaciones de la representante. Citó a su favor el


Informe No. 101/99, mediante el cual la Comisión declaró inadmisible la alegada
violación del artículo 7 de la Convención. Además, el Estado señaló que en el
presente caso se han cumplido todos los requisitos básicos de la detención. Según
el Estado, el señor Bueno Alves “fue detenido por orden de un juez natural,
independiente e imparcial, de conformidad con el principio de legalidad y con
arreglo a la legislación vigente. […] Fue debidamente informado de las razones que
motivaron su detención, […] llevado sin demora alguna ante un juez [e
interrogado en] presencia de su propio abogado defensor”.

65. El Estado consideró que el hecho de que hubiera una denuncia presentada por
el señor Bueno Alves contra la señora Lage respecto de los hechos relacionados con
la compraventa de un inmueble, no proyecta ningún efecto en relación con la
legalidad de la detención ordenada por el Juez No. 21, toda vez que ésta se funda
en una denuncia contra Bueno Alves formulada por la citada señora Lage, cuyo
examen recayó en un magistrado diferente del que instruía la denuncia presentada
por la presunta víctima. Para el Estado, la eventual conexidad entre ambas causas
no puede suponer que la detención dispuesta por el Juez No. 21 haya sido ilegal.

66. Al respecto, la Corte observa que, efectivamente, la Comisión señaló en su


Informe No. 101/99 que:

[n]ada de lo aportado por el peticionario permite a la Comisión concluir que [sus] alegaciones comportan una
vulneración de las disposiciones contenidas en el artículo 7 de la Convención […]. El peticionario fue detenido
“por las causas y en las condiciones fijadas de antemano […] por las leyes de Argentina.

Tampoco se colige de lo sostenido por el peticionario que el juez del proceso No. 24519, que decretó su
detención, actuó de modo ilegal o manifiestamente abusivo, excediendo los límites de discreción razonable en
el ejercicio de su magistratura.

En consecuencia, la Comisión concluye que las alegaciones del peticionario sobre su supuesta detención ilegal,
aún si se confirman, no caracterizan una violación de la Convención, y en particular de su artículo 7, según lo
requieren los artículos 47(b) de la misma y […] 41(b) del Reglamento de la Comisión. Por el contrario, a criterio
de la Comisión, tales alegaciones resultan manifiestamente infundadas, a tenor de lo dispuesto en el artículo
47(c) y 41 (c) del Reglamento de la Comisión.

Y declaró:

inadmisibles las alegaciones contenidas [en] el presente caso sobre [la] violación del artículo 7 de la
Convención27.

67. La Comisión adoptó la decisión anterior conforme a sus atribuciones


establecidas en el artículo 47 de la Convención Americana y a su propio
procedimiento. La Corte no encuentra elementos para modificar en este caso lo ya
resuelto por la Comisión Interamericana.

IX
Artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal)28 en relación con el artículo
1.1

(obligación de respetar los derechos) de la

Convención Americana

68. La Comisión Interamericana ha denunciado que Argentina violó el derecho a la


integridad personal del señor Bueno Alves “en razón de su sometimiento a torturas
mientras se encontraba bajo la custodia del Estado”. La representante de la
presunta víctima presentó alegaciones en el mismo sentido.

69. El Estado confesó la alegada violación al derecho a la integridad personal del


señor Bueno Alves, lo que ha sido valorada positivamente por esta Corte (supra
párr. 34). No obstante, y sin perjuicio de lo anterior, el Tribunal considera
pertinente analizar en este capítulo ciertos aspectos relativos a aquélla.

70. Por otro lado, aún cuando la Comisión Interamericana y la representante no


hayan alegado expresamente la violación del artículo 5 de la Convención en
perjuicio de los familiares de la presunta víctima, han referido que éstos sufrieron
ciertas afectaciones de las que derivaría, según su criterio, el derecho a recibir
reparaciones. El Estado tuvo la posibilidad de controvertir estas alegaciones, lo que
en efecto hizo (infra párr. 97). En virtud de lo anterior y teniendo en cuenta el
principio iura novit curia, que autoriza al Tribunal, siempre y cuando se respete la
situación fáctica delimitadora de la causa, a calificar la situación o relación jurídica
en conflicto de manera distinta a como lo hicieran las partes, resulta oportuno
analizar si en el presente caso los familiares del señor Bueno Alves han sufrido una
violación a su integridad personal (infra párrs. 96 a 104).

A) Respecto al señor Juan Francisco Bueno Alves

71. El 8 de abril de 1988 el señor Bueno Alves denunció en su primera declaración


ante el juez que ordenó su detención, que

[e]l día 6 del actual [mes de abril] a la hora 1 aproximadamente, en el interior de su lugar de detención, en una
oficina que decía “Anti-secuestro”, del Departamento Central de Policía, en donde estaba alojado, el mismo
Oficial de Policía [que procedió a su detención] –del que ignora su nombre, apellido y jerarquía, pero que le dijo
era abogado, y que vestía de civil-, le aplicó golpes con la mano ‘ahuecada’, en ambos oídos, sintiendo en este
momento, a raíz de ello, una dificultad en el oído derecho, sintiendo como zumbidos, y por ello solicita examen
médico. No sólo este oficial le aplicó estos golpes, sino que otra persona, también vestida de civil, se colocó
detrás del dicente, por orden de ese Oficial, y también le aplicó golpes con sus manos ‘ahuecadas’, sobre el
oído derecho. Que al ser golpeado de esta manera, el dicente reaccionó diciendo ‘mátenme’, por lo que el
Oficial hizo una seña al otro policía, y éste le apoyó un arma de fuego sobre la sien derecha. También fue
insultado en relación a su nacionalidad29.

72. El 4 de mayo de 1988 el señor Bueno Alves amplió su declaración inicial y


reiteró que fue golpeado “en los oídos con la palma de la mano ahuecada
produciéndole dolores, zumbidos que aún persisten”, y agregó que “también fue
golpeado en el estómago con golpes de puños, los cuales cesaron al manifestar […]
que tenía úlcera”. Asimismo, señaló que fue privado de su medicación para la
úlcera. El señor Bueno Alves refirió que “dichos golpes fueron para que conf[esara]
o declarara en contra del Dr. Pérez Galindo”30, quien había sido su abogado hasta
ese entonces.

73. El señor Bueno Alves posteriormente identificó a René Jesús Derecho31 como el
policía que lo detuvo y maltrató, y al policía Horacio Soto como quien “habría
presenciado la agresión padecida por él, [y] se r[eía] mientras lo agredían, pero no
intervi[no] activamente”32. No pudo identificar a la persona que también lo habría
golpeado siguiendo órdenes del señor Derecho.

74. De la prueba ofrecida, así como de la confesión del Estado respecto a los
hechos del presente caso (supra párr. 26), la Corte tiene por demostrado que el
señor Bueno Alves fue golpeado en los oídos33 y en el estómago, insultado en razón
de su nacionalidad y privado de su medicación para la úlcera, por agentes
policiales, mientras se encontraba detenido bajo su custodia34, con el fin de que
confesara en contra del señor Pérez Galindo35, quien también se encontraba
detenido36.

75. Una vez que se ha tenido por demostrado los hechos señalados en los párrafos
anteriores, queda por determinar si tales actos constituyen tortura. Previo a ello, la
Corte resalta que el Estado no objetó la calificación de “tortura” que la Comisión y
la representante dieron a tales hechos. Es más, el propio Estado en su contestación
a la demanda se refirió al trato padecido por la presunta víctima como “hechos de
tortura”. No obstante la existencia de esta admisión, que en otras vertientes del
enjuiciamiento relevaría al Tribunal de hacer mayor análisis, el Tribunal entra a
hacer las consideraciones de derecho pertinentes.

76. En primer lugar, la Corte reitera su jurisprudencia en el sentido de que la


tortura y las penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes están estrictamente
prohibidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. La prohibición
absoluta de la tortura, tanto física como psicológica, pertenece hoy día al dominio
del jus cogens internacional. Dicha prohibición subsiste aun en las circunstancias
más difíciles, tales como guerra, amenaza de guerra, lucha contra el terrorismo y
cualesquiera otros delitos, estado de sitio o de emergencia, conmoción o conflicto
interno, suspensión de garantías constitucionales, inestabilidad política interna u
otras emergencias o calamidades públicas37.

77. Los tratados de alcance universal38 y regional39 consagran tal prohibición y el


derecho inderogable a no ser torturado. Igualmente, numerosos instrumentos
internacionales consagran ese derecho y reiteran la misma prohibición40, incluso
bajo el derecho internacional humanitario41.

78. Ahora bien, para definir lo que a la luz del artículo 5.2 de la Convención
Americana debe entenderse como “tortura”, la Corte debe tomar en cuenta la
definición que al respecto hace la primera parte del artículo 2 de la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura (en adelante “CIPST”)42, así
como las diversas definiciones contenidas en algunos de los instrumentos citados
en el párrafo anterior. Esto es particularmente relevante para el Tribunal, puesto
que conforme a su propia jurisprudencia, “al dar interpretación a un tratado no sólo
se toman en cuenta los acuerdos e instrumentos formalmente relacionados con éste
(inciso segundo del artículo 31 de la Convención de Viena), sino también el sistema
dentro del cual se inscribe (inciso tercero del artículo 31)”43. Esta orientación tiene
particular importancia para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que
ha avanzado sustancialmente mediante la interpretación evolutiva de los
instrumentos internacionales de protección44.

79. En razón de lo expuesto, la Corte entiende que los elementos constitutivos de la


tortura son los siguientes: a) un acto intencional; b) que cause severos
sufrimientos físicos o mentales, y c) que se cometa con determinado fin o
propósito45.
80. La Corte pasa ahora a analizar los hechos del presente caso a la luz de lo
indicado en el párrafo previo.

i) intencionalidad

81. Las pruebas que constan en el expediente acreditan que los actos cometidos
fueron deliberadamente infligidos en contra de la víctima y no producto de una
conducta imprudente, accidente o caso fortuito.

ii) finalidad

82. El señor Bueno Alves denunció en su declaración ante el juez que investigaba
los actos de maltrato (supra párr. 71) que éstos tuvieron como propósito que
confesara en contra de quien era su abogado, el señor Carlos Alberto Baltasar Pérez
Galindo. En vista de ello y teniendo en cuenta la aceptación del Estado, la Corte
considera que los maltratos tuvieron como finalidad específica forzar la confesión
del señor Bueno Alves.

iii) sufrimiento

83. Finalmente, al apreciar la severidad del sufrimiento padecido, la Corte debe


tomar en cuenta las circunstancias específicas de cada caso, teniendo en cuenta
factores endógenos y exógenos. Los primeros se refieren a las características del
trato, tales como la duración, el método utilizado o el modo en que fueron infligidos
los padecimientos, así como los efectos físicos y mentales que éstos tienden a
causar. Los segundos remiten a las condiciones de la persona que padece dichos
sufrimientos, entre ellos la edad, el sexo, el estado de salud, así como toda otra
circunstancia personal46.

