Microanalisis de La Comunicacion en Psicoterapia
Microanalisis de La Comunicacion en Psicoterapia
Microanalisis de La Comunicacion en Psicoterapia
.rlnoj
ARTI CULOS
Microandlisis de la comunicacion
en psicoterapia*
Janet Beavin Bavelas, Dan McGee, Bruce Phillips y Robin Routledge'*
EI microandlisis
-4xamen
detallado de secuencias de comunicacian reales- puede ser una
manera Atil de comprender c6mo lunciona la comunicaci'n tetapeuuca. Este es un reryde Prelimi'
nar de nuestro grupo de investigaci1n sobre sus aplicaciones del microanAlisis a la comunbaci6n
en psicoterapia. Ptimerc describimos sus or[pnes histdricos a panir del Prcydclo Historia Natural
de una Entrevista de 1950 y luego la subsiguiente evoluci6n de un paradigma altefiativo para la
psicoterapia que tiene dos principios claves: la comunhaciin co-constructiva (vs. men transmisidn
de informacidn) y una consideraci^n mAs positiva (vs. patoldgica) de los clientes. Luego usamos el
microandlisis para ilustrar c6mo la comunicacian en psboterapia, examinada en deaalle, no pueda
set no dircctivd. Finalmente de*ribimos las lunciones de tres heffamientas discursivas especilicas
a disposici6n de los terapeutas; ,as preguntas que crtntbnen las prcsuposiciones deltenpeuta y al
mismo tiempo invitan al cliente a co-construir una versi'n padicular de los eventos; /s formulacio-
nes (como el paralraseo o la rellexi^n) qua inevitablemente transtorman, en alguna medida, lo di-
cho por el cliente; y la elecci6n l6xica, o la decisi6n de user cieftas palabras o ftases, puade creal
nuevas petspectivas. Cada una de eslas heramientas as ilustrada contrastando su uso an enlo-
ques terapeuticos tradicionales y alternativos. Ptoponemos que los etactos & ca& una de estas
heffamientas 5on inevitables; la tnica opcidn es de qu6 manera usarlas.
Mlcroanalysls of communication in psychotherapy
Microanalysis, which is the close examination ol actual commuication seguences, can be a
uselul way to.understand how therdpeutb cqtrmunication wotk. This is a preliminaty report on our
research's group applicationsol microanelysis'to'commairflcation in psychoth:erapy.Aye firsrdesd-
be the histoical origins in the Natural History ol an Interview Proiect of the 1950's and then the sub-
sequent evolulion ol an altemative paradtgm lot psychotherapy, which has two key tenets: commu-
nication as co-consttuctive (vs. Merely inlormation transmissbn) and a more positive (vs.
Pathological) view ot clients. Next, we use microanelysis to illustrcte how communbation in therapy,
examined closely, iannot be nondirective. Finally, we desctibe the functions of three specttb discur-
sive tools available to therapists.' Ouestions bolh embed the Fotmulations (such as paraphrasing ot
rellection) ineitebly transform, to some dagree, what the client has sard. Lexical choice, ot tha de-
cision to use particular words or phrases, can create new perspectives. Each of these tools is illus-
tnted by contrcsting their use in traditional atd alternative thenpeutic approaches. We propose lhal
the ellecE ol eah ol these tools arc inevitable: the onlv choice is how to use them.
'
Pubflcado onginalmento corno Mic.roanalysis ol communication in psychothsrapy. Hurnan Systems: The
Joumal of Systemlc Consultation & ManagemnL 1l (1
), 47-66, 2000. La traducci6n es de Aguslin Del Vento.
" Deparlmont ot Psychology, University ol Victoria, P.O. Box 3050, Vicloria, 8.C., Canada, VBW 3P5. E-
rnai l : i bb@uvi c.ca
24 Sr.stemas Familiares, 19 (1-21,2OO3
I nt r oducci 6n
La imporlancia de la comunicacidn en
psicoterapia es obvia, ya sea que uno la vea
como el medio para intercambiar informaci6n
e ideas o como un proceso
medianle el cual
son co-creadas ideas miis beneficiosas. Sin
embargo, mi entras exi sten numerosos estuer-
zos por enseiar tanto a los terapeutas como a
l os cl i entes a comuni carse mei or, hay muy po-
ca investigaci6n que avale slas re@menda-
ciones y aun menos anelisis sobre procesos
comunicacionales biisicos en las sesiones de
psicoterapia- Nuestro grupo de investigaci6n
(una combinaci6n de investigadores en comu-
rilcacidn y psicoterapeutas) ha comenzado a
llevar a cabo dicha investigaci6n. En este artf-
culo describiremos e ilustraremos nuestro en-
loque para estudiar la comunacaci6n terapeuti-
ca a traves del microandlisis, esto es, a partir
de un examen detallado de estas conversacio-
nes, momenlo por momenlo, expresidn por ex-
presi6n.
Antecedentes
El origen de la investigaci6n inlerdiscipli-
naria sobre procesos comunicacionales bd-
sicos en psicoterapia puede rastrearse di-
rectamente en la analista neo-freudiana y
respetada terapeuta, Frieda Fromm-Reich-
mann. En 1955, Fromm-Rei chmann i ni ci 6 el
proyoclo Natural Histoy ot an lnterview (NHl)
lHistoria
Natural de una Entrevista] en el Csn-
ter for Advanced Study in the Behavioral
Sciences
[Centro
para Estudios Avanzados en
Ci enci as del Comportami entol , cercano a
Slantord, porque staba inleresada en obtener
evidencias tangibles para sus reacciones intui-
ti vas sobre sus paci enl es psi qui dtri cos. El l a
esperaba que l a l i ngi l i sti ca y l a antropol ogl a
pudieran ser capaces de proveer de dicha evF
dencia y que el estudio delallado de las enlre-
vistas psiquielricas le condujera a descubrF
mienlos concretos que pudiera trasmitir a sus
esludiantes (Leeds-Hurwitz, 1 989, prig. 1 23)-
Aunque este enorme proycto nunca fue
totalmente publicado, este disponible en mi-
crofi l m (Mcouown,1971) y en vari os trabaj os
relacionados de menor extensi6n (citado en
Leeds-Hurwitz, 1987, notas al pi 6 y 7). Ator-
lunadamente, su historia y logros pioneros han
si do bi en resumi dos por Leeds-Hurwi tz
( 1 987,1989). Por ej empl o, l ue "el pri mer traba-
jo
especializado en usar el microanAlisis como
l m6todo primario para analizar la interacci6n
soci al " (1987, peg.2). Esto fue posi bl e debi do
a otro'primer', que fue el uso sistemetico de
registros lilmados que podian ser estudiados
dtallada y rpetidament. Era, asimismo, inu-
sual lograr una colaboraci6n interdisciplinaria
amplia (descle 1955 hasla alrededor de 1971)
de psiquiatras, antrop6logos y ling0istast, to-
dos dedicados a la trascripci6n y anAlisis deta.
llados de una entrevista real lilmada. Su obje-
tivo, sin embargo, fue m6s amplio ya que
pensaron generalizaciones que iban desde es-
te anel i si s parti cul ar haci a el proceso comuni -
cacional mismo.
El proyecto del NIH surgi6 en el contelito
m6s amplio de los comienzos del moderno
campo de la comunicaci6n de posguerra, in-
cluyendo el desarrollo y la aplicaci6n de la
teori a de l a i nformaci 6n (Cherry 1961; Mi tl el
1951 ; Shannon y Weaver, 1949) y l a ci brn6-
lica (Ashby, 1956). Las Conferencias Interdis-
ci pl i nari as Macy (Schatfner, 1955-1960) sobre
la aplicaci6n de la cibem6tica a las ciencias
det comportamiento, hablan incluido algunos
de l os parl i ci pantes del proyecto del NHI (en
parl i cul ar a Gregory Bal eson y Henry Brosni n)
y contri buyeron a i ni ci ar un cambi o de dnl asi s
desde l os procesos i ntrapsi qui cos haci a l a i n-
teracci 6n soci al , asi como a proveer de un
model o de col aboraci 6n i nterdi sci pl i nari a. 8a-
teson ya habia comenzado a aplicar los prin-
cipios de la ciberndtica en sus investigaciones
con John Weakl and, Jay Hal ey, Don Jackson,
y William Fry en la comunicaci6n de lamilias
con un paci ente esqui zol rdni co (Bateson,
Jackson, Hal ey, y Weakl and, 1956).
En la ddcada de los sesenta, lo que se
hi zo conoci do como el GruDo de Pal o Aho
(Jackson, 1968a, 1968b; Watzl awi ck y Wea-
kl and, 1977) fue una combi naci 6n del grupo
de invesligadores de Bateson y quienes tra-
baiaron
iunto a Jackson en el Mental Re-
search Inslitute. Aunque el habaio inicial del
Grupo de Pal o Al to l ue m6s conoci do por el
esludio de la interacci6n lamiliar y el desarre
llo de la terapia familia( la mayoria de sus
miembros principales habian sido directa o in-
di rectamente i nl l ui dos por el proyecto del NHl .
