David Riesman, La Muchedumbre Solitaria PDF
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C k k \u m
E \r i q u i : H o t k i . m a n
Mi
J L. Moreno
FUNDAMENTOS
1E t,A SOCIOMETRIA
Erich F : c.'ii'ri
Kl MTKItU A I.A ITIHRIiTAl
2t
Margaret Mead
SEXO y TKM PERAM ENTO
lb
Margaret Mead
KPlC.Vr.Ln>; V ( T l / n KA
17
M. Dnfrenne
LA PKILSON A I.MA h BASICA
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Mead
a d o l e s c e n c ia y c u l t u r a
EN SAMOA
3
Georgo H, Mead
liS l iJUTt;. PERSONA V SOCIEDAD
10
K. H. Slvert
LA SOUEDAD PROBLEM A
Raymond Aron
T.A SOCTOLOG TA ALEM ANA
CONTEMPORANEA
21
H. N. Johnson
SOCIOLOGIA
no
L, A.~ Whte
l..\ IJIKNUIA 1)K I.A ;u l t u k a
28
O. Oflimaul
PO LITIC A Y SOCIKDA! EK UNA
EPOCA DE TIANSKJIOK
Viola * Klein
ELj CARACTER FEMENINO
O. Liudzey y otros
MA.NUAI, DE PSICOLOGIA SOCIAL
Kato Priedlaiider
P S IC O A N A L IS IS DE LA
d e l in c u e n c ia j i; v e n id
t
Jay Rumney y J Mater
SOCIOLOGIA
I-A CIE NCIA DE L A SOCIEDAD
L Festinger v D. Katz
METODOS DE INVESTIG ACIO N
1CN LAS CIENCIAS SOCIALES
24
2o
Serie
10
K. Popper
LA SOCIEDAD A B IE R T A
V Sl.S ENEMIGOS
11
W. H. J. Sprott
GRUPOS HUMANOS
E. Fromia
, POD.R A SOBRE V IV IR
KL IIOA113RE :i
H. Lasswcll
PSrCOPATOLOGTA Y P O LIT IC A
.12
Klmball Young
PSICO LO G IA SOCIAL
13
Kurt Lewia
L A TEO R IA D EL CAMPO
EN L A S CIENCIAS SOCIALES
14
L. A. Coata PiDto
ESTRUCTURA DE CLASE?
V CAMBIO SOCIAL
15
LA
Menor
D. Bies man
MUCHEDUMBRE S O L IT A R IA
J. U. Nef
FUNDAMENTOS C U L T U R A L E DE
LA C IV ILIZ A C IO N TNDITSTRlxVL
4
W. H. J. Sprott
INTRODUCCION
A LA PSICOLOGA SOCIAL
E. Tronic*
j: l d o g m a d e
c r is t o y
otros
V O LU M E N
LA MUCHEDUMBRE
SOLITARIA
UN ESTUDIO SOBRE LA TR A N S F O R M A C IO N DEL
C A R A C TE R N O R TE A M E R IC A N O
Por
DAVID
RIESMAN
Con la colaboracin de
N A T H A N C LA ZE R y R K E L D E N N E Y
E D I T O R I A L
P A I D O S
Buenos Aires
Publicado por
Versin castellana de
N of.m K osf.mulat
La reproduccin total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, idntica o
modificada, escrita a mquina, por el sistema Multigraph , mimegrafo, impreso, etc,,
no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilizacin debe
ser previamente solicitada.
E D I T O R I A L
P A I D O S
I N D I C E
PR E FA C IO
u
P R IM E R A P A R T E : C A R A C TE R
Carcter y Sociedad
Alto potencia) de crecimiento. Tipos dirigirles por la tradicin
15
21
24
internamente dirigidos
II.
15
27
41
La Lucha caracterolgica
DE
LA
FO R M A C I N
DEL
CA
47
48
tradicional
48
50
54
63
65
68
direccininterna
de pares
73
73
77
87
89
I.
II.
93
1)5
Modelos impresos
97
E l nio sobredirigdo
III.
100
104,
Areas de libertad
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IN T E R N A M E N T E
D IR IG ID A
DE LA
113
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material
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III.
10L
101
C aptulo V. T.A RO N D A
V ID A
91
El consumidor adquisitivo
120
120
Lejos de todo
122
La
126
C aptulo V I. L A R O N D A DE L A V ID A D IR IG ID A PO R LOS
O TRO S: DE L A M A N O IN V IS IB L E A L A M A N O
SATISFE C H A
129
129
132
134
gastos
II. La Va Lctea
138
139
C aptulo V II . L A R O N D A DE L A V ID A D IR IG ID A PO R LOS
O TRO S (Continuacin): E L T U R N O DE L A NO C H E
143
143
150
150
Adis al escapismo?
157
159
103
L Los indiferentes
105
El \icjo estilo
105
El nuevo estilo
II.
Los moializadoies
111.
) 07
171
J72
] 70
El bien informado
El balance del "bien informado"
179
1>J
N A C I N Y T O L E R A N C IA
187
138
190
192
196
198
202
205
205
206
211
215
223
P A R T E T E R C E R A : A U T O N O M A
C aptulo X II. A D A P T A C I N O A U T O N O M A ?
1.
235
236
II.
244
III.
249
A U TO N O M A EN EL TRAB AJO
255
255
258
258
260
262
I I I . La sociedad sobrepersonalizada
f.l autmata versus la 'mano satisfecha
263
265
Captulo X IV . L A P R IV A T IZ A C I N F O R ZA D A : OBSTCULOS
A L A A U T O N O M A EN EL JUEGO
I. La negacin de la sociabilidad
II. La sociabilidad y la privatizacin de las mujeres
I I L Sociabilidades envasadas
265
270
272
275
C a p t u l o XV. EL PR O B LE M A DE L A E F IC IE N C IA : OBSTCULOS
A L A A U T O N O M A EN EL JUEGO (Continuacin)
(Continuacin)
I.
II.
Lo importante es el juego
Las formas de la eficiencia
El consumo: curso para graduados
I.as posibilidades de la artesana
La nueva crtica en el dominio de] gusto
279
279
282
282
284
289
291
293
295
P R E F A C I O
Este libro fue escrito durante 1948 y 1949 gracias a una subvencin
del Committee on National P c lic y de la Universidad de- Yale. Mientras
lo escribamos tambin realizamos entrevistas con norteamericanos de dis
tintas edades y ambos sexos, procedentes de diversos estratos sociales y en
muchas regiones del pas. Dichas entrevistas que no estaban destina
das a representar la enorme diversidad de los Estados Unidos, sino que
haban de constituir una fuente de datos ilustrativos fueron utilizadas
en muy pequea medida para la elaboracin de este libro. Adems de
realizar entrevistas, visitamos y observamos escuelas, estudiamos datos
de encuestas y una multitud de otras informaciones sobre los Estados
Unidos de hoy que los socilogos, antroplogos y psiclogos sociales han
puesto a nuestro alcance, leimos historias, geografas y novelas. Sin em
bargo, este libro est basado principalmente en nuestras experiencias de
la vida en los Estados Unidos la gente con que nos hemos encontrado,
los empleos que tuvimos, las pelculas que vimos. Por lo tanto, este libro
representa un esfuerzo por interpretar y organizar nuestra experiencia
de los Estados Unidos contemporneos y su relacin con el pasado y con
el posible futuro. N o obstante, el hecho de que simultneamente realiz
ramos entrevistas y planeramos varios estudios de comunidad nos llev
a clarificar y sistematizar nuestras ideas, que a su vez sirvieron para
planear las entrevistas y el anlisis de stas. Algunas de las fases poste
riores de este trabajo aparecen en una secuela de este volumen, Faces in
the Crotvd (Yale, 1952).
Estamos en deuda con el Yale Committee on National P olicy por la
libertad que nos concedi, y con la Carnele CorporoAon que financi el
Com m ittee; tambin tenemos una deuda de gratitud con los diversos
colegas que leyeron y criticaron varias secciones de este libro.
La edicin actual es algo ms corta que la original. No se trata slo
-de una versin abreviada, sino, en cierto sentido, de una nueva edicin,
pues muchos pasajes fueron corregidos o escritos nuevamente. Sin em
bargo, al publicarla nos hemos propuesto tan slo mayor claridad y
concisin: no tratamos de tener en cuenta las crticas hechas a la obra
original porque sentimos que sera ms til para nuestros lectores que nos
mantuviramos leales a nuestros errores originales en lugar de ocultarlos.
En consecuencia, el lector puede tener la seguridad de que toda critica
que se hayan podido formular con respecto al libro original ser igualmente
vlida para ste, y que los partes que faltan fueron eliminadas para su
conveniencia en la comprensin, y no para protegerlo de la controversia.
C A K A C T E R
Captulo T
ALG U NO S TIPO S DE C A R A C TE R Y DE SOCIEDAD
C H AR AC TE R
THE
U N IT E D
AND
O P IN IO N
IN
STATE S
Este libro trata sobre el carcter social y sus diferencias entre hom
bres de distintas regiones, pocas y grupos. Considera las formas en
que distintos tipos de carcter social, una vez formados en la base de
la sociedad, se despliegan en las actividades sociales relativas al tra
bajo, el juego, la poltica y la crianza do los nios. Ms en particular,
trata sobre las formas en que una clase de carcter social, que predomin
en los Estados Unidos durante el siglo diecinueve, se ve hoy gradualmente
reemplazada por un carcter social de tipo muy dispar. A qu se debe
el cambio, cmo ocurri, cules son sus consecuencias en algunas reas
importantes de la vida: tal es el tema de este libro.
Pero qu entendemos por carcter social ? N o hablamos de per
sonalidad , que en la psicologa social corriente se utiliza para referirse
a la persona ( self) total, con sus temperamentos y talentos heredados,
sus componentes biolgicos y psicolgicos, sus atributos evanescentes as
como los ms o menos permanentes. Ni siquiera hablamos de carcter
como tal, el cual, en una de sus acepciones contemporneas, se refiere
slo a una parte de la personalidad, la que no se forma por herencia sino
lo
D. UIESM.W Y OTROS
jioi ' njii ricnda (aunque no es nada simple trazar entre ambas una lnea
divisoria! : en este sentido,, carcter es la organizacin ms o menos per
manente, social e histricamente condicionada, de los impulsos y satis
facciones de un individuo, la clase de equipo' con que enfrenta al mun
do y la gente.
Carcter social' es aquella parte del carcter que comparten los gru
pos sociales significativos y que, tal como casi todos los cientficos sociales
contemporneos lo definen, constituye el producto de la experiencia de esos
grupos. La nocin de carcter social nos permite hablar, como lo hago en
este libro, del carcter de clases, grupos, regiones y naciones.
\'o me propongo considerar las mltiples ambigedades del concepto
de carcter social: que sea o no adecuado atribuirlo a la experiencia antes
que a la herencia; que haya alguna prueba emprica de que realmente existe,
que sea ms importante que los elementos del carcter y la personalidad
que unen a los seres humanos de todo el mundo o aquellos otros elementos
del carcter y la personalidad que separan a cada individuo de los dems,
incluso de. los ms cercanos a l. El supuesto de que existe un carcter social
ha constituido siempre una premisa ms o menos invisible de la conversacin
corriente, y hoy se est convirtiendo en una premisa ms o menos visible de
la ciencia social. En consecuencia, resultar conocido bajo uno u otro nom
bre a cualquiera de mis lectores familiarizados con los trabajos de Erich
Fromm, Abram Kardiner, Ruth Benediot, Margaret Mead. Geoffrey Gorer,
Karen Horney, y muchos otros que han escrito sobre ei carcter social
en general o el carcter social de distintos pueblos y distintas pocas.
La mayora de esos autores suponen, como yo, que los aos de la
infancia son de suma importancia para moldear el carcter. Casi todos
ellos concuerdan, como yo, en que esos tempranos aos no pueden consi
derarse prescindiendo de la estructura de la sociedad, la cual afecta a
los padres que cran a los hijos as como a stos en forma directa. Mis
colaboradores y yo nos basamos en esta amplia plataforma de acuerdo,
y no nos proponemos considerar en qu sentido esos autores difieren unos
de otros y con respecto a nosotros.I.
I.
C arcter y Sociedad
LA
All'CllEDUttJSKK SOLITARIA
17
na, aquella configuracin rio actitudes que es (o fue alguna vez) la ptima
bajo las condiciones naturales y las necesidades histrico-econmicas par
ticulares de la tribu. 1
Desde las necesidades historie o-econmicas hasta los sistemas de
crianza " hay un largo salto. Buena parte de los trabajos realizados por
estudiosos del carcter social se ha consagrado a estrechar la brecha y
a mostrar cmo la satisfaccin de las necesidades ms amplias de la
sociedad est preparada, de alguna manera sem i-misteriosa, por sus prc
ticas ms ntimas. Erich Frontn sugiere sucintamente la direccin en que
podra buscarse esta conexin entro sociedad y formacin del carcter:
A fin de que cualquier sociedad pueda funcionar bien, sus miembros
deben adquirir la clase de carcter que les hace experimentar el deseo
de actuar en la lorma en que deban actuar como miembros de la sociedad
o de una clase especial dentro de ella. Tienen que desear lo que objetiva
mente es necesario que hagan. La fuerza externa queda reemplazada por
la compulsin interna, y por esa clase particular de energa humana que
se canaliza en los rasgos carcter olgicos . 1
2
As, el vnculo entre carcter y sociedad que sin duda no es el
nico, pero s uno de los ms significativos y el que elijo para destacar
en este trabajo ha de encontrarse en la forma en que la sociedad asegura
cierto grado de conformidad en los individuos que la constituyen. En
cada sociedad ese modo de asegurar la conformidad es inculcado en el
nio y luego alentado o frustrado en la existencia adulta posterior. (Pare
cera que ninguna sociedad es bastante omnisapiente como para garantizar
que el modo de conformidad que ha inculcado satisfaga en todas las etapas
de la vida a quienes estn sometidos a l.) Utilizar el trmino modo
de conformidad como sinnimo del trmino carcter social , aunque
sin duda la conformidad no es todo el carcter social; tambin el modo
de creatividad es una parte igualmente importante de aqul. Con todo,
mientras que las sociedades y los individuos pueden vivir bastante bien,
aunque con cierto aburrimiento, sin creatividad, no es probable que puedan
viv ir sin algn modo de conformidad, aunque sea el de la rebelin.
Me interesan en este libro dos revoluciones y su relacin con el modo
de conformidad o carcter social del hombre occidental desde la Edad
Media. La primera de ellas nos ha separado bastante decididamente en los
ltimos cuatrocientos aos de las formas tradicionales de vida orientadas
segn la familia y el clan, en que la humanidad existi durante casi toda
su historia; dicha revolucin incluye el Renacimiento, la Reforma, la
1 Obeervations on the Yurok; Chaildhood and World Im-age , University o
California Publications in American. Archaeology and Elhnology, X X X V (1943), iv.
2 Individual and Social Origins o Neurosis , American Sociological Revieu/,
IX (1944), 380; reimpreso en Personality in Nature, Society and Culture, editado
por Clyde Kluckhohn y Henry Murray (Nueva York, Alfred A. Knopf, 1948).
13
LA
MUCHEDUMBRE
SOLITARIA
19
D. RIliSMAN Y OROS
est asegurada
un conjunto de
dirigidos desde
dependiente de
IA
ALTO
21
22
D. RIESMAN Y OTROS
LA
MUCHEDUMBRE
SOLITARIA
23
1H
D. RIRSMAN Y OTROS
TIPO S IN TE RN A M E N TE DIRIGIDOS
LA
MTJCF1KDLMHRE
SOLITARIA
23
2<>
D. RIESMAN Y OTROS
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARLA
27
LA
MUCHKD1.MP.RE
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29
:in
LA
MUCHEDUMBRE
SOLITARIA
31
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
33
:t
D. RIESMAN Y OTROS
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
35
36
D. RIESMA.N Y OTROS
37
D. R1KSMAK Y OTROS
inh-s haba sido un privilegio especial de las clases bajas ... la asistencia
a la asamblea popular se convirti cu una obligacin durante la demo
cracia. Diversas medidas punitivas se introdujeron para asegurar un quo
rum y, cuando aquellas fallaron, el derecho a votar se convirti en un
servicio pago prestado al Estado.
Aqu, en la historia del imperio ateniense, tenemos un rea en la
cual la investigacin y el anlisis ms detallado resultaran provechosos;
sin duda, estas observaciones no han hecho ms que sugerir ciertos pro
blemas pertinentes a nuestro estudio. Do modo similar, los problemas de
liorna durante el reinado de Augusto sugieren la emergencia y el predo
minio del tipo caracterolgico dirigido por los otros, a medida que la
poblacin entraba en la fase de declinacin incipiente. La importacin
de tm nuevo lenguaje potico que legitimaba la importancia de sutiles
matices del sentimiento personal, en la obra de influencia alejandrina de
poetas como Catulo y probablemente Galo, puede revelar cambios hacia
la direccin por los otros en las clases dirigentes.
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
39
tu
D. RIESMAN Y OTROS
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
41
II. L a L u ch a Caracterolcica
Podemos describir los ltimos cien aos de historia occidental en tr
minos de una sucesin gradual de predominio ejercido por los dos l
timos tipos. El tipo de direccin tradicional da paso al de direccin in
terna, y ste, al dirigido por los otros. Desde luego, los cambios en el
tipo de sociedad y en el tipo de carcter no tienen lugar de inmediato.
A s como dentro de una cultura dada es posible encontrar grupos que
representan todas las fases de la curva de poblacin, as tambin pode
mos encontrar una variedad de adaptaciones caracterolgicas a cada fase
particular. Esta mezcla resulta an ms variada a causa de la migracin
de pueblos, el imperialismo, y otros desarrollos histricos que constante
mente unen a individuos de distintas estructuras caracterolgicas, gente
que data , en sentido metafrico, de distintos puntos sobre la curva de
poblacin.
Estos tipos caracterolgicos, como los estratos geolgicos o arqueo
lgicos, se apilan uno sobre el otro, con apariciones aisladas de tipos
umergidos. Una seccin transversal de la sociedad en cualquier momento
dado revela tanto el primer tipo caracterolgico como el ltimo, aqul
modificado por la presin que ejerce sobre l el ltimo. La direccin
tradicional parece prevalecer en Amrica Latina, la zona meridional agr
cola de Europa, Asia y Africa. Los tipos de direccin interna parecen
predominar en las regiones rurales y en las pequeas ciudades norteame
ricanas y canadienses, en el noroeste europeo y, hasta cierto punto, en
Europa Central. Se puede observar una enrgica campaa destinada a
Introducir la pauta de direccin interna en el este de Europa, en Tur-
'1.2
D. RIESMAN Y OTROS
tjiiia y en parles <le Asia. Los tipos dirigidos por los otros insinan su
predominio en los centros metropolitanos de los Estados Unidos y co
mienzan a surgir en las grandes ciudades del noroeste europeo. Este ltimo
tipo,, ms nuevo, se extiende hacia reas donde subsiste an la direccin
interna, tal como esta ltima se extiende hacia zonas no conquistadas don
de persiste la direccin tradicional.
Tal situacin puede ayudarnos a comprender las estructuras caractcrolgicas norteamericanas. En los Estados Unidos an es posible encon
trar grupos rurales meridionales, de negros y blancos pobres, en la fase
de alio potencial de crecimiento y es ah donde buscamos los remanentes
de los tipos de direccin tradicional. En forma similar, los inmigrantes que
llegaron desde reas rurales o de pequeas ciudades europeas introdujeron
sus tasas de fertilidad y sus pautas caracterolgicas en nuestras ciudades im
portantes y en el interior. En algunos casos, esta gente se vio y se ve obliga
da, en el lapso de una vida, a dar el salto desde una sociedad en la que
la direccin tradicional constitua el modo predominante de alcanzar con
formidad, hasta otra en la cual predomina la direccin por los otros. Con
mayor frecuencia, el salto necesita dos generaciones: el campesino adopta
las formas de la direccin interna, y sus hijos dan entonces el paso a la
direccin por los otros.
La mezcla de individuos de distintos tipos caracterolgicos y distin
tas razas y religiones, resultante de la industrializacin y la coloniza
cin, tuvo lugar en todo el mundo. Tipos de carcter que hubieran estado
bien adaptados a su situacin se encuentran bajo la presin de tipos ms
nuevos y m ejor adaptados. Pueden resignarse a una posicin subordi
nada, o bien sentirse tentados por las nuevas metas que aparecen en su
horizonte e incluso tender a ellas sin tener en cuenta los medios culturalinente prescriptos de alcanzarlas.
