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Memoria en Palabras
Paula Bombara

EL RO DEL OLVIDO
De Eleodoro

PRESIDENTA DE LA NACIN
Dra. Cristina Fernndez de Kirchner
MINISTRO DE EDUCACIN
Prof. Alberto Sileoni
SECRETARIO DE EDUCACIN
Lic. Jaime Perczyk
SUBSECRETARIO DE EQUIDAD Y CALIDAD EDUCATIVA
Lic. Eduardo Aragundi
JEFE DE GABINETE
A. S. Pablo Urquiza

DIRECTORA DEL PLAN NACIONAL DE LECTURA

Margarita Eggers Lan
COORDINADORA DISEO
Natalia Volpe
DISEO GRFICO
Juan Salvador de Tullio, Elizabeth Snchez, Mariana Monteserin y Mariel Billinghurst
REVISIN
Silvia Pazos

Se puede vivir como si no existiera el pasado; caminar kilmetros para alejarse de la propia huella, creer que se avanza evitando volver la vista atrs.
Poner en palabras, en cambio, plantea el desafo de mirar al
dolor directo a la cara. Es una tarea difcil pero son ellas, las
palabras, las que nos ayudan a nombrar el horror, el miedo,
darles forma y quizs, poder asir aquello que duele. Son
las palabras las que nos permiten construir una memoria
en comn, e iniciar un nuevo camino. Marzo sigue siendo
un mes en carne viva; aunque intentemos transcurrir sin
detenernos ante nada, caminar sin ver nos hace tropezar.
Esta coleccin rene textos de autoras y autores argentinos
que tomaron la palabra para hablar de este pasado, desde
la diversidad de planos: la identidad, la prdida, el miedo,
las prohibiciones, la posibilidad de imaginar, la necesidad
de contar con alguien.
Frente al silencio y al ocultamiento, una, dos; decenas de
voces brotan. Con Memoria en Palabras quisimos acercar
esta experiencia a las escuelas. Sembrar historias, relatos
tejidos con tinta para lograr, quizs, que germine un jardn
entre tanta oscuridad.

PIZZURNO 935 (C1020ACA) CABA. TEL: (O11) 4129-1000

planlectura@me.gov.ar - www.planlectura.educ.ar
Repblica Argentina, 2012
El ro del olvido basado en Eleodoro, cap. IX y X.
Paula Bombara, 2005.
Editorial Norma S.A., 2005.
Ilustracin: Melina Canale.
Uso y reproduccin de tapa original del libro, gentileza de Editorial Norma.

PLAN NACIONAL DE LECTURA

Ejemplar de distribucin gratuita. Prohibida su venta.

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El Ro del Olvido
Paula Bombara

Nahuel, triste porque Eleodoro no apareca, fue a

visitar a su abuela. Fue para contarle cunto extraaba a su elefante amarillo; senta, bien adentro de
s, que ella tendra mucho para decir al respecto. La
abuela lo escuch en silencio y, luego, lo mir por
encima de sus anteojos. Cuando lo miraba as, Nahuel se acordaba de que su abuela haba sido maestra. Se miraron un ratito, ojo a ojo, y se form un
puente secreto entre ellos, un puente en donde se
poda hablar de cualquier cosa.
No ests grande para extraar a un peluche?
preguntaron los ojos de la abuela.
S, ya s que soy grande, pero Eleodoro es ms
que un peluche respondieron los ojos de Nahuel.
No te importa que los dems puedan pensar
que sos un chiquiln? O que te digan algo? preguntaron los ojos de la abuela.
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Ss... Pero no tanto. Eleodoro me importa ms

respondieron los de Nahuel.
La abuela suspir y sonri. Se senta orgullosa de
su nieto.
Tal vez tu elefantito est en el Continente Deloquesepierde pronunci, por fin.
En dnde?
En el Continente De-lo-que-se-pier-de. All van a
parar los objetos perdidos.
Y dnde queda eso? Puedo ir a buscarlo?
Es un poco difcil. Te voy a contar una historia
vieja, vieja, que me cont mi abuelo:
Cuando era chico, aunque un poco ms grande
que vos, mi abuelo perdi a su oso Tulipn. Era un
osito de tela, relleno de semillas, con ojos de botones y sonrisa de hilo rojo, que tena desde siempre.
Lo busc por todas partes, pero el oso no estaba. Mi
abuelo llor mucho, porque Tulipn era muy importante para l. Y, como vos, tuvo un sueo. So que
Tulipn estaba en el Continente Deloquesepierde, un
lugar que se encuentra justo entre la memoria y la
realidad, donde los objetos hablan, sienten y pueden
caminar. All van a parar las cosas que uno quiere
mucho, cuando las pierde. Y para viajar a ese lugar,
hay que ir hacia adentro, y recordar.
Seguramente vos ya perdiste otras cosas. Alguna
media, o un soldadito, o un caramelo justo cuando
ms ganas tenas de comrtelo. Pero tambin estoy
segura de que no eran tan importantes como Eleodoro. Al menos no te interes recuperarlos. Porque
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solo los objetos que llevamos prendidos al corazn