Ellos sostenian un fuerte interos tanto en la te-
rapra como en la comunicaci6n terapdutica,
que cul mi n6 en el Bri el Thsrapy Center
[Cen-
tro de Terapia Brevel (Watzlawick, Weakland y
Fisch, 1974) y, asimismo, en el desarrollo de
una teoria general de la comunicaci6n como
interacci6n social (Watzlawick, Beavin y Jack-
son, 19672).
Dos paradigmas terap6utlcos
contrastantes
Numerosos grupos se formaron rdpida-
mente a partir de la tmprana inlluencia del
Grupo de Palo Alto desarrollando su propio
modelo lerapedico, aunque siempre con un
inter6s especial en la comunicaci6n y el len-
guaje como aspectos centrales para la psico-
Bavel as, J.; McGee, D.; Phi l l i ps, B. y Routl edge, Fl z5
terapi a: l as ori gi nal es y subsecuenl es Escuel a
de Mil6n (Selvini-Palazzoli, Boscolo, Cecchin y
Prata, 1978; Boscolo, Cecchin, Hoffman, y
Penn, 1987); l a Terapi a Cntrada en l a Sol u'
ci 6n de Mi l waukee (Berg y de Jong, 1998; de
Shazer, 1982, 1985, 1994; de Shazer, Berg,
Upchik, Nunnally, Molnar, Gingerich, y Weiner
Oavis, 1986); la Terapia Nanativa de White y
Epston (1 990) en Australia y Nueva Zelanda; y
el enfoque en violencia de Jenkin (1990), tarn-
bi6n en Australia.
No subestimamos la diversidad y el sano
disenso entre estos enfoques, pero propone-
mos que -{escle
una visi6n hist6rica m6s am-
plia- se puede considerar que ofrecen un pa-
radigma alternativo (Kuhn, 1962; Wilder,
1979) en el campo de la psicolerapia porque,
cualesquiera sean sus dilerncias particula-
res, comparten algunos supuestos fundamen'
tales, especfficamente cuando s los compa-
ra con los enfooues tradicionalgs. Lo que
denominaremos el paradigma tradicional en
psicoterapia incluys los enloques mAs conoci-
dos: psicoanelisis, counseling conlrado en el
cliente, terapia comportamsntal, enfoques psi-
coeducacionales y cognitivos (lales como la
terapia cognitivo-comportamental) asl como
algunas otras lormas de terapia de grupo o fa-
milia. Nos parece que el paradigma terap6utF
co lradicional y l alternalivo ditieten en, al
menos, dos supuestos fundamentales que
han guiado nuestra invesligaci6n (ver Tabla
1). La primera de las dilerencias que discutire-
mos y aplicaremos aqul est6 relacionada con
el rol de la comunicaci6n en psicoterapia y la
segunda estd vinculada a los individuos que
buscan lerapia.
El paraclagma tradbional aplica un cono-
cido modelo de comunicaci6n al contexlo te-
rapdutico: los problemas est6n dntro de la
menle del individuo y las soluciones dontro de
la del terapeuta, por lo tanlo, la comunicaci6n
consiste en mon6logos alternantes en los t
a* psiquiatras originales fueron Fromm-Roichmann y Honry W. Brosnin, los ling0istas Charlgs F- Hoc-
kett y lloman A McQtrown, y los antropologos Altred L. Kroebor y David M. Schneider. Fueron tempranamen-
19 reunidos por l lingoista Ray L. Eirdwhist6ll y el antrop6loga Grogory Batgson, cuya entr6vlsla con.Doris', so
convirli6 en obieto d6l microandtisis (Leeds-Humitz,19g7, p59s. 4-8).
2
Tambi6n publicado on los Estados Unidos corno Watzlawick, Beavin Bavstas y Jackson.
26 Si sl emas Fami l i ares, t9 (1.2), 2003
cual es se i ntorcambi a l a i nl ormaci 6n. El cl i en-
l e descri be su probl ema, hi stori a o senl i mi en-
los, y el terapeuta provee de un diagn6stico,
insight, o inslrucci6n. En este modlo de
transmi si 6n-de-i nl ormaci 6n, l a comuni caci 6n,
gs implicitamente concebida como un canal a
trav6s del cual pueden lransmitirse estas
i deas rei fi cadas (Reddy, 1979; Phi l l i ps, 1998,
1999). El l enguaj e es puramnte representa-
ci onal , representa pensami entos, snti mi en-
tos y verdades que tienen una exislencia se-
parada del lenguaje. Mientras este modelo si
reconoce la inlluencia de la comunicaci6n del
l erapeuta sobre el cl i ente, di cha i nl l uenci a es
consi derada gl obal mente (i .e. ya sea ocurri en-
do en lorma amplia sobre el curso de la lera-
pia o s6lo en puntos especiales, como las in-
terpretaciones), en lugar de ser considerada
inslante por instante.
En conlraste, el paradigma altemativo
pone un 6nfasi s pri mari o en l a comuni caci 6n
antes qu n los sucesos mentales (Anderson
y Gool i shi an, 1988; de Shazer, 1994; Sl uzki ,
1992; Walzlawick, Beavin y Jackson, 1967).
La comunicaci6n no supone mon6logos altor
nantes si no un di 6l ogo i nextri cabl emente uni -
do; dichas conversaciones son siempre cola-
botati vas y reci procamente i nfl uenci abl es.
Como resullado, son ademes co-constructi-
yas:
momento por momento, l lraputa y el
o los clientes @-construyen una vgrsi6n d6l
problma y sus solucions. Por su centrali-
dad, debemos examinar toda comunicaci6n
terap6utica en el micronivel, aun en el nivel de
la palabra o lrase. Dsde esta perspectiva, la
comuni caci 6n es l a herrami enl a de l a terapi a,
de l a mi sma forma sn l a que l os el ementos fi -
sicos son hrramientas de la cirug{a, y nos in-
cumbe manejar la comunicaci6n terap6utica
con el mismo cuidado y precisi6n. Debemos
resaltar gue hacemos esta asunci6n para to'
das las psicoterapias. Esto es, en el paradig-
ma alternativo, los terapeutas no eligen usar
l lenguaje simplement para co-construir los
probl emas y sol uci ones con sus cl i enl es
mi entras que l as terapi as tradi ci onal es pue-
den aun el egi r focal i zarse en el
' probl ema
real'. A nuestro criterio, toda comunicaci6n te-
rapeuti ca es co.constructi va, l a Uni ca opci 6n
es roconocerlo o no. Existe suficiente eviden-
cia reunids senalando que la conversaci6n es
una acti vi dad i ntri nsecamente col aborati va
(Cl ark, 1996). Si esto es asi , entonces l a i n-
fluencia mutua es inevitable, y los terapeutas
no pueden ser no dirclivos. Ellos pueden y
debon efegir de qu6 manera influir6n en la
conversaci 6n. Estos suDuestos han l l ovado a
nueslro equipo fuera del laboratorio experF
mental o la pr6ctica psicoterap6utica diaria
hacia el microanalisis dl lenguaie de ta psico-
terapra.
Observando en detal l e
En 1967, Weakland escribi6:
"Probablemente el rasgo principal caracte-
ristico de este enloque
lalternaiivol
de la
comuni caci 6n (...) y que l o di terenci a ds
otros entoques, s nustro intori's por sl
estudio y la compresi6n de la comunicacion
misma tal como exisle en los sistsmas hu.
manos naturales, en lugar d involucrarnos
con algtin ideal (..,) de lo que la comunica-
ci6n deberia ser 1., .l
Tal focalizaci6n puede parcer simple y
obvia, pero ha sido hasla hace poco liempo
en gran msdida dnegada, ignorada o pa-
sada por alto. El estudio dE h comunica-
ci6n involucr6 todo oxc8pto observar, regis-
trat examinar, y describir la intracci6n y
comunicaci6n reales en detalle'. (pdg, 1,
las itdlicas son del original).
Proponemos qu, por no atender en d-
talle a los efectos de la comunicaci6n deltera-
peuta sobre el clienle, el paradigma tradicio-
nal corre l riesgo de ver s6lo aquelb que
'deberla
se/ en lugar de estudiar sus comuni-
Bavel as, J.; Mccee, D.; Phi l l i ps, B. y Boutl edge, R. 27
caciones e interacciones n detalle, Antes de
i l ustrar este punto con dos i empl os, deberi a-
mos ser explicilos con relaci6n a nueslra p(e-
dilecci6n por las terapias del paradigma alter
nativo. Sin embargo, nueslros anAlisis no
estdn disefiados para localizarse en esta al-
ternativa, sino para revelar los pormenores de
lo que puede acontecer en el micronivel de la
terapi a. Oepende de cada terapeuta o i nvesti -
gador juzgar la importancia de lo que se reve-
la
--o,
incluso, relutar nuestras conclusiones
usando lis herramintas que aquf ofrecemos.
