Camino de Perfeccion

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Camino de perfeccin

Santa Teresa de Jess

Versin resumida y adaptada al lenguaje moderno por Alberto Ziga Croxatto

NDICE GENERAL
CAMINO DE PERFECCIN ....................................................................................... .............9 LA CAUSA QUE ME MOVI A HACER CON TANTA ESTRECHURA ESTE MONASTERIO................................... ...............10 CMO SE HAY QUE DESPREOCUPARSE DE LAS NECESIDADES MATERIALES. EL BIEN QUE HAY EN LA POBREZA. .............................................................................. ....................11 RUEGUEN SIEMPRE A DIOS POR LOS QUE TRABAJAN POR LA IGLESIA...................................................................... 14 LA IMPORTANCIA QUE TIENE GUARDAR BIEN LA REGLA. TRES COSAS IMPORTANTES PARA LA VIDA ESPIRITUAL. LA PRIMERA DE ESTAS: EL AMOR AL PRJIMO. LO QUE DAAN LAS AMISTADES PARTICULARES...........................17 LA IMPORTANCIA DE LOS BUENOS CONFESORES............20 EL AMOR PERFECTO............................................................ ..21 ALGUNOS AVISOS PARA LOGRAR ESTE AMOR ESPIRITUAL......................................................... ...............................23 EL GRAN BIEN QUE ES DESASIRSE, INTERIOR Y EXTERIORMENTE, DE TODO LO CREADO....................................26 EL GRAN BIEN QUE SE SIGUE DE HUIR DE LOS FAMILIARES LOS QUE HAN DEJADO EL MUNDO, Y CUN MS VERDADEROS AMIGOS HALLAN....................... ...................27 NO BASTA DESASIRSE DE LOS FAMILIARES, SI NO NOS DESASIMOS DE NOSOTRAS MISMAS. LA VIRTUD DEL DESASIMIENTO VA UNIDA A LA HUMILDAD..................... ....29 LA MORTIFICACIN QUE SUPONEN LAS ENFERMEDADES. .................................................................................... ..............31 DE CMO EL VERDADERO AMADOR DE DIOS HA DE TENER EN POCO LA VIDA Y EL DESEO DE SER ESTIMADO.. 33 CMO SE HA DE HUIR DE LAS RAZONES DEL MUNDO PARA LLEGARSE A LA VERDADERA RAZN......................36

LO MUCHO QUE IMPORTA NO DAR PROFESIN A NINGUNA QUE TIENDA A LO CONTRARIO DE LO QUE SE HA DICHO...................................................................................... .38 EL GRAN BIEN QUE HAY EN NO DISCULPARSE, AUNQUE SEA UNO CONDENADO SIN TENER CULPA.........................39 LA DIFERENCIA QUE HAY ENTRE LA PERFECCIN DE LOS CONTEMPLATIVOS DE LOS QUE SE CONTENTAN CON SLO LA ORACIN MENTAL. CMO DIOS PUEDE SUBIR ALGUNAS VECES A UN ALMA CARENTE DE VIRTUDES A PERFECTA CONTEMPLACIN.................................. .............41 NO TODAS LAS ALMAS SON APTAS PARA LA CONTEMPLACIN Y ALGUNAS LLEGAN A ELLA TARDE. EL VERDADERO HUMILDE HA DE IR CONTENTO POR EL CAMINO QUE LE LLEVE EL SEOR.......................... ............44 CUNTO MAYORES SON LOS TRABAJOS DE LOS CONTEMPLATIVOS QUE LOS DE LOS ACTIVOS.........................47 SOBRE LA ORACIN. LOS QUE NO PUEDEN DISCURRIR CON EL ENTENDIMIENTO EN LA ORACIN. EL AGUA VIVA DE LA CONTEMPLACIN INFUSA. EL DESEO DE VERSE CON DIOS. ................................................. .............................50 NUNCA FALTARN LAS CONSOLACIONES EN EL CAMINO DE LA ORACIN. LAS CONVERSACIONES DE LAS RELIGIOSAS SIEMPRE HAN DE VERSAR SOBRE DIOS Y SOBRE LA ORACIN. ............................................ ................54 LO MUCHO QUE IMPORTA COMENZAR CON GRAN DETERMINACIN EL CAMINO DE LA ORACIN. NO HAYA QUE HACER CASO DE LOS INCONVENIENTES QUE EL DEMONIO PONE. ..................................................... ...............56 EN QU CONSISTE LA ORACIN MENTAL..........................59 LO QUE IMPORTA NO VOLVER ATRS EN EL CAMINO COMENZADO DE LA ORACIN. LO MUY IMPORTANTE QUE ES HACERLO CON DETERMINACIN. ................................... ....62 CMO DEBEMOS REZAR CON PERFECCIN LA ORACIN VOCAL, Y CMO VA UNIDA A ELLA LA ORACIN MENTAL. .................................................................................... ..............65

LO MUCHO QUE GANA UN ALMA QUE REZA CON PERFECCIN VOCALMENTE, Y CMO ACAECE LEVANTARLA DIOS DE ALL A COSAS SOBRENATURALES................................67 LA MANERA Y LOS MEDIOS PARA PODER RECOGER EL PENSAMIENTO........................................................ ................68 EL GRAN AMOR QUE NOS MOSTR EL SEOR EN LAS PRIMERAS PALABRAS DEL PADRENUESTRO. LO MUCHO QUE IMPORTA NO HACER NINGN CASO DEL LINAJE FAMILIAR A LAS QUE DE VERAS QUIEREN SER HIJAS DE DIOS................................................................. ........................71 EN QUE CONSISTE LA ORACIN DE RECOGIMIENTO. ALGUNOS MEDIOS PARA ACOSTUMBRARSE A ELLA............73 OTROS MEDIOS PARA PROCURAR ESTA ORACIN DE RECOGIMIENTO. LO POCO QUE NOS DEBE IMPORTAR EL SER FAVORECIDAS DE LOS PRELADOS.............................77 LO QUE IMPORTA ENTENDER LO QUE SE PIDE EN LA ORACIN. LAS PALABRAS DEL PADRENUESTRO: SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, VENGA A NOSOTROS TU REINO. CMO SE PUEDEN APLICAR ESTAS PALABRAS PARA TENER ORACIN DE QUIETUD............................. ......80 EN QU CONSISTE LA ORACIN DE QUIETUD. ALGUNOS AVISOS PARA LOS QUE LA TIENEN.................................. ....82 LAS PALABRAS DEL PADRENUESTRO: "HGASE TU VOLUNTAD AS EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO". LO MUCHO QUE IMPORTA DECIR ESTAS PALABRAS CON TODA DETERMINACIN, Y CUN BIEN LO PAGA EL SEOR. ......................................................... ..........................87 LA GRAN NECESIDAD QUE TENEMOS DE QUE EL SEOR NOS CONCEDA LO QUE PEDIMOS EN ESTAS PALABRAS DEL PADRENUESTRO: "DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DA" ............................................................. .................91 CMO HEMOS ACOGER AL SEOR DESPUS DE RECIBIR EL SANTSIMO SACRAMENTO. ............................................93 EXCLAMACIN Y SPLICA AL PADRE ETERNO.................97 SOBRE LAS PALABRAS DEL PADRENUESTRO: PERDNANOS NUESTRAS DEUDAS........................................ .......99
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LA EXCELENCIA DE ESTA ORACIN DEL PADRENUESTRO. CMO HALLAREMOS DE MUCHAS MANERAS CONSOLACIN EN ELLA............................... ......................104 LA GRAN NECESIDAD QUE TENEMOS DE SUPLICAR AL PADRE ETERNO QUE NOS CONCEDA LO QUE PEDIMOS EN ESTAS PALABRAS: Y NO NOS DEJES CAER EN TENTACIN, MS LBRANOS DEL MALIGNO. SOBRE ALGUNAS TENTACIONES........................... .........................105 AVISOS Y REMEDIOS PARA PODERNOS LIBRAR DE ALGUNAS TENTACIONES.................................... ..........................108 SEGURO VA EN MEDIO DE LAS TENTACIONES EL QUE PROCURA SIEMPRE ANDAR EN EL AMOR Y TEMOR DE DIOS,. .............................................................................. .......111 EL TEMOR DE DIOS. CMO GUARDARNOS DE LOS PECADOS VENIALES. ........................................................... .........114 SOBRE LAS LTIMAS PALABRAS DEL PADRENUESTRO: "MAS LBRANOS DEL MAL. AMN"....................................118

NOTA DEL EDITOR

El Camino de perfeccin surgi como respuesta al deseo y a la importunacin de las monjas de San Jos, el primer Carmelo de la Reforma teresiana. Lo escribi en fecha imposible de determinar, entre los aos 1563-1565. Aquellas pginas todava se conservan en la biblioteca del Real Monasterio de El Escorial. Santa Teresa escribi estos apuntes sin ninguna preocupacin esttica, como se escribe una carta, con familiaridad. En otra fecha, tambin indeterminada, posiblemente entre los aos 1567 y 1569, la Santa copia de nuevo el libro y aprovecha para remodelarlo, introduciendo retoques de estilo y suprimiendo expresiones demasiado familiares. Este es el precioso cdice autgrafo que conservan las Carmelitas Descalzas de Valladolid. Se conservan, adems, tres copias del cdice de Valladolid, revisadas por la misma Santa, en los monasterios de Carmelitas Descalzas de Madrid, Salamanca y Toledo. El tema central del libro es la oracin. Esta es la finalidad de la Reforma teresiana como servicio a la Iglesia. En los primeros captulos se tratan algunos requerimientos importantes para poder hacer bien la oracin: la caridad fraterna, la negacin de la voluntad propia, la humildad. Posteriormente se comentan las formas de la oracin activa y contemplativa; los grados de la misma: vocal, mental, de recogimiento, de quietud y principio de unin y la explicacin del Padre Nuestro, para demostrar que la oracin vocal incluye la mental y puede ser cauce de contemplacin. La Santa no puso inicialmente ningn ttulo a su escrito. En fecha posterior a la segunda redaccin lo llam avisos y consejos. Tambin se refiere a l con el nombre de librillo o el Paternster. Posteriormente ser llamado Camino de Perfeccin, que equivale a otros dos trminos usados por la misma Santa: camino de oracin y camino de contemplacin. Esta edicin, resumen y adaptacin, pretende hacer ms asequible las enseanzas de la Santa al cristiano corriente. Con esta finalidad se ha traducido al lenguaje moderno el texto para facilitar su lectura y comprensin, eliminando los giros gramaticales y trminos dificultosos, las expresiones obsoletas y redundancias, procurando al mismo tiempo ser fieles al sentido, a lo que Santa Teresa quiso decir. El contenido re7

produce el texto del cdice de Valladolid, pero se le han intercalado algunos prrafos del autgrafo de El Escorial (suprimidos por la Santa por diversas razones) y en alguna rara ocasin algunos prrafos del Cdice de Toledo. Se han aadido estos prrafos por ser ricos en originalidad, ingenio, gracejo o mayor desenvoltura. Esta adaptacin puede servir de ayuda para aquellos principiantes con poco tiempo que estn deseosos por conocer las enseanzas de Santa Teresa sobre la oracin vertidas en este precioso libro.

CAMINO DE PERFECCIN
Libro escrito por Teresa de Jess Monja de la Orden de Nuestra Seora del Carmen Dirigido a las monjas descalzas de Nuestra Seora del Carmen de la Primera Regla

ARGUMENTO GENERAL DE ESTE LIBRO JHS.


Este libro trata de los avisos y consejos que da Teresa de Jess a las hermanas religiosas e hijas suyas de los monasterios que fund con el favor de nuestro Seor y de la gloriosa Virgen Madre de Dios, segn la Regla primera de nuestra Seora del Carmen. En especial est dedicado a las hermanas del monasterio de San Jos de vila, el primero de todos, donde ella era priora cuando lo escribi.

PRLOGO JHS.
Me han importunado tanto las hermanas de este monasterio de San Jos para que escriba algo sobre la oracin, que me he determinado a obedecerlas, viendo el gran amor que me tienen. Confo en sus oraciones para que acierte a decir algo que les sirva de ayuda. El Seor me asista en todo lo que escriba para que sea conforme a su santa voluntad, por el gran deseo que tengo de que mis hermanas progresen en el servicio de Dios.