Los tipos con direccin interna de las reas norteamericanas urba
nas, por ejemplo, pueden verse llevados al resentimiento o a la rebelin. A
veces son incapaces de adaptarse porque carecen del equipo receptor
adecuado para las seales de radar que cada vez ms dirigen la actitud
y la conducta en la fase de declinacin demogrfica incipiente. Puede
ocurrir que se nieguen a adaptarse, a causa de una desaprobacin moral
de lo que las seales expresan. O bien pueden desalentarse ante el hecho
de que las seales, aunque bastante tentadoras, no parecen destinadas a
ellos. T a l es el caso, por ejemplo, de los grupos minoritarios cuyo color
o tipo facial no goza de aprobacin por las posiciones ejecutivas o pro
fesionales, o en la jerarqua de valores que presentan los medios masivos de
comunicacin. Lo mismo es vlido para aquellos cuyo origen es adecuado,
pero cuya personalidad carece en alguna forma sutil de la maleabilidad
y la sensibilidad que se requiere frente a los otros.
TA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
43
41.
D. RIESMAN Y OTROS
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
45
ve grado, las naciones, como los neurticos, crean ellas mismas los
peligros que las obsesionan, los peligros que, en reemplazo de la vitalidad
y el crecimiento verdaderos, ayudan a estructurar sus vidas; aunque
evidentemente la decisin, guerra o paz, no depende lan slo de los
Estados Unidos. En cuanto al segundo problema, me parece que utilizar
a miseria mundial como un argumento contra la especulacin sobre una
posible, abundancia, significa en realidad contribuir a prolongar esa
misma psicologa de la escasez que, originada en la miseria, la perpeta.
Llevado a su extremo absurdo, este argumento impedira el liderazgo
en los asuntos humanos, excepto para quienes estn en las peores con
diciones. Por otro lado, los que se encuentran en condiciones ptimas
pueden no servir corno modelos, no slo por saciedad, sino tambin
por falta de esperanzas. Contrariamente a la situacin que prevaleci en
e l siglo diecinueve, el pesimismo se ha convertido en un opio, y la escasa
probabilidad de que los peligros que tan evidentemente amenazan el
mundo puedan evitarse se torna an ms remota debido a nuestro uso
de esas amenazas para racionalizar nuestra resignacin y nuestro as
cetismo.
Fundamentalmente, considero que el poco realista Godwin tena
razn cuando se opuso a Maltlius, afirmando que algn da podramos
producir alimentos para el mundo entero en una maceta. Desde el punto
de vista tecnolgico, virtuabnente contamos ya con las macetas.
Captulo II
DE L A M O R A L ID A D A L A M O R A L :
CAM B IO S EN LOS AG ENTES DE L A FO R M A C IO N D E L C A RA C TER
P . Cree usted que los maestros deberan, castigar a las alumnos por usar
maquillaje?
R. S. creo que deberan castigarlas, pero entindame, soy una madre mo
derna y, si bien soy estricta con mis hijos, sigo siendo moderna. Usted sabe que uno
no puede castigar demasiado a los chicos, porque entonces comienzan a pensar que
la madre es mala y tos otros chicos tambin les dicen que una es mala.
De una entrevista
4tt
D. RIESMAK Y OTROS
LA
MUCHLDUMBRI
SOLITARIA
49
50
D. RIESMAN Y OTROS
INTERNA
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
51
que ella crea. Incluso quienes no tienen inters en competir por posieio*
nes ms altas, deben hacerlo a fin de no descender en el sistema social,
que se ha lomado ms abierto y menos dependiente de la edad y del
origen para su ordenamiento.
Todas esas tendencias se ven reforzadas cuando los roles se tornarn
ms complicados con el aumento en la divisin del trabajo. La acele
racin de la divisin del trabajo significa que cada vez son ms los nios que
ya no pueden tomar como modelos los roles de sus padres. Kilo es particular
mente verdadero en cuarto a los varones; el cambio caracterolgico en
Occidente parece producirse primero en los varones. Las madres y las abue
las podan hasta hace muy poco educar a sus hijas para el rol femenino sobre
la nica base de la tradicin. As, en una pelcula reciente, House of Strnngers,
el banquero de origen italiano que, como Giannini o Ponzi, surge de
una familia de inmigrantes y se aparta de la pauta de su propio padre,
se fija metas ambiciosas de poder y riqueza que l considera caractersticas
de un norteamericano nativo, mientras que su esposa es un estereotipo
de la mujer que se aferra a las formas de la direccin tradicional corres
pondientes a sus orgenes familiares.
No obstante, si bien en la etapa de crecimiento transicional de la
poblacin los padres no pueden estar seguros d cul ser el rol laboral
y el modo de vida adultos de sus hijos, tampoco pueden dejar la con
formidad con ese rol en manos de la casualidad y el oportunismo en la
conducta. Para poseer el impulso requerido para satisfacer roles cada
vez ms exigentes se requiere una atencin mayor a la educacin formal
del carcter. Particularmente en los pases protestantes la educacin del
carcter se convierte en una parte importante de la educacin general, aun
que, desde luego, ello no significa que la mayora de los padres se pro
ponga conscientemente criar nios que satisfagan las nuevas especificacio
nes sociales.
La nueva situacin creada por una mayor movilidad social implica
que a menudo es necesario socializar a los nios de tal modo que resulten
inadecuados para los roles de sus padres, y adecuados para roles que
an no estn plenamente determinados. Es posible ensear a una paloma
mensajera a volar de regreso al punto de partida, pero al nio con direc
cin interna debe ensersele a volar siguiendo un camino que lo aparta
del hogar, con destino desconocido; naturalmente, muchos terminan como
Icaro. Sin embargo, el impulso inoculado en el nio es el de vivir a la
altura de los ideales y poner a prueba su capacidad de manejarse solo
mediante continuos experimentos en el autodominio, en lugar de seguir
la tradicin.
L a educacin del carcter com o una tarea consciente de los padres- En
52
LA
MUCHEDUASBKK
SOLITARIA
53
:a
D. RIESMAN Y OTROS
frentar y resolver situaciones nuevas. Si se eleva en la jerarqua ocupaeional que se torna cada vez ms compleja en la fase de crecimiento
Iransicional, o si se mueve en direccin a las diversas fronteras que se
estn abriendo, encuentra que puede adaptar flexiblemente su conducta,
precisamente porque no necesita modificar su carcter. Puede separar
los dos en virtud de que es un individuo con un nivel histricamente nuevo
de autoconciencia.
Esta conciencia del s-mismo es causa y consecuencia de) hecho
de que su eleccin ya no est automticamente provista o ms bien
excluida por el marco social del grupo primario. Bajo las nuevas con
diciones, el individuo debe decidir qu har y, por lo tanto, qu har
consigo mismo. Este sentimiento de responsabilidad personal, de que im
porta como individuo aparte de su fam ilia o clan, lo vuelve sensible a
las seales procedentes de su ideal internalizado. Si el ideal, como en el
puritano, consiste en ser bueno , o como en el hijo del Renacimiento,
en ser grande , qu debe hacer para satisfacer el mandato? Y cmo
sabe que ha satisfecho esas difciles autoexigencias? Tal como M ax Weber
y R. H. Tavmey lo vieron con toda claridad en sus retratos del puritano,
de poco descanso disfrutan aquellos que se hacen tales preguntas.
La relativa incomodidad de los hogares con direccin interna ms
marcada la falta de indulgencia y soltura en el trato con los hijos
prepara al nio para la soledad y la incomodidad psquica de tales pro
blemas y de las situaciones sociales que puede tocarle enfrentar. Ms exac
tamente, el carcter del nio es tal que se siente cmodo en un ambiente
que, como su hogar, es exigente y que l trata de dominar.
Podemos decir, pues, que los progenitores con direccin interna
instalan un giroscopio psicolgico en su hijo y lo ponen en marcha; est
construido de acuerdo con sus especificaciones propias y con otras igual
mente autoritarias; si e] nio tiene buena suerte, el piloto no girar
demasiado rpidamente, con el peligro de estallidos histricos, ni con
demasiada lentitud, lo cual traera aparejado el peligro de un fracaso
social.
R O L DE LOS PADRES EN L A E TA PA DE DIRECCIN POR LOS OTROS
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
55
i<>
D. RIESMAN Y OTROS
Chrysler
social de
servicios
y se dis
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
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D. RIESMAN Y OTROS
LA
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59
{.0
I). KIKSM AN
OTROS
L.A MUCHEDUMBRE
SOLITARIA
01
<>2
LA
MUCHEDUMBRE
SOLITARIA
63
II.
C a m b io s
en
el
Rol
del
aestro
Podra decirse mucho sobre la cambiante configuracin de autori* Morris Janowitz sugiri que si uno deseaba obtener un ndice muy tosco de
bogares en los que la direccin por los otros se trasmita, en contraposicin con
aquellos donde prevaleca la direccin intema, se podra separar los hogares que
teciban solamente revistas como Life, Look, historietas, o peridicos cinematogr
ficos, de los que slo reciban publicaciones como Saturday Evening Post o ColliePs.
El primer grupo es para toda la familia, y al nio le resulta tanto o ms fcil de
interpretar que al adulto. El segundo grupo es principalmente para los adultos, quie
nes no lo comparten con los nios.
Gi
D. RIESMAN
y o raos
l.A
65
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
ROL DEL
MAESTRO
EN L A
E TA PA
DE L A
DIRECCION
INTE RNA
<">(>
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
67
rao'1, ni se intenta que la escuela sea como la vida real . Las maestras,
sean del tipo maternal o solterona, no saben bastante, aun cuando con
taran con el tiempo y la energa necesarios, para tener una intervencin
activa en la socializacin de los gustos o de las relaciones con el grupo
de pares. Mientras que los padres a veces permiten a los maestros re
forzar ciertas reglas de moralidad directamente relacionadas con la es
cuela, tales como modestia en el vestir y honestidad en los exmenes, o
inculcar ciertos modales directamente relacionados con el ascenso so
cial, casi no permiten ninguna intervencin en los grupos de juego, in
cluso cuando aqulla tenga como fin imponer una democracia tnica
o econmica. La funcin del maestro es lograr que el nio aprenda un
programa, y no que disfrute de l o aprenda a cooperar dentro de un
grupo. La prctica actual de las escuelas progresistas, que deciden si han
de aoeptar o no a un nio colocndolo primero en su grupo putativo
para ver si se adapta a l, hubiera sido prcticamente inconcebible.
Con todo, a pesar de la distancia social entre el maestro y el nio,
el nfasis de la escuela sobre la capacidad intelectual es de profunda
importancia para la formacin del carcter con direccin interna. Afirm a
al nio que lo esencial es lo que puede lograr, y no cun agradable
es su sonrisa o cun cooperativa es su actitud. Y si bien hoy se pone
en duda la objetividad de los criterios para juzgar tales habilidades y
aptitudes ahora que comprendemos claramente, por ejemplo, e] prejuicio
de clases en los tests de inteligencia y en los exmenes escritos en la
escuela con direccin interna no percibe tales prejuicios y, por ende,
sus estndares pueden parecer inequvocos e inalterables. Por tal razn,
es posible que esos estndares sean internalizados tanto por los que tienen
xito como por los que fracasan. Se experimentan como reales y dados,
y no como un capricho. As, la escuela apoya al hogar porque fija para el
nio metas que son claras para todos y que, desde ese momento, dan
lireccin y significado a la vida.
Cualquiera sea el grado de seguridad de que gozan los nios por
saber cul es su lugar una seguridad que ya no tienen en la escuela
progresista dirigida por los otros no debemos olvidar cun duro re
sulta este sistema para quienes fracasan: a menudo quedan deshechos;
hay muy poca misericordia para ellos en el sentido psicolgico. Inteli
gencia, status, quizs tambin docilidad, conquistan al maestro, antes que
personalidad o problemas . Algunos de los fracasados se rebelan, pe
ro tambin ellos son sometidos por la escuela. Ocasionalmente, la fron
tera y otras oportunidades de movilidad proporcionan una salida a los
desplazados escolares; y, aun con menor frecuencia, el rebelde regresa,
como un hroe mtico, luego de solucionar sus problemas, para aliviar la
culpa de otros inadaptados y proporcionarles alguna esperanza para su
D. RIEKMAX Y OTROS
LA
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71)
D. RIF.SMAN Y OTROS
LA
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SOLITARIA
71
C a p t u l o
III
!E. ]. Thomas,
71
LA
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76
D. KIKSMAS' Y OTROS
nios dirigidos por ios otros pueden tener hobbies, Incluso, hasta cierto
punto, los hobbies de ambos tipos pueden coincidir nominalmente. Pero
el significado y el contexto social de los hobbies son muy distintos para
los dos tipos infantiles. El nio con direccin interna rara ve/ comparte
su hohby con un grupo numeroso de pares si bien las estampillas pue
den constituir una excepcin y cuando nios de este tipo se renen, es
para intercambiar detalles y entusiasmo tcnico, como ocurre con do? tam
beros cuando comparan el rendimiento de sus razas predilectas.
No hav
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
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78
D. RIESMAN Y OTROS
79
a lo que reprimo. Los chicos ce seis aos en adelante tienen hoy una
frase l croe que es grande' (o l cree que es alguien ) que sim
boliza el rol del grupo de pares en la creacin de tipos dirigidos por los
otros. Se tiende a aplastar a todo aquel que so destaque en alguna direc
cin. Partiendo de los muy pequeos, la vanidad manifiesta es tratada
corno una de las peores ofensas, quizs como la deshonestidad en una
poca previa. Est prohibido ser presuntuoso.
Mal humor, celos inaniiestos, melancola, tambin constituyen ofen
sas en el cdigo del grupo de pares. Todas las cualidades y los defectos
idiosincrticos o prominentes son ms o menos eliminados o reprimidos.
Y los juicios que los miembros -del grupo de pares emiten sobre otros
estn tan evidentemente determinados por el gusto, que su expresin debe re
currir a frases muy vagas, que se modifican constantemente: mono, piojoso,
cuadrado, tesoro, buen tipo, dulce, macanudo, puta (sin un significado
preciso), etc. L a sociometra refleja esa situacin cuando interroga a los
nios sobre, por ejemplo, con quin les gustara sentarse o con quin pre
feriran no hacerlo, a quin quisieran tener por amigo, por lder, etc.
Es posible construir una escala significativa de los juicios slo porque
todos se basan en un simple continuo de gustos, con respecto al cual los
nios se clasifican unos a otros sin cesar.
Pero decir que los juicios de los miembros del grupo de pares cons
tituyen una cuestin de gusto, no de moralidad o siquiera de oportunismo,
no significa afirmar que cualquier nio en partcula^ pueda permitirse ig
norar tales juicios. P or el contrario, est ms que nunca a su merced. Si
el grupo de pares y seguimos refirindonos slo a la clase inedia ur
bana fuera un grupo violento, torturador, evidentemente perverso, el
nio podra sentir indignacin moral como una defensa contra sus manda
tos. Pero, al igual que las autoridades adultas en el proceso de socializacin
dirigido por los otros, el grupo de pares es cordial y tolerante. Pone el
acento en el juego limpio. Sus condiciones para el ingreso parecen razo
nables y bien intencionadas. Pero incluso cuando ello no es as, la indig
nacin moral ha pasado de moda, por lo cual el nio queda expuesto a la
direccin del jurado, sin defensas por el lado de su propia moralidad o de
los adultos. Toda la moralidad corre por cuenta del grupo. Sin duda, in
cluso el hecho de que se trata de una moralidad queda oculto por la idea
desorientadora de que la funcin del grupo consiste en divertirse y jugar;
la tremenda seriedad del asunto, que podra justificar alguna actitud re
belde por parte del nio, queda por lo tanto oculta.
Qu se dice en la ciudad * : La socializacin de las preferencias.
* The Talk o the Town-, nombre de una seccin de New Yorker, revista sema
nal de gran difusin. [T .]
80
A los ojos del jurado de pares, uno puede ser un buen tipo un da y un
hediondo al da siguiente. La tolerancia, para no hablar de liderazgo,
depende de contar con una respuesta muy sensible a los cambios de la
moda. Tal capacidad se logra de diversas maneras. Una de ellas consiste
en abandonar toda pretensin de independencia de criterio y gusto, una
especie de peticin de nolo contendere. Otra consiste en apelar a una con
sideracin especial, adquiriendo una facilidad inslita en las propias obli
gaciones como consumidor, esto es, en la ejecucin de las artes del
ocio. Con buena suerte, uno incluso puede convertirse en lder del gusto
y la opinin, con gran influencia sobre el jurado.
Cada grupo de pares tiene sus aclitos y su jerga. La seguridad no
se logra dominando un arte difcil, sino una batera de preferencias en el
gusto y el modo de su expresin. Las preferencias tienen que ver con
artculos o hroes de consumo y con miembros del grupo mismo. El
modo adecuado de expresin requiere la captacin hbil y sensible de los
probables gustos ajenos y el intercambio de simpatas y antipatas mutuas
para maniobrar la intimidad.
Ahora bien, parte de esto resulta fam iliar incluso en el perodo de
pendiente de la direccin interna: por lo tanto, es importante comprender
la medida en que la educacin del gusto del consumidor ha reemplazado
a la educacin en la etiqueta. La etiqueta formal puede considerarse como
un medio de manejar las relaciones con aquellas personas con las cuales
uno no busca alcanzar intimidad. Resulta particularmente til cuando
adultos y jvenes, hombres y mujeres, clases altas y clases bajas, estn
netamente separados, y cuando se necesita un cdigo para posibilitar in
tercambios a travs de esas lneas divisorias. As, la etiqueta es al mismo
tiempo un medio de acercarse a la gente y de mantenerse apartado de
ella. Para algunos, la etiqueta puede ser una cuestin de poca importancia
emocional: un disfraz cmodo en el campo de la conducta; para otros, el
ordenamiento de las relaciones humanas a travs de la etiqueta puede estar
muy cargado emocionalmente, lo cual constituye una prueba de compulsividad caracterolgica. Pero, en cualquiera de los dos casos, la etiqueta no
tiene que ver con los encuentros entre los individuos como tales, sino entre
ellos como representantes de sus roles sociales cuidadosamente ordenados.
En comparacin con todo eso, la educacin en el gusto para el consumo,
que tiende a reemplazar a la etiqueta entre los individuos dirigidos por
los otros, resulta til no tanto a travs de divisiones relativas a la edad
y la clase social, como en la sala donde delibera el jurado constituido por
los pares en edad y clase. As como en algunos grupos, tanto infantiles
como adultos, la discusin tiene que ver con la diferenciacin marginal
entre Cadillacs y Lincolns, del mismo modo en otros grupos la discusin
est concentrada en torno de Fords y Chevrolets. Lo que importa en ambos
I.A
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con los grandes concertistas. No existe un solo momento en que sus pares
o sus guas adultos no se dediquen a comparar su actuacin con esos mo
delos. Cualquier co3a que intente un logro artstico, una manera de ha
blar, un truco de prcstidigitacin el grupo de pares est siempre a
mano para identificarla de algn modo y juzgarla con la pericia tpica del
auditorio de los medios masivos. Este proceso no tarde en internalizarse, y
el nio mismo se siente en competencia con Eddie Duchin o Horowitz, aun
que est solo. De all que al nio dirigido por los otros le resulte difcil
cultivar una capacidad altamente personalizada: los estndares son muy al
tos y hay muy poco tiempo privado para )a maduracin.
La nueva pauta de popularidad depende menos de la capacidad pa
ra tocar un instrumento que de la capacidad para expresar las preferencias
musicales apropiadas. En el otoo de 1947 llev a cabo algunas entre
vistas con adolescentes de Chicago con respecto a sus gustos en msica
popular, y consult tambin a msicos profesionales, programas de victrolas automticas y otras fuentes, para completar mis impresiones. En
esencia, interesaba averiguar en qu forma esos jvenes utilizaban sus
intereses musicales en el proceso de adaptacin al grupo de pares. Como
el intercambio de figuritas que simboliza el consumo competitivo para
los chicos entre ocho y diez aos, las colecciones de discos parecen ser una
de las formas de establecer la propia relacin con el grupo, tal como la
posibilidad de silbar melodas de xito formaba parte del instrumental
para la popularidad. Los requerimientos eran ms rgidos entre las nias
que entre los varones, aunque estos ltimos no estaban eximidos. Las me
lodas significaban gente: caminos hacia la gente, recuerdos de la gente.
A l mismo tiempo, los adolescentes demostraban gran ansiedad por tener
las preferencias adecuadas . Cuando tuve ocasin de entrevistar a un
grupo, sus miembros individuales miraban a los dems para ver qu pen
saban stos antes de emitir una opinin, por lo menos en lo relativo a
canciones o discos especficos, y no tanto en cuanto al tipo general de
msica, sinfnica o popular, pues en ese terreno podan estar seguros de
las reacciones de su grupo. Los lectores que no hayan tenido oportunidad
de observar por s mismos la intensidad de este temor a la no conformi
dad, pueden inclinarse a desestimarlo, basndose en que los jvenes siem
pre se han mostrado conformistas en sus grupos. Es cierto, pero me pa
rece que se trata de una cuestin de grado, y que la necesidad de con
formidad musical es hoy mucho ms especializada y exigente que en
pocas anteriores, cuando algunos nios manifestaban, por propia vo
luntad o por presin de los padres, inclinaciones musicales, y otros no
tenan inconveniente en poner de manifiesto su indiferencia.
