Evolución de Las Sirenas

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Algunas consideraciones sobre la evolucion de las sirenas ere ara Nina, ‘amorosa ondina Mitica o cientifica, la represemtacién del mun- do que consiruye el hombre se debe siempre (en gran medida a su imaginacién, Francois Jacob uuizds uno de los més gran- es enigmas no resuelto por rncia ni por 1a mitolo- ‘fa, es el de Ia evolucién de las sirenas. Evidencias de este hecho ‘no faltan, pero, como ocurre con fre- cuecia en estos casos, 1a explicacion y la relacion de los hechos no es tarea sencilla. Afortunadamente las hip6tesis son numerosas, Parece ser un misterio que no ha sucumbido al abandono a pesar del decreciente interés por los problemas te6ricos. La imaginacién es- casea en estos tiempos. ‘Aunque... écémo dar cuenta de la génesis de las sirenas?, éde qué manera explicar el paso de estos hibridos del reino de los plumiferos al de las espe- cies marinas?, Ly qué decir de su poste- rior transformacién en mamiferos? Segiin los estudiosos del tema, aun cuando, en su célebre Odisea, Homero no proporciona una descripcién de es- tos seres mitol6gicos, existia cierto con- senso entre los antiguos en cuanto a su aspecto y cualidades. “Para Ovidio, son aves de plumaje rojizo y cara de mujer; Para Apotonio de Rodas, de medio ‘cuerpo arriba son mujeres y, abajo, (César Carrillo Trueba: Facultad de Cien cas, UNAM aves marinas”, escribe en su Manual de Zoologia Fantastica, Jorge Luis Borges, ‘uno de los més renombrados especialis- tas en seres imaginarios. Otro conocedor en la materia, Al- | presentaba bajo una faceta distinta pa- fonso Reyes, nos dice que “la tradicién sgreco-oriental, segiin los monumentos y textos conocidos de Grecia y Roma, Si tomamos en consideracion sus cualidades, la discusion se vuelve deli- cada. “Suerte de aves infernales”, decfa Higinio. La naturaleza femenina se ra infundir miedo y respeto a los hom- bres. Una ilustracién de ello la propor- ciona el mismo Homero en el conocido Presenta a las sirenas como seres hibri- | pasaje de la Odisea, en el que Ulises, dos, la cabeza de mujer, el cuerpo re- para no ceder al canto de las sirenas, vestido de plumas y patas de pajaro” Aparentemente el debate més fuerte Biraba en torno al aspecto cuantitativo, Qué tanto mujeres, qué tanto aves? Para algunos s6lo la cara, para otros, medio cuerpo era mujer. Hubo quic- nies, buscando acompafamiento a su afamado canto, las dotaron de manos ‘que servian para tocar Ia cftara. Las re- presentaciones varian, aunque en su mayorfa se inclinan por la equidad. No.ROCTUBRE IB tapa con cera los ofdos de ta tripula- i6n del barco y se hace atar al mst. Seguro més mujeres que aves. El Physiologus, texto del siglo, ori- ginalmente escrito en griego, las pre- senta con “forma humana hasta el om- bligo y, mas abajo, forma volatil. Su canto adormece a los navegantes, a ‘quienes luego las sirenas destrozan”. La Biblia menciona tnicamente su can- 0 y, como veremos més adelante, el 35 ‘cristinnismo se va a apoderar del episo- dio homérico para hacer de él un ejemplo de resistencia a la tentacién, Mas, como dijera Kafka, es probable que fas sirenas nunca cantaran y Odi- se0, “quien s6lo pensaba en ceras y ca- denas”, creyé haberlas vencido, De c6mo se generaron al azar, a partir del caos originario Seres casi eternos, as sirenas estuvieron aht desde la génesis de todas las cosas, al lado de faunos, efclopes, nereidas ¥ amazonas. Al igual que el de todos estos seres, su origen se encuentra, segin ‘Anaximandro, en aquellos embriones (ue se formaron sobre la titra al sepa. Fare ésa del mar despots del cas que feinbo en lor inicio del univers. De- Fido al eso tan inteso, a ina see tment y sobre ella apareieron multud de "mores ebieto por una membr ta tnebina que eae late” ls dimentaba durante la noche y es se tneargaba de solar estoy svances, Una ver que se compet el desarrollo, fas membrana se abieron y “se prods. fern tods las formas de ido sina Dice Anaximendro que aquellos que surieron de oma catene se aie toma las 2ona las aaquiiron al Ienas que “los que Tovwieron ume consnench terrae” ah se quaéaton Beat soguro que la sircnas do Ta tntguedade gonerron en una region de transiion, de abt su naturale brid, Mas explicit es In teoria de Empé- docs, ferviente Segidor de los cuatro elementos quien divide en tes capas la génbsis'de estos organismos. En un Principio, crectament del suelo, bro: faron sia ton a son, ojos sin cabeza, caver sn cveroe, bros sin Wonce, troncos sin pieman caus sin erp, aise implumes Une inmensid de par tes de los actuals cuerpos dels eres vivon, deambulaban por la terra en bose de elas pra uve, El aar va a acoreras durante lasogunda etapa, e@ ta cal se van a format todo tipe de animales Hombres Gon eabera J tro, teres biotfalo, algunos eon mumeresas cxtremigaes, ors con un of oo si tivgaraquél con evrpo de ave, cab fa de leony cola de sient. Cons guidad se arn do la épocn qu, en te Env histori, laters ba concede ta mente a la tercera era, solamente so- brevivirin aquellos que por un afortu- nado azar aleanzaron una constituci6n viable. Las sirenas y el minotauro se encuentran entre éstos. La explicacién de Demécrito soto Jifiere por 10s elementos constitutivos: los dtomos. Segin este autor, seria la unién fortuita de los ftomos en el va- cio 10 que habria dado origen a los se- res vivos, que también se generaron en el limo. De como ya existfan en Ia idea y Tuego fueron creadas en el mundo xu tWuuy Jus pensagores ae Ja antigde- dad estaban de acuerdo con estos prin- cipios. Anaxigoras, quien no crefa que Ja naturaleza jugara a los dados, discre- pa de las teorfas anteriores. Este fil6so- fo j6nico pensaba que detrés de tanta ‘armonia, de tanta diversidad en la na- turaleza, debe existir una especie de in- teligencia, algin espiritu que haya or- denado 1a materia con tanta destreza. Los seres hbridos no son producto de! azar, sino de una voluntad. Las sirenas fueron creadas bajo este designio. En esta misma corriente se encuen- tra Plat6n, quien, elaborando un siste- ‘ma més completo, cree que el Gran Demiurgo, personificacién de la Idea del Bien, cre6 todos tos seres posibles, perfectos ¢ imperfectos. El principio de plenitud entra en escena, con lo cual, sirenas, centauros, pigmeos y lamias, fennan vin Ingar denten de In creacidn feylum Veriebrata ‘Grdan Siena. (mar Ginera ¥ esped Fomitin Dugongudae (dug species Hy *Con dos subes manofs (mona de 6 Anita Trichectnes en Thichechus Trichechus occidental) original, cumpliendo con una finalidad preexistente en la mente del Creador. También Arist6teles se ocups de asunto tan complejo, y su opinién al respecto es tajante: el azar es estéril y ‘una causa eficiente subyace a la génesis de todas las cosas. La naturaleza no es iscontinua como lo piensan los ato- mistas, sino que en todas sus manifes- (aciones constituye un continuo. Los mismos seres vivos fueron