Haydee Gorostegui de Torres - La Organización Nacional

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{In ete voluman, Argentina. La organizetén naslonal, dexcribe rook # trav del cul, en una racion exci an Dioquesrepinales ¥ sectotas pliticeIdealgleee rvalen por le criti inal oe la confedera- {Hn routs, sa afirma con Ineaperada rapice: ol Estado conta! que acaba 6 recontrire. El procato wantcurre en-un contexto econamica signe. to or brutalessitenatives.despule de Io prowericed co los primras {uince alos pottarlore 8 Casaros sobravionencifcutades cada vez mis fcantuedas ann econor fifa. ls Finanzas corigen la evolicin rogatve que en los Jitimos aos Ge eit etapa sutra Is covustura sconémls: la guerra del Paraguay ¥ in Feapertlén del crécitoexterno que In scopes hacen més fli afl Irecign dei nuevo poder contra. EN ef plano politico, at hachs més Falevente lo constituye i recuperacion por Buenos Aires dela hoe: fla que habia quedado comprometida por el deenlae de Caseron. Pero the pradominis deteriora paca vompo despues I coalicién ce la pro Viele de Buenos Aires y Tos grupes margnales aue en las dems provin ‘ns le spoven consiquenafrmar la supremacia del Estado central contra ‘Queer recusan ablertamente 1 sutoridad, pero no logran evita le Conquista Insensible de exo Estado por fuerztsjenasy erginriamente hott «sea colicin miss. La autora de este volumen, Haydée Gorostegi de Torres s profesor en la Unversidag de Buonoe Aros. Contenders principales dels sete volimeneerstantes: \Volumen 1 - Argentine ingens, visperas de a conqulsts, A. R. Gonzi (a2 yA Pree 1 Antigiedad del hombre en la Argentina. 2. Aroos culturales. 9. EI Noroeste. 4. Strat Cantal, 6. El Cac, 6. £1 Litoraly lw Masopots: mis, 7. Patagonia yi Pampa Volumen 2 - Argentina. Dele conqulets& le Independancla,C.S. Aae- ‘ours, G. Beatay J.C. Charamonte {i conauitta La época colonial ante fs soe 1800 y 1750 La etapa ‘esreds, 1750-7608, \Volumen 3 - Argentina. Ds Is revoluién de Independencia» laconfade- tmcfin rosita, Tullo Halperin Dongh. Revolucén, Independencia, Guerre ~ Derrumbo del poder nacional y ‘entatives de reconstrccion, 1620-1829 La Confedereién, 1626-1862 Volumen 5 - Argentina. Le repibilea consrvadors,E. Gallo y Cortés Condo. {a'pran expensién econémia y Is consolidacién del igimen contarvaor Niber, 1875-1860. Auge ce la economia exportadora ¥ wists del rigiman conseracor, 1890-1916, Le" acperlancia racial, 1916-1090, Crk econémica y reeturacion poles, 10501948. \Yelumen 7- Argentina. Le democrsla de mates, Tullo Halperin Donghl {Argentine 1083. 2" Une revolucon que busee su rumbo. 3. Le Argan tina peronista, 4. Desués el peroniemo. 5. Las expurencias consti Slonete. Volumen 8. Arganting, Poaguerrs« industrialist, vir Villanueva y Rr Martinge Noqueire. Paidds, Buenos Aires Cbigo 40004 MISTORLA AGE NR La organizacién nacional H.Gorostegui de Torres VOLUMEN 4 ARGENTINA LA ORGANIZACION NACIONAL Haydée,Gorostegui de Torres ARGENTINA LA ORGANIZACION NACIONAL EDITORIAL PAIDOS BUENOS AIRES - BARCELONA - MEXICO. 6 92° ar Cublerta de G. Podroza a, reimpresin, 1992 er 0 a Argution - Fatal rpntion {Guede hod of pete ve proven ey 12729 © Copyright de todas Ins ediciones en castellano Editorial Paidés SAICF «Defense 599, Buenos Aires Ediciones Paidéa Thérien SA ‘Mariano Cubi 92, Barcelona Editorial Paidés Mexicana SA ‘Rubén Darfo 118, Mexico DF. roduc ital o pri! d oe Ir, on alge forma que tes, iéntin 0 tbr, eran main, por cst "malig mel orn pt roan, itodptens, sy so ateritadn pers ‘ore, vile Gres fevered, Colgue inasn debe ser prevent listade ISBN 960.12-7704-4 HISTORIA ARGENTINA Publicar una nueva Historia Argentina encarada como obra colectiva es una rsa que parece requerir cierta justificacién, Cuando, comenzamos a planear la Procente, la escases de tentativas comparables realizadas durante el lapeo transcu- ‘ido desde que aparecié le patrocinada por la Academia Nacional de la Historia, igida por Ricardo Levene, parecia sugerir que, si no imposible, el proyecto re gultaba cuanto, menos extremadamente dificil. La relative abundancia ce obrs leres que desde entonces se publicaron, no asrgura necesariamente que dicha Aificultad fueseilusoria, pero hace mucho mas prublematica la fundamentacion de todo intento que venga 'a sumarse a los ya concretados, El que sometemos al juicio del lecta yo pretende tener otro signo distinivo que Ja aspiracién —comin a sus colaboradores— de narrar la historia, segir la for. ‘mula de Huizinga, “de la mejor manera que les es posible”. Pero esa formula co {s Je ver que falsamente modesta) falsamente simple: no sélo supone que esa “mejor manera” es tolerablemente buena; implica ademis que ella no deja de otor- {gar un cardcter comin (que no podria ser tan sélo la ubicacton, real o imeginada, {gn cierto nivel de calidad) a los escritos inspirados por esa comin aspiraciSn, En In Argentina de los alos sttenta, ese signo distintivo acaso podria encentrarse sobre todo en un interés més vivo por ciertas dimensiones del pasado que —segan qxcuchamos decir a menudo— nuestros historiadores no solian sentir. Pero no po. dria ser éste, sin més, el cardcter distitivo de la presente Historia Argentina, En rimer lugar, porque la preocupacién por los aspectos no propiamente pol del proceso histérico —y el intento de desentraiiar los nexos entre éstos y I fecimientos que lenan Ia historia que solemos llamar “tradicional” impregna ‘ae historia tradicional mas de lo que suele admitirse. Ese intento no estabe Libre do propésitos apologéticos; no estaba tampoco exenjo de los rieagor (de inexac. titud, de imprecisién) quizés inevitables cuando se afrontan vastos problemas de historia econémica y social, asigniindoles a Ia vex un lugar que, a pesar de todo, no deja de ser marginal en el propio esfuerzo de reconstru tampoco estén libres de esas limitaciones los ensayos que. co vas ideolégico-poiticas @ menudo opuestas a las de los precursors xix) se suceden hoy con ritmo desenfrenado, Estos son con demasi {frecuencia pasibles de otra censura: ignoran serenamente casi todo cuanto ba apor, tado de nuevo la historiografia desde los tiempos de Mitre y Lper, para quienes Michelet habia sido ain un contempordneo. Los trabajos aqui reunidos no quisieran merecer ese reproche: sus autores se con: ‘hderan estudiosos profesionales de la historia y las ciencias sociales, y come teles quieren ser juzgados; su primer deber es, por lo tanto, pr inda. ficlén hinérin que esté« le altura de lor tiempos, no sdlo en cuanto haga suye erspectiva que este problemitico presente impone al pasado nacional {y joe no podria ser deade luego Ia misma cuya justeza parecia evidente hace un gle), ttino también en cuanto busque utilizar una cultura histérica menos arcelec de 16 auele ser habitual entre nuestros historiedores, y por iltimo, en cuanto fo #e niegue a extraer las conclusiones necesariar del hecho de que la historis wo en una do sus dimensiones— ciencia social: Ia colaboracién entre historindoree Y cultores de otras ciencias humanas consituye en eata obra el reflejo mi visible, pero no el tinico, de este enfoque. ticos Tuu1o Hatreriy Donen INDICE Indice de figuras INTRODUCCION Primera Parte LA DIVISION 1, EVOLUCION POLITICA Y CRONICA DEL PERIODO 2, LA ECONOMIA 1 Apagn de Agen tds Denis dT amy Aveo 2, Comeau dele mderizaciin econimicosocal:coloizciny tramaorts EL CONFLICTO: ALTERNATIVAS EN EL EQUILIBRIO POLITICO Sequnds Parte PRIMERAS ETAPAS DEL NUEVO ESTADO NACIONAL (1862.1678) 1, REORGANIZACION POLITICA Guerras civles y-puerra del Paraguay Bresidencia de Sarmiento Grescign, ET problems de Buenos Aires Moderaiaacion jordicn y peitia, Los cédigos 2. LA MODERNIZACION FCONOMICA 1 Tr 2 3. ECONOMIA ARGENTINA Y ECONOMIA MUNDIAL: LAS NUEVAS INVER- STONES 4. ECONOMIA Y DEMOGRAFIA; INMIGRACION EXTRANJERA, MIGRACIONES INTERNAS, EQUILIBRIO URBANO-RURAL BIBLIOGRAFIA Indloe de nombres y lugares Indice de tomes peree wrorics y colonisacin oes fel nuevo Literal u ry ‘0 55 a 288 95 95 102 ut 13. ns 138 ry INDICE DE FIGURAS Fig. 4.1. Urguisa (Archivo Generel de In Nacién). Fig. 4.2. Vieente Lépen y Pls Fig. 4.3. Facundo Zuvsia y gus hijos. Oleo de Amadeo Gras. Fig. 4.4 Fray Mamerto Eaguid Fig, 4.5. Plaze de le Victoria, a Catedral y la case de Riglos Jura de Ia Constituign %s de mayo de 1855 (Archivo General de Ix NaclSn). Fig. 4.6. Deraut (Archivo General de In Nacida). Fig. 4.7, Primer convoy del Ferrocerl del Oeste en at nagurtcén, 1857 (Archivo General de In Nacidn). yp 8 Bite de Banco Nacional eesdo por ly del Congrto General Costin dels de diciembre de 1858. Fig. 4.9. Bono de Aduana de 1s Confederacin Argentine Fig, 4.10. Entacién 11 de Setiombre y plata de las carretas (Archivo General de In Nacié), Fig. 4.1L, Viou de la etancia del general Urquins, Litogatia de L. Pallitre (Archivo General de Is Nacién) Fig, 4.12 Salta perteneciente al general Urquisa (Archivo General de la Nace) Fig, $18. Mitre y Joué Maria Gutérres, después de Pavén, 1851 (Archivo Genersl de a Naciéa) a at Boss aoe woe ae — ’ Fig. 4.16 Angel Vieote Peilozs (Fl Checho). (Archivo General de Ia. Necién.) 4.15. Te tomada pris i 5 Teme dat Chace onadepisunra por Semin Rl, 189 (Ar Fig 416, Mize, prsidate de la Replica con ou gaint 142 (Archivo Genet esta Ae Fame gr ei TR ln Ear ge on Yt 1 Fi $18 Selene, strgnto mayor deapués de Caen (Archivo General de Je Fig. 4.19. Lopez Jordin acompaiado por sus coroncles, Fig, $20, Ateatado contra ol presidente Sarmiento pasar av cach Mtipd'Carentes, Reconarscion’de la spect (Archive Gens dela Neca). 21, Peim ida de ln Produced Fig 4.21, Peinera Espn de le Poduetn Naso. Cirdbs, 111872 (Archive Fig. 6.22, Eetaciin del ferrocarsil (Archivo General de la Nacidn),. 2 a a ae » a 10 INTRODUCCION En el proceso histérico argentino se detectan distintos periodos cuyas particularidades fundamentales surgen de la comparacién y balance pos- terior entre ellos; de alli que los cambios operados a partir de la segunda mitad del siglo x1x, sélo puedan ser estimados en sus verdaderos aleances uego de un examen de las etapas previas y sus consecuencias a largo plazo. Este capitulo dberd por lo tanto ser considerado dentro de esa perspec: tiva global, ya que en los afios comprendidos entre 1852 y 1874 coexisten elementos que podemos llamar tradicionales con otros que tienden a mo- dificarlos drasticamente, interdependencia que el anélisis de cerca cons- tata aunque no siempre pueda ponderar exactamente. Sin embargo, el estudio de cada etapa en particular ofrece 1a oportunidad de sefialar concordancias y defasajes que, a su turno, permiten le necesaria sintesi La que habré de ocuparnos se inicia en 1852, Iuego de la caida de Rosas ten Caseros, No se nos escapa la debilidad de este corte pues el pais no cambié de un instante para otro en la tarde del 3.de febrero, pero el hecho de que Ia victoria urquicista creara las condiciones para el acceso al poder de un grupo cuyo objetivo manifiesto fue la transformacién total de Ja Argentina, convalida la fecha como punto de partida. Frente a un’ proceso de tentos acomodamientos .estructurales, previo a 1852, surge a —— ‘eatonces 1a clara voluntad de una ininoria tenaz y convencida de la bon- dad de au proyecto que supo y pudo imponerse al resto. Sélo en este sentido se justifica el corte; la decisién humana es una de Jas variables —y no la menos importante— en los procesos de cambio economicosociales de una comunidad. EI periodo en estudio ha sido lamado “de la organizacién”, término que también utilizamos aunque coniplementado con la palabra “moderni- zacién”. Doble caracterizacién de la etapa que tiende, mas que al mero enriquecimiento formal del juicio que ella merezca, a sefialar una diver- Gencia efttre el sentido tradicionalmente asignado a este proceso y el més complejo contenido que la realidad presenta, pues, si bien es inne- gable la importancia de la organizacién institucional alcanzada en esos afios, su trascendencia no nace exclusivamente de haber proporcionado las bases juridicas para el funcionamiento del Estado sino de las fuerzas que contribuyé a formar y liberar como condicién indispensable de su Propia puesta en prictica. Normas y fundamentos giran en el vacio si no existen estructuras a las que interpreten y sobre las que legislen, y en el caso argentino, una orga- nizacién moderna exigié le modernizacién de la sociedad a ia que iba dirigida; sin embargo, en tanto el proceso fue mas inducido que auto- generado, resulté de todo ello un producto sin la homogeneidad de inte. reses y valores que constituyen el fundamento de una sociedad nacion Dé allf “modernizacién” junto a “organizacién”; porque las férmulas Tegales adoptadas, en cuanto respondian a modelos externos, exigieron también el trasplante acelerado de elementos nuevos y, aunque es dificil advertir las contradiceiones en el anilisis a corto plazo, los conflictos inmediatos a nivel politico son las primeras manifestaciones de una dis- torsi6n que livgaria’ mis tarde a socavar el mismo instrumento que le dieta origen; y asi, una vez superada le etapa de transformacién febril, comenzé a revelarse en toda su magnitud la incidencia de aquellos cam. bios sobre Jas profundas y graves tensiones a nivel institucional que todavia nos afectan, Este es el supuesto implicito en nuestro examen, limitado al momento fn que se pone en marcha el proceso de organizacién y modernizacién; Porque Jos mismos elementos que modificarfan la imagen de un pais rural y pastoril, darian también.origen a setios desequilibrios en la evo- lucién posterior de la Argentina. 12 PRIMERA PARTE LA DIVISION Ni colapso total ni transformaciones violentas en el campo politico si- gguieron de inmediato a la batalla de Caseros; con excepcién de Buenos Kites, los gobiernos provinciales sufrieron poco o ningtn cambio, aun ‘en los casos de més clara identificacién con Juan Manuel-de Rosas. Esta permanencia de hombres, a primera vista inexplicable, esté vineu- Tada con la heterogénea composicién del grupo triunfante, acorde con Ja dliminacién del gobernador portefio pero cuyas discrepancias latentes frenaron al principio medidas radicales en el ambito nacional, Sin em- bargo, Ia moderacién inicial no basté para mantener el equilibrio; las tendencias en pugna, expresin de posiciones incompatibles y con leja- hos antecedentes en el pasado, muy pronto reiteraron un enfrentamiento tmunea resuelto del todo a lo largo de los cuarenta afios precedentes. Los primeros indicios de conflicto aparecen ya en las etapas iniciales de la revolucién a través de diserepancias ideoldgicas entre los promo- tores del movimiento separatista. No cabe volver aqui sobre el anilisis de aquel proceso ni sobre sus origenes; recordemos s6lo que mentalid des e inereses econémicos distintos favorecieron planteos politicos lantagénicos entre lo que se ha llamado la minoria ilustrada urbana y los sectores ligados con el agro; resulté por lo tapto normal que al afirmarse 15 eo econémica y socialmente estos iiltimos, desplazaran también del poder a sus adversarios. Pero la constitucién de una clase terrateniente a lo largo de Ia década que va desde 1820 a 1830 y su posterior afianzamiento bajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas, no liquids por completo el pensamiento liberal; més aith, éste comenz6 a infiltrarse en los grupos tradicionales, primero en Buenos Aires, asiento de una importante burguesia urbana vinculada con las actividades agropecuarias, con su comercializacién y con el poder politico: Inego en regiones més alejadas y sobre sectores primordialmente rurales. Es el caso del Litoral, con estructuras més tradicionales y por tanto menos permeables que las portefias, aunque con una actividad productiva simi- lar, lo que explica la més tardia influencia liberal, ubicable hacia mediados del siglo y coincidente con la fuerte expansién ganadera de la regidn y una favorable coyuntura internacional para esos productos. Fue en efecto la conjuncién de ambos factores la que precipité Ia crisis entre Rosas y los terratenientes del Litoral, pues la alianza politica no basté para salvar el obstaculo que oponia Buenos Aires a las operaciones comerciales directas de equéllos con los mercados extranjeros: @ pat de entonces crecid con rapidez el sector adverso al gobernador portefio ¥ grupos de filiacién federal se unieron a los antiguos unitarios para derrocarlo. De alt In jerogenchad de Ia coaicin rotate; tendenias moder- nizantes y tiadicionales, extremas y conciliadoras, tanto en lo poli- tico como en:lo econémico, formaron un frente comin y dieron la bats- Hla, pero a poco del triunfo, en el momento de poner en marcha las soluciones deseadas para el pais, se manifestaron con violencia las pro- fundas divergencias que separaban a los grupos. En las alianzas que tuvieron lugar como consecuencia de esta situacién, 2 dificil detectar la oposicién de unitarios y federales, Ia de moderni zantes y tradicionales 0 cualquier otro tipo de esquema basado simple- mente en diferencias ideoldgicas; existen por cierto, pero los factores que Mevarén a} enfrentamiento entre Buenos Aires y la Confederacién son mas complejos y se vinculan no sélo con el orden interno sino también con la esfera internacional. Junto al sector liberal progresista cierra filas la bur- guesia comercial y elementos tradicionales portefios en defensa de su primacta frente al resto del pais; alrededor del micleo urquicista, de tendencia moderada y bien dispuesto hacia la apertura modernizante, 16 J se agrupan espfritus més rigidos en el plano socioeconémico y politico; los hombres de las provincias interiores tienen un pensamiento comtin: impedir Ia continuidad hegeménica de Buenos Aires, y en la lucha por l liderazgo politico subyacen encubiertos intereses econdmicos. En los conflictos de la década posterior a Caseros, el grupo tradicional moderado del Litoral, representado por Urquiza, enfrenté situ imternas més dificiles que el sector lider de la politica portefia; ooinci- |, dentes con él en sus expectativas modernizantes, debieron sin embargo apoyarse en mticleos rurales provincianos, en parte por afinidades poli- ticas, pero sobre todo como recurso de equilibrio frente a Buenos Aires. Los compromisos del general vencedor, contraidos con paises limftrofes ara asegurar el éxito de la campafia contra Rosas, contribuirfan ade- més a trabar su accionar y volver oscilante su politica ante la mas cohe- rente y agresiva del grupo liberal. La tensién Ieyé a la secesién de Buenos Aires y precipité una crisis que durarfa diez aiios; pero factores relacionados con la situacién inter. nacional, grupos menos radicales en el sector tradicional y mayor ilexi- bilidad politica entre los progresistas facilitaron al cabo una transaccién que unificé al pais bajo el sistema federal e inieié el proceso de moder- nizacién. 