Incluso entre los entrevistados que estudiaban piano, el inters mu
sical como tal casi no exista. Un muchacho de catorce aos pareca tener
84
. RIES.VIAM Y OTROS
I.A
MLLHl'.PUMBHK SOLITARIA
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como la energa <le la persona con direccin uienia se canal izaba infle
xiblemente hacia la produccin. Las paulas de la direccin interna a me
nudo desalentaban el consumo, tanto en los adultos como en los ios.
Pero en otras ocasiones, y particularmente en los estratos sociales supe
riores menos afectados por el ascetismo puritano, la persona cot direc
cin interna consuma reservando un cierto tiempo para ahorrar y
portarse bien tan implacablemente como l mismo (o sus progenitores)
produca. Una vez que las viejas restricciones de la direccin tradicional
so desgastaron, anhelaba posesiones y lujos, sobre todo en el consumo
conspicuo de la clase alta. Persegua con feroz individualismo claras
nielas de adquisicin y consumo. Sin duda, sus metas estaban socialmeiite
determinadas, pero no tanto por una unin contempornea do consumi
dores como pautas heredadas de deseo, casi tan establos corno el deseo
de dinero mismo. Metas tales como casas elegantes, caballos de raza,
mujeres distinguidas, finos objetos de arte, que podan ser inversiones
porque su valor casi no cambiaba en la escala de preferencias en el
consumo.
Estas finalidades individualistas y relativamente estables lioy se ven
reemplazadas por los gustos luctuantes que la persona dirigida por los
otros acepta de su grupo de pares. Adems, muchos de los deseos que
impulsaban a los hombres al trabajo y a la locura en sociedades depen
dientes de la direccin interna ahora se satisfacen con relativa facilidad;
estn incorporados en el estndar de vida que millones de individuos dan
por sentado. Pero el anhelo subsiste. Es un anhelo de las satisfacciones
que otros parecen alcanzar, un anhela carente de objetos. El consumidor
de hoy ha perdido la mayor parte de su individualidad potencial por su
pertenencia al gremio de consumidores. Se mantiene dentro de sus lmi
tes de consumo no por un mandato de sus propias metas, sino por la direc
cin de los otros; se abstiene de ser demasiado ostentoso por temor a la
envidia ajena y de consumir demasiado poco por su propia envidia de
los otros.
Hoy no existe una neta lnea divisoria entre las pautas de consumo
en el mundo adulto y las infantiles, excepto en lo relativo a los objetos
de consumo mismos. El nio puede consumir historietas o juguetes, mien
tras que el adulto consume editoriales y automviles; cada vez ms, am
bos consumen en la misma forma. En el gremio de consumidores del
grupo de pares, la disciplina del nio como consumidor comienza desde
muy temprano y se prolonga hasta tarde. El nio con direccin interna
deba pensar en trminos de una ocupacin, aun cuando sta misma fuera
todava un tanto vaga en su mente. H oy la futura ocupacin de todos los
chicos es la de ser consumidores expertos.
Esto resulta visible desde temprano en el juego infantil del consumo.
D. RIESMAN Y OTROS
LA. MUCHEDUMBRE
SOLITARIA
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U. KJKSMAN V O'l'KOi
icio cu forma ms manifiesta que sus hijos. Buena parte tie nuestra ideo
loga libre empresa, individualismo, ote. sigue siendo compeiitiva y
es trasmitirla por los padres, los maestros y los medios masivos. A l mismo
tiempo, se ha producido un tremendo cambio ideolgico que favorece el
sometimiento ai grupo, y cuya naturaleza decisiva queda oculta por la
persistencia de las antiguas pautas ideolgicas. El grupo de pares so con
vierte en la medida de todas las cosas; el individuo cuenta con pocas de
fensas que el grupo no pueda derrotar. En tal situacin, los impulsos com
petitivos tendientes al logro, fomentados en los nios por los restos de
direccin interna en sus padres, entra en conflicto con las exigencias
cooperativas propugnadas por el grupo de pares. Por lo tanto, el nio
se ve obligado a reeanalizar el impulso competitivo de logros, tal corno lo
exigen los padres, a travs de su impulso tendiente a lograr la aprobacin
de los pares. N i los padres, ni el nio, ni el grupo de pares mismo es
particularmente consciente de este proceso. Como resultado, los tres par
ticipantes en el proceso pueden no percibir la medida en que la fuerza de
una ideologa individualista previa proporciona las energas necesarias
para llenar los moldes de una caracterologa nueva, orientada en trmi
nos del grupo.
C a p tu l o
IV
un poco llamativo.
De una entrevista cot una nia de doce aos. 1
constantemente mensajes
90
D. RIESMAN Y OTROS
m una poca previa: para establecer que uno est adentro y participa
en el trabajo arduamente autosocializante del grupo de pares. Y los
grupos de pares, si bien ejercen su poder a travs del uso de palabras
ms que antes, tambin resultan ms que antes las vctimas de las palabras.
Si bien aprenden a aferrarse, desesperadamente a las palabras --casi to
das las seales estn dadas con palabras al mismo tiempo aprenden a
desconfiar de ellas. Como ya vimos, los veredictos en el grupo de pares
suelen ser bastante ambiguos. Algunas de las palabras antiguas, como
bastardo y zorrino , se mantienen, pero su significado es ms vago,
e incluso es posible decirlas con una sonrisa. Todos los aos surgen nue
vos glosarios completos.
El grupo- de pares ocupa una posicin intermedia entre el individuo
y los mensajes procedentes de los medios masivos. Estos son los vende
dores al por mayor; los grupos de pares son los minoristas en la in
dustria de las comunicaciones. Pero el flujo de mensajes no tiene slo
una direccin. Los iguales no slo deciden, en gran medida, cules son
los gustos, aptitudes y palabras, que aparecen por primera vez dentro de
su crculo, que recibirn aprobacin, sino que tambin seleccionan algu
nos para una mayor publicidad a travs de grupos contiguos y, eventual
mente, los retrasmiten a los medios masivos para una distribucin an
ms amplia. Si observamos este proceso, comprobamos que el indivi
duo que desarrolla, por ejemplo, un estilo particular de expresin, es
ignorado por sus pares o aceptado por ellos. Si l y su estilo son acep
tados, este ltimo es adoptado por el grupo y, al menos en este sentido,
ya no le pertenece. Pero lo mismo puede ocurrir a su vez con un grupo
de pares determinado, como en el caso del nio con un estilo particular
de saludo al que nos referimos en el ltimo captulo. Los medios masivos
desempean as el principal papel para reducir toda la impersonalidad y
distribuir en un rea muy extensa los estilos personales desarrollados
por individuos y grupos.
En este captulo, sin embargo, nos referiremos ms a los efectos de
las imgenes y los cuentos sobre el auditorio infantil que a ios medios mis
mos y sus pautas de actuacin y control. Desde luego, tales efectos no
pueden considerarse sin tener en cuenta la constelacin de padres, maes
tros y grupos de pares que actan en el tren de montaje del carcter. Si
encontramos, por ejemplo, un nio a quien afecta ms la lectura que la
gente, puede ser porque sta le resulta tan abrumadora que deba buscar
refugio en el material impreso. Adems, las culturas difieren mucho en
cuanto a las percepciones que acentan cuando ensean al nio a distin
guir unas imgenes de otras y unas personas de otras. Pero, en general,
parece justificado decir que los narradores de cuentos constituyen agentes
LA
MUCHEDUMBRE
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02
D. HIKSMAN Y OTROS
!,A
MUCHEDUMBRE
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de la P rensa en la Etapa
D ireccin I nterna
94.
D. RIESMAN Y OTROS
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
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E L LTIGO DE L A PALABRA
I>. RIF.SMAN
OTROS
Por ejemplo, solemos pasar por alio ai auditorio impensado. porque siem
pre s ins fcil suponer que un medio dado estaba deliberadamente des
tinado al auditorio al que lograba llegar en la realidad. Con todo, no
existen pruebas de que la puntera de los medios haya sido alguna vez
tan certera- La impersonalidad misma de la situacin en la que la prensa
est absorta contribuye a aumentar las probabilidades de una recepcin
inferior o superior a la calculada. As, I03 aristcratas se molestaban a
menudo por lo que consideraban una excesiva recepcin de loa temas sobre
movilidad en muchos sectores que hubieran querido mantener en su luaar .
Con todo, los efectos excesivos a que me refiero son loa relativos a
individuos cuya culpa y tensin caracerolgioas se vieron aumentadas por
la presin de la imprenta. Su estructura earaclerolgica sencillamente no
pudo hacer frente a la exigencia que se les impuso en una sociedad depen
diente de la direccin interna. Sus giroscopios giraban frenticamente y
al azar. A l no encontrar justificacin en la prensa al no encontrar, como
ocurre con muchos lectores modernos, una unin de pecadores , la Unica
Gran Unin de la humanidad que se extiende hacia el pasado vivan
la imprenta simplemente como una prueba muy fuerte de su inadapta
cin. Un telogo colonial annado con la imprenta poda conseguir que
sus lectores se arrojaran al fuego del infierno durante la semana, aunque
slo pudiera dirigirse personalmente a ellos los domingos.
As, aunque los mitos y el simbolismo de las sociedades dependientes
de la direccin tradicional sustentan la tradicin al integrar las tendencias
rebeldes del que escucha en una pauta de la cultura, la palabra impresa
puede desorientar tanto como orientar a su pblico. Ello resulta evidente
en el reclamo en favor de la censura que surge en cuanto se difunde el
alfabetismo. Y no se trata slo de una censura formal. En los Estados Uni
dos el creciente respeto de la moral por parte de la prensa, si comparamos,
por ejemplo, la prensa actual con la de la recin nacida repblica, puede
explicarse en parte por el mero peso de la presin informal ejercida por el
alfabetismo casi universal sobre los redactores que toman en serio su
responsabilidad. Como sola decir el jefe de redaccin de un peridico
metropolitano cuando su personal tenda a la obscenidad: No olviden,
seores, que este peridico entra en hogares . O, en los trminos del New
Y ork Times: Todas las noticias que es apropiado imprimir .
Si bien escapa a mi capacidad la determinacin exacta del grado en
que los medios del primer perodo capitalista pueden haber sido dis
funcionales , parece razonable suponer que, al llegar a auditorios impen
sados en formas impensadas, la prensa contiene ms ruido en sus cana
les que la trasmisin oral, cara a cara.
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
97
MODELOS IMPRESOS
P. HIESM4N V OTROS
.rilas por Samuel Smilrs. y en los Estados 1.'nidos con los libros do
11<rallo A lgor, que apuntaban ms al mercado adolescente.
El P o o r Richar's Almantik, de Franklin, seleccionado por Max Weber como un tpico documento de autoinspiracin en el perodo de la
tica protestante, estuvo precedido por libros como P ilg ritiis Progress o
Robinson. Crusoe, que, si bien no so refieren en forma explcita a la con
ducta adecuada para futuros empresarios, suministran no obstante muchas
exhortaciones similares. Asi, en P ilg rim s Progresa encontramos el motivo
de la eleccin social y la salvacin que tan fcilmente puede llegar a
secularizarse, mientras que en Robinson Crusoe el motivo de la autosufi
ciencia econmica se expresa en su paradigma clsico. Ambas obras tien
den a encender la ambicin y el .lnn, espiritual y aventurero, de la juven
tud con direccin interna. As, con un mercado burgus ms amplio, se
producen marcados cambios en el estilo del mito, en contraste con la era
preindustrial dependiente de la direccin tradicional. En la Edad Media,
por ejemplo, el individuo aprende algo sobre la naturaleza humana a
travs de relatos que no son menos realistas por estar envueltos en un
lenguaje simblico, sea cristiano, clsico o folklrico. A menudo, como
es bien sabido, ni siquiera tienen forma verbal, como ocurre con la su
perabundancia de mensajes en la piedra y el cristal de una
nio aprende a comprender o, mejor an, no se le ensea a no
los significados simblicos. En contraste, la naciente clase
direccin interna establece un nuevo estilo de realismo del
rigurosamente excluido todo uso directo del simbolismo.
catedral. El
comprender
media con
que queda
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
99
a afluir a las ciudades. Con el desarrollo do las clases sociales eri et sen
tido moderno, la novela comienza a ocuparse de las sol des diferencias do
clase entre los individuos: ascensos, cadas y choques de slalns, constitu
yen quizs su preocupacin esencial. Se instruye al nio en un mundo
social ambiguo, al que ms tarde ingresa, cuando aprende a reconocer los
rasgos sutilmente individualizantes que revelan la posicin y la moralidad
do clase 4. As, tanto la ficcin como el almanaque y el manual proporcio
nan una orientacin vocaeional (v avocaeional apta para expresar el estatus
social).
A nosolros muchos personajes de las primeras novelas vietorianas. o
del melodrama Victoriano norteamericano como Kast Lynrie o Intole.nmce
o incluso en algunas novelas de Bal/ac nos parecen estereotipos. Sin
embargo, para sus primeros lectores, esos estudios de personalidad y clase
en una sociedad de posibilidades cambiantes (una sociedad ms numerosa
y con ms gente en movimiento) quizs no fueran cliss que dificultaban
la comprensin, sino exploraciones en un mundo confuso, que contribuan
a tornar ese mundo ms claro para los jvenes. An hoy es posible asistir
a una representacin de Aaron Slick o j Punkin Crick en una escuela se
cundaria rural, y comprobar hasta qu punto un auditorio inexperto con
direccin interna responde al realismo caracterolgico de la obra, en
trminos de los antiguos estereotipos de clase, ambicin y virtud.
Tanto la biografa como la novela permiten a los nios, en una so
ciedad dependiente de la direccin interna, alejarse con la imaginacin
del hogar hacia un mundo racionalizado y cooperan as con los padres
en su tarea de instalar en los nios un piloto interno. En el mito de George
Washington, por ejemplo, los chicos aprenden que pueden llegar a ser
presidentes y se Ies proporcionan escalas que les permiten medirse y disci
plinarse para esa tarea durante la infancia: s no mienten, si trabajan con
esfuerzo, etc.; esto es, si actan en su infancia como el legendario Washing
ton en la suya, pueden llegar a ocupar su rol adulto. Adems, por su
misma naturaleza, el rol es permanente; alguien tiene que ser presidente;
de tal modo, sus hroes no tienen esa cualidad nica de los hroes de
mitos y leyendas anteriores. En la fantasa, el nio no slo se identifica
con Washington luchando contra los indios y franceses, sino tambin con
el ro adulto de presidente; cualquiera de esos roles lo llevar muy lejos
del hogar, social y geogrficamente.
Para el nio negro, la situacin es idntica con respecto a la historia
de Booker T. Washington. La historia de ste podra describirse como un
esfuerzo por apartar a los negros de la direccin tradicional y llevarlos
a depender de la direccin interna. Uno de sus libros dirigidos a los ne
4
Partisan Revieui,
Trilling
i 00
D. KIESMAiV Y OTROS
EL M.YO SOBREDIRIOinO
Sin embargo, hay tm peligro para el nio en esos retratos biogrficos
piadosos de personas y roles ejemplares, debido al hecho mismo de que
puede leerlos en soledad, sin la intervencin de adultos o iguales: puede
verso sobredirigido , esto es, encontrarse en un rumbo que no puede
seguir en la realidad. El nio con direccin interna, que trata de modelar
su carcter de acuerdo con los ideales que le presenta el material impreso,
no ve esos modelos, tal como no ve a sus padres, en estado de desnudez.
No hay familiaridad con el hroe, incluso con los dioses bajo apariencia
de hroes, como encontramos en los mitos de transmisin oral en la socie
dad dependiente de la direccin tradicional. As, Washington o Cromwell,
Garibaldi o Bismarck, Edison o Ford, inspiran un temor reverencial seme
jante al del Dios calvinista. Para muchos el resultado es una terrible
inseguridad sobre si viven o no a la altura de sus modelos idealizados. N i
siquiera los padres (cuando ellos mismos no empeoran las cosas tratando
de convertirse en modelos) pueden contrarrestar fcilmente esa inseguridad.
N o obstante, esa presin implacable tendiente a la actividad de di
reccin interna cuyas metas son virtud y fama, logr, como sabemos,
producir en muchos casos una persona adaptada porque las condiciones
sociales recompensaban las inhibiciones y aliviaban las inseguridades. En
otros casos, sin embargo, la brecha entre la exigencia de direccin inter
na y la capacidad para satisfacerla se volvi demasiado grande, y el indi
viduo no pudo hacerle frente (las reuniones religiosas liberaban y renova
ban, en un determinado nivel de clase, parte de las presiones emocionales
de tal conflicto).
Deseo destacar aqu los peligros que implica el asignar la tarea de
socializar al nio a otros elementos que no sean los adultos de la familia.
As como los kachnas * de los indios hopis pueden adaptar sus castigos
o sus golpes iniciatorios a un nio particularmente sensible, del mismo
modo los adultos en la era de la direccin tradicional pueden tratar de
que el meollo de un cuento no resulte demasiado horrendo para ninguno
de sus interlocutores. Sin embargo, en la era de la direccin interna el
nio abandona el hogar para ir a la escuela y para recurrir a los libros
*
Dioses enmascarados.
[T .]
101.
MERCADO
INFANTIL
102
IOS
rnuv limitadas. Por ejemplo, para muchos nios parece haber una gra
duacin regular de etapas en la lectura di- historietas: desde las historias
de animales como Bugs Bunny, hasta hroes invencibles como Superman,
y a otros como Baiman, que, de conformacin humana y por ende vulne
rables. siempre ganan, desde luego, lil estudio de donde est Lomada la
cita que encabeza este capitulo encontr que los nios mismos son cons
cientes de esa progresin, y conscientes de esos rezagados que an llevan
irajecitos de beb cuando ya tendran que haberse graduado en blue jeans.
Sin duda, el cambio con respecto a la era precedente, de direccin
interna, no es abrupto en los listados Unidos; tales cambios nunca lo son.
Antes los medios masivos abastecan el mercado infantil por lo menos en
tres campos: textos escolares o sermones, revistas para nios y novelas
baratas. Pero cuando stos se comparan con los medios contemporneos,
de inmediato resaltan las diferencias. La evaluacin del mercado por parte
de los autores de esa literatura previa era muy poco profesional en com
paracin con la investigacin actual del mercado. Adems, ellos tendan
por lo general a fomentar los impulsos al tTabajo yr a estimular la m ovili
dad, antes que a lograr una socializacin del gusto 6. Las revistas sema
nales de los chicos ingleses, tal como Orwell los describe, por lo comn
condenaban la bebida y el tabaco tal como hacan los clrigos autores
de textos escolares y religiosos. Tales admoniciones nos hacen pensar en
la leccin de las historietas, el delito no rinde , una fachada para men
sajes de mayor importancia. Los semanarios ingleses y sus contrapartes
norteamericanas se ocupaban de preparar a los jvenes para las fronteras
de la produccin {incluyendo la guerra) y, como un incidente de esa
preparacin, el atleta en cierne quizs exclua el cigarrillo y la bebida.
Los medios comparables de hoy preparan a los jvenes para las fronteras
del consumo; le ensean a ver la diferencia entre Pepsi-Cola y Coca-Cola,
y, ms tarde, entre marcas de cigarrillos como Od Gold y Chesterfield.
Podemos sealar el cambio citando una antigua cancin infantil:
Este chanchito fue al mercado;
Este chanchito se qued en casa.
Este chanchito com i carne asada;
Este chanchito no com i nada.
Este chanchito se fue llorando ui-ui
Todo el camino a su casa.
La rima puede tomarse como un paradigma de la individuacin y
la conducta no socializada en los nios de una era previa. Hoy, sin cm6
George Orwell, Dickens, Dal & Others (Nueva York, Reynal & Hitchcock,
1946), pg. 76,
104
D.
r ie s m a n
o tros
liargo. todos los chan chitos van al mercado: ninguno se queda en casa;
si una come carne asada, Lodos lo hacen; y todos dicen ivc-wc *
E L GANADOR SE L L E V A TODO?
105
106
D. KIliSMAN Y OTROS
LA MUCIIEDLMURK SOLITARIA
107
lO >
IX RIESMAN Y OTROS
tondas. Pero seria un error suponer que todo aquel que lleva una capa
Superna?) se identifica con Su per m an; puede ser slo un admirador que
luce los colores de su hroe.