creados si ‘guiendo una cadena continua que va de Jo mas simple a lo més complejo, sin que haya vacfo alguno, Los seres hibri- dos son una prueba de tal continuidad, que se manifiesta en multiples y diver- 0S niveles, como puede ser el habitat, Asi, existen seres mitad acudticos-mitad terrestres, como las focas. A pesar de sus observaciones directas sobre el de- sarrollo embrionario de numerosos ani- males, las cuales le hacen dudar de la existencia de algunos hibridos -un ser mitad hombre y mitad toro no es posi- ble, decta, ya que los periodos de ges- tacién son diferentes, y el fruto de di- cha unién tendrfa la parte humana ain inmadura-, Arist6teles piensa que la continuidad tiene que cumplirse en to- dos los ambitos, y que si no fueron creados asf los seres, el medio es capaz de influir -“la diversidad de lugares ge- nera diferencia de caracteres”., 1o cual leva al Estagirita a ser eco de los rela- tos de viajeros que cuentan de Ia exis tencia de numerosos monstruos en tie- rras lejanas, Las ideas cambian, las sirenas ermanecen. dal Cosibe}* vis (manath amaxtaica) negolensis (monati de Africa gos y vecer marine) Dugong dug odamalir gigas (vaca marina de Steller, yo entin [dugongo} ) jos:T. manatus latiratts (manati de Flaride) y T. monatus De cémo dejaron los aires | resurgir del agua Si sobre su generacién encontrame gunas luces, no ocurre lo mismo c etapa de transicidn, lo cual es muy euente en la literatura filogenética, qué momento abandonaron los : para habitar los mares? &COmo n ron sus plumas en escamas? Cu: se les dej6 de temer ..tanto? En 1 dad nadie sabe a ciencia cierta cu: y emo ocurrié esta metamorfosis quienes incluso ereen que tas anti sirenas se extinguieron y que las < nas son otra especie que leg6 a oc su nicho mitol6gico. Esta titima hipétesis se basa e | + hhecho, muy conocido en la antigie de que si algin mortal no cedia a encantos, las sirenas moritian, Se que fue Orfeo el inico que, no : mente pudo resistir a su melodiosa sino que, desde la nave de los nautas, elev6 un canto de tal belle dulzura, que las sirenas enloquecids Precipitaron al mar, quedando tran madas en rocas. Su completa extin | es dudosa, ya que resulta demas | oincidencia que hayan sucumbidc ‘el mismo lugar de donde van a resi ' Posteriormente. Es mas probable | Jas ninfas acusticas, hijas de Nereo, yan acogido a algunas en su set” que, por algin desconocido proces, Adaptacion, éstas hayan mutado | | dualmente. Una evidencia de 4. transici6n se encuentra en un tral e alquimia de siglos posteriores (1 ra 1). Se sabe ademds que las nere también atrafan con sus encantos a ‘humanos para Hevarlos a su reine cual denota una afinidad més entn renas y ninfas acusticas, I El mismo Alfonso Reyes, quien ca entre los siglos vi y vit la apari fon del nuevo tipo de sirena con “cabe:' y busto de mujer y, del ombligo ab jo, cola de pez que desaparece en ,as aguas”, incluye esta dltima entre su: ‘hi potesis. Don Alfonso se basa en el Li- ber monsirorum, obra escrita entre © 08 dos siglos y que se le atribuye a Atde- linus, quizds abate de Malmesbury y Juego obispo de Sherbone. A parti de sus investigaciones, nos propone cu: ir0 hipotesis. “La nueva figura de la sit'na puede provenir: a) de una contaminacién hecha yor ‘Audelinus entre Ia sirena elisica y ta sblida”, Slidonius, sig xvat ‘monstruosa Escila, que Virgilio di bbe como una mujer que hunde su de deifin en el agua; b) de la confusi6n en que ine ‘Audelinus tomando por sirena a al nninfa maritima o hembra de trit6n ta en algtin viejo mosaico o cuadn mo el que dice haber admirado Italia?, y relativo a las tradicione Escila y Circe; ©) © bien puede esta sirena-pe: tuna invencién de su propia min’ ‘ms 0 menos provocada por algun: guraciones encontradas en lectur documentos artisticos; Nos2OcTUB ‘Figura 1. “Las sirens atraen a los marinos al fondo del mar, como el mercurio ahoga su 4) posible es también que de + modo hayan Megado hasta el Libe pecies forlkl6ricas de mitologias b: ras y septentrionales, en que abu las mujeres-peces y en que es mu, trafio no haya pensado Faral" Erwin Panofsky, el mas grande « cialista en este tipo de transmutaci evolutivas, a las que é1 llama “pse ‘morfosis”, se inclina por la dtima | tesis. Para este autor, lacuna de I novacién mitolégica de la Eu: medieval se encuentra en el mat Norte, en Irlanda. En esas latite ‘como bien lo dice Don Alfonso Ri ros y océanos estaban poblados por ‘mujeres marinas de dorados cabellos, elicada piel y poco mis déciles que Jas sirenas de Homero. El proceso sub- yacente a esta transformacin es la re- cuperacién del imaginario de la antighedad, perpetrada de manera me- ticulosa por el cristianismo. En esta conquista espiritual, las antiguas divini- dades se tornan demonios, como lo ex- pone Margaret Murray, y toda ta mito- logia griega y romana se convierte en lecciones moralizantes dirigidas a los ‘Paganos, que, por cierto, no fueron po- os alo largo de toda la Edad Media. Los cambios ocurridos en las diferen- tes versiones del Physiologus, constituyen Ja mejor evidencia de este proceso. Las primeras versiones latinas, dice Jacques Le Goff, dan cuenta de “las maravillassin conferr significados ni explicaciones sim- bélicas”. Posteriormente “las explicacio- nes simbélicas y moralizantes comen, por asi decirlo, 1a sustancia del Physiologus, quitindole la vida”. Poco a poco los motivos de 1a anti- ‘Boedad son vaciados de su sustancia, 0 bien, a esta iiltima se le adjudica otra 38 representacién. Este proceso que Pa- nofsky describe magistralmente al ana- lizar la evolucién de Cupido, abrié 1a puerta a figuras procedentes de las mi- tologias nérdicas. El autor del Manual de Zoologia Fantéstica, siguiendo Ia distincion exis- tente en su amada lengua inglesa entre sirens -Ias sirenas clisicas- y mermaids ~ con cola de pez-, apoya la teoria de Pa- nofsky. En la misma direccién, José Durand, quien ha escrito uno de 10s ti- bros mis potticos sobre la cuestién, ha- ce remontar a la tradici6n escandinava sus origenes, via por la que habrian le- gado al imaginario britinico. Y es é1 mismo quien, de un tajo y siguiendo el principio de parsimonia, aporta la ex- Plicacién mas sencilla y contundente a esta transici6n: “sin que sepamos por qué, inquieta ver o sentir mujeres por Jos aires, Otra cosa son angeles. Aquél revoloteo excedi6 la paciencia. En cam- bio, al surgir la ondina hecha sirena, su ‘gracia resulté natural. Mds su belleza: por algo salié Venus de las aguas. La sirena quedé en los mares y jamés vol- vi6 a remontar el vuelo”. ‘No OCTUBRE 193 De emo ya en el mar, resultaron ser malignas criaturas del Sefior La expansin del cristianismo no solo expuls6 a las sirenas de los aires, sino que modificé su lugar en el cosmos, trastocando algunas de sus caracteristi- cas. Su naturaleza tendré que encajar en la maniqueista division entre el bien y el mal, terminando del lado de Sa nis. Asf, estas hermosas