El primer ejemplo proviene del capitulo
de un libro sobre enfoques cl{nicos (PeMn,
1 970, 1 980). El autor contrastaba la lorma psi-
coanal(tica de entrevistar con la lorma propia
de la terafla centrada en el cliente y escogi6
ilustrar esta ultima con un pasaie de Carl Ro-
gers (1942) reproducido completamente en la
Tabla 2. Las preferencias del autor por aque-
llo
que
"deberia ser" fueron claras desde su
introducci6n al pasaje que ligi6:
"Los aspoctos directivos y
nu1"
ds la ntre-
visla psicoanalltica esl6n en contrast con
ol enloque mds claramente lEnomenol6gi-
co de otras ntrevislas. Por sjemplo, en el
enfoque de entrevisla no di@clivo o @ 1'a-
do 9n 6l clients asociado con Rogers, el en-
lrevislador haco pocas preguntas direclivas
y eita hacet interyrctaciones que vayan
m6s alld de los dalos Los lragmentos de la
enlrevista [psicoanalitical
previa pueden
ser conlraslados con los siguients trag-
mentos d una entlvisla con un estudian-
t que tenia dificultades acad6micas y pr-
sonal es...' (Pervi rt 1970, peg. 104; 1980,
pags. 422-423, itdlicas agregadas).
Antes de examinar esle pasaie en deta-
lle, deber(amos adelantarnos en sedalar que
nustro anelisis no es una crllica a Rogers.
Fue 61, probablemnte, el primer psicotra-
peuta en grabar registros de las sesiones de
terapia, lan lempranamente como en bs afros
cuarenta. Esta innovaci6n nos condujo a los
Tabl a 1. Dos di ferenci as enl re l os Paradi gmas Tradi cl onal y Al ternatl vo en Psi coterapl a
PARADIGMA TRADICIONALA PARADIGMA.ALTER NATIVOb
Comuni caci 6n en Es el ecl uada por i ndi vi duos (mon6- Es col aborati va y reci proca (di 6l ogo
Psi col erapi a l ogos al ternantes), es un canal para o conversaci 6n), es i nevtabl emenl e
la transmisi6n de informacion, invo- co.construcliva, da forma a la infor-
l ucra i nl l uenci a gl obal del terapeuta maci 6n, i nvol ucra (mi cro) i nl l uenci a
sobre el cliente. momento oor momento.
Cl i entes en
Psicoterapia
Tienen palologias que deberian ser Tienen fortalezas y soluciones que
diagnosticadas y traladas por el te- el terapeula y el cliente pueden des-
raputa. cubrir y construir.
a
Entre las terapias que hacen estas suposiciones se incluyen casi todas las que comonzaron antes
de 1 950 y muchas otras que han surgido desde: el psicoanAlisis, el counseling cenlrado en el clionte, las
terapias comporiamentalos, las terapias psicoeducacionales y cognitivas,
gntre
olras.
b
Entr" t." tsrapias qus comparten estas suposiciongs se incluyen la lerapia breve, la terapia eslilo
Mil6n, la terapia csntrada 6n la solrci6n, la tsrapia narrativa, s invitacions a la responsabilidad, enlre otras:
ver el taxto para referencias.
Bavel as, J.; McGee, D.; Phi l l i ps, B. y Roul l edge, B. 29
28 Sistemas Familiares, 19 (1-2), 2003
regi stros vi vi entes que ahora damos por sen-
tado y que hacen posi bl e el estudi o del di scur-
so terap6uti co. Ademes, no estamos cri ti cando
a Rogers por practi car l eorfa rogeri ana. Nues-
lro punto serd que el autor que escogid este
pasaie en parlicular (sobr los disponibles)
aparentemente vi o, en aquel momento, l o que
deberi a ser y no l o que estaba aconteci endo
en real i dad. Aun un examen superl i ci al del pa-
saje en la Tabla 2 revela que el counselor no
evi ta preguntas di rectas o i nl erpretaci ones.
Real i za sei s preguntas di rectas (una en el gi ro
5, dos en el gi ro 11, y una en cada uno de l os
gi ros 15, 17, y 27\. Todos sus gi ros restantes
son interpretaciones. Tanto las pregunlas co-
mo l as i nl erorel aci ones ori enl an el l ema haci a
l a l eori a rogeri ana del si mi smo kl eal versus el
si mi smo verdadero (e. g. Rog6rs, 1959) y van
bi en mds al l d de l os dal os y l a experi enci a pro-
porcionada por el estudiante. Por ejemplo, n6-
tese la discrepancia entre la descripci6n que el
estudianle hace de su persona ideal (en el gi-
ro 6) como alguien que "siNa a la sociedad
construyendo, o haciendo las cosas mds con-
veniantes" y el aparenle parafraseo del coun-
selor (an ef giro 7) como
'alguien
que s6lo se
involucra con cosas y no con emxiones".
Los reconoci mi enl os y acuerdos que su-
puestamente son la caractoristica distintiva de
un terapeuta no directivo son, en realidad, to-
dos efectuados por el cliente: 9 de los 1 4 giros
correspondi entes al estudi ante i ncl uyen o
consi sten en' Sl o' Es correcto". En si ntesi s,
st pasaie de 28 giros consiste entsrament
en pares pregunta-respuesta o interprtaci6n-
acuerdo, todos l l os i ni ci ados por l counse-
l or. En nuestra opi ni 6n, ni l a terapi a rogeri ana
ni ni nguna otra trapi a pusde ser no di recl i va;
inleractuar ss influir, y la Onica opci6n es c6-
mo hacerl o.
En un artl cul o sumamente ori gi nal , Davi s
(1986) anal i z6 una sesi 6n compl eta de tera-
pi a, gi ro por gi ro, y mostr6 de qu6 manera el
torapeuta, durante sl curso de la sesi6n,
l ransform6 el probl ema presntado n uno
que so aiustara a su leoria. Si alguien lgyera
Tabl a 2. Pasai e de Rogers (1942), en Pervi n (1970, pi i gs.104-106; 1980, pi i gs. 423-424\
l a trascri pci 6n provi sta por Davi s desde una
ori entaci 6n en l avor de ese enfoque terapeu-
ti co, l a entrevi sta podrfa parecer un revel ador
dscubri mi ento del probl oma del paci ente por
parte del terapeuta. Exami nada mds de cerca,
si n embargo, l a acti va i nfl uenci a del terapeuta
se hace evi dente. Davi s mostr6 de qu6 mane-
ra, en tres etapas, el tetapeuta reformuld el
probl ema soci al , si l uaci onal del cl i ente convi r-
ti endol o n un probl ema i ntrapsi qui co, de per-
sonalidad; ilustr6 el nuevo problema usando
su i nterpretaci 6n d l as propi as pal abras del
cliente; y organiz6 su consentimiento sobre el
tral ami ento haci a el probl ema reci enl omente
defi ni do.
Investi gaci 6n en t6cni cas de escucha
ecl l va
Otra torma de cuestionar los modelos
que prescriben la manera en que los terapeu-
tas dben comunicarse es a partir de csntrar-
se en las ampliamenle dilundidas t6cnicas de
escucha acti va. Tanto Norgaard (1990) como
Armslrong (1 998) encontra(on qu la conside-
rabl e l i teratura sobre estas t6cni cas no conti e-
ne. vi rtual mente, estudi os do eval uaci 6n de-
mostrando que son efectivas con los clients
o preferidas por ellos. Norgaard (1990) de-
mostr6 qu los oyentes preliriron una cinta
de audio de escucha normal a olra con l6cni-
cas de sscucha activa. A.rnstrong (1998) con-
tinu6 estos descubrimintos estudiando dielo-
gos verdadercs con parlicipants reales, Los
hablantes eran estudiantes del primr a6o
universitario ouienes contaban una historia
(verdadera) acerca de una mala experiencia
acad6mica que habian lenido. (N6tsE que no
era apropiado llevar problemas a terapia con
esta poblaci6n.) Contaron sus historias dos
vecs, a dos oyentes diferentes, en ofden
contrabalanceado. Uno de los oyentes era un
estudiante de nivel superior sin entrenamien-
to, quien s6lo escuch6 naturalmentg. El otro
tuo tambi6n un gstudianle de nivel supsrior,
C = Counsel or
E = Estudi ante cl i ente
1. C: Sientes que serias mucho mds teliz sa turas tal como los otros y no mocional.
2- E: Corrocto. Por supuesto, quisiera serlo... no experimenlar esos miedos. (PausaJ. Me gusta-
ria ser calmo y pensar con claridad en lodas las situaciones.