Captulo 1
La causa que me movi a hacer con tanta estrechura este monasterio
Al tiempo en que se comenz este monasterio, me vinieron noticias de los daos y estragos que estaban haciendo los luteranos en Francia y de cunto iba en aumento esta desventurada secta. Me dio mucha pena, y como si yo pudiera algo o fuera algo, lloraba con el Seor y le suplicaba remediase tanto mal. Dispuesta estaba a dar mil vidas para salvar por lo menos un alma de las muchas que se perdan. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar como yo quisiera en el servicio del Seor, y como toda mi ansia era, y an es, que ya que tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que stos fuesen buenos, me determin a hacer ese poquito que poda hacer, es decir, seguir los consejos evanglicos con la mayor perfeccin que pudiese y procurar que estas poquitas que estn aqu hiciesen lo mismo, confiando en la gran bondad de Dios, que nunca deja de ayudar a quien se determina a dejarlo todo por l. De esta forma contentaramos en algo al Seor, estando todas ocupadas orando por los que son defensores de la Iglesia, pues muy apretado le traen aquellos a quienes ha hecho tanto bien, que parece le querran tornar ahora a la cruz estos traidores y que no tuviese en donde reclinar la cabeza. Oh Redentor mo, que no puede mi corazn pensar en esto sin
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fatigarse mucho! Qu es lo que pasa con los cristianos? Siempre han de ser los que ms os deben los que os enojen? A los que mejores obras hacis, a los que escogis para ser vuestros amigos, entre los que andis y os comunicis por los sacramentos? No estn satisfechos con los tormentos que pasasteis por ellos? En fin, se me parte el corazn de ver tantas almas como se pierden. Oh hermanas mas en Cristo! Ayudadme a suplicar esto al Seor, que para eso os junt aqu; ste es vuestro llamamiento, stos han de ser vuestros negocios, stos han de ser vuestros deseos, aqu debis poner vuestras lgrimas, stas son vuestras peticiones. No oremos por los intereses del mundo; que yo me ro de las cosas que aqu nos vienen a encargar que supliquemos a Dios, que pidamos a Su Majestad fortunas y dineros. Ellos nos lo encargan con buena intencin, pero tengo para m que en estas cosas nunca me oye. Est ardiendo el mundo, quieren volver a sentenciar a Cristo, pues le levantan mil testimonios; quieren poner a su Iglesia por el suelo, y hemos de gastar el tiempo en cosas que si Dios se las concediese, tendramos probablemente un alma menos en el cielo? No, hermanas mas, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia. No son stas las cosas que hemos de suplicar a Dios.

Captulo 2
Cmo se hay que despreocuparse de las necesidades materiales. El bien que hay en la pobreza.
No pensis, hermanas mas, que porque no tratis de contentar a la gente del mundo os faltar de comer, os lo aseguro. Jams por artificios humanos pretendis sustentaros, que moriris de hambre, y con razn. Poned los ojos en vuestro esposo, que l os sustentar. Si l est contento, vuestros benefactores os darn de comer, aunque no quieran en principio, como lo habis visto por experiencia. Si a pesar de todo, haciendo esto murieseis de hambre, bienaventuradas vosotras! Esto no se os olvide, por amor del Seor. Pues ya que habis dejado de preocuparos por el dinero, dejad de preocuparos por la comida; si no, todo va perdido. A los que por vocacin quiere el Seor que se ganen la vida con estos cuidados, mi
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enhorabuena por afanarse por ello, pues a esto les ha llamado; mas en nosotras, hermanas, sera un disparate. Dejad de pensad en las riquezas de que gozan los ricos. Por mucho que pensis en ello no haris que el rico quiera daros un donativo. Dejad ese cuidado a quien los puede mover a todos, que es el Seor de las riquezas y de los ricos. Por su voluntad estamos aqu; sus palabras son verdaderas y no pueden fallar; antes se desplomaran los cielos y la tierra que olvidarse de nosotras. No le fallemos nosotras, y no tengis miedo de que l os falle. Y si alguna vez os fallare, ser para vuestro mayor bien, como cuando martirizaban a los santos, para aumentarles la gloria por el martirio. Buen trueque sera acabar pronto con todo y gozar de la felicidad eterna. Mirad, hermanas, que va mucho en esto, que por experiencia veo la gran ganancia que trae consigo. Cuando menos tenemos, ms despreocupada estoy, y sabe el Seor que, a mi parecer, me da ms pena cuando nos sobra que cuando nos falta, pues ya tengo visto nos lo da luego el Seor. Sera engaar al mundo otra cosa, hacernos pobres no sindolo de espritu, sino slo en lo exterior. Esto equivaldra a pedir limosna siendo ricas, y quiera Dios no sea as, que donde hay esta preocupacin de pedir donativos una y otra vez a los bienhechores, acabarn estos huyendo, o pedirn de lo que no tienen necesidad, tal vez a quien tiene ms necesidad. Y aunque ellos no pueden perder nada sino ganar, nosotras saldramos perdiendo. No permita Dios esto, mis hijas. De ninguna manera os preocupis por esto, os lo ruego por amor de Dios. Y la ms chiquita, cuando esto vea alguna vez en esta casa, clame a Su Majestad y advirtaselo a la mayor. Dgale con humildad que va errada; y que poco a poco se perder la verdadera pobreza. Yo espero en el Seor que no ocurrir esto ni dejar a sus siervas. Y crean, mis hijas, que para vuestro bien me ha dado el Seor a entender un poquito de los bienes que hay en la santa pobreza, y las que lo hayan probado lo entendern. Es un bien que encierra todos los bienes del mundo. Es un seoro grande. Es seorear todos los bienes del mundo a quien no le importan nada. Qu me importan a m los reyes y seores, si no quiero sus dineros, ni tenerlos contentos si hubiese de desagradar a Dios en algo por su causa? Qu me importan sus dignidades, si considero la gran dignidad de ser verdaderamente pobre?
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Tengo para m que las dignidades y el dinero casi siempre andan juntos, que quien busca ser apreciado del mundo que no aborrece el dinero, y que quien lo aborrece, que le importa poco el ser apreciado por l. Los que tratan de brillar en el mundo se preocupan de las riquezas y del dinero, pues es inslito que el mundo considere en algo al que ve que es pobre; antes, aunque sea muy honrado, apenas le considera. La verdadera pobreza la que se vive nicamente por Dios no necesita de contentar a nadie sino a l, y es de una dignidad mucho mayor. Y he visto por experiencia que cuanto ms estamos despreocupadas de contentar a nadie, que ms amigos tenemos. Por amor del Seor son nuestras armas la santa pobreza, la cual mucho se estimaba y guardaba cuando se fund nuestra Orden, que me han dicho que de un da para otro no guardaban nada. Y aunque tanta perfeccin en lo exterior no se guarde ahora, por lo menos en lo interior procuremos tenerla. Dos horas dura la vida, grandsimo es el premio; y aunque no hubiese ningn otro premio sino tan slo cumplir lo que nos aconsej el Seor, bien grande es la paga de poder imitar en algo a Su Majestad. Esta pobreza ha de manifestarse de alguna manera en la casa, en el vestido, en las palabras y mucho ms en el pensamiento. Y mientras esto guarden, no tengan miedo que decaiga el fervor de esta casa; que, como deca Santa Clara, grandes muros son los de la pobreza. De pobreza y humildad quera cercar sus monasterios. Y a buen seguro, si se viven de verdad estas dos virtudes, la honestidad y todas las dems virtudes saldrn mucho ms fortalecidas que si habitasen en suntuosos edificios. Abstnganse de estos edificios por amor de Dios, si no quieren que se esfume el fervor. Muy mal parece, hijas mas, que con los donativos que nos dan los pobres, que se construyan grandes casas. No lo permita Dios, sino que sea la casa pobre en todo y chica. Parezcmonos en algo a nuestro Rey, que no tuvo casa, sino el portal de Beln donde naci, y la cruz donde muri. Casas eran stas donde escaseaba el bienestar. Las ordenes religiosas que viven en casas grandes, lo harn por diversos motivos; llevan otras intenciones santas. Mas a trece pobrecitas cualquier rincn les basta. Si por el mucho encerramiento necesitamos de huerta y de algunas ermitas para poder retirarnos a orar, enhorabuena; mas nada de casas grandes y curiosas, Dios nos libre! Recordad que todo ha de derrumbarse en el da del juicio; qu sabemos si ser presto?
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Pues no est bien que una casa de trece pobrecillas, que tenga que hacer mucho ruido cuando se desplome, que los pobres verdaderos no hacen ruido. Si queris que la gente sienta compasin por socorreros, vivid sin meter ruido. Gracias a vuestra pobreza, alguno se librar del infierno, por la limosna con que os socorri. Alegraos mucho de ello y sentiros muy obligadas a rogar continuamente por vuestros bienhechores, pues os dan de comer. El Seor quiere que, aunque provenga de su parte, que tambin se lo agradezcamos a las personas por cuyo medio nos lo da; y en esto no haya descuido.

Captulo 3
Rueguen siempre a Dios por los que trabajan por la Iglesia.
Retorno al tema principal que dej de lado, [el tema de las misiones y de los protestantes], por el cual el Seor nos junt en esta casa y por lo que mucho deseo que sirvamos a Su Majestad. Viendo como se propagan tan grandes males y que las fuerzas humanas no bastan para atajarlos, pienso que debemos actuar como en tiempo de guerra, como si el Seor estuviese sitiado en una ciudad rodeada por un enemigo que se ha extendido por toda la tierra. El Seor har muy bien en fortalecer esta ciudad, para atacar desde ella algunas veces al enemigo. Soldados escogidos son los que la habitan, y hacen mucho ms ellos solos que si fuesen muchos pero cobardes. Estos soldados ganan muchas batallas; y aunque no lleguen a ganar la guerra, no se dejan vencer; porque no hay traidores entre ellos. Estn dispuestos a morir de hambre, mas nunca a rendirse. Supliquemos a Dios que de este castillo habitado por los buenos cristianos [la Iglesia] no se nos vaya ninguno con el enemigo, y que los capitanes de esta ciudad los sacerdotes, religiosos y telogos, que progresen mucho en el camino del Seor. Y ya que nada valemos para ayudar a nuestro Rey, que procuremos vivir de tal manera que nuestras oraciones den el fruto esperado, en ayuda de estos siervos de Dios. Quizs os preguntis para qu encarezco tanto esto y para qu digo que debemos de ayudar a los que son mejores que nosotras. Puede ser porque no llegis a entender lo mucho que debis al Se14