1, EVOLUCION POLITICA Y CRONICA DEL PERIODO Lograda la victoria, et general Urquiza instalé su cuartel general en la quinta de Palermo, sede del antiguo gobernador, ubicada en las afueras de la ciudad de Buenos Aires. Alli dispuso las primeras medidas orien- tadas a dar a la provincia un gobierno provisional al tiempo que hacia Piblicos su deseos de conciliacién y se manifestaba partidario de medi- das progresistas.* Le unided y el esfuerzo conjunto parecian estar asegurados. El doctor Vicente Lépea y Planes, designado gobernador provisional el 4 de febrero, fue confirmado en el cargo por Ia Legislatura de Buenos Aires, reanida el 1° de mayo y el hecho merece subrayarse pues la mayoria de los miembros de la Sala de Representantes, surgidos de la eleccién del 11. de abril, nio podian ser calificados precisamente de urquicistas. Por lo contrario, Ja unién de antiguos federales y unitarios, en mas 0 menos encubierta oposicién, indica ya la existencia de nuevos vinculos sobre las viejas diferencias; solidaridad de intereses provincianos que en la misma sesién habria de manifestarse. Los legisladores, en efecto, no quisieron 0 no consideraron oportuno oponerse al candidato apoyado por el general pero se negaron a desig- 1. Véase Proclamae del general Urquiza del 4 y 21 de febrero y 17 de marzo de 1852. i‘ ; wr nar a éste, tal como proponia el diputado Pico, “encargado de Relaciones Exteriores, negocios de par y guerra, y en general de todos aquellos que ‘compitan a la autoridad nacional”; la advertencia era bien neta: la pro- vincia no delegaria el poder; més atin, al otorgarle sélo un voto de gra- ins “por haber libertado a Buenos Aires del tirano que la oprimia” dejaban en claro que consideraban finalizada su intervencién en los ‘asuntos internos del Estado? La afrenta aleanzé también al recién confirmado gobernador que pocos dias antes y en representacién per se de Buenos Aires, habia encargado Urquiza el desempefio de aquellos poderes nacionales; de lo que podia concluirse que, ni-directa ni indirectamente por medio de personalidades reapetables y aceptadas como el doctor Lépez, habria de tolerarse nin- guna ingerencia en los asuntos de la provincia. Es el primer enfrentamiento a sélo tres meses de Caseros y tan répido deterioro de las relaciones, aunque previsible dadas las tendencias coali- gadas, se habia acelerado a raiz de ciertos actos impoliticos de Urquiza, tales como fusilamientos sin proceso y el restablecimiento del “cintillo punz6”. Hechos aislados pero que impresionaron més a la aensibilidad pportefia que las importantes medidas adoptadas en el plano de la admi nistracién y la justi Los sectores activos, deseosos de conseguir plena autonomfa, aprovecha- ron la coyuntura y su propaganda prendié en la opinién piblica conmo- vida aunque no politizada. La oposicién crecid con raridez y se exacerbé ante la convencién firmada en Palermo el 6 de abril, dia en que se reunie- on los gobernadores.de Buenos Aires y Corrientes con el delegado de Santa Fe y el propio Urquiza, ¢ invocando el Pacto Federal de 1831, otor- gdron a éste la direceién de las relaciones exteriores a que se ha hecho referencia. Para los portefios, que no olvideban la larga alianza entre Rosas y Ur- quiza, esta delegacién, decidida por funcionarios nombrados por el mis- ‘mo general, resultaba similar a las obtenidas por el gobernador derrocado y confirmaba el peligro de una nueva dictadura; la desautorizacién legis- 2. El proyecto, presentado en Ia sesién del dia 10, fue considerado por la Comi- sign de Negocios constitucionales presidida por Vélez Sirsfield que aconsejé aprobar sélo el voto de gracias. En sesion del 16 de mgyo se adopts este tempera. mento por unanimidad, comisiondndose a Vélez Sarsfield, Montes de Oca y Gam? bboa para presentarlo al general Urqu Fic. 4.1. Urquaa (Archivo General de It Nacién) err nr lativa fue inevitable y parecié Hegarse a una situacién de romy privé ain embargo le actitud conciliadora, que asumieron person: vves de las partes en conflicto, uno de ellos Valentin Alsina, unitario ra dical y_fervis de Urquiza, que retind su vendidatura a la gobernacién de Buenos Aires, eliminandose como rival del doctor Léper, pero permaneci6 en el gabinete; el general por su parte disimulé el desaire y continué sus planes de reorganizacién institucional. Sobre la necesidad de levarla a cabo existfa acuerdo general y también oincidencia en convocar a un Congreso Constituyente para ello; las discrepancias surgieron en torno de’ los pasos preliminares a cumplir. Urquiza se haba asegurado la adhesin de los mandatarios provinciales merced a Ia labor del doctor Bernardo de Irigoyen a quien enviara en misién personal al Interior después de la victoria; el comisionado supo tranquilizar a Jos recientes aliados de Rosas sobre las intenciones de paz su jefe, y los gobernadores, en su. mayoria fede- id tradicional, aceptaron sin problema la nueva situacién politica. | Con este apoyo, Urquiza eligié Ia accién répida pues el precario equili- brio en las relaciones con la provincia de Buenos Aires podia rompet se en cuslquier momento y dispersar esfuerzos. Una invitacién a reunirse en San Nicolas fue cursada a los gobenadores con la recomendacién de recabar autorizacién de sus legislaturas para pasar del plano de la discu- sién al de la toma de decisiones, y el 20 de mayo se Ievé a cabo la pri- mera sesién, El tinico gobernador sin poderes de este tipo era el doctor Lépez y Planes. En la sospecha de que las provincias reunidas buscarfan limitar a Buenos ‘Aires y seguro de la resistencia que ésta opondrfa a cualquier cercena- miento de lo que consideraba sus derechos, no solicits mas que un per- miso de asistencia; era una posibilidad de rio comprometerse en forma abierta y mantener cierto equilibrio. Sus temores no eran infundados ya que, a la extrema tensién provocada por los acontecimientos de la Legis Intura, se’habia sumado otro hecho que demostraba la decisin de algunos sectores cercanos a Urquiza de llegar a la liquidacién de la hegemonfa portefia. : EI 5 de mayo el general Urquiza habia reunido en Palermo a Vélez Sirsfield, Alsina, Tomas Guido, Vicente Fidel Lépez, Benjamin Goros- tiaga, Francisco Pico y Juan Pujol con el objeto de cambiar opiniones 22 sobre la forma de convocatoria al Congreso Constituyente, tema a discu- tirse en San Nicolés. La conversacién fue secreta pero los investigadores han podido reconstruirla en sus Ifneas generales y se sabe que en primer término se leyé un proyecto presentado por Juan Pujol que retomaba ol plan do 1826 sobre Ia eapitalizacién de Buenos Aires, se ocupaba de la convocatoria e insistia en la necesidad de un gobierno provisional nacio- nal hasta tanto el Congreso nombrara autoridades federales. EI primer punto revelaba el temor de Jas provincias frente a Buenos ‘Aires; cercenar su cabeza era una forma de prevenir problemas para el correntino Pujol, en un todo de acuerdo con el doctor Derqui, de Cér- doba, que también apoyaba ese plan; el objetivo era tan claro que el rechazo de Jos otros asistentes no se hizo esperar pese al corte unitario del proyecto que hubiera podido provocar alguna adhesin por afirfidades ideoldgicas, Pero se ha sefialado que la situacién conflictiva no es reductible a esquemas simplistas; més allé de una linea politica, la ‘cuestién central que oponia a portefios y provincianos era la lucha por Ja hegemonia efectiva sobre todo el pais. Fic, 4.2, Vicente Lipes y Planes. 23 aE Los argumentos opuestos al punto primero parecieron convencer a Ur- quiza que, deseoso de evitar fricciones, propuso una nueva redaccién, Pico y Vélez Sérsfield tomaron la tarea a su cargo y dejaron de lado los Puntos uno y tres, limiténdose a tratar la forma de convocatoria al’ Congreso Constituyente; el nuevo proyecto que reflejaba el pensamiento de los grupos influyentes porteios, fue aprobado y, en apariencia, quedé como “la resolucién” que se defenderia en San Nicolés. Pero la actitud de Pujol, dispuesto a in: en su plan primitivo, y la progresiva indefinicién de Urquiza, presionado por sus consejeros’ pro- » avivé los recelos portefios. La renuncia de Alsina a su cargo ministerial y las dificultades para reemplazarlo son claro indicio de ‘un agravamiento en 1gs relaciones entre los grupos. Tales eran Jas circunstancias en momentos en que el doctor Lépez. debia solicitar autorizacién amplia para discutir en San Nicolés; hombre de confianza de Urquiza y al mismo tiempo portefio, su posicién dificil explica la actitud que adapts en la emergencia y que se limitd a reque- rir de la Legislatura un permiso de asisten Las alternativas de la reunién de gobernadores y c} acuerdo final con- firmarian los temores del doctor Lépez. Si bien la felleralizacién de Bue- nos Aires se rechazé pese a la encendida defensa de Pujol, los goberna- dores no se limitaron a aprobar la convocatoria del Congreso Constitu: yente y resolvieron la formacién de un gobierno provisional nacional hhasta que fuera promulgada la Constitucién, Era, con excepcién del pri- mer punto, el plan de Pujol objetado por la opinién piblica portefia Con relacién a Ia forma de convocatoria, la disidencia se plantes en torno de los representantes fijados'por provincia; el doctor Vélez Sérsfield habfa propuesto en la reunién del 5 de mayo la formula adoptada por la Constitucién de 1826 —un diputado por cada quince mil habitantee— en tanto el Acuerdo establecia un mimero fijo de dos a cada una, haciendo abstraccién de su mayor o menor poblacién y riqueza, lo que neutralizaba a Buenos Aires. Pero fue sobre todo la decisién de crear un gobierno provisional la que deaperté mas fuertes resistencias, pues los amplios poderes otorgados~ —sobre los que no existia posibilidad de control— hicieron pensar en una dictadura. El hecho de que el encargado de evar adelante la ges- {dn fuera un hombre que habia dado repetidas prucbas de desear un ordenamiento legal no disipé los temores ante un nu jierno juri- dicamente discrecional. ae . ory El general Urquiza fue nombrado director provisional y presté juramento ante los gobernadores. A partir de ese momento quedaba facuitado para aplicar y ejecutar las declaraciones, facultades, principios y actos ema- nados del Pacto Federal; concentraba en sus manos los poderes I tivo y-ejecutivo'y-secibiria el auxilio de un Consejo de Estado consultivo ue él mismo habria NG: El Acuerdo de San Nicolé3\ antecedente inmediato de la Constitucién de 1853, se aprobé el 31 de\mayo de 1852 y consta de 19 articulos; ademas de instaurar el gobiemd provisional, se destacan entre sus res0- luciones principales la renovacién del tratado del 4 de enero de 1831 (Pacto Federal), In convocatoria a un Congreso Federativo, Ia eleccién de los diputados a dicho Congreso de acuerdo con las leyes existentes en cada provincia aunque limitando su miimero, la abolicién de los dere- chos de transito interno y el otorgamiento al general Urquiza del mando de todas las fuerzas militares, asi como también de la reglamentacién de la navegacién interior, la administracién de correos y la mejora ce pos- tas y ceminos. La Legislatura portefia no habia otorgado poder a su gobernador para tomar decisiones y por lo tanto faltaba su aprobacién al acuerdo; pese ello, el general Urquiza ya habia sido investido director, lo que indicaba Ia voluntad de las restantes provincias de levarlo adelante, cualquiera fuese la decisin de Buenos Aires. o Esto produjo un revuelo extraordinario en la ciudad y atin antes de regresar el doctor Lépex y de conocerse el texto oficial y definitive de lo firmado en San Nicolas fue claro que el gobernador seria violentamente cuestionado por su participacién. Este reasumié el cargo el 14 de junio y envié a la Legislatura el texto definitivo del Acuerdo con un mensaje explicativo, solicitando el pronunciamiento de la Camara que, a pro- puesta del doctor Vélez Sérsfield, difirié el problema hasta el dia 21 de junio, En los dias que corrieron hasta el comienzo de las llamadas “‘jornadas de junio” crecié la desconfianza popular alentada por la prensa, E1 Nacional y Los Debates hablaban de abuso y atropello y de la formacién de un poder irresponsable peor que el de la dictadura derrocada, aunque no proponian el rechazo total del Acuerdo sino modificaciones de elgunas de sus cléusulas, pues tanto Vélez Sérsfield, que escribia en el primero, como Mitre que lo hacia en el segundo se declaraban partidarios de la organizacién; algunos de los cambios referidos se vinculaban con el man- do del ejército que debia permanecer bajo la autoridad de Buenos Aires 25 RE ya que ésta habria de costearlo, ademas del debatido asunto de'la repre- tentacién fija de dos dipttados por provincia; una vez més resulta claro a través de los puntos en disputa que la lucha se planteaba en torno al posible ejercicio del poder real sobre todo el pais; el dominio de las fuerzas armadas y por otra parte el del Congreso a través del nimero de diputados alineados en cada sector, constituian la lave para el logro de aquel objetivo. 7 Frente a estos ataques, un solo diario adicto « Urquiza, El P r , un solo diario adicto a Urquiza, El Progreso, de- fendia el Acuerdo en su totalidad, pero sus palabras caian en el vacio ues Jas dudas y recelos dividian apasionadamente a los protagonistas. stéricas sesiones de junio, el Acuerdo se discutié en detalle y » por isladores, destacindose la participacién de 2 Sarsfield; en defensa de lo actuado hablé el doctor Vicente ministro de Instruceién Pablica ¢ hijo del gobernador. De las actas surge la cortecta actuacién de los oradores y la serenidad con que expusieron sus argumentos en pro y en contra; sin embargo, Ia opi- nién pablica cerré ofdos a cualquier tipo de razonamiento y aun en el recinto de la Sala, la barra obstaculizé en todo momento ai doctor Lé- ‘pet. El didlogo resulté imposible ante el rechazo decidido de antema- no por el endurecimiento de las distintas posiciones y fue asf que el obje- tivo nacional parecié en aquellos momentos desaparecer ante la falsa \ disyuntiva de estar por o contra Buenos Ai A partir de aquel 22 de junio se esfumé todo posible entendimignto, Des- uutorizado y agredidos sus ministros, el doctor Lépez y Planes presenté al dia siguiente su renuncia, de inmediato aceptada por Ia Legislatura que decidié reunirse el 24 para poner en posesién del gobierno al general Pinto en su cardcter de presidente de la Camara. ‘ Pero en esta oportunidad el general Urquiza actué y lo hizo con rapides: el mismo 23 redact una nota en Palermo en In qu declavabe dees cuerpo legislativo y resolvia asumir provisionalmente el gobierno de la provincia “por considerar la situacién actual completamente andrquica y hallarse persuadido que su primer deber era salvar a la patria de Ia demagogi, después de haberlalibertado de l irania”. Fue asf que los iputados, reunidos para entregar el gobierno al general Pit ron en cambio ln orden de oot en ae funclonee UE A la disolucién siguié la suspensién de dia , 7 pensién de diarios y clausuria de imprenta: el encarcelamiento de los diputados Mitre, Velez Sérsficld, Portela y Ortiz Vélez y la deportacién del doctor Alsina. Una parte del ejército 26 & avanz6 sobre la ciudad en previsin de desérdenes y el director, en uso de las facultades conferidas por el Acuerdo, volvi6 a nombrar gobemador provincial al doctor Vicente Lépez y Planes el 26 de junio; ante su renun- cia un mes mis tarde, el general Urquiza asumié personalmente el car- 40, auxiliado por el voto consultivo del Consejo de Estado, hasta tanto se “restableciera la autoridad provincial”, y en eldeseo de encontrar tun mayor apoyo interno, nombré a antiguos rosistas para ocupar siete de los quince puestos que componian el Consejo. Entre las diversas medidas tomadas bajo su gestién directa, merecen citar- se la abolicién de la pena de muerte para los erimenes politicos, la sus cripeién de un tratado de navegacién y limites con cl Paraguay y otro de comercio y navegacién con Portugal, el nombramiento de comisiones para redactar los cédigos civil, penal y comercial —el doctor Vélez Sars- field, exiliado después de junio fue nombrado para redactar el primero—, el establecimiento de la municipalidad de Buenos Aires, la fijacién de tarifas aduaneras y Ia revocacién del decreto que confiscaba los bienes de Rosas. También se realizaron elecciones para elegir diputados el Con- reso Constituyente, las que tuvieron Iugar en agosto y, como era previ- sible, fueron designados los dos candidatos oficiales: del Carril y Lahitte. En lineas generales, Ia gestién de Urquiza en la provincia siguié una tendencia progresista similar a Ia sustentada por los sectores liberales portefios, pero estas coincidencias no solucionaron la situacién de enfron- tamiento y el director debié upelar a la fuerza de las armas para man- tenerse; por encima de cualquier consideracién préctica, su presencia era sufrida como un avasallamiento de la autonom{a provincial, més inso- portable por contraste con el respeto guardado a los restantes Estados; y Ta oportunidad de sacudir este dominio se presenté el 8 de setiembre al embarearse el Director rumbo a Santa Fe para asistir a la apertura de sesiones del Congreso. La revolucién, nunca aplastada del todo, estallé el 11 de setiembre y se comprometieron en ella los opositores de junio y militares del ejército nacional cuya defeccién reciente se habia precipitado con la designacién del general Galén como gobernador interino de la provincia en ausen- cia de Urquiza; por su grado y mando de tropas, merece citarse entre Jos ‘ltimos a los generales Pirén y Madariaga, comandantes de los destaca- mentos correntinos, el primero de los cuales, dada su antigiiedad, fue designado jefe militar del movimiento. En perfecta sincronizacién, la xevolucién triunfé sin disparar un tiro, se tomé prisioneros a los jefes leales a Urquiza y, en cumplimiente de los 7 QT = * planes trazados, el ejército entregé el gobierno a los civiles. En pocas ho- ras se reinstalaron las autoridades provinciales de acuerdo con la ley del 23 de junio que nombrara Gobernador Provisional al general Pinto, y éste formé su gabinete con Valentin Alsina, Francisco de las Carreras y el general José Maria Pirén. E] movimiento, con apoyo popular en la ciudad, se afirmé también en la campaiie, favorecido por la adhesién de algunos generales como José Maria Flores y Ramén Bustos, comandantes de la zona del norte y la desmoralizacién de las tropas de Galén que se habia retirado de Paler- mo al estallar la revuelta. El general Urquiza, al conocer los sucesos, mar- ché sobre la ciudad en rebeldia, decidido @ terminar con los que creia que eran sélo “unos pocos anarquistas” pero al Iegar a San Nicolis el 17 y enterarse del amplio apoyo recibido por el movimiento tanto en la ciudad como en la campafia y de la defeccién de sus jefes, opté por reti- rarse a Entre Rios para evitar una lucha initil; asi lo hizo saber al gobierno de Buenos Aires por intermedio del coronel Biez que llegé a un acuerdo con el gabinete portefio para permitir Ia salida hacia su provin- cia