3. C: En lugar de esas cosas te encuenlras siendo emocional de alguna manera.
4. E: iPierdo
fos estribos!
f8,:9a, seguida de pausa.)
5. C: Has pensado mucho acerca de eso. i,Cuel es tu persona ideal?
6. E: Eh, bueno, un cientifico. Eso es lo que considero una persona ideal, preferiblemenle un
cientifico fisico, en quimica o fisica o un ingeniero, uno qu... uno qu siwa a la sociedad
construyendo, o haciendo las cosas mds convnientes. Me gusta todo moderno.
Alguien que s6lo se involucra con co6as y no @n emociones.
Correcto, algo tangible.
Entonces realmente quisieras resolver esta dificultad siendo alguien bien diferente de li mis-
mo,
Si. Por eso estoy haciendo mis esludios con orientaci6n en ingenieria. Tengo una oporlu-
nidad para... bueno, para experimentar conmigo mismo y vsr ralmenle qud talentos tBn-
go en esa direcci6n. No son tan malos pro me laltan algunos... algunas do las cosas mas
tundamentales que un buen ingeniro deberia tener: sto es, ser calmo, persistnle, y ol-
vidarme de las cosas que hubieran surgido. Un buen ingeniro no es emocional, es una d
las peors cosas que podrla ser... ninguna pergona que s emocional es un buen inggnie-
ro.
11. C: Entoncs en algunos aspectos has entrado a ingenier(a porque sentfas que sria una muy
buena disciplina para ti, t,correclo? iTe hace parar de ser emocional?
Correclo.
Fue aquello, quizds, en lugar do haber estado interesado en ingonierfa,
Bueno, estiaba mezdado con un cierto inler6s gnuino. Habfa algo, eso es cierlo. Pero fu
en gran medida debido a aquello, sxactamenle lo que dije, en una parte considerable,
No supones que pade d tu problema es que ahora te estds cuestionando si quieres ser
verdaderamente t0 mismo.
;Podria
esto ser parte de llo?
[You
don't suppose thal pan of
your trouble is that now you're wondering whether you want to b your real solf. Could lhat
be part of it?l
Eh,
aqud es 60?
Bueno, me pregunlaba. Est{s tratando arduamente de sr otra porsona,
i,no
es as[?
Si, porque no estoy satislecho conmigo mismo.
Tu sientes que el tl mismo que eres no vale la pena serto.
[You
leel that the self you are isn't
worlh bing.l
Si, eso es correcto, y al menos que puedas cambiar mi parecer al respeclo, continuar6 pn-
sando d la misma manera.
[Yah,
thats right, and unless you can change my mind about
that, then l'll continue thinking along the same line.l
21. Cz (Riendo) Por qu6 eso prdciicament suena como si estwieras dseando que alguien cam-
bi tu parcer sobre ello.
22. E: (S&riamante) Sf. Porque no s6 c6mo puedo resolvrlo de otra forma.
7. C:
8. E:
9, C:
10. E:
12. El
13. C:
14. E:
15. C:
16. E:
' r7.
c:
18. E:
19. C:
20. E:
30 Slslemas Familiares, 1 I (1 -2\,
2003
Tabla 2. Continuacl6n
23. C: En otras pal abras, estes notando que es un pl anteo bastante di ffci l tratar de ser un i ngeni e-
ro cal mo, no emoci onal cuando en real i dad ers al go bastante di fersnte.
24. Ei
i oorrecto! Si , 6se es un pl anteo muy di ffci l . Lo veo i mposi bl e, y detesto l a i dea de que sea
imposible.
25. C: Y la dtBstas en parle porque sisnls que no hay nada mais alld de tu vrdadero ti mismo
que valga la pena.
[And
you hate it partly because you leel there's nothing worlh while out
lhis real sell of yours.l
26. E: Si .
27. Ci
;Cudles
son algunas de las cosas que a tu verdadero ti mismo l gustarfa hacet? [What
are
some of the things your real sell would like to do?l
28. E: Ah, veamos. Bueno... eh, te diie que estaba int6r6sado en las matemdlicas. Eso es una co'
sa. Tambi6n aslaba intresado en la antropologia- Al mismo liempo eslaba interesado en la
musica y en... bueno, en realidad, estaba interesado en las novelas, pero no me interesan
m6s, pero -me guslaria- creo que tengo un don para la escrilura tambi6n, y estoy avergon-
zado de aouellos dones.
pero 6ste habia sido entrenado en escucha
activa y estaba sjercitando estas t6cnicas co-
mo vol untari o en un programa de Counsel i ng
de Pars en el campus universitario.
Armstrong cre6 una amplia gama de es-
calas d comparaci6n, incluyendo posibles
reacciones positivas y negativas, Los resulta-
dos lueron claros, la escucha activa obtuvo la
mayoria de las atribuclongs negativas. Los
narradoros evaluaron eslas lecnicas como
significativamente mds xlra,ia s, aftificiales,
falsas y ticticias que la escucha no ontrnada.
Tambi6n evaluaron a los oyentes activos co-
mo mas propensos a malinteryretat e inte-
rrumpir en cierlas ocasiones. Hubo dos resul-
tados posilivos: los narradores evaluaron a
los oyents activos como mes comprnsivos,
aparentmente reconociendo sus buenas in-
lnciones, y como mes propensos a hacr
que Ef hablante piense diferente con relaci6n
al problema. Una posible interpretaci6n de es-
tos rsultados es qu los nanadores aprecia-
ron la persona dgl oyente pero no esluvieron
salisfechos con su estilo comunicacional.
Nuestra i nvesti gaci 6n de l aboratori o
sobre oyentes naturales (Bavelas, Coates y
Johnson, 2000) ha demostrado quo un oyen-
te preocupado experimntalmenle no podia
escuchar normalmente y que sus respuestas
licticias alectaban signilicativamente la histo-
ria del narrador, haci6ndola menos elaborada
y meno6 coherente, si extrapoleramos estcs
resultados, serla posible que los oyentes ac-
tivos (y quizAs otros lerapeutas) estuvieran
igualmenlg preocupados por sus idcnicas, las
cuals inducirlan narrativas aDarntsmenle
mon6tonas e inconexas en sus clientes. Te-
namos, por lo tanto, dudas sobre estas su-
puestas habilidados comunicacionales, las
cual es conti n0an si endo amDl i amonte ense-
fradas como la mansra en qus la comunica-
ci6n
'deberia
sea', sin una obsrvaci6n sist-
mdlica de c6mo luncionan en la interacci6n.
Al gunas herrami ontas bdsl cas
del dlscurso terap6utlco
Los e.jemplos de la secci6n antetior su-
gieren la utilidad de una evaluaci6n y analisis
detal l ado de l a comuni caci 6n terap6uti ca.
iOu6
sucederfa si, de la misma manera que
el equi po del NHl , dese6ramos si mul tdnea-
mante microanalizar entrevistas terao6uticas
real es, al ti empo que buscdramos general i za-
ci ones y comprensi ones m6s ampl i as de l a
comunicaci6n a lraves de estos anSlisis
-en
tal caso, cdmo comenzamos? Nuestro grupo
comenz6 con vari os cri teri os. El pri mero fue
ser selectivos en lugar de exhaustivos. El pro-
yecto del NHI qued6, en gran medi da, i ncon-
cluso y no publicado debido a que se buscaba
analizar virtualmente cada asDeclo de varias
escenas de una entrevista. (La versi6n de
'1971
es de cinco vol0menes, tres de los cua-
les lueron dedicados s6lo a la trascripci6n;
Leeds-Hurwi tz, 1987.) Aunque este ni vel de
d6talle constituy una valiosa introducci6n pa-
ra entendEr qu6 tipo de regularidad y patrones
pueden ser encontrados a lrav6s del mbroa-
nelisis, asimismo, demuestra qu la cuidado-
sa selecci6n de cirlos aspectos o rasgos po.
drla ser una mejor estrategia de investigaci6n.
Otro criterio clave fue que el anAlisis debla ser
intoractivo; esto es, debfa estar enfocado en
los fsn6menos caraclerasticos del di{logo en
lugar del mon6logo. Esto excluiraa, por eiem-
plo, el an6lisis de las expresiones de un indi-
viduo como una forma de entender sus oro@-
sos mentales (sean 6stos de un cliente o de
un terapeuta). En su l ugar, qui si mos gxami nar
declaraciones primariamente n t6rminos d
su impacto e implicaciones para la interacci6n
terap6utica.