or por haberos trado adonde tan libres estis de negocios, ocasiones y trato del mundo. Grandsima merced es sta; la que no tienen los predicadores y telogos, ni est bien que se aparten del mundo, en estos tiempos menos todava; porque tienen que ser los que animen a los cristianos flojos y dbiles. Imaginaros cmo acabaran los soldados si no hubiese capitanes! Estos capitanes tienen que vivir en el mundo, tratar con los hombres, estar en los palacios e incluso comportarse exteriormente de alguna manera como los dems. Pensis que se requiere poco para vivir en el mundo y tratar los negocios del mundo y hacerse, como he dicho, a la conversacin del mundo, y ser en lo interior ajenos al mundo y enemigos de l, y estar como quien vive en destierro y, en fin, no ser hombres sino ngeles? Porque si no viven as, no son dignos de llamarse capitanes, ni permita el Seor salgan de sus conventos, que ms dao harn que provecho, porque no es tiempo ahora de mostrar imperfecciones los que han de ensear. Y si no estn fortalecidos en su interior considerando lo mucho que importa en tenerlo todo debajo de los pies, estando desasidos de las cosas que se acaban y asidos a las eternas, por mucho que lo quieran ocultar, no podrn evitar dar mal ejemplo. No piensen que la gente les perdonarn ninguna imperfeccin. Muchas cosas buenas les pasarn por alto, y aun por ventura no las tendrn por tales; mas no las malas o imperfectas. Si a la gente se le habla de santidad, le parece que no tiene ninguna obligacin de aspirar a ella, y muchos piensan que bastante ya hacen con guardar razonablemente los mandamientos. Slo se fijan en los defectos de los sacerdotes y religiosos para condenarles, y con frecuencia lo que es virtud les parece relajacin. As que no pensis que estos capitanes apenas necesitan del auxilio de Dios para meterse en esta gran batalla, sino grandsimo. Para dos cosas os pido que procuris ser tales que merezcamos alcanzar este auxilio de Dios por nuestras oraciones: la primera, para que surjan muchos religiosos y cristianos apstoles con las condiciones que se necesitan para serlo, y a los que no estn muy dispuestos, los disponga el Seor; que ms har uno perfecto que muchos que no lo estn. La segunda, que despus de metidos en la batalla, que como digo no es pequea, los tenga el Seor de su mano para que se libren de tantos peligros como hay en el mundo, y se tapen los odos, en ese peligroso mar, para no dejarse seducir por el canto de las sirenas. Y si en esto logramos algo con el
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favor de Dios, estando aqu encerradas peleando por l, por muy bien empleados dar los trabajos que he pasado por hacer este pequeo convento, en donde pretend se guardase esta Regla de nuestra Seora y Emperadora con la perfeccin que se comenz. No os parezca intil orar continuamente por esta intencin. Qu mejor intencin que sta? Qu me importara a m tener que estar hasta el da del juicio en el purgatorio, con tal de que se salvase una sola alma? Cunto ms si se salvasen muchas y si el Seor fuese ms glorificado! De las penas que se acaban no hagis caso cuando est por medio agradar en algo al que tanto pas por nosotros. Siempre pensad en lo que es ms perfecto, para gloria de Dios y bien de su Iglesia. Confo, Seor mo, en estas siervas tuyas que aqu estn, que no pretenden otra cosa sino contentarte. Por Ti han dejado lo poco que tenan, y quisieran haber dejado ms para ms agradarte. No eres desagradecido ni aborreciste, Seor, cuando andabas en el mundo a las mujeres, antes las favoreciste siempre con mucha piedad, y hallaste en ellas tanto amor y ms fe que en los hombres. No hablo por m, que ya conoce el mundo mi ruindad y yo me alegro que sea pblica; sino porque veo los tiempos que corren, y no es razn para desechar nimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres. No nos escuches cuando te pidamos honores, dinero, o cosa que sepa a mundo; mas si es para honra de tu Hijo, por qu no atenders, Padre eterno, a quien estara dispuesto a perder todo su prestigio y mil vidas por Ti? No por nosotras, Seor, que no lo merecemos, sino por la sangre de tu Hijo y sus merecimientos. Oh Padre eterno! mira que no son para olvidar tantos azotes e injurias y tan gravsimos tormentos. Pues, cmo pueden sufrir unas entraas tan amorosas como las tuyas que lo que se hizo con tan ardiente amor de tu Hijo y por ms contentarte a Ti, que le mandaste nos amase, sea tenido en tan poco como hoy da tienen esos herejes el Santsimo Sacramento? No tuvo adonde reclinar la cabeza mientras vivi, y siempre estuvo con hartos trabajos, y ahora que quiere convidar a sus amigos por vernos flacos y necesitados de tal manjar, se lo quitan. Siempre que volvemos a pecar lo ha de pagar este amantsimo Cordero? No lo permitas, Emperador mo. Aplquese ya Tu Majestad. No mires a nuestros pecados, sino a que nos redimi tu Hijo, a sus merecimientos y a los de su Madre gloriosa y a los de tantos santos y mrtires como han muerto por Ti.
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Ya que eres Dios de misericordia, atiende a mis deseos y a las lgrimas con que te lo suplico, y ten lstima de tantas almas como se pierden, favoreciendo a vuestra Iglesia. No permitas ya ms daos en la cristiandad, Seor. Os pido, hermanas mas, por amor del Seor, que me encomendis en vuestras oraciones para que sea humilde. Ya que siendo santa la prelada es ms fcil que lo sean las sbditas, por ello poned esta intencin siempre delante del Seor. Y cuando vuestras oraciones y deseos y disciplinas y ayunos no se empleen en esto, pensad que no hacis ni cumpls el fin para el que aqu os junt el Seor.

Captulo 4
La importancia que tiene guardar bien la Regla. Tres cosas importantes para la vida espiritual. La primera de estas: el amor al prjimo. Lo que daan las amistades particulares.
Ya, hijas, habis visto la gran empresa que pretendemos ganar. Hemos de trabajar mucho para lograrlo, y para esto ayuda mucho tener altos deseos, para que nos esforcemos a que nuestras obras tambin lo sean. Procuremos guardar cumplidamente nuestra Regla y Constituciones con gran cuidado, y espero en el Seor admitir nuestros ruegos; que no os pido cosa nueva, hijas mas, sino que vivamos con perfeccin nuestra vocacin, pues a esto estamos llamadas y obligadas. Dice nuestra primera Regla que oremos sin cesar. Con que hagamos esto con todo el cuidado que podamos, que es lo ms importante, no se dejarn de cumplir los ayunos y disciplinas y silencio que manda la Orden. Porque ya sabis que para que sea la oracin verdadera se ha de ayudar de esto; que no se puede llevar bien vida cmoda y oracin al mismo tiempo. Me habis pedido que os diga alguna cosa sobre esto de la oracin. Antes de nada dir algunas cosas necesarias que deben vivir las que pretenden llevar camino de oracin, y tan necesarias que, aunque no tengan muchas dotes contemplativas, si las viven podrn adelantar mucho en el servicio del Seor; y por el contrario, es imposible, si no las viven, que sean muy contemplativas, aunque piensen que lo son.
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Mucho nos conviene el vivir estas cosas si queremos tener la paz que tanto nos encomend el Seor, tanto interior como exterior. Son tan slo tres cosas. La primera de ellas es el amor que debis tener unas para con las otras; la segunda, el desasimiento de todo lo criado; la ltima, la verdadera humildad, que aunque la diga al final, es la principal y las abraza a todas. En cuanto a la primera, que debemos amarnos mucho unas a otras, importa muchsimo; porque no existe cosa enojosa que no puedan pasar fcilmente los que se aman, y recia cosa ha de ser cuando d enojo. Si este mandamiento se guardase en el mundo, mucho ayudara para guardar los dems; mas nunca acabamos de guardarlo con perfeccin. Aqu hace el demonio muchos enredos, como cuando suscita que se tengan amistades particulares, porque poco a poco quitan la fuerza a la voluntad para que del todo se emplee en amar a Dios. En mujeres creo se da ms que en los hombres, y hace mucho dao a la comunidad, porque de aqu nace el no amarse todas por igual, el sentir el agravio que se hace a la amiga, el desear tener para regalarla, el buscar tiempo para hablarla y manifestarle nuestro cario y otras cosas incompatibles que con el entregarse del todo a Dios. Porque estas amistades particulares pocas veces estn ordenadas a ayudarse a amar ms a Dios, antes creo las induce el demonio para hacer bandos en las comunidades. Aqu todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar. Gurdense de estas amistades particulares, por amor del Seor, por santas que sean, que suelen ser venenosas y ningn provecho veo en ellas; y si son parientes, mucho peor, es una peste! Y cranme, hermanas, que aunque os parezca que exagero, si viven este consejo hallarn gran perfeccin y paz, y evitarn muchas ocasiones a las que no estn muy fuertes. No nos dejemos dominar por la simpata cuando la voluntad se incline ms a una que a otra, que no podr ser menos, pues es natural que as sea (sobre todo si la persona tiene ciertas cualidades naturales). Amemos las virtudes interiores y a las almas, y no hagamos caso de sus dones naturales. No consintamos, hermanas, que sea esclava de nadie nuestra voluntad, sino del que la compr por su sangre. Miren que, sin entender cmo, se hallarn prisioneras que no se podrn valer. Las nieras que vienen de aqu son incontables. Y porque son tan menudas que slo las que lo ven lo entendern y creern, no hay para
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qu decirlas aqu, ms sabed que a cualquiera le har dao y a la prelada mucho ms. Para poder cortar estas amistades particulares habr que poner gran cuidado desde el primer momento en que se comiencen a sentir; para esto ayudar ms la experiencia y el amor que el rigor. Ser bueno no estar juntas sino las horas sealadas, tambin el evitar hablarse a solas. Para esto ayuda mucho el no estar juntas, como manda la Regla, sino cada una apartada en su celda. Eviten el tener una habitacin para trabajar en comn porque. aunque pueda ser una cosa buena, con ms facilidad se guarda el silencio cada una estando sola, y acostumbrarse a la soledad es muy provechoso para la oracin; y pues sta ha de ser el cimiento de esta casa, preciso ser que nos aficionemos a lo que ms nos ayuda. Volviendo a la obligacin de amarnos unas a otras, parece superfluo el recomendarlo, porque puede haber gente tan bruta que viviendo con compaa y no teniendo ms trato con otras personas fuera de casa, que sabiendo que Dios las ama y ellas a l, pues por su causa lo han dejado todo, que no se tengan amor unas a otras? Sobre todo teniendo en cuenta que la virtud invita al amor; y sta, con el favor de Dios, espero que se d siempre en esta casa. As que en esto no hay que encomendar mucho, a mi parecer. De cmo ha de ser este amor y qu cosa es amor virtuoso el que deseo que haya aqu y en qu veremos si tenemos esta virtud, que es bien grande, pues nuestro Seor tanto nos la recomend, de esto querra yo hablaros un poco. Hay dos tipos de amor: uno es puramente espiritual, porque para nada est influido por la sensualidad o la simpata de nuestra naturaleza, de manera que quite su pureza; otro es espiritual pero mezclado con algo de nuestra sensualidad y fragilidad; es un amor lcito, como el como el que se tienen los familiares y amigos. De ste ltimo ya he dicho algo. El amor espiritual, en el que no interviene ninguna pasin, es provechoso tenerlo con personas virtuosas, especialmente con los confesores, para lo cual hay que actuar con templanza y discrecin; mas cuando se mezcla con alguna pasin, todo se trastorna. Cuando vean en el confesor algn signo de vanidad, tnganlo por sospechoso, y en ninguna manera conversen con l, aunque traten de temas espirituales, sino confisense con l con brevedad y concluyan. Y lo mejor sera dar cuenta de ello a la prelada, que no es pro19

vechoso para su alma, para que le cambien de confesor. Esto es lo ms acertado. Miren que va mucho en esto, pues es peligroso y puede resultar un infierno y un dao para todas. Y digo que no esperen a que el mal se agrande, sino que lo atajen desde el principio por todos los medios posibles. No permita el Seor que personas entregadas a la oracin que tengan aficin sino a quien sea muy siervo de Dios. Si no lo es, si no hace oracin ni aspira a la perfeccin, no entender vuestro lenguaje y no ser muy aficionado a hablar de Dios, y no le podrn amar, porque no tendr las mismas aficiones. Adems, un confesor as no dar importancia a los pequeos detalles de vuestra vida, que tanto os ayudan para encaminaros a la santidad. Dios os libre, de cosas semejantes.

Captulo 5
La importancia de los buenos confesores.
La primera piedra sobre la que debe sustentarse esta casa debe ser la de la recta conciencia, el tratar con todas vuestras fuerzas de libraros aun de los pecados veniales y de seguir el camino ms perfecto. Parecer que esto cualquier confesor lo sabe, y no es verdad. A m me acaeci tratar con uno cosas de conciencia, y me hizo harto dao en cosas que me deca no eran nada; aunque no pretenda engaarme. En tener verdadera luz para guardar la ley de Dios con perfeccin est todo nuestro bien. Sobre esta luz asienta bien la oracin. Sin este fuerte cimiento, todo el edificio se construye en falso. Variados son los caminos por donde lleva Dios y no por fuerza los conocer todos un confesor. Yo os aseguro que no os faltarn personas santas que quieran trataros y aprovechar vuestras almas, si sois las que habis de ser, aunque seis pobres; que el que os sustenta los cuerpos sabr iluminar y poner voluntad para dar luz a vuestras almas.