mujeres, mitad del cuerpo para arriba y pez abajo, hhabitan rfos, manantiales, mares y lito- rales ocednicos que con dificultad sur- caban los mortales. Y aunque su natu- raleza demoniaca es indiscutible, su origen es atribuido al Creador. Esto re- sultaba de dificil comprensién para mu- chos, ya que no se entendia como un Dios bueno puede crear también el ‘mal, Santo Tomas de Aquino argumen- ta ante tales incredulidades que “no co- rresponde a.la providencia excluir [el ‘mal] por completo de las cosas que g0- bierna”, razonamiento que encierra ta idea de que vivimos 1o mejor que se puede en el mejor de los mundos posi- bles. Asi, sirenas, elfos, gnomos, drago- nes, unicornios y demas seres de este e6n, son concebidos como parte de la creacién divina, resultando tan necesa- rios como Angeles y querubines. “La perfeccién del universo requiere, por tanto, no solo una multitud de indivi- duos, sino también la diversidad de cla- ses y, por tanto, los distintos grados de las cosas", pensaba el mismo Aquino, quien estaba convencido de tal necesi- dad, ya que si no existieran buenos ni malos, decfa, “no estarian completos todos los posibles grados del bien ni ‘ninguna criatura se pareceria a Dios en cuanto a tener preminencia sobre otra”. En pocas palabras, la Gran Ca- dena del Ser peligraria, y con ella la dominacion del hombre sobre todas las. cosas. ‘Al margen de cualquier discusiOn docta, al hombre medieval le costaba trabajo vivir bajo el constante acecho del mal. Sobre todo porque, como 10 sefiala Le Goff, para estos hombres “la realidad no es que el mundo celeste sea tan real como el terrestre, sino que ambos forman uno solo, una indisolu- ble mezcla que hunde a los hombres en las redes de una sobrenaturalidad vi- viente”. La naturaleza se encuentra do- ‘minada por el demonio, el cual se apa- rece a los humanos en bosques, m ‘montafias y desiertos, bajo la form diferentes seres. “EI mundo anima. ce este gran conocedor de lo mara’ $0, €s Sobre todo el universo del t ‘Animales como el chivo, simbolo « Iujuria, 0 el escorpién, simbolo ¢ falsedad, son francamente diab6! Otros, como el perro, que oscila « Ja impureza y la fidelidad, poseen naturaleza ambigua, Sin embargo animales fantésticos son todos d+ niacos, verdaderas imagenes del blo. La aparici6n de un basilisco, d dragén o de un grifon, hace caer « més profundo de los terrores quier morta. Y si al perseguir a los human Diablo adopta apariencias horripila ms peligroso es cuando, con el fi seducitlos, se presenta ante ello forma semihumana o humana. hermosa mujer de rizados cabellos aparece sibitamente en el bosque un inocente viajero, puede signifi Ja muerte, si ceder a sus encantos. sirenas son consideradas seres sat que, bajo una forma distinta a la ua, conservan su esencia seduc que lleva a la perdiciOn a quien e: bil de voluntad y cae en el pecado Jo aquellos que, como San Antc logran resistirla'tentacién de tan ciosas criaturas, pueden alcanzar el lo, Las historias de incubos y sic que atraen con sus hechizos a mu, y hombres pecadores, se vuelven | comin durante esta época, y a fi de ser repetidas una y otra vez, se vierten en historias verdaderas, en fectas leeciones de moral ‘As(, la naturaleza se va cargand innumerables simbolismos que a st encierran una moral. Todos los + son pereibidos a través de la Cres Divina y de lo que dicen tas Sage Escrituras. Cada cosa y cada ser cupa un lugar en esta gran trama conjunto de todos fos animales ¢ etta, ‘todos Jos peces del mar, t Jas aves del aire’, etc, constituye + bro de la Naturaleza que, si se leer correctamente, confirma y con menta las Escrituras”, escribi6 Gi ya empezado el siglo’ xvil, dando idea muy clara de Jo que puede la se, de acuerdo con Gombrich, Ia dc na de la revelaciOn miltiple: “Dic nos revela en todas las cosas si ap demos a leer sus signos”. De cémo se confundieron nit melusinas ysirenas Tanto simbolismo termin6 por ¢ 4 ir una fuerte confusién en torno a morfologia de las sirenas. Frecut mente se confunde este género de las ninfas, bellas mujeres de fi completamente humana que hal ros, y mares también, y que, al que a las sirenas, son llamadas oné Asimismo, a Melusina se le design ocasiones con el nombre de sirena, + © dice que cada sibado retomaba su > ma de sirena, cuando casi todos Io Jatos concuerdan en su apariencia: na mujer con cola de sepiente marin; Es probable que la confusion proveng del hecho, que todos estos seres per ne- cen a la antigua familia Ondinae, ¢ Jen Sucuba, comparten los mismos hib ats, tienen la capacidad de poder vivir | into fuera como dentro del agua, y cat cen de alma, Es necesario remitirse a las hist rias del sabio Merlin para encontrar la des- cripcién exacta de una sirena, Ci :nta Alvaro Cunqueiro, hombre versad + en Ja vida de este gran mago, como. fer- lin tié de negro Ia cola de la si ena ‘Teodora, que siendo griega, viaj6 ¢ sde Portugal hasta la selva de Esmelle, vara solicitar los servicios de tan presti ado maestro. Felipe, su criado, la des ‘ibe “de dorado y largo cabello, dos 1 tas de verde rocio por ojos, pechos bla cos y tan felices, con un alegre boto: :ito rosa y venillas azules que los surca una voz que ni las alondras, y una brillante, cuya punta era una medi na rosa”. Su marido muerto, est: pléndida sirena queria enlutar sus « mas para poder recluirse en convento. Ya pesar de que Merl be “que no es facil que éstas pierd: puteo, aunque figuren de conver de buena gana accedi6 a la peticié tan noble dama. De cémo se transformaro monstruosy prodigios La falta de descripciones precisa esta era no es fortuita. El hombre dieval estaba mds preocupado pc simbolismo que por las re sentaciones. Sin embargo, no todo clérigos seguian las ensefianzas de to Tomés. Habia quienes, como lardo de Bath y Bernardo de Chai ya en el siglo Xi piensan que la ¢ ion Divina no es mero caprich Dios, y que la existencia del bien mal, de tal diversidad de cosas, ot ce a una raz6n. Para ellos s6lo Dit perfecto y su creacién no puede larse a El; el mundo encierra un o y éste es comprensible para la r humana, por lo que el deber de buen cristiano es el entendimientc mundo, es decir, de ta naturaleza. concepcién constituye 10 que Le lama “la recuperaci6n cientifica « ‘maravilloso”, Dentro de esta perspectva, los seres fantésticos, como el grifOn, el unicornio y las sirenas, son “casos limite, excep- Cionales, mas no fuera del orden natu- tal, y son admitidos como verdaderos aun cuando no tengan la sancin de La Biblia”, Las Sagradas Escrituras dejan de ser el prisma a través del cual todo debe pasar y adquirir significado. Los textos de 1os antiguos son rescatados y se estudian como obras cientificas el Timeo y La Eneida. Erwin Panofsky es quiz4 més expli- ito para dar cuenta de este cambio que va a culminar en el Renacimiento, “El artista medieval, que trabajaba ins- piréndose en el exemplum més que en la propia vida, debfa conciliarse en pri- met