Quizs tambin sea significativo que el libro de historietas comprima
en unos pocos minutos de lectura una secuencia que en la era previa
se prolongaba a lo largo de muchas pginas impresas. Pensemos en los
aos que el Conde de Montecristo pas en la crcel, sus sufrimientos, su
increble paciencia, su laboriosidad y su atencin a las enseanzas del
abate: Santo su triunfo como su venganza estn moralizados por esas
prolongaciones, y ya es un hombre viejo cuando, despus de muchos
captulos, obtiene la victoria final. A l contrario, el hroe de las historietas
o del radioteatro triunfa casi sin esfuerzo; la misma reduccin del tiempo
necesario para el relato vuelve todo eso ms evidente. Sin duda, al igual
que su contraparte cinematogrfica, ese hroe es derrotado con frecuencia,
pero ello aumenta la excitacin, no la moralidad o el cambio interno, y
ayuda a justificar un castigo an peor de los villanos .
Existe otro aspecto de este cambio que vale la pena considerar. Si
uno no se identifica con el vencedor sino que se preocupa por el proceso
mismo que lleva a la victoria, como la mejor manera de gozar un cuento,
uno se prepara para el rol de consumidor de las victorias ajenas. Esto es,
uno est preparado para el rol adulto de apostar al caballo ganador,
sin inters alguno por el jinete, el caballo, o el conocimiento necesario
para hacerlo. El contenido de la identificacin est empobrecido hasta
tal punto que virtualmente el nico vnculo entre el hroe y el lector
radica en el hecho de que el hroe triunfa. El espectador y lo mismo
es vlido para un programa de preguntas y respuestas, una competencia
deportiva y, como veremos ms adelante, la lucha poltica desea rela
cionarse con el vencedor simplemente a fin de otorgar significacin a
la lucha: esa esperanza de victoria otorga inters a los sucesos, al tiempo
que el programa, la competencia o el cuento no es apreciado por s mismo.
Evidentemente, la victoria del hroe slo es de ndole moral. A no
dudarlo, subsisten vestigios de las antiguas moralidades, a menudo bajo
la forma de convenciones forzadas por la censura o por el temor a la
censura. Pero la moralidad en el sentido de un desarrollo del personaje
literario, antes que moralidad en el sentido de estar d d laclo de la
ley y el derecho, no se describe. En consecuencia, tiende a convertirse en
una inferencia de la victoria. As como en las novelas de misterio todos
parecen culpables hasta que la aparicin del verdadero asesino demuestra
retroactivamente su inocencia, del mismo modo la victoria del hroe jus
tifica retroactivamente sus aciertos y errores. El ganador se lleva todo
se convierte en una tautologa.
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
109
I 10
I i ma salindose de Jas vas para vagar por el campo. Por fin, el direc
tor de la escuela para locomotoras ya rio sabe qu bacer. Consulta con
el alcalde de la pequea ciudad llamada Villa Locomotora, donde est
situada la escuela: el alcalde organiza una asamblea general, y se dis
cuten las fallas de T o o lle ; desde luego, Tootle nada sabe de todo esto.
La asamblea toma una decisin, y la prxima vez que Toolle se sale di1
las vas se encuentra frente a una bandera roja y se detiene. Se vuelve
en otra direccin, pero slo para encontrarse con otra bandera ro ja ;
una tercera direccin, y el resultado es el mismo. Corre para todos lados,
pero no puede encontrar una sola mata de hierba de la que no surja una
bandera roja, pues lodos los habitantes de la ciudad lian colaborado para
esta leccin.
Castigada y desconcertada, Tootle contempla las vas, donde la ban
dera verde de su maestro le da la seal para regresar. Confundida por
los reflejos condicionados vinculados con las seales de detencin, se
siente contenta y aliviada de poder usar las vas y regresa a ellas sin
demora. Promete que nunca volver a salirse de las vas y retorna a la
casa de mquinas, donde es recompensada con los aplausos de los maes
tros y dems ciudadanos, y la seguridad de que llegar a ser una loco
motora aerodinmica.
El cuento parecera adecuado para educar a los nios en un modo
de conformidad dirigido por los otros. Aprenden que es malo salirse
de las vas y jugar con flores y que, a Ja larga, slo hay xito y aproba
cin, e incluso libertad, en el respeto por las luces verdes 9lo
. La moraleja es
muy distinta de la que encontramos en Caperucita Roja. Tambin ella
se aparta de su camino durante su visita a la abuela; un lobo le ensea
las bellezas de la naturaleza un velado smbolo del sexo. Luego es
devorada, espantoso destino, sin duda, pero al final ella y la abuela son
rescatadas del vientre del lobo por un apuesto leador. Si bien el cuento
puede leerse como una advertencia, se refiere a pasiones humanas reales,
sexuales y agresivas; no representa las recompensas de la virtud en una
forma inequvoca ni muestra el mundo adulto bajo una luz totalmente
benvola. Por lo tanto, es esencialmente realista, bajo la capa superficial
de fantasa o, para decirlo con mayor exactitud, debido a la cualidad
de la fantasa.
En Tootle existe quizs una veta similar de realismo. Aqu los
adultos desempean el rol que ya describimos: manejan al nio para lo
9
El relato no aclara qu ociin-e con los compaeros de Tootle en la escuela
para locomotoras. Las relaciones de Tootle con el grupo ile pares, sea en las otras lo
comotoras o con los habitantes de la ciudad, son sumamente cordiales, y el triunfo
de Tootle no puede significar que los otros fracasen. Quin puede estar seguro
de que Tootle deseara llegar a ser una locomotora aerodinmica si los otros no
lo fueran tambin?
LA
M IX H EDUMUR !: SOLITARIA
111
112
D.
RIESMAN Y OTROS
C ap tu l o V
114
IX RIESMAN Y OTROS
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I. Los
H om bres ex e l T rabajo
I 16
D. RIESM
V OTROS
LA
117
.YUXHKin.MBRE SOLITARIA
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r i e s m a .n
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LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
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120
D. lUKSMAN Y OTROS
121
Par 1 tanto, un perodo en el que viven tales hombres es la oulnrnauiri del consumo conspicuo, cuando energas idnticas a las que se
vuelcan en el trabajo son canalizadas por los ricos a travs de su pre
supuesto de ocio. Mientras que el productor crea dinmicamente nuevas
redes de transporte a fin de explotar recursos y distribuir el producto
terminado v semi-terminado. el consumidor de este periodo comienza a
actuar con idntico dinamismo en el mercado. El productor impulsa: el
consumidor arrastra hacia si. La primera etapa en su carrera de consu
midor es un apasionado deseo de aduearse de cosas.
Quizs derroche dinero y energas en una casa, hasta el punto on
que osla llega a parecerse a una gran tienda recordemos los maravi
llosos juegos y muebles en las pelculas El ciudadano y El espectro
errante . Quiz; coleccione tesoros europeos, incluyendo yernos con t
tulos de nobleza: quizs se dedique a los yates, a los diamantes, a coleccio
nar libros o, unido a otros millonarios en el espritu cvico, a construir
teatros, planetarios y zoolgicos. En la mayora de los casos, la actividad
est tan autojustificada como la bsqueda del Polo Norte, realizada con
tan poca vacilacin o tedio como las tareas on la frontera de la produc
cin. No hay necesidad de vacilar porque, en este periodo, los productos
de consumo, como los compromisos laborales, no se vuelven rpidamente
anticuados sino que valen para toda la vida.
El tipo de consumidor adquisitivo que se preocupa menos por acu
mular una fortuna o tener un hobhy y se interesa ms por mostrar sus
posesiones, parece, a primera vista, dirigido por los otros en cuanto a su
atencin; con todo, si volvemos a la obra clsica de Veblen, veremos,
segn creo, que rl consumidor all descripto est dirigido por los otros
slo en apariencia. El consumidor conspicuo de Veblen busca adaptarse
a un rol que se le exige por su posicin, o la posicin a que aspira, en
la vida: mientras que o consumidor dirigido por los otros busca expe
riencias y no cosas, y anhela ser guiarlo por los otros antes que deslum
brarlos con su despliegue. El consumidor conspicuo posee un estndar
que le permite medir con facilidad lo que los dems poseen, es decir, su
dinero. Este estndar puede atravesar la opacidad de los objetos, incluso
de los objetos nicos por su naturaleza, tales como la posicin geogrfica
(a tqnto el metro de terreno) o una mujer hermosa (la mejor que el
dinero puede conseguir). Esto otorga al consumo del hombre con direc
cin interna su cualidad relativamente impersonal; es tan impersonal
como su produccin, de la cual es un residuo. De modo similar, si colec
ciona cuadros de viejos maestros, da un paso estandardizado en la escala
del consumo para su clase social, al mismo tiempo que hace una buena
inversin o, por lo menos, corre un riesgo favorable. Adems, en cierto
sentido, l mismo es un maestro , un experto, y puede admirar la tcnica
122
D. RIESMAN Y
o tro s
del arlista renacentista como pocos consumidores dirigidos por los otros
de hoy, aunque sepan bastante ms sobre arle, se atreven a hacerlo con
la tcnica esotrica o la aparente falta de ella de un artista no figurativo.
Por lo tanto, el consumidor conspicuo se dedica a una clase extern al izada
de rivalidad, tal como lo indican el uso que Veblen hace de trminos
tales como "ostensible , emulador , conspicuo , y el resto de su voca
bulario encantadoramente irnico. El consumidor con direccin interna
puede competir en forma aparentemente idntica, pero slo en la medida
en que sus iguales lo mueven a hacerlo.
ya he intentado mostrar, est en sordina.
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
123
121
12)
Ti.
126
RIESMAN OTROS
Si iba a ver partirlos de baseball {uno de los pocos deportes donde tambin
la competencia del hombre dirigido por los otros descarga considerable
mente sobre el hecho de haberlo practicado alguna vez), ello no formaba
parte de un acto destinado a convencerse a s mismo de que era uno de
los muchachos .
Sin embargo, no debemos exagerar estas diferencias entre los escapes
de la direccin interna y la direccin por los otros. Muchos hombres
con direccin interna trabajan esforzadamente para mantener su nivel
de eficacia recreativa. El Reverendo Endicott Peabody, que ms tarde
fund Grolon, se estableci como hroe de un pueblo fronterizo del oeste,
en el que ocupaba el cargo de pastor, por su influencia sobre un equipo
de baseball. Una estrategia similar, con sus races en una era dependiente
de la direccin tradicional, aparece en la moderna caracterizacin cinema
togrfica del sacerdote o la monja catlica que es un buen camarada,
como ocurre con Bing Crosby en El buen pastor . Adems, muchos
norteamericanos con direccin interna pertenecientes a las esferas de los
negocios y las profesiones utilizaban su tiempo libre, y an lo hacen,
para establecer contactos. Su prctica del g o lf no era otra cosa que un
escape, y la dedicacin a la jardinera de sus esposas a menudo estaba
vinculada con los mismos impulsos de movilidad. Tales hombres arriesgaban
mucho econmicamente, aunque menos desde el punto de vista psicolgico
que los individuos dirigidos por los otros.
Pero a menudo haba tambin riesgos psicolgicos. Los hombres
sobredirigidos de ese perodo, incapaces de desechar o aceptar sus inhibi
ciones, no siempre podan protegerlas retirndose a la intimidad. Cuando
exista alguna presin para demostrar la propia competencia en la taberna
o en el prostbulo, sus cuerpos a veces los delataban en forma de nuseas
o impotencia en el esfuerzo por mostrarse eficaces, la debilidad de la
carne denunciaba la renuencia del espritu. En general, sin embargo, el
hombre con direccin interna era mucho menos susceptible que los indi
viduos de hoy al requerimiento de que se lo aprecie por sus recreaciones y
se lo ame por sus vicios.I.
III. L a L
ucha
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u t o a p r o b a c i n
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
127
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D. RlKSMvlV Y otros
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
131
132
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133
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
el
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D. RIKSMAN Y OTROS
LA
135
ruados lderes de los precios esperan indicios por parle del gobierno, y
el costo ese mtico fuego fatuo ya no es. si alguna vez lo fue en reali
dad, una guia inequvoca. Seguir al lder tambin se utiliza para llegar
a una decisin sobro el precio y las condiciones laborales de la mano de
obra; y los gremios han aprovechado en su henefieio los deseos de los
empresarios de manlenerse al nivel de los lderes industriales y ser. adems,
buenas personas. Como veremos ms adelante, la paula poltica en la
direccin por los otros se asemeja a la pauta dirigida por los otros en
el mundo de los negocios; el liderazgo se encuentra en c! mismo oslado
amorfo. Adems, tanto en los negocios como en la poltica, el ejecutivo
dirigido por los otros prefiere estabilizar su situacin en urt nivel que no
le impone exigencias demasiado pesadas en cuanto a actuacin. Por ende,
en diversos puntos dentro del proceso de la toma de decisiones, volar por
una vida ms fcil y no por el riesgo de la expansin y la libre competencia.
Esa vida de negocios no resulta ser fcil . Desde luego, la gente
dirigida por los otros no se sale con la suya en los negocios ms que en
la poltica. El libre comercio sigue siendo una fuerza poderosa, a pesar
de las incursiones de los comerciantes leales. Muchos observadores, juz
gando el grado de monopolio por el porcentaje de activos controlados por
las grandes corporaciones administradas segn escalas de precios, pasan por
alto que incluso un pequeo porcentaje de compaas fuera del rango de
la mano satisfecha pueden tener una influencia muy desproporcionada
con respecto a su activo. El caucho puede ser monopolio, pero habr
siempre necesidad de caucho? El cine puede ser monopolista, pero qu
pasa con la televisin? En las industrias pequeas y marginales, en los mo
nopolios no de hoy, si no de maana, a menudo no hay necesidad de ser
una buena persona. Y lo que es ms, la dinmica del cambio tecnolgico
an suscita problemas; secciones enteras dentro de las industrias, as
como industrias enteras, pueden torrarse anticuadas, a pesar de su habili
dad para conseguir repetidas postergaciones de una sentencia a muerte
tecnolgica. Incluso dentro de las grandes industrias monopolistas existen
todava muchos individuos tecnolgicamente orientados, as como muchos
deparlamentos de orientacin tecnolgica; ninguna planificacin empresaria en ninguna compaa basta para suavizar por completo y volver
rutinaria la presin resultante de sus innovaciones.
En la medida en que el hombre de negocios est libre, por su carcter
y situacin, de consideraciones sobre el coslo, debe enfrentar el problema
de encontrar nuevos objetivos para su espritu de empresa. Debe sintonizar
con los otros para averiguar qu negocios les parecen convenientes. As, una
sensibilidad psicolgica que comienza con el temor a verse llamado redu
cidor de precios se extiende al temor de estar fuera de moda en otros as
pectos. El hombre de negocios tiene tanto miedo de perseguir metas anti
D. RIESMAN Y OTROS
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
137
138
D. RIESMAN Y OTROS
DE
LA
CUENTA
BASCARIA
A LA
CUENTA DE CASTOS
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
139
II.
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OTROS
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
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142
D. riesm ax y otros
C a p t u l o
V II
L A R O N D A DE L A V ID A D IR IG ID A PO R LOS OTROS
( Continuacin). EL TU RN O DE L A NOCHE
Pf.ro no debo suponerse, que, en medio de todos sus afanes, los individuos que
viven en las democracias se consideran diarios de lstima; se observa precisamente
lo contrario. No hay hombres ms apegados u su propia condicin. La vida care
cera de placer para ellos si se los liberara
exhiben mayor apego a sus tribulaciones que las naciones aristocrticas a sus placeres.
Tocqueville,
LA
D E M O C R A C IA
EN
A M E R IC A
M4
D. RIESMAK Y OTROS
IA
MUCHKDLMBKB SO.ITAKIA
115
146
D. RIESMAN
OTROS
las recetas f avori Las' de gente como N oel Coward y Lulius Beebe. Fred
MacMurray v Claudette Colberl garantizan los deleites do platos nuevos
como Julepe, El Huevo y Y o ; y, segn escribe MacMurray en una
pequea coleccin de sus recelas favoritas con huevos: No hay nada tan
atractivo como un par de huevos fritos con sus lmpidos ojos dorados
que nos contemplan tiernamente desde el centro de un plato de desayuno,
rodeados de trozos de tocino crujiente o salchicha de cerdo. O bien pock,
cabalgando alegremente sobre un trozo de tostada . La traduccin ms
popular de un antiguo libro de cocina francesa, Tante M arie, tambin
es extremadamente familiar, y The Joy o f Cooking explica su estilo casero
diciendo que originalmente las recelas fueron reunidas y redactadas para
la hija del autor, quien a su vez pens que podran gustarles a otras
hijas . (Como hoy hay menos enseanza de madres a hijas, stas deben
confiar en la gua de alguien de afuera si aspiran a saber cocinar.) En
resumen, en su manera de considerar la comida, tal como en sus relaciones
sexuales, la persona dirigida por los otros busca continuamente un ele
mento cualitativo que puede escaprsele. Sufre de lo que Martlia Wolfenstein y Nathan Leites llaman moralidad de diversin L
Desde luego, plantear las cosas de esta manera exagera las desven
tajas del cambio: sin duda, mucha ms gente disfruta hoy realmente de
la comida y de la charla sobre la comida que cuando la monotona de
la dieta norteamericana era notoria.
Sin duda, muchas personas siguen los dictados de la moda en cues
tiones de comida, sin que su carcter sea del tipo dirigido por los otros,
tal como muchos directores de personal en la industria son celosos cre
yentes de direccin interna en la mano satisfecha. Aun as, si quisiramos
trazar los lmites de la direccin por los otros en los Estados Unidos, po
dramos encontrar que el anlisis de los mens proporciona un ndice
no del todo inexacto. A medida que las ensaladas y el ajo, las salsas
complicadas, los platos en casserole, la revista Gourmet, el vino y los
licores, se extienden hacia el oeste desde Nueva Y ork y hacia el este
desde San Francisco, a medida que los hombres se toman dos horas para
almorzar y hacen exhibicin de su gusto en la comida y la bebida, a me
dida que el libro de cocina personalizado tiende a reemplazar el tipo del
Boston Cooking School en todos estos signos de los tiempos vemos indi
caciones del nuevo tipo de carcter. Hace poco, en su artculo Highbrow, Lowbrow, Middiebrow 1
2, Rugsell Lyncs intent delinear el sistema
social urbano en los Estados Unidos de hoy en trminos de ndices simi
lares de consumo. As, la ensalada es la marca de los intelectuales, a quie
nes tambin se puede descubrir por su gusto en lo relativo a coches, ropas
1 F. Mitvies (Glencoc, Illinois, The Free Press, 1950).
2 Harpers, 198 (1949), 19.
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
147
y postura. Este fenmeno fue observado tambin por TJoyd Warner, quien
en realidad define !a clase no tanto en trminos -de riqueza o poder como
en trminos de hbitos de sociabilidad y estilos de consumo. Con todo,
esos observadores son excepcionales; como veremos en el Captulo X I, la
mayora de los norteamericanos siguen viendo su estructura social en
trminos de otra ms antigua basada en la riqueza, la ocupacin y la
posicin en el sentido de la pgina de sociales. Pero por debajo de estas
viejas rbricas creo que una estructura muebo ms amorfa est surgiendo,
en la cual el liderazgo del gusto es cada vez ms importante, y en la cual
la jerarqua en el refinamiento compite en cuanto a reconocimiento con
las jerarquas econmicas y productivas.
E l sexo: la ltima, frontera. En la era dependiente de la direccin
interna el sexo poda estar inhibido, como en las clases y reas afectadas
intensamente por la Reforma y la Contrarreforma; o bien su gratificacin
poda darse por sentada en los hombres y dentro de lmites dados; como
en Italia, Espaa, y entre los elementos no respetables de toda poblacin.
En ambos casos, haba una cierta simplificacin del sexo, en uno de
ellos por medio de tabs y en el otro por medio de la tradicin. Los pro
blemas econmicos o de podero, los problemas de la mera existencia o
de ser alguien ocupaban el primer plano; el sexo quedaba relegado a
su lugar y momento apropiados: la noche, la esposa o una prostituta,
ocasionales frases obscenas y ensueos diurnos. Slo en las clases altas,
precursoras de los tipos modernos dirigidos por los otros, hacer el amor
tenia ms importancia que fabricar artculos (como se alegaba en Fran
cia) y alcanz el status de una actividad diurna. En estos crculos, el
sexo estaba casi por completo separado de la produccin y la repro
duccin.
Cuando esta separacin va ms all de la clase alta y se extiende a
casi toda la sociedad, constituye un signo de que esa sociedad, a travs
del control de la natalidad y todo lo que ste implica, ha entrado en la
fase demogrfica de declinacin incipiente por va de la industrializacin.
En esta fase no slo hay un aumento del ocio, sino que el trabajo mismo
se torna menos interesante y menos exigente para muchos; una mayor
supervisin y subdivisin de las tareas vuelve rutinario el proceso indus
trial incluso ms all de lo logrado en la fase de crecimiento transicional.
Ms que antes, a medida que declina la importancia de la ocupacin,
el sexo se infiltra en la conciencia en el curso del da y no slo durante el
tiempo dedicado a la diversin. Se lo ve como un bien de consumo, no
slo por las viejas clases ociosas, sino tambin por las modernas masas
ociosas.