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Captulo 6
El amor perfecto.
Tornemos ahora al amor puro espiritual que nos debemos tener. Cuando Dios lleva a un alma a un claro conocimiento de lo que es el mundo, y de que hay otro mundo, y de la diferencia que hay de lo uno a lo otro que uno es eterno y el otro pasa como un sueo, o de qu cosa es amar al Creador o a la criatura, o de qu se gana con lo uno y qu se pierde con lo otro, y qu cosa es el Creador y qu cosa es la criatura, y otras muchas cosas que el Seor ensea a quien se deja ensear en la oracin, ciertamente esta persona amar de forma muy diferente que los que no tienen este conocimiento. Estas almas de todo se enseorean y no se contentan con amar algo tan ruin como estos cuerpos, por hermosos que sean y por muchas cualidades naturales que tengan, aunque puedan alabar por ellas al Creador. No se detienen en estas cualidades naturales hasta el punto de que por ellas les tengan amor; pues si as fuese les parecera que aman algo que no merece ser amado y se avergonzaran entonces de decir a Dios que le aman. Me diris: personas as no sabrn corresponder al afecto que se les tenga. Al menos, les importa muy poco que se lo tengan, pues aunque es natural que algunas veces se gocen de verse amadas, cuando recapacitan en s mismas se dan cuenta que es un disparate si este amor no aprovecha a su alma. Estos afectos les cansan porque entienden que no slo no les aprovecha sino que les puede hacer dao a sus almas, aunque no se lo dejen de agradecer y las encomienden a Dios. Por ello abandonan estos afectos en las manos del Seor, pues entienden que vienen de all, porque por s mismas no les parece que sean merecedoras de ser amadas. De esta manera les parece que son queridas porque las quiere Dios, y dejan a Su Majestad que se lo pague a estas personas y as se lo suplican, y con esto quedan libres de todo apegamiento. Noten que cuando aspiramos a ser amados de alguna persona siempre buscamos algn inters de provecho o contento nuestro. Mas las personas que aspiran a la perfeccin estn por encima de todos los bienes y regalos que el mundo les pueda hacer, no se gozan en nada, aunque quieran, que no sea Dios o que no est relacionado con l. Pues sino, qu provecho les puede traer el verse amados?
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El alma que se ha apropiado de esta verdad, de s misma se re por las penas que a veces pasa por saber si sus amores sern correspondidos o no. Ciertamente es natural que queramos ver correspondidos nuestros amores lcitos. Pero aunque sean correspondidos, vemos que de ello nada nos queda, que todo es aire y sin consistencia, que se lo lleva el viento. Porque incluso cuando mucho nos hayan querido, qu es lo que nos queda? As que a estas almas les da igual verse queridas o no, excepto cuando se trata de las personas que las ayudan a alcanzar los bienes eternos, porque est hecho nuestro natural de tal forma que si no les sentimos algo de amor enseguida nos cansamos y las perdemos. Pensaris que estas almas no quieren a nadie y que no conocen otra cosa, sino a Dios. Todo lo contrario, aman mucho ms y con ms verdadero amor, y con ms pasin y ms provechoso amor: en fin, con autntico amor. Estas almas estn mucho ms aficionadas a dar que a recibir; y aun con el mismo Creador les acaece esto. Este es el autntico amor y no esas otras afecciones bajas que le han usurpado el nombre. Tambin os parecer, que si no aman a las personas que ven, que a quin aman? Verdad es que aman a las personas que ven; mas en lo que ven que pueda ser estable y duradero. Es decir, cuando se disponen a amar a alguien, pasan por encima de su apariencia y cualidades naturales, y ponen los ojos en su alma, y miran si hay algo que sea merecedor de ser amado o si no lo hay. Y si ven que en ella existe algn indicio que pueda ser aprovechable, es decir, de que alberga alguna disposicin buena que pueda dar fruto espiritual, no les doler trabajar por su bien; ninguna cosa que se les ponga delante dejarn de hacerla de buena gana por el bien de aquella alma. Pero si esa alma para nada ama a Dios, y no atesora ningn bien espiritual, de nada servir que se la ame y trabaje por ella, porque no durar este amor y saben que es imposible. Y digo que es imposible, por ms cualidades naturales que tenga, por ms que trate de persuadirla y se muera querindola y le haga todas las obras buenas que pueda. Ya sabe y tiene experiencia de lo que es todo, y no se engaa. Ve que no coinciden en lo principal, y que es imposible que este amor mutuo dure, porque es amor que se ha de acabar con la vida si el otro no guarda los mandamientos y ama al Seor, y entiende que han de ir a diferentes partes en la otra vida. Y un alma de stas, a quien el Seor ha infundido verdadera sabidura, no estima en ms de lo que vale el amor que slo ac dura.
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Aunque este amor algo valga para los que viven segn el mundo los que gustan de sus placeres, honores y riquezas, sobre todo cuando la persona a quien se ama es rica, simptica o entretenida; mas quien todo esto aborrece ya, poco o nada se le importar. Y si la ama, toda su intencin la pondr en que ame a Dios; porque, como digo, sabe que de lo contrario no ha de durar este amor. Es un amor desinteresado, porque no deja de hacer todo lo que puede para que se aproveche espiritualmente. Perdera mil vidas por beneficiarla en algo en este sentido. Oh precioso amor, que va imitando al capitn del amor, Jess, nuestro bien!

Captulo 7
Algunos avisos para lograr este amor espiritual
Sorprende ver cun apasionado es este amor espiritual, cuntas lgrimas, penitencias y oraciones cuesta, con que cuidado hay que encomendarla a Dios a la otra persona, y cmo no se queda una tranquila hasta que no la ve que va aprovechando. Pues si le parece que va aprovechando y de pronto ve que torna hacia atrs, nada le satisface; no come ni duerme por ello (aunque mantenga la paz interior), siempre temerosa de que el alma que tanto quiere se pueda perder, y de que se puedan separar para siempre. Para nada teme la muerte de ac, pues no quiere asirse a cosa que ve que en un soplo se le va de entre las manos. Es un amor desinteresado. Todo lo que desea y quiere es que aquella alma se enriquezca de los bienes del cielo. Esto es amar de verdad, y no estos quereres desventurados de ac, y no me refiero a los ilcitos, que de sos Dios nos libre. (De estos amores ilcitos, tan perniciosos, no consintamos que en nada se hable entre nosotras. Nunca nos har bien conversar sobre estos amores, que nos puede hacer dao incluso con slo orlo.) Cuando hablo de estos quereres desventurados, me refiero a esos otros amores lcitos que nos tenemos unas a otras, o a los amores que tenemos a los familiares y amigas. Toda nuestra pretensin est en que no se nos muera la persona: si le duele la cabeza, parece nos duele el alma; si le vemos con trabajos, perdemos la paz; todo de esta manera. Esto no ocurre cuando hay verdadero amor espiritual. Aunque
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por nuestra flaqueza natural nos afecte en principio que sufra en algo, luego la razn mira si resulta bueno para aquella alma, y si se enriquece ms en virtud, rogamos a Dios que la d paciencia y que merezca en los trabajos. Si ve que la tiene, ninguna pena siente, antes se alegra y consuela; bien que lo pasara misma de mejor gana que vrselo pasar a ella, si el mrito y ganancia que hay en el padecer pudiese todo drsele, mas no para que se inquiete ni desasosiegue. Imita con este amor al que nos tuvo el buen amador Jess; y as aprovecha tanto, porque no querra sino abrazar todos los trabajos, y que los otros sin trabajar se aprovechasen de ellos. As gana muchas amistades. No soporta tratarlas con doblez, porque si las ve que se desvan del buen camino, enseguida se lo dice, lo mismo que algunas faltas. No puede hacer otra cosa. Y como las trata con sinceridad, sin disimular nada, no buscando agradar, o sus amistades se enmiendan o acaban apartndose de ella. Le importa mucho saber si sus amistades sirven a Dios o no. Hasta sufre por sus pequeos defectos, esas pequeas motitas, bien pesada cruz. Esta manera de amar es la que me gustara que nos tuvisemos nosotras. Empecemos por tener delicadezas en el trato con las dems, las cuales aunque puedan parecernos tiernas, no daan si se tienen con todas en general. Es bueno y necesario algunas veces manifestar nuestra ternura en el amor, y compadecerse de los trabajos y enfermedades de las hermanas, aunque sean pequeos; pues a veces ocurre que una carga liviana causa gran pesar en una, lo que a otra apenas le causara trabajo, y hay personas que por naturaleza se afligen grandemente por bien pequeas cosas. Si a ti te pasa lo contrario, no dejes de manifestar compasin por tus hermanas; pues a lo mejor quiere nuestro Seor preservarte de esas penas, mientras que las tienes en otras cosas. As que no juzguemos en esto de los trabajos y tampoco nos creamos mejores en el tiempo en que por ventura el Seor nos ha hecho ms fuertes sin mrito propio, sino pensemos en el tiempo en que fuimos ms dbiles. Es muy importante tener esto en cuenta para poder compadecerse de los trabajos del prjimo, por pequeos que sean. En especial es muy necesario este aviso a las almas espirituales, pues stas, como desean trabajar por Dios, todo se les hace poco; deben considerarse como eran en los tiempos en que estaban dbiles y pensar que si no lo es ahora, no lo es por mrito propio; porque po24

dra por aqu el demonio ir enfriando la caridad con el prjimo y darnos a entender que es perfeccin lo que es falta. En todo es menester estar alerta, pues el demonio no duerme, sobre todo en las que van ms adelantadas en el camino de la perfeccin. En estas almas el demonio tienta disimuladamente, pues no se atreve a otra cosa, y el alma no se ve el dao que le ha causado hasta que est ya hecho, si como digo no se tiene cuidado. En fin, que es menester siempre velar y orar, pues no hay mejor remedio para poder descubrir estas tentaciones disimuladas. Manifestad vuestra alegra en pasar con vuestras hermanas el rato de recreacin, aunque no se haga como os gustara, pues yendo con recta intencin todo es amor perfecto. Si es muy bueno que os preocupis de las necesidades de las dems, mirad que no sea faltando a la discrecin en cosas que vayan contra la obediencia. Aunque os parezca spero lo que mande la priora, no lo manifestis ni lo deis a entender a nadie, si no fuere a la misma priora con humildad, pues de lo contrario harais mucho dao. Sentid mucho cualquiera falta notoria que veis en la hermana. En esto se muestra y ejercita mucho tu amor si lo sabes llevar con paciencia y no te espantas de sus faltas, pues los mismo harn las dems sobre las que tengas t, que siempre son muchas ms de las que t piensas. Encomienda mucho a Dios a tu hermana, y procura hacer con gran perfeccin la virtud contraria a la falta que te parece ver en ella. Esfurzate en lograr esto, para que ensees a la otra con tus obras lo que seguramente no admitir si se lo dices. Y esto de hacer una lo que ve resplandecer de virtud en la otra, pegase mucho. Qu bueno y verdadero amor manifiesta la hermana que est dispuesta a servir a todas, dejando su inters por el de las otras, yendo muy adelantada en todas las virtudes y guardando con gran perfeccin la Regla! Mayor amor les manifiesta con ello que con todas las palabras cariosas que les pueda decir. No digis tales palabras en esta casa, tal como mi vida, mi alma, mi bien, y otras cosas parecidas que se dicen con acepcin de personas, a unas diciendo una cosa y a las otras otra. Dejad estas palabras regaladas para decrselas a vuestro Esposo, pues como mucho tiempo pasan con l a solas, de todo se han de aprovechar. Si las emplean con otras no le enternecern tanto al Seor cuando se las digan. Esta mala costumbre es muy de mujeres y no querra yo, hijas mas, lo fueseis en nada, ni lo parecieseis, sino varones fuertes. Tambin demuestra mucho amor la que procura aminorar el tra25

bajo de las dems tomndoselo para s sobre todo en los oficios de la casa, y tambin el alegrarse y alabar mucho al Seor por el acrecentamiento que vea en sus virtudes. Todas estas cosas, aparte del gran bien que traen consigo, ayudan mucho a estar en paz y conformidad con la comunidad. Quiera el Seor lleve esto adelante, porque sera terrible que sucediese lo contrario, que siendo como sois, pocas, que os llevaseis mal. No lo permita Dios. Si se os escapa de repente alguna palabrilla de estas que divide a la comunidad, poned remedio pronto y haced gran oracin. Y en cualquiera de estas cosas, de hacer grupitos o bandos, o deseo de ser ms, o mostrar puntitos de honra el principal mal de los monasterios, cuando se hiciese costumbre, dense por perdidas. Piensen y crean que han echado a su Esposo de casa y que le empujan a tener que buscar otra posada, pues le echan de su propia casa. Clamen a Su Majestad y procuren poner remedio. Porque, si no se remedia con la confesin y comunin frecuentes, teman si hay algn Judas. Mire mucho la priora, por amor de Dios, en no dar lugar a esto, cortndolo en sus principios, que aqu est todo el dao o remedio; y si conoce cul es la causante del alboroto, procure que se vaya a otro monasterio. Echen de s este veneno. Corten como puedan las ramas. Y si esto no basta, arranquen la raz. Y cuando esto no fuese posible, no salga de la crcel la culpable: ms vale esto que contagiar a todas peste tan incurable. Ms preferira que se incendiase el convento. mense tiernamente, sin particularismos, para que no tengan motivos para que surjan discordias.

