Alicia Azubel Acerca Del Lazo Entre Hermanos
Alicia Azubel Acerca Del Lazo Entre Hermanos
Alicia Azubel Acerca Del Lazo Entre Hermanos
APENDICE
El hombre conoci a Eva su mujer, la cual concibi y dio a luz a Can. Entonces ella
dijo: "He adquirido un varn de parte de Jehovah!" 2 Despus dio a luz a su hermano
Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Can labrador de la tierra.
3
Aconteci despus de un tiempo que Can trajo, del fruto de la tierra, una ofrenda a
Jehovah. 4 Abel tambin trajo una ofrenda de los primerizos de sus ovejas, lo mejor de
ellas. Y Jehovah mir con agrado a Abel y su ofrenda, 5 pero no mir con agrado a Can
ni su ofrenda. Por eso Can se enfureci mucho, y decay su semblante. 6 Entonces
Jehovah dijo a Can:
-Por qu te has enfurecido? Por qu ha decado tu semblante? 7 Si haces lo bueno, no
sers enaltecido? Pero si no haces lo bueno, el pecado est a la puerta y te seducir; pero
t debes enseorearte de l.
8
Can habl con su hermano Abel. Y sucedi que estando juntos en el campo, Can se
levant contra su hermano Abel y lo mat. 9 Entonces Jehovah pregunt a Can:
-Dnde est tu hermano Abel?
Y respondi:
-No s. Soy yo acaso el guarda de mi hermano?
10
Le pregunt:
-Qu has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a m desde la tierra. 11 Ahora
pues, maldito seas t, lejos de la tierra que abri su boca para recibir de tu mano la
sangre de tu hermano. 12 Cuando trabajes la tierra, ella no te volver a dar su fuerza. Y
sers errante y fugitivo en la tierra.
13
-Grande es mi castigo para ser soportado! 14 He aqu que me echas hoy de la faz de la
tierra, y me esconder de tu presencia. Ser errante y fugitivo en la tierra, y suceder
que cualquiera que me halle me matar.
15
Jehovah le respondi:
-No ser as. Cualquiera que mate a Can ser castigado siete veces.
Entonces Jehovah puso una seal sobre Can, para que no lo matase cualquiera que lo
hallase. 16 As parti Can de delante de Jehovah, y habit en la tierra de Nod, al oriente
de Edn.
mejores animales de su rebao. Como Dios acept el sacrificio de Abel, pero rechaz el
de Can, ste se sinti compungido1 y mat a Abel en el campo.2
Cuando Dios pidi explicacin a Can por la muerte de Abel, Dios le maldijo diciendo:
Qu has hecho? Escucha! La sangre de tu hermano clama desde el suelo. Ahora
ests maldito y la tierra, que abri su boca para recibir la sangre de tu hermano
rechazar tu mano. Cuando trabajes la tierra, no te dar fruto. Vagars eternamente
sobre la tierra.3
En un acto de irona la maldicin de Dios estaba dirigida estrictamente a arrebatar a
Can el beneficio de su principal habilidad, la agricultura. Cuando Can afirm que
cualquiera que lo encontrara lo matara, Dios le respondi: 'No ser as; si alguien mata
a Can, ser vengado siete veces. Y Dios puso una marca en Can para que
quienquiera que se encontrase con l no lo matara.4
Mir Can lo que poda cosechar y era muy poco. Cmo desprenderse de una sola de
esas espigas rematadas por delgados granos? El cielo se mantena azul, sin nubes que
anunciaran lluvias, el sol inclemente. Entonces, aunque ya haba ofrendado mieses que,
por escasas, Dios no haba recibido con agrado, resolvi una ofrenda ms humilde
an, creyendo que esta vez Dios comprendera.
El humo de su hoguera -de pastos secos, de ramas y de espinos- llegara igualmente al
Cielo; vala el homenaje, la intencin diramos ahora, y Dios concluira: He aqu uno
que procede con tino y se entrega a Mi discernimiento. No soy un insensato ni un
soberbio para esperar que mis criaturas me ensalcen a costa de privaciones o penuria.
Y agregara: No les exigir lo imposible, si bien ellas slo tendrn (y sern) lo que
dieron. Verdad irrefutable an hoy, en nuestros tiempos, que uno slo tiene (y es) lo
que ha dado.
Y lo que haban dado Can y Abel no era la quemazn de unos arbustos y la oveja ms
gorda del rebao sino el sentir, el reconocimiento a un ser poderoso, temido y
reverenciado.
Sin nimo de sentar comparaciones, aunque los dos hermanos pretendieran expresar su
devocin, esa devocin hasta poda considerarse ms profunda en Can; obrara con
clculo (el de la miseria) pero jams se le ocurrira que Dios, en su majestad y
omnipotencia, podra obrar del mismo modo: con clculo. Slo atento al alma de sus
criaturas, Dios no establecera diferencias entre Can y Abel, no agregara mayor
significado a una oveja, a unas maderas olorosas, ni menoscabara ofrendas ms
modestas de paja y espinos.
As, antes del amanecer, quitndole horas al sueo, seguro de que Dios comprendera,
Can recogi gran cantidad de pastos secos, matas y ramas, y los encendi frotando
dos piedras porque para ahorrar ni aun en los das fros guardaba rescoldo.
El humo se alz, no en una columna recta y azulada como en el caso de Abel, sino
grisceo, desparramndose por los terrenos vecinos y por las colinas donde
descargaban las lluvias antes de alcanzar el llano.
Los ojos llorosos, las ovejas de Abel comenzaron a toser entre ahogos y el pelo se les
puso del color de la ceniza.
Slo una pequea porcin de este humo lleg al Cielo pero bast para que el Creador,
tosiendo y con los ojos llorosos como las ovejas, dictaminara malhumorado: He aqu
una ofrenda que no vale nada. El sacrificio de una oveja huele bien, bajo el olor a
resina an sabe a asado dominical, pero Can procede como un campesino avaro
cuidando sus vveres. Su fe es poca. Mide su hambre. En consonancia con l -con su
grandeza- ni el sacrificio de un hijo primognito deba medirse.
No mir propicio a Can y despreci su ofrenda, a la que consider mezquina. No
madrugar para castigarlo, se dijo, pero quiero equidad. Diente por diente, ojo por
ojo. Como Can me descuida, yo lo descuidar.
evangelio no es una simple novela entre muchas otras. Es la historia de cada una de
nuestras vidas llamadas a reconciliarnos con el Padre. l nos espera con los brazos
abiertos para darnos de nuevo su amor.