de las fuerzas entrerrianas que atin permanecian en la ciudad. Merece subrayarse Ja actitud de Buenos Aires durante las negociaciones con res- pecto al cargo de Urquiza al que se dirigieron como gobernador de Entre Rios y-no como director provisional como refirmacién de su negativa 4 la aceptacién de dicho nombramiento. X Ciudad y campafia, civiles y militares, rosistas y emigrados se unieron para restaurar la soberania de la provincia, aunque sin perder de vista el objetivo nacional del que Mitre se perfilé como Iiderentusiasta. Redac- tor del manifiesto revolucionario, expuso alli los deseos de lograr la organizacién del pafs « la cual aspiraba la mayoria de sus comprovin- cianos y él mismo y que a la larga triunfaria sobre la aspiracién secesio- nista de los Iamados grupos autonomistas. ‘ Una serie de medidas orientadas a modificar las relaciones existentes con el resto del pais se tomaron de inmediato: la provincia declaré que no reconoceria ningiin acto emanado del Congreso de Santa Fe al que no aceptaba como autoridad nacional “convocada ¢ instalada debidamente” ¥ ordené el retiro de sus dos diputados elegidos en agosto, y en lo relativo al ejercicio de las relaciones exteriores, revocé la delegacién hecha en Urquiza. Estas leyes implicaban la desvinculécié de Buengs Aires de la Confederacién y en represalia, el gobierno confederado deci- di6 considerarla potencia extranjera a los efectos del comercio, lo que 4 su ver motivé una serie de disposiciones del gobierno provincial para abjener le adhesién de Ins restantes provincia: el envio de una misign ol hy oe ‘interior del pais, el reconocimiento de la independencia del Paraguay y le concesién de la libre navegacién del rio Parand fueron los proyectos aprobados por la Sala de Representantes, al tiempo que se preparaba un decreto reglamentando el libre trénsito y depésito de mercaderiss, des- ftinado a facilitar el comercio interprovincial La misién de explicar a las provincias los alcances del movimiento revo- lucionario y obtener su adhesién recayé en el general José Marfa Paz, que partié de Buenos Aires el 16 de octubre pero no logré llevarla a cabo es se le impidié cruzar siquiera los limites del Estado. Las provincias fan cerrado filas en torno de Urquiza y atendian a la cercana organi- icién que el general representaba més que a las cuestiones formales @harboladas por Buenos Aires; primero Santa Fe y Iuego Cérdeba im- nel paso al comisionado y la revolucién qued6 aislada. Valentin Alsina, gobernador electo de Buenos Aires desde el 31 de octu- bre, y su ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, Bartolomé Mitre, pusieron entonces en marcha una politica de agresién abierta contra Ur, quiza con el objetivo inmediato de precipitar los acontecimientos antes de la reunién del Congreso que, sin duda, habria de dificultar la posi- cin de la provincia al legitimar lo actuado por el Director. Pera ello se estimaba contar con el apoyo de Corrientes y dentro de San Juan, Cér- dobe, Mendoza y Santiago del Estero con grupos que provocarian con- mociones internas en las respectivas provincias. Con este balance, Buenos Aires inicié las acciones enviando tropas contra Entre Rios, a las érdenes del general Madariaga y del coronel mayor Manuel Homos, que debia ‘scompafiarse con la invasién a Santa Fe, dirigida por el general Paz, y une reaccién en las provincias del norte, encabezada por Antonino Ta- boada, hermano del gobernador de Santiago del Estero El plan, cuidadosamente preparado, experimenté las primeras dificulta des al fracasar la misién personal de Paz, impedido como ya se ha visto de tomar contacto directo con los grupos adictos del Interior y récibié un golpe definitivo con la répida reacciéu de Urquiza que batié a las fuerzas invasoras de Entre Rios, abandonadas a iltimo momento por su aliado mis valioso, el gobernador correntino Pujol; a estos contratiempos se su: m6 el levantamiento en armas Lagos, comandante general dol centro de la provincia, que inicié una revuelta interna contra la polit del doctor Alsina, Este movimiento estallé a principios de diciembre de 1852 y logré el ipoyo de sectores importantes de la campafia que, si bien se habjan adhe- | Fido al movimiento de setiembre en lo que tocaba a la autonomia pro- 29 ar vincial, no deseaban iniciar un conflicto generalizado para obtener el dominio de la nacién; en lineas generales por lo tanto, puede estimérselos alineados en el programa de organizacién Ievado adelante por Urquiza. Los acontecimientos precipitaron a su ver Ta crisis dentro de la misma ciudad de Buenos Aires y Jos opositores al gobierno rompieron el frégil ppacto que los habia unido en la lucha por la recuperacién de los poderes internos y trabajaron por el derrocamiento de Alsina. Sitiada la ciudad y jaqueado desde dentro, el gobernador presents su renuncia el 6 de di- ciembre siendo reemplazado por el general Pinto, presidente de la Le- gislatura, Desaparecido AJsina de la escena, quedé eliminado el principal motivo de la rebelidn, pese a lo cual el coriflicto continué por varios meses; Ia situacién de los sitiadores frente a las autoridades portefias, sus indemni: zaciones y grados fueron algunos de los puntos sobre los que no se arribé a ningiin acuerdo y en tanto se alargaban las tratativas Ia situ complicé con la intervencidn abierta de Urquiza en favor de Lagos y la actitud intransigente de la ciudad, que conocia los graves problemas eco- némicos de los sitiadores y podia por su parte soportar sin mayores difi- cultades el bloqueo por tierra y agua. Mientras las negociaciones se sucedian sin Ilegarse a un avenimiento, el Congreso Nacional sancioné la Constitucién fegeral en la que se exigia a Buenos Aires la entrega de la aduana en condiciones que la ciudad juz- £6 inaceptables; entretanto el largo sitio conspiraba en favor de los sitia- dos que, poseedores de medios suficientes, aprovecharon la falta de recursos del entmigo e iniciaron con buen éxito una politica de soborno: €1 20 de junio, el comandante Coe entregé la escuadra y poco después las tropas de tierra comenzaron el desbande, pagadas en parte por el dinero portefio. El episodio revolucionario de Lagos se cerré el 13 de julio de'1853, dia en que Urquiza abandoné Ja ciudad de Buenos Aires escoltado por re- presentantes diplométicos extranjeros y a partir de entonces Ia divisi6n de hecho quedé legalizada. ay Simulténeamente con estos sucesos, la decisién de convocar a un Con- greso Constituyente habia sido Hevada a la préctica sin la presencia de Buenos Aires; los diputados se reunieron a fines de 1852 y el 20 de abril de 1853 la comisién constituida a tal efecto presenté al Congreso su propuesta de Carta. El proyecto, inspirado en las Bases de Juan Bautista Alberdi y Ins constituciones de los Estados Unidos, Suiza y Chi- 30 Ip, fue aprobado el 19 de mayo y adoptado como Constitucién Nacional; ven ella se fijaba la forma representativa, republicana, federal de zobier- no; la divisién de podotes en legislativo, ejecutivo y judicial; los derechos ¥ garantias de las personas; la adopcidn de Ia religién catélica como ‘exedo oficial sostcnido por el Estado y toda una serie de normas relatives al fancionamiento juridico del pats. Ya se ha sefialado la resistencia que provocd en Buenos Aires Ia nacio- nalizacién-de la aduana, establecida en la Constitucién; a ello se afiadié Ja disposicién sobre federalizacién de la ciudad —otro aspecto del mismo problema que afectaba su hegemonfa—y el articulo referente a las prerro- gativas asignadas al Ejecutivo en el que se legalizabs 1a concen:racién de poderes frente a los cuerpos legislativo y judicial. ‘Ls federalizacién y la pérdida consiguiente de la aduana no fueron con- sentidas y Ia Confederacién no conté con medias para imponerla por la fuerza; en cuanto a la acumulacién de poderes, acontecimientos poste- Flores demostraron que se trataba més de una cuestién centrada en la Fic, 4.3, Facundo Zuviria y sus hijos, Oleo de Amadeo Gras, 31 - eer | persona que los ejercia que de una objecién de fondo. Después de 1862, con la direccién del pais en sus manos, Buenos Aires no volvié a plantear el problema. Aceptado el ciama de hecho en juliv de 1853, ambas partes iniciaron por ‘separado la tarea de organizarse. Sobre la base de 1a Constitucién de 11853, la Confederacién comenzé a estructurar el gobierno federal fijan- do en primer término el mecanismo para designar clectores para presi dente y estableciendo un gabinete formado por los ministros de Interior, Hacienda y Relaciones Exteriores para que reemplazara a Urquiza en el manejo de las cuestiones internacionales que desempefiaba en forma provisional. Realizados los comicios, el general Urquiza fue electo presidente por seis afios y el doctor Salvador Maria del Carril completé 1a férmula como vice, cargos que asumieron el 5 de marzo de 1854 en la ciudad de Santa Fe, mientras el Congreso Constituyente se disolvia por propio acuerdo, Con la formacién del gabinete, compuesto por cinco ministros —Relacio: nes Exteriores, Hacienda, Guerra y Marina, Interior y Justicia, Culto © Instruccién Piblica—* la eleccién de las dos cémaras legislativas que ‘comenzaron a sesionar a fines de octubre de ese afio y el nombramiento de Ia Corte Suprema ‘ se fij6 la estructura formal del gobierno de la Confe- deracién, con sede en la ciudad de Parané, federalizada provisionalmente a tal efecto ante Ia imposibilidad préctica de-hacerlo en Buenos (Aires; a tal efecto; mas tarde, la federalizacién se extenderia a toda la provincia de Entre Rio: Con excepeién de Buenos Aires, las provincias juraron esta Constitu- cign y aceptaron el gobierno nacional. Conviene, sin embargo, recordar que esta adhesin mayoritaria no implicaba total unificacidn del Esta do por puro y simple reepeto a la Ley Fundamental; el sistema de cau- dillos, atin vigente en las provincias, aunque se lamasen.gobernadores 3. El primer ministerio de Urquiza estuvo formado por los doctores José Ben- jamin Gorostiaga (Interior), Facundo Zuviria (Hacienda), Mariano Fragueiro (Relaciones Exteriores), Juan Maria Gutiérrez (Justicia, Culto ¢ Instyuccion Pi- blica) y el general Rudecindo Alvarado (Guerra y Marina). Fl doctdf Zi no logs « tomar posesin pues dimitié el cargo, siendo reemplazado por el doctor Gutiérrez. La eartera de Justicia, Culto e Instruccién Piblica se confié al doc- tor Santiago Derqui. 4. Pese a que el Ejecutivo nombré los magistrados que debian integrar In Su- prema Corte y las Cortes de circuito (juzgados federales de provincias), las Aificultades de le época impidieron eu funcionamiento regular por lo que el Po- Ger Judicial-no se constituyé como los dos restantes. {y mantuviesen una serie de instituciones conexas de tipo representativo, tenia de hecho la unién sobre la hase de las leal ania do book re Ia base de las lealtades personales al 18¢ ha visto mas arriba que la politica de Urquiza, desde los primeros momentos porteriores a Caseros, fue In de mancjarse con or deme yninantes en las provincias sin llegar a enfrentamientos abiertos, lo que Ia permits mis tarde mantener I unin pese a lon conflicts entre eau Aillos que mantenian al Interior, si no en guerra interna, por lo menos \ al borde de ella o en operaciones localizadas. Como ejemplo de la ine MPilidad politica de la Confederacién basta recordar el constante clima ico y las complicadas intrigas existentes en las provincias de Tucw- } main, Santiago del Estero, Catamarca y Salta, todas ellas empefiadas fp.21 cool dela regién por meio de partiarios locales. Celedonio Gutiérrez, gobernador de Tucuman, habia sido depuesto por una revolu- rientras asistia a la reunién de San Nicolis y al hecho no fue ajena familia Taboada, duefia de los destinos de Santiago del Estero; Gu- Hgrrez recuperd el poder con el apoyo de Catamarca y de aliados internos Fic. 4.4 Fray Mamerto Eaquié, 4 principios de 1853 y poco después atacé a su vez al gobernador de Sal- ta, agravando el conflicto latente en el Noroeste; vencido por las fuerzas conjuntas de Santiago del Estero y Salta y derrocado por segunda vez, no por ello desaparecié de la escena politica. Parecida situacién atravesé en la provincia de San Juan el gobernador Benavides, expulsadc del poder tan pronto se trasladé a San Nicolés y Iuego repuesto por un movi- miento adicto, En el Litoral, Nicanor Caceres intenté derribar al gober- nador correntino Pujol con una invasién preparada en Entre Rios y que contaba con Ja aprobacién de Urquiza y el apoyo portefio; sofocada Ja intemtona, Caceres fue devuelto a Entre Rios, pero aunque el gobierno nacional desaprobé oficialmente el hecho, Urquiza lo mantuvo en reserva como elemento de contrapeso para frenar al gobernador correntino, Sobre esta politica de equilibrio se conservé la unidad, precaria en la medida en que se apoyaba en la adhesién personal pero politicamente ‘itil frente al conflicto con Buenos Aires. Sin embargo, sti imprevisible continuidad una ver desaparecido Urquiza de la escena, la inestabili- dad constante, que dispersaba esfuerzos, y en especial las gravisimas ones econdmicas en que se debatia cl gobierno nacional debilitaron seriamente su posicién y disminuyeron sus posibilidades de juego politico. En abierto contraste, el Estado portefio desconocia estos problemas; sin ‘compromisos bisicos dentro y fuera del pats y sin angustias financieras, especulé habilmente con el deterioro de Ia Confederacién, superior en elementos bélicos pero ineapacitada por los factores indicados para em. plear eficazmente sus fuerzas contra la provincia rebelde. Buenos Aires negocié 0 soborné segiin las eircunstancias, gané tiempo, y el ticmpo trabajé en su beneficio agudizando Ja dificil situacién de su oponente; minado en lo politico, reducido a un estado de falencia por falta de recursos, el gobierno nacional era sélo una experiencia condenada cuan recibié el golpe de gracia en la batalla de Pavén. Sin embargo, el hecho de que se organizara formalmente y que parale. Jamente se Hevara a cabo en Buenos Aires un préceso similar configuré la uy particular situacién de un pais dividido en dos entidades con un status de naciones soberanas o muy cercano a él, pese a considerarse psttes de la misma repiblica. Y es importante sefialar que de las relaciones que ambas mantuvieron durante este perfodo result6 un avarice evidente en el proceso hacia la unificacién econémica, e pareciera Tejano el mismo objetivo en el plano politico, Inmediatamente después de la revolucién de setiembre, Buenos Aires realizé un serio intento en tal sentido mediante el empleo de la fuerza; cl fracaso de la maniobra y la revolucién de Legos modificaron dicha a Mtica y pospusieron tanto en Ia provincia como en la Confederaci tolucién del conflicto por esta via, excepeién hecha de acciones aisla- , orientadas mas que nada a una labor de hostigamiento, fluyeron en esta actitud algunos de los problemas 10s de los problemas que aquejabaa al (Gobierno nacional y que han sido sefialados en forma fmeciny ax Hae or Aires, el ascenso de grupos partidarios del localismo que despla- Wton del poder a Ios nacionalistas a fines de 1852 trabajaria ea el Inlamo sentido, derivando la preocupacién de los portefios hacia su pro- pla organizacidn, Do alli auc ale muerte del general Pinto, ocurrida mediados de 185 Wi sucesor Pastor Obligado, se aplicara de inmediato a obtener la adop- alén de una constitucién para la provincia, que fue jurada en mayo de 1858. i be hace notar que en los debates que precedieron a su aprobacién, los Wetores nacionalistas con Mitre a la eabeza, se habian opuesto a la ma- re localista, simpatizante con la idea de un Estado soberano que lizaria el aislamiento; pero, si bien los argumentos de Mitre scbre Ye. 4.5, Pla de le Views, le Catedral y In casa de Riglos, Jura de In Constitucién el 35 de mayo de 1854 (Archivo General de ls Nacien) Js fal de derecho de a Legislature para crear Ia nacionlidad porta “porque una provincia que se reconoce parte integrante de una nacién aque preexiste, aunque no se halle incorporada a ella de derecho, no puede legislar sobre esa materia ques de ln exclusiva competencia dela sobe- rania nacional...” no obtuvieron mayoria y triunf6 el localismo, Ia nueva Constitucién no Hegé a consagrar la separacién definitiva. se apli- Ja medida en que la divisién era un hecho, ambas partes se ap eon muntener Un medus sinndi que hate 1052 ool entre el com tacto pacifico —fuese econdmico 0 politico— y los enfrentamientos abiertos en ambos campos. ‘Ya se ha sefialado el estado de la opinién en Buenos Aires con respecto al tipo de relaciones posibles con la Confederacién; el grupo mayorita- rio, partidario de una politica autonomista y si cabe agresiva, fue mo- derado en parte por la tendenca a solucionar los problemas de conviven cia por las vias pacifieas, que tendia més claramente a la unidad nacio- nal. Esta dualidad se observa también en la Confederacién, que mantuvo ‘una actitud oscilante entre el ataque y el acuerdo. irado Urquiza de Buenos Aires en 1853, la situacién no experiment6 ae varlantes hasta noviembre de 1854, fecha ‘en que un grupo de emigrados luego de la revolucién de Lagos invadié la provincia desde Santa Fe a las drdenes de Jerénimo Costa; derrotados por Hornos el 8 de ese mes en la hatalln de Tala y obligados a reingresar en territorio de la Confeleracin, el epizodio, aun cuando no habfa contado con el apoyo armado de Urguiza y fue eondensdo por el gobierno nacional, dif cult6 las relaciones e intensifies los preparativos armados por ambas partes, acercando una ver més el peligro de la guerra civil. les tircunstancias, dos importantes hoinbres de negocios, José Maria Cues faturo gobernador de Senta Fe, y Daniel Gowland, inciaron = ‘én privada para tratar de dar con una solucién de avenimiento ocin fines de noviembre se ofrecieron a Urquiza como mediadores en el conflicto que por cierto no era deseado por ninguno de los dos go- biemos; aceptados de inmediato, fueron comisionados ‘para negociar con el gobierno portefio, que a su vex los recibié con beneplacito. Las tratativas progresaron répidamente y el 20 de diciembre se firms un convenio por el que se establecié el armisticio entre Buenos Aires y la Confederacién sobre la base del statu quo; el tratado definitivo, firmado el 8 de enero de 1855, fue suscrito por Santiago Derqui y Juan del Campillo (ministros del Interior y de Hacienda respectivamente) en nom- bre de la Confederacién y Juan Bautista Pefia en representac'in del Estado de Buenos Aires. habremos de entrar aqui en detalles sobre Ia marcha de las conver- es; interesa en cambio puntualizar el contenido del tratado que Ité por el momento la lucha en el plano econémico al reconocer la uni- del sistema mercantil y mantuvo oficialmente la amistad entre los gobiernos por algo més de un afio. En él, ambos se comprometieron defender la unidad del territorio nacional y a colaborar en la lucha ra el indigena y aceptaron el