lugar con la tradicién, y s6lo se- cundariamente con la realidad, Entre la realidad y 61 mismo se interponia un velo, sobre el cual las generaciones pre- cedentes habian trazado las formas de Jos hombres y de los animales, las de os edificios y tas plantas: un velo que podia levantarse de vez en cuando, pe- To que nunca podia abolirse. Resultaba que en la Edad Media la observacion directa de la realidad se limitaba gene- ralmente a los pormenores, comple- ‘mentando, mds bien que sustituyendo, el empleo de los esquemas tradiciona- es. El Renacimiento, en cambio, pro- clam6 que la ’experiencia’, 1a bona spe- rienza, constituia el fundamento del arte: cada artista debfa afrontar la rea- lidad ’sin prejuicios’ y debia domenaria (de modo nuevo en’ cada obra) segin sus propios patrones” El Libro de las Ninfas, los Silfos, los Pigmeos, Jas Salamandras y los demas espiritus, de Paracelso, es una de las obras que mejor sintetiza esta nueva aproximacién a la naturaleza. Elabora- do a manera de un tratado, este texto intenta desentrafiar las razones por las cuales Dios cre6 tales criaturas, y expli- a cOmo el hombre, al comprender es- tas razones, entiende a Dios y se acer- ca a El a través det conocimiento. En cierta forma, el objetivo de esta obra es, apegindose al principio de ple- nitud, ubicar a estas maravillosas criatu- ras dentro del orden y la Creacién Divi- nna. Sin embargo, Paracelso tiene que aceptar que hay casos limite, que la re- Bularidad de este orden no siempre se ‘mantiene. Los seres mis normales pue- den engendrar monstruos, entes prodi- giosos, colosales y grandiosos, alteracio- | za humana” (figura 2). Aunque nes det orden natural, Yast como os hhumanos al unirse pueden procrear rmonstruos, dice Paraceso, de gv ma- neta Jos habitantes del agua se pueden eruzar entze si, 0 con algin hombre, y tener engenros: is sirens, "Doncella, algo deformes, en contra de la naturale- nbién pueden engendrar otro tipo de mons- truos, como Tos lamados monjes. En el naciente orden renacencitsta, I catego- fia de lo monstruoso va a se el Saco en donde entrard cuanto ser imaginario, y bo tanto, existe en el orbe; todas aque- las eriaturas que los ojos de ta. spoca ven como anormalidades y que 11 inci pent cionci de la embriologi intenta- 4 explicar, més preocupada en dar cuenta de su generacin, que de su rea- | lidad, Esta perspeciva originard una die} visién entre los monstruos ereados por | el Seftor y aquellos que son resultado de alleraciones del Orden Divino. Las sice- nus pueden tener, entonces, dos orige- nes distntos De como en una époea el mundo entero estuyo poblado de sirenas y muchos otros seres prodigiosos Est nuevo orden det mundo sera eon- signado en leyes, lo cual transformard a Figur welihier 40 No2OCTURREIB Dios, de un ser omnipotente y omni presente, en el Gran Legislador, el Gran Arquitecto, el Gran Relojero. La ciencia contempordnea emerge bajo es ta concepci6n, por lo que el primer empujén, a Causa Primera, la cuerda que remont6 el mecanismo, no ha de- Jado de ser, hasta la fecha, obsesion de uuna infinidad de mentes. El principio de plenitud y la Gran Cadena del Ser, ‘como lo explica Lovejoy, no abandona- r4 el pensamiento renacentista, alcan zando su climax en el siglo de las Lu- ces. La tan buscada regularidad de los fendmenos naturales se acomodaré a estas premisas, al igual que sus altera- ciones: 1os monstruos. Giordano Bruno da una muestra de este tour de force, al afirmar que no es “permisible censurat el inmenso edificio del poderoso Ar. quitecto en nombre de que en ta natu- raleza hay cosas que no son las mejores ni porque se encuentren monstruos en mas de una especie”. No puede habet ningin “grado del ser que, dentro de su lugar en la serie, no sea bueno en relacidn con todo el conjunto”. “Todo esta bien en ef mejor de los mundos posibles", dird unos siglos despues el Dr. Pangioss, a coro con Jacques le Fa- taliste, quien bien sabia que “todo ests escrito alld arriba”. Esta idea subyace al tratado mis completo que sobre monstruos haya sido escrito, y cuyo autor es Ambroise Paré, consejero y primer cirujano del rey de Francia, Para este célebre médico, exis- ten trece causas distintas para explicar la ‘megadiversidad de seres prodigiosos, las cuales van de Ja gracia y la ira de Dios, 2 a accién del Demonio, pasando por Ia mezcla de semen, su abundancia 0 ca- rencia, los golpes durante el embarazo, Ja estrechez de la matriz, Ia imaginaci6n de la madre y su indecencia, sin dejar de Jado las enfermedades hereditarias ni ta ‘corrupeién del semen. En esta heterdc ta gama de posibilidades, se puede apre- ciar la distincién entre los monstruos cereados desde el principio de todas las cosas por Dios, como fa ballena, el aves- ‘ruz,el unicornio marino, el ucén, la ho- £8, €1 huspatin, eave del paraiso, sirenas y tritones, y aquellos que constituyen ‘una alteraciOn del orden divino, como los gemelos que nacen pegados, los bo- rregos de tres cabezas, y el famoso hue- vyo que contenta una pequefisima cabeza humana, cuya barba y cabello eran nu- ‘merosas serpientes. El origen de las sirenas, mujeres de Ja cintura para arriba y el resto del cuerpo cubierto de escamas, no puede ser explicado por la mezcla de semen, ice Ambroise Paré, y al no haber ra- z6n alguna para dar cuenta de éste, “hay que decir que la Naturaleza se re- gocija en todas sus obras”. Los testimo- nios de su existencia en diversas regio- nes del mundo no faltan, aunque poco se habla de sus cualidades -Ia nueva mentalidad se intereresa mas en lo visi ble. Llama Ia atencién que en esta era el mundo marino se encuentre tan po- blado, y que se tenga un buen conoci miento de su fauna. Las descripciones de estos seres incluyen una especie de ‘obispo marino, originario, curiosamen- te, de Polonia, asf como un animal con cara de 050, brazos de simio y cuerpo de pez, del Mediterraneo, un le6n con ‘escamas, un diablo con cola de pez vis- to en Amberes, una especie de buey marino, el orob6n, el cocodrilo, en fin, uuna fauna muy diversa, insospechada para el hombre medieval que no fre- ‘cuentaba el mare tenebrosum. EI auge de los viajes marinos, en particular los trasatlénticos, aumenta considerablemente el conocimiento de Ja fauna marina. La conquista de la re- ign “descubierta” América, asf como los viajes por las costas africanas y el Indico, proporcionara una infinidad de material a Ambroise Paré, Aldovani, Liceti, y dems “monstrudlogos”, aun- que ciertamente, en aquel entonces Eu- ropa no se encontraba a la zaga en se- res fantdsticos y prodigiosos. De hecho, uno de los casos més importantes para €l tema que aquf nos interesa, es Ia aparicion en tas costas de Italia, de un ser idéntico a las sirenas de la antigoe- dad (figura 3), reportada por Paré, ata- vismo que confirma la tesis de que las sirenas marinas proceden de las sirenas aladas. Y asf como las ciencias naturales vvan enriqueciéndose con los ejemplares