Fallo de La Corte Interamericana de Derechos Humanos
Fallo de La Corte Interamericana de Derechos Humanos
Fallo de La Corte Interamericana de Derechos Humanos
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presentes, además,
4. Según la Comisión, el señor Bueno Alves fue objeto de torturas consistentes en,
inter alia, golpes con la mano ahuecada en los oídos, mientras se encontraba en
sede policial la madrugada del 6 de abril de 1988, a fin de que declarase contra sí
mismo y su abogado, lo cual fue puesto en conocimiento del juez de la causa. A
consecuencia de estos golpes el señor Bueno Alves supuestamente sufrió un
debilitamiento en la capacidad auditiva del oído derecho y en el sentido del
equilibrio.
II
Competencia
9. La Corte Interamericana es competente, en los términos del artículo 62.3 de la
Convención, para conocer el presente caso, en razón de que Argentina es Estado
Parte en la Convención Americana desde el 5 de septiembre de 1984 y reconoció la
competencia contenciosa de la Corte en esa misma fecha.
III
11. El 22 de enero de 2007 la representante solicitó “se [tenga] por satisfecha […]
la […] testimonial de[l señor Bueno Alves]”, toda vez que las “cuestiones” sobre las
que iba a declarar “ya fueron abordadas por los peritos” que realizaron las
experticias médica y psiquiátrica (supra párr. 10)6. El testimonio del señor Bueno
Alves no fue allegado al Tribunal.
IV
Medidas Provisionales
18. Luego de analizados los argumentos que sustentaban dicha solicitud y las
observaciones que el Estado presentó al respecto, la Corte resolvió, el 2 de febrero
de 2007, desestimarla por improcedente.
los esfuerzos desplegados desde el Gobierno […] para llegar a un acuerdo con la parte peticionaria en materia
de reparaciones pecuniarias –cuyo cumplimiento preferente fuera específicamente solicitado por éstos – han
sido infructuosos, habida cuenta de la incompatibilidad de los montos indemnizatorios pretendidos con los
estándares internacionales aplicables.
En tal sentido […] solicit[ó] formalmente [a la Comisión] que […] eleve el presente caso a la consideración de la
[…] Corte Interamericana de Derechos Humanos a efectos de que, en su carácter de único órgano jurisdiccional
del sistema, determine las reparaciones debidas a la víctima conforme a los hechos y conclusiones contenidos
en el [I]nforme 26/0512.
[h]abiendo aceptado las conclusiones del Informe 26/05, el Estado se allanó en cuanto a las conclusiones de
hecho y de derecho del mismo; dicho allanamiento tiene plenos efectos jurídicos. La Comisión considera que el
allanamiento estatal constituye una contribución positiva al desarrollo de este proceso13.
en orden de su tradicional política de cooperación con los órganos del sistema interamericano el Gobierno
argentino decidió aceptar las conclusiones de dicho informe asumiendo su responsabilidad integral en el caso y
las consecuencias jurídicas que de ello se derivan.
26. Este Tribunal entiende que el Estado, al haber aceptado las conclusiones del
Informe 26/05 (supra párrs. 19, 22 y 23) y al no haber controvertido los hechos
que la Comisión planteó en su demanda, ha confesado éstos, que constituyen la
base fáctica de este proceso.
27. Por lo tanto, cesó la controversia sobre todos los hechos alegados en la
demanda, los cuales se tienen por establecidos conforme se detallará en los
capítulos siguientes.
28. En su Informe No. 26/05 la Comisión concluyó que el Estado había violado los
derechos contemplados en los artículos 5.1, 5.2, 8 y 25 de la Convención, en
relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio del señor Bueno Alves. Estas
mismas violaciones fueron las identificadas por la Comisión en su demanda.
30. Esta Corte considera que la “aceptación” del Estado constituye una
allanamiento a las pretensiones de derecho de la Comisión. De esta manera, ha
cesado la controversia respecto a la violación de los derechos del señor Bueno Alves
enunciados en el párrafo 6 supra.
31. Por otra parte, este Tribunal nota que el Estado, en su escrito de contestación a
la demanda (supra párr. 8),
rechaz[ó] categóricamente la atribución de responsabilidad en el escrito [de solicitudes y argumentos] por la
supuesta violación del derecho a la libertad personal consagrado por el artículo 7 de la Convención […].
Asimismo, el Estado rechaz[ó] que se hubiera vulnerado en perjuicio del señor Bueno Alves, los derechos
reconocidos en los artículos 11 y 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos […] y concordantes
de la Declaración Americana de [los] Derechos y Deberes del Hombre.
33. El Estado, al haber aceptado las conclusiones del Informe No. 26/05, y
solicitado expresamente al Tribunal que “determine las reparaciones debidas al
señor […] Bueno Alves”, reconoció el deber que tiene de reparar las violaciones
causadas a la presunta víctima. El desacuerdo radica en el tipo, monto y
beneficiarios de las reparaciones. De tal manera, el Tribunal declara que existe
controversia en estos puntos.
**
VI
Prueba
36. Con base en lo establecido en los artículos 44 y 45 del Reglamento, así como en
la jurisprudencia del Tribunal respecto de la prueba y su apreciación16, la Corte
procederá a examinar y valorar los elementos probatorios documentales remitidos
por la Comisión, la representante y el Estado en diversas oportunidades procesales
o como prueba para mejor resolver solicitada por el Presidente, así como las
declaraciones testimoniales y periciales rendidas mediante affidávit. Para ello el
Tribunal se atendrá a los principios de la sana crítica, dentro del marco legal
correspondiente17.
B) Valoración de la Prueba
39. En relación con los documentos remitidos como prueba para mejor resolver
(supra párr. 15), la Corte los incorpora al acervo probatorio del presente caso,
conforme a lo dispuesto en el artículo 45.2 del Reglamento.
44. Al respecto, la Corte nota, primero, que una porción de la prueba aportada por
la Comisión, cuya autenticidad ha sido cuestionada, corresponde a documentos
obrantes en un proceso ante el poder judicial argentino. Este Tribunal no encuentra
motivo alguno para no reconocerles valor probatorio.
45. En lo que respecta a la prueba adicional aportada (supra párr. 42), la Corte
estima que dicha información puede contribuir a la determinación, por parte del
Tribunal, de los hechos en el presente caso, en cuanto ilustra aspectos relacionados
con el contexto del mismo, la búsqueda de justicia y las pretensiones de la
representante en materia de reparaciones. Las mismas consideraciones habrán de
aplicarse a las declaraciones testimoniales y periciales ofrecidas por la
representante. Por ello, la Corte considera oportuno valorar esta información
aplicando las reglas de la sana crítica, dentro del marco legal en estudio, y tomando
en cuenta las observaciones del Estado.
46. En relación con los documentos de prensa presentados por las partes, este
Tribunal considera que pueden ser apreciados cuando recojan hechos públicos y
notorios o declaraciones de funcionarios del Estado, no rectificadas, o cuando
corroboren aspectos relacionados con el caso19 y acreditados por otros medios.
48. Por otro lado, junto con la prueba para mejor resolver dispuesta por el
Presidente de la Corte, la representante remitió documentos adicionales que no
fueron solicitados. Este legajo puede clasificarse en 7 partes. La primera
corresponde a copias de documentos ya remitidos anteriormente por la propia
representante o por la Comisión Interamericana. La segunda corresponde a copias
de la legislación interna. La tercera está compuesta por documentos referentes a
transacciones comerciales de compraventa de materiales de construcción (en
especial mármol) de distintas empresas, algunas de las cuales aparentemente
están relacionadas con el testigo Roberto Serrago (supra párr. 37). La cuarta
consiste en un contrato de una unión obrera y un convenio colectivo de trabajo. La
quinta se refiere a una carta de recomendación laboral a favor del señor Bueno
Alves. La sexta corresponde a un contrato entre el hermano del señor Bueno Alves,
Delcio Ventura Bueno Alves, y una tercera persona, mediante el cual constituyen la
empresa Mármol Centro S.R.L., y algunos documentos relacionados con esta
empresa. Finalmente, la séptima corresponde a dos declaraciones: i) la ampliación
de la pericia de los médicos Fernando Taragano y Julio Ravioli (supra párr. 37), que
no se rindió ante fedatario público, y ii) el testimonio del señor Jorge Gustavo
Malagamba rendido ante fedatario público (affidávit).