principio de que la separacién de mon Aires no alteraba las leyes de la nacién; acordaron el uso de la lama bandera para los buques matriculados en la Confederacién y en Wa provincia y autorizaron la introduccidn y circulacién libre de pro- 08 nacionales en ambas jurisdicciones; en lo que respecta a las mer- Wderias extranjeras salidas de los puertos del Estado de Buenos Aires Confederacién o viceversa, no pagarian otros ni mayores derechos Jos que fueran impuestos a los que procediesen de otros mercados; el Inito de mercaderias podria efectuarse por agua o tierra y se esta- lecerfa una oficina de registro sobre la Srontera; también se ‘ijaron 1 formas para facilitar las comunicaciones internas. Mpporan paso en favor de la unificac f , en cambio, el problema de Ia divisién politica, sin duda el pinto ffeil, habida cuenta de los complicados intereses en juego donde # morclaban Ja cuestién de la hegemonia, las prevenciones personales @ Intrigas locales y los intereses de algunos paises extranjeros favorecidos Por la desunién interna de la Argentina in econémica, el tratado no solu- Durante el corto perfodo de relaciones oficialmente cordiales que siguié Al arreglo, los pasos encaminados a obtener la unién como los episodios (que tlificultaron las negociaciones y Hevaron a la abrogacién de los tra Wados, pueden resumirse cronolégicamente del modo siguiente: en abril 9 1855 le Confederacién designs a Daniel Gowland su agente comercial Buenos Aires, a fin de que se ocupase a su paso por aquélla del @emorcio de las provineias; al mismo tiempo lo instruyé para iniciar con- Yeraciones sobre Ia actitud conjunta a asumir ante el problema plan- faado en esos momentos entre Brasil y Paraguay y también para tocar la @uestiin de la defensa de las fronteras contra los indios. h Fn iv, un conato de revuelta organizado por los antiguos partidarios ago», emigrados a Montevideo y con algunas conexiones en los see- Waren rurales de la provincia, aunque fue sofocada con rapidez, provocé a renuncia de Treneo Portela, ministro de Gobierno de Obligado; para Wemplazarlo se nombré al doctor Valentin Alsina, que encaré de inne- lato un proyecto de relaciones entre el gobierno nacional y la provin- indo a tal efecto a Juan Bautista Pefia para negociar. En las mies se Te encomendaba lograr una mayor cooperacién entre los 37 dos gobiernos, atendiendo a Ja situacién planteada éntre Brasil y Para- guay, que podia envolver ala Argentina: acordar una ayuda mutua en caso de invasién (y aqui pesaba la sospecha portefia sobre la colaboracién otorgada por Urquiza a los emigrados que periddicamente trataban de retornar al poder); discutir el derecho de Guwlund « cobrar impuestos sobre bienes en transito a la Confederacién; tratar de unificar la repre: sentacién consular en el extranjero y solicitar de la Confederacién que no contratara mis empréstitos pues, de lograrse la unificacién, éstos gravarian los ingresos de la aduana de Buenos Ai a Parana en noviembre de 1855 y entretanto se produjeron algunos incidentes que dificultaron luego su gestin: uno de’ ellos fue Ja nota enviada con fecha 10 de octubre a Buenos Aires por el mi del Interior de la Confederacién, doctor Santiago Derqui, transmit a la provineia una resolucién del Congreso nacional, que expresaba el deseo de su pronto reingreso junto a las demas, pero que el ministro ‘complements con algunos términos poco diplométicos y casi_agresivos que dejaban traslueir la decisién del gobierno de Parand de utilizar, He- gado el caso, cualquier medio para Jograr Ia unin. También recrude- ieron los ataques indigenas a la frontera sur de la provincia, y crecié Ja sospecha sobre la complicidad de Urquiza en estas depredaciones. Por iltimo, otra tentativa fracasada de los emigrados en ese mismo mes contribuyé a disipar el clima de tranquilidad necesario para Mevar ade- lante las negociaciones, Iniciadas a meciados de diciembre entre el enviado portefio y los ministros de la Confederacién, Juan del Campillo y Santiago Derqui, las conver saciones se deslizaron con eseaso entusiasmo, complicdndose por el poco habil desemperio del comisionado Pefia, que puso fin a su misis sain resultado positive a fines de enero de 1856. La situacién, agravada por las intrigas desarrolladas durante las negociaciones, se torn explo- siva en ese mismo mes de enero al producirse una nueva invasién a Bue nos Aires, procecente del sur de Santa Fe, al mando de José Mai Flores; pese a la escasa importancia del hecho y a la victoria de las fuerzas portefias comandadas por Mitre que dispersé a los atacantes y ejecuts a los prisioneros (entre ellos Jerénimo Costa), la invasién dio el pretexto para terminar con el statu quo y los tratados; los portefios de complicidad a Ja Confederacién, y el gobierno de Parand, en nota firmada por Derqui, protests en términos poco conciliadores con tra la violacién de Ia frontera cometida por las fuerzas de Mitre al per- seguir a los invasores. Hacia mediados de marzo Derqui comunicé oficialmente a Buenos Aires la abrogacién de los convenios, y en una circular a las provincias en la 38 que daba a conocer Ia nueva situacién dejé traslucir con toda claridad Ia decisién de recurrir a la fuerza para obligar # la provincia rebelde {8 incorporarse en igualdad de condiciones al gobierno nacional. Entre marzo de 1856 y octubre de 1859, momento en que se produce el enfrentamiento armado’en Cepeda, ambos gobiernos buscaron afirmarse politicamnte en el plano internacional como un modo de establecer supre- macias mediante el reconocimiento diplomatico, al tiempo que desplega- ban una serie de maniobras econémicas destinadas a debilitar al adversario. En la pugna, los gravisimos y cada dia més agudos problemas financieros que lo aquejaban obligaron al gobierno nacional a medidas extremas para sostenersc; pero Ia estructura econdmica del pais conspi- raba en favor de su rival e invalidé sus esfuerzos. En vano proliferaron Jas aduanas, se intenté implantar el papel moneda, se establecieron los derechos diferenciales... La nica fuente importante de dinero era la aduana de Buenos Aires y alli confluia el comercio y se multipliceban los intereses extranjeros, todos factores que a su turno habrian de pesar cen Ia lucha diplomatica por el reconocimiento de las grandes potencias. Fic, 4.6, Dergul (Archivo General de 1a Naciin) 39 2, LA ECONOMIA 1. Apogeo de la Argentina tradicional y beneficios de la coyuntura, Avance de la unificacién econémica En las paginas anteriores se ha examinado una. primera etapa en el dificultoso camino hacia la unificacién politica; en conexién con el mis- ‘mo proceso y en algiin caso como consecuencia directa de las decisiones tomadas a lo largo de él, se fueron dando las condiciones necesarias para egar también a 1a unificacién econémica. Porque es preciso sefialar que la unidad juridica alcanzada en 1862 no se tradujo autométicamente en esa unificacién econdmica, al tiempo que en los afios de la division se lograron avances en tal sentido pese al manifiesto endurecimiento de las soluciones politicas. Un ejemplo en este sentido lo da el acuerdo de gobernadores celebrado en San Nicolés en 1852: si bien sus decisiones provocaron la divisién, algu. nas de ellas, referidas a problemas econdmicos, no fueron ‘cuestionadat y sefialaron un progreso en las aspiraciones unificadoras, asi la abo: licién de los derechos de trinsito, que implicaba la supresién de las aduanas interiores como paso previo a una politica econémica ‘inica para todo el pats. 40 Cierto es que en la prictica no fueron raras las violaciones provocadas por los mismos funcionarios que habjanse acordado en aquel punto; situ ciones financieras premiosas Ievaron a menudo a la creacién de im- puestos locales que bajo nombres diversos no eran més que gravémenes ‘las mercaderias en trénsito; esas transgresiones nacidas de la necesidad s6lo postergaron la aplicacion general de este principio. A medidas como la indicada se agregé la incideneia de factores corres- pondientes al sectr externo, tales como la coyuntura favorable para los productos pecuarios en la década 1850-1860: resultado del ciclo econdmico y de la retraccién rusa del mercado a consecuencia de la gue- ra de Crimea, heneficis directamente a los sectores tradicionales de la ial. Pero la existencia de coyunturas favorables no es un hecho muevo y pese a que ésta fuera excepeional por Ia conjuncién de los factores citados, la razén de su especial incidencia debe rastrearse en un Ambito que exceda al de su propio dinamismo. Y aqui es preciso hacer referencia a Ia evolucién del sistema capitalist En efecto, a mediados del siglo x1x este proceso se convierte en la forma predominante de produccién de los grandes centros fabriles y entre las variadas consecuencias que acarrea su expansién, cabe sefialar el répido incremento en la produccién de manufacturas, la biisqueda de mevos mereados y le necesidad de regulares fuentes de aprovisionamiento tanto de materias primas como de alimentos; recuérdese el. fuerte crecimiento urbano, uno de los fenémenos conectados con la industrializacién en los paises afectados y que crea a’su vez problemas en el sector agropecuario de los mismos. Y para terminar con esta enumeracién que no pretende abarcar el fenémeno en toda su complejidad sino subrayar aquellos ca- racteres vinculados con nuestra evolucién, sefialemos el progreso tecio- Uégico, la acumulacién de capitales disponibles y el inevitable aumento de Ia competencia internacional. Resulta casi inneces progresiva aunque ya en este periodo puede advertirse una mayor regu- laridad en las comunicaciones con los centros, frutode las necesidades metropolitanas que buscan acercar @ las zonas marginales; de Ia comu: nicacién regular se deriva un conocimiento permanente de la situacién de los mercados y por lo tanto la posibilidad de respuestas locales a la coyuntura econémica mundial; puede ademas especularse mejor con los nrecios porque aumentan Tas bodegns disponibles para tranporir Ie produccién. a Acercamiento y coyuntura favorable; pese a los problemas politicos que dificultan Ja unificaci6n, estos hechos contribuirin a su avance sostenido alo largo de la década. Los cambios no son todavia notables, la estructura productiva se adecua sélo lentamente a las nuevas condiciones internaciongles. Afios de tra- ajosos ajustes los de ota etapa, mas de transicién que de inicio real del proceso expansivo que experimenta el pais en la segunda mitad del siglo xx, Hemos sefialado més arriba que una de las consecuencias inmediat derivadas de Ia coyuntura y de la regularidad en los contactos eon el exterior es el apogeo de los sectores vinculados eon Ja produccién pecua: ria; esto se traduce en una prosperidad general que afecta a sectores am- plios de Ta poblacién pero contribuye sobre todo a la afirmacién de Ios aspeetos tradicionales de la econoinia. El fenémeno abareé précticamente el pais entero aunque con distinto ritmo segsin las tres regiones que ofrece el encuadre econémico de la é-oca —Buenos Aires, Litoral y provincias interiores— y que habremos de examinar por separado. La més fuerte productora pecuaria del pais es sin lugar a dudas Buenos Aires y mantiene su hegemonia pese a las serias dificultades que provoca en sui campafia Ja situacién politica; periédicas invasiones de los emi- grados, levantamientos de jefes de campaiia, correrias indigenas favore- cidas por el debilitamiento de Ia vigilancia en las fronteras,* y repetidas levas de hombres para el ejército, afectan sistematicamente las labores rurales y restringen la produccién. Uno de los problemas urticantes en las, relaciones con la Confederacién nace precisamente de la sospecheda complicidad urquicista en las depredaciones Hevadas a cabo por indios ¢ invasores; los perjnicios ocasionados debian ser grandes pues el tema ‘vuelve una y otra vez y es siempre Buenos Aires In més interesada en ograr acuerdos de defensa mutua. 5. Los limites de la frontera habian sufrido un retrocesa apreciable durante tte perfodo en relacin con los establecidos en 1833. La lucha con el mantuvo a lo largo de estos afios y dio lugar a una serie de combates ntre ellos el de en 1858, en que fueron derrotados los indios pampas irigidos por el cacique Calfucuri. Los malones se frenaron temporariamente en 1859 luego de las expediciones comandadas por los coroneles Paunero, Co- rosa y Granada, 42 Nos encontramos entonces frente a la disminucién de los voliimenes pro- ducidos en la provincia euyos “stocks” mermados a raiz de las matanzas exeesivas que siguieron al levantamiento del bloqueo anglofrancés se vieron después afectados por los hechos que mencionamos. Sin embargo, la prosperidad de los sectores vinculados es bien evidente y surge sélo en parte de los buenos precios de estos productos en el mer- ado internacional; * eweros y sebos son los més favorecidos, en tanto las Janas sufren fuertes oseilaciones con tendencia al descenso, pese a lo cual el ovino es el elemento dindmico del perfodo merced a caracteristicas pro- pias del sector. Entre ellas, la nacionalidad de los productores, casi siempre extranjeros y eximidos por lo tanto de levas y otras presiaciones, gracias a la vigilante proteecién consular, Ia ubicacién de las zonas de ceria en regiones menos expuestas al ataque indigena y cercanas a los puntos de embarque que Jos liberé de destrucciones y facilit6 el trans- porte a puerto; Ia calidad del producto debido a un adelantada proceso de mestizacién que ofrecié también mas oportunidades de come-cializa- cién y, al mismo tiempo, un razonable nivel de organizacién permitieron 4 Jos criadores encarar con rapidez un aumento en la produccisn para compensar la coyuntura menos favorable. Expansién compensadora en el ovino, excelentes precios que equilibran Ja situacién debilitada del vacuno; por una u otra razén el sector pecua- rio obtiene sensibles beneficios y de su prosperidad participa la p:ovincia, ‘en general; * en primer término, el gobierno por medio de las rentas adua- 6. Precios de cueros, sebo y lana sucia en el mercado internacional: Cucros Sebo Lene sucie (yeniques por Wbra) ——(ehelines por quita inglés) (eaneot poe ks) HSL... 61/8 wr 1941/1852... 1.95, 982. 47/8 3531/2 was) 71/8 win 135, 154 1 1/8 “ U5 1055 2. 83/8 5012 us 1956 °.. 10172, 6 156 yas? 21) 4/2 50/8 150 ase 1) 101/2 saa a2 aso 2 ma/4 sma 2 160°.) 21/2 52172 25 Los cueros son secos y tanto estos precios como los del sebo corresponds all mer- eado de Londres; los de lana a Amberes, Todos ellos han sido recogidos por ‘Tulio Halperin, en el primer caso de Ia publicacién London Mercanti! e Prize Courant y en el'caso de la lana calculada por él mismo a partir de fuentes diversas 7. El movimiento registrado en el puerto de Buenos Aires entre 1851 y 1861 revola un sensible incremento de las exportaciones en los produetos tradisionales; 43 i | I deracidn puede considerirselos en su mayor parte extraccién de la provincia, En 1851 los principales articulos exportados por este puerto alcanzan un valor ‘ealculado de 10.633.525 pesos fuertes, cifra que aumenta levemente en 1852 y isminaye en 1853, aio en que crecieron los embarques por Enseneda, San Fer- nando, el Salado y otros puntos. Entre el 19 de noviembre de 1854 y el 31 de ‘octubre de 1862 las cantidades exportadas de los siguientes productos sufrieron las alteraciones que se transcriben: Cordes Cuero secos aries Dole eee otro e555, 22/2 aor 055 21176 185556 2759 Asi 00.715 2a 185657 ser 2010 968.776 51513 1857.58 2993, 1.00 1.088.374 59585 1185859 2190 116 973.063 57538 1859.60 281 1301 189.700 96.152 B08 3200 Low Lom 2t6 48158 1961.62 254 1236 1200791 54033 Cueros salados Lane ace otro fardos bolas 15455 304586 146598 28616 1/2 136 185556 ‘13997 sis a2 25 185657 40.525 221037 37305 1/2 as sr 317251 13021 55.09 3/4 7651/2 115859 53539 as1231 5311/2 om 1159.60 223.421 215.88 0.064 1689 10061 sor01s wean. 87969 2586 1961-62 350500 123095 66.798 a2 CCueros carnero Sebo, grasa de potro Jardos Apcenas pines ‘ajonee ests 6.302 3/8 15030 7978 1855.55 666 52 12a86 1/8 8137 185657 7836 Ps 12968 19968 188758 8207 3 1st /4 ‘3408 185859 107 13002 1/2 ais 1859.60 1873 10 10073 1/8 7931 1860 61 919 m2 16876172 16267 1861.62 10579 isis 15283 La comversién de estas iemas cifras a nimeros indices com base 100 en el aio inicial permite fad el movimento Cerda Cuero secon Cueroe slados Jerdos bolas saea otro ace petro 115455 io 100300100 100 105556 wr mash 9A 115657 MT 67 22GB 135758 Ms7 16s ang 159 539 5 TA TAR 5 159.60 ey ceo 188061 m2 nes as 8 01 186162 2 2581 339 nneras aumenta sus ingresos al crecer el intercambio; los sectores medios turbanos mejoran asimismo su nivel de vida, si dependen del Estado porque reciben sustancigles aumentos, si se desempefian fuera de la administracién piblica porque el importante movimiento comercial mul- tiplica las oportunidades de trabajo. La ciudad crece y se europeiza; ser vicios de transportes tirados por caballos, suministro de gas, mejoras en el puerto para desembarco de pasajeros, calles empedradas, son algunas de las comodidades que ofrece a la poblacién y atraen a los representantes extranjeros acreditados ante la Confederacién que apelan a variados subterfugios para no residir en la incémoda Parana; el aumento y pros peridad de la masa consumidora se refleja en la proliferacién de comer- cios y pequefios talleres* que comienzan a producir bienes de consumo yen el establecimiento de quintas y tambos en la periferia, en respuesta 4 las modernizadas poutas alimentarias de la poblacién. La campafia se acerca a Ja ciudad al intensificarse el tendido de lineas telegrificas en a zona bonaerense y con los primeros diez kilémetros de vias entre Plaza del Parque y Floresta, inaugurados por el gobernador Valentin Alsina en 1857, se pone en marcha la politica ferroviaria en el pais. Como resultado de esta vitalidad Ia situacién financiera de la provincia ‘en general y del gobierno en particular es cémoda y existe confignza en el futuro econémico; prueba de ello es la aceptacién del papel moneda emi- jo por el Estado y la suseripeién de empréstitos internos.” Sin apremios Lana Cueros carnero Sebo, grasa de potro Jerdos bolsas—fardos docenas —pipas canes ests 10010), 10000 100 ims SARC eee IE Oe my aed a wesrs8 1253102 tka 2s teses9 188A aga ar 3 les = 1402s 2 least = m5 AT 01s og 288 16162-2338 NST 131909 Veanse estoby otros datos adicivnales ent Haydée G. de Torzes, La Replica Argentina antes dela inmigraciin masa, B. A, 1968. 8 Noticias extraidas de periédicos de la época dan cuenta de la existencia de 2.008 comercios, 746 talleres y 106 fabricas en 1853; y en 1859, 12 imprentas, 2litografias, 15 librerias y de la impresién de diarios extranjeros; en 1860 recié The Standard en inglés. Si bien estos datos deben tomarse con algtn cuidade sobre todo en Io que se refiere a los establecimientos definidos como fabricas —seguramente talleres con més personal en su mayorfa— dan idea de una actividad importante en la ciudad. 