evados a Europa, el imaginario del Viejo Mundo se va acrecentando con cada relato acerca de los increfbles y maravillosos seres que pueblan el ya re- dondo planeta. Sin embargo, el espiritu mercantil, la obsesi6n por lo cuantifica- ble, por lo medible, ird minando poco a poco, lentamente, este mundo fantisti- 0, Feduciéndolo ‘a “resabio medieval”, sometiéndolo al tinico Dios que reco- nocfa el nuevo poder: el oro. De cémo fueron perdiendo su encanto transforméndoseen seres extrafios EI Nuevo Mundo parecia deparar va- rias sorpresas a los europeos. Un pro- eso pertubador, de causas desconoci- das, estaba teniendo lugar ante los ojos de viajeros y conquistadores que llega- ban a América. Noticias de este fen6- ‘meno son consignadas ya por quien se ha dicho fue el primer hombre en pisar tierra americana: Cristébal Colén. En el diario de su primer viaje, el Almi ante relata su encuentro con “tres si- renas que salieron bien alto del mar”, las cuales “no eran tan hermosas como Jas pintan”, Colén no se asombra tanto, ya las ha visto en el Golfo de Guinea, Jo que Hama su atencién es que “més parezca su cara de hombre”. Y no es que el Almirants fuera incrédulo, pues se extiende hablando de amazonas, si- tiros, y tantas otras maravillas que en- cuentra a su paso. {Qué esté sucediendo en el Nuevo Mundo? El tan buscado reino de las amazonas, famoso por sus riquezas, no aparece por ningén lado. El Dorado se escurre entre las ambiciones de los conquistadores. Cipango, Cathay y Ci- ola, se evaporan en medio de tanta expediciGn. Serd que al darse cuenta los europeos de que no estén en las In- No S2OCTUBRE3 dias, perdian toda referencia fantasti ca?, 20 que la basqueda del tan precia- do metal 1os tornaba insensibles a anti- guos temores?, co habré sido la bsesin por lo cuantificable, la que hi- zo que al final ya no repararan en las cualidades sino tan solo en la cantidad? ‘Tres sirenas, escribié Col6n... Odiseo jamés las conts. Lo gue ocurrié nunca Io sabremos con certeza, pero lo que si es innega- ble, es la transformacién que en unas cuantas décadas sufrieron las sirenas ‘marinas -que no las dulceacuicolas, re- fugiadas tierra adentro. Su rostro se va haciendo tosco y dejan de cantar. Su atraccién seré meramente corporal, “tienen dos pechos que en posicidn, ta- ‘mafio, peso, figura y sustancia no difie- ren en nada de los de la mujer negra”, gird Alexander Olivier Exquemelin, ha- ciendo gala de sus observaciones y de sus prejuicios raciales. Al mismo tiem- po, algo ocurre con sus brazos graciles, que Lopez de Gémara describe “redon- dos y con cada cuatro ufias, como ele- fante”, aunque hay quien las dibuja sin brazos, otorgindoles el nombre de pez ‘mujer (figura 4), acarreando consigo la pérdida de! plural con el que siempre hhabian sido designadas, quedando su- mergidas en el singular, condenadas a set un nimero més. Este ser en transicién, también co- nocido como peremuller, debido a su gran abundancia en el Brasil, parece mantener atin trazos humanos, asi co- mo una fuerte feminidad. Y a pesar de que su canto y demés encantos parecen haberse esfumado para siempre, es muy probable que, después de una lar- {a travesfa por el Atldintico, a ta vista desde un barco, se le deseara mas co- mo mujer que como pez. El proceso de deshumanizacion de este ser, mitad pez-mitad mujer, parece avanzar a la par de la sociedad, inmer- sa en sus revoluciones industrales, la roletarizacion forzada de artesanos y campesinos, y el sojuzgamiento de 10s pueblos conquistados. Montada en este maremégnum, la ciencia avanza permi- tiendo que 1a mirada del zodtogo se imponga sobre la naturaleza. Ast, el ta- mafo de este maravilloso ser hfbrido va aumentando hasta el de un buey, como 10 describe Ia mayoria de la gente, su cabeza es comparada con la de un buey, y sus tentadores labios se con- vierten en hocico de buey —analogia 41 pater weg blancer cf Cuclte y pecher Hax % V@he a meVe Scarce , bein cheprandors Segue me eeenee Er) chiens Figura 4, Pez mulier. Miguel del Barco, siglo XVIII que muestra ta gran aiversiaad animal de Europa y el empobrecimiento de la imaginacion de los conquistadores. In- cluso hay quienes, en otras longitudes fen donde ocurria el mismo fendmeno, llevando esta analogia a sus extremos, Je van a atribuir cuatro patas (figura 5), aunque casi todos los escritos, entre Ios que figuran los de Francisco Hernan- dez, le conceden solo dos (figura 6). Su naturaleza femenina también se ve afectada, reduciéndose cada vez ms lo maternal, “Los grandes pechos sir- ven para amamantar a sus hijuelos”, di- ran a coro los zodlogos, desexualizando su figura, y poniendo en lugar de cita- ra, hijos en sus brazos. En este proce- s0 de desfemenizacién, el golpe mortal serd asestado por la lengua, con la de- saparicién de su género y de los innu- merables apelativos que habfan recibi- do estos seres durante su esplendor. Desde entonces se le conoce con el nombre de manati Para el siglo Xvit, el aspecto que presentan es ya completamente. animal y su parte humana se habrd esfumado para siempre, quedando solamente un equefio resabio: “su inteligencia es asombrosa”, dird Pedro Martir de An- lena, De cémo, segin otros, las sirenas dieron origen a seres atin mis extrafos No todos los autores concuerdan con el Proceso arriba descrito. Por razones i noradas, hay quienes creen que las si- renas no merecen semejante final 0 quizd, reconociendo ciertas cualidades a fen seres actuales, buscan una fiiacion con otros ancestros similares. Misterio- samente, Ia filogenia siempre se liga al subconsciente. De cualquier manera, varios autores del siglo de tas luces proponen una teoria distinta tal vez in- fluidos por los profundos cambios poli ticos y sociales que estaban teniendo lugar, y que van a repercutir en las ciencias naturales. La idea de una crea- cion fija y definitiva sure un reves y, como lo seftala Francis Jacob, el tiem- po surge como un concepto basico, fundamental, convirtiéndose en un ele- mento que, a su paso, hace cambiar planetas, océanos y montafias. Las transformaciones en ef medio repercu- ten en Ios organismos, y para prueba estan los fosiles. La supuesta existencia de una especie de “prototipo” 0 “mol- de interno” que une a todos los seres vivos, permite apreciar estas transmuta- ciones sin cuestionar la Creacién. Dios hizo todas las cosas € instituy6 las Jeyes que las rigen y toca a los hombres des- cubrilas. Asi, al igual que Newton 10 hizo en el campo de la Fisica, los natu- ralistas tienen que acceder a Ias leyes que tigen los fenémenos del mundo vi- vo, por supuesto, respetando las univer- sales leyes del gran maestro. Y de la misma manera que cuerpos, particulas y ondas se encuentran determinados por fueraas externas, los onganismos su- fren cambios por la accién del medio. Estas transformaciones van generando uuna cadena continua de seres, en la cual es dificil detinir entidades bien de- Jimitadas, ya que