49. El Estado indicó que dicha prueba debía ser rechazada, “toda vez que su
presentación en esta etapa procesal resulta palmariamente extemporánea”. La
Comisión no presentó observaciones.
50. La Corte estima que no es necesario hacer mayores precisiones sobre los
documentos presentados que ya habían sido remitidos anteriormente por la propia
representante o por la Comisión Interamericana, puesto que ya obraban en el
expediente de este caso. La legislación interna y la carta de recomendación a favor
de la presunta víctima pueden ser útiles para la apreciación de las pretensiones
sobre reparaciones, por lo que se admiten e incorporan al acervo probatorio. Los
documentos relativos a transacciones comerciales, así como los contratos obreros y
colectivos, que no fueron remitidos oportunamente, se refieren a empresas o
personas ajenas o distintas a la presunta víctima y sus familiares, no guardan
relación con los hechos de este caso y, en consecuencia, deben ser desestimados.
El contrato del hermano del señor Bueno Alves y los documentos relacionados, más
allá de informar sobre la creación de una empresa, no aportan datos acerca de este
caso, y no fueron presentados oportunamente, por lo que son desestimados.
Finalmente, en lo que respecta a las declaraciones remitidas, la Corte resalta que la
representante no solicitó al Tribunal o a su Presidente que se autorizara la
ampliación de la pericia de los médicos que actuaron en este procedimiento, y que
dicha ampliación no fue rendida ante fedatario público. Consecuentemente, no se
reconoce valor probatorio a ese documento. En cuanto a la declaración del señor
Jorge Gustavo Malagamba, el Presidente de la Corte expresamente señaló en su
Resolución de 6 de diciembre de 2006 (supra párr. 10) que “el ofrecimiento de la
declaración del señor Malagamba no resulta pertinente para la resolución de esta
causa”, por lo que resolvió “[n]o requerir a la representante” que la remita. La
representante hizo caso omiso de lo dispuesto por el Presidente y remitió esta
declaración. Al respecto, el Tribunal considera que esta prueba es inadmisible, por
improcedente, como lo advirtió el Presidente, y así lo declara.
VII
[t]eniendo en cuenta que la Carta de la Organización y la Convención Americana son tratados respecto de los
cuales la Corte puede ejercer su competencia consultiva en virtud del artículo 64.1, ésta puede interpretar la
Declaración Americana y emitir sobre ella una opinión consultiva en el marco y dentro de los límites de su
competencia, cuando ello sea necesario al interpretar tales instrumentos23.
[p]ara los Estados Partes en la Convención la fuente concreta de sus obligaciones, en lo que respecta a la
protección de los derechos humanos es, en principio, la propia Convención. Sin embargo hay que tener en
cuenta que a la luz del artículo 29.d), no obstante que el instrumento principal que rige para los Estados Partes
en la Convención es esta misma, no por ello se liberan de las obligaciones que derivan para ellos de la
Declaración por el hecho de ser miembros de la OEA25.
VIII
de la Convención Americana
62. A criterio de la representante, fue el juez Héctor Grieben, titular del Juzgado de
Instrucción No. 21, quien ordenó la detención del señor Bueno Alves el 5 de abril de
1988 en el marco del proceso No. 25.314 iniciado por la señora Norma Lage.
63. Según la representante, la violación del artículo 7 de la Convención se cometió
cuando el Juez No. 21 (a cargo de la causa Lage vs. Bueno Alves y otros), al recibir
constancia de que se estaba tramitando con anterioridad otro proceso con los
mismos actores y por hechos similares, no comunicó de manera inmediata al Juez
No. 30 (a cargo de la causa Bueno Alves vs. Lage) tal situación, y no le envió todas
las actuaciones. El Juez No. 21 prosiguió conociendo el sumario y mantuvo a la
presunta víctima detenida por espacio de 15 días.
65. El Estado consideró que el hecho de que hubiera una denuncia presentada por
el señor Bueno Alves contra la señora Lage respecto de los hechos relacionados con
la compraventa de un inmueble, no proyecta ningún efecto en relación con la
legalidad de la detención ordenada por el Juez No. 21, toda vez que ésta se funda
en una denuncia contra Bueno Alves formulada por la citada señora Lage, cuyo
examen recayó en un magistrado diferente del que instruía la denuncia presentada
por la presunta víctima. Para el Estado, la eventual conexidad entre ambas causas
no puede suponer que la detención dispuesta por el Juez No. 21 haya sido ilegal.
[n]ada de lo aportado por el peticionario permite a la Comisión concluir que [sus] alegaciones comportan una
vulneración de las disposiciones contenidas en el artículo 7 de la Convención […]. El peticionario fue detenido
“por las causas y en las condiciones fijadas de antemano […] por las leyes de Argentina.
Tampoco se colige de lo sostenido por el peticionario que el juez del proceso No. 24519, que decretó su
detención, actuó de modo ilegal o manifiestamente abusivo, excediendo los límites de discreción razonable en
el ejercicio de su magistratura.
En consecuencia, la Comisión concluye que las alegaciones del peticionario sobre su supuesta detención ilegal,
aún si se confirman, no caracterizan una violación de la Convención, y en particular de su artículo 7, según lo
requieren los artículos 47(b) de la misma y […] 41(b) del Reglamento de la Comisión. Por el contrario, a criterio
de la Comisión, tales alegaciones resultan manifiestamente infundadas, a tenor de lo dispuesto en el artículo
47(c) y 41 (c) del Reglamento de la Comisión.
Y declaró:
inadmisibles las alegaciones contenidas [en] el presente caso sobre [la] violación del artículo 7 de la
Convención27.
IX
Artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal)28 en relación con el artículo
1.1
Convención Americana
[e]l día 6 del actual [mes de abril] a la hora 1 aproximadamente, en el interior de su lugar de detención, en una
oficina que decía “Anti-secuestro”, del Departamento Central de Policía, en donde estaba alojado, el mismo
Oficial de Policía [que procedió a su detención] –del que ignora su nombre, apellido y jerarquía, pero que le dijo
era abogado, y que vestía de civil-, le aplicó golpes con la mano ‘ahuecada’, en ambos oídos, sintiendo en este
momento, a raíz de ello, una dificultad en el oído derecho, sintiendo como zumbidos, y por ello solicita examen
médico. No sólo este oficial le aplicó estos golpes, sino que otra persona, también vestida de civil, se colocó
detrás del dicente, por orden de ese Oficial, y también le aplicó golpes con sus manos ‘ahuecadas’, sobre el
oído derecho. Que al ser golpeado de esta manera, el dicente reaccionó diciendo ‘mátenme’, por lo que el
Oficial hizo una seña al otro policía, y éste le apoyó un arma de fuego sobre la sien derecha. También fue
insultado en relación a su nacionalidad29.
73. El señor Bueno Alves posteriormente identificó a René Jesús Derecho31 como el
policía que lo detuvo y maltrató, y al policía Horacio Soto como quien “habría
presenciado la agresión padecida por él, [y] se r[eía] mientras lo agredían, pero no
intervi[no] activamente”32. No pudo identificar a la persona que también lo habría
golpeado siguiendo órdenes del señor Derecho.
74. De la prueba ofrecida, así como de la confesión del Estado respecto a los
hechos del presente caso (supra párr. 26), la Corte tiene por demostrado que el
señor Bueno Alves fue golpeado en los oídos33 y en el estómago, insultado en razón
de su nacionalidad y privado de su medicación para la úlcera, por agentes
policiales, mientras se encontraba detenido bajo su custodia34, con el fin de que
confesara en contra del señor Pérez Galindo35, quien también se encontraba
detenido36.
75. Una vez que se ha tenido por demostrado los hechos señalados en los párrafos
anteriores, queda por determinar si tales actos constituyen tortura. Previo a ello, la
Corte resalta que el Estado no objetó la calificación de “tortura” que la Comisión y
la representante dieron a tales hechos. Es más, el propio Estado en su contestación
a la demanda se refirió al trato padecido por la presunta víctima como “hechos de
tortura”. No obstante la existencia de esta admisión, que en otras vertientes del
enjuiciamiento relevaría al Tribunal de hacer mayor análisis, el Tribunal entra a
hacer las consideraciones de derecho pertinentes.