nos llevan hacia el Continente Deloquesepierde.
Como te deca, Nahuel, mi abuelo so con ese sitio y, al despertar, trat de dibujar todo lo que haba
soado. Pero ojo, no todos tenemos que llegar all
dibujando; hay mil caminos. Eso es lo que l me dijo.
Lo importante es recordar. Mantener viva la memoria, esforzarnos por no olvidar los detalles que hacen
nico nuestro sentimiento.
Lo que pasa es que mi abuelo recordaba las cosas
as, con dibujos. Hizo unas pinturas bellsimas, pero
muy tristes. Despus te las voy a mostrar. Hace ms
de cincuenta aos que las tengo guardadas. Cuantos
ms dibujos haca, ms detalles recordaba. Cuanto
ms pensaba en ese lugar, ms cerca lo senta. Cuanto ms recordaba a Tulipn, ms se aproximaba a un
Ro asqueroso, podrido y con olor a basura: el Ro del
Olvido, el paso obligado para recuperar a su oso.
La abuela continu su relato hasta que termin.
Nahuel haca rato que se haba dormido, escuchndola. Pero su abuela sigui hablando, porque saba
que cuando uno escucha con el corazn, el manto
del sueo no tapa los odos.
Ms tarde, en el camino de regreso a casa, mientras caminaba de la mano de su abuela, Nahuel pens mucho en lo que ella le haba contado. Sobre
todo en que recordar nos lleva a otros continentes.
Luego, se concentr en Eleodoro. Estar solo? Me
va a retar por olvidarlo? Y si se busca otro dueo
porque me lo olvid?
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Cuando llegaron, corri a abrazar a su mam. Sin saber por qu, se larg a llorar. La mam mir a la abuela
primero y a su hijo despus; le pregunt que le pasaba
y Nahuel, con vergenza, dijo que extraaba a Eleodoro. La mam lo abraz fuerte, dijo No te preocupes,
ya va a aparecer, y lo llev a su habitacin.
Esa noche a Nahuel le cocinaron su comida preferida y su pap le cont historias de barcos y piratas
hasta que se le cur un poco la tristeza. Cuando quiso
estar solo, se hizo el dormido y, entre las pestaas,
vio cmo su pap se marchaba y apagaba la luz.
La abu dijo que cada uno deba encontrar su camino al Continente, se dijo Nahuel, a oscuras, entre
dormido y despierto. Lo que hay que hacer es recordar. Ir hacia adentro, pero de verdad.
Estaba rodeado por tinieblas y tuvo la impresin
de que los muebles se agrandaban. Esto parece de
Alicia, pens Nahuel recordando la historia que haba ledo haca poco. Todo era oscuro.
A lo lejos, algo comenz a brillar. Fue hacia all.
Al acercarse, not que el brillo era la luz de incontables velas encendidas.
Me faltar poco?, se pregunt Nahuel. Sigui
caminando hacia adentro. Caminar con la mente era
mucho ms difcil que caminar de verdad. Se esmer en ser sigiloso como una pantera. Se escucharon
voces lejanas y extraas que decan su nombre. Fue
hacia las voces. Provenan del otro lado de un ro
tan ancho como el Ro de la Plata. Un ro formado
por pedazos de trapos sucios, hojas de peridicos
hechas pasta, brea espesa, agua podrida, gases que
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lo hacan llorar, olores nauseabundos y otro montn

de cosas imposibles de identificar. Las voces que llamaban a Nahuel se mezclaban con los sonidos del
ro, que eran tan horribles como todo lo dems.
Quin me llama? pregunt, con voz de gigante.
Hablar con la mente tambin era diferente a hacerlo
con la boca. Se hablaba con la voz que uno quera.
Eleeeooooodooorooo...
Esa es la voz de Eleodoro!, pens Nahuel. Era la
voz que l haba imaginado para su elefante. Debo
estar cerca del Continente Deloquesepierde.
Eleodoro, qu tengo que hacer?
Segu creyeeendoooooo en m!
Cmo iba a dejar de creer justo ahora, que todo
le estaba pasando?
Sin saber qu hacer, Nahuel se sent sobre una
piedra a esperar que Eleodoro apareciera por algn
lado. Saldra del fondo de ese ro inmundo? Vendra por el aire? O aparecera a sus espaldas?
Para mantenerse concentrado, se puso a cantar la
cancin que haba inventado para su elefante cuando
estaba en Jardn. La meloda era como la del cumpleaos feliz, pero, bueno, l no era msico!:
Eleodoro feliz,
con tu trompa amari.
Que te tiro,
que te agarro,
Eleodoro, ven.