9. Bn 1856 el gobierno obtuvo con sancién de las Cémaras, la emisién de 10 tmillones de los Fondos Pablicos, obtenidos del Banco al 75% y com interés del 6%. Capitales privados se ofrecieron para tomar el empréstito a un interés mas 45 en el presupuesto, con el firme respaldo de sus rentas aduaneras, el gobierno disfruté de inmejorable posicién para negociar con la Confe- deracién y frustrar sus medidas, fuesen de tipo militar, como el episodio del sitio de Lagos, o econdmicas (al plantearse la vigencia de los derechos diferenciales). Pero el afianzamiento del sector agropecuario, punto de partida de esta actividad creciente, consolidé por otra parte situaciones que a largo plazo habrian de frenar posibles cambios; asi por ejemplo y como resultado del enriquecimiento de los sectores altos se acentué Ia tendencia hacia 1a concentracién de la propiedad de la tierra, favorecida ademés por la poli- tica del gobierno."® Pocos afios mas tarde, seré precisamente Ia poderosa presencia del latifundio la que determinard el sistema de explotacién agricola-ganadera en la provincia con todas las consecuencias sociales ¥ econémicas que del mismo se derivan. Ya en este periodo, Jas grandes propiedades explotadas, que contrastan con las despobladas extensiones favorable que el Banco, Otra fuente de recursos eran las tiertas piiblieas, Cfr. Nota de Parish a Clarendon del 2 de octubre de 1856 citada por James R. Scobie, en La lucha por la consolidacién de la nacionalidad argentina, 1852-62, B, Ay 1964, 10. Véase Nicolés Avellaneda, Estudios sobre las leyes de Tierras Piblicas, BASS d. ie, 4.7. Primer convoy del Ferrocaril del Oeste en ca inauguracin, 185 dela Nac). Archivo General 46 santafesinas, definen politicas distintas en la Confederacién y Buenos Ai- res, en estrecha vinculacién con la renta producida por la tierra en cada una de ellas; y asi no es casual que frente a la febril actividad colonic zadora que la primera Neva a eaho, silo se produzcan doe en-ayon en Ja provincia, Chivileoy en 1854 y Baradero en 1856. El cuadro es el de una provincia ganadera cuya prosperidad refluye en la comodidad financiera del Estado, el ascenso de los sectores medios urhanos y aquellos rurales vinculados con Ia eria del ovino; en la expan- sin del sector comercial y el sensible enriquecimiento de los grupos altos dedicados a la explotacién pecuaria. Centro al mismo tiempo de un ere- ciente movimiento comercial contra el que se estrellarin los esfuerzos de descentralizacién econémica del gobierno nacional, respaldada por una ida estructura productiva y una ubicacién privilegiada, la ciudad es sin cusién la sede de los capitales comerciales y su puerto, obligado punto e intercambio del resto del pais. El proceso se percibe de inmediato; dividido politicamente, el pais marcha hacia Ia unificacién econémica bajo Ia centralizacién portefia por imperio de las circunstancias internacionales, de su geografia y de su historia misma, Lejos de poser una homogénea estructura productiva, la Confederacién alterna zonas de actividad econdmica orientada hacia el mercado externo, con easos extremos limitados a una produccién de subsistencia. En la regién del Litoral, tradicionalmente ganadera, las guerras civiles han dejado su secuela de despoblacin y planteles arrasados: el easo més dramatico se verifica en Santa Fe donde la antigua vitalidad ha sido reemplazada por un paisaje de tierras vacfas con ocasionales y precarias explotaciones extensivas del vacuno, La merma en los “stocks” ha d'smi- nuido los ya bajos.rendimientos y empobreeide a los propietarios, que carecen de capitales para ensayar actividades nuevas atin dentro de Ta ganaderia, como es el caso del ovino. Con pocas variantes, ésta es la situacién de la provincia a mediados del siglo xrx que, sin embargo, y por la misma presién de sus aspectos negati- vos, desembocard en un importante cambio de estructuras. En efecto, Ia existencia de tierras disponibles, més los bajos rendimientos ganaderos, permitis al Gobierno Nacional Ievar a la practica sus ideas en materia de poblamiento y agricultura, orientsdas a moderniza: la a7 por las caracterfmicas naturales de ambas zonas, mas abierta junto al Uruguay, montuosa y diffeil de controlar 1a del oeste donde la antigua aficidn al cuatrerismo contimia siendo el flagelo de estos propietarios. Situacién menos cémoda que en Buenos Aires y Entre Rios; pese a todo, los ganaderos correntinos acrecientan sus ingresos y se afianzan como grupo tradicional, mis avin si cabe que en el sur porque su prosperidad est en relacién inversa con el empobrecimiento de los otros sectores. La salida constante de hombres y el fracaso de algiin intento aislado de repoblamiento con inmigrantes extranjeros son otros tantos aspectos que subrayan el profundo desequilibrio en los ingresos. La prosperidad de los sectores altos rurales es entonces comtin a las tres provincias litorales, sea que se vincule con la actividad ganadera 0 como consecuencia del proceso colonizador; pero es fendmeno particular santa- fesino, la incipiente formacién de sectores medios rurales y el aumento de los centros urbanos. Santa Fe y, en especial Rosario," gracias a su posicién de puerto intermedio entre el Interior y Buenos Aires, muestran indicios de crecimiento en volumen y actividad econémica, mientras se afianzan las pequefias poblaciones dé inmigrantes, cabeceras de colonia. Y aunque muy pronto para hablar de expansién agricola, es evidente que durante este periodo se inicia la diversificacién y echan las bases para tun futuro cambio de estructura en el régimen de tenencia de la tierra. Unidas al Litoral por un estrecho corredor que los fortines protegen del indigena, las provincias del Interior han desarrollado una actividad eco- némica determinada en yran parte por las condiciones naturales de la regién y que alterna una agricultura de oasis con la explotacién intensiva de la ganader Esias provineias (unas en mayor medida que otras) han conocido, gra- cias a su relacién comercial con el Alto Pers, 6pocas de esplendor transfor- mado luego en paulatino deterioro al declinar aquel centro y erecer 1a importancia de las dreas atlinticas; alejadas de los puntos de contacto con el mereado externo, enearecidos sus productos por un transporte costoso 38, En 1855 Ie ciudad hobia erecide y se componia, de unas 20 manzanas. de eaverias “bien eoncluidos”; contaba con tres plazas, una imprenta y un perdi llamado La Conjederacién; poseia un teatro y una compafia dramatica, almace nes, algunos tan suntuosos eomo Tes: porteios, dos xegulares hoteles, dos cafés “montados mitad a la gaucha y mitad a la francesa”, wna libreria, una sastee- ‘ly militar y muchos talleres de artesanos prineipalmente piamonteses. cana del Oeste” al decir de los visjeros. i i y lento, basta comparar precios en Buenos Aires para sospechar el drama que afrontaban sus articulos ante la competencia i tinados al consumo interno. ee De esta situacién de estancamiento, I " e estancamiento, Ia regién se sepondria a mediados de siglo tomo resultado de la expansim del érea del Pacifico parcialmente Yenlads con 7 a californian; y si bien es Ia zona andina la mis favorgcida, los efectos benéficos de esta coyuntura aleanzaton ener a todas las provinefagum™ aleanzaron de un modo 24, Tos siguientes datos sobre el comereio de In provincia de Salta, pese a no set in eable nis mae favoreidas por Ia epanién dl Pai musta sm gol amet oi 5 obsérvese el desnivel entre exportacion Exportaciin «Batis a Pao Pain rl hurts “Mindies 5 Jute“ Nlntees $ Jet Maden ws sg to naw ane a a ie a ee 148 108.167 a7 8 02 4.440, 2 1849 195.210 BT 150 t ‘50 ime og nm ow wl was suune ase we mas ise “erry HE mous stam a8 wi ma'am eh Inpoicin ws arm “7588 00 or ee wo ome ame we eae we ue om nae oe mae FS os twa “ae 1 to tame ae ars ea ee a ee, ae Pe fet ea ss eae a Sci dn ton de Dine Usandvrs, min del psi sate y coder Aes dt len dlion ence nan 908 De eb lo rns y elt tr ras de hae chocolate. eafe Ios tambrers pj La ates de ene Sea intern rs lagna en pi con no eee uteri de mds ere infec tee a ewan qe teprtan Ess et thes Sh ont : a Say a tore ier. OS Chile es ahora excelente mercado y sus centros mineros absorben un mimero creciente de vacuios para consumo y mulares para transporte, estimulando con rapider la produccién; al mismo tiempo, el fendmeno afecta al sector agricola, promoviende el aumento de potreros artificiales para deseanso de Ia hacienda antes del eruce dificil de la cordillera y reactivando la produccién de frutas secas y orejones que llegan aun a venderse en California. El mayor rendimiento consiguiente de la tierra desperts, como podia esperarse, un movimiento hacia Ia concentracién de la propiedad; ya he- ‘mos visto algo similar en el Litoral y Buenos Aires pero a diferencia de aquellas zonas, cuyas grandes extensiones disponibles y bajos porcentajes relativos de poblacién, facilitaron el desarrollo pacifico del proceso, aqui la tendencia generé fuertes tensiones pues la tierra explotable era siem: pre muy eseasa para a numerosa poblacién, Ventas de fraeciones comu- nales y expulsién de pueblos indigenas son episodios frecuentes de la época en que se afirma el individualismo agrario y que habrin de reper- cutir en el plano politico al arrojar en brazos de caudillos reivindicadores tun mimero ereciente de hombres despojados. Sin embargo, la resistencia y los reclamos no frenaron el proceso de con- centiaciéry, favorecido por la autoridad politica y alentado por la renova. da actividad. La consecuencia inmediata de la situacién externa y de los cl valor de la cifra comparada de las exporta- iguiente proviene de que en 1853 se exportaron fico La gran diferencia que existe ciones entre el afio 1853 y la 11.230 mulas en tanto que en 1854 no se exportaron mis que 4.280 lo que diferencia de 6.750, En 1852 la exportacién fue de 7.551. Con el océano Ps la importacién de Salta consistia en mercaderias; Ia exportacién en oro y plata amonedada o en barra. La plata en barra alcanzé la suma de 14.391 marcos en ‘estos diez afios. Provenia de algunas minas débilmente explotadas de Salta, Jujuy ¥ Catamares, Los otros productos de Salta no podian ser conducidos por Ia cor- Gillera,.. las mereaderias que venian del Pacifico eran articulos de “fabricacién europea’. En Io que respecta al comercio entre Salta y el Litoral argentino ‘los articalos de exportacién han sido Gnicamente eueros #ecos y curtidos Y pieles de chinchille, La importacién ha consistido en efectos de manufactura extranjera y yerba, El total del comercio general de Selta durante esto periodo ha sido en ira In exportaciin y de 2.291.726 el contraband que ha tendo gar yl mente estas cifras a 238.461 para la exporlaci6n y 324407 para la importacién. provincia estaria obligada a disponer de mis de 80.000 pesos de su capital.” TLos datos han sido tomados por Martin de Moussy del Nacional argentino del \dos en su obra La Confidération Argentine, Paris, 1° de marzo de 1856 y publi 1860, pigs. 273-75, 52 esortes puestos en juego en las provincias fue el sensible ascenso econi rico delos sectores altos y medios urbanos vineulados con el eomercia = con el aspecto negative de sordos resent rrdos resentimientos sociales que comen- zaron a gestarse. a. Frente a la moderada prosperidad de que di i nte a la mo rrosperidad de que disfrutan los sectores privad |e situacién financiera del Gobierno ofrece abierto contraste yor une serie de razones que trataremos de examinar fis ore 4 de examinar en sus aspectos més impor- Uno d ellos se ‘incula con el sistema de ingresos del Estado, cuya fuente Principal es, como en Buenos Aires, la recaudacién aduanera que carge el mayor peso sobre la importacién; pero si bien la aduane portese Proporcionabe ee sumas mediante este mecanismo, no suesdia lo mismo en la Confederacién, sea por su precaria organizacién 0 por 7 Imenores voimenes introducids, Certo esque los sectors alts ala regién aumentaron sus ingresos —como ya se ha sefialado—~ y probable. mente también sus consumos, pero a diferencia de la provincia, dende existe niveles meds también Prdspers eapaces de absorber tn volu men creciente de articulos importados, en la Confederacién no alcetoaron 4 constituirse como fuerte grupo adquisitivo, oes El gobierno traté de subsanar él problema mediante Ja creacién de otros impuestos, tales como la contribucién territorial y el de patentes, pero cen ambos casos fue claro que no se deseé incidir sobre los sectores ruvsles productores mis pudientes y si en los urbanos y comerciales medios 7 Pequefios; como podia preverse, el sistema funcioné mal y esto indujo a buscar mtevos mecanismos financieros entre los que cabe citar la em sién de papel moneda y Ia contratacién de empréstitos; el recurso de ssmenier toe gravimenes a Ja exportacién no fue utilizado en ningin crmatrsnoe fal ex por razon ideoldgicas que por problemas de La Confederacién ensayé entonces su propia emisién, confiada en el sjemplo de Buenos Aires cuyo papel moneda circulaba con toda ecmodi- lad pese a Ia falta de respaldo metélico pero, ante Ia sorpresa de Tos mismos creadores, ya a fines de 1854 se tuvo que admitir el fracaso de la idea. Sin un gran movimiento comercial que favoreciera la cireulacién sin Ja tradicién que existia al respecto en Buenos Aires y sin apoyo de rentas que sustituyeran como en Ia provincia Ia falta de respaldo me Tico, Ia moneda impresa no fue ac ee nas ls moneda impresa no fue aceptada y debié retirérsela de cirew. ‘racasado el ensayo, se recurrié al expediente de contratar empréstitos ine Sabwanar el eaedo de inolvencia reciente; José de Buschenthal, en abril de 1855 y los banqueros Trouvé.Chauvel y Dubois en setiembre del mismo afio fueron autorizados para buscar capitales curopeos destinados a financiar proyectos, establecer un banco y cubrir los gastos de la admi- nistracién; como el plan no tuvo éxito, en mayo de 1856, el gobiern vendié bonos de aduana por valor de 300,000 pesos fuertes al empresario espafiol Esteban Rams y Rubert y recibié el equivalente de 250.000 pesos en moneda bolivian, y on 1857 abtevo del gobierno basleio otros .000 pesos fuertes, consiguiendo ademés instalar un Banco en Rosa- "oy iia dl de Ma conn cpt nil de 80000 poss fare, Pero estos recursos sélo traian un alivio temporario y multiplieaban en cambio los compromisos de la administracién, agobiada por el importante aparato burocrético que debian mantener para justificar la imagen de tn Estado constituido; en tales circunstancias se aprobé la ley de derechos diferenciales que entré en vigor a principios de 1857 y cuyas eonseew “cias fueron a corto plazo mas politicas que econémicas. La medida que buscaba atraer el comereio extranjero directamente a Jos puertos de la Confederacién para aumentar su recaudacién aduanera y al mismo tiem- po disminuir Ia portefia, tuvo resultados contraproducentes durante los porisn tore bane mea, satllina he pita thd dios te boy te una 4.8. lee del Banco Naso crndo por ley del Conse General Cnsayente del eee nih abe ‘9 de diciembre de 1853. 54 dd primeros meses de aplicacién: el niimero de articulos que eatraba en forma directa decrecié vertiginosamente y con ello los ingresos del Esta- do; Ia crisis mundial de 1857 que afecté ¢l movimiento comercial y finan. ciero, los recaudos tomados por las casas importadoras portefias y Ia suspensidn do derechos a lus productos importados establecida en repre- salia por el gobierno portefo, invalidaron de hecho la ley coniederada; de alli que muy pronto se viera la necesidad de complementarls con otra relativa a los derechos de exportacién que se rebajaron en un tercio siempre que no se_utilizara Ia intermediacién de Buenos Aires y Mon. tevideo. Suspendido el ensayo en 1859 a raiz de los acuerdos celebrados con Buenos Aires, en el corto tiempo de su vigencia los resultados fueron eseasos en lo que respecta a sanear las finanzas del Estado; tuvo en cambio consecuencias indirectas al desviar parte del trifico internacional hacia Rosario y es curioso sefialar eémo la medida, inicialmente divisio- nista, termin6 por favorecer Ia unifieacién econdmica con la ercacién de tun segundo centro portuario, nexo obligado entre el Interior y Litoral."™ %. Comienzos de Ia modernizaciéa econdmico-social: colonizacién, transportes Si bien se ha caracterizado a la década posterior a Caseros como un periodo de transicién en el proceso expansive y modernizante que experi menté el pats en la segunda imitad del siglo pasado, es posible encontrar ¥A entonces algunios elementos que lo anuncian y que se vineulan por otra parte entre si, Si atendemos a la agricultura del cereal que se inicia en esa época, vemos que se relaciona con las experiencias colonizadoras y las primeras modi. ficaciones en el sistema de transporte, factores todos ellos ligades con el proveso de modernizacién, 15. De Ia comparacién entre los gastos del gobierno de la Confederacién y los recursos de que disponia se deduce el estado de déficit permanente en que se debatia la administraciin: Gastos Recursos ass, 200.445 1186 2s 1887 2ar7889 1858 2aTT057 39 Don sae 2525.00 Es interesante subrayar que en los presupuestos de los aiios 1855 y 1856 alrededor dle 1.800.000 pesos se destinaban a gastos de guerra y deuda cxigible de modo aque los saldos para atender las necesidades presupuestarias eren muy reducides 55. En realidad, la agricultura no es una actividad nueva en el pais; existe desde siempre en el Interior, y aun en el Litoral y Buenos Aires se ha producido en forma permanente aunque su importancia haya sido peque- fia comparada con las actividades ganaderas. Pero hacia mediados de siglo hemos visto desarrollarse en Bucnos Aires un cinturén de quintas, favorecido por la europeizacién y cambios consiguientes en las pautas de consumo ciudadano, como también proliferar por razones similares Ios establecimientos tamberos. A esta diversifi se agrega otro hecho vvinculado con la expansidn del ovino; dadas las caracteristicas especiales de su explotacién, apoyada en unidades de pequefios o medianos propie- tarios de majadas, promovié junto con las actividades anteriores la for- macién y ascenso de sectores medios rurales en contraste con el claro afianzamiento de los aspectos tradicionales vinculados con la cria del vacuno, Cambios en el consumo, europeizacién, crecimiento urbano; todos indicios de una modernizacién en marcha tanto como los primeros kilémetros de vias y la ampliacién de comunicaciones telegréti En el resto del pais las trausformaciones son menos espectaculares, y no pasan en su mayoria de proyectos oficiales que tropiezan con dificul- tades financieras para ser llevados a la practica; una excepcidn la cons- tituye la experiencia colonizadora que alcanzé a coneretarse en pequeiia AGENTIN HL gOS CB LZ= a) GL GABLEMAS BAGS No ne lave Ge elie He cnn Piso 9 ns WE a nt ft eatin oa et spt (BPoviontes que face present. Bmade Gown 2 Blox Le. Lotche Comte Fic. 4.9. Bono de Adaana de In Confederackin Argentine, escala y eché en la provincia de Santa Fe las bases para un muy notable cambio a corto plazo. De ideas mis progresistas que el portefio, el Gobierno Nacional se esfor- 26 en impulsar la expansidn agricola desde 1853. Ese afio se aprobé el contrato firmado por el gobernador de Corrientes con el doctor Brougnes para radicar en la provincia inmigrantes agricultores, que se insta- laron en 1855; en 1856 Hegaron a Santa Fe las primeras familias suizas que dieron origen a la colonia Esperanza y un aiio més tarde el general Unquiza fundé en Entre Rios Ja colonia San José, Si bien la primera fracas6 a corto plazo y en Entre Rios el movimiento tuyo una vitalidad limitada, por razones vinculadas con la estructura de la propiedad, en Santa Fe la experiencia inicial fue el primer paso de un proceso colonizador de extraordinaria pujanza. Y aunque el cam- bio es todavia muy pequefio y no puede hablarse de expansién cerealera en gran escala, cierto es que en Santa Fe aparecen durante esta década actividades diversificadas donde antes s6lo existia el desierto. Vale decir que nos encontramos ante las bases de una futura moderniza- ci6n, tanto en Io que respecta a modificaciones en la actividad agrope- cuaria, como a la aparicién de sectores medios rurales y al aumento de Jos centros urbanos. Al afianzamiento en todo el pais de los grupos altos, vinculados con Ja actividad ganadera, se agrega en algunas regiones un elemento nuevo en la estructura social: los sectores intermedios, cuyo crecimiento ts favo- reeido en los centros urbanos por la expansién comercial y en Ia cempafia por el desarrollo de actividades agricolas diversificadas. A estas modestas transformaciones se afiaden otras, también pequefias, en el sistema de transporte, que influyen para que las distancies entre las diferentes regiones se tornen mas cortas y seguras, ‘A mediados del siglo, dos sistemas coexistian en el pais: el terrestre, a cargo de caravanas de carretas y mulas, y el fluvial, més importante en niimero y en adelantos téenicos en la medida en que ya surcaan los ios huques de vapor junto a los de vela."