78. Ahora bien, para definir lo que a la luz del artículo 5.2 de la Convención
Americana debe entenderse como “tortura”, la Corte debe tomar en cuenta la
definición que al respecto hace la primera parte del artículo 2 de la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura (en adelante “CIPST”)42, así
como las diversas definiciones contenidas en algunos de los instrumentos citados
en el párrafo anterior. Esto es particularmente relevante para el Tribunal, puesto
que conforme a su propia jurisprudencia, “al dar interpretación a un tratado no sólo
se toman en cuenta los acuerdos e instrumentos formalmente relacionados con éste
(inciso segundo del artículo 31 de la Convención de Viena), sino también el sistema
dentro del cual se inscribe (inciso tercero del artículo 31)”43. Esta orientación tiene
particular importancia para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que
ha avanzado sustancialmente mediante la interpretación evolutiva de los
instrumentos internacionales de protección44.
i) intencionalidad
81. Las pruebas que constan en el expediente acreditan que los actos cometidos
fueron deliberadamente infligidos en contra de la víctima y no producto de una
conducta imprudente, accidente o caso fortuito.
ii) finalidad
82. El señor Bueno Alves denunció en su declaración ante el juez que investigaba
los actos de maltrato (supra párr. 71) que éstos tuvieron como propósito que
confesara en contra de quien era su abogado, el señor Carlos Alberto Baltasar Pérez
Galindo. En vista de ello y teniendo en cuenta la aceptación del Estado, la Corte
considera que los maltratos tuvieron como finalidad específica forzar la confesión
del señor Bueno Alves.
iii) sufrimiento
En relación a los hechos de la litis […] su relato es claro, emotivo pero a la vez pudoroso. No resulta
grandilocuente ni busca causar impacto emocional en el oyente. Su relato resulta verosímil. […] A partir de ese
episodio, ocurrido hace más de 18 años, todo hecho de su existencia parece quedar asociado, de una manera u
otra, a dicho episodio. Como sintomatología reactiva al mismo refiere […] fallas amnésicas, trastornos en el
dormir, estado de alerta y temores permanentes, inactividad laboral total y un estilo de vida social y afectiva
supeditada al sistema de recaudos y seguridades instaurado a posteriori del episodio del 88. Es ahí, siempre
según sus dichos, puntualmente durante la detención que sufriera, que comienza con trastornos alimenticios y
en la piel. […] Su actividad mental y también su vida cotidiana […] parecen capturadas por el tema. Tema que
parece ser la razón de su existir. Toda su energía psíquica está puesta allí. Ha montado un sistema de
constantes recaudos, acompañado de una actitud hipervigilante. […] No aparecen indicadores de simulación49.
85. Además, los peritos concluyeron que los trastornos producidos por los maltratos
impidieron e impiden al señor Bueno Alves “desarrollar sus actividades cotidianas”,
y requieren la continuidad de un tratamiento psiquiátrico psicológico “de por
vida”50.
86. Por todo lo anterior, y tomando en consideración la confesión del Estado (supra
párrs. 19, 22, 23 y 26 a 29), esta Corte considera que los hechos alegados por la
Comisión y la representante, y probados en este caso, constituyeron tortura en
perjuicio del señor Bueno Alves, lo que implica la violación por parte del Estado al
derecho consagrado en el artículo 5.1 y 5.2 de la Convención Americana, en
relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de la persona mencionada.
**
cuando exista denuncia o razón fundada para creer que se ha cometido un acto de tortura en el ámbito de su
jurisdicción, los Estados partes garantizarán que sus respectivas autoridades procederán de oficio y de
inmediato a realizar una investigación sobre el caso y a iniciar, cuando corresponda, el respectivo proceso
penal.
a la luz de la obligación general de garantizar a toda persona bajo su jurisdicción los derechos humanos
consagrados en la Convención, establecida en el artículo 1.1 de la misma, en conjunto con el derecho a la
integridad personal conforme al artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal) de dicho tratado, existe la
obligación estatal de iniciar de oficio e inmediatamente una investigación efectiva que permita identificar,
juzgar y sancionar a los responsables, cuando existe denuncia o razón fundada para creer que se ha cometido
un acto de tortura53.
el daño psicológico causado por las torturas se ha visto exacerbado por el rechazo de sus reclamos ante el
poder judicial. El señor Bueno Alves intentó con todos los medios a su alcance superar la impunidad reinante en
este caso, y solamente recibió denegación consistente por parte de las autoridades judiciales. El sufrimiento y
la angustia se originan en las torturas y se agravan debido a la impunidad persistente.
94. Del peritaje psicológico efectuado por orden del Presidente de la Corte (supra
párr. 37) se desprende que
la ausencia de respuesta por parte del sistema judicial argentino […] ha afectado [al señor Bueno Alves]. El
grado es grave pues se tradujo en un síndrome delirante, depresivo y adaptativo.
[…]
Los procedimientos que [el señor Bueno Alves] alega haber seguido y la falta de respuesta a los mismos, que
han actuado como estresores crónicos, han contribuido a su incapacidad laboral55.
95. En vista de ello, la Corte considera que la falta de respuesta judicial afectó la
integridad personal del señor Bueno Alves, lo que hace responsable al Estado por la
violación del derecho contemplado en el artículo 5.1 de la Convención, en relación
con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de la víctima.
96. Tanto la Comisión como los representantes señalaron que la familia del señor
Bueno Alves también se vio afectada por los hechos del caso. Incluso la
representante indicó que uno de los hermanos de aquél, Delcio Ventura Bueno
Alves, y la madre de ambos, Tomasa Alves De Lima, padecieron la desgracia de
Juan Francisco, sufriendo un grave quebranto en su salud que les provocó
posteriormente la muerte. La Comisión y la representante individualizaron a los
miembros de la familia del señor Bueno Alves (para quienes solicitaron
reparaciones) de la siguiente manera: Tomasa Alves De Lima (madre); Delcio
Ventura Bueno Alves y Manuel Bueno Alves (hermanos); Inés María del Carmen
Afonso Fernández (ex esposa); Juan Francisco Bueno (hijo), Ivonne Miriam Bueno y
Verónica Inés Bueno (hijas); Sergio Oscar Roldán (yerno); Patricia Marcela Mereles
(nuera); Carolina Elizabeth Mereles, Cristian Rodrigo Mereles, Marco Gabriel Bueno
Mereles, Juan Manuel Bueno, Mariana Gisele Bueno, Francisco Ernesto Roldán
Bueno y Daniela Inés Roldán Bueno (nietas y nietos).
97. El Estado manifestó que no existen pruebas que permitan afirmar que hubiera
un “nexo causal” entre los hechos de este caso y la muerte del hermano y la madre
de la víctima; que los nietos de la víctima ni siquiera habían nacido al momento de
los hechos; que no existe constancia del vínculo del yerno y la nuera de la víctima
con sus respectivos hijos; que no se aportaron pruebas que acrediten el grado en
que todos los familiares padecieron y se involucraron en la situación que atravesó
la víctima, y que no se ha demostrado que los familiares hayan padecido una
alteración en sus condiciones de existencia, sus relaciones familiares y sociales y
sus posibilidades de desarrollar sus propios proyectos de vida.
98. En la prueba aportada al Tribunal figura un certificado del médico tratante del
señor Bueno Alves, señor Jorge A. Caride, el cual relata que:
el hermano Delcio Ventura padec[ió] un infarto[,] y a consecuencia de él, fallec[ió] a los 49 años, al parecer
también influido por la tensión que toda la familia soportaba.
El resto de la familia del Sr. Bueno Alves no ha quedado libre de padecer distintos cuadros compatibles con
trastornos por ansiedad y con necesidad de algún tipo de tratamiento […]. Especialmente su hija Verónica Inés,
que en el momento de la detención contaba con 14 años de edad. También la esposa del Sr. Bueno Alves, Sra.
Inés María del Carmen.
Todo lo referido debe entenderse como la suma de complicaciones con deterioro anímico y económico, no s[ó]lo
del Sr. Bueno Alves, sino de toda la [familia].