84. El sufrimiento que el señor Bueno Alves padeció queda evidenciado en su


testimonio inicial, en el que especifica que “al ser golpeado de esta manera, […]
reaccionó diciendo ‘mátenme’”47. De igual forma, cobran especial relevancia los
efectos físicos que el trato produjo. Según los hallazgos de los peritos médicos que
presentaron sus informes (supra párr. 37), el tratamiento padecido por el señor
Bueno Alves le produjo una “[p]erforación de la membrana timpánica de 2mm. de
diámetro”48, que conllevó una pérdida de la audición del 0,3% en el oído izquierdo y
16.7% en el oído derecho, así como severos padecimientos psicológicos. En efecto,
los peritos psiquiatras que actuaron en este proceso expusieron que:

En relación a los hechos de la litis […] su relato es claro, emotivo pero a la vez pudoroso. No resulta
grandilocuente ni busca causar impacto emocional en el oyente. Su relato resulta verosímil. […] A partir de ese
episodio, ocurrido hace más de 18 años, todo hecho de su existencia parece quedar asociado, de una manera u
otra, a dicho episodio. Como sintomatología reactiva al mismo refiere […] fallas amnésicas, trastornos en el
dormir, estado de alerta y temores permanentes, inactividad laboral total y un estilo de vida social y afectiva
supeditada al sistema de recaudos y seguridades instaurado a posteriori del episodio del 88. Es ahí, siempre
según sus dichos, puntualmente durante la detención que sufriera, que comienza con trastornos alimenticios y
en la piel. […] Su actividad mental y también su vida cotidiana […] parecen capturadas por el tema. Tema que
parece ser la razón de su existir. Toda su energía psíquica está puesta allí. Ha montado un sistema de
constantes recaudos, acompañado de una actitud hipervigilante. […] No aparecen indicadores de simulación49.

85. Además, los peritos concluyeron que los trastornos producidos por los maltratos
impidieron e impiden al señor Bueno Alves “desarrollar sus actividades cotidianas”,
y requieren la continuidad de un tratamiento psiquiátrico psicológico “de por
vida”50.
86. Por todo lo anterior, y tomando en consideración la confesión del Estado (supra
párrs. 19, 22, 23 y 26 a 29), esta Corte considera que los hechos alegados por la
Comisión y la representante, y probados en este caso, constituyeron tortura en
perjuicio del señor Bueno Alves, lo que implica la violación por parte del Estado al
derecho consagrado en el artículo 5.1 y 5.2 de la Convención Americana, en
relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de la persona mencionada.

87. Sin perjuicio de lo expresado en el párrafo anterior, la Corte comparte el criterio


del Estado expresado en su contestación de demanda respecto a que “si bien los
actos de tortura perpetrados contra el [señor Bueno Alves] han quedado alcanzados
por la protección […] de la Convención [Americana], ello no significa que deban ser
calificados per se como delitos de lesa humanidad”, como lo pretende la
representante de la víctima, debido a que tales actos no formaron parte de un
contexto de ataque generalizado o sistemático contra una población civil51.

**

88. Respecto de la obligación de garantizar el derecho reconocido en el artículo 5


de la Convención Americana, la Corte ha señalado que ésta implica el deber del
Estado de investigar posibles actos de tortura u otros tratos crueles, inhumanos o
degradantes52. La obligación de investigar se ve reforzada por lo dispuesto en los
artículos 1, 6 y 8 de la CIPST, de acuerdo con los cuales el Estado se encuentra
obligado a “tomar[…] medidas efectivas para prevenir y sancionar la tortura en el
ámbito de su jurisdicción”, así como a “prevenir y sancionar […] otros tratos o
penas crueles, inhumanos o degradantes”. Además, de acuerdo con lo dispuesto
en el artículo 8 de esta Convención,

cuando exista denuncia o razón fundada para creer que se ha cometido un acto de tortura en el ámbito de su
jurisdicción, los Estados partes garantizarán que sus respectivas autoridades procederán de oficio y de
inmediato a realizar una investigación sobre el caso y a iniciar, cuando corresponda, el respectivo proceso
penal.

89. En igual sentido, el Tribunal ha señalado anteriormente que:

a la luz de la obligación general de garantizar a toda persona bajo su jurisdicción los derechos humanos
consagrados en la Convención, establecida en el artículo 1.1 de la misma, en conjunto con el derecho a la
integridad personal conforme al artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal) de dicho tratado, existe la
obligación estatal de iniciar de oficio e inmediatamente una investigación efectiva que permita identificar,
juzgar y sancionar a los responsables, cuando existe denuncia o razón fundada para creer que se ha cometido
un acto de tortura53.

90. En definitiva, el deber de investigar constituye una obligación estatal imperativa


que deriva del derecho internacional y no puede desecharse o condicionarse por
actos o disposiciones normativas internas de ninguna índole. Como ya ha señalado
este Tribunal, en caso de vulneración grave a derechos fundamentales la necesidad
imperiosa de prevenir la repetición de tales hechos depende, en buena medida, de
que se evite su impunidad y se satisfaga las expectativas de las víctimas y la
sociedad en su conjunto de acceder al conocimiento de la verdad de lo sucedido. La
obligación de investigar constituye un medio para alcanzar esos fines, y su
incumplimiento acarrea la responsabilidad internacional del Estado54.

91. En el siguiente capítulo de esta Sentencia la Corte analizará en detalle los


procedimientos iniciados para investigar la tortura sufrida por el señor Bueno Alves,
pero considera oportuno examinar desde ahora los efectos que la falta de respuesta
judicial han tenido para la integridad personal del señor Bueno Alves.
92. En efecto, la Comisión alegó que

el daño psicológico causado por las torturas se ha visto exacerbado por el rechazo de sus reclamos ante el
poder judicial. El señor Bueno Alves intentó con todos los medios a su alcance superar la impunidad reinante en
este caso, y solamente recibió denegación consistente por parte de las autoridades judiciales. El sufrimiento y
la angustia se originan en las torturas y se agravan debido a la impunidad persistente.

93. La representante presentó argumentos en el mismo sentido y el Estado no ha


controvertido ninguna de estas alegaciones.

94. Del peritaje psicológico efectuado por orden del Presidente de la Corte (supra
párr. 37) se desprende que

la ausencia de respuesta por parte del sistema judicial argentino […] ha afectado [al señor Bueno Alves]. El
grado es grave pues se tradujo en un síndrome delirante, depresivo y adaptativo.

[…]

Los procedimientos que [el señor Bueno Alves] alega haber seguido y la falta de respuesta a los mismos, que
han actuado como estresores crónicos, han contribuido a su incapacidad laboral55.

95. En vista de ello, la Corte considera que la falta de respuesta judicial afectó la
integridad personal del señor Bueno Alves, lo que hace responsable al Estado por la
violación del derecho contemplado en el artículo 5.1 de la Convención, en relación
con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de la víctima.

B) Respecto a los familiares del señor Juan Francisco Bueno Alves

96. Tanto la Comisión como los representantes señalaron que la familia del señor
Bueno Alves también se vio afectada por los hechos del caso. Incluso la
representante indicó que uno de los hermanos de aquél, Delcio Ventura Bueno
Alves, y la madre de ambos, Tomasa Alves De Lima, padecieron la desgracia de
Juan Francisco, sufriendo un grave quebranto en su salud que les provocó
posteriormente la muerte. La Comisión y la representante individualizaron a los
miembros de la familia del señor Bueno Alves (para quienes solicitaron
reparaciones) de la siguiente manera: Tomasa Alves De Lima (madre); Delcio
Ventura Bueno Alves y Manuel Bueno Alves (hermanos); Inés María del Carmen
Afonso Fernández (ex esposa); Juan Francisco Bueno (hijo), Ivonne Miriam Bueno y
Verónica Inés Bueno (hijas); Sergio Oscar Roldán (yerno); Patricia Marcela Mereles
(nuera); Carolina Elizabeth Mereles, Cristian Rodrigo Mereles, Marco Gabriel Bueno
Mereles, Juan Manuel Bueno, Mariana Gisele Bueno, Francisco Ernesto Roldán
Bueno y Daniela Inés Roldán Bueno (nietas y nietos).

97. El Estado manifestó que no existen pruebas que permitan afirmar que hubiera
un “nexo causal” entre los hechos de este caso y la muerte del hermano y la madre
de la víctima; que los nietos de la víctima ni siquiera habían nacido al momento de
los hechos; que no existe constancia del vínculo del yerno y la nuera de la víctima
con sus respectivos hijos; que no se aportaron pruebas que acrediten el grado en
que todos los familiares padecieron y se involucraron en la situación que atravesó
la víctima, y que no se ha demostrado que los familiares hayan padecido una
alteración en sus condiciones de existencia, sus relaciones familiares y sociales y
sus posibilidades de desarrollar sus propios proyectos de vida.

98. En la prueba aportada al Tribunal figura un certificado del médico tratante del
señor Bueno Alves, señor Jorge A. Caride, el cual relata que:
el hermano Delcio Ventura padec[ió] un infarto[,] y a consecuencia de él, fallec[ió] a los 49 años, al parecer
también influido por la tensión que toda la familia soportaba.

En el año 2001 fallec[ió] la madre, Sra. Tomasa Alves de Lima.

El resto de la familia del Sr. Bueno Alves no ha quedado libre de padecer distintos cuadros compatibles con
trastornos por ansiedad y con necesidad de algún tipo de tratamiento […]. Especialmente su hija Verónica Inés,
que en el momento de la detención contaba con 14 años de edad. También la esposa del Sr. Bueno Alves, Sra.
Inés María del Carmen.

Todo lo referido debe entenderse como la suma de complicaciones con deterioro anímico y económico, no s[ó]lo
del Sr. Bueno Alves, sino de toda la [familia].

Además de la hija mencionada […], tiene otros dos hijos: Juan Francisco [e] Ivone Miriam; un yerno[,] Sergio
Roldán[,] y cuatro nietos: Mariana, Francisco, Daniela y Jonathan, los cuales por los acontecimientos
desencadenados a partir de la detención del Sr. Bueno Alves, no han podido contar con él de un modo
adecuado56.

99. El señor Caride también rindió declaración ante fedatario público (affidávit), en
la que señaló que “[d]urante los últimos años[,] varios miembros de [la] familia
[del señor Bueno Alves] se hallan en tratamiento psicológico”, y que los hechos de
este caso fueron “llevando lentamente [al señor Bueno Alves] a un deterioro de sus
relaciones familiares hasta llegar al divorcio”57.

100. Los peritos psiquiatras concluyeron que la víctima “presenta posiblemente


trastornos en sus vínculos familiares y que este tipo de afecciones generan
sobrecarga familiar”, y aconsejaron la continuidad del tratamiento psicológico del
“grupo de sostén” de la víctima58.

101. Finalmente, la trabajadora social que presentó su declaración ante fedatario


(affidávit) público indicó que el señor Bueno Alves le mencionó “que lo ocurrido lo
ha afectado emocionalmente y ha repercutido y conmocionado a su entorno
familiar”. Asimismo, relató que en la actualidad la víctima

se encuentra conviviendo con su ex-esposa, su hija [Verónica Inés], su yerno y sus dos nietos, primando la
unión familiar y una buena vinculación afectiva entre los integrantes. El señor Bueno Alves también sostiene un
vínculo unido y afectivo con sus otros hijos y nietos, lo que indica que prevalece un núcleo familiar contenedor
en el plano afectivo59.

102. Esta Corte ha afirmado, en otras oportunidades, que los familiares de las
víctimas de violaciones de los derechos humanos pueden ser, a su vez, víctimas60.
Entre los extremos a considerar se encuentran la existencia de un estrecho vínculo
familiar, las circunstancias particulares de la relación con la víctima, la forma en
que el familiar fue testigo de los eventos violatorios y se involucró en la búsqueda
de justicia y la respuesta ofrecida por el Estado a las gestiones realizadas61.