La persona dirigida por ios otros, que a menudo padece de poca respon-
I til
D. RIBSMAN
Y OTROS
I.A
M U C IIl'lK .M B R i:
SOl . l l Atf l A
149
D. RIESMAN Y OTROS
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V ase G . M .
p g . 16, n .l.
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Loyd
(N u e v a
Young,
W a rn er
Y ork ,
R ob ert
Ila r p e r ,
J . Ila v ig h u r s t
1 9 4 4 ),
pg.
103.
(L o n d r e s ,
M a r tin
O x fo r d
Loeb,
U n iv e r s ity
Press,
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
151
T ile
de
A m e r ic a n
C u li o f S u c c e s s
( T e s i s D o c t o r a l U n iv e r s id a d
X L
(1 9 3 4 ),
309-318.
J e Y a le , 1 9 3 3 );
l.2
1>.
r ie s m a n
y OTROS
con el Fondo Payne hace veinte ano, se reuni mucho material relativo
a) uso que hacan de las pelculas los jvenes que deseaban aprender a
vestirse y a hacer el amor t. La combinacin de aprendizaje y excitacin
resultaba clara en esos caso, particularmente entre los jvenes de dase
baja enfrentados de pronto con el sexo y el esplendor. Hoy, sin embargo,
como los auditorios se lian vuelto ms expertos, la mezcla de mensajes
es ms sutil.
Basndome en una muestra de revistas femeninas, Lidies Home Jour
nal. Am erican, Good Housekeeping v Madernoiselle, de octubre de 1948.
llegu a la conclusin de que runchos renlos y artculos y, desde luego,
con mucha menos sutileza, muchos avisos, se referan en gran parte a los
modos de manejar el s-mismo a fin de manipular a lo dems, en
primer lugar para alcanzar metas intangibles como el afecto. Dos cuentos
servirn como ilustracin: La rebelin de W illy Kepper , de W illard
Temple, publicado en Ladies Hom e Journal y Salgamos esta noche ,
de Lorna Slocombe. en la revista American.
M anejo de la oficina. La rebelin de W illy Kepper es inslita en
tanto se refiere a una situacin de trabajo y no a una cuestin domstica
y de ocio. Es la historia de un vendedor de pintura. W illy, joven tmido
que ha ido escalando posiciones en la fbrica. H ay una bonita archivista
a quien W illy desea conocer mejor pero a la que no sabe cmo acercarse.
A esta altura, el hijo de un accionista ingresa a la oficina, consigue el puesto
que W illy anhelaba y sale con la empleada del archivo. W illy, que antes
se mostrara tan tmido, pierde el control, se torna grun y spero con
la gente en la oficina y en el taller. Esta es su rebelin . El cambio de
actitud, desde luego, se hace evidente en seguida.
Con todo, W illy ha acumulado un enorme capitai de buena voluntad
debido a su cordialidad anterior, de modo que sus compaeros, en lugar
de volcarse contra l, tratan de averiguar qu le pasa: no puede ser culpa
de W illy. Descubren que el culpable es el hijo del accionista y se organizan
para perjudicarlo: tropieza con tarros de pintura, confunde los pedidos
y pronto aprende cunto necesita de la simpata de los otros para poder
realizar su trabajo. En realidad, W illy lo salva de la situacin ms em
brollada con un cliente, y despus de unos cuantos golpes de este tipo
el hijo decide comenzar desde abajo en la fbrica, a fin de ganar su
propio capital de buena voluntad. Las posibilidades de ascenso existen
otra vez para W illy. A I final, W illy le pregunta al hijo del accionista qu
tcnicas utiliz con la empleada del archivo. Este le recomienda elogiarle
los ojos; W illy lo hace y logra concertar una cita,6
6
V ase,
por
and Crime
(N u e v a
Y ork ,
e je m p lo ,
H erb ert
M a c m illa n ,
B lu m e r
1 9 3 3 ), p g .
P h ilip
102 y
H a n se r,
sig ts.
Movies, Delquencyr
I.A YIUOII-DIMBRK
SOF.ITAHTA
153
154
D. RIESMAN Y OTROS
LA
m u c h e d l :MBRE
s o l it a r ia
155
]5()
r>.
r ik s m s n '
-v
o tros
(194fl), 240.
LA
Mt - l H l J l H. MOK E
SOi .l TARU
1S7
que aplauden
sometimiento
las pequeas
El manantial
es escapista.
ADIS AL ESC A CISMO?
Hasta ahora en estos ejemplos hemos visto muy poco que corresponda
a los escapes inequvocos de los individuos con direccin interna. Antes
bien, hemos visto la cultura popular utilizada, a menudo con gran deses,
peracin, para el adiestramiento en la adaptacin al grupo. De idntico
modo, podemos encontrar cultura popular empleada como adiestramiento
en la orientacin del consumidor, lo cual constituye un problema casi
tan serio (en muchos sentidos es el mismo problema! para la persona
dirigida por los otros. A pesar de las apariencias, la persona dirigida pol
los otros a menudo parece incapaz de apartarse de s misma o de perder
tiempo con gestos de abundancia o abandono. (Desde luego, si compar
ramos pautas de escapismo alcoholista, podramos llegar a resultados algo
distintos.)
La persona con direccin interna, si est bajo la influencia del pro
testantismo, tambin es incapaz de perder tiempo. El joven mvil de las
clases bajas demuestra su compromiso con la direccin interna prohibin
dose la bebida y los amigos carreristas: contina la produccin de un
carcter dirigido desde adentro mediante la prctica de una especie de
contabilidad mental que le permite expulsar los demonios del Derroche y
la Pereza. Esa persona dispone de poco ocio, a menos que pueda justificarlo
como algo que contribuye a mejorarlo, y una vida que nunca tiene un
momento de ocio debe ser muy tensa. En la superficie, la persona dirigida
por los otros no es puritana; parece preocuparse mucho menos por el
derroche; sus adminculos, sus maneras y su moral son ms despreocupa
das. Pero un puritanismo atenuado sobrevive en su explotacin del tiempo
libre. Cuando se toma unas vacaciones o alarga un fin de semana puede
decir: Me lo debo a m mismo' , pero el m mismo en cuestin est
is a
D. RIESMAN Y OTROS
visto como un coche o una casa cuyo mantenimiento debe ser cuidadoso
a los fines de la reventa. La persona dirigida por los otros no tiene un
ncleo delineado del s-mismo del que pueda escapar: carece de una lnea
divisoria clara entre la produccin y el consumo, entre la adaptacin al
grupo y los intereses privados, entre el trabajo y el juego.
Un ndice interesante de esto es )a declinacin de la ropa de etiqueta,
particularmente entre los hombres, y por otro lado, la invasin de trajes
deportivos en la oficina. Esto parece un resultado del culto al no esfuerzo,
y, desde luego, los hombres dicen que da demasiado trabajo explicar
por qu no se cambian para la cena o para la noche. Pero la explicacin
radica ms bien en el hecho de que casi lodos los hombres de hoy sim
plemente no saben cambiar de roles, y mucho menos an destacar el cambio
medanle la ropa adecuada. Otra razn podra ser el temor de que se les
considere aristocratizantes; se puede usar camisas chillonas, pero no de
cuello duro. As, la camisa deportiva y la vestimenta informal muestran
que uno es un buen tipo no slo en la cancha de go lf o cuando est de
vacaciones, sino tambin en la oficina y a la hora de cenar.
Todava se permite que las mujeres se vistan para la cena, lo cual
constituye quizs un signo de su respuesta demorada a los cambios de la
moda. Estn ms envueltas que los hombres en las pautas moribundas
del consumo conspicuo. Sin embargo, probablemente sacan ms partido del
cambio entre Ia3 tareas domsticas y los bebs, y las reuniones sociales,
que muchos hombres, quienes intercambian chismes oficinescos mien
tras trabajan y mientras juegan: adems, realmente disfrutan del cambio
y arrastran a los hombres, quienes casi preferiran seguir en la oficina. He
observado que la charla de las mujeres sobre los nios y las cuestiones
domsticas a menudo aunque seguramente no siempre demuestra ma
yor habilidad, inters y realismo que la de los hombres, ya que el cambio
de rol renueva tanto el trabajo como el juego.
Qu mueve a los hombres que han estado rodeados por personas y
sus problemas durante el turno diurno a buscar a menudo exactamente la
misma compaa (o su reflejo en la cultura popular) en el tumo de la
poch-e? Quizs en parte sea el terror a la soledad que simbolizan las
pelculas de gangsters . Esto, sin duda, contribuye a aumentar la ten
sin. Aunque la cultura popular en un nivel llena el hueco entre la
gente y evita as toda exigencia relativa a aptitudes en la conversacin o en
la actividad sexual, en otro nivel la cultura popular no es simplemente una
manera de matar el tiempo: en la situacin del grupo de pares exige
que se la evale. La muchacha dirigida por los otros que va al cine acom
paada no necesita hablar con los dems durante la pelcula, pero a veces
enfrenta este problema: debe llorar o no en los momentos tristes? Cul
es la reaccin adecuada, la actitud aceptada con respecto a lo que ocurre?
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
159
III.
M)
b.
K1KSMAN Y OTROS
Parte Segunda
P O L 1T C A
C ap tu lo
V IH
En
no parecen dispuestos a
utilizar
los privi
legios polticos que la ley les otorga; parecera que valoran demasiado su tiempo
como para gastarlo en los intereses de la com unidad... Pero si un norteamericano
itera condenado a lim itar sus actividades a sus propios asuntos, se vera privado
de una mitad de su existencia; sentira
J 61
I).
k ( i :s m a n
OTROS
LA
VUCHKIUl.MBRK SOLITARIA
! <>5
T. Los I ndiferentes
EL ViE.70 ESTILO
As como la idea de que lodos los miembros adultos de una comunidad
deben intervenir en la toma de las decisiones polticas es reciente, tam
bin lo es el criterio de que la indiferencia y la apata polticas constituyen
problemas. En las sociedades orientales antiguas, donde slo la dinasta
y un pequeo grupo de consejeros y nobles tenan acceso a la esfera de
Ip participacin, no corresponda calificar de aptico al resto de la po
blacin: simplemente estaba polticamente dormida. Del mismo modo, en
la ciudad-estado griega, slo podemos considerar la apata eomo un pro
blema entre los ciudadanos las mujeres, los extranjeros y los esclavos
estaban sencillamente excluidos de la esfera poltica.
Los pocos individuos con direccin tradicional en los Estados Unidos
figuran entre los indiferentes polticos de este tipo. Su actitud es la clsica
indiferencia de las masas en la antigedad o en la Edad Media: los indi
viduos que, a travs de la historia, han aceptado, con habitual cinismo y
espordicas rebeliones, la tirana de una lite. Carecen de medios para
articularse polticamente y de alguna concepcin de lo que ello implicara.
No cuentan con las herramientas polticas elementales del alfabetismo, la
educacin poltica y la experiencia organizativa.
En los Estados Unidos de hoy el nmero de esos indiferentes con
direccin tradicional es pequeo. Hay unas pocas reservas donde la
gente puede evitar ser influida por los valores de la direccin interna o por
Jos otros, o ambas. Sin embargo, en algunos grupos inmigrantes y de
negros rurales, la vieja indiferencia de la direccin tradicional se mantiene
por lo menos en cierto grado. Dar un ejemplo tomado de una entrevista 2
con una encargada de limpieza, de edad media, procedente de las Indias
Occidentales Britnicas, que ahora vive en Harlem. Si bien ha sido fuerte
mente afectada por la direccin interna, sus actitudes polticas (teniendo
2
Esta entrevista fue una de las muchas realizadas en 1948 por la Dra. Genevieve Knupfer entre inmigrantes a Harlem provenientes del Sur, el Caribe e Italia.
Se public en forma completa en Faces iii the Crotvd, pgs. 98119,
166
D. R1ESMAN Y OTROS
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
167
es para su marido, los ricos y posiblemente el club <Ie los hombres blan
cos. La profundidad y la tenacidad de estas convenciones por poder son
tales que el indiferente poltico de este tipo, aunque excluido de la parti
cipacin poltica directa, no tiene motivos para sentirse perdido, (lomo no
tiene sentimientos de responsabilidad personal en la esfera poltica, no
busca adquirir poder en ella, y por lo tanto, rara vez se siente frustrado o
culpable al respecto. Sin duda, ms all de los servicios de los sabios,
buenos y ricos para usar las palabras de Fisher Ames la responsabi
lidad en el orden poltico no incumbe al hombre sino a Dios.
E L NUEVO E STILO
No cabe agregar nada ms sobre los indiferentes cada vez menos 011merosos cuyo estilo poltico es compatible con el carcter de direccin
tradicional, la posicin social inferior, la pobreza y la falta de educacin
poltica. Mucho ms importantes son los indiferentes que, no dirigidos
ya por la tradicin, han adquirido las herramientas polticas elementales
del alfabetismo, alguna medida de competencia organizativa y una cierta
conciencia de los usos a que puede aplicarse la actividad poltica. Sin duda,
cuando estudiamos los esfuerzos destinados a llevar la educacin y la orga
nizacin polticas a quienes viven en reas rurales o de conventillos, a
menudo parece que las condiciones de su vida no los adiestran en las
motivaciones o tcnicas polticas (tcnicas tan simples, por ejemplo, como
el uso eficaz del telfono) que se dan por sentadas en algunos sectores
polticamente conscientes y activos de la clase media. Con todo, durante
el ltimo siglo, la difusin de la educacin, la disminucin y la aligeracin
de las horas de trabajo, el surgimiento de sindicatos y otras asociaciones
ms o menos formales, la mayor experiencia en las formas y rutinas gu
bernamentales, parecen haber incrementado la capacidad, si no el deseo
de los ciudadanos ms pobres, de maniobrar en la esfera poltica.
No obstante, esos individuos son en general indiferentes a la poltica,
aunque su indiferencia no coincide con la actitud clsica y sometida de
la direccin tradicional. En gran medida, es la indiferencia de gente que
sabe bastante sobre poltica como para rechazarla, bastante sobre la infor
macin poltica como para rehusarla, bastante sobre sus responsabilidades
polticas como ciudadanos como para evadirlas. Algunos de estos indi
ferentes del nuevo estilo pueden clasificarse como individuos con direccin
interna o por los otros, que no han adoptado un estilo poltico ms carac
terstico de su tipo. En otros sentidos, son individuos que estn en tran
sicin, caracterologa y socialmente, de un tipo de carcter y una situacin
social a otra: individuos con direccin tradicional desarraigados que an
no se han aculturado a la direccin interna, individuos con direccin
H it!
D. MKSMA.Y Y
OIROS
LA
M LCH K lH MHliK
SOl.lTAlti.A
169
170
D.
r ie s m a n
o tros
]71
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
I I . LOS MORALIZADORES
A veces la gente me califica de idealista. Y bien, as s que soy mi nmtc/imecano. Estados Unidos es la nica nacin idesdisla en el wuiith**.
U'innlratv Hiho/t
172
ESTILO
DEL
MORALIZADOR
EN
EL
PODER
Crmittee
(T.J
174
D. RIESMAX Y OTROS
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
175
ESTILO
DEL
MORALIZADOR
EN
RETIRADA
I 7>
I.A
U lX m 'Pb M B R i:
SO LIT MilA
177
lar rente a los elementos dirigidos por ios otros en la vida norteame
ricana puede estar acallado: pueden moldear su propio mundo y M i
garlo a tener sentido para ellos, Pero cuando incluso eso camino hacia
la comprensin est cerrado, el individuo con indignacin coagulada
estalla en una rabia impotente o se hunde en esa suerte de resistencia
frustrada y pasiva que comentamos en el Captulo en relacin con los
estudios de Erikson sobre indios norteamericanos.
Otra variedad del moralizador, que podramos llamar los 'Yniusias
tas . lejos de resignarse a la frustracin poltica, esperanzadamente em
prenden las tareas ms difciles. El significado cambiante, de la palabra
entusiasta dice mucho sobre la historia de los estilos polticos. Los en
tusiastas de los das de Croimvell y el Parlamento Largo eran los hom
bres de espritu y visin, los cuqueros, los niveladores (Levllers)
Pero
en el siglo dieciocho la palabra entusiasta ya haba comenzado en In
glaterra a perder su sentido religioso y a convertirse, en cambio, en
un trmino de ridculo antes que de temor o admiracin. Quizs forme
parte del mismo desarrollo que ha agregado los trminos hacedor de
bien , mejorador del inundo , reformador y boy-scout a nuestro
vocabulario diario como smbolos de desprecio o amable desinters: que
rer hacer el bien en poltica es evidentemente muy ingenuo. El en
tusiasta se asemeja al indignado en tanto sus emociones polticas frecuen
temente superan a su inteligencia poltica; lo llevan a intervenir en cru
zadas poco planeadas. Pero difiere del indignado en la cualidad de
esas emociones: stas son rosadas y alegres en comparacin con el tinte
emocional ms oscuro del indignado4. En el siglo diecinueve el entu
siasta se mostraba incesantemente activo. Si se lo desafiaba, argumenta
ba, como lo baria hoy, que siempre hay trabajo, y trabajo poltico, para
las manos ociosas. Tal argumento se basa en los sentimientos ascticos
de obligacin con respecto a comprometerse o intervenir en la poltica
y descansa tambin sobre la tendencia norteamericana a ia actividad
como tal -una tendencia que sobrevivi a la creencia en el progreso,
que racionalizaba la actividad incesante en el caso de muchos indi
viduos con direccin interna durante el siglo diecinueve.
Las guerras y los cambios tecnolgicos, as como el cambio de la
direccin interna a la direccin por los otros, han desprestigiado el estilo
moralizador, sea en su forma indignada o entusiasta. La Guerra Civil,*
* Faccin poltica de la Guerra Civil inglesa, cuyo programa se basaba en la
eliminacin (nivelacin) de las diferencias de clase. [T .]
4
La indignacin o el odio de este tipo est muy bien descripto en el ensavn
de Svend Ranulf, Moral ndignaton and Middle Cluss Psychology (Copenhagcn,
Ldvin S Monksgaard, 1938). Aunque nuestro nfasis general recae en el carcter,
quizs no podamos evitar aqu la intervencin de factores temperamentales, tales
romo la antigua distincin entre tipos colrico y sanguneo.
n
Id .
I), r i e s m a n
otros
LA
179
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
viejos estilos polticos. Del mismo modo, en visla de las indcterminaeiones de la historia, sera apresurado predecir que el estilo moralizanlo est condenado y que ningn renacimiento de l es posible en
los Estados Unidos. Sin duda, si los hombres influyentes se loman im s
raligadores, la persona dirigida por los otros, precisamente porque est
dirigida por los otros, tratar tambin de ser moralizado!',i.
III.
E l B ie n
Inform ad o
Pues todos los atenienses y extranjeros que estaban all pasaban todo <i tiempo
sin hacer otra cosa que contar o escuchar algo nuevo.
San Pablo
180
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
m i
182
D. RIF.SMAN Y OTROS
IA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
13
i;s4
J>.
k ie s m a n
OTROS
LA
MUCVIKDLMBRi; SOLITARIA
Esto les sonar raro, pero creo que nos estarnos imponiendo dema
siado. ( P o r qu dice eso?, se. le pregunt.) Enripie no queremos que
las otras naciones sientan que estamos tratando de controlarlas. Saben
que Rusia quiere eso, y creo que se es el m otivo por el m al hny tantas
discusiones. Pero si sienten que estamos tratando de apoderarnos de
ellos, tampoco confiarn en. nosotros y entonces ya no podremos manejar
lodo este programa, que es lo que deberamos hacer. V canuda no consegimos lo que querernos, y los titulares dicen que nos han derrotado en
algo, creo que eso es realmente bueno porque hoce sentir o las otros
naciones que somos iguales que ellas y que tambin tenemos dificultades.
Eso las hara adoptar una actitud ms comprensiva y ms ion i sfosa \
lina comprensin psicolgica de este lipo representa un verdadero
progreso. El moralizado!- comn no habra sido capaz de tales sutilezas
ni le hubieran interesado.
Quedan todava muchas cuestiones importantes. P or qu tantos
grupos de pares, en los que se mueven los individuos dirigidos por
los otros, siguen incluyendo la poltica en su men, y cmo es que la
moda no introduce, como ocurre con muchos intelectuales, algo distinto,
por ejemplo, la religin? Lo que podra sorprendernos en los Estados
Unidos no es el nmero de los indiferentes sino el motivo por el cual
ese nmero no es an mayor, y la gente sigue siendo moralizadora y
trata de informarse como bien informado . Como explicacin parcial,
sugiero que los medios masivos de comunicacin desempean un papel
muy complejo en la formacin y mantenimiento de individuos (de ca
rcter apropiado) en estos dos estilos. Los medios cumplen continua
mente dos funciones: proporcionan informacin y adiestran en la tole
rancia a los futuros bien informados , y son maestros y provocadores
de la indignacin para los futuros moralizadores.7
Captlxo
IX
sutiles
tendr
se
ms probabilidades d
clientela
estable
bajos y la mercadera
de buena calidad.