Además de la hija mencionada […], tiene otros dos hijos: Juan Francisco [e] Ivone Miriam; un yerno[,] Sergio
Roldán[,] y cuatro nietos: Mariana, Francisco, Daniela y Jonathan, los cuales por los acontecimientos
desencadenados a partir de la detención del Sr. Bueno Alves, no han podido contar con él de un modo
adecuado56.
99. El señor Caride también rindió declaración ante fedatario público (affidávit), en
la que señaló que “[d]urante los últimos años[,] varios miembros de [la] familia
[del señor Bueno Alves] se hallan en tratamiento psicológico”, y que los hechos de
este caso fueron “llevando lentamente [al señor Bueno Alves] a un deterioro de sus
relaciones familiares hasta llegar al divorcio”57.
se encuentra conviviendo con su ex-esposa, su hija [Verónica Inés], su yerno y sus dos nietos, primando la
unión familiar y una buena vinculación afectiva entre los integrantes. El señor Bueno Alves también sostiene un
vínculo unido y afectivo con sus otros hijos y nietos, lo que indica que prevalece un núcleo familiar contenedor
en el plano afectivo59.
102. Esta Corte ha afirmado, en otras oportunidades, que los familiares de las
víctimas de violaciones de los derechos humanos pueden ser, a su vez, víctimas60.
Entre los extremos a considerar se encuentran la existencia de un estrecho vínculo
familiar, las circunstancias particulares de la relación con la víctima, la forma en
que el familiar fue testigo de los eventos violatorios y se involucró en la búsqueda
de justicia y la respuesta ofrecida por el Estado a las gestiones realizadas61.
103. Para apoyar la vinculación afectiva necesaria para considerar a los familiares
como víctimas de hechos violatorios al artículo 5 de la Convención Americana en
este caso, solamente hay evidencia de esa relación entre el señor Bueno Alves y su
madre62, ex esposa63 e hijos64, y no con sus hermanos, nietos, yerno y nuera.
Tampoco resulta suficiente la prueba aportada para imputar la muerte de la madre
y el hermano de la víctima a los hechos padecidos por ésta.
105. La Comisión alegó que “aun cuando los tribunales nacionales fueron puestos
sobre aviso de indicios de abuso, los demorados […] procesos llevados a cabo no
aclararon los hechos denunciados”. Particularmente en lo que respecta al sumario
No. 24.079, la Comisión alegó que las autoridades judiciales no realizaron un
esfuerzo diligente para investigar las circunstancias precisas bajo las cuales Bueno
Alves fue hospitalizado. Ello se refleja, a criterio de la Comisión, en los
sobreseimientos dictados por la autoridad judicial, que se fundó en insuficiencia
probatoria. Indicó también que el Estado tramitó el proceso penal como si estuviese
determinado por una acción civil entre partes privadas. Adicionalmente señaló que,
si bien el señor Bueno Alves no denunció los golpes en el estómago y la privación
de medicamentos hasta casi un mes después de su detención, limitando así ciertos
medios de investigación, esto no relevó al Estado de su deber de actuar con la
diligencia debida. Destacó también que la decisión final del proceso No. 24.079 fue
emitida cerca de 9 años después de los hechos. Finalmente, la Comisión sostuvo
que el Estado no informó al señor Bueno Alves sobre su derecho a ponerse en
contacto con el funcionario consular de su nacionalidad.
110. El Juez No. 21, que ordenó la detención del señor Bueno Alves, tomó
conocimiento de los supuestos “golpes en los oídos” el 8 de abril de 1988, mismo
día en el que personalmente recibió la declaración indagatoria del señor Bueno
Alves. En esa fecha, el juez ordenó la elaboración de un examen médico con
carácter de “muy urgente” en relación con estas denuncias. Dicho examen médico
se practicó el 13 de abril de 1988 por médicos legistas68, quienes no pudieron
formular mayores conclusiones y señalaron la necesidad de practicar un examen
otorrinolaringológico, que finalmente se llevó a cabo el 26 de abril de 198869.
111. Es importante enfatizar que en los casos en los que existen alegatos de
supuestas torturas o malos tratos, el tiempo transcurrido para la realización de las
correspondientes pericias médicas es esencial para determinar fehacientemente la
existencia del daño, sobre todo cuando no se cuenta con testigos más allá de los
perpetradores y las propias víctimas, y en consecuencia los elementos de evidencia
pueden ser escasos. De ello se desprende que para que una investigación sobre
hechos de tortura sea efectiva, la misma deberá ser efectuada con prontitud.
112. Siendo crucial para la determinación de los hechos el desarrollo de una pronta
investigación, el Tribunal considera que la revisión médica del señor Bueno Alves
debió ser inmediata.
114. Del mismo modo, la Corte observa que, conforme a lo expuesto por la
Comisión y al expediente obrante ante el Tribunal, el proceso judicial inició en el
mes de abril de 1988 y terminó con la decisión de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación de 15 de abril de 1997. Es decir, tuvo una duración aproximada de 9
años.
115. Teniendo en cuenta la confesión del Estado y los criterios establecidos por este
Tribunal respecto al principio del plazo razonable70, la Corte coincide con la
Comisión en que el señor Bueno Alves no fue oído dentro de un plazo razonable, tal
y como lo dispone el artículo 8.1 de la Convención Americana.
116. Finalmente, la Corte observa que no existe elemento probatorio alguno que
demuestre que el Estado haya notificado al señor Bueno Alves, como detenido
extranjero, de su derecho de comunicarse con un funcionario consular de su país a
fin de procurar la asistencia reconocida en el artículo 36.1.b de la Convención de
Viena sobre Relaciones Consulares. El extranjero detenido, al momento de ser
privado de su libertad y antes de que rinda su primera declaración ante la
autoridad, debe ser notificado de su derecho a establecer contacto con un
funcionario consular e informarle que se halla bajo custodia del Estado. La Corte ha
señalado que el cónsul podrá asistir al detenido en diversos actos de defensa, como
el otorgamiento o contratación de patrocinio letrado, la obtención de pruebas en el
país de origen, la verificación de las condiciones en que se ejerce la asistencia legal
y la observación de la situación que guarda el procesado mientras se halla en
prisión. En este sentido, la Corte también ha señalado que el derecho individual de
solicitar asistencia consular a su país de nacionalidad debe ser reconocido y
considerado en el marco de las garantías mínimas para brindar a los extranjeros la
oportunidad de preparar adecuadamente su defensa y contar con un juicio justo71.
117. Por todo lo anterior, y teniendo en cuenta la aceptación del Estado, la Corte
concluye que Argentina violó los artículos 8.1 y 25 de la Convención Americana, en
relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio del señor Bueno Alves.
XI
de la Convención Americana
de la Convención Americana
125. El Estado rechazó estos alegatos en los mismos términos planteados con
respecto a las alegaciones efectuadas por la representante respecto a la violación
del artículo 11 de la Convención (supra párrs. 8 y 120).
126. La Corte nota que además de los supuestos insultos proferidos en contra del
señor Bueno Alves77, analizados en el Capítulo IX de esta Sentencia en conjunto
con los otros maltratos sufridos, no existe prueba de que la víctima haya recibido
un trato discriminatorio. Como se estableció en el párrafo 82 supra, las torturas que
padeció no estuvieron vinculadas con su nacionalidad.
XIII
Reparaciones
129. En el marco de la aceptación efectuada por el Estado (supra párrs. 8, 19, 20,
22 y 23), de acuerdo con las consideraciones sobre el fondo expuestas y las
violaciones a la Convención declaradas en los capítulos anteriores, así como a la luz
de los criterios fijados en la jurisprudencia de la Corte en relación con la naturaleza
y alcances de la obligación de reparar80, la Corte procederá a analizar las
pretensiones presentadas por la Comisión y por la representante respecto a las
reparaciones, con el objeto de disponer las medidas tendientes a reparar los daños.
A) Parte lesionada
130. La Corte procederá ahora a determinar qué personas deben considerarse
“parte lesionada” en los términos del artículo 63.1 de la Convención Americana y
consecuentemente acreedores a las reparaciones que fije el Tribunal.
131. En primer lugar, la Corte considera como “parte lesionada” al señor Juan
Francisco Bueno Alves, en su carácter de víctima de las violaciones en su perjuicio
que fueron probadas, por lo que es acreedor a las reparaciones que fije el Tribunal
por concepto de daño material e inmaterial, en su caso.
