Sueños de Gloria

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Sueos de Gloria

cuentos

( Rafael R. Valcrcel )

cuentos

Es raro que una persona que haya vivido en el barrio madrileo de Lavapis, en
los aos 50, no recuerde a Gloria Domnguez Carpio. Era una mujer muy poco
agraciada, solterona y sin ningn pretendiente, se ganaba la vida fregando
suelos, no tena familiares cercanos ni amigos, su casa era una habitacin sin
ventanas y, en resumen, su existencia se limitaba a trabajar y a dormir, pero
todos la envidiaban. Se la vea feliz.
Algunos de los que rozaron por instantes la vida de
Gloria no perdieron la oportunidad de preguntarle
con ms indiscrecin que sutileza cul era la razn
de su desconcertante estado anmico. Y, palabras
textuales de la seora Domnguez: La gente me
tomaba por una jovencita loca, por una loca clnica,
mas no desgraciada. No lo decan, pero sus miradas
bastaban. Adems, se despedan de inmediato y no
volvan a tocar el tema. Explicarles que mi alegra se
deba a la ilusin de llegar a casa para dormir cuanto antes y as soar el mayor
tiempo posible les pareca demencial.
Ella no recuerda desde cuando empez a vivir en sus sueos. Tambin asegura
no conservar imgenes de sus primeros aos en casa de sus padres. Le gusta
creer que lleg a ese mundo perfecto por casualidad, gracias a su curiosidad
infantil. Sin embargo, Andrs Blanco, ex empleado del clausurado orfelinato
Santa Mara, donde ella se cri, plantea que fue el dolor profundo y constante lo
que la llev a refugiarse en la fantasa. En todo caso, ms all del origen, lo
relevante en su juventud era su presente. Y el presente no es algo que se ve o
se toca o que est en el entorno, sino aquello que se siente y se percibe. Por
eso mismo su felicidad era tan real.
En los aos 50, al salir del trabajo, Gloria evitaba cualquier tipo de contratiempo
para llegar a su casa. Una vez ah, se quitaba los zapatos en la entrada, abra el
bal que contena las conservas, sacaba una, coga la barra de pan, cortaba un
trozo, pona una fruta junto a su plato y coma lo necesario. Tras terminar,
colocaba los utensilios sucios en un barreo que posea una tapa hermtica
para contener los olores. Despus, sala al pasillo y entraba al bao
comunitario. Ya baada y en pijama, se iba directa a la cama. Esa rutina la
segua de lunes a viernes. El sbado, se despertaba a las 10 de la maana,

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