Nuestra bdsqueda de ten6menos inte-
ractivos que ocurrieran virtualmente en todas
las conversaciones terap6uticas nos condujo
a centrarnos en tres de las herramintas di6-
cursivas a disposici6n de los trapeutas: 6s-
tas pusden responder a lo que el cliente dice
(ffamada tormulaci6nl, pueden realizar pre-
guntas y -en
6ste o en otro tipo de expresio-
nos tales como las asErciones o las descrio-
ciones- pueden elegir como frasear aquello
que quieren decir (llamada elecci6tl l6xica\.
Hemos analizado cada una de estas he-
Bavel as, J.; McGee, D.; Phi l l i ps, B. y Routl edge, R. J I
rramientas en relaci6n con la manera en qug
funcionan para construir significado en el diii-
logo lerap6utico. Una lorma de develar este
proceso es conlrastando el tipo de significa-
dos que se van construyendo. Para ello, com-
paramos los signilicados conslruidos en los
dos paradi gmas descri pl os anteri ormenl e,
centrdndonos especificamente en sus con-
trastantes visiones sobre la patologia (cf. se-
gundo punto principal en Tabla 1). Las tra-
pias lradicionales parten de la noci6n de que
los individuos concurren a psicoterapia por
que algo malo les sucade, usualmnle rela-
cionado con una patologia intrapsiquica (do-
presi6n, TOA, baia autoestima, habilidades
comunicacionales dEficientes, carencia de ha-
bilidades de afrontamiento u otras conductas,
atc6tera), que Wade (2000) ha denominado
asuncidn de defbiencia perconal. La terapia
breve rdpidament rechaz6 la utilidad d la
patologla (Walzlawick, Weakland, Fisch y 8o
din, 1974) y asurni6 que'las personas sabn
c6mo estar bien" (Wsakland, comunicaci6n
personal), Wade (1997, 2000) ha denominado
a Esto ,a asunci6n de una capacidad pre-exis'
lente, Oesde esta psrspectiva. los problmas
que los individuos llevan a terapia son, en
principio, pasaieros y f recuntemente sociales
u externos en causa y origen. Otra manera d
describir esta diferencia es sofralando que las
terapias lradicionales son asgnciarisfas, resal-
tando la ralidad d una patolog{a individual
reificada, misnlras que el pa.adigma allernati-
vo ss mas conslruccionlsta, enfatizando la na.
turaleza social de los r6tulos diagn6sticos y,
en partbular, el papel del lengua;'e en la cons-
trucci6n y roconslrucci6n de los problemas y
las soluciones. En los anAlisis que siguen,
mostraremos c6mo el uso d herramientas
comunicacionales Msicas por parte del tera-
peuta puede construir tanto versiones patol6-
gicas como no patol6gicas de los clients y
sus vidas.
32 Srblemas Familiares, 19 (1-2\, 2OO3
Formul aci 6n y retorrnul aci 6n
Una de l as l 6cni cas comuni caci onal es
mds comunes y aparentemente neutral es del
teraputa es resumi r o paral rasear l o que el
cl i enl e ha di cho (ej . en el gi ro 23 en l a Tabl a
2). Dado qu parece si mpl e repeti r l o que el
cl i ente ha di cho, esta herrami enta frecuente-
mnte se conci be como no darecti va, esl o es,
que no i nfl uye en l a narrati va del cl i ente. El mi -
croan6l i si s de Phi l l i ps (1998, 1999) ha demos-
trado cu6n intluyentes y co-construclivas son
i nevi l abl emente estas respuestas, Phi l l i ps
(1998) s sirvi6 do investigaciones realizadas
fuera de la psicoterapia, en prdclicas conver-
saci onal es comunes. Garl i nkel y Sacks (1970,
pag. 350) identificaron el proceso de formula-
cion, a partir del cual uno de los participantes
podia dscribir, explicar, caracterizar, aclarar,
traducir, Iesumir, o proporcionar lo esencial de
lo que la otra persona habia dicho reciente-
mente. Por ei empl o:
A:
aEs bueno que haya tantos de ustedes
en la oficina?
llsn't
it nice that there's such
a crolvd of you in the otfice?l
Bi Nos estes pidiendo que nos vayamos, no
diciandonos que nos vayam6,
aconecto?
lYou're asking us to leave, not telling us to
l eave, ri ght?l
{carJinkel
y Sacks, 1970, Pdg.350)
En su formul aci 6n, B esl 6 expl i cando
tanto el si gni l i cado como l os mai i ces del co-
menl ari o de A.
Heritage y Watson (1979) han desarrolla-
do aun mds el concepto de formulaci6n sefia-
lando que, inclusive cuando parecn constituir
simples parafraseos, las formulaciones cum-
pl en tres l unci ones: presrvan, el i mi nan, y
translorman la afirmaci6n original. Si una per-
sona dice:
'Estuve
en la Univarsidad desda
1985 hasta 1996' y l a otra di c "i Eso as mi i s
de 10 afios!", su formulaci6n ha preservado
pane de l a i nformacj 6n sumi ni strada, el i mi na-
do los aios del comienzo y final, y transforma-
do l a i nformaci 6n de un l apso preci so a una
cantidad aproximada de tiempo total. En su ar-
ti cul o de 1986, Davi s i ntroduj o l a posi bi l i dad de
la reformulaci6n en psicolerapia, a partir de la
cual l os enunci ados del cl i ente son sel ecti va-
mente transformados 6n una versi 6n que se
aiusta a la orientaci6n te6rica del terapeuta.
En l a Tabl a 2, podemos ver que el coun-
sel or responde frecuentemente a l as afi rma-
ci ones del cl i ente con formul aci ones. Al gunas
de ellas estAn explfcilamenle etiquetadas co.
mo formulaciones con marcas del discurso la-
fes como "En otras palabras'(giro 23),
'Eso
precfi camente suena como sl ...' (gi ro 21), o
"Entonces..." (gi ros 9 y 1l ). Oebi do a estas
marcas, las respuestas del counselor son ofi-
ci al mente s6l o parafraseos, pero el l ector pue-
de l i i ci l menl e notar c6mo, en cada ei empl o,
sel ecti vamente preservan, el i mi nan y transfor.
man lo que el esludiante ha dicho. Es impor-
lante resaltar, una vez mds, que estos cam-
bios son necesarios y no pueden evitarse aun
con la repetici6n literal. Si l terapeuta vuelv
a repeti r al gunas al i rmaci ones, l a sel ecci 6n
que hace de 6stas en lugar de otras es impor-
lante. (5610 si el lerapeuta repitiera exacla-
mente lodas las palabras y la entonaci6n del
cl i ente no habri a el i mi naci 6n o l ransl orma-
ci6n: sin embargo, dichas respuestas serfan
bastante bizarras. Proviniendo de un terapeu-
la, serfan probablemenle inlerpreladas como
ridiculas, translormando asi la afirmaci6n ori-
ginal driisticamente.)
Phillips (1998, 1999) sefral6 que la dife.
rencia enlre lormulaci6n y relormulaci6n su-
pone s6lo una cuesti6n de grados y que cual-
qui er l o(mul aci 6n debe i nevi tabl emenl e
cambiar la alirmaci6n original. Asimismo prG
puso que lo que se ha llamado parafraseo, re-
llexi6n, reencuadre, etcdlera, es empirica-
mente i ndi sti ngui bl e de l a formul aci 6n. Para
demostrar las funciones de la lormulaci6n.
compar6 c6mo eran usadas 6stas en una se-
si6n tradicional de resoluci6n de conllicto ver-
sus una sesidn de resoluci6n de conflicto al-
ternativa orientada a la soluci6n de lnsoo Kim
Berg. La informaci6n se tom6 de videos de
dramati zaci ones de entrnami entos3 (8ri ef
Fami l y Therapy Contr, 1995; Rogers y Sa-
l em, 1987).
Phi l l i ps (1998) i denti fi c6 dos pardmetros
di ferenl es de l ormul aci 6n. Veamos el pri mero,
lormulaci6n cenlrada en l oroblema vs. cn-
trada en l a sol uci 6n. Una l ormul aci 6n cenl rada
en el problema selecciona los aspectos pro-
blemdticos de la alirmaci6n original, mientras
que una formul aci 6n cenl rada en l a sol uci 6n
seleccionatla los aspectos m6s positivos de la
misma alirmaci6n. Por eiemplo, la secuencia
siguiente ocurri6 al principio de la sesi6n de
mediaci6n tradicional entre dos vecinos:
5. Sra, M: Bueno, estuve en la policia y les
pedi reitetadas veces y Ia llamd por est
distutbio y eh, nada parcce pasat y eh, con-
tinua igual que antes, y, eh, la iltima vez
que tui a la estacian y me quej6, sobre es-
tas situaciones intoleables, por gu6, eh, di-
jeron, bueno, puede llevarlo a la corle. y yo
diie, eh, no tengo dinero para un abogado.
iQud
puedo hacer? Usred sabe. Y eh, y el
oficial que estaba alli dijo bueno,
ahay un
proceso de mediaci6n?