132. Asimismo, considera como “parte lesionada” a los familiares del señor Bueno
Alves que fueron declarados víctimas de la violación al derecho consagrado en el
artículo 5.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la
misma, a saber, las señoras Tomasa Alves De Lima, Inés María del Carmen Afonso
Fernández, Ivonne Miriam Bueno y Verónica Inés Bueno, y el señor Juan Francisco
Bueno. Los familiares de la víctima son acreedores a las reparaciones que el
Tribunal fije por concepto de daño inmaterial y material, en su caso, en su carácter
de víctimas.
B) Indemnizaciones
134. En el presente caso, la Comisión sostuvo que el señor Bueno Alves y su familia
debieron realizar esfuerzos económicos importantes para reclamar justicia y
solventar los tratamientos psicológicos necesarios, además de que los
padecimientos sufridos por la víctima le impidieron continuar sus tareas y labores.
Por su parte, la representante solicitó a la Corte que ordene al Estado que
indemnizara a la víctima por los siguientes conceptos: a) “daño al patrimonio”; b)
“lucro cesante”; c) “daño físico”, que dividió en: i) “incapacidad sobreviviente”, y ii)
“gastos médicos, farmacéuticos, de curación y de rehabilitación”; d) “daño
emergente futuro”, y e) “gastos de defensa [y] traslados”. A continuación la Corte
pasa a examinar cada una de estas peticiones. Para facilitar el análisis, utilizará la
terminología usada por la representante.
a) “daño al patrimonio”
135. Según la representante, el señor Bueno Alves “debía recibir un importe por la
resolución de la operación de compraventa que había realizado” con la señora Lage.
Dicho monto ascendería a US$ 21.000,00 (veintiún mil dólares de los Estados
Unidos de América). Esta cantidad fue supuestamente secuestrada por el Estado y
“jamás le fue reintegrada”. La representante agrega “los intereses compensatorios”
hasta el 30 de junio de 2006, y reclama que el Estado salde la suma total de US$
309.353,40 (trescientos nueve mil trescientos cincuenta y tres con 40/100 dólares
de los Estados Unidos de América).
136. El Estado señaló, inter alia, que “dicho reclamo no puede integrar la
indemnización debida por el Estado […], toda vez que dicha operación resultó [de]
un acto entre particulares […] del que el Estado fue absolutamente ajeno”.
137. Al respecto, la Corte nota que no se demostró en el fuero interno que el señor
Bueno Alves hubiera sido víctima de un delito por el fallido intento de compraventa
de un inmueble, o que hubiese tenido derecho al reembolso de alguna cantidad de
dinero por esta transacción frustrada. Incluso en el supuesto que se aceptara
rembolsar al señor Bueno Alves el pago que presuntamente realizó, dicha
obligación recaería en quien recibió el dinero y no en el Estado. Del mismo modo, la
Corte no encuentra evidencia que demuestre que agentes estatales hayan
secuestrado la cantidad reclamada. Por lo tanto, son improcedentes las
pretensiones de la representante por “daño al patrimonio".
b) “lucro cesante”
138. La representante argumentó que “[l]as secuelas de las lesiones sufridas, tanto
en el orden corporal como psíquicas, pusieron fin a [la] actividad laboral [del señor
Bueno Alves,] ya que su incapacidad se tornó total, no pudiendo generar ningún
tipo de renta necesario para el mantenimiento de la familia”. La representante
utilizó como base de cálculo para sus pretensiones por lucro cesante el ingreso que
supuestamente percibía el señor Bueno Alves, y solicitó que se contabilizara el
monto adeudado desde el 12 de enero de 1988 hasta la edad de jubilación
obligatoria en Argentina, que es de 65 años para los varones. El monto total que
por este rubro reclama como indemnización asciende a US$ 15’689.696,00 (quince
millones seiscientos ochenta y nueve mil seiscientos noventa y seis dólares de los
Estados Unidos de América).
139. En sus alegatos finales escritos el Estado señaló que “asume, definitivamente,
que el señor Bueno Alves tiene el legítimo derecho a ser reparado conforme al
grado de incapacidad determinado por las pericias, todo ello de acuerdo a la
responsabilidad que [la] Corte considere imputable al Estado”.
140. Vistas así las cosas, la Corte entiende que no hay controversia entre las partes
respecto a que el señor Bueno Alves debe ser indemnizado por la incapacidad
laboral que sufre a consecuencia de los hechos. Las divergencias surgen acerca del
monto de las indemnizaciones. Para resolver el asunto, la Corte analizará la prueba
aportada para determinar: i) ingreso que el señor Bueno Alves percibía al momento
de los hechos; ii) porcentaje de incapacidad laboral que tiene; iii) mitigación del
daño, y iv) si el señor Bueno Alves dejó totalmente de percibir ingresos a partir de
los hechos.
141. La representante considera que la Corte debe tener por establecido que el
señor Bueno Alves ganaba entre $15.000,00 (quince mil australes) y $20.000,00
(veinte mil australes). Como fundamento cita la declaración indagatoria que la
víctima rindió ante el Juez No. 21 en la causa No. 25.314. En esta declaración la
víctima expuso:
por trabajar por cuenta propia, no tiene una suma fija mensualmente de entrada, pero hay ocasiones en que
gana una suma mensual de quince a veinte mil australes, aproximadamente, término medio82.
142. Para la representante, esta declaración tiene “absoluta fuerza legal y por
ende, incuestionable valor de documento público para entender que se encuentren
plenamente acreditados los ingresos mensuales de la víctima”. Por su parte, el
Estado objetó el alegado ingreso mensual y la fuerza probatoria de la declaración
indagatoria.
145. En cuanto a los folletos, la Corte considera que aunque podrían demostrar que
la víctima realizó tales trabajos, no acreditan que su salario ascendía a la cantidad
reclamada.
146. Respecto a los affidávits, fue presentada la declaración del señor Demetrio
González, quien solía prestar sus servicios a la empresa CAMPOLONGHI S.A. Refiere
que conoció al señor Bueno Alves y a su hermano, Delcio Ventura Bueno Alves, ya
que estos tenían una relación comercial con tal empresa; que eran “los marmoleros
recomendados a los principales clientes y en los casos de obras de envergadura o
de mayor complejidad”; que su trabajo era de buena calidad; que la empresa
procesaba una cantidad de 1.000 m2 de material, de los cuales 35 a 40% era
provisto a los hermanos Bueno Alves para “ser colocado”; y dejó de ver a éstos en
la empresa “desde mediados de 1988”. Por su parte, el testigo Roberto Horacio
Serrago, quien sería presidente de la firma “Todo Mármol”, declaró que los
hermanos Bueno Alves eran “muy requeridos en el ramo por su capacidad de
desarrollo en obra y calidad de trabajo”; que se trataba de artesanos con la
maquinaria, material y personal adecuados; que eran recomendados por dicha
firma; que realizaron trabajos en “obras de importancia”, y cesó su relación con la
empresa en 1988. El mismo testigo, al ampliar su declaración inicial, manifestó que
el señor Bueno Alves y su hermano eran profesionales artesanos que se movían
dentro del mercado de la marmolería de manera independiente; que no puede dar
“por seguro un monto fijo de ingresos de ninguno de los hermanos”; y que ambos
se dividían las ganancias que percibían en partes iguales. Finalmente, el testigo
hizo un cálculo basándose en los “ingresos relacionados con el mármol procesado y
entregado” por su empresa a los hermanos Bueno Alves. El resultado de sus
cálculos arrojó que los hermanos percibían un “ingreso neto mensual” de US$
7.740,00 (siete mil setecientos cuarenta dólares de los Estados Unidos de
América); es decir, que cada uno de ellos tenía un ingreso de US$ 3.870,00 (tres
mil ochocientos setenta dólares de los Estados Unidos de América).