E n cuanto
l gicos * que resulten atractivos al clien te, M r . Cemenos a firm que, en su opinin,
itn negocio deba tratar de desarrollar los mismos rasgos que nos gustan en nues
tros
am igos".
En u m er
algunos
de
ellos
la
lim pieza,
aspecto
simpara,
afabili
sinceridad,
dad. Cada gerente, afirm , debe preguntarse si su 'negocio tiene esos ra sgos.. .
M r.
mueven
porfiamos
qu iere? L a
a los clientes,
realidad la gente qu
de
comenzar
haciendo
esta
premuna:
Sabe
rn
no
le gusta ...
IK5
LA
1<)
SO LITARIA
malas
or
ganizacin) 1.
Bajo tales condiciones de consumo pasivo, cabra esperar que la
gente abandonara la liga de los bien informados c ingresara a la gran
masa de los indiferentes de)
100
D. RIESMAN Y OTROS
II. Los
Hay varios motivos por los cuales los medios masivos de comunicacin
desarrollan una actitud de tolerancia que se convierte en el modo de expe
rimentar y enfocar todo, incluyendo la poltica.
El factor ms poderoso entre los que determinan esta tendencia es
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
191
102
i.v
vhchcihmbrf . solitaria
193
podra ser la aparente libertad del intrprete para expresar emociones que
otros jio osan o rio pueden expresar. La sinceridad significa la actuacin
en un estilo que no es agresivo o cnico, que incluso puede ser indefenso,
como parece serlo la tcnica de entrevistas o conferencias re prensa de
algunos polticos. F.l intrprete se pone a merced de su pblico y de sus
emociones. As, la sinceridad por parte del que acta despierta la tolerancia
de su pblico con respecto a l: no sera justo criticar en forma excesiva a
una persona que se lia entregado sin reservas y ha extendido la mano alegre
de la cordialidad.
Pero el nfasis popular en la sinceridad significa ms que eso. Signi
fica que la fuente de criterios de juicio se ha desplazado desde el contenido
de la actuacin y su valor esttico, a la personalidad del que acta. Se lo
juzga segn su actitud frente al auditorio, una actitud que es sincera o
insincera, y no por su relacin con su profesin, es decir, su honestidad y
capacidad.
A l ignorar lo que el auditorio considera su propia carencia (la capa
cidad de actuar) y acentuar las cualidades que en secreto cree poseer (capa
cidad para la sinceridad), el auditorio puede, en cierto grado, proteger
al artista, tal como lo hace con los nerviosos participantes en una
funcin de aficionados. Tambin podra ocurrir que el pblico que acenta
n a cualidad emocional en un artista, tal como la sinceridad, escape as a
la necesidad de una respuesta emocional frente a la actuacin misma. Aun
que el auditorio puede gustar de una estrella que, como dice la adolescente,
es capaz de marearme , no desea ir demasiado lejos; el espectador debe
tener en cuenta su carnet del gremio de consumidores. A l transformar la
sinceridad en una cualidad objetiva, o por lo menos susceptible de discusin
en el gruji de pares, obtiene cierta liberacin emocional al tiempo que
se mantiene seguro en cuanto a los nmeros. Puede darle una inano a la
muchachita sin comprometerse en un juicio sobre su virtuosismo. En este
sentido, el artista sincero es como el artista que se esfuerza mucho.
Contemplando la escena poltica como un mercado para emociones
comparables, parecera que el atractivo de muchos de nuestros candidatos
polticos tiende a ser de esta clase. Obligados a elegir entre la capacidad
y la sinceridad, son muchos los individuos que prefieren la segunda. Se
muestran tolerantes con los balbuceos y la ineptitud evidente, si el lder
realmente se esfuerza 4.
Sinceridad y cinismo. El bien informado dirigido por los otros est
lejos de ser simplemente un cnico. El cinismo es un rasgo compatible con*
*
Desde luego, todo esto fue escrito antes de las elecciones de 1952, que ofrecen
D. RIESMAN Y OTROS
I.A
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
195
196
El
un
descubrim iento
nuevo
ciclo
para
hecho
los
por
estudios
H ollyw ood
y
un
del
ardua
problema
problema
negro
ha
significado
Luego
de representarse con xito durante nueve semanas en Manhattan , Hom e <>/ tire
lir a ve se estren en Dallas y H ouston. . . En Dalias, el ascensorista negro trat
de resumir las opiniones escuchadas: Bueno, le dir, el noventa y nueve p or ciento
de la gente dice que es educativa, el otra u no por ciento dice que es buena".
Time,
ju lio 18 de 1919
JA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
197
19
D. RIESMAN Y OTROS
IV . L a R eserva de I xdignacin
Fuera de la poltica, los medios masivos ofrecen a los indignados una
perspec'.iva bastante pobre. Las cuestiones morales tratadas en los medios
se plantean en formas cada vez ms sutiles y, como vimos en el Captulo
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
199
200
IX k i e s m a k
V Oi'KOS
201
202
D. RIESMAN Y OTROS
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
203
Ca p t u l o
p or
el contrario,
tienen
buen
se mantienen, siempre
en
cuidudo
buenos
trm inos con las clases bajas; las escuchan, hablan con ellas todos los das. Saben que
en las democracias
los
ricos
siempre
tienen
necesidad
de
los
pobres, y
que
en
pocas democrticas se logra ms del hom bre pobre por la propia actitud que p or los
beneficios conferidos.
T ocqu eville,
206
D. R1ESMAN Y OTROS
Segn este enfoque, la eleccin de 1896 aparece como una lnea divi
soria histrica: la culminacin del dominio oligrquico. En trminos de
estilo poltico, habla moralizadores por Bryar y moralizado res por McKinley. Y tambin haba grupos que, vieran o no sus intereses en tr
minos morales, tenan una clara imagen de s mismos y de sus intereses.
Tambin ellos respondieron a la eleccin en una forma tpica de la direc
cin interna. Slo unos pocos individuos como Brooks Adams, que apoy a
Bryan debido a su odio por los goldbugs * perciban algunas de las am
bigedades en las posiciones de ambos candidatos.
Sin duda, los lderes victoriosos - McKinley, Hanna y Morgan en
sus diversas especialidades- no perciban esa ambigedad. El xito de su
campaa electoral es menos importante para nosotros que la forma en
que se realiz, es decir, de liderazgo consciente, regido por consideraciones
conscientes de clase. Este liderazgo consciente obtuvo apoyo de la estrecha
relacin, que ya he mencionado, entre la poltica y el trabajo. El mundo
del trabajo era el gran mundo; la poltica constitua una extensin que
poda facilitar o sabotear el trabajo. Mientras que los banqueros y los Grangers tenan ideas diferentes con respecto a lo que la poltica del trabajo deba
hacer y no hacer, estaban de acuerdo en cuanto a la primaca del aspecto
productivo de la vida.
Desde luego, la esfera poltica no careca de entretenimiento para el
hombre con direccin interna: con su oportunidad para las discusiones
repentinas, el vaso de cerveza y la camaradera en mangas de camisa a la
luz de las antorchas, tena su utilidad ocasional como escape hacia abajo
de las dignidades del trabajo y la existencia apropiada. Pero la gran dife
rencia con respecto a hoy radica en que los lideres ingresaban a la poltica
para cumplir una tarea fundamentalmente, asegurar la conquista de los
recursos norteamericanos y no para buscar la respuesta de un auditorio.
As como Rockefeller venda su petrleo ms por la fuerza o la baratura
que por la marca, del mismo modo el lder poltico de fines del siglo pasado
* Famores de la economa basada sobre el oro. [T. J
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
207
208
I).
r ie s m a n
o tros
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
209
210
LA
muchedumbre
s o lita r ia
211
II.
Q u i n T
ie n e
el
oder?
212
D. RIESM AN
otros
.A
M l-C H ED IM U R K
SOI.ITAIUA
2114
214,
D. RIESMA.N Y OTROS
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
215
de fbricas, por furiosos que estn. tienen que seguir l.i mu-vu poltii-u por
la naturaleza misma de la organizacin centralizada para la <pn- liabajau:
pueden sabotear a la direccin en cuestiones secundarias, pero no, por ejem
plo, en lo relativo a los salarios o a los impuestos. Kn eonlrasli- con esto,
la Iglesia catlica norteamericana posee un inmenso poder i-oiiio p.mp" de
veto porque combina un cierto grado de comando centralizado
y una
imagen pblica de grado an ms alto con un clero altamente desceir
lizado (en cierto sentido, cada sacerdote es su propio secretario gn-miali y
una organizacin tnica social y poltica muy variada entre sus miembro:;
tal estructura permite una mayor flexibilidad en las negociaciones.
Sin embargo, tales consideraciones no modifican el hecho de que lo.-
grupos de veto, tomados en conjunto, constituyen una nueva zona ......... li
dia entre los antiguos extremos, alterados y cada vez ms dbiles, de quienes
una vez fueron los conductores y los conducidos. El debilitamiento de con
ductores y conducidos, y las actividades orientadas por los otros de esos
grupos intermedios, contribuye a dar a muchos moralizadores una sensacin
de vaco en la vida poltica norteamericana.
Los grupos de veto, por las condiciones que su presencia crea y los
requerimientos que establecen para el liderazgo poltico, fomentan la mo
dalidad tolerante de la direccin por los otros y apresuran la retirada de
los indignados con direccin interna.
EXISTE TODAVA ALGUNA CLASE DIRIGENTE?
D. riesman y otros
216
M anager
M e e ts
Factors in Management,
1 M 5 ) , p g . 77.
U n io n :
ed.
S. D.
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H o s le t t
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M is s o u r i,
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21.7
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21
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featherbeddcrs) .
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t r a b a jo
de
le c h o s
a c e p ta r
en
p r e c is o y
de
una
p lo m a s ),
i n d ic a
o r g a n iz a c i n
c o n p o c a in v e r s i n
un
una
le n t if ic a -
e x ced en te
d e t ie m p o
de
de
E s te lt im o t r m in o se h a t r a d u c id o p o r c o m o d o n e s . [ T . ]
219
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
R e s u lt a
ir n ic o ,
p ero
t a m b i n
q u e n o p o s e e : e l p o d e r s o c ia l en
m ild e , p u e d e
le v a n t a r
h u n d ir
a lo s c lu b e s m s e x c lu s iv o s . Y
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q u ie n e s
h e r id a s
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e x c lu s i n
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de
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y
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c o m e r c ia n t e s
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hacen
En
de
p o lt ic o s ,
a n h e le
poder
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que
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n ic o
s o c ia le s . D e
p ero
q u e d e s p r e c ia a
f c ilm e n t e ,
de
o b je to .
S a m is h
p g in a
s e a fir m a
m a n e ja r
im g e n e s
a q u llo s
t p ic o ,
e l s e n t id o
no
poder
o r ig e n
pu ede
hu
in g r e s a r
lo s l d e r e s s o c ia le s
no
pu ede
lib r a r s e
lo
to r n a n
v u ln e r a b le
s e n t id o , d e s d e
lu e g o ,
de
se
la s
a
la
p arece
o t r o s d ic t a d o r e s m s c o n o c id o s .
He
Nation,
C X X IV
u t iliz a d o
C L X IX
(A g o s to
m a t e r ia l
(1 9 4 9 ),
13, 2 0 ,
de
3 1 -3 3 ;
1 9 4 9 ),
C arey
y
M c W illia m s ,
L e s te r
Guy
V e lie , S e c re t
11-13, 12-13.
W ho
B oss o f
G e ts
Thm gs
C a lif o r n ia 1,
D ono ,
CuUicr's
220
I).
riesman
y OTROS
I.\
MUCHEDUMBRE SOLTARIA.
221
222
D.
h ie s m a n
o tros
Ca p t u l o
X]
o.
221
r ik s m a n
o tro s
Patterns of Culture
P e lic a n
B ooks,
1 9 4 6 ).
(B o s to n ,
H o u g h to n
M ifflin ,
1934;
r e im p r e s o
en
N u eva
225
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
E s ta o b s e r v a c i n
e s e it a d a
S o ld ie r s F a it h , 18 95, r e im p r e s o
en
p o r e l Ju ez
Speeches
O l i v e r W e n d e l l H o lm e s , J r .,
(B o s t o n , L i t t l e , B r o w n ,
en
The
1 9 3 4 ), p g . 56.
226
D. RiKSMAN Y OTROS
El
menlary,
e x c e le n te
IV
(1 9 4 7 )
a r t c u lo
de
M a ry
M c C a rth y ,
A m e r ic a
th e
B e a u tifu l ,
2 0 1 , t o m a u n a a c t it u d m u y s i m ila r a l a d e l te x t o .
Com.
la
M LC ira M iM iJ iir;
s o lita h ia
227
22H
D. HIESMAN Y O'lROS
Press,
1939,
LA
M UCHEDUMBRE
SOLITARIA
22 J
individuos entre los menos dotados y sensibles, que no /mdi.tu ira r ven
tajas de las oportunidades para el desarrollo personal ipie lo* ncpoeins
podran ofrecer, y que, por lo tanto, no se convertirn en modelos pura los
hombres ms jvenes. Adems, quienes esperan encontrar Ims ilnlail y
actitud calculadora en los otros justificarn una hostil dar! y un clenlo
anticipatorios en s mismos.
Sin duda, hay muchos norteamericanos desagradables, malvolos v
mezquinos, dentro y fuera del mundo de los negocios; hay muchas a'cnurrizantes turbas sureas, matones norteos, chicos de los barrios bajos con
y sin frac. Hay muchas islas culturales en los Estados Unidos donde Clon < ti
los estilos de vida de los dobus, tal como hay sobrevivientes de las paulas
kwakiutls de fin del siglo pasado. Pero esas islas y esos sobrevivientes no
constituyen un sistema de poder, ni estn vinculados por alguna conspiraracin, de tipo fascista o de cualquier otro.
Ahora bien, demostrar que los norteamericanos no son como los
kwakiutls ni los dobus no basta, desde luego, para probar que son cOmo
los indios zus o hopis. Sin duda, las comparaciones son muy burdas; desde
el punto de vista de mis tipos caracterolgicos, las tre9 tribus resultaran
ms o menos dependientes de la direccin tradicional, en tanto se mantengan
en la fase de alto potencial de crecimiento demogrfico. M i propsito es
el de presentar una parbola, no una descripcin. Existen pruebas, aunque
quizs Ruth Benedct haya pasado un poco por alto ese aspecto, de que
los indios pueblos no son en realidad tan cordiales y amables como parecen,
de que son, en cierto grado, cooperadores antagnicos, con una buena me
dida de hostilidad y envidia reprimidas que aparece en los sueos y en
los comentarios maliciosos. Pero esto slo fortalece la analoga con la clase
media norteamericana, cuya cooperacin dirigida por los otros tampoco
es del todo cordial, sino que contiene elementos antagnicos reprimidos.
Sin duda, todo el tono emocional de la vida en los indios pueblos me
recuerda a los grupos de pares en los Estados Unidos, con su insultante
T e crees una gran cosa . Mientras que los kwakiutls se enorgullecen de las
pasiones que los llevan a cometer asesinatos, incendios premeditados y sui
cidios, los pueblos rechazan toda emocin violenta.
Ruth Benedict escribe:
Un buen hombre tie n e .. . modales agradables, una disposicin compla
ciente y un corazn generoso . . . . Debe hablar mucho, com o ellas dicen
esto es, siempre debe hacer sentir cmoda a la gente y debe cooperar
con los otros sea en el campo o en el ritual, sin. traicionar nunca una sospe
cha- de arrogancia o de emocin violenta.
Esta cita nos recuerda una de las pautas ms notables reveladas en
2IU
1).
r ie s m a n
y OTROS
231
2;j2
D. riksman y OTROS
interna de clase media a menudo deba aprender despus de los veinte aos
a adaptarse, a renunciar a sus sueos <le adolescente y a aceptar el modesto
destino de burgus, el muchacho dirigido por los otros nunca tuvo tales
sueos. Aprende a adaptarse al grupo en cuanto est en condiciones de
aprender algo, y no enfrenta, en la adolescencia, la necesidad de elegir
entre su mundo familiar y el de su propia generacin o entre sus sueos
y un mundo que no contribuy a crear.
Adems, puesto que su adaptacin a esta realidad de grupo comienza
ms temprano, se transforma en una cuestin de adaptar el carcter y no la
conducta. La cancin popular, Quiero prender fuego al mundo' , expresa
un tema tpico. Los kwakiutU queran hacer precisamente eso, literalmente
prender fuego al mundo. La persona dirigida por los otros prefiere el
amor a la gloria . Como Tocqueville vio, o previo: Voluntariamente
elige los deseos bajos sin atreverse a embarcarse en empresas elevadas, con
las que casi no suea .
Existe una conexin entre el sentimiento que esos estudiantes y otros
jvenes tienen sobre su propio destino y las ideas contemporneas sobre
quines dirigen el pas. Vimos que los estudiantes se consideran carentes de
poder, excepto cuando realizan un ritual en compaa aprobadora. Si bien
pueden tratar de conservar la independencia emocional al evitar todo com
promiso, este requisito es en s mismo un mandato del grupo de pares.
Cmo, entonces, cuando examinan la situacin en los Estados Unidos, ex
plican su falta de poder? Alguien debe poseer lo que a ellos les falta: su
falta de poder debe tener como contraparte la existencia de poder. Piensan
que los Estados Unidos estn compuestos de kwakiutls, no slo a causa de
sus propias tendencias kwakiutls reprimidas y residuales, sino especialmente
a causa de su forzosa actitud cooperativa. Sienten que algunos grandes jefes
Ies estn haciendo eso. No comprenden que, en una gran medida, son
ellos mismos quienes o hacen, a travs de su propio carcter.
Los jefes han perdido el poder, pero sus aclitos no lo han adquirido.
El salvaje cree que lograr ms poder bebiendo la sangre o reduciendo la
cabeza de su enemigo. Pero la persona dirigida por los otros, lejos de
adquirir algo, slo se torna ms dbil a travs de la debilidad de sus
semejantes.
Parte Tercera
A U T O N O M I A
Captulo X I I
A D A P T A C IO N O A U T O N O M A ?
Entre las tareas (tal hombre, cuya vida humana est bien empleada ru
pe
del mundo
constituyen
exactamente el
trabajo
prscripto
para
ella, sino
un
cuerdo con la
2b6
O.
riesmak y otros
I. Los A daptados,
los
LA
m uchedum bre:
s o l it a r ia
237
238
D. K1ESMAN V OTROS
LA
MUCHEDUMBRE
SOLITARIA
239
240
D. RIESM AN
OTROS
monte, esto puede ir tan lejos que la ausencia de los sentimientos llega a
parecerse a un sntoma clnico. El psicoanalista Ralph Greenson escribe
sobre algunos soldados hospitalizados por apata durante la Segunda Ge
ra Mundial:
La caracterstica ms notable del paciente aptico es su visible carencia
de emocin o impulso A primera vista, puede parecer deprimido. pero
una observacin ms rigurosa revela falla de afecto. Parece lento en las
respuestas psquicas y motrices; exhibe una depresin vaca y semejante a
una mscara; se comporta muy bien en la sala, y obedece todas las normas
y reglamentos. Rara vez se. quejan y nunca tienen exigencias; estos xu:ieli
tes no tenan ninguna urgencia por comunicar su sufrimiento, ninguna in
v is i n ( insight ) de su con d icin -.
Creo que los pacientes ambulatorios en la sala de la cultura moderna
exhiben muchos sntomas anlogos de excesiva obediencia y muy poca in
visin , si bien, desde luego, sus sntomas no son tan sbitos y severos. Su
falta de emocin y su expresin vaca son tan caractersticas de muchos
anmicos contemporneos como la histeria y la proscripcin lo fueron de
los anmicos en las sociedades dependientes de formas previas de direccin.
Tomados en conjunto, los anmicos, desde los proscriptos manifiestos
hasta los tipos catainicos que carecen incluso del deseo de vivir, para
no hablar de rebelarse, constituyen una proporcin considerable en los
Estados Unidos. Muy poco se sabe a su respecto en trminos del tipo de
personalidad, clase social, preferencia en la enfermedad, etc. De hecho,
la ciencia social y la psiquiatra se han preocupado hasta hace muy poco
de comprender a los anmicos y sugerir terapias, tal como la medicina se
ocup de la lucha contra los agentes externos que enferman a la gente en
lugar de comprender los misterios internos que los mantienen sanos. En
general no resulta demasiado difcil explicar por qu alguien es anmico,
ya que las tragedias y desviaciones de la vida, como los grmenes, son
omnipresentes, y es posible encontrar la causa de cualquier desastre
personal.