103. Para apoyar la vinculación afectiva necesaria para considerar a los familiares
como víctimas de hechos violatorios al artículo 5 de la Convención Americana en
este caso, solamente hay evidencia de esa relación entre el señor Bueno Alves y su
madre62, ex esposa63 e hijos64, y no con sus hermanos, nietos, yerno y nuera.
Tampoco resulta suficiente la prueba aportada para imputar la muerte de la madre
y el hermano de la víctima a los hechos padecidos por ésta.

104. En vista de lo anterior, el Tribunal considera que únicamente los integrantes


del núcleo familiar más íntimo del señor Bueno Alves, esto es, su madre, ex esposa
e hijos, son víctimas de la violación del artículo 5.1 de la Convención Americana, en
relación con el artículo 1.1 de la misma, por el perjuicio emocional que padecieron
por las torturas que aquél sufrió a manos de agentes del Estado y la posterior
denegación de justicia.

Artículos 8 (Garantías Judiciales)65 y 25 (Protección Judicial)66 en relación


con el artículo 1.1 (obligación de respetar los derechos) de la Convención
Americana

105. La Comisión alegó que “aun cuando los tribunales nacionales fueron puestos
sobre aviso de indicios de abuso, los demorados […] procesos llevados a cabo no
aclararon los hechos denunciados”. Particularmente en lo que respecta al sumario
No. 24.079, la Comisión alegó que las autoridades judiciales no realizaron un
esfuerzo diligente para investigar las circunstancias precisas bajo las cuales Bueno
Alves fue hospitalizado. Ello se refleja, a criterio de la Comisión, en los
sobreseimientos dictados por la autoridad judicial, que se fundó en insuficiencia
probatoria. Indicó también que el Estado tramitó el proceso penal como si estuviese
determinado por una acción civil entre partes privadas. Adicionalmente señaló que,
si bien el señor Bueno Alves no denunció los golpes en el estómago y la privación
de medicamentos hasta casi un mes después de su detención, limitando así ciertos
medios de investigación, esto no relevó al Estado de su deber de actuar con la
diligencia debida. Destacó también que la decisión final del proceso No. 24.079 fue
emitida cerca de 9 años después de los hechos. Finalmente, la Comisión sostuvo
que el Estado no informó al señor Bueno Alves sobre su derecho a ponerse en
contacto con el funcionario consular de su nacionalidad.

106. La representante, además de adherirse a los puntos señalados por la


Comisión, indicó que el Estado no mostró interés en responder a la petición de
justicia de la víctima.

107. El Estado aceptó las conclusiones de la Comisión respecto a las violaciones a


los derechos consagrados en los artículos 8 y 25 de la Convención, en relación con
el artículo 1.1 de la misma. Sin perjuicio de lo anterior, el Tribunal estima útil hacer
algunas referencias sobre las violaciones alegadas.

108. En relación con la obligación de garantizar el derecho reconocido en el artículo


5.1 de la Convención, la Corte ha señalado que ésta implica el deber del Estado de
investigar adecuadamente posibles actos de tortura u otros tratos crueles,
inhumanos o degradantes67. En lo que respecta a la investigación y documentación
eficaces de aquélla y de éstos son aplicables los siguientes principios:
independencia, imparcialidad, competencia, diligencia y acuciosidad, que deben
adoptarse en cualquier sistema jurídico y orientar las investigaciones de presuntas
torturas.

109. En el presente caso, a partir de la denuncia efectuada por el señor Bueno


Alves, surgió para el Estado la obligación de investigar exhaustivamente los hechos,
tomando en cuenta, además, que éstos se habrían producido mientras la víctima se
encontraba bajo custodia policial.

110. El Juez No. 21, que ordenó la detención del señor Bueno Alves, tomó
conocimiento de los supuestos “golpes en los oídos” el 8 de abril de 1988, mismo
día en el que personalmente recibió la declaración indagatoria del señor Bueno
Alves. En esa fecha, el juez ordenó la elaboración de un examen médico con
carácter de “muy urgente” en relación con estas denuncias. Dicho examen médico
se practicó el 13 de abril de 1988 por médicos legistas68, quienes no pudieron
formular mayores conclusiones y señalaron la necesidad de practicar un examen
otorrinolaringológico, que finalmente se llevó a cabo el 26 de abril de 198869.

111. Es importante enfatizar que en los casos en los que existen alegatos de
supuestas torturas o malos tratos, el tiempo transcurrido para la realización de las
correspondientes pericias médicas es esencial para determinar fehacientemente la
existencia del daño, sobre todo cuando no se cuenta con testigos más allá de los
perpetradores y las propias víctimas, y en consecuencia los elementos de evidencia
pueden ser escasos. De ello se desprende que para que una investigación sobre
hechos de tortura sea efectiva, la misma deberá ser efectuada con prontitud.

112. Siendo crucial para la determinación de los hechos el desarrollo de una pronta
investigación, el Tribunal considera que la revisión médica del señor Bueno Alves
debió ser inmediata.

113. En otro orden, la Corte observa que en la sustanciación de la causa No.


24.079 las autoridades judiciales no investigaron los hechos con diligencia y la
carga procesal recayó en gran parte sobre el señor Bueno Alves. El rol que jugaron
el Ministerio Público y el Juez fue notoriamente pasivo. El último se limitó la mayor
parte del tiempo a recibir las solicitudes de prueba de la parte querellante, algunas
de las cuales nunca fueron resueltas favorablemente, mientras que el primero no
procuró allegar toda la evidencia que podría resultar útil para establecer la verdad
de los hechos. Asimismo, se dejaron de lado las investigaciones pertinentes a la
denuncia de golpes en el estómago y la privación de medicamentos. Por otra parte,
las personas identificadas como responsables de los golpes en contra del señor
Bueno Alves no fueron vinculados al proceso sino hasta mucho tiempo después de
iniciado el mismo, y a pesar de que el señor Bueno Alves refirió la presencia de un
tercer individuo mientras se le aplicaban los golpes en el oído y en el estómago, no
se procuró identificar a ese sujeto. En suma, el proceso penal no identificó ni
sancionó a ningún responsable, dependió casi exclusivamente de la actividad de la
víctima y no culminó en las reparaciones de los daños causados a ésta.

114. Del mismo modo, la Corte observa que, conforme a lo expuesto por la
Comisión y al expediente obrante ante el Tribunal, el proceso judicial inició en el
mes de abril de 1988 y terminó con la decisión de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación de 15 de abril de 1997. Es decir, tuvo una duración aproximada de 9
años.

115. Teniendo en cuenta la confesión del Estado y los criterios establecidos por este
Tribunal respecto al principio del plazo razonable70, la Corte coincide con la
Comisión en que el señor Bueno Alves no fue oído dentro de un plazo razonable, tal
y como lo dispone el artículo 8.1 de la Convención Americana.

116. Finalmente, la Corte observa que no existe elemento probatorio alguno que
demuestre que el Estado haya notificado al señor Bueno Alves, como detenido
extranjero, de su derecho de comunicarse con un funcionario consular de su país a
fin de procurar la asistencia reconocida en el artículo 36.1.b de la Convención de
Viena sobre Relaciones Consulares. El extranjero detenido, al momento de ser
privado de su libertad y antes de que rinda su primera declaración ante la
autoridad, debe ser notificado de su derecho a establecer contacto con un
funcionario consular e informarle que se halla bajo custodia del Estado. La Corte ha
señalado que el cónsul podrá asistir al detenido en diversos actos de defensa, como
el otorgamiento o contratación de patrocinio letrado, la obtención de pruebas en el
país de origen, la verificación de las condiciones en que se ejerce la asistencia legal
y la observación de la situación que guarda el procesado mientras se halla en
prisión. En este sentido, la Corte también ha señalado que el derecho individual de
solicitar asistencia consular a su país de nacionalidad debe ser reconocido y
considerado en el marco de las garantías mínimas para brindar a los extranjeros la
oportunidad de preparar adecuadamente su defensa y contar con un juicio justo71.

117. Por todo lo anterior, y teniendo en cuenta la aceptación del Estado, la Corte
concluye que Argentina violó los artículos 8.1 y 25 de la Convención Americana, en
relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio del señor Bueno Alves.

XI

Artículo 11 (Protección de la Honra y la Dignidad)72

de la Convención Americana

118. La representante alegó que en el presente caso ha existido indiferencia y


desinterés del Estado por la honra, dignidad y vida de la víctima, así como las de su
familia. Indicó que el señor Bueno Alves fue injuriado y calumniado al serle
atribuida “la comisión de un delito doloso y una conducta criminal”, circunstancia
que lo desacreditó en su medio social, lesionó su reputación profesional y afectó
“sobremanera a su grupo familiar”.

119. La Comisión no alegó la violación de este artículo.

120. El Estado rechazó los alegatos de la representante señalando que resultan


extemporáneos, toda vez que en su denuncia ante la Comisión, el señor Bueno
Alves no hizo referencia a la mencionada violación y, en consecuencia, se trata de
agravios nuevos y extemporáneos, sobre los cuales no puede operar el agotamiento
del procedimiento previsto por los artículos 48 y 50 de la Convención.

121. La Corte ha establecido que la presunta víctima, sus familiares o sus


representantes pueden invocar derechos distintos de los comprendidos en la
demanda de la Comisión, sobre la base de los hechos presentados por ésta73. En
relación con este último punto, la Corte ha señalado que no es admisible alegar
nuevos hechos distintos de los planteados en la demanda, sin perjuicio de exponer
aquellos que permitan explicar, aclarar o desestimar los que fueron mencionados
en ésta, o bien, responder a las pretensiones del demandante. Asimismo, ha
indicado que la excepción a esta regla opera en el caso de hechos supervinientes,
es decir, de hechos que aparecen después de que se han presentado los escritos
del proceso (demanda; escrito de solicitudes, argumentos y pruebas, y contestación
de la demanda)74.

122. Teniendo en cuenta lo señalado en el párrafo anterior y que esta es una


cuestión de derecho y no de hecho, el Tribunal entra al análisis de la alegada
violación del artículo 11 de la Convención. Al respecto, la Corte ha considerado que
“un proceso judicial no constituye, por sí mismo, una afectación ilegítima del honor
o de la dignidad de la persona. El proceso sirve al objetivo de resolver una
controversia, aunque ello pudiera acarrear, indirectamente, molestias para quienes
se hallan sujetos al enjuiciamiento”. De sostenerse lo contrario, “quedaría excluida
de plano la solución de los litigios por la vía contenciosa”75. Por ello, la Corte
considera que en el presente caso no se comprobó la existencia de violación del
artículo 11 de la Convención por parte del Estado.
XII

Artículo 24 (Igualdad ante la Ley)76

de la Convención Americana

123. La representante de la víctima alegó que el Estado violó el artículo 24 de la


Convención, pero se limitó a enunciar dicha violación sin proveer a este Tribunal
alegatos específicos para sustentar sus dichos. Sólo señaló que tal derecho se
habría violado en perjuicio del señor Bueno Alves, “un ciudadano extranjero”.

124. La Comisión no presentó alegatos respecto a la violación de este derecho.


Resulta aplicable al respecto el párrafo 121 de esta Sentencia.

125. El Estado rechazó estos alegatos en los mismos términos planteados con
respecto a las alegaciones efectuadas por la representante respecto a la violación
del artículo 11 de la Convención (supra párrs. 8 y 120).

