MODERNISMO y 98 COMO FENÓMENO HISTÓRICO, SOCIAL Y ESTÉTICO
MODERNISMO y 98 COMO FENÓMENO HISTÓRICO, SOCIAL Y ESTÉTICO
MODERNISMO y 98 COMO FENÓMENO HISTÓRICO, SOCIAL Y ESTÉTICO
Y ESTÉTICO.
1. Introducción
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no hay razón para desgajar algunos nombres del conjunto del Modernismo, pues hay
únicamente una común actitud de ruptura. Es cierto que ambos movimientos comparten
algunos rasgos sociales, políticos, artísticos y éticos. Todos rechazan el materialismo, el
parlamentarismo de la Restauración y la estética realista y recogen influencias culturales
comunes: el vitalismo irracionalista de Nietsche, el existencialismo de Kirkegaard, el
pesimismo de Schopenhauer, el anticapitalismo de raigambre romántica, y reciben en el
arte el influjo del impresionismo, del simbolismo y de escritores como Tolstoi, Ibsen o
Maeterlinck.Comparten pues ambos el rechazo al positivismo racionalista y se inclinan
hacia el subjetivismo, el neoespiritualismo o el irracionalismo.
2. Modernismo
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guerra mundial.Tal ruptura enlaza con la amplia crisis espiritual de mundo a fines del
siglo XIX.
La mayor parte de los especialistas incluyen dentro de la literatura modernista tanto las
primeras manifestaciones evasivas e incontaminadas, como otras más comprometidas.
Henríquez Ureña expone la existencia de dos etapas: en la primera el culto preciosista
de la forma prevalece el desarrollo de una voluntad de estilo que culmina en
refinamiento artificioso y en inevitable amaneramiento. En la segunda etapa, sin
abandonar la voluntad de estilo, a la vez que el lirismo personal alcanza manifestaciones
intensas ante el eterno misterio de la vida y de la muerte, el ansia de lograr una
expresión artística cuyo sentido fue genuinamente americano es lo que prevalece
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Por último también Bécquer influirá en el enfoque intimista de algunos modernistas
españoles. Así las Soledades de Machado y las Arias Tristes de J.R.Jiménez están
tamizadas por ese leve sentimentalismo becqueriano.
Entre la nómina de escritores modernistas el mayor es sin duda Ruben Darío que
ejerció una enorme influencia en la poesía española de su tiempo -S.Rueda,
F.Villaespesa o M.Machado-. También será modernista la primera época de
A.Machado,Valle-Inclán o J.R.Jiménez. R.Darío es el gran padre del Modernismo y el
mayor poeta de su tiempo ya que sintetiza las influencias del modernismo americano y
de los movimientos europeos. En su obra vemos dos etapas. Una primera, la de Azul y
Prosas Profanas que recoge composiciones en verso y prosa plenamente modernista
plena de exotismo, musicalidad y erotismo y que supone una profunda renovación en
los temas, el lenguaje y la métrica. Destaca por su deslumbrante sensualidad, el
vitalismo paganizante, la fantasía, el aristocratismo. Su segunda etapa es una poesía más
preocupada por los contenidos humanos recogida en Cantos de vida y esperanza.
Aparece en ella motivos españoles cercanos al grupo del 98, composiciones de tema
político –crítica de la influencia de la política norteamericana- sin olvidar poemas
evasivos esteticistas y composiciones de tono grave y existencial como Lo fatal.
Su influencia fue esencial en la poesía castellana al difundir el modernismo americano y
la poesía francesa. Poetas como los Machado, J.R.Jiménez e incluso los poetas del 27
valoraron enormemente su poesía.
3. Grupo del 98
Hacia 1913 Azorín divulga el nombre de generación del 98 en una serie de artículos
para referirse a un grupo de escritores españoles que en su juventud expresan su
profundo desagrado ante la sociedad de la Restauración y señalan la necesidad de
cambios sociales, culturales y estéticos. En él engloba a un grupo de autores muy
dispares: Unamuno, Baroja, Maeztu pero también R.Darío, Valle-Inclán, o Benavente.