Evidentemente, sabemos mucho menos an acerca de los individuos
que denominamos autnomos. Muchos incluso negarn que existan indi
viduos capaces de trascender su cultura en cualquier momento o en cualquier
aspecto. Quienes se tornan autnomos en nuestra propia sociedad, por
ejemplo, parecen surgir de un ambiente familiar y un marco regional o de
clase que han tenido efectos muy distintos sobre otros. De hecho, los tipos
2 The Psychology of Apathy , Psychoamtlytic Quartcrly, X (1949), 290;
vase tambin Leites, Trenos n Affectleasness , American mago, Vol. IV (abril,
1947),
LA
MUCHKDCMBK
SO LITARIA
241
2-12
D. RIESM AN
Y OTROS
do los (ios grupos principales cambiara. Quizs esos tipos con direccin
tradicional seguiran haciendo lo que ya saben que no necesitan hacer. N o
obstante, una vez que la gente toma conciencia, cuando aparece la direc
cin interna, de que. como individuos con un destino privado, no estn
atados a ninguna pauta ecolgica, algo radicalmente nuevo ocurre en la
historia personal y social. Los individuos pueden considerar entonces la
posibilidad de adaptarse, no slo dentro de los lmites estrechos del reino
animal, sino dentro de la amplia gama de posibilidades alternativas ilustra
das, pero nada ms que ilustradas, por la experiencia humana hasta la
fecha. Quizs ste sea el significado ms importante del descubrimiento
siempre renovado del carcter nico de la humanidad como especie: que
toda la experiencia humana se torna importante.
El rabe que puede verse a s mismo como un campesino, aunque, por
razones de temperamento y otros factores, sea incapaz de realizar un cam
bio tan radical, ya ha adquirido una nueva perspectiva de la relacin rabecampesino. Puede pensar en estructurarla de alguna otra manera, mediante
la manipulacin en lugar de la fuerza, por ejemplo. Pero si hiciera eso,
cambiara, y tambin el campesino: y las relaciones entre ambos nunca
volveran a tener la antigua simplicidad de tipo animal.
Cuanto ms avanzada es la tecnologa, ms factible resulta que un n
mero considerable de seres humanos se imagine ser algo distinto de lo que
es. En primer lugar, la tecnologa favorece la divisin del trabajo, la cual,
a su vez, crea una mayor variedad de experiencias vitales y tipos humanos.
En segundo lugar, el progreso de la tecnologa permite disponer de sufi
ciente tiempo libre como para contemplar la posibilidad del cambio una
especie de reserva de capital en la autoadaptacin humana a la naturaleza
no por parte de unos pocos individuos dirigentes, sino de muchos. En
tercer lugar, la combinacin de tecnologa y tiempo libre ayuda a familiari
zar a la gente con otras soluciones histricas, esto es, a proporcionarle no
slo ms artculos y ms experiencia, sino tambin una mayor variedad de
modelos personales y sociales.
El Renacimiento demuestra cun poderosa puede ser esa influencia. En
aquel entonces una visin ms rica del pasado permiti vivir hacia un
futuro ms abierto. Los italianos, nuevos ricos y autoconscicntes, trataron
de imitar a los griegos; y los pueblos nrdicos, como los ingleses isabelinos, trataron de imitar a los italianos. El carcter dirigido desde adentro
surgi como tipo dominante de las nuevas posibilidades creadas en ese pe
rodo ; el hombre de aquella poca incorpor a su carcter esas posibilidades
y los lmites que l mismo les impuso. De las masas con direccin tradicio
nal surgieron muchos individuos mviles que decidieron que podan ser
jinetes y que ya no necesitaban ser agricultores ; y la nueva tecnolo
ga y las nuevas tierras del otro lado del mar les dieron los elementos
T.A MUCHEDUMBRE
S O LITAR IA
243
24 4
d.
k ie s m a n
otros
entre los
IA
M KCH E D LM BKK
SOM'I'ARIA
245
246
D. KIESM AX y
OTIOS
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
247
24:;
I). RIESM AN
Y OTROS
EA
MUCHEDUMBRE
SOLITARIA
249
das correspondientes a los progenitores. Sin embargo, los jvenes con aspi
raciones de autonoma, al romper con Jos padres, rompan ron la autoridad
como tal. tanto externa como internalizada. F.s posible seguir este proceso
en toda su intensidad en el desarrollo de Jolm Stuarl Mili, epir se liber
<le la influencia paterna slo cuando tuvo xito en l.i vida, o de Eran*
Kafka, quien nunca lo logr.
Una vez en el mundo, la persona que luchaba por la autonoma deba
enfrentar directamente las barreras de la propiedad. si careca de ella: <>
de la jerarqua, si aspiraba a ascender o a oponrsele: o de |a religin, si
no se, someta a sus controles sobre la expresin. Sobre todo en las comuni
dades de mareada influencia protestante, la propia conduca manifiesta
discreta no bastaba para asegurarse la libertad que TIrasmo <> Galilcn utili
zaron. Como resaltado, quedaba muy poco lugar para la autonoma entre
los tipos sobredirigidos y los iufradirigidos. La lucha por convertir estos
obstculos en defensas a menudo era ardua, y el individuo quedaba marcado
de por vida, como ocurri con Marx. Raizar, Nictzsche, M elville, K. A.
Rob inson, y muchos otros grandes hombres en la era dependiente de la
direccin interna- Otros, sin embargo John Dewey, rudo habitante de
Vermont, constituye un magnfico ejemplo, al igual que, de otra manera,
Bertrand Russell-, ms favorecidos por la fortuna, pudieron llevar vida de
choque y aventura persona] e intelectual con muy poco conflicto interno.I.
III.
2;')0
D. niESM AN
Y OTROS
251.
2S
D . JUKSJUU.N Y O I R O S
bsqueda de un principio.
El no conformista de hoy puede encontrarse en la posicin no prevista
por M ili, la de un excntrico que, como el astro cinematogrfico, debe
aceptar los papeles que se le ofrecen, para no decepcionar a sus amigos. El
hecho mismo de que sus esfuerzos por alcanzar la autonoma constituyan
seales para los otros , le hace ver la posibilidad de que ei esfuerzo hacia
la autonoma pueda degenerar en una actuacin dirigida por los otros.
Sexo. Cul es a q u el sendero autnomo? La resistencia a la de
manda aparentemente trivial del grupo de pares "sofisticado , en el sen
tido de que las propias realizaciones so lomen con naturalidad, o la acep
tacin de esa actitud avanzada"? Que modelos debe uno elegir? Los
propios antepasados, rodeados por mujeres castas y modestas? O los atle
tas contemporneos de Kinsey que alardean de libertad y experiencia ?
Y a medida que las mujeres se. convierten en consumidoras ms expertas,
la cuestin de si se debe o no tomar la iniciativa y cundo, se convierte en
motivo de ansiosa especulacin. Quizs se obliga a las mujeres a asumir
roles an ms difciles. Pioneras tambin en la frontera del sexo, deben fo
mentar la agresividad y simular modestia. Tienen menos oportunidades de
escapar de la frontera, incluso temporariamente, a travs del trabajo, por
que, si tienen una profesin, tanto hombres como mujeres tienden a pensar
que su habilidad en ella perjudica su vida sexual o viceversa. Muchas mujeres
de clase media parecen haber hecho una regresin, en un intil esfuerzo por
recuperar las paulas previas aparentemente ms seguras.
,
Tolerancia. La tolerancia no constituye un problema cuando existe una
amplia brecha entre los tolerantes y los tolerados. La mera expresin de
buena voluntad, y quizs una contribucin cada tanto, es todo lo que se
exige. Pero cuando los esclavos se convierten en hombres liberados, y los
proletarios en trabajadores con aulorrespeto, la tolerancia en ese sentido
debe ser reemplazada por una actitud rns sutil y apropiada. Una vez ms,
el aspirante a autnomo se ve en dificultades para alcanzar esta meta.
A menudo so observa que, en crculos emancipados, se perdona cual
quier cosa a negros que han tenido un comportamiento incorrecto, porque
son negros que han sido perseguidos. Esto se aproxima peligrosamente a
un prejuicio a la inversa. Las cuestiones morales estn oscurecidas a ambos
lados de la lnea raeiai, ya que ni blancos ni negros reaccionan como indi
viduos que aspiran a la autonoma, sino como miembros de la raza tole
rante o tolerada. Evidentemente, para separar lo que hoy es vlido en el
mbito de la tolerancia, de lo que es sospechoso, se necesita un alto nivel
de autoconcienoia.
Esta mayor autoconciencia constituye, por encima de todo, el problema
C a p t u l o
FA LS A
X III
P E R S O N A L IZ A C IO N : O BSTACULOS A L A
A U T O N O M IA EN EL TRAB AJO
Slo el hombre puede ser enemigo del hombre; slo l puede privarlo drl sig
nificado de sus actos y de su vida porque tambin a l le corresponde nicamente con
firmarlo en su existencia, reconocerlo como libertad en el hecho co n creto.,,
para
realizarse, m i libertad requiere surgir hacia un futuro cierto; son los hombres quie
nes abren el futuro para m, son ellos quienes, al determinar el mundo de maana,
definen, mi futu ro; pero, si en lugar de permitirme participar en ese movimiento
constactivo, me obligan a consumir m i trascendencia en vano, si me mantienen por
debajo del nivel que han conquistado y a partir del cual es posible lograr nuevas
conquistas, entonces me separan dt)l futuro, me convierten en una cosa ...
Smeme de Beauvoir, L A E T IC A DE L A AM BIGEDAD I.
I.
D e f in ic io n e s C u l t u r a l e s
del
T rabajo
26
I). RIESM AN
OTROS
LA
257
Fromm en Etica
con la gente
del trabajo rien
autouumu.
D. RIESMAN Y OTROS
258
II.
G l a m o k iz a d o r e s * ,
Com odones,
I n d ispe n s ab i .es
encanto, Hechizo,
LA
M UCHEDUMBRE
SO LITAR IA
259
260
D. RlK.SMAN J
OTROS
paridad, que reduce el glamour al mnimo o el que se hace para una jefa,
lo cual inhibe. Parecera que las mujeres realmente desean agotar sus
reservas emocionales en la situacin oficinesca en lugar de protegerlas y
destinarlas a una situacin de juego. Ello nos lleva a la conclusin de que
ni su trabajo ni su juego son muy significativos en s mismos.
Esto coloca al jefe, en efecto, en la posicin de tener que satisfacer
una demanda de personalizacin casi ilimitada, basada, en parle, en la
naturaleza insatisfactoria de la vida de las muchachas de cuello blanco
fuera de la oficina. A ll suele prevalecer la privatizacin forzada: a pesar
del medio urbano, esas jvenes rara vez poseen los recursos, educativos,
financieros, simplemente de espacio, para variar su crculo de amistades
v sus recreaciones. Ansiosas de glamour", esas mujeres se ven llevadas a
encontrarlo durante las horas de trabajo, en el jefe y en la superestructura
de emociones que tejen en Lomo de la situacin laboral. El hecho de que
el ejecutivo dirigido por los otros contribuyera a iniciar esa cadena de
personalizacin porque tambin l desvaloriza la capacidad, no le sirve
de gTan consuelo cuando debe personalizar, no slo como un banquero
que vende ttulos, un estadista que vende una idea, o un administrador que
vende un programa, sino tambin como simple jefe o cliente rodeado por
mujeres de cuello blanco,
Adems, esta nueva sensibilidad frente a los de status inferior hace difcil
que la gente so libere de las cadenas de la falsa personalizacin mediante
el uso de una mscara de trabajo completamente impersonal. Algunas per
sonas con direccin interna pueden hacerlo: simplemente no ven a los
otros como personas, o como individuos altamente diferenciados y compli
cados. Pero los directores, profesionales y empleados de cuello Manco
dirigidos por I 03 otros no pueden separar con la misma facilidad la
cordialidad coercitiva en el trabajo de la expresin espontnea de cordiali
dad genuina fuera del trabajo.
L A CONVERSACIN
I,A
26.1
262
D. RIESM AN Y OTROS
LA
MUCHEDUMBRE
SO LITARIA
26:?
III.
L a S o c i e d a d S o b r e p e r s o n a t .i z a d a
264
D. HIKSMAN Y
OTROS
I,A MUCHEDUMBRE
SOl.iTAtOA
2<>5
sin duda, podemos pensar en perspectivas mejores para -ll<>> ipie la fbrica
como refugio del hogar, tal como podemos pencar <'o mejores maneras de
dar seguridad y buena atencin mdica a la gente asolarla por la pul nava,
que encerrarla en una prisin o en hospitales mentales.
EL AU T M ATA VERSUS L A "M A N O
SATISFECHA
266
D. RIESMA-N y
OTROS
LA MUCHEDltMRKK SOl.TMtlA
2>7
colorida y acertada, son los inventos tcnicos que rnsanrlum los inlorslicios
del sistema distributivo all donde la autonoma puede jo esperar.
Bellamy tambin nos sugiere la forma de reducir p a r l e de l.i c u l p a p i e
muchos de nosotros sentimos por llevar una vida relalivamcnlc fcil mien
tras otros se mantienen en el mnimo irreductible de larcas duras \ desagra
dables una culpa que sin duda est ms difundida en la era de la dina iiu
por los otros y que puede profundizarse con un aumento de la s i i h i i i . i o i t a .
Su plan, segn el cual toda la juventud debe cumplir un servicio d.- tic,
aos en el ejrcito industriar5, estaba destinado a facilitar la organizacin
industrial nacional y a guiar a los jvenes en sus elecciones vucar i.males
definitivas. Cuando la CCC nos dio algo parecido, slo fue, como t a n t a s
de las cosas buenas que hacemos, en tren de ayuda ; los acomodado*
quedaron excluidos. A lgo parecido a una combinacin del ejrcito que
propone Bellamy y la CCC quizs nos servira a todos como un alivio inicial
de las culpas con respecto a un posterior trabajo improductivo , hasta
contar con nuevas definiciones de la productividad. Una vez que la gente
hubiera cumplido, en los ltimos aos de la adolescencia, con su cuota
de energas y, para algunos, de idealismos, podran sentirse autorizados
para vivir como Kiley. Sin duda, muchos veteranos, que estudian o vagan
en una forma interesante Bajo el C l B ill of Rights la frase es increble
mente importante se sentiran culpables de cobrar un cheque del T o Sam
si no hubieran sufrido su parte de privaciones.
Estas son sugerencias para soluciones sociales: pero no necesitamos
aguardarlas. Quienes buscan autonoma podran simplemente negarse a
dar por sentadas las definiciones culturales de lo que constituye el trabajo
una especie de huelga, no contra el trabajo como tal, sino contra el
requerimiento de todas las energas emocionales disponibles sean dedi
cadas al trabajo mediante una cadena recproca interminable.
Thoreau fue agrimensor de primera clase; eligi esta ocupacin una
artesana por excelencia casi desaparecida porque se pagaba bien y le
permita viv ir con un slo da de trabajo por semana. El Dr. W illiam
Carlos Williams es un clnico popular en Kutheford, N ew Jersey. Charles
Ives trabaj dirigiendo una agencia que vendi medio billn de dlares
en seguros y jugaba componiendo algunas de las pginas musicales ms
significativas, aunque menos reconocidas, que se hayan escrito. Ives no se
senta, ni se siente, en absoluto culpable con respecto al dinero ganado o
al hecho de que llevaba una vida norteamericana normal en lugar do
una existencia bohemia. Con todo, pocos hombres estn dispuestos a imi
tarlos o a seguir el ejemplo de Charles Lamb, Hawthome o muchos olios en
el siglo pasado: justiicar su trabajo fundamentalmente por su sueldo, en
particular si el trabajo es breve y el sueldo grande. En camino, romo vimos,
i tillan, mediante la falsa personalizacin, el liderazgo de actitud y las nof iones de indispensabilidad c incontables rituales similares, de llenar el
vaco creado por la elevada productividad. .No obstante, el verdadero
'trabajo de la g e n te ... el campo al que, sobre la base de su carcter y sus
dones, quisieran dedicar sus energas creadoras y emocionales abora no
puede coincidir, quizs en la mayora de Jos casos, con lo que se les paga
para que hagan.
a p t u l o
XIV
L A P R IV A T IZ A C IO N FO R Z A D A :
OBSTACULOS A L A A U T O N O M IA EN EL JUEGO
positiva
falta
esa
pasin
la
Tenia
fulta
ms bien
de
listera;
ya que si los celos tienen que ver, cuino creo, con lo que uno ve a sus compaeros
capaces de hacer en contraste con las propias deficiencias la envidia, al menos
como yo la conoca, tena que ver simplemente con lo que ellos eran, o en otras
palabras, con cierto tipo de conciencia ms rica, a menudo sin duda supuesta con
demasiada libertad. atribuida a ellos.
Como la distribucin del ocio en los Estados Unidos ha sido tan rpida
como amplia, el ocio plantea a los norteamericanos problemas histrica
mente nuevos. A l mismo tiempo, parte de la promesa que encierran el ocio
y el juego para el hombre dirigido por los otros consiste en que puede ser
ms fcil en el juego que en el trabajo salvar alguna de las barreras insti
tucionales y caracterolgicas que lo separan de la autonoma. El juego,
lejos de ser la esfera residual que queda despus del tiempo y el sentimiento
dedicados al trabajo, puede convertirse cada vez ms en la esfera destinada
al desarrollo de la habilidad y la eficacia en el arte de vivir. El juego puede
ser la esfera en la que an queda lugar para que el hombre que aspira a la
autonoma rescate su carcter individual de las vastas demandas de su
carcter social.
Evidentemente, sabemos muy poco sobre el juego, en parte como resul
tado de las definiciones culturales que dan prioridad al trabajo. Las inves
tigaciones se han ocupado sobre todo del carcter social del productor,
y hace muy poco que se presta Idntica atencin al consumidor; todava
nos falta descubrir al individuo que juega. Con todo, es sensato sugerir
la investigacin del juego cuando sta puede conducir a una mayor nter-
270
D.
r ie s m a n
o tros
I. L a N egociacin de la Sociabilidad
En el captulo anterior sealamos el exceso de sociabilidad, bajo la
forma de falsa personalizacin, que se impone a muchos individuos en
nuestra economa. N o obstante, no niego que para el hombre dirigido por
los otros un dficit de sociabilidad resulta an ms serio que un exceso.
La presencia de los otros , como gua y fuente de aprobacin, constituye
un elemento vital en lodo su sistema de conformidad y autojustificacin.
Privndolo de la sociabilidad que su carcter ha llegado a anhelar no se
conseguir hacerlo autnomo, sino slo anmico reproduciendo con ello
la crueldad que significa privar al adicto de alcohol o de drogas mediante
una sbita encarcelacin. Adems, si el hombre dirigido por los otros
busca la autonoma, no puede lograrla por s sola: necesita amigos.
El hombre dirigido por los otros est socializado en un grupo de pares
formado por nios que se le asemejan en ndices visibles tales como la edad,
el color y la clase, pero que pueden no pareorsele en absoluto en cuanto
a temperamento, intereses y fantasas ms ntimas. Si est adaptado, apren
di a parecerse a esos otros con quienes se cri, con quienes aprendi la
cooperacin, la tolerancia y el control del temperamento. En tal proceso
aprendi a olvidar aspectos de su carcter que no son sociales , dirigidos
por los otros. Mientras siga permaneciendo en un grupo de pares de su
vecindario circunstancial, colegas ocupacionales, pares o posibles pares
en status, probablemente no observe, o slo en el aburrimiento o alguna
otra vaga inquietud, discrepancia alguna entre su imagen de si mismo y su
imagen de los otros . A la inversa, si comenzara a encontrarse entre gente
que recibe con agrado y aprecio, o por lo menos no castiga, la expresin
de esas partes ocultas del s-mismo , podr avanzar hacia una mayor
autonoma.
Con todo, para dar ese paso requiere la capacidad, psicolgica e instituciontal, de encontrar el camino hacia los nuevos amigos, el nuevo o
superpuesto grupo de pares.
Tal como estn las cosas, sin embargo, una mayor libertad en la elec
cin de amistades no constituye en modo alguno el remedio ms aceptado
que se ofrece hoy a los problemas de la sociabilidad en los individuos mo-
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
271
272
I). K IK S M a N v OTROS
r. v .Mi.:crfKi)i. Mitin-;
sot. m x u u
2?;-!
274.
1). R IESM AX
V OTROS
dad. Hoy da los hombros que encuentran fcil y natural llevarse bien
con las mujeres y prefieren su compaa en el trabajo y en el juego, deben
luchar contra los restos de la vieja privatizacin. Desde luego, les resulta
casi imposible evitar muchas actividades estrictamente masculinas, a las que
algunos hombres recurren huyendo de las liberaciones que les impone la
nueva tica intersexual. As como el perodo de latericia en la infancia se
torna cada vez ms breve, de modo que los nios varones slo pueden serlo
desde los 6 a los 10 aos, del mismo modo los varones adultos intentan crear o
retener periodos artificiales de lateneia durante los cuales no estarn so
metidos a la presin femenina o. peor an, a juicios masculinos en cuanto
a .su xito con las mujeres. De tal modo, ambos sexos experir-.cutan los
lmites, las presiones v las culpas de la emancipacin.