* La novedad registrada en la 16. Un barco norteamericano de 120 centimetros de calado, el “William Pearce”, inicié las comunicaciones regulares @ vapor; fue comprado en 1851 po: el go. bierno de Montevideo y rebautizado “Rio Uruguay". Naufrago en el rio Para. guay en 1858 después de haber abierto la ruta a otros vapores: hacia 1860 una ecena de embarcaciones de vapor comunicaba diariamente a Montevideo con década se produce sobre la Base de los elementos ya existentes que empie- zan a funcionar de un modo complementario empalmando la via fluvial con la terrestre del Interior en el puerto de Rosario.”* El empleo mixto de ambos medios abarat6 los costos generales de las mercaderias entradas y salidas, fue importante factor de crecimiento de Ja ciudad santafesina y, aunque el volumen de intercambios no alcanzé grandes niveles, contribuyé a unificar el sistema comercial del pais pese 's los conflictos politicos, conservando el papel principal a Buenos Ai- “res y el de puerto imtermedio al de Rosario. Al ocuparnos de la ley de derechos diferenciales ya nos hemos referido a esta tendencia centra- © se estrell6 todo esfuerzo orientado a destruir Ja hegemonia portefia, Es importante sefialar también que la puesta en marcha de este mecanis- mo de utilizacién mixta se vio favorecida por el ascenso de los sector comerciales del Interior, que dispusieron de capitales suficientes para man- mero suficiente de carretas en funcionamiento regular y pe manente. También progress en esta época el sistema de transporte de Personas, para el que se organizaron en Buenos Aires y la Confederacién empresas exclusivamente destinadas a este fin.” Buenos Aires, Rosario, Parana, Corrientes y Asuncién. Lo mismo ocurtia por el Fio Uruguay hasta Salto. Otro servicio, subvencionado por el gobierno, surcaba el Uruguay, el Paranacito y el Parané, desde Concordia a Corrientes, tocando Salto, Paysandé, La Calera, la colonia francesa de San José, Concepcion del Lis. guay. Fray Bentos, Gualeguaychi, Las Higueritas, Gualeguay, La Victoria, Rosa rio, Diamante, Parand, La Paz, Esquina, Goya, Bella Visa y Corrientes. Tomado de M. de Moussy, op. city pigs. 51374 17. Se ha ealeulado que la ruta entre Rosario y Cérdeba movia por ese entonces alrededor de 20,000 toneladas anuales mediante el empleo de unos 8000 vehicu. los, Gitados por H. G. de Torres en La Argentina antes de la inmigracién masiva op. cit, pig. 63. 18, Entrada y de pasajeros por puertos de la capital: Brurada Salida 15, 153 sou 156 16As6 sre 187 13746, sais 1158 156510, amma 1159 oni east . 1860 16057 A546 1861 16898, 6582 Registro Estedistco de te Replica Argentina 19, A la empresa que atendia con servicios de diligencias a todos los puntos habi tndos de Ia provineia de Buenos Aires se la denominaba “Mensajerias Argenti 5A Ahora bien, aunque mejorado, el sistema era costoso, lento y caro, y p dicaba a los productores més alejados de los centros de comercializacié se explica por lo tanto Ia actitud favorable a la construceién de ferrocarri- Jes, que petunitia esperar, a mas de una baja radical en los fletes, rapide © independencia de los factores climéticos, De las dos iniciati que suzgen en Ia etapa, una corresponde al Estado de Buenos Aires con el ferrocarril Oeste que ingugura sus servi- cios en 1857 en una extensién muy’modesta. Lq-linea se construyé con capitales privados ™ y dejé buenos heneficios desde el principio, pues las zonas de quintas, tambos, explotaciones cerealeras'y del ovino Ie prapor- cionaron carga suficiente como:para que la empresa fuera rentable. nas y alas de la Confederaciin “Nacionales Inciadoras” por su caréterpio- nero. Con isa se etableiS una linea regular ye tevortia en fechas ier tea presa tenia su sede en Rosario de donde parti el primer servicio con deine a Céoba que se componia de una diligencia cada 18 das. Cad galore concucie de 14.2 17 personas ‘con todo lo necesrio para su slimentaciin durmate el ge ¥ 4 tiempo mivimo empleado era de 10 dias « Mendoza 3-4 Carduie, yartinds te Rosario; 6 de Cordoba « Santiago; 2'de Santiago a Tucamin; 6 de Nsonia Salta; 2 de Mendoza a San Juan; 2 de Rosario Sania Fe 20. Los primeros integrantes de In empresa del ferrocarril del Oeste fueron Gowland, Lavaltol, Balhin, Van Prat, Guerrico, Larroudé, Rams. y Mir6. Fie, 4.10. Estacion 11 de Setiembre y plea de las caretas (Archivo General de Ta Navin) El gobierno de Parand abord6 un plan més ambicioso: el de unir Rosario con Chile, vale decir que el proyecto no contemplaba usufructuar regiones en actividad —por otra parte inexistentes al modo portefio— sino abrir posibilidades a zonas desérticas a Ia par quc accrear a las més alejadas, Dada la dispersisn de los centros poblados, el iinico modo rentable consis- tia en completar etapas largas, uniendo puntos tales como Cérdoba y Rosario, lo que al mismo tiempo crearia condiciones favorables de pobla- miento en zonas intermedias. Las bien conocidas dificultades financieras del Gobierno conspiraron contra la realizacién del ambicioso proyecto, puesto en piactica sélo en la década posterior; aunque se comenzé a planearlo en 1855 con el asesora- miento del ingeniero norteamericano Allan Campbell y mas tarde con el de Wheelwright —que ya habia construido el primer ferrocarril chile- no—, las negociaciones para obtener financiacién extranjera quedaron detenidas en los tiltimos afios de la division por complicaciones politicas y sélo fueron reanudadas Inego de Ia unificacién, fasta los progresos fueron entonces pequefios; en materia de cre- mleno ferovirie Te dniea Tinea del Oeste legaba sélo a 39 km Iuego de los 10 iniciales; las colonias todavia luchaban duramente para sobrevi- vir y la gran expansién agricola apenas podia sospecharse: son los timidos primeros pasos de todo comienzo y asi deben evaluarse tanto como los cambios a nivel de la estructura social; aspectos de una clara tendons roderniane Induce por sasones Keolopet y ceonbaoss que wrefiguran al mismo tiempo con suficiente claridad Ja imagen de un pais Cenralizado y con profundes desequilibrios regionales, que el triunfo de Ja Tinea liberal portefia acclerd después de la unificacién, 3. EL CONFLICTO: ALTERNATIVAS EN EL EQUILIBRIO POLITICO En marzo de 1856, con Ja denuncia de Ios tratados que aseguraban el ‘statu quo entre la Confederacién y Buenos Aires, ambas partes inieiaron una compleja red de maniobras que ahondaron la divisién y prepararon el terreno para un enfrentamiento hélico. A las medidas hostiles en el campo econémico se unis un febril movimiento diplomético ante las grandes potencias con el fin de lograr el reconocimiento, lucha esta en que Buenos Aires, favorecida por su situacién econémica, invalidé en parte Jos esfuerzos del gobierno nacional por cerrarle el camino del recono: miento de su personalidad internacional. Los muchos intereses comerci les extranjeros alli radicados influyeron para que a fines de 1857 Francia estableciera relaciones con los portefios y para que Inglaterra y los Estados Unidos mantuvieran una actitud ambigua que, sin Iegar al re- conocimiento, perjudicaba las aspiraciones de Parand. La existencia de grupos extremos, partidarios en Buenos Aires de la sece- sidn total y en la Confederacién del uso de Ia fuerza para incorporar a la provincia rebelde, enrarecfa el ambiente con ataques virulentos; Urquiza buseaba a principios de 1859 la alianza brasilefia y paraguaya para aplastar el movimiento separatista y el'doctor Valentin Alsina, gober- nador de Buenos Aires desde 1857 y su enemigo personal, dictaba en febrero de 1859 el decreto de represalias contra la ley de derechos 61 diferenciales. La guerra era un hecho inevitable y se apresuré més atin con el problema de la sucesién presidencial en la Confederacién, que desaté en Parand y les provincias una sorda lucha entre los dos candi datos principales, el vicepresidente del Carril y el ministro del Interior Derqui y sus respectivos partidarios. La situacién entre los candidatos se definié al estallar una crisis en San Juan, disolviéndose alli también las tenues posibilidades de entendimi to entre Buenos Aires y la Confederacién. El con un enfrentamiento entre el gobernador Mai Saturnino Laspiur, ambos de tendencia liberal y simpatizantes con Ia ‘candidatura de del Carril, y el comandante militar de la zona, general Benavides y culminé con el encarcelamiento de este dltimo en setiembre de 1858 bajo la acusacién de conspirar contra el gobierno. De inmediato se decreté Ia interveneién, pero ante Ia re i designados por Urquiza y dada la urgencia de la situacién, del Carril nombré al ministro de guerra José M. Galiin y a Baldomero Garcia con expresas instrucciones de sacar a Benavides de San Juan bajo la protec- cién del gobierno nacional. Desafortunadamente la comisién Hegé tarde y junto con el asesinato de Benavides se desvanecié también Ia candida- iura del vicepresidente, al hacerse sospechoso ante Urquiza de complicidad con el niicleo liberal su ministro Derqui y el general Pedernera intervinieron la provincia, encarcelaron a sus autoridades e impusieron como nuevo gobernador a José A. Vira- sor0, oficial del ejército correntino. El orden quedé asi restablecido aun- que el suceso tendria mas tarde funestas consecuencias, Derqui fue electo presidente con el aval de Urquiza y parecié consolidarse la posicién de los grupos extremos. Sélo Cérdoba, Santiago del Estero, Tucuman y Jujuy levantaron su voto de protesta ante el procedimiento empleado en la provincia sanjuanina e igual suerte que del Carril corrié el candi- dato a Ia vicepresidencia Marcos Paz, vencido ampliamente por Peder- nera con el apoyo del general Urquiza. A la situacién financiera de la Confederacién se agregd entonces Ja incidencia de los acontecimientos politicos para apresurar el estallido del conflicto armado y el 23 de octubre de 1859 los adversarios se enfrentaron en Cepeda. En la batalla las fuerzas de Buenos Aires al mando de Mitre fueron derro- tadas aunque no destruidas por completo, Urquiza avanzé hasta Sen José de Flores donde se firmé el armisticio el 11 de noviembre con Ta mediacién de Francisco Solano Lépez. La renuncia previa del goberna- 62 l dor Alsina y las condiciones establecidas en el pacto permitian esperar un arreglo definitivo; Buenos Aires se declaraba parte de la Confedera. cién obligindose a verificar su incorporacién mediante la aceptacién y jura solemne de Ia Constitucidn Nacional; para ello y dentro de los 20 dias siguientes a la firma del convenio, convocaria a una Convencién Provincial que examinaria la Constitucién de 1853, Por su parte Urquiza acepts que “si la Convencién manifestara que tiene que hacer reformas en la Constitucién mencionada, esas reformas serén comunicadas el Go- bierno Nacional para que, presentadas al Congreso federal legislativo, decida Ja convocacién de una Convencién ad hoc que las tome en consi- deracién y a la cual la provincia de Buenos Aires se obliga a enviar sus diputados con arreglo a su poblacién, debiendo acatar lo que esta ecnven- cidn asi integrada decide definitivamente, salvindose la integridad del territorio de Buenos Aires, que no podria sér dividido sin el consentimien- to de su Legislatura”. Por otros articulos se convino que, en el interin, Buenos Aires no man- tendria relaciones diplomiticas de ninguna clase; que todas las propic- dades de la provincia seguirfan bajo su jurisdiecién, excepcién hecha de Ja aduana que pasaba a la esfera nacional, garantizando la Nacién a la provincia su presupuesto de 1859 hasta cinco afios después de su incor- poracién, para cubrir sus gastos, inclusive su deuda interior y exterior. Los restantes articulos se referfan a la vigencia de las leyes provinciales, In evacuacién del ejército de suelo provincial y la ratificacién de la elec. cién presidencial. En los meses que siguieron y luego de un primer momento de desecuer- dos, se observé una politica favorable a la unién, a la que no fue ajena la figura de Mitre; el recién electo gobernador de Buenos Aires declaré en el mes de mayo de 1860 su decisién de incorporar 1a provincia a la nacién y comisioné a Vélez Sarsfield para discutir con el gobierno de Parand las modificaciones a la Constitucién de 1853 propuestas por los convencionales portefios. De estas gestiones resulté el Convenio firmado el 6 de junio en él que se aceptaba la obligacién de residencia minima de tes aiios pedida por Buenos Aires para los convencionales quo representaban a las pro: vineias,-y se establecia que la aduana seguiria en manos del gobierno provincial hasta que la provincia se uniese oficialmente al Congreso y el cuerpo promulgase nuevas disposiciones; a cambio de ello se subsidiaba ala Confederacién con un millén y medio de pesos papel por mes, reem- bolsables cuando el convenio fuese ratificado, 63 Buenos Aires sacé partido de la desconfianza que hibiles intrigas crea- ron entre Derqui y Urquiza y consolidé en las negociaciones la autonomia que parecié haber perdido iuego de Cepeda. El episodio y la rivalidad crecivme de los grupos politicos que respon dian respeetvamente al presidente Derqu, 8 Urquiza y al gobierno de Buenos Aires encubrian otra ver una situaién exploiva que sleas iimensién nacional durante el perfodo previo a las elecciones para con- enclose, ‘x quanta grupo tuo de reper wr eneiion San Luis y San Juan respondian al presidente Derqui; Entre Rios, Corrientes, Santa Fe, La Rioja, Catamarca y Mendoza estaban bajo la influencia de Urquiza, y los portefios contaban con el apoyo de Santiago del Estero, Tucuman, Salta, Jujuy y Cérdoba. La lucha asumié diversas formas; desde el desconocimiento de Ia autori- dad nacional como en Corrientes (apoyada por Urquiza) hasta rebeliones internas, enyo caso més dramético ocurrié en la provincia de San Juan ¥y culminé en el asesinato del gobernador Virasoro en noviembre de 1860. A i i jido demostrada La complicidad portefia en el sangriento episodio no ha sido de modo fehaciente, aunque la muerte de Virasoro desperté une ola de entusiasmo entre los elementos ‘‘duros” de Buenos Aires y Ia toma del poder consiguiente por el grupo liberal sanjuanino no podia més que beneficiar a la provincia en el juego politico que se avecinaba en el Congreso. Fo, 4.11. Vista de Ia estancia del general Urguiza. Litogratia de L. Pallitre (Archivo General “de Ie Necién) 64 Sin embargo, al Hegar la noticia del asesinato, la intervencién a la pro- vineia fue apoyada por Mitre, que se encontraba en Entre Rios, designan- dose para el cargo a Juan Sia gobernador de San Luis y como auxiliares a los earaneles Paunero y Conesa, hombres de Ia confianza de Mitre. El recién electo gobernador de San Juan, doctor Antonino Aberas‘ain, se mostré dispuesto a aceptar la intervencién siempre que ésta fuera paci- fica como habia sido convenido entre el presidente y el gobernador de Buenos Aires; pero el 25 de noviembre la renuncia de Ios comisionados portefios por desacuerdos de iiltimo momento cambié por completo el Panorama y la intervencién pacifica dio lugar al empleo de Ia fuer- a; los liberales resistieron y el 11 de enero %e libré la batalla en la Rinconada del Pocito donde pereeié la mayoria de los sanjuaninos y fue ejecutado Aberastain, Las instrucciones de Derqui, autorizando el empleo de la fuerza, y las intimaciones de Urquiza precipitaron este desenlace, pese a las segur dades que el mismo Derqui habia dado a Buenos Aires sobre Ia protec- cidn que se prestaria al grupo liberal. Los énimos volvieron a caldearse y con la renuncia de de Ja Riestra y Pico Hegé a su fin la participacién portefia en el gobierno nacional. Poco después las respuestas a la nota eursada por Mitre a las provincias con fecha 6 de febrero solicitando se condenara Ia actitud de la intervencién, dieron Ia medida del estado de Jas fuerzas: Cérdoba se mantuvo neutral; Santiago del Estero, Tucuman, Salta y Jujuy enjuiciaron al gobierno de Derqui, mientras que las restantes no se adhirieron a la censura, roximaba Ia fecha de Ia incor- En este clima de tensién creciente se poracién portefia a la nacién, y la provincia eligié sus representantes al Congreso conforme con la ley local; Derqui habia garantizado la acepta- cién de tal temperamento. El Cuerpo debfa resolver una serie San afios ¢ ewestiones espinosas: situacién de , admisién de representantes correntinos que no contaban con los ’imos de residencia, problemas de aranceles relacionados con Ia, garantia asegurada a Buenos Aires por los pactos del 11 de noviembre y 6 de junio y admisién de los diputados portefios: se comprende ficil- mente que las tres iiltimas estaban estrechamente conectadas, ya que la mayoria del Congreso determinarfa 1x Tinea politica y econdmica del pais. La lucha se entabl6 por lo tanto en torno de'las bancas de la Camara de Diputados. Ante la mayoria liberal era previsible la expulsién de algunos delegados urquicistas que no Tenaban el requisito de residencia, situacién tanto mis 65 seguida por una alianza portefia con el evitar Ia incorporacién neutralizando a oficial del Congreso y asf se hizo en las grave para este grupo si er presidente Derqui; era preci Buenos Aires antes de le reut Cinsenes Resonstrbecién de I Epoch (Archivo Generate Ia Nein). 