6. Modiador: Huz,
7 . S@. M: y podrlamos resolve( esto con su
ayuda, pero no b se,
8. Mediador: Sueno
9. Sra. M: Estoy perdida, reetmente lo es-
loy. No s.i qud hacer.
10. Mediador
gueno,
usted mencion' dis-
turbios y estuvo en la policia...
En el gi ro l O, el medi ador expl i ci tamente
formul6 los giros 5, 7, y 9 de la Sra. M ("usted
mencion6'). De todo lo que ella dijo, sleccio-
n6' di sturbi os" y' l a pol i ci a' -+l aramente
cen-
Bavel as, J.; McGee, D.; Phi l l i ps, B. y Routl edge, R. JJ
trado en l oroblma. Una formulaci6n centra-
da en l a sol uci 6n comUnmenl e usada sobre
las alirmaciones de la Sra. N/ podria haber si-
do, por ej empl o:
M: Enlonces usted ha intentado arduamen-
te encontrar una soluci6n. aQud
deberia
pasar hoy aqui para que, deilro de algunos
meses, usted diga que lue una buena idea
haber ido a ver un madiador?
Ef segundo pardmetro considerado por
Phillips fue determinar si la lormulaci6n era
abiefta o cerrada. Las lormulaciones abiertas
dan la oporlunidad al primer hablante de eva-
l uar y comentar sobre l a formul aci 6n. Ambas
formulaciones descriptas antriormente son
abiertas porqu invitan a la respuesla o elabo-
raci6n de la Sra. M. Una ,ormulaci6n crrada
restringiria el comentario... por ejemplo, man-
teniendo el giro y continuando con un nuevo
comentado.
El an6lisis detallado de Phillips mostr6
que el mediador tradicional dilria notable-
monle del otro centrado en la soluci6n en el
uso de las lormulaciones centradas en ol pro-
blema vs. las lormulaciones centradas en la
soluci6n. Las lormulaciones del mediador lra-
dicional estaban centradas consislentemente
en los problemas en lugar de las soluciones,
minlras que lo opue$lo se comprobaba en la
sesi6n de Berg. Asimismo, el mediador tradi-
cional usaba sislgmAticamente m5s formula-
ciones cerradas con un disputanl que con el
otro, lo cual proporcionaba a cada uno opo.tu-
nidades desiguales de eKenderse o cuestio-
nar sus lormulaciones. Aunque indudable.
mente la meta del msdiador era ser
iusto,
no
lo era en el micronivel y, por lo tanlo, tampoco
en la sesi6n como un todo.
3
Cuando no ha sido Posible oblenor registros ds sesiones lerap6uticas rales, hsmcs es@gido vidos d
dramalizaclonss do enlrenamionto, onlsndiendo gue los procadimlenios ds los videos prssntan gl moror sim-
plo. sto ss, los videos ds entrenamienlo rsprsentan la manera en que gn enloque particular'dobria s/ con-
ducido; por lo tanto xaminamos de qu6 rnanra ostas rscomondacionos son ltsvadas acabo.
34 Sistemas Familiarcs, 19 (1-2\,2OO3
C6mo f unci onan l as pr egunt as
en psl coterapi a
Es sorprendenl e que desde el paradi gma
al ternati vo l os terapeutas l ormul en numerosas
preguntas. El Grupo de Mi l 6n fue el pri mro en
reconocer explicitamente la utilidad de las pre-
guntas para l a terapi a (Sel vi ni -Pal azzol i , Bos-
col o, Cecchi n, y Prata, 1980; Freedman y
Combs, 1996). Ha habi do vari os esl uerzos por
clasificar estas preguntas, aunque talgs taxo-
nomias son necesariamente est6ticas. Ex-
traen la pregunta ds su contexto original y no
consi guen doscri bi r c6mo funci ona en ese
contxto. McGee (1999; ver tambien www.lalk-
works.bc.ca) ha desanol l ado un andl i si s l un-
cional exhaustivo de las preguntas que mues-
tra c6mo turrcaonan y por qu6 son a menudo
tan l ti l es. Su presupuesto basi co es que una
de las principales funciones de las preguntas
es introducir presuposiciones contenidas. Esto
es que, a partir de ellas, es posible presenlar
nuevas ideas sin afirmarlas directamente. T6-
mes como oiBmplo, la "pregunta sobr el mi-
lagro" propuesla por de Shazer (1 985):
'Si
una noohe, mientras estuviata durmien-
do, sucqdiera un milagro y el problema hu-
biera desaparecido al despertat ac6mo lo
sabria?
4QuC serla lo primero que nota-
ile?"
Esta prsgunta contiene vanas presuposi-
ciones: que es concebible que el problema pue-
da desaparecer y que, si asi lo hiciera, el clien-
td lo advertirla a partir de eventos especificos y
obsrvables en el mundo. Mes ampliamente,
esta progunta impone una perspctiva qu s
al mismo tiernpo posiliva y orientada hacia el fu-
turo. Contrariamente, las terapias tradicionales
a menudo formulan preguntas que continen
presuposiclones sobre la patologla y la impor-
tancia del pasado. Preguntar sobre la inlancia
de un chico presupone que la infancia es rele-
vante para el problma actual. Pruntar sobre
los sintomas prssupone patologia.
Las pregunl as son, m6s suti l mente, una
torma en l a que el terapeuta i ntroduce su
perspecl i va te6ri ca si n gue expresamente
aparente hacerlo. Volviendo por ultima vez al
pasaje presentado en la Tabla 2, el counselor
pregunta (en el giro 5l"4,Cudl 6s tu persona
ideal?' Esla pregunta contiene la presuposi-
ci6n de que exisle algo como la persona ideal
de cada uno y que el estudiante no es su pro-
pi a persona i deal (de otra forma l a pregunta
seri a, "i Qu6 cl ase de persona eres?"). La
pregunta del counsol or en el gi ro 15 ampl {a
aun m6s estas prosuposiciones: wo supones
que pane de tu problema es gue ahora ta es-
tes cuestionando si quieres set verdadan-
mente tt mismo. 2Podria
eslo ser pane da
ello?". Esla pregunla contiene la presuposi-
ci6n de que exist (adem6s de su persona
ideal) un s[ mismo verdadero
[real
selt]. Jun-
tas, l as dos pregunl as forman una ati rmaci 6n
indirecta pero clara de la teoria rogpriana so-
bre la discrepancia entre el si mismo ideal y el
verdadero (Bogers, 1959). Estas preguntas
s6lo tienn sentido
-y
s6lo pueden ser res-
pondidas- si el estudiants acepta la teorla y
comienza a hablar n los t6rminos qu 6sta
propone, como n electo lo hace. Hay una se-
cuencia drdstica entr los giros 15 al 21 en la
cual pdemos obsryar el proceso a la vista:
n6tes que en el giro 16 el estudiante no com-
prends la pregunta (y su presuposici6n de que
quiere ser verdaderamente 6l m'smo
[real
selfl en lugar ds su persona ideal). El counse-
lor relormula la progunta explicitando mucho
m6s sus presuposiciones y solicita conssnti-
miento (en los giros 17 y 19). Obtenido ol
acuerdo, el studianle (en el giro 20) adopia
estas nociones como su propria manera de
pensar, lo que deriva n un intrincado inter-
cambio 6n l cual l estudiante parsc estar
preguntando -aun
desafiando- al counselor
para que le ayude a resolver la discrepancia
entre su sf mismo ideal y el verdadero. 56lo
un examen detallado de la conversaci6n real
revela de qu6 manera el counselot introdulo
este marco y conduio al studiante hacia 61.
Esta secuenci a i l ustra l a uti l i dad del examen
detallado del rol de las preguntas, de McGee,
para comprender el dielogo terap6utico.
Los terapeutas estilo Escuela de MilSn
formufan
praguntas ciculares (Selvini-Palaz-
zoli, Boscolo, Cecchin y Prata,
'1980),
como la
si gui ente, formul ada a l a hermana de un chi co
anor6xi co en presenci a de toda l a fami l i a:
iCuAndo
tu madre trata de hacer que Mar-
celo coma y 6l rehtsa la comida, que hace
tu padre?
Esta pregunta conti ene vari as presuposF
ciones, todas deliberadamenle dirigidas a
centrarse en las relaciones entre los mim-
bros de la lamilia (vs. un foco aislado en el pa-
ciente): que la madre es qui6n este dispuesta
a hacer que Marclo coma, que Marclo este
dispuesto a rehusarse; que cuando eslo suce-
de, l padre esH dispuesto a hacer algo por lo
cual puede ser valioso peguntar; y qu la hija
est6 dispuesta a observar todo esto y que sus
obsrvacionos podrlan
ser de inter6s. N6tese
queestas presuposiciones (y los nuevos pen-
samientos que puedan provocar) estan a dis-
posici6n de quien los escuche, no s6lo d la
persona hacia quin la pregunta fue dirigida.