siempre hay seres in- termedios entre una y otra forma, en- tre un habitat y otro. Na S2OCTUBRE IB Bajo esta perspectiva, Buffon esc be una historia de la Tierra, Des Epo- ques de la Nature, Maupertuis se intere- sa por las variaciones de los seres ‘humanos, Charles Bonnet vive obsesio- nado por la continuidad de los organis- mos, J.B. Robinet recensa los ensayos de la naturaleza, mientras que Benoit de Maillet busca el origen de los habi tantes terrestres en los mares. Este alti mo autor, cOnsul de Francia en Egipto, discrepa completamente de la teoria que plantea que las sirenas se convit- tieron en manaties. Para él, existe un continuo entre los seres que pueblan los océanos y aquellos que viven en hé- bitat seco, Cada organismo de la tierra tiene su correspondiente en el mar, de donde proviene toda vida. En su obra mis conocida, Telliamed, de Maillet expone cémo, al igual que en Ia tierra, en el agua hay “vinas de twas blancas y negras, ciruelos, duraz- nos, perales, manzanos y todo tipo de flores", como se puede apreciar en el contenido de las redes que dia a dia sacan del mar los pescadores de Marse- Ila. Asimismo, existen simios de mar, como Simia danica, elefantes, leones, caballos, lobos y camellos marinos. El caso de un oso que atraparon unos pescadores en Copenague y que envia- ron al rey de Dinamarca, es uno de tantos ejemplos. La presencia de todos estos seres y de muchos otros intermedios entre ca- da transiciGn, las evidencias anatémicas que muestran ta capacidad de todos los seres para adaptarse a uno u otro me- dio, asf como ef hecho de que el sexo sea mas placentero y fructifero en el agua que en Ia tierra, sirven de confir- macion a las tesis de Telliamed. Es cierto que hay lugares y épocas en que es mas facil Ia salida del mar. Los po- los parecen ser més adecuados debido fala gran humedad que hay en et aire. Dentro de su sistema, de Maillet de- ard otro destino a las sirenas: el de ancestros de las actuales mujeres. Y no Por perversas, ya que 1a misma suerte corrieron los Hamados tritones, que en esta historia resultan insignificantes -lo que tal vez explica por qué, una vez en Ja tierra, no han dejado de vengarse un solo momento del esplendor de las on- dinas. Pruebas de que los humanos provienen de los mares son las innume- rables sirenas que han abandonado el agua, como la famosisima sirena de Figura 5. Vaca marina. Voyage de Siam, Gui Tachard, 1686 ‘Edam, que “aprendié a vestirse sola, a coser y a persignarse, aunque nunca pudo pronunciar palabra alguna”, los naiifragos que se han adaptado a la vi- da del mar y que muchos marinos han visto en sus travesias, asf como la exis- tencia de seres intermedios, eslabones que dan cuenta de este tipo de transi- ciones, como los hombres salvajes, que el mismo autor de Telliamed ha visto en los bosques de Francia, Finalmente, si se observa Ia piel de un ser humano con ta ayuda de una lente de gran au- mento, afirma de Maillet, es posible apreciar sus mindsculas escamas, remi- niscencias de la antigua vida marina. Para este naturalista, es claro que Jas sirenas son los ancestros de la mitad de la humanidad, y que el paso de éstas a la tierra es atin posible, ya que las sire- rnas no se han extinguido por completo, como lo demuestran las numerosas evi dencias que presenta y los multiples re- Iatos que cita, muchos de ellos contem- pordneos a la escritura de su obra. ‘Sin embargo, no todos os llamados transformistas estén de acuerdo con de Mallet. J.B. Robinet piensa que las sire- nas son resultado de los tantos intentos de Ja naturaleza para crear a la especie humana (figura 7), Para este naturalista, el conjunto de los seres vivos constituye un continuo que va de Io més simple a lo mAs complejo, que asciende del “pro- totipo original”, hasta llegar al hombre, una cadena de seres en Ia cual el Crea- dor no dejé un solo hueco, por lo que en el universo no falta ningin ser posible. En esta idea coincide con Locke, quien, casi un siglo antes, en su Ensayo sobre et Entendimiento Humano, inciuye 1o que “confidencialmente se cuenta de las doncellas y hombres marinos”, para ilus- ‘rar la infinita variedad y continuidad de los seres vivos. Por su parte, Bulfon, el més recono- ido de Jos transformistas, no concede fen su sistema lugar alguno a las sire- nas, ocupado, como 10 describe Du- rand, en encontrar-Ja posicién exacta del manat{, al cual coloca junto “con focas y morsas, entre los cuadripedos, pero ya muy cerca de los cetdceos”, donde seré clasificado posteriormente. La forma de este animal no deja de preocupar al Conde, quien termina por atribuirle un sitio mas cercano a lo que ‘el mismo Durand tama “la misteriosa condicién del manati en el universo mundo”: “En el reino animal -escribe Buffon-con los Jamantins acaban los pueblos de la tierra y empiezan las po- blaciones del mar”. De c6mo se convirtieron en personajes frégiles y enamoradizos de cuentos y leyendas La ciencia del siglo x1x, llena de sober- bia, “vanguardia del progreso” con sus Propuestas de “organizar cientificamen- te la sociedad”, como lo expresaban Au- gusto Comte y Ernest Renan, entre mu- cchos otros, va a desterrar a las sirenas de la naciente biologta, confinéndolas, has- ta nuestros dfas, a novelas, cuentos, poe- ‘mas, leyendas, y realidades de los llama- dos pueblos salvajes. La objetividad, ‘montada en el caballo de la técnica y la industria, no tolera resabios de ningin tipo. El mundo cambia sin cesar y no puede cargar con lastres. Sociedades, instituciones, conocimientos, ideas, todo €s susceptible de cambio, es decir, de Progreso, el cual avanza constantemente, pero de manera gradual, sin alteraciones bruscas, ni saltos repentinos. La idea de evolucién se populariza Herbert Spencer hace de ella una filo- sofia, Morgan la aplica a fa historia de las sociedades, y Darwin la extiende al reino de la naturaleza, Homo sapiens incluido. EI resultado objetivo de estas westigaciones, es que los seres més evolucionados de a naturaleza son los hombres-blancos-anglo-sajones, sus ins- tituciones sociales las mejores y sus ideas y conocimientos, los verdaderos. Figura 6 Historia de los animalee de la Nueva Expat, Francisco Hernindez, 1576 No S2OCTUBREIMN CENCAS Figura 7, “Ensayos de la naturaleza que aprende a hacer el hombre”, J.B, Robinet, 1758 Ante esta nueva mentalidad, sirenas, elfos, dragones, unicornios y demds se- res maravillosos, se concentrarén en 20- ras de refugio, en donde podrin vivir tranquilamente, mientras a moderni- dad no los alcance. Los trolls huyen a lo més espeso de los bosques escandi- navos, Jos elfos se esconden en Irlanda yen la Selva Negra, un dragén aprove- cha las tinieblas de Loch Ness, el hom- bre salvaje se encumbra en los Himala- ya, algunas sirenas pueblan con discreci6n las costas occidentales del Africa y el indico, participando secreta- mente en ciertos ritos de los habitantes del Yemén (figura 8), mientras otras se aduefian