Basándose en los criterios de generación literaria establecidos por Jeschke, como
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coetaneidad, formación intelectual semejante, contacto entre ellos, acontecimiento
general que aúna voluntades y rasgos comunes de estilo, F.L.Carreter incluye en esta
generación al Grupo de los Tres, con los autores del Manifiesto de 1901 que denunciaba
la situación de España (Azorín, Maeztu y Baroja; si bien este último negara la
existencia de tal generación), a Unamuno como guía del grupo, al Machado de Campos
de Castilla, epígono del 98, y el Valle-Inclán de los esperpentos con la crítica más
despiadada que se haya hecho a la sociedad de su tiempo y a M .Pidal como el sabio de
la generación.
Las características que permiten hablar de grupo no son solo esa actitud de protesta
sino también un profundo amor al arte y entre las influencias las el parnasiano G.
Gautier o el simbolista Verlaine. Esta actitud crítica entronca con los ilustrados, con
Larra y con los liberales reformistas o regeneracionistas de fines del XIX entre los que
se encuentran los krausistas.
El regeneracionismo es una corriente de pensamiento que denuncia los males del país y
plantea soluciones a esos problemas. Destaca entre ellos J.Costa que propone reformas
como la necesidad de educación y de reforma agraria con su lema despensa y escuela.
Son también regeneracionistas Ramiro de Maeztu que tuvo gran contacto con los
jóvenes del 98 y Angel Ganivet quien desde una perspectiva pesimista denuncia los
males de su tiempo y recrea con nostalgia un pasado ideal que contrapone al
mercantilismo y la industrialización. En su Idearium español (1896) propone una
renovación espiritual que arranque de las tradiciones hispánicas. Allí diagnostica el mal
de los españoles; la abulia. La comunidad española, dirá Ganivet, se caracteriza por un
espíritu de desunión y agresividad que impide la transformación auténtica de la
sociedad. Semejante actitud debe desecharse. El modelo de regeneración no es otro que
un don Quijote idealizado, ajeno a cualquier preocupación terrena, casi místico.
A su vez el Krausismo inspirado por el pensador alemán Krause fue un movimiento
liberal reformador que pretendía incidir en la sociedad a través de la educación –
fundación de la Institución Libre de Enseñanza-. Frente a la educación tradicional, en
general religiosa, representaban una opción laica y liberal que pretendía iniciar una
nueva ética personal y antidogmática. J.Sanz del Río y Giner de los Ríos fueron los
pedagogos más representativos del krausismo.
La actitud ética de denuncia social también les diferencia de los modernistas. Esta
preocupación por los problemas sociales y culturales las lleva a la reflexión sobre la
sociedad española, sus gentes y sus formas de vida, en las que se observa una evolución
desde el criticismo a posturas espiritualistas o nostálgicas.
Es en los quince primeros años de siglo, pasado el radicalismo juvenil cuando se
configura lo que se ha considerado la mentalidad del 98. Tal mentalidad ofrece en su
base un remarcado idealismo al que acompañan un acusado interés por las
preocupaciones existenciales –las interrogaciones sobre el sentido de la vida, sobre el
destino del hombre, tan presentes en Azorín, Baroja y Unamuno- así como un enfoque
subjetivo del tema de España.
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El tema de España surge a partir de la búsqueda de su identidad. Unamuno planteará el
tema en términos idealistas: habla del alma de España y busca esa alma en Castilla, a
través de su paisaje, mitos y sus orígenes histórico-literarios. De ahí el interés y la
revalorización de la primitiva literatura castellana y mitos como Quijote y Sancho. El
tema del paisaje castellano y la identificación Castilla-España se convertirá así en uno
de los temas característicos.