126. La Corte nota que además de los supuestos insultos proferidos en contra del
señor Bueno Alves77, analizados en el Capítulo IX de esta Sentencia en conjunto
con los otros maltratos sufridos, no existe prueba de que la víctima haya recibido
un trato discriminatorio. Como se estableció en el párrafo 82 supra, las torturas que
padeció no estuvieron vinculadas con su nacionalidad.

127. En función de lo anterior, esta Corte concluye que no se ha violado el artículo


24 de la Convención.

XIII

Reparaciones

(Aplicación del Artículo 63.1 de la Convención Americana)78

128. Es un principio de Derecho Internacional que toda violación de una obligación


internacional que haya producido daño comporta el deber de repararlo
adecuadamente79. En sus decisiones a este respecto, la Corte se ha basado en el
artículo 63.1 de la Convención Americana.

129. En el marco de la aceptación efectuada por el Estado (supra párrs. 8, 19, 20,
22 y 23), de acuerdo con las consideraciones sobre el fondo expuestas y las
violaciones a la Convención declaradas en los capítulos anteriores, así como a la luz
de los criterios fijados en la jurisprudencia de la Corte en relación con la naturaleza
y alcances de la obligación de reparar80, la Corte procederá a analizar las
pretensiones presentadas por la Comisión y por la representante respecto a las
reparaciones, con el objeto de disponer las medidas tendientes a reparar los daños.

A) Parte lesionada
130. La Corte procederá ahora a determinar qué personas deben considerarse
“parte lesionada” en los términos del artículo 63.1 de la Convención Americana y
consecuentemente acreedores a las reparaciones que fije el Tribunal.

131. En primer lugar, la Corte considera como “parte lesionada” al señor Juan
Francisco Bueno Alves, en su carácter de víctima de las violaciones en su perjuicio
que fueron probadas, por lo que es acreedor a las reparaciones que fije el Tribunal
por concepto de daño material e inmaterial, en su caso.

132. Asimismo, considera como “parte lesionada” a los familiares del señor Bueno
Alves que fueron declarados víctimas de la violación al derecho consagrado en el
artículo 5.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la
misma, a saber, las señoras Tomasa Alves De Lima, Inés María del Carmen Afonso
Fernández, Ivonne Miriam Bueno y Verónica Inés Bueno, y el señor Juan Francisco
Bueno. Los familiares de la víctima son acreedores a las reparaciones que el
Tribunal fije por concepto de daño inmaterial y material, en su caso, en su carácter
de víctimas.

B) Indemnizaciones

133. La Corte ha desarrollado en su jurisprudencia el concepto de daño material y


los supuestos en que corresponde indemnizarlo81.

134. En el presente caso, la Comisión sostuvo que el señor Bueno Alves y su familia
debieron realizar esfuerzos económicos importantes para reclamar justicia y
solventar los tratamientos psicológicos necesarios, además de que los
padecimientos sufridos por la víctima le impidieron continuar sus tareas y labores.
Por su parte, la representante solicitó a la Corte que ordene al Estado que
indemnizara a la víctima por los siguientes conceptos: a) “daño al patrimonio”; b)
“lucro cesante”; c) “daño físico”, que dividió en: i) “incapacidad sobreviviente”, y ii)
“gastos médicos, farmacéuticos, de curación y de rehabilitación”; d) “daño
emergente futuro”, y e) “gastos de defensa [y] traslados”. A continuación la Corte
pasa a examinar cada una de estas peticiones. Para facilitar el análisis, utilizará la
terminología usada por la representante.

a) “daño al patrimonio”

135. Según la representante, el señor Bueno Alves “debía recibir un importe por la
resolución de la operación de compraventa que había realizado” con la señora Lage.
Dicho monto ascendería a US$ 21.000,00 (veintiún mil dólares de los Estados
Unidos de América). Esta cantidad fue supuestamente secuestrada por el Estado y
“jamás le fue reintegrada”. La representante agrega “los intereses compensatorios”
hasta el 30 de junio de 2006, y reclama que el Estado salde la suma total de US$
309.353,40 (trescientos nueve mil trescientos cincuenta y tres con 40/100 dólares
de los Estados Unidos de América).

136. El Estado señaló, inter alia, que “dicho reclamo no puede integrar la
indemnización debida por el Estado […], toda vez que dicha operación resultó [de]
un acto entre particulares […] del que el Estado fue absolutamente ajeno”.

137. Al respecto, la Corte nota que no se demostró en el fuero interno que el señor
Bueno Alves hubiera sido víctima de un delito por el fallido intento de compraventa
de un inmueble, o que hubiese tenido derecho al reembolso de alguna cantidad de
dinero por esta transacción frustrada. Incluso en el supuesto que se aceptara
rembolsar al señor Bueno Alves el pago que presuntamente realizó, dicha
obligación recaería en quien recibió el dinero y no en el Estado. Del mismo modo, la
Corte no encuentra evidencia que demuestre que agentes estatales hayan
secuestrado la cantidad reclamada. Por lo tanto, son improcedentes las
pretensiones de la representante por “daño al patrimonio".

b) “lucro cesante”

138. La representante argumentó que “[l]as secuelas de las lesiones sufridas, tanto
en el orden corporal como psíquicas, pusieron fin a [la] actividad laboral [del señor
Bueno Alves,] ya que su incapacidad se tornó total, no pudiendo generar ningún
tipo de renta necesario para el mantenimiento de la familia”. La representante
utilizó como base de cálculo para sus pretensiones por lucro cesante el ingreso que
supuestamente percibía el señor Bueno Alves, y solicitó que se contabilizara el
monto adeudado desde el 12 de enero de 1988 hasta la edad de jubilación
obligatoria en Argentina, que es de 65 años para los varones. El monto total que
por este rubro reclama como indemnización asciende a US$ 15’689.696,00 (quince
millones seiscientos ochenta y nueve mil seiscientos noventa y seis dólares de los
Estados Unidos de América).

139. En sus alegatos finales escritos el Estado señaló que “asume, definitivamente,
que el señor Bueno Alves tiene el legítimo derecho a ser reparado conforme al
grado de incapacidad determinado por las pericias, todo ello de acuerdo a la
responsabilidad que [la] Corte considere imputable al Estado”.

140. Vistas así las cosas, la Corte entiende que no hay controversia entre las partes
respecto a que el señor Bueno Alves debe ser indemnizado por la incapacidad
laboral que sufre a consecuencia de los hechos. Las divergencias surgen acerca del
monto de las indemnizaciones. Para resolver el asunto, la Corte analizará la prueba
aportada para determinar: i) ingreso que el señor Bueno Alves percibía al momento
de los hechos; ii) porcentaje de incapacidad laboral que tiene; iii) mitigación del
daño, y iv) si el señor Bueno Alves dejó totalmente de percibir ingresos a partir de
los hechos.

i) ingreso del señor Bueno Alves

141. La representante considera que la Corte debe tener por establecido que el
señor Bueno Alves ganaba entre $15.000,00 (quince mil australes) y $20.000,00
(veinte mil australes). Como fundamento cita la declaración indagatoria que la
víctima rindió ante el Juez No. 21 en la causa No. 25.314. En esta declaración la
víctima expuso:

por trabajar por cuenta propia, no tiene una suma fija mensualmente de entrada, pero hay ocasiones en que
gana una suma mensual de quince a veinte mil australes, aproximadamente, término medio82.

142. Para la representante, esta declaración tiene “absoluta fuerza legal y por
ende, incuestionable valor de documento público para entender que se encuentren
plenamente acreditados los ingresos mensuales de la víctima”. Por su parte, el
Estado objetó el alegado ingreso mensual y la fuerza probatoria de la declaración
indagatoria.

143. El Tribunal estima que la declaración indagatoria de la víctima no basta por sí


sola para demostrar su ingreso mensual, aunque aquélla conste en un documento
presentado en este procedimiento. Dicho documento, que recoge una alegación de
parte, ofrece un indicio que debe ser cotejado con el resto del acervo probatorio.
Téngase en cuenta además que en tal declaración el señor Bueno Alves señaló que
“no tiene una suma fija”, que en “ocasiones” percibía ese ingreso, que “trabaja[ba]
por cuenta propia […] ganando una suma que no es estable”, y que no “posee
propiedad, ni automóviles, ni cuenta bancaria, ni bienes de ninguna naturaleza”83. A
lo anterior debe sumarse que el señor Bueno Alves indicó en una ocasión anterior
que percibía un salario mensual de $4.000,00 (cuatro mil australes). Todas estas
inconsistencias reafirman el criterio de la Corte en el sentido de que no puede
tomarse la declaración de la víctima como prueba plena de su ingreso mensual.

144. La restante prueba remitida por la representante consiste en unos folletos de


la empresa Menfis y una certificación suscrita por la directora de tal empresa, así
como distintos folletos publicitarios, sobre supuestos trabajos que el señor Bueno
Alves habría realizado, y dos declaraciones testimoniales rendidas ante fedatario
público (affidávit), así como la ampliación de una de ellas.

145. En cuanto a los folletos, la Corte considera que aunque podrían demostrar que
la víctima realizó tales trabajos, no acreditan que su salario ascendía a la cantidad
reclamada.

146. Respecto a los affidávits, fue presentada la declaración del señor Demetrio
González, quien solía prestar sus servicios a la empresa CAMPOLONGHI S.A. Refiere
que conoció al señor Bueno Alves y a su hermano, Delcio Ventura Bueno Alves, ya
que estos tenían una relación comercial con tal empresa; que eran “los marmoleros
recomendados a los principales clientes y en los casos de obras de envergadura o
de mayor complejidad”; que su trabajo era de buena calidad; que la empresa
procesaba una cantidad de 1.000 m2 de material, de los cuales 35 a 40% era
provisto a los hermanos Bueno Alves para “ser colocado”; y dejó de ver a éstos en
la empresa “desde mediados de 1988”. Por su parte, el testigo Roberto Horacio
Serrago, quien sería presidente de la firma “Todo Mármol”, declaró que los
hermanos Bueno Alves eran “muy requeridos en el ramo por su capacidad de
desarrollo en obra y calidad de trabajo”; que se trataba de artesanos con la
maquinaria, material y personal adecuados; que eran recomendados por dicha
firma; que realizaron trabajos en “obras de importancia”, y cesó su relación con la
empresa en 1988. El mismo testigo, al ampliar su declaración inicial, manifestó que
el señor Bueno Alves y su hermano eran profesionales artesanos que se movían
dentro del mercado de la marmolería de manera independiente; que no puede dar
“por seguro un monto fijo de ingresos de ninguno de los hermanos”; y que ambos
se dividían las ganancias que percibían en partes iguales. Finalmente, el testigo
hizo un cálculo basándose en los “ingresos relacionados con el mármol procesado y
entregado” por su empresa a los hermanos Bueno Alves. El resultado de sus
cálculos arrojó que los hermanos percibían un “ingreso neto mensual” de US$
7.740,00 (siete mil setecientos cuarenta dólares de los Estados Unidos de
América); es decir, que cada uno de ellos tenía un ingreso de US$ 3.870,00 (tres
mil ochocientos setenta dólares de los Estados Unidos de América).