Las prguntas de "paisaie'
['landscape'
qustionsl de White (1989) contienen presu-
posiciones sobre las tonalezas y habilidades
pasadas y futuras del individuo. Por ejemplo:
iDa todas las personas qtQ te han con6i-
do, qui6n ostar[a menos sorprondido de
que has sido capaz de dat este paso en tu
vida?
Esta prgunta presupone que el cliente
ha dado un paso sobre el cual val la ona
hablar; que el paso refleja su propia habilidad
('has sido capaz de); que muchas per$nas
notar[an y reaccionarian ante este paso, algu-
nas con sorpresa; que hay al mnos una pr-
sona que no ostaria sorprendida; que, por lo
tanto, su habilidad para dar sems,iante paso
Bavel as, J.: McGee, D.; Phi l l i ps, B. y Routl edge, R 35
fue evi dente para, al menos, una persona en
el pasado.
Estas pregunlas, asimismo, ilustran otro
aspecto de la teoria mds amplia de McGee, a
saber, que al buscar y prover de respuestas
a las preguntas del trapeuta, el cliente partF
cipa co-construyendo una perspectiva dileren-
te de si mismo y de su relaci6n con los otros.
Esta versi6n (ya sea como deticiente o como
capaz) tiene posibilidad de ser m6s convin-
cente ya que el cliente provee de la evidencia
a partir de su Propia
vida.
Wade (1995, 1997,2000) ha enfati zado
la importancia do las preguntas espec(ficas
para el trabajo con clientes que fueron abusa-
dos y maltratados. Los teraputas tradiciona-
les preguntan sobre la manera en que el clien-
le lue aleclado por el abuso, lo cual contine
las presuposiciones de que el individuo lue un
objeto pasivo y que 6l o slla ha tenido y pus-
d continuar manilestando etectos sintom6ti-
cos (disociaci6n, depresi6n, etc.). Wade pre
pon que si, en cambio, el tsraputa pregunta
de qu6 manera el cliento respondi6 a los inci-
dentes del abuso, la pregunta presupone un
individuo activo, agent6, y se focaliza en la sF
luaci6n de abuso inmodiala en lugar de en
presumidos tectos colatrals. En respuesta
a tales preguntas, emrgn vErsionos drame-
ticas, emotivas y previamente no menciona-
das, Aunque los abusadores siempre ligen
individuos vulnerables, sus lictimas" so enrE-
dan en una resistencia imaginativa y
iuiciG
sa?: los ninos abusados por un padrs o her-
mano regresan a su har desde la escuela
caminando mes bntamsnte, llevan amigos a
casa, o se vuelven indispensables para olra
familia para asi poder pasarla mayorpart dl
tismpo tuera de casa. Las mujeres abusadas
por sus esposos dvinn depresivas, esto
es, se rehusan a eslar satislechas con el mal-
trato. Wade sefral6 que muchas lormas de re
sislncia puden s6lo sr reveladas formulan-
do preguntas que presupongan la positilidad.
Eslas artes d la resislencia son escondidas
por las preguntas tradicionales que prsupo-
36 S,bt6mas Familiares, tg (1 -2),
2003
nen una victima pasiva y atectada. Desde
nuestro punto de vi sta, dado que l as pregun-
tas i nevi tabl emente conti enen presuposi ci o-
nes te6ri camente mol i vadas, exi sten s6l o dos
di ferenci as enl re l as preguntas en ol paradi g-
ma tradicional y el alternalivo: que las presu-
posi ci ones conteni das patol ogi cen o di gni fi -
quen al cl i enl e y que el l erapeuta i ncl uya
esl as prsuposi ci ones consci entemente o s6-
l o i nadverti damente.
El eccl 6n l 6xi ca
Ya sea preguntando, formul ando l as afi r-
maci ones del cl i ent, o haci endo uso de otras
formas conversacionales (por ejemplo, aser-
ciones tales como aconseiar, interpretar, des-
cribir u olrecer informaci6n), el terapeula debe
elegir las palabras precisas ntr todas aque-
llas disponibles. La elecci6n l6xica (van Dijk,
1983) es un l6rmino t6cnico para este aspec-
to del discurso, la solecci6n sistem6tica del
frasoo o formulaci6n y su influencia polencial
en el receptora. Por ej empl o, Danet (1980)
analiz6 6l uso sistematico d los t6rminos "be-
b6" o feto" en un
,uicio
por aborto. Los termi-
nos "en lavor de la vida' [pro-lile]
y "en lavor
de la el6cci6n"
[pro-choice] tambi6n se han
vuelto elcciones l6xicas comunes n este
debate. Routl edg (1997a, 1997b) ha exami -
nado la elecci6n ldxica en un conter:to tera-
p6utico especifico, a saber, el lsnguaje que
los psiquiatras, y muchos otros, usan para ha-
blar sobre la medicaci6n.
Dos aspectos de la elecci6n l6xica son
de nuest.o particular inter6s: las matiforas,
que conslruyen la realidad de una manora en
lugar de la ot.a (v6ase especlficamnto Lakofl
y Johnson, 1980) y refl e,an versi ones subya-
centes de l os eventos. Por ej empl o, habl ar de
l os empl eados cgmo "compaf,eros de equi po"
o como' recursos humanos" son ambas mel e-
foras, pero crean versiones muy diferentes de
los empleados y su relaci6n con el empleador.
Segundo, ef proceso da re-lexicalizaci6n
(Fowl er y Kress, 1979; Fai rcl ough, 1992) que
se refiere a
'gnerar
nuevas fotmulaciones
que son conslruidas como allernativas, y en
oposi ci 6n, a l as exi stentes" (Fai rcl ough, 1992,
p6g. 194); "promueve una nueva perspctiva
para los oyents, frecuntemonte en Areas
especializadas' (Fowler y Kfess, 1979, piig.
210). En l o sucesi vo, exami naremos en pri -
mer lugar las elecciones l6xicas lradicionales
en la relaci6n enlre el m6dico, el paciente y la
medi caci 6n y l uego mostraremos d qu6 ma-
nera la re-loxicalizaci6n y las nuevas metdto-
ras pueden ofrecer una perspectiva diferente.
Los m6dicos lrcuontemente hablan de
la medicaci6n hacisndo uso de elecciones 16-
xicas que los sitoan a ellos mismos como los
agentes y al paciente como el obito del trata-
mi ento. Por ei empl o, una el ecci dn comdn es
Toy a poner a usted on esla medbaci6n'5
['m
going to put you on this medication]. La fa-
miliaridad e inocuidad de esta frase ilustla la
al i rmaci 6n de Fai rcl ough (1992, p6g. 195) so-
bre que: ?lgunas met6foras estan lan profun-
damente naturalizadas dentro de uha cultura
particular que las personas no s6lo no estAn
suficienlemente conscientes de 6llas la mayor
parte del tiompo, sino que ademas les es ex-
tremadamente difiqil, aun cuando su atenci6n
est6 dirigida hacia ellas, escapArseles en el
discurso, el pensamienlo o la acci6n'.
Examinada mes en dstalle, sta f rase, en
primer lugar, crea al m6dico{"VoyJ
[]
como el
i ni co agente de l a acci 6n con el pacrente ( "us-
ted'J como objeto. La habitual metiifora "po-
ner a usted en" [put
you on] recuerda la es-
tructura del uso l i teral de l a l rase (e. g. "poner
el libro en el estante'
[put the book on the
sheffl, Random House Unabridged Dictionary,
1993) en l a cual el obj eto no s capaz de rea-
l i zar un movi mi ento i ndependi ente o de po-
seer agenci a. ("Poner"
l to
putl ti ene tambi 6n el
significado "impone/'
[to
imposet, Random
House Unabidged Dictionary, 1993)
a"Erf
qu6 ofra cosa "ponemog a una persona?
lwhat
6lse do we
?ul
a person on?') Un
agenl de vi ai es puede poner a al gui en n de-
termi nado vuel o, o un padre puede poner a su
hi j o en un avi 6n, l ren u autobri s. Por l o l anto,
como mdxi mo, el paci ente es un pasaj ero pa-
sivo, marchando o siendo acarreado "erf la
medicaci6n
['orf
the medicationJ. En contras-
te, si uno loma una mirada m6s colaborativa y
sitUa al m6dico como sirviendo al paciente,
decir entonces "Voy a poner a usted en esta
medicaci6tf
0'm
going lo put you on this me-
dicationl es an6logo y tan inapropiado como
un camarero diciendo "voy a ponarlo en esta
sopd il'm
going to put you on this soupl. Una
el ecci 6n un tanto menos autori tari a os"Voy a
dar a usted esta medicacidd
fl'm
going to gi-
ve you this medicationl. La meteJora "daf
lgir
ve] implica qu sl objeto indircto ("ustsd") s
al menos capaz de aceptar, y hasta implica un
acto d amabilidad no sol'lcitada a favor de
quien da. Todavia aqui, Bl manio principal
este en el m6dico ("yoy), y elprelacio"Voy a'
fl'm
going to] no admite una elecci6n por par-
t dl roceptor. En efecto, una vez que el pa-
ciente ha sido
'puesto
en" la medicaci6n, el
lnguais m6dico tradicional incluy t6rminos
tafes como
'obediencia'("sl
aclo de conlor-
mar, consenlir, o cedf, Random House Una.
bridgad Dictionary, 1993) y'desobediencia'
para describir las posteriores decisiones del
paciente. Estos t6rminos claramente estipulan
que 6l rol del paciente es consentir sobre la
decisi6n del m6dico, e implicitament catalG
gan cualquir decisi6n independiente preferi-
Bavel as, J.; Mccee, D.; Phi l l i ps, B. y Routl edge, R 37
da por el paciente tanto como incompetente o
como desobedi ente. Si el paci ente no toma [a
medicaci6n como le fue indicado, es el pa-
ciente qui6n estii equivocado, no sl m6dico o
la medicaci6n.