Captulo 8
El gran bien que es desasirse, interior y exteriormente, de todo lo creado.
Ahora tratemos del desasimiento que tenemos que vivir, porque en esto est todo, si es perfecto. Aqu digo est todo, pues abrazndonos nicamente al Creador y no teniendo en nada a todo lo creado, Su Majestad infundir de tal manera las virtudes, que trabajando nosotras poco a poco lo que depende de nosotros, no tendremos mucho ms que pelear, que el Seor saldr en nuestra defen26

sa contra los demonios y contra todo el mundo. Pensis que es poco el procurar este bien de entregarnos todas del todo al Todo sin hacerlo por partes? Y pues en l estn todos los bienes, alabmosle mucho, pues nos junt aqu donde no nos importa otra cosa. Aunque confieso que soy la ms imperfecta en todas las virtudes; y lo que digo es ms fcil de escribir que de obrar. En cuanto a lo exterior, gran merced nos ha hecho el Seor por traernos aqu, tan apartadas del mundo, para que fusemos una. Me parece que nos quiere el Seor apartar de todo a las que aqu nos trajo, para llegarnos ms sin dificultad a S. Lo que os pido mucho es que la que vea que no est dispuesta a vivir lo que aqu se acostumbra, que lo diga. Otros conventos hay donde tambin puede servir muy bien al Seor. No turben a estas poquitas que aqu Su Majestad ha juntado. En otras partes hay libertad para conversar con familiares; aqu, si algunos admitimos al locutorio, es para poder ayudarlos. Mas la monja que desee tratar con sus familiares para su consuelo, si estos no son espirituales, tngase por imperfecta; crea que no est desasida, no est sana, que no tendr libertad de espritu ni entera paz, necesita de mdico, y si no sana de esto, no es para esta casa. El remedio que veo mejor para curar de esta enfermedad es que lo alcance del Seor con mucha oracin y que no vea a sus familiares hasta que se vea libre de este apego. Cuando sienta que el tratar con los familiares le resulta una cruz y no un consuelo, ya puede verlos, que entonces podr hacerles bien y no daarse a s misma, mas si le duelen mucho sus penas y escucha sus avatares mundanos de buena gana, crea que se hace dao a s misma y a ellos no les har ningn provecho.

Captulo 9
El gran bien que se sigue de huir de los familiares los que han dejado el mundo, y cun ms verdaderos amigos hallan.
Cunto huiramos de nuestros familiares si entendisemos las religiosas el dao que nos viene de tratar mucho con ellos! Yo no entiendo qu consolacin puede haber en tratarlos, no slo en lo
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que toca a Dios, sino en lo que respecta al sosiego y descanso del alma. De sus diversiones no podemos ni nos es lcito gozar, pero s sentir sus trabajos; nos duelen todos ellos, y algunas veces incluso ms que a ellos mismos. En verdad, si nos dejan algn consuelo, bien caro lo paga el espritu. De este trato frecuente estis aqu impedidas, pues como todo es en comn y a ninguna os pueden hacer un regalo de forma particular, sino en general a toda la comunidad, quedis libres de tener que contentarlos por eso. Espantada estoy del dao que hace el tratarlos; no creo lo creer sino quien tenga experiencia de ello. No s yo qu es lo que dejamos del mundo las que decimos que todo lo dejamos por Dios, si no nos apartamos de lo principal, que son los parientes. Llega la cosa a tanto que tienen por falta de virtud el no querer tratarlos mucho, e incluso alegan razones. En esta casa, hijas, poned mucho empeo en encomendarlos a Dios, lo que es de sentido comn; en lo dems, apartarlos de la memoria lo ms que podis, porque es natural que se nos pegue a ellos ms nuestra voluntad que a las otras personas. Sed cariosas con vuestros padres (que nada dejan de hacer por los hijos) y con vuestros hermanos, mientras no se resienta vuestra vocacin, que con desasimiento se puede hacer. Del resto de los familiares tengo por experiencia cuando me he visto en trabajos, que son los que menos me han ayudado; los siervos de Dios, s. Creed, hermanas, que sirviendo al Seor como es debido, que no hallaris mejores familiares que los que l os enve. Fiaros de los que nicamente os quieran por amor de Dios, ms que de todos vuestros familiares. Estas personas nunca os faltarn; y en quien no pensis, hallaris padres y hermanos. Sin embargo, los que pretenden que les paguemos sus favores, como nos ven pobres y que nada les podemos dar, pronto se cansan. Y aunque de esto no se pueda generalizar, es lo que con ms frecuencia sucede. Debemos huir del mundo tal como nos aconsejan los santos. Y los familiares es lo ms que se nos pega del mundo y lo ms difcil de desapegar. Por eso hacen bien los que se alejan de ellos trasladndose a otros lugares, mientras el alma se abraza con determinacin con el buen Jess, Seor nuestro, y como all lo halla todo, se olvida de todo. Gran ayuda es est, el apartarnos de ellos hasta que estemos totalmente afianzados en el seguimiento de Cristo;
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que despus podr ser que quiera el Seor, por darnos cruz en lo que solamos tener gusto, que tratemos de nuevo con ellos.

Captulo 10
No basta desasirse de los familiares, si no nos desasimos de nosotras mismas. La virtud del desasimiento va unida a la humildad.
Despus de habernos desasido del mundo y de los familiares, estando encerradas aqu, ya parece lo tenemos todo hecho y que no tenemos que pelear con nada. Oh hermanas mas!, no lo creis ni os echis a dormir, que es como el que se acuesta tranquilo despus de haber cerrado muy bien sus puertas por miedo a los ladrones, y los tiene dentro de casa. Y no hay peor ladrn que nosotras mismas, que si cada una no pone gran empeo como el negocio ms importante de todos en contradecir continuamente su propia voluntad, muchas cosas le quitarn la libertad de espritu, y no podr volar a su Creador sin ir cargada de tierra y de plomo. Para poder quitar el afecto de las cosas transitorias y fugaces y ponerlo en lo que nunca se ha de acabar, ayuda mucho el traer continuamente al pensamiento la vanidad de lo que es todo y cun presto se acaba. Y aunque no lo parezca, fortalece mucho al alma. Pongamos gran cuidado en las cosas pequeas, y en cuanto nos apeguemos a alguna, procuremos apartar el pensamiento de ella y volverlo a Dios, que l nos ayudar. Nos ha hecho la gran merced de traernos a esta casa, donde gran parte del trabajo est hecho; mas queda desasirnos de nosotras mismas e ir contra nuestra propia voluntad, lo cual es recia cosa, porque nos amamos mucho. Aqu entra la verdadera humildad, porque esta virtud y la virtud del desasimiento me parece andan siempre juntas. Son dos hermanas que no se pueden separar. De estas hermanas nunca quisiera se apartarn sino que se abrazasen a ellas, las amasen y nunca estuviesen sin ellas. Oh soberanas virtudes, seoras de todo lo creado, emperadoras del mundo, libradoras de todos los lazos y enredos que pone el demonio, tan amadas de nuestro maestro Jesucristo, que nunca estuvo un momento sin ellas! Quien las posea, bien puede salir y pelear con todo el infierno y contra todo el mundo
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y sus ocasiones. No tenga miedo de nadie, que suyo es el reino de los cielos. No tiene a quin temer, porque nada le importa que pueda perderlo todo ni lo tiene por prdida; slo teme desagradar a su Dios, y por eso le suplica que la afiance en estas virtudes para que no las pierda por su culpa. Verdad es que estas virtudes tienen tal propiedad, que se esconden de quien las posee, de manera que nunca las ve ni acaba de creer que las tiene, aunque se lo digan; mas las valora tanto, que siempre anda procurando tenerlas y perfeccionndose en ellas sin darse cuenta, irradindolas a su alrededor. Gran desatino es que me ponga yo a alabar la humildad y mortificacin, habiendo sido tan alabadas del Rey de la gloria y tan confirmadas con tantos trabajos suyos. Pues, hijas mas, este es nuestro trabajo, trabajar por salir de la tierra de Egipto, que al hallar estas virtudes, hallaris el man; entonces todas las cosas os sabrn bien, y por mal que les sepan a los que tienen el gusto del mundo, os sabrn dulces. Por tanto, lo primero que hemos de procurar es quitar de nosotras el amor de este cuerpo, que somos algunas tan regaladas de nuestro natural y tan amigas de nuestra salud, que gran guerra nos dan y mucho tendremos que esforzarnos en esto. Porque algunas monjas no parece que venimos a otra cosa al monasterio sino a procurar no morirnos. Cada una lo procura como puede. Es vedad que aqu pocos recursos tenemos para procurarlo, mas me gustara que ni siquiera lo desesemos. Determinaos, hermanas, que vens a morir por Cristo, y no a regalaros por Cristo; que esto sugiere el demonio, que debemos procurar la salud para llevar y guardar la Regla; y tan bien se quiere procurar, que cuando llega la muerte no se ha cumplido un mes enteramente la Regla, ni siquiera un da. Si esto es lo que buscamos, no s para qu venimos al monasterio. No teman que nos falte discrecin en esto, ni teman como los confesores que nos vamos a matar con tanta penitencia. Nos preocupamos tanto de conservar la salud, que ojal pusisemos el mismo empeo en todo lo dems. Tengo para m a la que procura tanto conservar la salud, que el Seor la deja ms enferma; al menos a m me hizo esta merced, porque como me iba a cuidar tanto para conservarla, que al menos fuese por algn motivo. Pues es cosa graciosa lo que ocurre a las andan con este tor30

mento que ellas mismas se dan, que algunas veces les da un deseo tan grande de hacer penitencias sin camino ni concierto, que tan slo aguantan dos das, a manera de decir. Despus el demonio les sugiere en su imaginacin que les ha hecho dao a su salud; de esta forma les mete miedo para hacer cualquier penitencia y no se atreven despus ni a cumplir las que manda la Regla, pues ya lo probaron. No observamos las cosas ms pequeas que manda la Regla como el silencio, que no nos ha de hacer mal y apenas nos imaginamos que nos duele la cabeza, que dejamos de ir al coro, que tampoco nos mata, un da porque nos doli, y otro porque nos ha dolido, y otros tres porque no nos duela. Y queremos inventar penitencias a nuestro antojo para que no podamos hacer lo uno ni lo otro. Y muchas veces aun siendo el malestar tan pequeo, nos parece que estamos obligadas a no hacer nada, y con pedir permiso para no hacerlo nos parece que hemos cumplido y nos quedamos tranquilas. Diris que por qu da la priora el permiso? Si supiese lo que ocurre por dentro, por supuesto que no lo dara; mas como le haces ver tu necesidad y no falta un mdico que apoye su propuesta o una amiga o familiar que la compadezca, qu ha de hacer? Queda con escrpulo si falta a la caridad. Quiere ms que faltes t que ella, y no le parece justo juzgarte mal. Estas cosas puede ser que os pasen alguna vez, y para que os prevengis de ellas las pongo aqu. Porque si el demonio nos comienza a amedrentar con que nos faltar la salud, nunca haremos nada. El Seor nos d luz para acertar en todo, amn.