147. A criterio de la Corte, estos testimonios demuestran que el señor Bueno Alves
y su hermano eran artesanos marmoleros con prestigio, pero no permiten apreciar
los ingresos mensuales que la víctima tenía. La representante no ha presentado
otro tipo de documentos, como podrían ser recibos o facturas de los trabajos
realizados, contratos con las diferentes empresas o libros de contabilidad de la
sociedad de los hermanos Bueno Alves. Debe tenerse en cuenta, además, que
conforme a las certificaciones de la Administración Federal de Ingresos Públicos, y
de la Administración Nacional de la Seguridad Social, presentadas por el Estado, no
existen constancias de que el señor Bueno Alves hubiese pagado impuestos o
registrado aportes por los supuestos ingresos mensuales que tenía.
148. En suma, el Tribunal carece de documentación suficiente que le permita tener
por demostrado que el señor Bueno Alves ganaba lo que dijo ganar y no considera
apropiado utilizar los cálculos del contador José Esteban Cornejo, remitidos por la
representante, ya que toman como base un salario que no ha sido probado.

149. A solicitud del Tribunal, el Estado remitió las estimaciones oficiales desde 1988
hasta el año 2006 de las remuneraciones reales y totales que perciben los obreros
de la construcción84, un informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos
referido a los índices de las categorías laborales del rubro de la albañilería y
hormigón armado desde enero de 1993 hasta enero de 200785, y leyes en materia
laboral86.

150. Al respecto, la representante manifestó que “jamás podría utilizarse el


coeficiente de[l] salario promedio de un obrero, cuando [el señor] Bueno Alves
jamás lo fue, dado que siempre actuó por cuenta propia, […] como empresario”.

151. El Tribunal entiende que las funciones específicas del señor Bueno Alves no
eran de un obrero de la construcción sino de un artesano marmolero que actuaba
por cuenta propia. No obstante, ante la falta de medios probatorios suficientes, que
la representante debió proveer a la Corte, tomará en cuenta los documentos
oficiales indicados y los valorará en conjunto con el resto del acervo probatorio,
haciendo uso de la sana crítica.

ii) incapacidad laboral

152. La Comisión y la representante alegaron que los daños producidos al señor


Bueno Alves son permanentes. La representante consideró además que la víctima
tiene incapacidad total para trabajar. Por su parte, el Estado sostuvo que no
“puede predicarse que [las] supuestas afecciones [físicas] tuvieran calidad de daño
permanente”.

153. El Estado también señaló que existen hechos en la vida personal y familiar del
señor Bueno Alves, anteriores a las torturas, que habrían creado una “patología
mental […] preexistente”, siendo ésta “el terreno predisponente que permite y
explica que los hechos traumáticos se asentaran del modo en que lo hicieron”, y
que para “la determinación del daño psíquico no resulta claro cuál fue el hecho
traumático que incidió decisivamente en la patología que hoy presenta [el señor]
Bueno Alves”.

154. Quedó establecido que el señor Bueno Alves sufre daños físicos y
psicológicos. Los peritos médicos que actuaron en este caso (supra párr. 37)
indicaron que la discapacidad auditiva del señor Bueno Alves corresponde a una
pérdida del 0,3% en el oído izquierdo y 16,7% en el oído derecho, con discapacidad
global (para los dos oídos) de 2,35%. Esta incapacidad, según los peritos, “no
debería ocasionarle trastornos en su vida cotidiana”. Los expertos indicaron que en
razón de su profesión, “en los primeros meses posteriores al traumatismo, debido a
la falta de equilibrio, debería tener una incapacidad temporal”. Dicha falta de
equilibrio se corrigió. Estimaron que la pérdida auditiva es permanente. Los peritos
concluyeron que “[l]a posibilidad de haber continuado trabajando en su profesión u
oficio luego de los hechos denunciados no fue ni es posible imputarlo a causas
físicas […]. Desde el punto de vista físico no surgen elementos de juicio que hagan
suponer una incapacidad para realizar otro tipo de actividades laborales”.

155. Por otro lado, los peritos psiquiatras indicaron que el señor Bueno Alves
presenta un trastorno delirante del tipo mixto persecutorio y de grandiosidad. Un trastorno depresivo mayor,
recidivante, en remisión parcial, y un trastorno adaptativo con alteración mixta de las emociones y el
comportamiento. Lo descripto se ha instalado sobre un trastorno de personalidad previo[. D]e acuerdo a su
relato biográfico el citado trastorno de la personalidad se puso de manifiesto en la adolescencia. En cambio, el
cuadro clínico detectado en el examen actual […] reconoce una relación de causalidad directa con los hechos
denunciados y perdura hasta la actualidad. […] Los daños sufridos generaron un impacto psicológico que
impidió e impide al señor Bueno Alves desarrollar sus actividades cotidianas. Respecto al grado y porcentaje de
impedimento y tomando en cuenta la actividad global para el trabajo y específica para su profesión se
87
considera una pérdida del 65% para el primero y del 100% para el segundo .

156. De lo anterior, la Corte concluye que el señor Bueno Alves tuvo una
incapacidad laboral de orden físico durante los primeros meses siguientes a la
tortura. Posteriormente, aun cuando la víctima presentaba una lesión permanente
en sus oídos, sobretodo el derecho, no estaba impedida físicamente para continuar
el ejercicio de su profesión o dedicarse a otro oficio. No obstante, tiene una
incapacidad total (100%) de carácter psíquico para dedicarse a su profesión, y una
incapacidad parcial (65%) para dedicarse a otro oficio. En otras palabras, como
consecuencia de los hechos de este caso el señor Bueno Alves no pudo, no puede y
no podrá continuar con su profesión de artesano marmolero, y sólo está en
condiciones de dedicarse, de manera muy limitada, a otro oficio.

157. En concepto de la Corte el Estado debe considerar a la víctima, por regla


general, en la condición en la que se encontraba antes de los hechos lesivos. Si una
acción estatal agrava una condición preexistente, o incluso causa la muerte de la
víctima, el Estado es responsable por todas esas consecuencias, pues las mismas
no se hubieran producido de no haber mediado la acción estatal.

158. En este caso, si bien es cierto que el señor Bueno Alves tenía problemas
previos de personalidad, los mismos no le impedían ejercer su profesión y “operaba
de manera compensada”. Incluso, como se indicó en los párrafos anteriores, era un
artesano con prestigio. Es a raíz de los hechos de tortura, agravados
posteriormente por la denegación de justicia, que la víctima sufrió un “quiebre[,]
descompensando aquella lábil estructura de personalidad[ y] generando sobre la
estructura de base un nuevo cuadro psiquiátrico”.

159. Por lo anterior, la Corte considerará al Estado como responsable de la


incapacidad laboral del señor Bueno Alves.

iii) mitigación del daño

160. El Estado presentó dos argumentos referentes a acciones que la víctima pudo
realizar para aminorar los daños que padeció. El primer argumento advierte que la
víctima “tenía a su disposición mecanismos internos tendientes a mitigar los
sufrimientos padecidos […]. En particular, podría haber solicitado en el ámbito del
Ministerio de Desarrollo Social de la Nación una pensión por invalidez conforme a lo
establecido por la [L]ey [No.] 18.910/70”. El segundo argumento apunta a que la
víctima no buscó ayuda profesional por sus trastornos de personalidad
preexistentes, ni tratamiento profesional luego de los hechos de tortura.

161. Respecto al primer argumento, la Corte nota que el mismo Estado señaló que
para acceder a la pensión por “invalidez” debe acreditarse una incapacidad física o
psíquica del 76%. El señor Bueno Alves no alcanza tal porcentaje. Su incapacidad
psíquica general es de 65%, según lo señalaron los peritos psiquiatras que actuaron
en este procedimiento (supra párr. 37).

162. Sobre el segundo argumento, la Corte estima que el hecho que el señor Bueno
Alves no haya buscado ayuda profesional por sus trastornos preexistentes en nada
modifica las conclusiones a las que el Tribunal ha llegado. Como se dijo
anteriormente, el Estado debe considerar a la víctima en las condiciones en las que
se encontraba antes de los hechos violatorios de sus derechos humanos.

163. Para analizar el argumento referente a la ausencia de tratamiento profesional


posterior a los hechos, el Tribunal considera oportuno precisar que una víctima no
puede obtener reparaciones por los perjuicios que ella misma habría podido evitar
si hubiera adoptado las medidas que razonablemente eran de esperarse, como
buscar asistencia profesional, seguir las instrucciones de su médico, continuar el
tratamiento adecuado y tomar las medicinas recetadas. En otras palabras, la Corte
debe apreciar, al momento de resolver las reparaciones pertinentes, si la víctima
tomó las medidas que razonablemente debió adoptar para reducir el daño o evitar
su agravamiento. Al considerar si la víctima actuó razonablemente, la Corte
valorará todas las circunstancias del caso y la situación personal de aquélla.
Respecto a la carga de la prueba, corresponde al Estado demostrar que la víctima
no actuó de la manera que se podía esperar, razonablemente.

164. En el presente caso la Corte considera demostrado que el señor Bueno Alves
permaneció aproximadamente 11 años sin tratamiento psicológico. Al respecto, los
peritos psiquiatras concluyeron que “el lapso transcurrido sin acceso al tratamiento
adecuado actuó como factor de agravamiento y cronificación”.

165. La Corte debe analizar si era razonable esperar que el señor Bueno Alves
buscara asistencia psicológica antes de la fecha en que efectivamente la buscó.
Conforme al peritaje rendido por el señor Jorge A. Caride, tratante del señor Bueno
Alves, en abril de 1999 la víctima sufrió un infarto de miocardio, siendo atendida en
el Servicio de Cardiología de un centro de salud. De acuerdo a la evaluación
realizada por ese Servicio, el infarto fue provocado por una “situación de stress
crónico”. Por tal motivo se derivó a la víctima al Servicio de Psiquiatría, el que
diagnosticó un cuadro de “Depresión Reactiva debido a un Trastorno de Stress
Postraumático de alrededor de 10 años de evolución sin haber recibido hasta ese
momento un tratamiento adecuado”. El perito informó que la falta de tratamiento
se debió, según las palabras de la víctima, “al desconocimiento de la necesidad de
ser tratado”. Asimismo, el señor Caride estimó que “debido a la personalidad previa
del [señor] Bueno Alves, con características narcisistas y omnipotentes, tampoco
hubiera pedido ayuda, expresaba creer que solo (sin ayuda especializada) podía
sobrellevar la situación de stress sin tener consecuencias orgánicas preocupantes”.

166. La Corte estima que los problemas psicológicos previos del señor Bueno Alves
fueron agravados por los hechos de tortura, y estos lo fueron, a su vez, por la falta
de respuesta judicial, todo lo cual determinó que la víctima no reconociera la
necesidad de recibir tratamiento especializado. A raíz del infarto, los cardiólogos
identificaron el problema de stress, y gracias a ello los psiquiatras advirtieron sus
problemas psíquicos. Una vez que el señor Bueno Alves tomó conciencia de estos
padecimientos mantuvo un tratamiento continuo que persiste hasta la actualidad.

167. En consecuencia, el Tribunal considera que el señor Bueno Alves ha actuado


de manera razonable y, por ende, los argumentos estatales en este punto deben
ser desestimados.

iv) supuestos ingresos percibidos por el señor Bueno Alves


con posterioridad a los hechos

168. El Estado aseguró que no se ha probado suficientemente que el señor Bueno


Alves hubiera dejado de percibir ingreso alguno con posterioridad a los hechos.
169. Del expediente que obra en este Tribunal se desprende que el señor Bueno
Alves buscó continuar su oficio de marmolero luego de los hechos de tortura88, pero
se desconoce si tuvo éxito y percibió algún ingreso. Asimismo, en junio de 1993 el
señor Bueno Alves “atendía un kiosco”. No se tiene constancia de cuánto tiempo
estuvo realizando esas labores, ni de los ingresos percibidos.