Por lo tanto, no debe sorprendernos comprobar (pie en los estratos
sociales donde prevalece la direccin por los otros se mantenga una inu'
considerable privatizacin incluso entre las mujeres do ms alto status eco
nmico, y que esas mujeres, a menudo jugadoras y consumidoras compul
sivas, no hayan resuelto los problemas de la competencia en el juego- La
herona de Lets Go Out Tonight, por ejemplo, est congelada en su casa
suburbana, apartada de todo el mercado de la amistad, sea masculina o
femenina exceptuando a las personas con las que se encuentra socialmente
acompaando a su esposo. Muchos habitantes suburbanos, para no hablar
de las esposas de campesinos, estn en situacin an peor. El marido viaja
al trabajo en el nico automvil y su esposa queda prisionera en la casa
con los chicos, el telfono y la radio o la televisin Esas mujeres pueden
fcilmente llegar a tornarse tan indiferentes que siguen siendo prisioneras
psicolgicas aun cuando los obstculos econmicos y fsicos para su m ovi
lidad desaparezcan. Y esta privatizacin, a su vez, limita las elecciones
amistosas y aumenta la culpa de todos los dems.
Como vimos antes, la guerra ayud a desprivatizar a muchas mujeres
que recibieron el trabajo en la industria o en aign otro campo como un
verdadero incremento de su sociabilidad. Incluso cuando los salarios no son
vitales para el nivel de vida establecido de una familia, la mujer que trabaja
a menudo encuentra el camino de una independencia que la mujer de clase
media en el siglo pasado casi no podra reconocer. Tal independencia cons
tituye la base para una cierta autonoma en el juego, aun cuando el trabajo
siga siendo, como ocurre con casi todas las mujeres empleadas, rutinario.
Desde luego, algunas mujeres de clase media y clase media alta tienen
tiempo para jugar. Pueden ingresar a los grupos de pares de jugadores
de bridge, club de jardineros, o cualquier otro grupo dedicado a algn
pasatiempo. La transicin parece fcil. La dificultad radica en que las
mujeres se ven hoy expulsadas de muchas reas en las que antes ocupaban su
tiempo libre con la competencia de aficionados. Per ejemplo, ya no son
LA
MUCHEDUMBRE
SOLITARIA
275
bien recibidas como portadoras de caridad, pues las asistentes sociales han
profesionalizado el campo de la ayuda social de tal modo ijue toda intro
misin por parte de aficionadas benvolas es profundamente resistida y
rechazada. Del mismo modo, las aficionadas ya no pueden ayudar a I09
enfermos, a menos que estn dispuestas, como las asistentes de enfermeras,
a ayudar a enfermeras profesionales hacindose cargo de las larcas ms
desagradables. Ya no pueden ayudar a los dems a divertirse, porque ese
tipo de larca y las ac tividades recreativas tambin han sido profesionalizadas.
Si bien pueden discutir sobre poltica y relaciones raciales en la Liga de
Mujeres Votantes y en la YWC/1, siguen siempre, los programas envasados y.
de hecho, execclentes, proveniente del cuartel general central.
As, dondequiera intenten utilizar sus energas, enfrentan un gruji de
veto y su insistencia en que, para participar, deben seguir determinados
canales o convertirse en esclavas o recolectoras de fondos para quienes
controlan esos canales. E incluso la tarea de recolectar dinero se torna
cada vez ms profesional, y slo el dar dinero queda en manos de los par
ticipantes . Como reaccin a este estado de cosas, las mujeres vuelven a
hundirse en la indiferencia o llegan a la conclusin, como sus hermanas de
la clase trabajadora, de que slo mediante un empleo, un empleo culturalmente definido, podran liberarse. En lugar de avanzar hacia la autonoma
en el juego y ayudar a sus hombres a lograrla, a menudo simplemente aa
den a sus propios problemas domsticos todas las ansiedades que los hom
bres soportan en el trabajo.1
270
D. KIF.SMAN Y OTROS
I.A
MUCHEm.MBKK S0I.IT.AM1A
277
C a p t u l o
XV
E L PRO B LEM A DE T A E F IC IE N C IA :
OBSTACULOS A L A A U T O N O M IA EN EL JUEGO
( Continuacin)
Pues en cuanto el trabajo se distribuye, cada hombre tiene u.na esfera par
ticular y exclusiva de la que no puede escapar. Es cazador, pescador, pastor, o
crtico crtico, y debe seguir sindolo si no quiere perder su medio de vida; mien
tras que
tiene
actividad, sino que cada uno puede perfeccionarse en la rama que desee, la so
ciedad regula la produccin general y hace as posible que cada uno haga una
cosa hoy y otra maana cazar a la maana, pescar a la larde, criticar despus
de la cena como a m me. gusta, sin convertirse jams en cazador, pescador, pastor
o critico.
Knrl Marx, Sobre el aficionado
Puedo tocar l lad y el jaramillo, el arpa, el organillo, la gaita y el tambo
ril. Puedo arrojar cuchillos al aire y agarrarlos sin cortarme. Puedo contur una
historia contra cualquier hombre y hacer versos de amor para las damas. Puedo
mover mesas y hacer juegos malabares con sillas. Puedo
I . Lo I m p o r t a r t e
es e l
J ue g o
280
O. RIESMA.X V OIROS
2ol
libre. Quizs corresponda esperar esto del individuo dirigido por los otro*,
quien se preocupa ms por la actitud y !a manera de hacer las cusas que por
lo que se hace, que se siente peor ante una exclusin de la nmriciM a ajena
que ante cualquier violacin de la correccin v el orgullo, y que tolera
casi cualquier mala accin mientras no se intente ocultrsela. Proba
blemente, los padres que aspiran a que sus hijos se tornen autnomos pue
den ayudarlos mucho permitindoles aprender que tienen derecho a elegir
por su cuenta (mintiendo, si es necesario) entre las situaciones de ocio que
desean compartir con los otros y aquellas que comparten por exigencias
de una autoridad, sea la de los progenitores o del grupo. Evidentemente, un
individuo que necesita, para el uso autnomo del tiempo libre, tanto el juego
privado lleno de recuerdos y rico en fantasas, como el juego sociable. niiju-'u
ceremonial, tiene serias dificultades para combatir al mismo tiempo todas
las privatizaciones heredadas y las personalizaciones que hemos elaborado
recientemente.
Estas son consideraciones muy generales, y es necesario complementar
las, teniendo presentes las perdurantes consecuencias, para el trabajo y el
juego, de la Gran Depresin. La depresin no condujo a una redefinicin
del trabajo, sino que, por el contrario, hizo que el trabajo pareciera no
slo precioso sino tambin problemtico: precioso porque era problemtico.
Resulta significativo que ahora consideremos la ocupacin total y no la
desocupacin total o el tiempo libre como la meta econmica a la que
nos aferramos con desesperacin. No es sorprenden-e si comprendemos
cun enclenques eran las oportunidades de juego para el hombre desocupado
durante la depresin. Entonces pudimos ver, en la forma ms clara, con
cunta frecuencia el tiempo libre se define como un residuo permisivo
de las exigencias del tiempo dedicado al trabajo. Incluso la ayuda econ
micamente adecuada no pudo eliminar este obstculo moral para el juego,
tal como la jubilacin no puede eliminarlo en el caso de los hombres de
edad jubilados contra su voluntad. El prestigio del trabajo acta como un
emblema que autoriza a quien lo exhibe a utilizar los fondos de ocio de la
sociedad. Incluso el adolescente dedicado a producirse a s mismo sufre
molestias emocionales si no puede demostrar que est ocupado o se adiestra
asiduamente para metas laborales estrechamente definidas. En suma, si
consideramos a los jvenes, los desocupados, los viejos jubilados, las amas
de casa y los comodones culpables, para no hablar de lo ricos ociosos ,
tenemos un elevado nmero de individuos que experimentan en forma ms
o menos inconsciente cierto malestar en el juego porque por definicin
cultural el derecho a jugar corresponde a quienes trabajan.
El mismo progreso industrial que nos dio una libertad a veces intole
rable con respecto al trabajo, tambin influy para introducir titui cspeciulizacin sin precedentes en el campo del juego, con consecuencias ambigua*
282
OI ROS
I I . L as Formas de la E ficiencia
E L CONSUMO: CURSO PARA GRADUADOS
LA jrUCHEM:\f|)KE SOLITARIA
283
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D. IKSMA.N Y OTROS
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280
D.
r ie s m a n
y OTROS
LA MUCHEDUMBRE SOLITARIA
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de la artesana, como do gran parte del juego, consisto en cpie. para alcanzar
alguna importancia como alimento de la fantasa, debe ser real , l ero
cuando el artesano ha alcanzado una verdadera eficiencia, tiendo tambin
a croar una industria y una organizacin que superen osa eficiencia n por
lo menos la estandaricen.
El hombre cuya tarea diaria consiste en ofrecer la mano satisfecha,
a menudo puede redescubrir su infancia y sus residuos de direccin interna
en una artesana seria. Un agento publicitario que pasa el da entero persona
lizando, puede dedicar sus fines de semana a los silencios artesanales de un
astillero o do la navegacin a vela - -actividad sumamente dirigida desdo
adentro en que los participantes individuales se mueven independientemente
hacia la meta como si estuvieran guiados por una mano invisible. Y , sin
embargo, es evidente que esos jugadores puedan situarse en la pauta
de artesana por motivos que nada tienen que ver con la bsqueda de e fi
ciencia o la meta, an ms lejana, de la autonoma.
Aqu resulta importante ver las limitaciones de la respuesta que es
la artesana, pues de otro modo podramos sentirnos tentados de darle ms
importancia de la merecida. Tal tentacin resulta particularmente fuerte
entre quienes intentan enfrentar el problema del ocio moderno llenndolo
con estilos de juego extrados del pasado europeo o norteamericano. Sin
duda, existe hoy una difundida tendencia a poner sobre aviso a los norte
americanos contra la posibilidad de dejarse estar en el lecho de rosas de
la abundancia, en las carnosas recreaciones de la cultura popular, en los
deleites del bar, etc. En esas advertencias todo ocio que parezca fcil
resulta sospechoso, y la artesana no parece fcil. El hombre dirigido por los
otros en los estratos sociales superiores a menudo encuentra un cierto atrac
tivo en apoyar la artesana y oponerse al consumo. Con todo, en general,
para el hombre dirigido por los otros el intento de adaptar sus estilos de
ocio a los que surgieron de un carcter y una situacin social previos
significa un callejn sin salida; casi siempre termina convirtindose en una
caricatura. Ea tendencia a revivir el pasado es particularmente clara en el
individuo con un enrgico hobby artesanal que podramos llamar bailarn
folklrico. Este es a menudo un habitante urbano o suburbano dirigido pol
los otros que, en su bsqueda de la direccin interna, se torna artista y
artesano en sus recreaciones y sus gustos para el consumo. Se vuelca a lo
nativo, con variaciones regionales o sin ellas. Excluye en la medida de lo
posible los medios masivos. Nunca se cansa de atacar desde el pulpito de
su bicicleta inglesa, los adornos y cromados de los coches ltimo modelo.
Est orgulloso de no escuchar la radio, y la televisin es su cuco.
La moda del bailarn folklrico constituye un verdadero testimonio do
la bsqueda de ocio creador significativo, como as tambin del renacimien
to de la artesana. El bailarn folklrico desea algo mejor, pero no sabe
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Zoo
1). RH-:>\T V\ Y
OTROS
LA
MUCHEDUMBRE SOLITARIA
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290
D.
r ie s m a n
o tro s
esa etapa con xito, est en condiciones de valorar y des arrollar sus propias
normas de gusto, e incluso de criticar los procesos de la fabricacin de
gustos en la sociedad en conjunto.
Hemos considerado ya e] aspecto negativo de este proceso: el hecho,
por ejemplo, de que el hombre dirigido por los otros sienta cada error
en el gusto como un reflejo de su s-mismo, o, al menos, de lo que l considera
la parte ms vital de ste, su radar, y que el intercambio de gustos a
menudo es en consecuencia una actividad acosada y desesperada. Pero
ahora debemos considerar el aspecto positivo del intercambio de gustos:
el hecho de que constituye tambin un tremendo experimento, quizs el
ms estratgico, en la educacin adulta norteamericana. El gusto de los
sectores ms avanzados de la poblacin cada vez se difunde con mayor
rapidez quizs L ije sea el agente ms notable en este proceso . hasta
alcanzar estratos que antes quedaban excluidos salvo del ejercicio ms
primitivo del gusto, y que ahora aprenden a apreciar y a discriminar las
variedades de la arquitectura moderna, los muebles modernos y el arte
moderno, para no hablar de los logros artsticos de otras pocas 3.
Desde luego, todos los procesos de la direccin por los otros que
hemos descripto desempean un papel central en este desarrollo, pero estoy
convencido de que tambin la eficiencia satisfactoria y real en el gusto
aumenta al mismo tiempo. Resulta interesante observar cmo las pelculas
norteamericanas anticuadas de hace slo veinte aos impresionan a un
pblico contemporneo. Una vez ms, esto se debe en parte slo a cambios
en las convenciones cinematogrficas; pero, en una medida mucho mayor,
constituye el producto de un aumento sorprendentemente rpido del cono
cimiento en cuanto a la motivacin y a la conducta humanas en los produc
tores cinematogrficos y su pblico.
La velocidad con que se escala la pendiente del gusto ha pasado
inadvertida por muchos crticos de las artes populares, quienes no slo
no ven cun buenas son muchas pelculas norteamericanas, novelas popu
lares y revistas, sino tambin cun enrgicos y comprensivos resultan
algunos de los comentarios de los aficionados que. intercambian gustos y
que a primera vista parecen formar parte de un auditorio muy pasivo y
nada creador. Uno de los ejemplos ms interesantes es la crtica de jazz.
No me Tefiero aqu a crticos como W ilder Hohson y Panassi, sino a la
gran mayora de jvenes que, en todo el pas, recibieron afectuosamente el
jazz y lo criticaron con cario, en un nivel muy alejado del fcil vocabu
lario que incluye trminos como sinceridad y regio . Esta gente encon
tr en el jazz, como otros en las pelculas o en las historietas, una forma
8 Charles Livermore, ex oficial de la CIO, llam hace poco mi atencin sobre
el rechazo extremadamente rpido por parte de los obreros en las industrias auto
movilsticas de Detroit, con respecto al moblaje sobrecargado de Estilo Gran Rnpids.
En los ltimos aos muchos han aceptado Jos diseos modernos.
LA. MUCHEDUMBRE
a r t s t ic a
no
c la s ific a d a
an
por
lo s
201
SOLITARIA
c u lt u r a o f i c i a l . S e o p u s i e r o n , a m e n u d o c o n v i o l e n c i a
s is l n n a
r s c n la r
y a veces m u
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al e s f u e r z o d e la i n d u s t r ia d e la m s i c a p o p u l a r p o r r o t u la r s u s p r o d i i e l o s ;
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a r r e g la d o r e s e m p a la g o s o s
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la
p r e fe r e n c ia
p o r c o n ju n t o s
r e s p e c t o a s o lis t a s , p o r la i m p r o v i s a c i n , en l a d e s c o n f i a n z a
e s ta n d a r iz a c i n .
e s ta b le c ie r o n su s p r o p ia s
C om o
io s
m e c n ic o s
In ic ia lo s
normas en o p o s i c i n
a fic io n a d o s ,
d e s a r r o ll a r o n
.su
p r o p i o l e n g u a j e \ su p r o p i a c u lt u r a ju n t o c o n su n u e v a c a p a c i d a d .
T a m b i n a q u , c o m o e n el c a s o d o l o s a u t o m v ile s , la a r t e s a n a v e r b a l
d e l in t e r c a m b io d e g u s to s e n tre lo s a m a n te s d e l
ll n d o s e
e n tre
gru pos
de
pares
a is la d o s .
MI
jazz n o p o d i a s e g u i r d e s a r r o
jazz h a c e m u c h o q u e fu e
p a r c e l a d o p o r un c u lt o o u n a s e r ie d e c u l t o s q u e u t iliz a n c r i t e r i o s e s t t ic o s ,
c a d a v e z m s e x ig e n t e s , q u e a m e n u d o s e c o n v i r t i e r o n e n f in e s e n s m is in o s .
III.
L o s C o n se je r o s
A vocacionales
292
LA
M U CHEDU M BRE
S O L IT A R IA
293
291
D. R IE 8MA.N Y OTROS
C.itTLLO
XVI
A l .'TONO MI A V U TO PIA
296
D.
r ie s m a n
o tro s
1.a
s o i .h a u i a
297
mente los ojos frente a alternativas que, en j>i im ipio, eran accesibles. Pero
plantear la pregunta puede servir por lo menos para crear dudas en la
mente de algunos.
A veces los planificadores urbanos hacen tales preguntas. Constituyen
quizs el grupo profesional ms importante que puede tornarse razonable
mente desconfiado con respecto a las definiciones culturales que habitual
mente se utilizan para racionalizar las inadecuaciones de la vida urbana
actual, tanto para el rico como para el pobre. Con su imaginacin y su
enfoque generoso se han convertido, hasta cierto punto, en los guardianes
de nuestra tradicin poltica liberal y progresista, que cada vez queda ms
desplazada de la poltica nacional y estatal. En sus mejores obras vemos
expresada en forma fsica una visin de la vida que no est estrechamente,
orientada en trminos de trabajo. Es una visin de la ciudad como marco
para el ocio y la amenidad tanto como para el trabajo. Pero en la actuali
dad el poder de los grupos locales de veto exige incluso a los planificadores
urbanos ms imaginativos un enorme esfuerzo para demostrar que son
individuos prcticos, no sentimentales, que apenas si pueden distinguirse
de los tcnicos de trfico.
Sin embargo, tal como, en mi opinin, la complejidad de la respuesta
al ocio en los Estados Unidos actuales es mayor de lo que parece, del
mismo modo las fuenles del pensamiento poltico utpico pueden estar
ocultas y cambiar constantemente, utilizando cada vez un nuevo disfraz.
Mientras que, en los ltimos aos, la curiosidad y el inters polticos han
sido expulsados en gran medida de la esfera aceptada de la poltica por
la actitud de crisis imperante en la prensa y en los sectores ms respon
sables de la vida pblica, la gente puede, en lo que queda de sus vidas
privadas, alimentar nuevas normas crticas y creadoras. Si esos individuos
no son paralizados antes de iniciar su accin por la elaboracin y la
introduccin forzada de un conjunto de doctrinas oficiales podrn apren
der algn da a comprar no slo paquetes de alimentos o de libros, sino
el paquete ms grande de un vecindario, una sociedad y una forma de vida.
Si las personas dirigidas por los otros descubren qu enorme cantidad
de trabajo innecesario realizan, que sus propios pensamientos y sus pro
pias vidas son tan interesantes como las del prjimo, y que, sin duda, no
mitigan su soledad en medio de una muchedumbre de iguales ms de lo que
pueden mitigar la sed bebiendo agua salada, entonces cabe esperar que ae
tornen ms atentos a sus propios sentimientos y aspiraciones.
Esta posibilidad puede parecer remota, y quizs lo sea. Pero, innega
blemente, muchas corrientes del cambio en los Estados Unidos escapan
a la atencin de los periodistas de esa nacin, la m ejor informada de la
tierra. Tenemos ndices inadecuados para las cosas que nos gustara averi
guar, en especial factores intangibles como el carcter, los estilos polticos
29K
D. RIESMa X Y otros
y los usos del tiempo libre. Los listados Unirlos no son slo grandes y ricos,
sino tambin misteriosos: y su capacidad para el ocultamiento humorstico
o irnico de sus intereses iguala a la de la legendaria China inescrutable.
De idntico nodo, lo que mis colaboradores y yo tenemos que decir puede
ser completamente errneo. Inevitablemente, nuestro propio carcter, nues
tra propia geografa, nuestras propias ilusiones, limitan nuestro enfoque.
Pero si bien he dicho en este libro muchas cosas de las cuales no
estoy muy seguro, abrigo certeza con respecto a un punto: las enormes poten
cialidades para la diversidad en la generosidad de ia naturaleza y cu la
capacidad de los hombres pava diferenciar su experiencia pueden llegar a
ser valoradas por el individuo mismo, de modo que ya no se sienta tentado
ni obligado a la adaptacin o, ante el fracaso de sta, a la anemia. La
idea de que los hombres nacen libres e iguales es a la vez cierta y equvoca:
los hombres nacen distintos; pierden su libertad social y su autonoma
individual en el intento de hacerse iguales los unos a los otros.