147. A criterio de la Corte, estos testimonios demuestran que el señor Bueno Alves
y su hermano eran artesanos marmoleros con prestigio, pero no permiten apreciar
los ingresos mensuales que la víctima tenía. La representante no ha presentado
otro tipo de documentos, como podrían ser recibos o facturas de los trabajos
realizados, contratos con las diferentes empresas o libros de contabilidad de la
sociedad de los hermanos Bueno Alves. Debe tenerse en cuenta, además, que
conforme a las certificaciones de la Administración Federal de Ingresos Públicos, y
de la Administración Nacional de la Seguridad Social, presentadas por el Estado, no
existen constancias de que el señor Bueno Alves hubiese pagado impuestos o
registrado aportes por los supuestos ingresos mensuales que tenía.
148. En suma, el Tribunal carece de documentación suficiente que le permita tener
por demostrado que el señor Bueno Alves ganaba lo que dijo ganar y no considera
apropiado utilizar los cálculos del contador José Esteban Cornejo, remitidos por la
representante, ya que toman como base un salario que no ha sido probado.
149. A solicitud del Tribunal, el Estado remitió las estimaciones oficiales desde 1988
hasta el año 2006 de las remuneraciones reales y totales que perciben los obreros
de la construcción84, un informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos
referido a los índices de las categorías laborales del rubro de la albañilería y
hormigón armado desde enero de 1993 hasta enero de 200785, y leyes en materia
laboral86.
151. El Tribunal entiende que las funciones específicas del señor Bueno Alves no
eran de un obrero de la construcción sino de un artesano marmolero que actuaba
por cuenta propia. No obstante, ante la falta de medios probatorios suficientes, que
la representante debió proveer a la Corte, tomará en cuenta los documentos
oficiales indicados y los valorará en conjunto con el resto del acervo probatorio,
haciendo uso de la sana crítica.
153. El Estado también señaló que existen hechos en la vida personal y familiar del
señor Bueno Alves, anteriores a las torturas, que habrían creado una “patología
mental […] preexistente”, siendo ésta “el terreno predisponente que permite y
explica que los hechos traumáticos se asentaran del modo en que lo hicieron”, y
que para “la determinación del daño psíquico no resulta claro cuál fue el hecho
traumático que incidió decisivamente en la patología que hoy presenta [el señor]
Bueno Alves”.
154. Quedó establecido que el señor Bueno Alves sufre daños físicos y
psicológicos. Los peritos médicos que actuaron en este caso (supra párr. 37)
indicaron que la discapacidad auditiva del señor Bueno Alves corresponde a una
pérdida del 0,3% en el oído izquierdo y 16,7% en el oído derecho, con discapacidad
global (para los dos oídos) de 2,35%. Esta incapacidad, según los peritos, “no
debería ocasionarle trastornos en su vida cotidiana”. Los expertos indicaron que en
razón de su profesión, “en los primeros meses posteriores al traumatismo, debido a
la falta de equilibrio, debería tener una incapacidad temporal”. Dicha falta de
equilibrio se corrigió. Estimaron que la pérdida auditiva es permanente. Los peritos
concluyeron que “[l]a posibilidad de haber continuado trabajando en su profesión u
oficio luego de los hechos denunciados no fue ni es posible imputarlo a causas
físicas […]. Desde el punto de vista físico no surgen elementos de juicio que hagan
suponer una incapacidad para realizar otro tipo de actividades laborales”.
155. Por otro lado, los peritos psiquiatras indicaron que el señor Bueno Alves
presenta un trastorno delirante del tipo mixto persecutorio y de grandiosidad. Un trastorno depresivo mayor,
recidivante, en remisión parcial, y un trastorno adaptativo con alteración mixta de las emociones y el
comportamiento. Lo descripto se ha instalado sobre un trastorno de personalidad previo[. D]e acuerdo a su
relato biográfico el citado trastorno de la personalidad se puso de manifiesto en la adolescencia. En cambio, el
cuadro clínico detectado en el examen actual […] reconoce una relación de causalidad directa con los hechos
denunciados y perdura hasta la actualidad. […] Los daños sufridos generaron un impacto psicológico que
impidió e impide al señor Bueno Alves desarrollar sus actividades cotidianas. Respecto al grado y porcentaje de
impedimento y tomando en cuenta la actividad global para el trabajo y específica para su profesión se
87
considera una pérdida del 65% para el primero y del 100% para el segundo .
156. De lo anterior, la Corte concluye que el señor Bueno Alves tuvo una
incapacidad laboral de orden físico durante los primeros meses siguientes a la
tortura. Posteriormente, aun cuando la víctima presentaba una lesión permanente
en sus oídos, sobretodo el derecho, no estaba impedida físicamente para continuar
el ejercicio de su profesión o dedicarse a otro oficio. No obstante, tiene una
incapacidad total (100%) de carácter psíquico para dedicarse a su profesión, y una
incapacidad parcial (65%) para dedicarse a otro oficio. En otras palabras, como
consecuencia de los hechos de este caso el señor Bueno Alves no pudo, no puede y
no podrá continuar con su profesión de artesano marmolero, y sólo está en
condiciones de dedicarse, de manera muy limitada, a otro oficio.
158. En este caso, si bien es cierto que el señor Bueno Alves tenía problemas
previos de personalidad, los mismos no le impedían ejercer su profesión y “operaba
de manera compensada”. Incluso, como se indicó en los párrafos anteriores, era un
artesano con prestigio. Es a raíz de los hechos de tortura, agravados
posteriormente por la denegación de justicia, que la víctima sufrió un “quiebre[,]
descompensando aquella lábil estructura de personalidad[ y] generando sobre la
estructura de base un nuevo cuadro psiquiátrico”.
160. El Estado presentó dos argumentos referentes a acciones que la víctima pudo
realizar para aminorar los daños que padeció. El primer argumento advierte que la
víctima “tenía a su disposición mecanismos internos tendientes a mitigar los
sufrimientos padecidos […]. En particular, podría haber solicitado en el ámbito del
Ministerio de Desarrollo Social de la Nación una pensión por invalidez conforme a lo
establecido por la [L]ey [No.] 18.910/70”. El segundo argumento apunta a que la
víctima no buscó ayuda profesional por sus trastornos de personalidad
preexistentes, ni tratamiento profesional luego de los hechos de tortura.
161. Respecto al primer argumento, la Corte nota que el mismo Estado señaló que
para acceder a la pensión por “invalidez” debe acreditarse una incapacidad física o
psíquica del 76%. El señor Bueno Alves no alcanza tal porcentaje. Su incapacidad
psíquica general es de 65%, según lo señalaron los peritos psiquiatras que actuaron
en este procedimiento (supra párr. 37).
162. Sobre el segundo argumento, la Corte estima que el hecho que el señor Bueno
Alves no haya buscado ayuda profesional por sus trastornos preexistentes en nada
modifica las conclusiones a las que el Tribunal ha llegado. Como se dijo
anteriormente, el Estado debe considerar a la víctima en las condiciones en las que
se encontraba antes de los hechos violatorios de sus derechos humanos.
164. En el presente caso la Corte considera demostrado que el señor Bueno Alves
permaneció aproximadamente 11 años sin tratamiento psicológico. Al respecto, los
peritos psiquiatras concluyeron que “el lapso transcurrido sin acceso al tratamiento
adecuado actuó como factor de agravamiento y cronificación”.
165. La Corte debe analizar si era razonable esperar que el señor Bueno Alves
buscara asistencia psicológica antes de la fecha en que efectivamente la buscó.
Conforme al peritaje rendido por el señor Jorge A. Caride, tratante del señor Bueno
Alves, en abril de 1999 la víctima sufrió un infarto de miocardio, siendo atendida en
el Servicio de Cardiología de un centro de salud. De acuerdo a la evaluación
realizada por ese Servicio, el infarto fue provocado por una “situación de stress
crónico”. Por tal motivo se derivó a la víctima al Servicio de Psiquiatría, el que
diagnosticó un cuadro de “Depresión Reactiva debido a un Trastorno de Stress
Postraumático de alrededor de 10 años de evolución sin haber recibido hasta ese
momento un tratamiento adecuado”. El perito informó que la falta de tratamiento
se debió, según las palabras de la víctima, “al desconocimiento de la necesidad de
ser tratado”. Asimismo, el señor Caride estimó que “debido a la personalidad previa
del [señor] Bueno Alves, con características narcisistas y omnipotentes, tampoco
hubiera pedido ayuda, expresaba creer que solo (sin ayuda especializada) podía
sobrellevar la situación de stress sin tener consecuencias orgánicas preocupantes”.