Captulo 11
La mortificacin que suponen las enfermedades.
Cosa imperfecta me parece, hermanas mas, este quejarnos siempre de livianos males; si podis sufrirlo, no lo hagis. Cuando es grave el mal, l mismo se queja; es otro quejido y pronto se manifiesta. Mirad que sois pocas, y si una tiene esta costumbre de quejarse por pequeeces, es para traer fatigadas a todas, si os tenis amor y hay caridad. La que est enferma que lo est de verdad, que lo diga y tome lo necesario para curarse. Cuando existen motivos, sera mucho peor no decirlo.
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Mas de flaquezas y malecillos de mujeres, olvidaros de quejaros, que algunas veces pone el demonio en la imaginacin esos dolores, los cuales tan pronto vienen como se van. Si no perdis la costumbre de quejaros de todo, siempre pareceris enfermas. Porque este cuerpo tiene una falta, que mientras ms le regalan, ms necesidades descubre. Es cosa extraa lo que quiere ser regalado; y como siempre tiene algo que no marcha bien, por poco que sea, engaa a la pobre del alma para que no mejore. Acordaos de los pobres enfermos que no tienen a quien quejarse. Mas ser pobre y al mismo tiempo ser regalada, no se compagina. Acordaos tambin de muchas casadas enfermas de graves males, que por no dar enfado a sus maridos, no se atreven a quejarse, y as pasan grandes trabajos. Y pensis que venimos aqu a ser ms regaladas que ellas?. Ya que os habis librado de los grandes trabajos del mundo, sabed sufrir un poquito por amor de Dios sin que lo sepan todos. Pues si una esposa con graves trabajos y enfermedades, porque no lo sepa su marido, no lo dice y se queja, pasando muy malos ratos sin poder desahogarse, no pasaremos algo nosotras, sin que lo sepa ms que Dios, de los males que nos da por nuestros pecados? Cunto ms si una nonada lo que sufrimos! En todo esto que he dicho, no trato de las graves dolencias, como cuando hay fiebre alta, sino de los malecillos que se pueden pasar de pie. Porque por una que pasa quejndose de sus pequeas molestias, llega la situacin a empeorarse tanto que pierden unas por otras, y cuando se queja otra, aunque sea muy sufrida, no la cree nadie, por graves males que tenga, por haber visto a otras con tan poco males quejarse tanto. Acordmonos de nuestros santos Padres ermitaos de la Orden, cuya vida pretendemos imitar: qu no pasaran de dolores estando solos, y de fros, de hambre y calor, sin tener a quin quejarse sino a Dios. Pensis que eran de hierro? Pues tan delicados eran como nosotras. Y creed, hijas, que comenzando a vencer estos corpezuelos, no nos cansan tanto. Despreocuparos de vosotras, si no fuere por una grave necesidad. Si no nos determinamos a tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haremos nada. No temis la muerte, y abandonaros en Dios, venga lo que viniere. Qu importa que muramos? Si tantas veces nos ha engaado este cuerpo, no nos burlaremos alguna vez de l? Y creed que esta determinacin de tragar la falta de salud importa ms de lo que
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pensamos; porque si poco a poco nos determinamos a ello, con el favor del Seor, quedaremos seoras del cuerpo. Pues vencer a tal enemigo, es una gran ayuda para poder pasar la batalla de esta vida. Hgalo el Seor, que bien puede. No sabe que clase de victoria es est sino quien ya la goza, la cual es tan grande que nadie sentira pasar los trabajos que fuesen necesarios por quedar con este sosiego y seoro.

Captulo 12
De cmo el verdadero amador de Dios ha de tener en poco la vida y el deseo de ser estimado.
Vamos a otras cosas que tambin importan harto, aunque parezcan menudas. Arduo trabajo parece todo, y con razn, porque es guerra contra nosotros mismos; mas comenzndose a trabajar, obra Dios tanto en el alma y le concede tantas gracias, que todo parece poco cuanto se puede pasar en esta vida. Las religiosas que hacemos lo ms, que es dar la libertad por amor de Dios ponindola bajo la obediencia, y que pasamos tantos trabajos, ayunos, silencio, encerramiento, que por mucho que nos queramos regalar no lo podemos hacer ms que raramente, por qu entonces nos detenemos en mortificar nuestro interior, pues en ello est el que sea todo lo dems mucho ms meritorio y perfecto, y que lo vivamos con ms suavidad y descanso? Por qu nos detenemos en mortificar nuestro cuerpo en las cosas pequeas, no buscando nuestro placer en nada, sino llevndolo por donde no quiere hasta tenerlo rendido al espritu? Esto se adquiere como he dicho a travs de ejercitarse poco a poco en no hacer lo que desea nuestra voluntad y apetito, incluso en las cosas pequeas. Todo est en no tratar de buscar nuestro propio inters o regalo; que quien de verdad comienza a servir al Seor, lo menos que le puede ofrecer es la vida. Pues si le ha dado su voluntad, qu teme? Ciertamente que si es un verdadero religioso o un verdadero hombre de oracin, y pretende gozar de los regalos de Dios, que desear morir por l y sufrir el martirio. Pues, no sabis, hermanas, que la vida del buen religioso y del que quiere ser de los amigos ms cercanos de Dios, que es un largo martirio? Largo, porque comparado con los mrtires que presto eran degollados, se puede
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considerar largo; mas toda vida es corta, y algunas cortsimas. Y qu sabemos si ser la nuestra tan corta que se acabe una hora o momento despus de que nos hemos determinado a servir del todo al Seor? Puede ser posible. En fin, de todo lo que tiene fin no hay que hacer caso; y pensando que cada hora es la postrera, quin no se esforzar en ella? Pues creedme, que pensar esto es lo ms seguro. Por eso ejercitmonos en contradecir en todo a nuestra voluntad; que si ponis empeo en esto, sin saber cmo, poco a poco os hallaris en la cumbre. Mas muy recio y duro se nos hace no buscar nuestro placer en nada, cuando no se piensa en las consolaciones y gozos que trae consigo esta contradiccin y lo que se gana con ella! Aun en esta vida, qu felicidad! En esto cada una ha de procurar ir por delante de las otras, as todas, unas a otras os animaris y ayudaris a vivirlo. Estad muy atentas a los movimientos interiores, sobre todo en lo que respecta a compararse con las dems. Dios nos libre, por su Pasin, de decir o pensar que soy la ms antigua, que tengo ms aos, que he trabajado ms, que a la otra la tratan mejor. Estos pensamientos, cuando os vengan, tenis que cortarlos con presteza; que si nos detenemos en ellos o los manifestamos en la conversacin, nos har mucho dao, de donde nos vendrn grandes males. Si tienen una priora que consiente cosas de stas, por poco que sea, crean por sus pecados ha permitido Dios la tengan para comenzarse a perder, clamen a l y toda su oracin sea para que ponga remedio, porque gran peligro corren. Podr ser que alguna piense que para qu tanto recalco esto y que es demasiado riguroso; que Dios tambin da consolaciones a quien no est tan desasido. As tambin lo creo yo, que lo hace Dios porque con su sabidura infinita ve que conviene para invitar al alma a que todo lo deje por l. No llamo dejar todo a entrar en un convento, que impedimentos puede haber, y en cada parte puede el alma perfecta estar desasida y humilde; aunque ms dificultades tendr, que de grandes ventajas disfrutamos las que vivimos aqu. Mas cranme una cosa, que si en el alma hay vana estima, o deseo de ser distinguida (lo cual tambin puede darse en los conventos), aunque lleve muchos aos haciendo oracin o, mejor dicho, pensando que hace oracin (porque la oracin perfecta quita todos estos resabios), nunca progresar mucho ni llegar a gozar del verdadero fruto de la oracin.
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Mirad, hermanas, que esto os importa mucho, pues no estis aqu para otra cosa. Al final, la que desea sobresalir no se lleva la gloria, y deja de merecer lo que podra ganar. Cada una mire en s lo que tiene de humildad y ver lo que est aprovechando. El demonio no se atrever a tentar con pensamientos de distinguirse de los dems al que es de verdad humilde; porque, como es tan astuto, teme el golpe. Es imposible, si uno es humilde, que no se afiance ms en esta virtud si el demonio le tienta por ah; porque est claro que ha de mirar su vida, y comparar lo que ha servido al Seor con lo que le debe, y el bien que nos hizo l en abajarse a vivir en este mundo para dejarnos ejemplo de humildad, y ha de mirar sus pecados e imaginarse en donde mereca estar por ellos. Sale el alma tan aprovechada, que no se atreve el demonio a tentarla de nuevo. No slo en lo interior, mas en lo exterior procurad que os saquen vuestras hermanas de la tentacin. Si queris vengaros del demonio y libraros ms pronto de tal tentacin, en cuanto os sobrevenga sta, pedid a la prelada que os mande hacer alguna tarea baja y humilde o, si podis, hacerla vosotras directamente, y andad reflexionando en cmo podis contrariar vuestra voluntad en diversas cosas, que el Seor os las descubrir, y con esto durar poco la tentacin. Dios nos libre de querer distinguirnos comparndonos con los dems. Mirad que es mala ganancia, y tal como he dicho la misma buena reputacin se pierde con desearla, en especial en las comunidades, que no hay peor cosa que impida la santidad. Diris que son cosillas sin importancia, que son inherentes a nuestra naturaleza humana, que no hay que hacer caso de ellas. No las pasis por alto, que crecen como la espuma, y no hay cosa pequea que sea tan peligrosa como estos pensamientos de ser considerada y de mirar si nos hacen algn agravio. Sabis por qu? Normalmente en una comienza por poco y no es casi nada, apenas se siente agraviada; pero luego sugiere el demonio a que a otra que le parezca mucho, y aun pensar que es caridad el decirle que cmo consiente tal agravio, que Dios le d paciencia, que se lo ofrezca, que no sufrira ms un santo. Pone tal afectacin en las palabras compasivas de tu hermana, que quedis tentada de vanagloria por lo que no sufristeis con la perfeccin que debiste sufrir. Y es nuestra naturaleza tan flaca, que en cuanto nos dicen que cmo toleramos tal agravio, que pensamos hemos hecho algo y lo sentimos, cunto ms al ver lo sienten por nosotras. Y as va per35

diendo el alma las ocasiones que haba tenido para merecer, y queda ms flaca y abierta la puerta al demonio para que otra vez venga con otra cosa peor; e incluso puede suceder que aun cuando t lo quieras sufrir, que acudan a ti y ten digan que si eres una bestia para tener que soportarlo, que es bueno que se sepa la verdad. Por amor de Dios, hermanas mas!, que a ninguna le mueva la indiscreta caridad a mostrar lstima de la otra en cosa que toque a estos fingidos agravios, que es como la que tuvieron los amigos del santo Job y su mujer para con l.

Captulo 13
Cmo se ha de huir de las razones del mundo para llegarse a la verdadera razn.
Muchas veces os lo digo, hermanas, y ahora lo quiero dejar escrito aqu, porque no se os olvide, que en esta casa -y toda persona que aspire a la santidad-, huya mil leguas de qu razn tuve, me lo hicieron sin motivos, no tuvo razn quien hizo esto conmigo... De malas razones nos libre Dios. Os parece que haba motivos o razones para que nuestro buen Jess sufriese tantas injurias? La que no quiera llevar la cruz excepto cuando le den suficientes motivos o razones para llevarla, no s para qu est en el monasterio; trnese al mundo. Por ventura sufrs tanto que no podis ms? Qu razn tenis para ello? Por cierto, yo no la entiendo. Cuando nos hagan alguna alabanza o consideracin o nos estimen en algo, entonces s, saquemos esas razones, que realmente nos es razonable que nos alaben o estimen en esta vida. Mas cuando sean agravios que as los llaman sin hacernos agravio, yo no s para qu tenis que quejaros. O somos esposas de tan gran rey, o no. Si lo somos, qu mujer honrada hay que no participe de las deshonras que a su esposo le hacen? Aunque no lo quiera por propia voluntad, en fin, de honra o deshonra participan ambos. Pues es un contrasentido querer participar y gozar del reino del Seor, y no querer antes participar para nada de las deshonras y trabajos que sufri por nosotros. No tengamos estos deseos, sino la que le parezca que la tienen entre todas como la ltima, que se tenga por ms bienaventurada; y
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as lo es, ciertamente, si lo lleva como lo ha de llevar, que no le faltar gloria en esta vida ni en la otra. Cranme en esto. Mas qu disparate he dicho, que me crean a m, habindolo dicho la verdadera Sabidura que es la misma Verdad, y la Reina de los ngeles. Imitemos en algo a la gran humildad de la Virgen Santsima, cuyo hbito traemos, que por mucho que nos parezca nos humillamos, quedamos bien cortas para ser hijas de tal Madre y esposas de tal Esposo. As que si las cosas dichas no se atajan con diligencia, lo que hoy no parece nada, maana quizs ser pecado venial; y es cosa tan difcil de extirpar, que si no ponis cuidado no quedar slo en esto. Es cosa que hace mucho dao en los conventos. En esto tendramos que cuidarnos las que estamos en ellos, por no daar a las que trabajan por hacernos bien y nos dan buen ejemplo. Y si entendisemos el gran dao que hacemos cuando propiciamos una mala costumbre de estas del deseo de ser estimada y sentirse agraviada, ms querra que nos murisemos que seamos la causa de ello; porque hace mucho dao en las almas y esta mala costumbre que empezamos parece que no se acaba de vencer, aunque mueran unas, vienen otras, y es ms fcil que todas participen de esta mala costumbre que una ha emprendido, que de las muchas virtudes que viven las otras; porque el demonio no dejar que decaiga esta costumbre, mientras que con las virtudes la misma flaqueza natural hace que se vayan perdiendo. Qu gran caridad demostrara y qu gran servicio hara a Dios si se fuese la monja que se sienta incapaz de vivir las costumbres que se llevan en esta casa! Y mire que est obligada a ello, si no quiere tener un infierno ac, que se vaya antes de que profese, y deje a las dems en paz. No me refiero a faltar en las penitencias o ayunos, porque aunque lo sean, no son cosas que hagan tanto dao. Mas a una predisposicin que se tiene de querer ser estimada y tenida en cuenta, a la inclinacin de estar siempre fijndose en las faltas ajenas sin nunca reconocer las propias y a otras cosas semejantes, que verdaderamente nacen de la poca humildad; si Dios no la favorece con darla un fuerte espritu de enmienda, mejor ser que Dios os libre de su compaa. Entended que ni ella tendr paz ni dejar que la tengan las dems. En esta casa habis perdido ya la estima del mundo, porque los
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pobres no son estimados. Nuestra mayor estimacin, hermanas, ha de ser servir a Dios. Quien considere que no puede vivir as, qudese mejor en su casa. Creedme en esto, y si no, el tiempo os doy por testigo. Porque el estilo de vida que pretendemos llevar es no slo el de ser monjas, sino ermitaas, viviendo desasidas de todo lo criado, y a quien el Seor ha escogido para aqu, particularmente veo le hace esta merced. Esta casa es un cielo, si lo puede haber en la tierra, para quien se contenta con slo contentar a Dios y no hace caso de contento propio. En esta casa se vive muy bien, pero la que quiera vivir mejor, lo perder todo, porque no lo podr lograr. El alma descontenta es como la que tiene gran hasto, que por bueno que sea el manjar que se le d, le da asco, y aquello que los sanos comen con gran gusto, le produce nauseas. Mejor ser que se vaya a otro convento, y podr ser que poco o poco llegue a la perfeccin, lo que aqu no pudo sufrir por tomarse todo junto. Que aunque en lo interior se aguarde tiempo para del todo desasirse y mortificarse, en lo exterior ha de ser pronto. Y la que viendo el buen ejemplo de las dems, no le aprovecha en un ao, temo que no aprovechar en muchos, que incluso le resultar peor. No digo que lo aproveche con tanta perfeccin como en las otras, mas que se note que va mejorando, que pronto se ve cuando el mal es mortal.