La crisis de fin de siglo se refleja en las preocupaciones existenciales: el sentimiento de
angustia y la inclinación hacia el subjetivismo. El tema de la voluntad y la abulia o falta
de voluntad será tema característico de la época.
A continuación analizamos ambos temas como vertebradores de una forma de pensar y
de sentir.
España no escapó a las corrientes irracionalistas ni a las angustias vitales que trajo
consigo la crisis de fin de siglo que dio como fruto el Modernismo y el 98.En efecto ese
malestar vital, desazón romántica y angustiada está recogida ya por R.Darío en sus
Cantos de vida y esperanza. Igualmente la poesía inicial de A.Machado (Soledades;
1903) gira en torno a temas como el destino del hombre, el tiempo, la muerte y expresa
la vieja angustia que hace el corazón pesado; la angustia de quien camina perdido
buscando a Dios entre la niebla. Es en los escritores del 98 en quienes más intensamente
se desarrollan los problemas existenciales hasta el punto, como afirma Shaw, de ver en
ellos un precedente del existencialismo europeo.
Como primeras muestras de ello señalemos las tres novelas publicadas en 1902, cuando
los autores del 98 van dejando atrás sus ideales juveniles: Camino de perfección de
Baroja, La voluntad de Azorín y Amor y pedagogía de Unamuno. Rasgo común a las
tres es una introspección angustiada. Fernando Osorio, el personaje barojiano, busca en
vano algo que dé sentido a la vida. A Antonio Azorín, el protagonista de La voluntad,
le domina la inexorable marcha de todo nuestro ser y de las cosas que nos rodean
hacia el océano misterioso de la Nada. En la nada y en la desesperación desemboca
también el Apolodoro de Amor y Pedagogía. En todos ellos se ve el mismo hastío de
vivir, el mismo dolor y ese estado de ánimo al que darán el nombre de angustia vital o
angustia metafísica.
Estrechamente ligadas a este talante se hallan sus actitudes ante lo religioso. Los
noventayochistas habían caído de jóvenes en un total agnosticismo y en un acentuado
anticlericalismo debido al catolicismo insustancial de la España del momento y a la
alianza del clero con los sectores políticamente más conservadores.
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sentimiento trágico de la vida. Arranca de la realidad del hombre de carne y hueso y de
sus anhelos contradictorios. A las ansias de plenitud, de serlo todo se opone la amenaza
de la nada tras la muerte. Surge así esa angustia como un despertar a la condición
trágica del hombre. La inmortalidad es la gran cuestión de que depende el sentido de
nuestra existencia: si el alma no es inmortal nada vale nada, ni hay esfuerzo que
merezca la pena como dirá en el prólogo a Niebla.
De ahí su hambre de Dios, necesidad de un Dios que garantice nuestra inmortalidad
personal. Pero la razón por un lado le niega la esperanza aunque su corazón por otro se
la imponga desesperadamente.
Ese sentimiento trágico de la vida se manifiesta en San Manuel Bueno Mártir, la
historia del cura que ha perdido la fe pero debe fingir ante sus feligreses para no
privarles de consuelo espiritual. La novela, que expone como ninguna otra el conflicto
entre la razón y la fe y el ansia de eternidad, se resuelve con un enfoque nuevo: la
alternativa entre una verdad trágica y una felicidad ilusoria se resuelve a favor de la
segunda pues sólo las religiones consuelan de haber tenido que nacer para morir
Años más tarde Unamuno escribe La agonía del cristianismo sobre mi agonía, mi lucha
por el Cristianismo donde expone su personal y heterodoxo cristianismo: su apasionado
amor por Cristo y su querer creer
Las ideas de la juventud del 98 evolucionan hacia posturas idealistas con atención a los
valores que constituyen la esencia de España y el predominio de actitudes
contemplativas y subjetivas. Jamás abandonaron su intensa preocupación por España.