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Mientras tanto, del otro lado del Ro del Olvido,

Eleodoro estaba junto a sus compaeros de viaje,
Don Chicle y Hebilla, dos objetos que, como l, se resistan a ser olvidados. Las veces que los humanos
se detenan a pensar en aquello que haban perdido
podan contarse con los dedos de las manos. Eran
muy pocos los que, aunque crecan, revivan su niez para recuperar lo que los haba hecho felices.
Esto de hacer memoria es un ejercicio difcil para
los hombres explic Don Chicle a Eleodoro. Su
dueo me est dando la mayor alegra de mi vida.
Eleodoro abri las orejas, un poco en seal de orgullo y otro poco, para escuchar mejor la cancin de
Nahuel.
El chicle y la hebilla discutan, armando un plan.
Saban que cruzar sanos y salvos ese ro era casi imposible. No haba bote ni lancha a motor que lo hubiera logrado. Y, por el aire, necesitaban un avin.
Un momento! Si tuviramos un globo aerosttico podramos cruzar... exclam el chicle.
Qu vivo! respondi la hebilla- Con un helicptero a pila tambin podramos cruzar el ro. Pero no
lo tenemos, Don Chicle!
Yo podra inflarme hasta ser como un globo de
esos... Creo que podr resistir hasta la otra orilla. Usted, Doa Hebilla, podra agarrarse fuerte de m para
que Eleodoro la use como asiento. Qu les parece?
Magnfica idea! exclam la hebilla, sorprendida de que el chicle fuera tan inteligente.
Y si no llegamos? pregunt Eleodoro.
Otra vez el silencio se transform en miedo. Tan6

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to el chicle como la hebilla saban que eran pocos

los que haban logrado cruzar el Ro del Olvido. Pero
ellos estaban dispuestos a intentarlo. Mientras Nahuel permaneciera del otro lado, apoyndolos, nada
era imposible.
Vamos a llegar, Eleodoro, lo ms importante es
Nahuel. Y l est esperndolo. Escuche cmo canta. Fjese, eligi la voz de un ruiseor, nada menos!
Confe en nosotros dijo el chicle, mirando a su compaero directo a los ojos.
El chicle comenz a aspirar grandes bocanadas de
aire. Poco a poco fue inflndose hasta convertirse
en un globo mediano. Continu tomando aire hasta
que no pudo mantenerse en el piso. En ese momento
hizo seas a la hebilla, que lo sujet con fuerza. Eleodoro se sent sobre ella, enganch su cola a la parte
metlica para no caerse y fueron levantando vuelo.
Eleodoro, mueva sus orejas para impedir que el
globo se desinfle! grit la hebilla.
Eleodoro hizo caso. El chicle iba soltando poquito a
poco el aire en direccin al Continente Deloquesepierde, provocando as un impulso hacia la orilla opuesta.
Lo veo, lo veo! All est Nahuel! Nahuel! Nahuel!
Nahuel escuch la voz de Eleodoro cruzando el
aire. Mir hacia el ro y vio el extrao globo anaranjado en el que vena su elefante.
Eleodoro! exclam Nahuel.
Eleodoro, dgale a Nahuel que nos ayude pidi
el chicle.
El elefante lo hizo y Nahuel comenz a caminar en
crculos, sin saber qu hacer. Qu era lo que haba
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hecho el abuelo de su abuela? No recordaba nada.

Se le ocurri aspirar aire, creyendo que eso funcionara como una aspiradora.
El globo comenz a temblar como en medio de
una tormenta.
NO, NO! Para acercarnos a l tiene que pensar
en usted, Eleodoro le dijo el chicle tratando de no
perder altura por esos cambios de viento.
Eleodoro se lo transmiti a Nahuel. l pens en
todos los momentos que haba pasado junto a su
querido elefante.
No se le ocurran pensamientos con palabras.
Pero recordaba un montn de imgenes de Eleodoro: eran fotos que haba tomado con sus ojos. En
ese momento se acord de lo que la abuela le haba
contado: ...entonces mi abuelo imagin que el aire
era su amigo y le pidi que empujara al osito Tulipn
hacia l.
Eso hizo Nahuel y el aire se hizo amigo. Eleodoro y sus compaeros sintieron una brisa suave, con
sonido a risa clida, hmeda de emociones y calor
de abrazo, impulsndolos. Pronto estaran del otro
lado. Pronto dejaran atrs el Ro del Olvido. Pronto...
lo imposible sucedera.

El ro del olvido basado en Eleodoro, cap. IX y X.

Paula Bombara, 2005.
Editorial Norma S.A., 2005.

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Poner en palabras, en cambio, plantea el desafo de mirar al
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palabras, las que nos ayudan a nombrar el horror, el miedo,
darles forma y quizs, poder asir aquello que duele. Son
las palabras las que nos permiten construir una memoria
en comn, e iniciar un nuevo camino. Marzo sigue siendo
un mes en carne viva; aunque intentemos transcurrir sin
detenernos ante nada, caminar sin ver nos hace tropezar.
Esta coleccin rene textos de autoras y autores argentinos
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la diversidad de planos: la identidad, la prdida, el miedo,
las prohibiciones, la posibilidad de imaginar, la necesidad
de contar con alguien.
Frente al silencio y al ocultamiento, una, dos; decenas de
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tejidos con tinta para lograr, quizs, que germine un jardn
entre tanta oscuridad.

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Uso y reproduccin de tapa original del libro, gentileza de Editorial Norma.

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