89 educacién y finanzas; la creacién de la Contadurfa General de la Nacién? de la Direccién General de Aduanas y del Banco Nacional * se vinculan con el diltimo sector y contribuyeron por distirtas vias a sostener Ja politica del Ejecutivo, En resumen, puede afirmarse que el nuevo orden juridico, administrative ¥ econémico implantado por Ia ideologia liberal esta en el origen de nuestro sistema de poder claramente concentrado, pese a las normas cons- fitucionales que lo distribuyen en forma tripartita, y de ello habrian de derivarse variadas consecuencias. Sin abrir juicio sobre métodos y oportunidad, permiti6 al Ejecutivo res- tablecer con rapidez el orden interno necesario para Ja puesta en marcha del plan de modernizacién y apresur6 la unificacién del pais a pesar de que ello costé su autonomia real a las provincias; en compensacién am- pliaria el grado de participacién politica de elementos del Interior vin- culados con el gobierno nacional en detrimento de los sectores portefios que pierden el control inicial. El proceso se acentiéa durante la presiden- cia de Sarmiento y culmina en 1874, con la eleccién de Avellaneda apo yado por grupos provineiales constituidos ahora en las fuentes princi pales de poder en reemplazo de la tradicional hegemonia ejercida por Buenos Aires. Si bien la tendencia centralizadora no fue afectada por el cambio, puesto que estos hombres-nuevos resultaron sus més entusias- tas propulsores, es facil advertir qué su influencia se relaciona muy de cerca con la incorporacién de ciertas zénas mediterrdneas a los beneficios del sistema hasta entonces reservados a a regién del Litoral: es el caso de Tucumén y la industria del azicar protegida por leyes especiales y sostenida por el erédito y Ins inversiones del gobierno nacional. 4, El problema de Buenos Aires Con Ia victoria de Pavén, Buenos Aires asumié la direceién de los de del pais, trasladando al mismo tiempo el centro poli su ciudad capital a la par que aseguraba el triunfo de | el partido federal, que perdié no silo el poder nacional sino también los provinciales, excepeién hecha de Entre Rios. 2. Ya existia en 1862; sus atribuciones fueron reglamentadas por la ley 428 en el ao 1870, 3, Por ley 581 del aio 1872 el Banco Nacional fue autorizado a operar y emit hilleles; se tratabe de una sociedad con predominio de capita: privado. En 1191 se funslé el Baneo de Ia Nacién Argentina procediéndose a la liquidacién sel anterior, La posterior instalacién del Gobierno Nacional parecié ratificar su hege mon‘a, al ocupar la primera magistratura uno de sus representantes mas ilustres, pero en realidad la eleccién del general Mitre entrafiaba un gra- ve peligro para las ambiciones de la provincia y los primeros conflictos no tardaron en producirse. Dentro del pensamiento liberal el presidente representaba la posicién nacionalista que colocaba a la Nacién por enci- ma de los intereses de los Estados que la componian, en oposicién al pensamiento autonomista con el que ya habia disentido al discutirse a constitucién de la provincia. El asiento de las autoridades nacionales provocaria el primer enfrenta- miento, y Ia solucién de compromiso que permitié superarlo de momento sulta de un equilibrio de fuerzas entre las partes en litigio, ya que si jen In fereralizacién no fue aprohada, por ley del 1° de octubre de 1862 se acordé que las autoridades nacionales residirian en el municipio de la ciudad de Buenos Aires hasta que se Megara @ un acuerdo sobre la capital permanente, conforme con los términos ofrecidos por la legislatura d= la provincia; entretanto, el arreglo tendria una duracién de cinco afios. Pero, aunque pospuesto de este modo, el problema de la capital perma- necié como el principal factor de irritacién en las relaciones entre el Estado y Ia provincia pues su posesién constituia una de las bases més firmes de poder econémico y politico sobre el pafs entero, Fic, 4.21, Primera Exposiciin de In Producida Nacional. Céndobe, 1841-1672 (Archivo Ge hneral de Ta Nachin) a En la refiida contienda que se produce entre nacionalistas y autonomistas con motivo de las elecciones de 1864 se ve muy bien la importancia que ambos sectres le asignaban, pues desplegaron todos los meds dispon bles para lograr un triunfo que decidirfa, por simple euestidn de mayaria parlamentaria, Ia situacidn futura de la ciudad portuaria, Vencedores los primeros en la consulta nacional no pudieron, sin embargo, romper Ia maquinaria autonomista en la provincia ni impedir que Adolfo Alsina asumjiera la gobernacién en 1866. El problema continué entonces sin so- Iucién definitiva hasta 1880. Las propuestas de trasladar la capital a Ro- sario y Villa Maria, presentadas en 1869, 1871 y 1873 fueron vetadas por Sarmiento y el gobierno se mantuvo en calidad de huésped de la provincia, sin autoridad sobré el municipio que habia devuelto en 1867 E] Gobierno Nacional se encontraba pues en una situacién de dependen: cia frente a la provincia, agravada por la falta de autonom‘a financiera edida en que el poderoso Banco de la Provincia conservaba el mo- enla nopolio monetario; sin embargo consiguié al cabo afianzarse . el poder de Buenos Aires. Ya hemos visto que uno de los mecanismos uti lizados fue la alianza con estructuras provinciales previamente transfor ‘madas en sus lineas politicas; otro paso destinado a quitar el control a la provincia, esta vez en el aspecto financiero, lo constituyé la creacién del Banco Nacional en 1872. Aunqu itucién encontré dificultades para ‘cumplir con su papel regulador de emisiones y eréditos en el dmbito de la Repiiblica, en gran parte por la politica adversa del Banco de la Provin- cia, contribuys de algin modo a romper el monopolio portefio. Pero sera en el exterior donde el gobierno encontrar el apoyo necesa independizarse de la provincia por la via de sucesivos empréstitos; cuan- do examinemos este tema comprobaremos el importante papel que desempefié este tipo de ingresos en el mantenimiento, de Ia maquinaria estatal y en especial en el perfeccionamiento y modernizacién de las fuerzas armadas, de cuya gravitacién en el proceso de centralizacién ya nos hemos ocupado, De alli que cuando por fin el control econdmico y ico de Ia nacién pasé integramente a manos del Estado el pr pagado resulté muy alto, no sélo porque en términos cuantitativos 1a deuda externa habia erecido en forma desmedida sino porque la afirma- ién interna del Gobierno Nacional fue comprada al precio de una de- pendencia mas estrecha del pais entero frente @ distintos organismos extranjeros. 5. Modernizacién juridica y politica. Los cdigos ido en este perfodo aleanzs EI proceso de modernizacién general i ‘i ; en lo que respecta a Ia divi también a Tos aspectos jurfdicos y pol 92. sién de poderes establecida por la Constitucién, se pone en préctica a partir de 1862 cuando se procede a instalar el Judicial con Io que se completa el sistema tripartito. En paginas anteriores nos hemos referido a la organizacién que adopte Ia justicia, sus atribuciones y limites; eabe ahora, una referencia a los dos restantes. mn a crear un poder fuer- te con posibilidad de hacer cumplir sus decisiones mediante el empleo del ejército sobre el que ejercia Ia comandancia general; clegido en for ma indirecta por colegios electorales provinciales designados por simple mayoria de sufragios, era asistido por un grupo de ministros a los que nombraba y removia directamente.* Un sistema bicameral componia el Poder Legislativo: el Senado, formado por dos representantes por provincia, elegidos por sus legislaturas res- ppeetivas, con una duracién de nueve afios en sus funciones, y que se reno- ‘vaba por terceras partes, y la Camara de Diputados, cuyos representantes surgian de elecciones directas en la proporcién de une por cada veinte mil habitantes 0 fraccién no inferior a diez mil. Hasta el levantamiento del primer censo se fij6 provisionalmente su niimero en 50, distribuidos de acuerdo con la poblaciin caleulada; esa cifra se aumenté a 86 en 1872; duraban cuatro afios en el cargo, renovindose la Camara cada dos y podian ser reelectos lo mismo que los senadores. Juez de elecciones, dere- chos y titulos de validez de sus propios miembros, el cuerpo se protegia asi de la intromisién de otros poderes, aurtque en la préctica sw autono- mia estaba limitada por el Ejecutivo que lo convocaba y fijaba los asin- tos a tratar. La instalacién de los tres poderes completé la estructura politica basica del pafs. Disposiciones complementarias adoptadas en forma paulatina contribuyeron a perfeccionar el sistema y adaptarlo a las necesidades de- rivadas del cambio; entre ellas eitaremos la Jey de noviembre de 1863 que reglament6 1a emisién del voto sobre las bases de las normas fijadas por la Constitucién. La ley organiz6 el sufragio estableciendo que en é0- cas determinadas los ciudadanos se inscribirian en el registro efvico ante juntas calificadoras formadas por el juez de paz y dos vecinos nombrados por los gobiernos locales en cada localidad; el comicio debia con: cen el atrio de Ia iglesia o en Ios portales del juzgado con la presidencia 4. La reforma de 1898 elevé el niimero de ministros de los cinco establecidos yor Ia Constitucién de 1853 a ocho, 93 de un magistrado asistido por dos vecinos designados por sorteo, ‘cuatro elegidos por los ciudadanos al instalarse 1a mesa; los inseritos ten el padrén votaban piblicamente en forma oral o escrita y el escruti- nio se realizaba de inmediato. En 1873 se introdujo la boleta electoral ‘a Jos ciudadanos, sistem que se utilized con voto escrito para identifi lens Pefia y que dio lugar a muchos abu- hasta Ja aprobacién de la ley sos y fraudes.a los electores. ia aprobacién de los cédigos de comercio y civil, moder- nizé Ia legislacién privada y penal para todo el pais. El primero, redac- tado por los doctores Eduardo Acevedo y Dalmacio Vélez Sarsfield, re- gia en la provincia de Buenos Aires destie 1859 y dada la urgencia de contar con una reglamentacién sobre el tema fue convertido en ley na- ‘ional el 10 de setiembre de 1862 manteniéndose en vigencia hasta 1889, ‘en que fue sustituido por el que rige todavia en sus lineas fundamentales; constaba de cuatro libros y legislaba sobre las personas y los contratos de comercio, el derecho maritimo y las quiebras. 5 La redaccién del Cédigo Civil se encomendé por decreto del 20 de octubre de 1864 al doctor Vélez Sirsfield que presenté el primer libro en jux nio de 1865 y concluyé la obra en 1869; en vigencia desde 1871, se ha mantenido sin modificaciones fundamentales y su ideologia deriva de Ta escucla racionalista del derecho natural. Régimen de las personas, matrimonio y familia, derecho sucesorio, condicién de los trabajadores ¥ derecho penal fueron Ios distintos temas abordados por el autor que Se inspiré en el derecho castellano y en los adelantos mas recientes de au época en materia de jurisprudencia sin descuidar las modalidades es peciales de la sociedad destinataria de estas normas. 4 2. LA MODERNIZACION ECONOMICA 1, Transportes y colonizacién Al ocuparnos de la década i Al o la década posterior a Caseros, hemos apunt tole eats ae ‘si bien sefialamos también st ii i ear eee cibien ién su escasa importancia frente al sector pecuacio en asceso deiro de los molds tredicionales in embargo, quel timidos avances constituyen el punto de paride de un proce que se en cote ea ee por la demanda internacional Sistas on el Tiorly Buenos Aire “at ode ovate En Santa Fe, el sistema de colonizacién medi Fe, el sistema de colonizacién mediant. En Santa Fe, el stom : fe venta de tierras al co- Joao exe ee te fines de década ieradindose dl centro hacia su de I y dando lugar a la formacién de pequefias y me- danas propiedades ruaten; la extensidn de estas explotacionesy 4 Wat Bet Pea a tag ne 7 de Bea edlit cts ipa ain ection te Sohne bn mt ae ial pe 95 ceacién cercana a centros urbanos ya establecidos se relaciona con una mayor diversificacién de actividades en comparacién con colonizacio- nes posteriores, y el proceso es relativamente facil de seguir a través de los planos catastrales, Alli aparece una regién central bien dividida, surgide de la primera etapa de asentamientos y la formacion de secto- res medios rurales, fendmeno este tan importante .como Ia transfor- macién agricola de la provincia, por su misma singularidad; hacia el sur, la decreciente densidad de tierras subdivididas atestigua un se- gundo momento con intervencién de factores nuevos y resultados que exceden la esfera econémica. El cambio de sistema, destinado a perdu- rar en toda la regién que se incorpora més tarde a la actividad agricola, se vineula con el progresivo aumento del precio de la tierra en razén comunes, la politica oficial de fomento al esfuerzo privade se tradujo en 4 colo- nias en 1864, 18 en 1869, 29 en 1872, 6. Un informe del Departamento de Inmigracién publicado en 1865 permite apreciar el tipo de actividad desarrollada por las colonias y el grado de progreso aleanzado. Colonia Esperanza (Santa Fe): en 1865, 1627 habitantes de los cuales 15 eran argentines. Un templo catélico, uno protestante, dos escuelas, 88 casas de alto y azotea, 95 casas de material y 291 ranchos, todos con pozos de agua, Se enumeran las siguientes profesiones y establecimientos: 9 carpinterias, 5 herrerias, 1 pans deria, 3 sastrerias, 1 corveceria, + atahonas, 4 zapaterias, 19 tiendas y almacencs, 2 fondas, 2 molinos de vapor, 2 molinos de viento, 3 hornos de ladrillo, 8 alba 1 médico, 4 parteras. La colonia cuenta ademés con 1 maquina de aserrar made: 6 méquinas de segar trigo, 2 de trllar y 10 de ventilar. Segiin carta publicada los Anales de ta Sociedad Rural Argentina, febrero 1872, pig. 61, lus primeras fquinas agricolas se habjan introducido al pais en 1858: 1 inaqaina de segar le trillar; lo hicieron Timoteo Gordillo y los generales Urquiza y Virasoro por el puerto de Rosario, Las concesiones ocupadas ascendian a 210 con una extensiin de 20 cuad cada una. La produccién durante el aio 1865 fue de 5.895 fanezas de tvigo, 12.370 fanegas de maiz, 340 fanegas de ochade, 754 fanegas de legumbres, 1.200 fanegas de batatas y papas, 843 quintales de manteca y 600 quintales de queso. El valor aproximado de estos productos —segiin el informe— después de deducido i consumo de Ia colonia, podia estimarse en 150.000 pesos. Compirese esta cifra con las correspondientes a algunos departamentos de Catamarea que se ‘més adelante. ‘exporté 10.600 arrobas de harina, 545 cueros secos y 25 arro- bas de cerda; comenzaba a plantar vifias y disponia de unos 80.000 durazneros destinados en su mayoria a leis, Las existencias de hacienda ascendian a 7.945 vacunos, 1.473 caballos, 175 ye guarizos, 73 mulas y burros, 200 lanares mestizos, 508 lanares criollos, 710 cer os, 2.500 aves domésticass y 20 colmenas, Colonia San Geréninio (Santa Fe) — 1865 — Edificios: 1 templo, 1 escuela, 9 casas de azotea, 117 casas de paja, 49 ranchos. Establovimientos: 2 carpinterias, 2 molinos, 3 herterias, 1 armeria, 1 tienda y 4 pulperias. Produecidn del afv: 2.000 fanegas de trigo, 3.000 fanegas de maiz, 10 de cebada, 40 de porotor, & de 96 de su valor potencial,” valor que se apoya en una mayor demanda, pro- ducto de Ja ampliacién de mano de obra extranjera y argenting, de Ia perspectiva favorable que ofrece el mereado internacional a los cereales y de la modernizacién de los transportes internos. La incidencia concertada de estos elementos se verifica en dos planos; por una parte presiona sobre el grupo inicial comprometido en la colo. nizacién, que comienza a percibir la ventaja de mantener la propiedad de Ia tierra como fuente de permanente heneficio y, al mismo tiempo despierta el interés de otros sectores por participar en el proceso; la demanda ereceré por lo tanto a nivel del productor directo y del espec lador con Io que Ja tendencia normal de valorizacién se convierte en suba vertiginosa desde la déeada del 70 en adelante. Si prescindimos de la compafifa de tierras del ferrocarril Rosatio- doba, Ia ampliacién de este circulo empresarial tan particular esti reser- arvejas, 200 quintales de manteca, 300 quintales de queso, 500 fanogas de batatas Y¥ papas, huevos (sin especificar cantidad). Existencias de hacienda: 3.000 va- unos, 570 equinos, 14 ovinos, 380 porcinos, 2.150 aves domésticas. No existen datos sobre Is poblacién, Colonia San Carlos (Santa Fe) — 1865 — Edificios: 1 capilla, 3 escuttas, 10 casas de azotea, 200 casas con techo de paja. Hacienda: 3.908 vacunos, 736 equi- nos y mulares, 270 porcinos, 26 lanares, 3.000 aves domésticas. Disponian de 83.000 durazneros para combustible. La colonia estaba formada por 130 chacras ‘cupadas y los productos principales eran el trigo, maiz, cebeda, papas y batatas, Jegumbres y sandias, Se fabricaba manteca y queso en casas de suizos y franceses. Colonia Helvética (Santa Fe) — 1865 — Chacras cultivadas, de 200 varas de frente por 300 de fondo, 18; de 200 varas de frente por 200 de fondo, 3 de 100 varas de frente por 100 de fondo, 222; todas ellas con cereados, To mi que las quintas, de madera de fiandubay, alambre y zanjas. Establecimeentos profesi atahona, 1 molino de viento, 2 fibrieas de manteca, 4 de queso, 3 aalbaiiles, 3 carpinteros, 2 herreros. (La palabra “fébrica” debe entenderse ‘como pequefias industrias caseras que disponen de excedentes para la venta.) Durante ese afio se sembré maiz obteniéndose 126 faneges, trigo (43 fanesus), po- rotos (10 fanegas), Tezumbres (10 fanezas), tabaco (15.000 plantas), algodén (20.000 plantes), naranjas (1,000 plantas) "y otros frutales (10,000 plantas) Hacienda: 760 vacunos, 90 equinos, 80 porcinos, 400 lanares. 