Carta de Lope de Aguirre A Felipe II
Carta de Lope de Aguirre A Felipe II
Carta de Lope de Aguirre A Felipe II
Felipe II de España
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Paisaje en el Ucayali.
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vasallos como en estas tierras tienes, aunque yo, por no poder sufrir
más las crueldades que usan tus oidores y visoreyes y gobernadores, he
salido de hecho con mis compañeros, que después diré, de tu obediencia
y desnaturarnos de nuestras tierras, que es España, para hacerte en
estas partes la más cruel guerra que nuestras fuerzas pudiesen sustentar
y sufrir. Esto cree, Rey y Señor, nos ha hecho no poder sufrir los grandes
pechos, premios y castigos injustos que nos dan tus ministros; que por
remediar sus hijos y criados nos han usurpado y robado nuestra fama,
vida y honra, que es lástima oír el mal tratamiento que nos han hecho.
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«Por cierto tengo que van pocos reyes al infierno porque sois pocos,
que si muchos fuérades, ninguno pudiera ir al cielo, porque creo que
allí seríades peor que Luzbel, según tenéis la ambición, sed y hambre
de hartaros de sangre humana. Mas no me maravillo ni hago caso de
vosotros, pues os llamáis siempre menores de edad. Y ansí, Rey y Señor,
te juro y hago voto solemne a Dios de que yo y mis doscientos
arcabuceros Marañones, conquistadores, hijosdalgo, de no te dejar
ministro tuyo a vida, porque ya sé hasta dónde llega tu clemencia. El
día de hoy nos hallamos los más bienaventurados de todos los nacidos
por estar, como estamos, en estas partes de las Indias teniendo la fe y
mandamientos de Dios enteros; aunque pecadores en la vida, sin
corrupción como cristianos, manteniendo lo que predica la Santa Madre
Iglesia de Roma y pretendemos, aunque pecadores, recibir martirio
por los mandamientos de Dios.
«Caminando nuestra derrota y pasando todas estas muertes y malas
venturas en este río Marañón, tardamos hasta la boca de él a La Mar
del Norte más de diez meses y medio. Caminamos cien jornadas justas.
Anduvimos mil y quinientas leguas por río grande y temeroso. Tiene
de boca ochenta leguas de agua dulce y no, como dicen, por muchos
brazos. Tiene grandes bajíos, ochocientas leguas de desierto sin género
de poblado, como tu Majestad lo verá por una relación que hemos
hecho bien verdadera.
«En la derrota que corrimos tiene más de seis mil islas. Sabe Dios
cómo escapamos de este lago temeroso. Dígote, Rey y Señor, no proveas
ni consientas que se haga ninguna armada para este río tan mal
afortunado, porque, en fe de cristiano te juro, Rey y Señor, que si viniesen
cien mil hombres ninguno escape, porque la relación que otros dan es
falsa y no hay en este río otra cosa sino desesperar, especialmente para
los chapetones de España.
«Hijo de fieles vasallos tuyos en tierra vascongada, yo, rebelde hasta
la muerte por tu ingratitud,
Lope de Aguirre, el Peregrino».
Fragmento tomado de: «Dos rebeldes españoles en el Perú» Rosa Arciniega, Edit. Sudamericana Bs As, 1946.
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