166. La Corte estima que los problemas psicológicos previos del señor Bueno Alves
fueron agravados por los hechos de tortura, y estos lo fueron, a su vez, por la falta
de respuesta judicial, todo lo cual determinó que la víctima no reconociera la
necesidad de recibir tratamiento especializado. A raíz del infarto, los cardiólogos
identificaron el problema de stress, y gracias a ello los psiquiatras advirtieron sus
problemas psíquicos. Una vez que el señor Bueno Alves tomó conciencia de estos
padecimientos mantuvo un tratamiento continuo que persiste hasta la actualidad.
170. Por otro lado, hay que considerar que el señor Bueno Alves tiene una
incapacidad del 100% para realizar su oficio y una incapacidad general del 65%. Es
decir que, en principio, podía dedicarse a otro género de labores (aunque de
manera muy limitada), que le representase ciertos ingresos. Sin embargo, debe
tenerse en cuenta que al momento de los hechos la víctima tenía 43 años, situación
que dificulta su reubicación laboral.
171. En vista de lo anterior, el Tribunal considera que está demostrado que el señor
Bueno Alves intentó buscar fuentes de ingreso, pero no hay evidencia sobre los
resultados de su intento.
**
172. Por todas las consideraciones expuestas, teniendo presente que no hay prueba
de los ingresos que el señor Bueno Alves percibía antes de los hechos de tortura,
considerando los documentos referenciales que han sido presentados al Tribunal
sobre los ingresos que se perciben en el sector de la construcción (supra párr.
149), teniendo en cuenta su incapacidad laboral, y considerando que no hay
certeza sobre la recepción de ingresos por alguna actividad laboral alternativa, la
Corte recurre a la equidad y estima que el Estado debe entregar la suma de US$
100.000,00 (cien mil dólares de los Estados Unidos de América) al señor Bueno
Alves, por concepto de indemnización por los ingresos que dejó de percibir a
consecuencia de los hechos del presente caso.
173. Asimismo, la Corte, teniendo en cuenta que la incapacidad del señor Bueno
Alves es permanente, considera apropiado fijar la suma de US$ 48.000,00
(cuarenta y ocho mil dólares de los Estados Unidos de América), como
compensación por los ingresos que la víctima dejará de percibir en el futuro,
considerando la expectativa de vida para los varones en Argentina, que es de 70.04
años89.
c) “daño físico”
i) “incapacidad sobreviniente”
176. Para la representante, los gastos “de farmacia, médicos y traslados no exigen
necesariamente prueba de su existencia a través de prueba documental, cuando la
necesidad de efectuarlos surge de la propia naturaleza de las lesiones sufridas o
tratamientos a que ha debido someterse la víctima”. Por este rubro solicitó como
indemnización US$ 55.855,92 (cincuenta y cinco mil ochocientos cincuenta y cinco
con 92/100 dólares de los Estados Unidos de América). Este monto correspondería
a “cobertura médica integral”, “psiquiatría y psicología médica” y “medicamentos
por tratamiento”, todos ellos desde el mes de abril de 1999, fecha desde la que el
señor Bueno Alves buscó tratamiento psiquiátrico, hasta diciembre de 2016,
“considerando una esperanza de vida de 10 años más[,] o sea los 71 años de edad
de la [v]íctima”.
177. El Estado manifestó que “es conciente de que los hechos sufridos por el
[señor] Bueno Alves pudieron haber generado como consecuencia que éste deba
haber sido sometido –y continúe siéndolo– a tratamientos físicos, psicológicos y
psiquiátricos”. Pero cuestionó el quantum de la pretensión indemnizatoria y recurrió
a jurisprudencia de esta Corte “para arribar a un monto razonable sobre este
aspecto”.
178. La Corte entiende que en cierto tipo de violaciones a los derechos humanos,
como sería el caso de la tortura, las víctimas podrían verse en la necesidad de
buscar atención médica y/o psicológica. Pero esto no puede considerarse como la
regla general. En función de las diversas características personales de quien sufre
las torturas o del mecanismo de tormento utilizado, la atención médica no siempre
resulta necesaria. Puede suceder que algunas personas que requiriesen atención
especializada (médica o psicológica) no la hayan buscado. En tal caso las
indemnizaciones cubrirían los daños inmateriales y los materiales que resulten
pertinentes, entre los cuales se podrían incluir los tratamientos médicos o
psicológicos futuros, pero no abarcarían gastos con respecto a un tratamiento que
nunca se produjo. En suma, siempre que se alegue que las víctimas buscaron
tratamiento médico o psicológico, debe presentarse prueba documental suficiente
que permita al Tribunal cuantificar los gastos en los que verdaderamente
incurrieron.
180. Por otro lado, el Tribunal observa que la representante calcula su reclamo de
gastos médicos hasta diciembre de 2016, es decir, gastos ya efectuados y gastos
futuros. Posteriormente, cuando solicita indemnizaciones por “daño emergente
futuro” (infra párr. 186) vuelve a pedir compensaciones por tratamientos médicos y
psiquiátricos futuros. Al respecto, la Corte comparte la aseveración del Estado de
que la representante ha duplicado su pretensión, calculando en dos capítulos
distintos un mismo rubro. Por ello, el Tribunal considerará en este acápite
únicamente los gastos presuntamente realizados hasta la presente fecha, y en el
capítulo de “daño emergente futuro” los gastos por venir.
181. El Estado argumentó que la víctima “ha tenido, y tiene, a su disposición la red
de centros asistenciales públicos y gratuitos que le hubieran permitido afrontar
[los] tratamientos sin necesidad de afiliarse a una entidad privada.” No obstante, el
Estado no ha presentado constancias que demuestren que en el país existen
servicios públicos que brinden tratamiento especializado para las dolencias de la
víctima, la efectividad de tales servicios, y si el señor Bueno Alves tenía real y
efectivo acceso a los mismos. Tampoco existe prueba que demuestre que el Estado
hubiese ofrecido atención a la víctima a través de sus propias instituciones. Por ello,
la Corte desestima este argumento.
185. De la prueba aportada por las partes y los dictámenes solicitados por el
Presidente (supra párr. 37), la Corte encuentra demostrado que el señor Bueno
Alves incurrió en gastos de atención médica y psicológica, así como de medicación,
en especial a partir de 1999. Sin embargo, como se desprende de los párrafos
anteriores, el Tribunal no cuenta con prueba suficiente que le permita cuantificar el
monto que el señor Bueno Alves ha erogado. En vista de ello, el Tribunal fija en
equidad la suma de US$ 30.000,00 (treinta mil dólares de los Estados Unidos de
América), que el Estado deberá cancelar al señor Bueno Alves por concepto de
reembolso por gastos en atención médica y psicológica.
186. Por lo que respecta al “daño emergente futuro”, la representante sostuvo que
el señor Bueno Alves “se verá obligado a un continuo tratamiento médico [y]
deberá estar sometido en forma permanente a tratamiento psicológico”. Como
monto que, a su consideración, el Estado debe cubrir, la representante mencionó
un 15% del monto reclamado por concepto de “daño físico”, lo que correspondería
a US$ 235.345,44 (doscientos treinta y cinco mil trescientos cuarenta y cinco con
44/100 dólares de los Estados Unidos de América).
187. El Estado “no objet[ó] la procedencia del rubro en tanto [la] jurisprudencia de
[este] Tribunal así lo ha considerado”, pero cuestionó los cálculos usados por la
representante.
188. La prueba ofrecida al Tribunal demuestra que el señor Bueno Alves requerirá
atención médica y psicológica en el futuro, como consecuencia de las lesiones y
secuelas que la tortura le produjo, las que además se vieron agravadas por la falta
de respuesta judicial. En especial, los peritos médicos señalaron que “requiere y
requerirá control médico de sus factores de riesgo vascular y de su afección
coronaria”, mientras que los peritos psiquiatras aseveraron que “se aconseja la
continuidad de su tratamiento psiquiátrico, psicológico […]. Este será de por vida”.