170. Por otro lado, hay que considerar que el señor Bueno Alves tiene una
incapacidad del 100% para realizar su oficio y una incapacidad general del 65%. Es
decir que, en principio, podía dedicarse a otro género de labores (aunque de
manera muy limitada), que le representase ciertos ingresos. Sin embargo, debe
tenerse en cuenta que al momento de los hechos la víctima tenía 43 años, situación
que dificulta su reubicación laboral.

171. En vista de lo anterior, el Tribunal considera que está demostrado que el señor
Bueno Alves intentó buscar fuentes de ingreso, pero no hay evidencia sobre los
resultados de su intento.

**

172. Por todas las consideraciones expuestas, teniendo presente que no hay prueba
de los ingresos que el señor Bueno Alves percibía antes de los hechos de tortura,
considerando los documentos referenciales que han sido presentados al Tribunal
sobre los ingresos que se perciben en el sector de la construcción (supra párr.
149), teniendo en cuenta su incapacidad laboral, y considerando que no hay
certeza sobre la recepción de ingresos por alguna actividad laboral alternativa, la
Corte recurre a la equidad y estima que el Estado debe entregar la suma de US$
100.000,00 (cien mil dólares de los Estados Unidos de América) al señor Bueno
Alves, por concepto de indemnización por los ingresos que dejó de percibir a
consecuencia de los hechos del presente caso.

173. Asimismo, la Corte, teniendo en cuenta que la incapacidad del señor Bueno
Alves es permanente, considera apropiado fijar la suma de US$ 48.000,00
(cuarenta y ocho mil dólares de los Estados Unidos de América), como
compensación por los ingresos que la víctima dejará de percibir en el futuro,
considerando la expectativa de vida para los varones en Argentina, que es de 70.04
años89.

c) “daño físico”

i) “incapacidad sobreviniente”

174. Según la representante, el Estado debe indemnizar a la víctima con US$


1’568.969,60 (un millón quinientos sesenta y ocho mil novecientos sesenta y nueve
con 60/100 dólares de los Estados Unidos de América) por concepto de
“incapacidad sobreviniente”. Esta cantidad “resulta de considerar un 10% del
monto que como lucro cesante se reclama”. Para la representante “[l]a
indemnización por incapacidad tiene por finalidad cubrir no sólo las limitaciones de
orden laboral, sino también la proyección que aquélla tiene con relación a todas las
esferas de su personalidad, es decir, la disminución de su seguridad, la reducción
de su capacidad vital […] y el empobrecimiento de sus perspectivas futuras”.
Asimismo, la representante señaló que la incapacidad laboral del señor Bueno Alves
produjo “un fuerte impacto en la economía del hogar”; que los hijos del señor
Bueno Alves “debieron dejar de estudiar y salir a trabajar para generar los ingresos
necesarios para el mantenimiento del hogar”, y que el señor Bueno Alves “continúa
padeciendo de un síndrome ansioso depresivo”.

175. Algunas alegaciones de la representante por “incapacidad sobreviniente” ya


fueron consideradas por el Tribunal cuando trató el lucro cesante de la víctima. El
resto de las argumentaciones tienen relación con los perjuicios inmateriales que el
señor Bueno Alves y su familia padecieron a consecuencia de los hechos del
presente caso. En consecuencia, este punto será resuelto por la Corte cuando
analice las indemnización por daño inmaterial (infra párrs. 198 a 207).

ii) gastos médicos, farmacéuticos, de curación y de rehabilitación

176. Para la representante, los gastos “de farmacia, médicos y traslados no exigen
necesariamente prueba de su existencia a través de prueba documental, cuando la
necesidad de efectuarlos surge de la propia naturaleza de las lesiones sufridas o
tratamientos a que ha debido someterse la víctima”. Por este rubro solicitó como
indemnización US$ 55.855,92 (cincuenta y cinco mil ochocientos cincuenta y cinco
con 92/100 dólares de los Estados Unidos de América). Este monto correspondería
a “cobertura médica integral”, “psiquiatría y psicología médica” y “medicamentos
por tratamiento”, todos ellos desde el mes de abril de 1999, fecha desde la que el
señor Bueno Alves buscó tratamiento psiquiátrico, hasta diciembre de 2016,
“considerando una esperanza de vida de 10 años más[,] o sea los 71 años de edad
de la [v]íctima”.

177. El Estado manifestó que “es conciente de que los hechos sufridos por el
[señor] Bueno Alves pudieron haber generado como consecuencia que éste deba
haber sido sometido –y continúe siéndolo– a tratamientos físicos, psicológicos y
psiquiátricos”. Pero cuestionó el quantum de la pretensión indemnizatoria y recurrió
a jurisprudencia de esta Corte “para arribar a un monto razonable sobre este
aspecto”.

178. La Corte entiende que en cierto tipo de violaciones a los derechos humanos,
como sería el caso de la tortura, las víctimas podrían verse en la necesidad de
buscar atención médica y/o psicológica. Pero esto no puede considerarse como la
regla general. En función de las diversas características personales de quien sufre
las torturas o del mecanismo de tormento utilizado, la atención médica no siempre
resulta necesaria. Puede suceder que algunas personas que requiriesen atención
especializada (médica o psicológica) no la hayan buscado. En tal caso las
indemnizaciones cubrirían los daños inmateriales y los materiales que resulten
pertinentes, entre los cuales se podrían incluir los tratamientos médicos o
psicológicos futuros, pero no abarcarían gastos con respecto a un tratamiento que
nunca se produjo. En suma, siempre que se alegue que las víctimas buscaron
tratamiento médico o psicológico, debe presentarse prueba documental suficiente
que permita al Tribunal cuantificar los gastos en los que verdaderamente
incurrieron.

179. Por lo anterior, esta Corte no acepta el argumento de la representante de que


no se necesita prueba para acreditar la existencia de los gastos que reclama.

180. Por otro lado, el Tribunal observa que la representante calcula su reclamo de
gastos médicos hasta diciembre de 2016, es decir, gastos ya efectuados y gastos
futuros. Posteriormente, cuando solicita indemnizaciones por “daño emergente
futuro” (infra párr. 186) vuelve a pedir compensaciones por tratamientos médicos y
psiquiátricos futuros. Al respecto, la Corte comparte la aseveración del Estado de
que la representante ha duplicado su pretensión, calculando en dos capítulos
distintos un mismo rubro. Por ello, el Tribunal considerará en este acápite
únicamente los gastos presuntamente realizados hasta la presente fecha, y en el
capítulo de “daño emergente futuro” los gastos por venir.

181. El Estado argumentó que la víctima “ha tenido, y tiene, a su disposición la red
de centros asistenciales públicos y gratuitos que le hubieran permitido afrontar
[los] tratamientos sin necesidad de afiliarse a una entidad privada.” No obstante, el
Estado no ha presentado constancias que demuestren que en el país existen
servicios públicos que brinden tratamiento especializado para las dolencias de la
víctima, la efectividad de tales servicios, y si el señor Bueno Alves tenía real y
efectivo acceso a los mismos. Tampoco existe prueba que demuestre que el Estado
hubiese ofrecido atención a la víctima a través de sus propias instituciones. Por ello,
la Corte desestima este argumento.

182. La representante incluyó como prueba de los gastos por tratamiento


psicológico una constancia elaborada por el señor Jorge A. Caride, profesional que
atiende a la víctima, en la que se señala que ésta “ha tenido, desde el inicio del
tratamiento psiquiátrico […] un gasto mensual aproximado de 100 dólares
estadounidenses, incluyendo la consulta [profesional]. Como el [señor] Bueno Alves
es atendido desde 1999, hasta la fecha [(15 de noviembre de 2005)] ha gastado
por esta especialidad [un] total de aproximadamente 7.000 dólares
estadounidenses”. No se presentaron facturas o recibos que corroboren los dichos
del señor Caride. Asimismo, presentó una constancia del mismo profesional90 que
indica que el señor Bueno Alves fue internado en un clínica psiquiátrica del 7 de
diciembre de 2006 al 19 de enero de 2007, y que lo anterior le representó un gasto
de $150,00 (ciento cincuenta pesos argentinos) diarios. No se presentaron facturas
que demuestren que se pagó esa cantidad.

183. Respecto a los gastos por medicamentos, la representante presentó un


“presupuesto” de una farmacia que calcula el costo de 11 fármacos distintos que
supuestamente el señor Bueno Alves requiere por mes, y que le representarían
$296.73 (doscientos noventa y seis con 73/100 pesos argentinos) mensuales,
desde abril de 1999. Sin embargo, no se presentaron facturas u órdenes de compra
de tales medicinas, ni certificados médicos que diagnostiquen que esas medicinas
son las que el señor Bueno Alves requiere. Asimismo, en las pericias ordenadas por
el Presidente (supra párr. 37) los especialistas indicaron que el señor Bueno Alves
tiene como medicación actual 7 fármacos, algunos de los cuales no coinciden con
los listados por la farmacia.

184. Finalmente, respecto al rubro “cobertura médica integral” la representante


incluyó como prueba una copia de un cuadro de “Gastos Médicos” que incluía un
cálculo de gastos médicos hasta la expectativa de vida, que ascendería a la
cantidad de $737,00 (setecientos treinta y siete pesos argentinos) mensuales,
desde el 1 de diciembre de 2005, y una fotocopia de un recibo del pago de $212,10
(doscientos doce con 10/100 pesos argentinos) a favor de la empresa Solidaridad
Obra Social Bancaria Argentina, aparentemente por cobertura médica91. No se
presentaron documentos que demuestren que se efectuaron gastos por
tratamientos o consultas médicas.

185. De la prueba aportada por las partes y los dictámenes solicitados por el
Presidente (supra párr. 37), la Corte encuentra demostrado que el señor Bueno
Alves incurrió en gastos de atención médica y psicológica, así como de medicación,
en especial a partir de 1999. Sin embargo, como se desprende de los párrafos
anteriores, el Tribunal no cuenta con prueba suficiente que le permita cuantificar el
monto que el señor Bueno Alves ha erogado. En vista de ello, el Tribunal fija en
equidad la suma de US$ 30.000,00 (treinta mil dólares de los Estados Unidos de
América), que el Estado deberá cancelar al señor Bueno Alves por concepto de
reembolso por gastos en atención médica y psicológica.

d) “daño emergente futuro”

186. Por lo que respecta al “daño emergente futuro”, la representante sostuvo que
el señor Bueno Alves “se verá obligado a un continuo tratamiento médico [y]
deberá estar sometido en forma permanente a tratamiento psicológico”. Como
monto que, a su consideración, el Estado debe cubrir, la representante mencionó
un 15% del monto reclamado por concepto de “daño físico”, lo que correspondería
a US$ 235.345,44 (doscientos treinta y cinco mil trescientos cuarenta y cinco con
44/100 dólares de los Estados Unidos de América).

187. El Estado “no objet[ó] la procedencia del rubro en tanto [la] jurisprudencia de
[este] Tribunal así lo ha considerado”, pero cuestionó los cálculos usados por la
representante.