Routledge propone un lenguaje alternati-
vo. mAs colaborativo, frecuentemente con for-
ma de pregunlas en lugar de alirmaciones y
usando l a te-l exi cal i zaci 6n oara antroduci r
nuevas metdforas. Por iemplo,
'i,Estarias
in-
tercsado en ver si esta medbaci6n pue& ser
beneliciosa para ti?' o'aconsdenrfas hacer
uso dd esta medicaci6n?" Estas preguntas
contienen varias presuposiciones: que no es
seguro que esta medicacian pu6da ser bene-
ficiosa para este paciente n particular; que
depende complelamente de la elecci6n del
paciente considerar la posibilidad de tomarla;
que el m6dico este 6n segundo plano, un con-
sultor iunto
al paciente, quien puede elegir si
emplear la medicaci6n o no. Olra frase hace
que sus fol6s rscfprocos sean aun m6s evi-
dentes: "Soy un eparto en los prot@olos de
esla medicacidn, poro ustdd es dl dnico ex-
peno en cuAn adecuada ds para ustet. VAa
melafora que aclara esle asunto es preguntar
al pacinte qu6 tan bien le calzan al m6dico
sus propios zapatos, Es obvio que s6lo quien
los usa pusde rsgonder a esa pregunta y
que, por analogia, al m6dico puede swerir
medicacionas pero es s6lo el paciente quien
puede
iuzgar
cuen bien tuncionaron para 6Vla.
Quien prgscribe puede, asimismo, cam-
biar las met6loras habiluales (Tonena en",
'dan
po( unas que apoyen la aulonomia del
paciEntg a pattir de petsonifrcar la medica-
ci6n, convirli6ndola 6n una parte metaf6rica-
mente explicita en la inlraccidn en la cual el
paciente sea quien juzgue. Eslas personifica-
ciones puoden incluir "Me gustarfa contarle
un pco sobre los efectos & esta medicacian'
o
'LPodfia
una medicaci'n como &ta ayudar-
lo con esta cdsis o impedide ver el problema
claramente?'
La personificaci6n, asimismo, craa una
altemativa al lenguaie tradicional de los bfec-
4
Enlra otros l6rminos para designar osts ten6.neno u otro similar se incluyen "variaci6n tdxicadilerencias
en la tormulaci6n" (Tron 1979, peg. 131), "ostilo l6{co' (van Diik, 1993, p69. 264) y "lexicalizaci6n" o "rel6xica-
lizaci6n" (Fairclough, 1992).
r
Se ha prelsrido traducir esta frase en lorma lextuat para eviiar errores en ol andlisls d los concaptos
que sigun. La oracion corroctamenle traducida serla'Poner a ust6d baio ssta medicaci6n". lN. del T,)
38 Si sl emas Fami l i ares, t9 (1.2), 2003
tos secundarios" que implicitamente culpa al
paciente en frases lales como
'Desarroll6
efectos secundari os' [He devel oped si de ef.
fectsl o ho tolera" o "No es6 respondiendo
bi en a...' . Una construcci 6n al ternati va, usan-
do la personificaci6n, culparla a la medicaci6n:
"Esta medicacidn tiene et hebib de..."lThis
rnedi cal i on has a habi l ot-..1
"Una de sus trampas as gu.,.',
[One ol its
tri cks i s to...l
"Tiene mala reputaci6n para...'
[lt has a
bad ropulalion for.. .l
La personificaci6n puede ser ritil para
describir m6s acabadamente las medicacio-
nes y sus posibles efectos secundarios:
Topiramat' es una medicaci6n eue comen-
26 como un antiepildptico pero actualmente
se usa como un estabilizador del humor. El
problema es que alecta negalivamente a
alrededor de un 25yo de las personas que
la prueban. Sin embaryo, el otro t,o,6 d6las
personas continian usdndola porque real-
mente les ayuda.
O para pr6guntar sobre las inleracciones
entre dras diferontes "i,C6mo es6h ltevAn-
dose Ws medicaciones entre s[?" compaedo
con
lEslds teniendo algdn probtema con tus
medicaciones?' que implfcitamente culpa al
paciente por las limitaciones de la medica-
ci 6n.
La personificaci6n puede tambi6n sef
usada en met6foras mds amplias:
'Existen
poces medicaciones que se com-
ponen bien, pero la situacidn es la siguien-
E: su lavapletos deja de luncionar y se ha-
ce nocesaio arreglarlo. Usted llama a un
plomero, perc luma mientras tnbaia. EI sa-
gundo mira a su hija de mala manera. El
tercero lleva barro en sus zapaaos. Ahora
se qued6 sin plomeros, no hay otros en la
ciudad. 1Qu6 hace?"
Las elecciones l6xicas efectuadas por el
m6di co defi ni rdn i nevi tabl emente el l ri angul o
de rel aci 6n entre qui en prescri be, el paci ente,
y la medicaci6n.
aQui6n
(iene el manejo o la
autoridad en esta situaci6n, y qui6n recibe el
reconocimiento o la culpa? Como hemos vis-
lo, las herramienlas de relexicalizaci6n y la
i nl roducci 6n de nuevas meteforas oueden
crear un rol m6s posilivo d6l pacienle.
Sumarl o
Hemos recurrido a nuestros diversos an-
tecedentes como analistas del discurso, inv6s-
tigadores en comunicaci6n y terapeulas para
examinar la comunicaci6n terap6utica m6s de
cerca mientras relacionamos estos detalles
con temas m{s amplios en el campo, El mi-
croanalisis del discurso terap6utico puede ser
una manra provchosa de entender el proce-
so de la psicolerapia. A partir de'observar, re-
gislra( examinar, y describir la interacci6n y
comunicaci6n reales 6n detalle' (Weakland,
1967, pAg.1), es posi bl e obtener nuevos i n-
s,ghts sobre lo que ocurre en el consullorio.
Adem6s de su inters intrinseco, el microand-
lisis puede comenzar a idenlilicar las herra-
mientas espclficas a disposici6n de los tera-
pautas (aquf, preguntas, formulacionos y
elecci6n l6xica) para que puedan ser utilizadas
con mayor precisi6n y para que puedan ser
aun mAs desarrolladas. Hemos destacado que
el uso de estas henamientas os inevitable y
deber{a ser, por lo tanto, e)gtfcito. El terapeu-
ta no puede evitar la intluencia al micronivel en
la terapia. La inica opcl5n estd en los tipos de
relaciones construidas a trav6s de su influen-
cia, si son deliberadas y respetuosas o si son
procipitadas y pueden, por lo tanto, ser inad-
vortidamente irrespetuosas.
Agradeoi mi entos
Partes de esta investigaci6n fueron sus-
tntadas por subsidios de investigaci6n con.
cedidos a Bavelas: la investigaci6n sobre for-
mul aci 6n comenzo a parti r de un subsi di o
inicial de la Universidad de Victoria, y el prc
grama m6s amplio de investigaci6n sobre did.
logo es apoyado por el Social Sciences and
Humani ti es Fl esearch Counci l de Canad6. La
mayor parte del trabaio de Phillips sobre la
formul aci 6n en medi aci 6n l ue real i zado en el
Insti tute tor Di spute Resol uti on, Uni versi ty of
Victoria.
Tenemos una deuda intelectual con mu-
chos otros colegas no citados direclamente
aqui, especialmente Linda Coates y Shawn
O'Connor. El material no publicado pertene-
cisnle a la Univercidad de Victoria pueden so.
l i ci tarse a J.B. Bavel as (j bb@uvi c.ca).
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