189. Por ello, esta Corte estima, como lo ha hecho en otras oportunidades92, que la
indemnización debe comprender también los gastos futuros por tratamiento
psicológico y médico. Sin embargo, la Corte no encuentra justificación alguna para
calcular el monto indemnizatorio por este rubro utilizando el porcentaje señalado
por la representante. Tal cálculo no tiene relación directa con las costos que
representará para el señor Bueno Alves continuar con su atención y tratamientos
especializados. La base para llegar a un monto aproximado de gastos futuros deben
ser los gastos pasados y actuales, así como las características propias de las
lesiones y padecimientos. Como fuera señalado en el párrafo 185, esta Corte no
tiene elementos suficientes que demuestren los gastos ya efectuados por el señor
Bueno Alves, así que no está en condiciones de hacer un cálculo preciso de gastos
futuros.
193. Esta Corte ha considerado en algunos casos93 que es procedente otorgar una
indemnización por los gastos en los que las víctimas o sus familiares han incurrido
como consecuencia de las violaciones declaradas, siempre que tales gastos tengan
un nexo causal directo con los hechos violatorios y no se trate de erogaciones
realizadas por motivo del acceso a la justicia, ya que estas últimas se consideran
como “reintegro de costas y gastos” y no como “indemnizaciones”.
194. En el presente caso, la Corte considera que todos los gastos alegados por la
representante constituirían erogaciones realizadas con motivo del acceso a la
justicia, por lo que procede a analizarlos en el apartado D) de esta Sentencia y no
en el presente, relativo a indemnizaciones por daños materiales. El Tribunal
advierte que la representante solicitó una suma superior a los cuatro millones de
dólares estadounidenses por “gastos de defensa y de traslado” y una suma idéntica
por “costas y gastos” (infra párr. 217). En tal medida, tiene razón el Estado cuando
señala que se “ha duplicado el gasto por un mismo concepto”, siendo improcedente
que la Corte analice por separado diversas alegaciones sobre un mismo asunto.
**
195. Por lo expuesto, este Tribunal fija en equidad el valor de las compensaciones
por concepto de daño material a favor del señor Bueno Alves, en los términos que
se indican en el cuadro que se transcribe.
Concepto Monto
Lucro cesante US$ 148.000,00
Gastos médicos US$ 30.000,00
incurridos
Gastos médicos futuros US$ 45.000,00
Total: US$
223.000,00
196. El Estado deberá efectuar los pagos de las indemnizaciones por concepto de
daños materiales dentro del plazo de un año contado a partir de la notificación de la
presente Sentencia.
**
198. Corresponde ahora determinar las reparaciones por daño inmaterial, según lo
ha entendido la Corte en su jurisprudencia94.
201. Al respecto, la Corte no analizará los puntos ii y iii (ataque al honor y privación
ilegítima de la libertad) solicitados por la representante, puesto que consideró que
el Estado no había violado en perjuicio del señor Bueno Alves el derecho a la honra
(supra párr. 122) y que no hay elementos para modificar lo ya resuelto por la
Comisión en lo que respecta al derecho a la libertad personal (supra párr. 67). Los
dos puntos restantes (daño moral y daño psicológico) deben analizarse, a criterio
de la Corte, conjuntamente bajo el concepto de daños inmateriales.
203. Ahora bien, la controversia radica en el monto que debe otorgarse a la víctima como compensación
por el daño inmaterial. Al respecto, la Corte no considera apropiado que se utilice un porcentaje de los
daños materiales para fijar la indemnización por los daños inmateriales. Revisten naturaleza distinta y no
dependen el uno del otro. Además, no es posible asignar al daño inmaterial un equivalente monetario
preciso. Sólo puede ser objeto de compensación, para los fines de la reparación integral a la víctima,
mediante el pago de una cantidad de dinero o la entrega de bienes o servicios apreciables en dinero, que el
Tribunal determine en aplicación razonable del arbitrio judicial y en términos de equidad96, teniendo
en cuenta además que la jurisprudencia internacional ha establecido
reiteradamente que la sentencia constituye per se una forma de reparación97.
204. Consecuentemente, la Corte considera oportuno fijar en equidad la suma de
US$ 100.000,00 (cien mil dólares de los Estados Unidos de América) como
compensación por los daños inmateriales que las violaciones a los derechos
humanos declaradas en esta Sentencia causaron al señor Bueno Alves.
205. En cuanto a las señoras Tomasa Alves De Lima, Inés María del Carmen Afonso
Fernández, Ivonne Miriam Bueno y Verónica Inés Bueno y al señor Juan Francisco
Bueno, familiares de la víctima declarados víctimas en este caso, la Corte se remite
a sus conclusiones del capítulo referente a la violación del derecho a la integridad
personal de éstos (supra párr. 104) y estima oportuno ordenar en equidad98 el pago
de US$ 10.000,00 (diez mil dólares de los Estados Unidos de América) a favor de
cada uno de ellos, como compensación del daño inmaterial.
**
206. De esta forma, las compensaciones fijadas por la Corte por concepto de daño
inmaterial son las siguientes:
Beneficiarios Monto
Juan Francisco Bueno Alves US$ 100.000,00
Tomasa Alves de Lima (madre) US$ 10.000,00
Inés María del Carmen Afonso Fernández (ex cónyuge) US$ 10.000,00
Juan Francisco Bueno (hijo) US$ 10.000,00
Ivonne Miriam Bueno (hija) US$ 10.000,00
Verónica Inés Bueno (hija) US$ 10.000,00
Total US$ 150.000,00
209. La Comisión estimó que “la primera y más importante medida de reparación
en el presente caso es la cesación de la denegación de justicia”, y resulta “esencial
que se establezca la verdad sobre los hechos y las correspondientes
responsabilidades […], con el fin de consolidar que la prohibición de la tortura es
absoluta y que su inobservancia tiene consecuencias reales”. Por su parte, la
representante solicitó que la Corte ordene al Estado que dé “cumplimiento efectivo
a todas las investigaciones necesarias para que quienes fueron identificados como
responsables sean sometidos a proceso penal, juzgados y castigados por los graves
hechos ilícitos”, y que someta a “proceso administrativo y judicial a todo el personal
policial involucrado en los ilícitos denunciados, destituyendo a todos aquellos que
fueron indebidamente ascendidos[. M]isma solicitud se presenta respecto de la
totalidad de quienes incumplieron con los deberes de funcionario público,
encubriendo y/o cometiendo ilícitos en perjuicio de los procesos iniciados”.
213. El Estado señaló que no existe “sustento fáctico para siquiera examinar este
planteo”.
c) publicación de la sentencia
215. Aunque no hubo solicitud expresa de la Comisión o la representante, la Corte
considera oportuno ordenar, como lo ha hecho en otros casos100, que como medida
de satisfacción el Estado publique en el Diario Oficial y en otro diario de amplia
circulación nacional, por una sola vez, los párrafos 1 a 8, 71 a 74, 86, 95, 113 y
117 de la presente Sentencia, sin las notas al pie de página correspondientes, y la
parte resolutiva de la misma. Para estas publicaciones se fija el plazo de seis
meses, a partir de la notificación de la presente Sentencia.
D) Costas y Gastos
222. El pago de las indemnizaciones establecidas a favor del señor Bueno Alves y a
favor de las señoras Inés María del Carmen Afonso Fernández, Ivonne Miriam
Bueno y Verónica Inés Bueno, y el señor Juan Francisco Bueno, será hecho
directamente a aquéllos. Lo mismo se aplica respecto al reembolso de costas y
gastos. En caso de que alguna de estas personas fallezca antes de que le sea
entregada la indemnización respectiva, ésta se cubrirá a sus derechohabientes,
conforme al derecho interno aplicable103.
224. El Estado debe cumplir sus obligaciones mediante el pago en dólares de los
Estados Unidos de América o en una cantidad equivalente en moneda argentina,
utilizando para el cálculo respectivo el tipo de cambio entre ambas monedas que
esté vigente en la plaza de Nueva York, Estados Unidos de América, el día anterior
al pago.
227. En caso de que el Estado incurriera en mora, deberá pagar un interés sobre la
cantidad adeudada, correspondiente al interés bancario moratorio en Argentina.
XIV
Puntos Resolutivos
229. Por tanto,
La Corte,
declara,
Y Decide:
Presidente
Secretario
Comuníquese y ejecútese,
Sergio García Ramírez
Presidente
Secretario