Ante el estado del país la generación del 98 representa un ademán de rechazar y otro de
adherir. Rechazan –como los regeneracionistas- el ambiente político de la Restauración,
el parlamentarismo, la democracia liberal y denuncian el espíritu de la sociedad.
Unamuno habla de su ramplonería, Azorín critica la apatía que nos ata las manos,
Maeztu habla de parálisis progresiva, de suicidio del país. En cambio, con el tiempo,
proclamarán todos su adhesión a una España eterna y espontánea referida a su interés
por sus tierras y por lo que hay de permanente en su historia.
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Las tierras de España fueron recorridas por todos ellos y descritas con dolor y con amor.
Junto a una mirada crítica, que descubre la pobreza y el atraso encontraremos una
exaltación lírica de los pueblos y del paisaje, sobre todo de Castilla donde los hombres
del 98, la mayoría de la periferia, vieron la médula de España. Hasta el punto de poder
hablar de mitificación de Castilla o de una concepción histórica castellano-céntrica. Es
reveladora de una nueva sensibilidad estética su valoración de las tierras castellanas por
lo que tienen de austero, de recio, por su poder para sugerir algo más de lo que captan
los sentidos.
La Historia fue otro de sus centros de interés, el propio Azorín hablaba de la del 98
como una generación historicista. Los noventayochistas bucean en la historia para
descubrir las esencias de España dando a menudo un salto hacia lo intemporal. En
efecto hay en ellos una exaltación de los viejos valores permanentes de Castilla y de
España paralela a la exaltación del paisaje. Muy significativo es que, por debajo de la
historia externa –reyes, héroes hazañas- les atrajera lo que Unamuno llamó la
intrahistoria, la vida callada de los millones de hombres sin historia que con su labor
diaria han ido haciendo la historia más profunda. Unamuno en efecto introduce tres
conceptos básicos: historia, intrahistoria y tradición eterna. Por debajo de la historia
externa de hechos fugaces hay una intrahistoria de sucesos permanentes que fluyen en
el tiempo pero que perduran en sustancia una vez pasada su actualidad. Esa vida
intrahistórica es la sustancia del progreso, la verdadera tradición, la tradición eterna.
Por otra parte en los escritores el 98 el amor a España se combina con el anhelo de
europeización. Apertura hacia Europa y revitalización de los valores propios se
equilibran en la expresión unamuniana tenemos que europeizarnos y chapuzarnos de
pueblo.
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Su espíritu crítico también es notorio en Alma castellana o Andalucía trágica en las que
denuncia aspectos sociales y políticos concretos o en Castilla donde se lamenta de la
parálisis intelectual del pueblo español
Las evocaciones del paisaje merecen especial atención. Azorín mira el paisaje con ojos
entrecerrados, proyectando sobre lo que ve su sensibilidad melancólica. Tras sus
innumerables viajes pintó todos las pueblos, pero destaca su visión de las tierras de
Castilla con sus llanuras , sus colinas, y su alma. El paisaje, decía de modo subjetivista,
es nuestro espíritu, sus melancolías, sus anhelos. Todo ello impregnado con un lirismo
siempre atento al detalle revelador con esa técnica miniaturista que Ortega llamaba
primores de lo vulgar.
3.3 Estilo
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ESQUEMA
1.Introducción
Modernismo frente a 98
2.Modernismo
.Reacción neorromántica
.Raíces
.Temas
.Estilo
.R.Darío
3.Grupo del 98
.Nómina
.Regeneracionismo
.Krausismo
.Unamuno
.Azorín
.Maeztu
.Baroja
3.3. Estilo
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BIBLIOGRAFÍA
……………………………………………………………………………………………
*Mainer,J.C. “El Modernismo como actitud” En Historia y crítica de la literatura
española.6.Modernismo y 98. ed Crítica.Barcelona.1986
……………………………………………………………………………………………
Autores y obras citados
Gullón,R. “La invención del 98” En Direcciones del Modernismo. Ed Gredos 1978
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