Captulo 14
Lo mucho que importa no dar profesin a ninguna que tienda a lo contrario de lo que se ha dicho.
Mucho favorece el Seor a quien bien se determina, y por eso se ha de mirar qu intencin trae la que entra, que no sea slo por solucionar su vida (como les suceder a muchas). El Seor puede perfeccionar esta intencin, si es persona de buen entendimiento, pero si no, en ninguna manera se le permita profesar. Las que tienen esta falta, que siempre les parece saben mejor lo que les conviene que las personas ms sabas y juiciosas, es falta que tengo por incurable, porque es casi imposible que no produzca dao en las dems. En donde hay muchas, tal vez se podr tolerar, mas entre tan pocas no se puede sufrir.
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Una persona con buena disposicin, si comienza a aficionarse al bien, se adhiere a l con fortaleza, porque ve que es lo ms acertado; y aun cuando no sea muy inteligente, aprovechar para dar buenos consejos y para hartas cosas, sin cansar a nadie. Cuando sta disposicin falta, yo no s para qu puede aprovechar en comunidad, y podra daar harto. Esta falta no se ve prontamente, porque muchas hablan muy bien pero aprovechan poco, y otras hablan poco pero adelantan mucho. Y as hay personas muy sencillas y santas, que valen poco para los negocios del mundo, pero mucho para tratar con Dios. De ah que se precise informarse bien antes de tomarlas, y larga probacin para hacerlas profesas. Debe entender el mundo que tenis toda la libertad para echarlas, que en un convento hay muchas austeridades y que no es fcil la convivencia, y as no se sentirn ofendidas. Y ste es un asunto en que cada una de por s tendra que meditar y encomendar a Dios, para poder aconsejar a la prelada, pues es cosa que tanto importa. Y as lo suplico a Dios que os d luz para hacerlo.

Captulo 15
El gran bien que hay en no disculparse, aunque sea uno condenado sin tener culpa.
Gran confusin siento por lo que os voy a persuadir, porque tendra que haber obrado por lo menos algo siquiera de lo que os voy a decir sobre esta virtud, del no disculparse; y as confieso haber adelantado muy poco en ella. Siempre me parece que tengo motivos para disculparme. Como algunas veces es lcito hacerlo y estara mal no hacerlo, no tengo discrecin o, por mejor decir, humildad para no disculparme cuando conviene. Porque ciertamente es seal de gran humildad verse condenada sin culpa y callar, lo que manifiesta que se quiere imitar al Seor. Y as mucho os ruego que os empeis en esto, porque trae consigo grandes ganancias, mientras que en tratar de disculparse, ninguna veo, si no es como digo en algunos casos que podra causar enojo o escndalo no decir la verdad. Poco a poco acostumbraos a no disculparos, y pedid al Seor la
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verdadera humildad, pues de sta proviene; porque el que es de verdad humilde desea ser tenido en poco, ser perseguido y condenado sin culpa, aun en cosas graves. Porque si quiere imitar al Seor, en qu mejor puede hacerlo que en esto? Que para esto no se necesitan fuerzas corporales ni ayuda de nadie, sino de Dios. En estas virtudes grandes, hermanas mas, querra yo que nos esforzsemos e hicisemos penitencia, que para las otras penitencias ya sabis que pongo reparos, porque pueden hacer dao a la salud si se hacen sin discrecin. En esto otro no hay que temer, porque por grandes que sean las virtudes interiores, no quitan las fuerzas del cuerpo para servir al Seor, mas fortalecen el alma; y en cosas muy pequeas se puede una ir entrenando para salir con victoria en las grandes. Mas qu bien se escribe esto, y qu mal lo vivo yo! En verdad, en mi caso siempre que han hablado mal de m, he visto que se quedan cortos; y aunque no tenga culpa de lo que me acusan, he ofendido a Dios en otras muchas cosas, y me parece que bastante hacen con no acusarme de stas. Pensemos lo mucho que ganamos con no disculparnos y que nunca si se mira bien nos culpan sin tener alguna culpa, pues siempre andamos llenas de ellas, pues el justo cae siete veces al da, y sera mentira decir que no hemos pecado. As que, aunque no sea en lo mismo que nos culpan, nunca estamos sin culpa del todo, como lo estaba el buen Jess. Y con no disculparnos ganamos lo principal, que es imitar en algo al Seor. Oh Dios mo!, cuando pienso las diversas maneras con que padecisteis y cmo por ninguna lo merecas, no s qu decir de m, ni dnde tena el juicio cuando no deseaba padecer y me disculpaba. Ya sabes T, Bien mo, que si tengo algn bien, que no lo he recibido de otras manos sino de las tuyas. Y es posible que trate yo de quedar bien, cuando tan mal te he hecho quedar a Ti, bien sobre todo bien? No permitas, Dios mo que haya en tu sierva cosa que te desagrade. Pues debes saber, Seor, que estoy ciega y que me contento con ver muy poco. Cura mi ceguera y alcnzame que de verdad desee que todos me aborrezcan, pues tantas veces te he dejado a Ti cuando tanto procuraba quedar bien ante los dems. Qu es esto, mi Dios? Qu pretendemos con contentar a las criaturas? Qu importa que parezcamos culpables ante todas ellas, si delante de Ti estamos sin culpa? Oh hermanas mas, que nunca acabamos de entender esta verdad, y as nunca acabamos
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de ser perfectas! Porque aunque no consigas otra cosa que dejar confundida a la persona que te haya acusado, al ver que te dejas condenar sin culpa, le haras un bien grandsimo. Ms edifica el alma una cosa de stas que diez sermones. Y ms hemos de procurar predicar con el ejemplo que con las palabras. No pienses que nadie ha de enterarse del mal o del bien que haces, por encerrada que ests. Y piensas que aunque t no te disculpes, que ha de faltar quien lo haga por ti? Mira cmo sali el Seor en defensa de la Magdalena en casa del fariseo, y tambin en otra ocasin, cuando su hermana la acusaba. No te llevar con el rigor que tuvo para s, que para una vez que tuvo un ladrn que le defendiese, lo hizo cuando ya estaba en la cruz. As que Su Majestad mover a quien salga en vuestra defensa, y cuando no, es que no se necesita. Esto lo he visto por experiencia, aunque ms me gustara que no saliesen en vuestra defensa, sino que os gozaseis de quedar como culpables, y el provecho que har en vuestra alma, el tiempo os doy por testigo. Porque se comienza a ganar libertad y a una le importa lo mismo que hablen bien o mal de ella, antes le parece que estn hablando de otra. Y es como cuando estn hablando dos personas al lado nuestro, que como no estamos metidas en la conversacin, nos da igual que digan una cosa que otra. Aqu sucede algo parecido: como nos hemos acostumbrado a no disculparnos, no parece que hablan de nosotras. Parecer esto imposible de vivir a los que somos muy sensibles y poco mortificadas. Al principio dificultoso resulta, ciertamente; mas estoy segura que se puede alcanzar con la ayuda del Seor esta libertad, negacin y desasimiento de nosotros mismos.

Captulo 16
La diferencia que hay entre la perfeccin de los contemplativos de los que se contentan con slo la oracin mental. Cmo Dios puede subir algunas veces a un alma carente de virtudes a perfecta contemplacin.
Me pedisteis que algo os dijera sobre el fundamento de la oracin; sabed que no s otro fundamento que el vivir estas virtudes: la humildad y el silencio cuando se nos acusa. Quien no sabe dispo41