de rios y manantiales de di- versas latitudes (figura 9). El mundo ci- vilizado se enterard de su existencia | por boca de etndlogos, antropélogos, y | demas estudiosos de 10s llamados pue- blos atrasados, o bien, visitando los cos tipo Banwm, en donde por una ‘médica suma se podian observar sire- nas trafdas de lejanas tierras, humilla- das al ser exhibidas junto a gemelos pegados, mujeres barbudas, nifios bieé- falos y otros freaks, ya considerados del 44 Ne 2OCTUBRE dominio de 1a teratologia 0 ciencia de los monstruos. Y no sélo eso, la literatura va a mo- ificar completamente 1a imagen de es- tos legendarios seres, despojandolas de su encanto. Obras como Ondina, del Bar6n de 1a Motte Fouqué, 0 La Sire- rita, de Hans Christian Andersen, pre- sentan ninfas y sirenas incapaces de se- ducir a los hombres, carentes de sensualidad. Ya no son malévolas, sino rominticas y enamoradizas, y su méxi- ‘ma aspiracién en Ia vida es la obten- cién de un alma, lo cual s6lo pueden lograr casindose con un mortal. Estas cualidades harin de ellas seres frégi y facilmente engahables, por lo que ge- neralmente estas historias terminan mal para sus protagonistas. En suma, como lo sefiala Vie de Donder, las sirenas se convierten en un modelo de virtud, Decémo progresivamente los manaties Hlegaron a su forma actual sin pasar por el estado de sirenas En medio de este incesante progreso del saber, algunos cientificos seguiran atribuyendo a manaties y dugongos una cierta relaci6n con las sirenas marinas. Asi, en las primeras décadas de este si- go, finalmente se logra clasificar a es- tos mamfferos marinos en un grupo aparte, lejos de focas y ballenas, el cual es elevado al rango de orden y bautiza- do con el nombre de Sirenia. ¢Significa testo que los cientificos son partidarios de la primera hip6tesis? éPiensan real- mente que los actuales sirénidos pro- vienen de las sirenas marinas? La respuesta es no. La aparici6n del Origen de las Especies va a modificar por completo Jas ideas acerca de la transformacién de los setes vivos. En esta obra, Darwin expone cémo os or- ganismos actuales provienen de otros anteriores que suftieron modificaciones transmitidas de una generaci6n a otra, conservadas por mecanismos diversos. El principal de ellos es el de la selec- cién natural, el cual opera sobre las va- riaciones que se producen en los indivi- duos de manera azarosa, confiriéndoles ventajas 0 desventajas en la lucha por la existencia, la cual tiene lugar entre individuos de 1a misma especie debido a lo limitado de Jos recursos ante el crecimiento de la poblacién. Dichas va- riaciones se irén acumulando de mane- ra lenta y gradual en las poblaciones de organismos -Darwin estaba convencido de que la naturaleza no da brincos-, provocando cambios en ellas en la me- dida en que las variaciones favorables iban predominantes, hasta conformar un grupo distinto al que pertenecian, esto es, una nueva especie. El registro fosil es imperfecto, ya que en él no aparece toda Ia secuencia de cambios. A pesar de que Darwin contemplaba otros mecanismos para dar cuenta del origen de nuevas especies, el neodarwi- nismo del siglo xx va a retomar tnica- mente el de la seleccién natural, ha- | ciendo de la adaptacién una especie de Panacea universal para explicar cual- | quier proceso evolutivo. Ast, desde esta perspectiva, Jacques Cousteau explica la evolucién de 10s si rénidos sin pasar por las sirenas. “Hace ‘unos $0 0 60 millones de aftos, por ra- zones atin obscuras, un cierto ndmero de mamiferos marinos primitivos, muy diferentes a las especies actuales, avan- zaron hasta los Iimites de las aguas ‘océanicas. Con el paso de las genera- ciones se produjeron algunos cambios genéticos que modificaron su apai ia fisica, Estas adaptaciones se hi Ton progresivamente mds funcionales. Ellas les permitieron, con el tiempo, multiplicar y prolongar sus incursiones al mar, antes de lograr levar una exis- tencia anfibia, y después completamen- te acuética.” Ast, “unos herviboros, pri- ‘mos de los ancestros del elfante actual, ‘emigraron hacia las aguas poco profun- das de los litorales 0 a los esteros. Eran los lejanos abuelos de los siréni- dos -manaties y dugongos”. ‘eQuiénes eran estos ancestros de los sirénidos y de dénde vienen? Sirenas no, pero sf parecen provenir del Mediterré- neo. Se dice que estuvieron emparenta- dos con los elefantes, pero hace ya casi ‘50 millones de afios, durante el Eoceno, Se piensa que a mediados de esa época, cexistian varios géneros de estos anima- les, todos acudticos, aunque de diversas apariencias, distribuidos en gran parte del planeta, incluyendo el hemisferio sur del Nuevo Mundo. El f6sil més antiguo ue se conoce data de esta época y fue hallado en Jamaica. Se trata de Proras- tomus sirenoides, cuyo aspecto es ya dis- tinto al de los dugongos del Viejo Mun- do, de los que desciende, y mas parecido al del manatf, aunque carece todavia det sistema de reemplazo de dientes que ca- racteriza a este dltimo, Se piensa que, asf como lo explica ‘Cousteau: las presiones que ejerce el am- biente van generando cambios que van a llevar a la aparicién de Poramasiren, con- siderado como el ancestro mis cercano a Jos manatfes actuales (Trichechus), pasan- do por Protosiren. A Potamosiren lo inclu- ‘ye Domning en la familia Trichechidae, a pesar de que no se diferencia mucho de ‘Sus ancestros, pues carece de dientes ex- tras 0 supernumerarios, Su argumento es que el registro f6sil est atin incompletoy que hay que ampliatlo. La aparici6n del sistema de reempla- 20 de dientes en ta familia Trichechidae Ja explica Domning como una conse- cuencia de los cambios ocurridos en el ‘Mio-Plioceno, los cuales provocaron una fuerte abundancia de gramineas en los deltas de los rios. “Los triquéquidos se Adaptaron a este nuevo y abundante re- curso alimenticio, primero por la evolu- cidn del sistema de reemplazo horizontal de molares extras (en Ribodon), y poste- riormente por la reduccién del tamano de los motares” y otras modificaciones mis, en Trichechus. El resto de las tran- formaciones que van a provocar la apa- rici6n de 7. inunguis, especie amaz6nica, y T. manatus, especie del Caribe y Flori: da (modificacién de dientes y otros ca- racteres més), las explica Domning igualmente como adaptaciones a cam- bios en la dieta . . Figura 8 Dugongo distrazado, Aden, Ye~ mén NoSROCTUBRE WS Sin embargo, también dentro del mundo de las ciencias hay dicrepancias. No todos los que se dedican a la evolu- cin comparten este tipo de explicaci nes adaptacionistas que tanto pululan en Ja literatura cientifica y que constituyen la vision predominante, Existe una co- rriente que ha elaborado eriticas profun- das a lo que ha denominado como “pro- ‘grama adaptacionista” o “panglossiano”, conformada por figuras como Richard Lewontin, Stephen Jay Gould, Elizabeth ‘Vrba, Steven Stanley y Niles Eldredge, centre otros. Ellos piensan que la selec- cin