188. La prueba ofrecida al Tribunal demuestra que el señor Bueno Alves requerirá
atención médica y psicológica en el futuro, como consecuencia de las lesiones y
secuelas que la tortura le produjo, las que además se vieron agravadas por la falta
de respuesta judicial. En especial, los peritos médicos señalaron que “requiere y
requerirá control médico de sus factores de riesgo vascular y de su afección
coronaria”, mientras que los peritos psiquiatras aseveraron que “se aconseja la
continuidad de su tratamiento psiquiátrico, psicológico […]. Este será de por vida”.

189. Por ello, esta Corte estima, como lo ha hecho en otras oportunidades92, que la
indemnización debe comprender también los gastos futuros por tratamiento
psicológico y médico. Sin embargo, la Corte no encuentra justificación alguna para
calcular el monto indemnizatorio por este rubro utilizando el porcentaje señalado
por la representante. Tal cálculo no tiene relación directa con las costos que
representará para el señor Bueno Alves continuar con su atención y tratamientos
especializados. La base para llegar a un monto aproximado de gastos futuros deben
ser los gastos pasados y actuales, así como las características propias de las
lesiones y padecimientos. Como fuera señalado en el párrafo 185, esta Corte no
tiene elementos suficientes que demuestren los gastos ya efectuados por el señor
Bueno Alves, así que no está en condiciones de hacer un cálculo preciso de gastos
futuros.

190. Teniendo en cuenta lo anterior, la Corte fija en equidad la suma de US$


45.000,00 (cuarenta y cinco mil dólares de los Estados Unidos de América), que el
Estado deberá entregar al señor Bueno Alves, por concepto de gastos futuros de
tratamiento y atención médica y psicológica.

e) gastos de defensa y de traslado

191. La representante consideró que el Estado debe pagar US$ 4’625.925,60


(cuatro millones seiscientos veinticinco mil novecientos veinticinco con 60/100
dólares de los Estados Unidos de América) por las “numerosas […] tramitaciones
[j]udiciales como [m]inisteriales que debieron [realizarse] como consecuencia del
armado de un proceso, por la comisión de falsos e inexistentes delitos imputados a
la [v]íctima, lo que ha conllevado el pago de importantes sumas de dinero en
concepto de honorarios a los abogados por su representación y asesoramiento,
amén de los gastos conexos de la tramitación de los procesos”. De igual forma,
señaló que el señor Bueno Alves ha sido “gravado por embargos, provenientes de
recursos iniciados por ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ello en razón
de no poder afrontar los gastos en concepto de depósito necesarios”. Finalmente,
indicó que el presente procedimiento ante la Comisión y esta Corte le ha originado
gastos.

192. El Estado cuestionó totalmente esta pretensión de la representante.

193. Esta Corte ha considerado en algunos casos93 que es procedente otorgar una
indemnización por los gastos en los que las víctimas o sus familiares han incurrido
como consecuencia de las violaciones declaradas, siempre que tales gastos tengan
un nexo causal directo con los hechos violatorios y no se trate de erogaciones
realizadas por motivo del acceso a la justicia, ya que estas últimas se consideran
como “reintegro de costas y gastos” y no como “indemnizaciones”.

194. En el presente caso, la Corte considera que todos los gastos alegados por la
representante constituirían erogaciones realizadas con motivo del acceso a la
justicia, por lo que procede a analizarlos en el apartado D) de esta Sentencia y no
en el presente, relativo a indemnizaciones por daños materiales. El Tribunal
advierte que la representante solicitó una suma superior a los cuatro millones de
dólares estadounidenses por “gastos de defensa y de traslado” y una suma idéntica
por “costas y gastos” (infra párr. 217). En tal medida, tiene razón el Estado cuando
señala que se “ha duplicado el gasto por un mismo concepto”, siendo improcedente
que la Corte analice por separado diversas alegaciones sobre un mismo asunto.

**

195. Por lo expuesto, este Tribunal fija en equidad el valor de las compensaciones
por concepto de daño material a favor del señor Bueno Alves, en los términos que
se indican en el cuadro que se transcribe.

Concepto Monto
Lucro cesante US$ 148.000,00
Gastos médicos US$ 30.000,00
incurridos
Gastos médicos futuros US$ 45.000,00
Total: US$
223.000,00

196. El Estado deberá efectuar los pagos de las indemnizaciones por concepto de
daños materiales dentro del plazo de un año contado a partir de la notificación de la
presente Sentencia.

197. En lo que se refiere a los familiares de la víctima, la Corte no ha encontrado


prueba alguna que demuestre que tales personas hayan sufrido un daño material.
Por tal razón se abstiene de concederles indemnizaciones por este concepto.

**
198. Corresponde ahora determinar las reparaciones por daño inmaterial, según lo
ha entendido la Corte en su jurisprudencia94.

199. La Comisión sostuvo que el señor Bueno Alves experimentó y sigue


experimentando secuelas físicas y psíquicas producto de las torturas, todo lo cual
alteró las condiciones de existencia de la víctima y su familia. A su vez, la
representante consideró que el Estado debe indemnizar al señor Bueno Alves y a su
familia por cuatro conceptos: i) daño moral; ii) ataque al honor; iii) privación
ilegítima de la libertad, y iv) daño psicológico. Por todos estos rubros la
representante creyó “lógico […] calcular […] un porcentaje del 30% de todos los
daños materiales”, lo que equivaldría a US$ 5’270.405,40 (cinco millones
doscientos setenta mil cuatrocientos cinco con 40/100 dólares de los Estados
Unidos de América).

200. El Estado indicó que la representante no ha justificado las razones que la


llevaron a utilizar un 30% sobre los daños materiales como criterio de cálculo para
los daños inmateriales. Asimismo, cuestionó cada uno de los conceptos de
indemnización citados por la representante, y concluyó solicitando a la Corte que
“fije en términos de equidad conforme y de acuerdo con los estándares
internacionales una indemnización por daño inmaterial para el [señor] Bueno
Alves”. El Estado consideró que no debe otorgarse una indemnización a los
familiares de la víctima por este concepto, en tanto la representante “no
proporcion[ó] una sola prueba que acredite el daño inmaterial presuntamente
sufrido por ellos”.

201. Al respecto, la Corte no analizará los puntos ii y iii (ataque al honor y privación
ilegítima de la libertad) solicitados por la representante, puesto que consideró que
el Estado no había violado en perjuicio del señor Bueno Alves el derecho a la honra
(supra párr. 122) y que no hay elementos para modificar lo ya resuelto por la
Comisión en lo que respecta al derecho a la libertad personal (supra párr. 67). Los
dos puntos restantes (daño moral y daño psicológico) deben analizarse, a criterio
de la Corte, conjuntamente bajo el concepto de daños inmateriales.

202. Siguiendo el criterio establecido en otros casos95, la Corte considera que el


daño inmaterial infligido al señor Bueno Alves resulta evidente, pues es propio de la
naturaleza humana que toda persona sometida a torturas, experimente un
profundo sufrimiento, angustia, terror, impotencia e inseguridad, por lo que este
daño no requiere pruebas. Asimismo, la Corte se remite a las conclusiones del
capítulo referente al derecho a la integridad personal (supra párrs. 71 a 95)
respecto a las consecuencias de orden físico y psicológico que la tortura produjo a
la víctima, las que se vieron exacerbadas por el rechazo de sus reclamos ante el
Poder Judicial, e invoca también la aceptación del Estado respecto a que es “obvio
[…] que cualquier violación a la integridad personal produce un daño no solo físico
sino psíquico a quien la padece”. Finalmente, la Corte toma en cuenta que el señor
Bueno Alves está impedido para continuar su oficio de artesano marmolero por los
hechos del caso, lo cual le ha producido un perjuicio moral.

203. Ahora bien, la controversia radica en el monto que debe otorgarse a la víctima como compensación
por el daño inmaterial. Al respecto, la Corte no considera apropiado que se utilice un porcentaje de los
daños materiales para fijar la indemnización por los daños inmateriales. Revisten naturaleza distinta y no
dependen el uno del otro. Además, no es posible asignar al daño inmaterial un equivalente monetario
preciso. Sólo puede ser objeto de compensación, para los fines de la reparación integral a la víctima,
mediante el pago de una cantidad de dinero o la entrega de bienes o servicios apreciables en dinero, que el
Tribunal determine en aplicación razonable del arbitrio judicial y en términos de equidad96, teniendo
en cuenta además que la jurisprudencia internacional ha establecido
reiteradamente que la sentencia constituye per se una forma de reparación97.
204. Consecuentemente, la Corte considera oportuno fijar en equidad la suma de
US$ 100.000,00 (cien mil dólares de los Estados Unidos de América) como
compensación por los daños inmateriales que las violaciones a los derechos
humanos declaradas en esta Sentencia causaron al señor Bueno Alves.

205. En cuanto a las señoras Tomasa Alves De Lima, Inés María del Carmen Afonso
Fernández, Ivonne Miriam Bueno y Verónica Inés Bueno y al señor Juan Francisco
Bueno, familiares de la víctima declarados víctimas en este caso, la Corte se remite
a sus conclusiones del capítulo referente a la violación del derecho a la integridad
personal de éstos (supra párr. 104) y estima oportuno ordenar en equidad98 el pago
de US$ 10.000,00 (diez mil dólares de los Estados Unidos de América) a favor de
cada uno de ellos, como compensación del daño inmaterial.

**

206. De esta forma, las compensaciones fijadas por la Corte por concepto de daño
inmaterial son las siguientes:

Beneficiarios Monto
Juan Francisco Bueno Alves US$ 100.000,00
Tomasa Alves de Lima (madre) US$ 10.000,00
Inés María del Carmen Afonso Fernández (ex cónyuge) US$ 10.000,00
Juan Francisco Bueno (hijo) US$ 10.000,00
Ivonne Miriam Bueno (hija) US$ 10.000,00
Verónica Inés Bueno (hija) US$ 10.000,00
Total US$ 150.000,00

207. El Estado deberá efectuar el pago de las indemnizaciones por concepto de


daño inmaterial directamente a sus beneficiarios dentro del plazo de un año
contado a partir de la notificación de la presente Sentencia, en los términos de los
párrafos 222 y 223 infra.

C) Medidas de satisfacción y garantías de no repetición

208. En este apartado el Tribunal determinará las medidas de satisfacción que


buscan reparar el daño inmaterial y que no tienen naturaleza pecuniaria, y
dispondrá medidas de alcance o repercusión pública.

a) Obligación de investigar los hechos que generaron las violaciones


del presente caso

209. La Comisión estimó que “la primera y más importante medida de reparación
en el presente caso es la cesación de la denegación de justicia”, y resulta “esencial
que se establezca la verdad sobre los hechos y las correspondientes
responsabilidades […], con el fin de consolidar que la prohibición de la tortura es
absoluta y que su inobservancia tiene consecuencias reales”. Por su parte, la
representante solicitó que la Corte ordene al Estado que dé “cumplimiento efectivo
a todas las investigaciones necesarias para que quienes fueron identificados como
responsables sean sometidos a proceso penal, juzgados y castigados por los graves
hechos ilícitos”, y que someta a “proceso administrativo y judicial a todo el personal
policial involucrado en los ilícitos denunciados, destituyendo a todos aquellos que
fueron indebidamente ascendidos[. M]isma solicitud se presenta respecto de la
totalidad de quienes incumplieron con los deberes de funcionario público,
encubriendo y/o cometiendo ilícitos en perjuicio de los procesos iniciados”.