7. “El ferrocarril que-salia de Rosario comienza a radicar miicleos de poblacién ¥ de cultivos y a valorar las tierras del sur gracias a la alfalfa y el trigo. La poca ‘movilidad del suelo y su acaparamiento en grandes extensiones por un grupo reducido de propietarios, caracteristica de Cordoba, comienza a tentir las in- fluencias de la nueva corriente del litoral y se acerea von las vias férreas, deman- Aando mayores productos, ofreciendo brazos en abundancia, fomentands nezo- cios.... los precios bases de remates fiscales suben en poco tiempo de 100 a 300 pesos Ia legua.” Tomado de Miguel A. Carcano, Evolucién histérica de la pro- iedad de ta tierra puiblica, B. Ax, 1917, pig. 292. vada a capitales nacionales surgidos de la explotacién ganadera y cuyos fuertes excedentes se vuelean ahora hacia el negocio inmobiliario més «qe los antiguos terratenientes 0 el més activo y reciente grupo comer- tial santafesino, son los sectores altos de Buenos Aires, cuya solider financiera fruto de la expansién de los afios 50-60 y cuyo creciente po- der politico los coloca en situacién de privilegio para lograr el acapara- miento masivo, los que multiplican los efectos de la moderada especu lacién anterior. Estamos ante una etapa en que el arrendamiento reemplaza a la venta de parcelas y la explotacién extensiva a la diversificacién ensayada en las primeras colonias; 1a regién de cultivos se ensancha con rapidez, borra el viejo pasaje que unia precariamente las dos zonas tradicionales del pais y con Ja ineorporacién del sur de Cérdoba va delineando un nuevo Litoral cada vez. mas soldado a las provincias interiores. Como resultado de este cambio, si bien aumentan las éreas agricolas y por Jo tanto la produccién total, se frena la expansién de los sectores ‘medios rurales que en cambio se afianzan en los centros urbanos vincula dos con el proceso de comercializacién. Para los contemporineos la situacién es dptima y favorece al gran pietario tanto como al arrendatario que también juega a la especulacién mediante el subarriendo. Gana el primero por el simple expediente de Ia valorizacin automatica, y el productor porque los precios del cereal son retributivos y puede ademas incrementar sus ingresos entregando una parte de los campos a otro interesado, a un canon més alto por su- puesto; de este modo el mecanismo funciona en beneficio de todos, con excepcién tal vez del consumidor final que es quien lo soporta en viltima instancia. Pero el proceso leva implicito graves conflictos que saldrén a luz mis alla del periodo que nos toca analizar, cuando se haya pro- cedido a la incorporacién total de las tierras disponibles y varien las condiciones del mereado internacional; entonces podré advertirse en la raiz de Jas tensiones y desequilibrios sociales que afecten al pais, los aspectos negativos de un sistema basado en la especulacién generalizada. El caso santafesino reviste un interés muy particular en el estudio de esta etapa, pues aun cuando los avances continiian y Tegan a ser espectacu ares pocos afios después, en 1874 poco queda de la provincia pobre,’ Bn 1839, W. Parish describia a la provincia del niodo siguiente: “. la in- terrupeién de su teafico con Bolivia y el Parazuay los ha reducido a un estado de miserable pobreza; y habiéndolos dejado su extrafiamiento de la capital sin los medion adecuados a su defensa, los salvajes del Gran Chaco los han atacado con on despoblada y.grientiada hacia Je ganaderia extensva que ha cambiado los aspectos baisicos de su estructura de produccién y poblacién e iniciado una transformacién socioeconémica profinda. : Mientras avanza la agricultura en Santa Fe, ti i ‘a en Santa Fe, se mantiene Ia preeminen cia ganadera tradicional en Buenos Aires, si bien comiencan a dase al. gunos cambios significativos en la esfera producti La mayoria de los factores que determinan una situacién mas matizada con respesto « Santa Fe, son como alli prolongaciones de la dfeada anterior que se afianzan y estructuran progresivamente, aunque a dife- rencia de aquélla no se limitan a circunseribir certs procesos tales como Ia formacién de clases medias rurales si 1x formacién de clases medias rurales sino que Jos iquidan definitive Entre los de mayor influencia se destaca el sistema de la propiedad, cuya tendencia a la concentracién se acentia favorecida por la politica est tal de venta a precios altos, que sélo permite el acceso a sectores redu en 1748", Buenos Aires y las provincias Unidas del Rio de la Plata, B. 1958, Fc, 4.22, Estaciin del ferrcaril (Avchivo General de Te Navin) NOS Al {URIVERSIDAD DE TaCUTED PES suando examinamigs la’ siiuacidni econdmica de Buenos Aires en el fees venir eilamos como una dels casas vinculadas con Ia falta de interés por impnisar la colonizacién, los ingresos derivados de Ia explotacién ganadera; Ia presidn de Ia demanda que la creciente mano de obra ejerce en Santa Fe no existe por Io tanto elas nuevas éreas ve se van incorporando hacia el sur de la provincia al expandirse Ja fron- tora y asi pasan a engrosar las ya extensas posesiones del sector gana: dero (800 leguas en 1864) eee su See de Pre fo feconsmico y politico. Capital disponible, pocas exigencias de reinver- cre, plo, Canin dans ken otros grupos inversres,explica la preferencia de los teratenientes por tefios por el negocio inmobiliario como fuente segura de dilatados bene- ficion a corto azn; pero a diferencia de sw intervencidn entrctamente especulativa en Santa Fe, en la provincia de Buenos Aires habrian de desempefiar un papel més directo en Ja produccién. El caso se ve con toda claridad en el ovino. Luego de una primera situa- cin de coyuntura favorable al vacuno, a partir de Tos afi 60 y cas hasta ines de ln década, es In lana el proucto més beneficiado y ello acentiia la expansién del sector. Ahora bien, en la medida en que Ia explotacién se organiza sobre Ia base del sistema de aparceria, su cre- cimiento se vincula con un aumento en la demanda de parcelas que no tarda en invertir Jos términos de los contratos iniciales en perjuicio del pastor independiente. Pese a todo, las buenas condiciones del mercado internacional balanceaban las dificultades de los propietarios de maja. das y Ia situacién sélo hizo crisis a partir de 1867 con las medidas res- trictivas a nuestro comercio de lana que imponen Francia y los Estados Unidos. Como resultado de este cambio en el sector externo el desequi- librio econdmico entre el propietario de la tierra y el aparcero se acen- ‘tué con rapidez en tanto sélo el primero posefa los medios para soportar Ja contraccién, y a principios dela década del 70 puede advertirse un yuelco hacia Ia explotacidn directa del ovino por medio de asalariados. Ta caida en relacidn de dependencia, si bien todavia no es total, sefiala el fin de aquel proceso de expansién de los sectores medios rurales iniciado después de Caseros y aun su extincién en la medida en que son desale jados de le tierra; aqui radica Ia diferencia con los mismos sectores que habiamos visto.formarse en Santa Fe cuyo crecimiento se detuvo con el cambio en el sistema de colonizacién en el sur, pero que lograron ‘mantenerse en la regién central y prosperar merced a su condicién de propietarios. ‘Vinculada asimismo con la situacién internacional aunque también en gran ‘medida con el crecimiento urbano local, cobra impulso en forma paralela 100 Ja actividad agricola; si bien la ganaderia mantiene un neto predomi- nio: hacia 1870 la provincia tiene bajo cultivo alrededor de 100.000 hee- treas, cifra muy superior a la que encontramos en Santa Fe y que sefiala por su magnitud una tendencia firme y no un siniple vueleo ocasional como Jos que perisdicamente han aparecido a través del tiempo en Bue nos Aires. Dejando a un lado la situacién particular de las lanas, luego del ciclo de alza que beneficié al vacuno, se inicid un lento descenso en lot pre- cios de sus productos derivados que afectaria en particular a los ganade- 0s portefios por su mayor dependencia del mercado europeo. La produc cién de la provincia, menos orientada —en términos relativos— que la correntina 0 entrerriana hacia la drbita del saladero, se encontré asi ante dificultades de dificil solucién por el momento y que sélo habrien de superarse radicalmente mas tarde con la aparicién del frigorifico, El aprovechamiento del animal quedé hasta entonces limitado a cueros, sebos y subproductos afectados por la baja y al tasajo, cuya inelasticidad no justificaba expansiones compensatorias; el aumento del constimo inter- zo, que es importante, no alcanzaba tampoco a sustituir al sector exter- no ni era previsible que lo hiciera a corto plazo, Este hecho unido a los buenos precios del cereal y su posibilidad de absor- cin inmediata en el dmbito local provocaron la expansién de los cultivos, ‘en especial Ios de trigo y de maiz; el crecimiento de la ciudad de Buenos Aires y el cambio en las pautas de consumo tienen que ver con el prime 10, mientras la guerra con el Paraguay demandé importantes cantidades del segundo para el abastecimiento del ejército. Estamos por Jo tanto frente a una actividad sustitutiva emprendida por los grandes propietarios en forma directa al modo de la explotacién ganadera y sin que ésta fuera abandonada; més ain, cuando la agricultura Hega @ convertirse a fines del siglo en el renglén mas importante de nuestro comereio, su papel en Ja provineia tiende, en diltimo término, a apoyar las necesidades del vacu- no y en tal sentido se organiza el sistema del arriendo. Las alternativas que sufre la actividad agropecuaria en Buenos Aires se vinculan a su vez con una serie de elementos destinados a pesar en la evolucién posterior. En primer lugar, se observa un desplazamiente del vacuno hacia el sur, posibilitado,por el avance fronterizo y la consiguiente apropiacién de las tierras nuevas por el grupo ganadero; mayores exten- siones quedan asi libradas al ovino y los cultivos, renglones ambos que necesitaban de una ubicacién cercana al puerto o mercado de consumo. Paralelamente, la renovada importancia de los establécimientos saladeriles 101 y su desplazamiento hacia el sur, traducen una actitud menos tradicional de los sectores comprometidos en la produccién primaria en la medida fen que de alli se canalizan capitales para esta actividad y se busca con ‘Clemplazamiento junto a las zonas de erfa, disminuir los costos y superar ‘en parte la situacién internacional desfavorable. tra novedad vinculada con este proceso, y en particular con el aumento del consumo urhano, la constituye la aparicién de zonas de invernada; en estos campos la hacienda fatigada por el largo viaje desde el sur se repo- nia antes de ser saerificada y la innovacién es importante porque indica un cierto refinamiento en las pautas alimentarias pero sobre todo porque da otigen a un nuevo sector econdmico que habré de concentrar un poder reciente, Como intermediarios en la comercializacién entre productores Yy consumidores, no resultaban afectados por los movimientos ciclicos y aprovechaban por lo contrario los fuertes desniveles estacionales; ello les ‘otorgé un dominio del mercado que se afianz6 con la instalacién del fri gorifico y los Hevé a mas de un enfrentamiento, inclusive a nivel politico, con el sector de los productores propiamente dichos. El alambramiento de los campos es también un hecho relacionado con las transformaciones en el sistema de explotacién del ovino y 1a ampliacién de los cultivos; el cereamiento que avanza a lo largo de todo este periodo atenué los riesgos de pérdida de hacienda y plantaciones y al disminuir- Jos incliné a los propietarios a asumir la empresa de un modo directo. 2, Los avances del nuevo Litoral Frente al ritmo particularmente intenso que adquiere 1a politica moder nizante en las dos provincias examinadas en estos aiios, el resto del pais ‘acusa cambios menos espectaculares ya que el movimiento no alcanza del mismo modo a todas las regiones, al irradiarse desde las zonas més dindmicas que multiplican la incidencia de los factores inicialmente vin- culados con el proceso. Si recorremos por ejemplo las provincias de Entre Rios y Corrientes, e:= ‘contramos una situacién muy similar a la década anterior, de neto predo- minio ganadero y escasa actividad agricola; més atin, el aumento de las extensiones dedicadas al vacuno traduce la invariable adhesin a le ga- naderia por parte de los sectores altos rurales que ante la desfavorable coyuntura externa no siguen el ejemplo portefiy de iniciar alguna diver- sificacidn; si se piensa ademés que la ampliacién no resulta de un ensan- che del territorio sino de la puesta en explotacién de campos ya existentes 102 we dentro del latifundio, resulta clara la actitud deliberada de mantener la produccién tradicional, Entre las variadas interpretaciones que suelen darse de esta permanen- cia frente a factores que provocan cambios en otros lugercs, son comu- nes las que se limitan a vincularla con un problema de mentalidad con servadora, solucién que parece excesivamente simplista. Sin pretender analizar de un modo exhaustivo las distintas variables que intervienen en la transformacién o estabilidad de las estructuras, sefialaremos aigunos ices que bajo una aparente similitud de situaciones, determinan con- diciones y respuestas diferentes. Hemos dicho antes que ambas provincias se beneficiaban de una ubica- cin que las ponia‘en facil contacto con los centros de consumo brasilefio ¥ uruguayo; importantes mercados de tasajo, absorbian el producto elaborado o el ganado en pie para su manufactura, y el nivel de este integcambio Ieg6 a ser tan relevante en la década posterior a Caseros, que amenazé inclusive Ia tendencia unificadora en materia econdmica, Después de 1862, una serie de medidas oficiales corrigié en parte los efectos disociadores de aquella corriente directa sin perjudicar las rela- ciones comerciales: de alli que Corrientes con sus ventas de animales vivos y Entre Rios con la posibilidad adicional de exportar el tasajo que elaboraba en sus propios saladeros, experimentaran en forma més atenuada los efectos de la baja de precios internacionales que incidian particularmente sobre aquellos productos pecuarios destinados al mer- cado europeo ¥ norteamericano, Upa competencia ereciente y medidas politicas proteccionistas tomadas por paises compradores perjudicaron a cueros, sebos y lanas pero influ- yeron menos sobre el mercado del tasajo y no de un modo directo, de donde Ia expansién del saladero en Buenos Aires se relaciona sin duda con este desnivel de beneficios que provoca la coyuntura. Estas consideraciones no aclaran del todo las razones de los distintos cri terios. ;Por qué los portefios no se limitaron a incrementar la produccién de tasajo y decidieron impulsar paralelamente la explotacién agricola? a explicnein o bestante complejay eupane Ia itervencién de factores je arrastre pero aqui nos limitaremos a examinar aquellos que surgen ‘como determinantes inmediatos. a Si bien el tasajo sufre menos los efectos de la baja general del sector y aparece como un desemboque positivo para la produccién ganadeza, da- das las caracteristicas del producto, su mercado es limitado y sin pos 103 ilidades de expansién; este hecho, aparte de circunscribir expectativas, se relaciona ademés con el margen de beneficios ya que la demanda estabilizada mantiene los precios del tasajo a un nivel mas bajo que los restantes productos ganaderos. Mientras Ia situacién general fue favo- rable, ganancias més pequefias no afectaron los ingresos globales del sector, pero en la medida en que varié la coyuntura y este rubro parecié ser le tinica posibilidad sustitutiva, la disminucién de costos adquirié una particular importancia. Y en este punto la ubicacién de Corrientes y Entre Rios era mas ventajosa que la de Buenos Aires en lo que se refiere a gastos de transporte hasta el mercado consumidor. De todo ello parece desprenderse que los sectores ganaderos de estas dos provincias litorales afrontaron alternativas menos imperiosas que no justificaron cambios inmediatos. La diferencia de actitudes se aclara todavia més si recordamos que en Ia expansién de la actividad agricola portefia no s6lo intervienen factores negativos provenientes de la situ cién ganadera sino aquellos derivados del crecimiento urbano local. Es importante sefialar el hecho pues aun cuando el sector disfrute de bue- nos precios internacionales la posibilidad de aprovechar la coyuntura no supera todavia los limites del mercado local y en tal sentido existen pro- fundos desniveles; basta comparar el fuerte crecimiento urbano de Bue- nos Aires con el de las provincias litorales para coneluir que no exi en éstas las condiciones minimas para que la actividad agricola, aun- que en escala mediana, se convirtiera en operacién rentable. El examen de los factores que determinan matices diferentes en la evo- Iueién de dos zonas muy similares en su estructura productiva inicial no se agota en los que acabamos de exponer; tendeneias de politica eco- némica interna e internacional, localizacién y destino de las inversiones y aun caracteristicas geogrdficas que dificultan la unificacién son otros tants elementos tiles para situar el origen de defasajes posteriores; pe- ro en la medida en que su incidencia aleanza dimensién nacional y como tal serén analizados mas adelante, nos limitaremos para el caso concreto de Corrientes y Entre Rios a los apuntados mas arriba. Pese a esta relativa independencia zonal vinculada con la comercializa-* cién de buena parte de la produccién ganadera, la influencia de las zonas mis dindmicas provoca sin embargo algunos cambios signifi cativos. : Exceptuado el rubro de animales en pie y tasajo, se advierte por ejemplo una clara orientacién del intercambio hacia Buenos Aires, centro distri importadas y centralizador de las ope > 104 raciones exportadoras de subproductos ganaderos no absorbidos por el mercado del tasajo; complementa el mecanismo centralizador el incre mente de la ciudad de Rosario, ndcloo de enlaco casi obligado pare Je produccién regional que, en las primeras etapas de este perfoco, se canalizara en general a mercados externos diversos. La caida en situacién de dependencia econémica se inicia alrededor de los afios 60, se acentia con el avance del centralismo politico y parece afectar con mayor agudeza a las regiones més alejadas de los centros en expansién; Ia excepeién tucumana y Iuego mendocina confirman la re- gla’en tanto resultan de actitudes deliberadas destinadas a promoverlas ¥ no fruto del proceso librado a su movimiento propio. En las dos provincias mesopotimicas se verifica el mismo tipo de des- nivel en perjuicio de Corrientes, donde el problema se agrava por el dre- naje de mano de obra ante las limitaciones de la estructura productiva y Ia atracején que ejercen Santa Fe, Buenos Aires y aun Entre Rios; ° 9. Actividad agricola y ganadera de Ia provineia de Corrientes en 1864 segin ds- tos publicados por el Registro Estadistico de la Repiiblica Argentina de ese aio. Proituccién: Departamento de Corrientes Departamento Empedrais 2225 fane 1709 fanegas andiocs, batetan 1567 460, 1913 arrobae ‘882 erobas 319 6 *® plantas 362 plantas 39499 dsholes Departamento de Caye sranoe 2.000 fanegas fatales 3.000 plantas aleodn 6 cusdres sembradas La poblacién del departamento se ccupaba casi exclusivamente del pastoreo; co ‘menzaba a fomentarse el cultivo del algodén y el cultivo en general apenas pro- ucia lo suficiente para el consumo, Departamento de Cususi Cuatis Dedicado a In geoaderia en su mayor parte, Pera saladero y consume de E. Rios Vaconos | PAPE el imerior =, De eria pare el exterior 9168 62100 Yeguarizos ‘310 0 7070 Molar Para] exttior «. 205 Lana Para ol exterior ‘00 105

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