natural no puede dar origen a nue- vas especies, que son otros los mecanis- ‘mos responsables de la especiacién, que ‘no todo cardcter es producto de la adap- tacién, que este programa ha tenido éxi- to porque es muy facil armar historias adaptativas debido a la vaguedad de sus bases y, ademds, si una de ellas fala, es ‘igual de sencillo inventar otra historia si milat. Un ejemplo de esto son las exp! caciones de 10s sociobi6iogos, quienes con su reduccionismo a ultranza, han lle- vado a sus extremos este programa, por Jo que Gould se refiere a a sociobiologia como “el arte de contar historias”. Ello no significa que las sirenas reto- ‘men su lugar perdido en la Scala Natu- rae, pues para estos investigadores no existe una cadena de seres continua. Su {dea de la evolucién es puntualista o dis- continua, esto es, que el ritmo de la evo- luci6n presenta largos periodos de “esta- sis”, durante los cuales s6lo hay cambios, menores -como los adaptativos-, segui- dos de breves momentos, en el tiempo ‘Beoldgico, en los que ocurren los eventos de especiacién. Y a pesar de que en sus explicaciones incorporan “monstruos esperanzados”, no incluyen a las sirenas centre ellos. Antes de completar su ocaso, Jas sirenas tuvieron una dltima incursion en la ciencia, Cuenta Durand que a me- didados de este siglo, en un congreso de Paleontologia, cientifics japoneses pre- sentaron unas momias que aseguraban eran de sirenas. No hubo quorum, y to- dos 10s asistentes determinaron los ejemplares como dugongos. Lamentan- do la preminencia de dugongos y mana- ‘es sobre las sirenas, el mismo Durand concluye: “los mudables humanos pre rieron el saber a la grata fantasfa”. Epilogo: de ciencia y mito Cada sociedad genera a lo largo de su 45 historia, su propia vision del mundo, su ‘marco referencial al interior del cual todas las cosas cobran sentido. Prejui- cios, relaciones de poder, fantasias, la vida social y mental, en su totalidad, in- fluye en la conformacién y cambio de ‘su cosmovisién. Por supuesto que no ‘de manera mecénica. La forma en que Jos hombres han explicado la presencia a su alrededor de otros seres vivos, asi como la propia, ¢s una muestra de ello. De lo mitos griegos a la ciencia con- tempordinea, en el caso de ta llamada ccultura occidental, las ideas acerca del ‘igen de los organismos se encuentran enmarcadas socialmente. Y sin embar- go la ciencia moderna niega este hecho al pensarse neutra y completamente objetiva, adjudicdindose desde esta altu- ta el derecno de calificar como mito todas las explicaciones anteriores, asi ‘como las procedentes de otras culturas contemporéineas. Mas, Aqué tan lejos se encuentra la ciencia de to que se lama mito? Dificit responder a semejante pre- unta, y no es el propésito de este tex- to, Baste con mostrar lo complejo que , en ocasiones, delimitar esta fronte- ra, La idea de la Gran Cadena del Ser se mantiene a 10 largo de Ia historia ‘occidental, hasta convertirse en un ele- ‘mento cultural, como lo muestra Love- joy, y esta idea va a influir en el pensa- miento de Darwin, favorecida por el contexto social, como lo sefialan Gould y Eldredge. “La preferencia que gene- | Talmente tenemos muchos de nosotros por el gradualismo, es una instancia mmetafisica inserta en la historia moder- nna de las culturas occidentales: no es ‘una observacién empitica de orden su- perior, inducida por el estudio objetivo de la naturaleza. La famosa frase atri- buida a Linneo -natura non facit saltum (la naturaleza no da saltos), refleja tal vez algin conocimiento biolégico, pero también representa la transposicién dentro de la biologia, del orden, Ia ar- ‘monfa y la continuidad que los gober- nantes europeos esperaban mantener en una sociedad ya asediada por de- ‘mandas de cambio social.” Es posible que la teorfa de la evolu- cin posea ciertas caracteristicas que la diferencien de otras y Ia acerquen mas al mito. Frangois Jacob piensa que “en- tre las teorias cientifieas, la teoria de la evolucién tiene un estatus particular. No solamente porque, en ciertos aspec- tos, sigue siendo dificil de estudiar ex- Perimentalmente y que, ademas, dé 1u- gar a diversas interpretaciones, sino también porque ella explica el origen del mundo vivo, su historia y su estado ‘actual. En ese sentido, la teorfa de la evolucién es frecuentemente tratada como un mito, es decir, como una his- toria que cuenta los origenes y, a partir de ahi, explica ¢! mundo vivo y el lugar que ocupa el hombre en éste”. Aparte de estas especificidades, existen muchos elementos que acercan mito y ciencia, y que bien valdria la pe- na profundizar. El mismo Jacob pro- porciona un ejemplo: “En su esfuerzo por cumplir su funcién y encontrar un orden en el caos del mundo, mitos y teorias cientificas operan segdn el mis- ‘mo principio. Se trata siempre de expli- car el mundo visible por medio de fuerzas invisibles, de articular lo que se observa con lo que se imagina”. Es por eso que, como lo dice el mis- mo Jacob, la imaginacién juega un pa- pel fundamental en toda explicacién representacién del mundo, sea mitica 0 cientifica, Asi, muchos seres. imagina- rios han sido parte integral de una vi- sién del mundo en diversas épocas y cculturas, ocupando un lugar en la expli- cacién del origen de los seres vivos, constituyendo un eslabén indispensable de la Gran Cadena del Ser, al igual que los seres intermedios en las actua- les historias evolutivas, cuyos restos se supone algin dia serén desenterrados por un paleontélogo. ESTs Las sirenas fueron exiladas por 1a ciencia para, en su lugar, poner una se- tie de seres tan hipotéticos como elias, aunque menos atractivos, asf como las leyendas y los mitos fueron desechados para introducir historias adaptativas igual de fantasiosas y tal vez menos fas- cinantes por repetitivas. La imaginacién desborda en ambos casos. “Ocaso de sirenas, esplendor de ma- naties”, decia José Durand. Mas, para- ojicamente, el fin de siglo se acerca y el manatf se encuentra en peligro de extincién mientras que tas sirenas g0- zan de buena salud y hasta estrellas de cine son hoy dia, Todo indica que estos dliciosos seres seguirin viviendo ain muchos afios, cambiando de aspecto y cualidades, como todo ser vivo, en un mundo en’el que quedar4 como leyen- da la existencia de un simpatico animal marino, conocido en su época como ‘manat{ y alguna vez emparentado con las esplendorosas sirens. Bibliografia por orden de aparicién en eltexto Frangois Jacob. 1981. Le jeu des possibles. Fayard. Pars. José Durand. 1950. Ocaso de sirenas, esplens ddor de manailes. FCE. México, 1983, Jorge Luis Borges (en colaboracién con SUCEDIO PERO EN EL ANO DE 1937 UN MES DE MATS SU NOMBRE ES “Fi dnt” ‘Margarita Guerrero). 1967. EI libro de los seres imaginarios. Bruguera. Barcelo- tn, 1985, Alfonso Reyes. 1953. Resefa sobre las sir ‘nas, Obras completas. Tomo XIX. FCI Méaico. 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