210. Al respecto, el Estado manifestó que

ha aceptado las recomendaciones emitidas por la [Comisión Interamericana] y se ha comprometido a realizar


sus mejores esfuerzos en concluir las investigaciones en la forma más rápida posible respecto de los hechos
que dieron lugar a la generación del daño en la persona del señor Bueno Alves mientras estuvo detenido a
disposición del Poder Judicial. Una vez que se determine[n] concretamente tales circunstancias, el Estado
estará en condiciones de adoptar las medidas apropiadas para que la comisión de los hechos ilícitos no queden
impunes, sometiendo a los responsables de los hechos de tortura y de denegación de justicia ante los procesos
judiciales y procedimientos administrativos que fueran jurídicamente viables y más adecuadamente efectivos
para la consecución de ese objetivo.

211. Teniendo en cuenta lo anterior, así como la jurisprudencia de este Tribunal99,


la Corte dispone que el Estado debe realizar inmediatamente las debidas
investigaciones para determinar las correspondientes responsabilidades por los
hechos de este caso y aplicar las consecuencias que la ley prevea. El Estado debe
asegurar que la víctima tenga pleno acceso y capacidad de actuar en todas las
etapas e instancias de dichas investigaciones y procesos, de acuerdo con la ley
interna y las normas de la Convención Americana.

b) protección a la víctima y a sus familiares y traslado a la República


Oriental del Uruguay

212. La representante solicitó que la Corte ordene a Argentina que garantice la


vida, integridad y seguridad de la víctima y todos sus familiares “durante su estadía
dentro del territorio del Estado, mientras se desarrolla la presente demanda y hasta
el retorno a su país de origen, la República Oriental del Uruguay”. Asimismo,
solicitó que se ordene a Argentina que “al momento de que sea decido por la
[v]íctima el mencionado retorno, proced[a] al traslado de su yerno, Sergio Oscar
Roldán, quien presta funciones en Casa Central del Banco de la Nación Argentina,
hacia la [s]ucursal de la Ciudad de Montevideo (Uruguay) respetando igual
categoría al momento del traslado solicitado”.

213. El Estado señaló que no existe “sustento fáctico para siquiera examinar este
planteo”.

214. La Corte no ha encontrado demostrado que la vida, integridad o seguridad de


la víctima o sus familiares se encuentren en riesgo. Además, considera que las
pretensiones de la representante no guardan relación de conexidad con los hechos
bajo análisis en el presente caso. Consecuentemente, decide desestimarlas.

c) publicación de la sentencia
215. Aunque no hubo solicitud expresa de la Comisión o la representante, la Corte
considera oportuno ordenar, como lo ha hecho en otros casos100, que como medida
de satisfacción el Estado publique en el Diario Oficial y en otro diario de amplia
circulación nacional, por una sola vez, los párrafos 1 a 8, 71 a 74, 86, 95, 113 y
117 de la presente Sentencia, sin las notas al pie de página correspondientes, y la
parte resolutiva de la misma. Para estas publicaciones se fija el plazo de seis
meses, a partir de la notificación de la presente Sentencia.

D) Costas y Gastos

216. Como ya lo ha señalado la Corte en oportunidades anteriores, las costas y


gastos están comprendidos dentro del concepto de reparación consagrado en el
artículo 63.1 de la Convención Americana101.

217. La representante indicó que el señor Bueno Alves no estuvo en condiciones


físicas ni psíquicas para “afrontar personalmente el trámite que ha debido llevarse a
cabo a través de 18 años”, por lo que tuvo que designar una apoderada para tal fin.
Para calcular el monto a saldar por concepto de costas y gastos, la representante
indicó que, “[c]onsiderando la labor desarrollada por dicha apoderada […], y siendo
necesario fijar los montos que correspondan a honorarios y gastos, [se] estim[a]
adecuado fijar un porcentaje sobre el total de la indemnización que corresponde a
la víctima, y por ello fijar la suma de […] US$ 4’625.925,60 [(cuatro millones
seiscientos veinticinco mil novecientos veinticinco con 60/100 dólares de los
Estados Unidos de América)] por tal concepto”.

218. Como se indicó en el párrafo 194 de esta Sentencia, la representante solicitó


un monto idéntico por concepto de gastos de defensa y traslado.

219. Respecto al reembolso de las costas y gastos, el Tribunal ha señalado que le


corresponde apreciar prudentemente su alcance, el cual comprende los gastos
generados ante las autoridades de la jurisdicción interna, así como los generados
en el curso del proceso ante el sistema interamericano, teniendo en cuenta las
circunstancias del caso concreto y la naturaleza de la jurisdicción internacional de la
protección de los derechos humanos. Esta apreciación puede ser realizada con
base en la equidad y tomando en cuenta los gastos señalados por las partes,
siempre que su quantum sea razonable102.

220. En el presente caso la representante no ha remitido al Tribunal suficiente


prueba que respalde su pretensión en materia de costas y gastos. Los escasos
documentos que fueron allegados se refieren en su mayoría a gastos en el
procedimiento ante esta Corte. La falta de prueba documental no puede sustituirse
utilizando un porcentaje de las indemnizaciones por daño material e inmaterial. Por
ello, la Corte considera que la forma de cálculo de la representante no es la
adecuada y el monto solicitado no es razonable.

221. En razón de lo anterior y tomando en cuenta el largo tiempo que ha tomado


esta causa, el Tribunal estima, en equidad, que el Estado debe reintegrar la
cantidad de US$ 30.000,00 (treinta mil dólares de los Estados Unidos de América)
al señor Bueno Alves, quien entregará la cantidad que estime adecuada a su
representante, para compensar las costas y los gastos realizados ante las
autoridades de la jurisdicción interna, así como los generados en el curso del
proceso ante el sistema interamericano. El Estado deberá efectuar el pago por
concepto de costas y gastos dentro de un año contado a partir de la notificación de
la presente Sentencia.

E) Modalidad de Cumplimiento de los pagos ordenados

222. El pago de las indemnizaciones establecidas a favor del señor Bueno Alves y a
favor de las señoras Inés María del Carmen Afonso Fernández, Ivonne Miriam
Bueno y Verónica Inés Bueno, y el señor Juan Francisco Bueno, será hecho
directamente a aquéllos. Lo mismo se aplica respecto al reembolso de costas y
gastos. En caso de que alguna de estas personas fallezca antes de que le sea
entregada la indemnización respectiva, ésta se cubrirá a sus derechohabientes,
conforme al derecho interno aplicable103.

223. La cantidad que correspondería a la señora Tomasa Alves De Lima, madre


fallecida de la víctima, será repartida entre sus derechohabientes, conforme al
derecho interno aplicable.

224. El Estado debe cumplir sus obligaciones mediante el pago en dólares de los
Estados Unidos de América o en una cantidad equivalente en moneda argentina,
utilizando para el cálculo respectivo el tipo de cambio entre ambas monedas que
esté vigente en la plaza de Nueva York, Estados Unidos de América, el día anterior
al pago.

225. Si por causas atribuibles a los beneficiarios de las indemnizaciones no fuese


posible que éstos las reciban dentro del plazo indicado (supra párr. 196 y 207), el
Estado consignará dichos montos a favor de los beneficiarios en una cuenta o
certificado de depósito en una institución financiera argentina, en dólares
estadounidenses y en las condiciones financieras más favorables que permitan la
legislación y la práctica bancaria. Si al cabo de 10 años la indemnización no ha sido
reclamada, las cantidades serán devueltas al Estado con los intereses devengados.

226. Las cantidades asignadas en la presente Sentencia como indemnización y


como reintegro de costas y gastos deberán ser entregadas a los beneficiarios en
forma íntegra conforme a lo establecido en esta Sentencia, sin reducciones
derivadas de eventuales cajas fiscales.

227. En caso de que el Estado incurriera en mora, deberá pagar un interés sobre la
cantidad adeudada, correspondiente al interés bancario moratorio en Argentina.

228. Conforme a su práctica constante, la Corte se reserva la facultad inherente a


sus atribuciones y derivada, asimismo, del artículo 65 de la Convención Americana,
de supervisar el cumplimiento íntegro de la presente Sentencia. El caso se dará por
concluido una vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo dispuesto en el
presente fallo. Dentro del plazo de un año, contado a partir de la notificación de
esta Sentencia, el Estado deberá rendir a la Corte un informe sobre las medidas
adoptadas para dar cumplimiento a la misma.

XIV

Puntos Resolutivos
229. Por tanto,

La Corte,

declara,

Por unanimidad, que:

1. Acepta el reconocimiento de responsabilidad internacional efectuado por el


Estado, en los términos de los párrafos 26 a 35 de esta Sentencia, y establece la
violación de los derechos a la integridad personal, garantías judiciales y protección
judicial, consagrados en los artículos 5.1, 5.2, 8.1 y 25 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, en relación con la obligación de respetar los derechos
establecida en el artículo 1.1 de dicho tratado, en perjuicio del señor Bueno Alves,
en los términos de los párrafos 30, 86, 95 y 117 de la presente Sentencia.

2. No hay elementos para modificar lo ya resuelto por la Comisión Interamericana


de Derechos Humanos respecto del artículo 7 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, conforme a lo expuesto en el párrafo 67 de esta Sentencia.

3. El Estado violó el derecho a la integridad personal, consagrado en el artículo


5.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con la
obligación de respetar los derechos establecida en el artículo 1.1 de dicho tratado,
en perjuicio de las señoras Tomasa Alves De Lima, Inés María del Carmen Afonso
Fernández, Ivonne Miriam Bueno y Verónica Inés Bueno, y del señor Juan Francisco
Bueno, en los términos de los párrafos 96 a 104 de la presente Sentencia.

4. El Estado no violó el derecho a la protección de la honra y la dignidad,


consagrado en el artículo 11 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos.

5. El Estado no violó el derecho a la igualdad ante la ley, consagrado en el artículo


24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

6. Esta Sentencia constituye per se una forma de reparación.

Y Decide:

Por unanimidad que:

7. El Estado debe realizar los pagos de las cantidades establecidas en la presente


Sentencia por concepto de daños materiales, daños inmateriales y reintegro de
costas y gastos dentro del plazo de un año, contado a partir de la notificación de la
presente Sentencia, en los términos de los párrafos 196, 207 y 221 de la misma.

8. El Estado debe realizar inmediatamente las debidas investigaciones para


determinar las correspondientes responsabilidades por los hechos de este caso y
aplicar las consecuencias que la ley prevea, en los términos del párrafo 211 de esta
Sentencia.
9. El Estado debe publicar, en el plazo de seis meses, en el Diario Oficial y en otro
diario de amplia circulación nacional, por una sola vez, los párrafos 1 a 8, 71 a 74,
86, 95, 113 y 117 y la parte resolutiva de la presente Sentencia, en los términos
del párrafo 215 de la misma.

10. Supervisará la ejecución íntegra de esta Sentencia, y dará por concluido el


presente caso una vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo dispuesto
en la misma. Dentro del plazo de un año, contado a partir de la notificación de esta
Sentencia, el Estado deberá rendir a la Corte un informe sobre las medidas
adoptadas para darle cumplimiento.

Redactada en español y en inglés, haciendo fe el texto en español, en San José,


Costa Rica, el día 11 de mayo de 2007.

Sergio García Ramírez

Presidente

Cecilia Medina Quiroga Manuel E. Ventura Robles

Diego García-Sayán Margarette May Macaulay

Rhadys Abreu Blondet

Pablo Saavedra Alessandri

Secretario

Comuníquese y ejecútese,
Sergio García Ramírez

Presidente

Pablo Saavedra Alessandri

Secretario

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