ner las piezas en el juego de ajedrez, mal sabr jugar, y si no sabe dar jaque, menos sabr dar jaque mate. Lo mismo nos pasa en el juego de la oracin, no sabremos dar jaque mate a este Rey divino, para que no se nos pueda ir de las manos, si no acertamos antes a disponer bien las piezas de las virtudes. La reina es la que ms guerra le puede hacer en este juego, y todas las otras piezas ayudan. No hay reina que as le haga rendirse como la humildad. sta le atrajo del cielo a las entraas de la Virgen, y con ella le atraeremos nosotras fcilmente a nuestras almas. Y creed que quien ms humilde sea, ms le tendr, y quien menos, menos. Porque no puedo entender cmo haya ni pueda haber humildad sin amor, ni amor sin humildad, ni es posible tener estas dos virtudes sin gran desasimiento de todo lo creado. Me diris, mis hijas, que para qu os hablo de virtudes, que hartos libros tenis que os las enseen, que no queris que os hable ms que de contemplacin. Si me hubieseis pedido que os hablase de la meditacin, os aconsejara que no la dejaseis de hacer, aunque no tuvieseis ninguna virtud; porque es el requisito previo para alcanzarlas todas; que es muy importante que la practiquemos todos los cristianos, pues nos va la vida en ello; que ninguno, por perdido que est, si la comienza a practicar, Dios le ha de dejar; y que es un gran bien como muchos han dejado escrito. Mas la contemplacin es otra cosa, hijas. Pues ste es el engao que todos traemos, que porque uno dedica cada da un rato a pensar en sus pecados a lo que est obligado sino quiere ser cristiano slo de nombre , pronto dicen que es muy contemplativo, y pronto quieren e incluso l mismo quiere que viva las grandes virtudes a las que est obligado el muy contemplativo, y conforme ms le exigen, ms se equivocan. Todo pasa por no saber disponer las piezas del juego: pensaban que bastaba con slo conocer como se mueven las piezas para dar jaque mate, lo cual es imposible. No basta con meditar, hay que entregar la vida, pues no se da este Rey sino a quien se le da del todo. As que si queris, hijas, que os diga el camino para llegar a la contemplacin, tened paciencia en que me extienda en cosas que no os parezcan tan importantes, aunque a m me lo parezcan. Ahora os voy a decir qu es oracin mental, y ruego a Dios que la practiquemos como se merece; esto no se logra ms que con harto trabajo, tratando de vivir las virtudes, aunque no se vivan en
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tan alto grado como en la contemplacin. No podr venir el Rey de la gloria a nuestra alma a estar unido con ella mientras no nos esforcemos por adquirir las grandes virtudes. Bien es verdad que algunas veces Dios quiere atraer hacia s a almas que se encuentran en muy mal estado. Como las ve del todo perdidas, quiere Su Majestad que no quede por l, y aunque estn faltas de virtudes, las ayuda, les da gustos y regalos y les muestra su ternura, por donde las comienza a mover sus deseos, e incluso las pone en contemplacin algunas veces, aunque sean pocas y dure poco. Esto hace porque quiere ver si con estos regalos se querrn disponerse a gozarle ms veces. Aun cuando Dios nuestro Seor haga con muchos esta prueba, pocos son los que se disponen para gozar de esta merced. Cuando el Seor la hace y no queda por nosotros, nunca cesa de dar hasta llevar al alma a muy alto grado de virtud y contemplacin. Mas cuando no nos damos a Su Majestad con la determinacin que l se da a nosotros, harto hace con dejarnos en la oracin mental y visitarnos de cuando en cuando, como a criados que estn en su via. A diferencia de sus hijos regalados, que no los deja nunca sin su compaa, porque ellos no le quieren dejar; les sienta a su mesa y les da de lo que come. Oh bienaventurado desasimiento de las cosas tan bajas, que lleva a tan gran estado! Mira lo que te importa, estando en los brazos de Dios, de que hablen mal de ti y te acuse todo el mundo. Poderoso es para librarte de todo, porque con una vez que mand hacer el mundo, lo hizo: su querer es obra. No tengas miedo, que cuando permite que hablen mal de ti, es para tu mayor bien. Por qu no hemos de demostrarle nuestro amor? Hermoso trueque es dar nuestro amor por el suyo. Mirad que lo puede todo y que ac no podemos nada sino lo que l nos hace poder. Pues qu es esto que hacemos por Ti, Seor, Creador nuestro? Que es tanto como nada, una determinacioncilla. Pues si por lo que no es nada quiere Su Majestad que merezcamos el todo, no seamos desatinadas. Oh Seor! que todo el dao nos viene de no tener puestos los ojos en Ti, que si no mirsemos otra cosa sino al camino, presto llegaramos; mas damos mil cadas y tropiezos y erramos el camino por no poner los ojos en el verdadero camino. Parece que nunca se anduvo, segn se nos hace nuevo. Cosa es para dar lstima, por
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cierto, lo que algunas veces pasa. Pues no toleramos en que se toque un puntito nuestra reputacin y prestigio, el que se nos haga un poco de menos; luego decimos para justificarnos: no somos santos!. Dios nos libre si no hacemos lo perfecto de justificarnos diciendo: no somos ngeles, no somos santas. Mirad que, aunque no lo seamos, es un gran bien pensar que si nos esforzamos, que lo podramos ser, dndonos Dios su ayuda; y no tengis miedo que quede por l, si no queda por nosotras. Y pues no venimos aqu para otra cosa, manos a labor, como dicen: no entendamos cosa en que se sirve ms al Seor, que no presumamos salir con ella con su favor. Esta presuncin querra yo en esta casa, que hace siempre crecer la humildad: siempre estar con nimo, tener una santa osada, que Dios ayuda a los fuertes y no hace distincin de personas, y os ayudar a vosotras y a m. Mucho me he entretenido en esto. Voy a tornar a lo que estaba tratando, qu es oracin mental y contemplacin.

Captulo 17
No todas las almas son aptas para la contemplacin y algunas llegan a ella tarde. El verdadero humilde ha de ir contento por el camino que le lleve el Seor.
Siguiendo con la oracin, sabed que lo que ms necesitis para hacerla bien, es que os ejercitis mucho en la humildad; porque es el ejercicio principal de la oracin. El que es de verdad humilde nunca se le ocurrir pensar si l es tan bueno como los muy contemplativos. Que Dios le puede hacer tal, s, por su bondad y misericordia. Mas el humilde siempre se siente en el ms bajo lugar, tal como nos recomend el Seor que hicisemos, ensendonos con su ejemplo. Acepta estar en el ltimo lugar si Dios te quiere llevar por ese camino. El humilde se siente dichoso de poder servir a los dems y alaba al Seor por ello, pues sabe que por sus pecados mereca estar en el infierno y ser esclavo de los demonios. Mucho importa entender que no a todos lleva Dios por el mismo camino, y al que le parezca que va por el ms bajo, a lo mejor va por el ms alto a los ojos del Seor. No porque en esta casa nos entreguemos a la oracin han de ser por fuerza todas contemplati44

vas. Es imposible. Y si no se entiende esta verdad, sufrir mucho la que no lo sea. La contemplacin es cosa que da Dios; y puesto que no es necesario para la salvacin, ni nos lo exige, no pienses que se lo pedir a nadie. Que por eso no dejars de ser muy perfecta si haces lo que queda dicho. Antes podrs tener mucho ms mrito, porque te cuesta mucho ms trabajo y te lleva el Seor como a fuerte y te tiene reservada para darte todo junto lo que aqu no gozas. No por eso desmayes ni dejes la oracin y de hacer lo que todas, que a las veces viene el Seor muy tarde y paga tan bien y todo juntamente, lo que en muchos aos ha ido dando a otros. Yo estuve ms de catorce aos en que no poda meditar nada si no es apoyndome en la lectura de algn libro espiritual. Habr muchas personas que les pase lo mismo, y otras que aun con la lectura no logren meditar, sino tan slo orar vocalmente, detenindose en lo que dicen. Hay mentes tan ligeras que son incapaces de detenerse en una cosa, y siempre andan desasosegadas, y a tal extremo que si quieren detenerse a pensar en Dios, les viene a la mente mil disparates, escrpulos y dudas de fe. Conozco una monja bien vieja, de harta buena vida, penitente y muy sierva de Dios, que desde hace aos pasa muchas horas slo con la oracin vocal, pues se siente incapaz de orar mentalmente. Y hay otras muchas personas que hacen la oracin de esta manera, y si hay humildad, no creo saldrn peor libradas al trmino de su vida, sino muy por igual que las que tienen muchas consolaciones, y con ms seguridad de su parte; porque en muchos casos no sabemos si los gustos espirituales son de Dios o si los pone el demonio. Y si no son de Dios, es ms peligroso, porque que el demonio les puede estar tentando con la soberbia; que si son de Dios, no hay que temer, pues traen consigo la humildad. Las otras, las que no han sido agraciadas con las consolaciones espirituales, caminan en humildad, sospechosas de si es por su culpa, siempre con cuidado de ir progresando. Y cuando ven a las otras llorar una lgrima, si ellas no sienten nada, le parece que estn muy atrs en el servicio de Dios, cuando pueden estar quizs mucho ms adelante, porque no son las lgrimas -aunque sean buenas-, todas perfectas; y en la humildad, la mortificacin y el desasimiento y otras virtudes, siempre hay ms seguridad. No tengan miedo de no llegar a la perfeccin como los muy contemplativos. Santa era santa Marta, aunque no era contemplativa. Pues qu ms queris que poder llegar a ser como esta bienaventurada, que
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mereci tener a Cristo nuestro Seor tantas veces en su casa, dndole de comer y sirvindole en su mesa? Si hubiese estado como la Magdalena, absorta contemplndole, no habra habido quien diera de comer a este divino Husped. Pues pensad que esta Congregacin es la casa de santa Marta y que ha de haber de todo. Y las que sean llevadas por la vida activa, no murmuren de las que mucho se den a la contemplacin, pues el Seor ha de salir en defensa de ellas, aunque callen, pues generalmente las que son contemplativas se despreocupan de s y de todo. Acordaos que hace falta quien le guise la comida, y tnganse por dichosas de andar sirviendo con Marta. Miren que la verdadera humildad est mucho en estar prontos a contentarse con lo que el Seor quiera pediros, considerndose indignas de poder servirle. Porque si contemplar, hacer oracin mental o vocal, curar enfermos servir en las cosas de las casa, y trabajar en las faenas ms bajas, todo es servir al Husped que se viene a estar con nosotras a comer y recrear, qu ms nos da hacer una cosa que otra? No digo yo que quede por nosotras, sino que lo probis todo, porque lo importante no est en lo que elijis, sino en lo que elige el Seor. Mas si despus de muchos aos quiere a cada una para un oficio, poca humildad denotar que queris escoger vosotras. Dejad hacer al Seor de la casa. Sabio es y poderoso, y entiende lo que os conviene y lo que le conviene a l tambin. Estad seguras que si hacis vuestra parte y os disponis para la contemplacin con la mayor perfeccin posible, que si l no os la da (lo que creo no dejar de dar, si es verdadero vuestro desasimiento y humildad), que os tiene guardado este regalo para droslo todo junto en el cielo, y que os quiere llevar como a fuertes, dndoos ac cruz como siempre Jesucristo la tuvo. Y qu mejor amistad os muestra que querer que tengis lo que quiso para S? Y pudiera ser que no merecierais tanto siendo contemplativas. Misteriosos son sus juicios, no nos metamos en ellos. Muy bueno es que no lo deje a nuestra eleccin, pues de ser as como nos parece que la contemplacin es ms descansada seramos todas grandes contemplativas. Qu gran ganancia es no querer guiarnos por nuestro parecer! No temamos equivocarnos de esta manera, pues nunca permite Dios que salga perdiendo el que es mortificado, sino para ganar ms.

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Captulo 18
Cunto mayores son los trabajos de los contemplativos que los de los activos.
Los que van por este camino de la contemplacin, segn he visto y entendido, no llevan la cruz ms liviana. Os espantarais de las vas y maneras con que los lleva Dios. Los trabajos que les da Dios son tan intolerables, que si no les diese este manjar de consolaciones no se podran sufrir. Ciertamente, a los que Dios mucho quiere, los lleva por camino de trabajos, y mientras ms los ama, mayores. Porque creer que admite el Seor a su amistad estrecha gente regalada y sin trabajos, es disparate. Tengo por muy cierto les da Dios trabajos mucho mayores. Y como los lleva por camino barrancoso y spero, en el que a veces les parece que se pierden y que tienen que volver a comenzarlo a andar, necesita Su Majestad darles nimo y sustento, y no de agua, sino de vino, para que, emborrachados, no entiendan lo que pasan, y lo puedan sufrir. Y as pocos contemplativos hallo que no sean animosos y determinados para padecer; que lo primero que hace el Seor, si los ve flacos, es darles nimo y disponerles para no temer los trabajos. Creen los de vida activa de los contemplativos que, por un poquito que los ven regalados, que no hay ms que aquello. Pues yo digo que probablemente un da de los que pasan no lo podran sufrir. El Seor conoce a todos y sabe de lo que es capaz cada uno, y a cada uno le encarga una tarea, la que ve que ms conviene a su alma, al mismo Seor y al bien de los prjimos. No temis, que no se ha de perder vuestro trabajo. Todas debemos esforzarnos por llegar a ser contemplativas, pues no estamos aqu para otra cosa; y no tan solo un ao, ni dos, ni diez, porque no parezca que desistimos por cobardes, y es bueno que el Seor entienda que no queda por nosotras. Debemos de ser como los buenos soldados que, aunque mucho hayan servido, siempre estn dispuestos a realizar cualquier tarea que el capitn les quiera encargar, pues les ha de dar su sueldo. Y cun mejor pagado lo paga nuestro Rey que los de la tierra! Como los ve dispuestos, con ganas de servir, y sabe para lo que sirve cada uno, reparte los oficios como ve son sus fuerzas; y si no estuviesen dispuestos, no les dara ninguna tarea.
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As que, hermanas, habamos oracin mental, y quien no pueda con sta, oracin vocal, lectura espiritual y coloquios con Dios. Que nadie deje de hacer las horas de oracin que tienen por norma. No sabemos cundo nos llamar el Esposo no nos acaezca como a las vrgenes necias y si nos quiere dar ms trabajo sin consolaciones, permaneciendo l oculto, aceptmoslo de buena gana. Y si no os lleva por caminos de contemplacin, creed que no sois para ello y que os conviene esto, creyendo con verdadera humildad que incluso para lo que hacis no servs. Estad alegres sirviendo en lo que os mandan; y si sois de veras humilde, bienaventurada sea la sierva de vida activa que no murmuras sino de s misma. Deja a las otras con su guerra, que no es pequea. Porque aunque en las batallas el alfrez no pelea, no por eso deja de estar en gran peligro, y en lo interior debe de trabajar ms que todos; porque como lleva la bandera, no se puede defender, y aunque le hagan pedazos no la dejar de las manos. As deben los contemplativos llevar levantada la bandera de la humildad y sufrir cuantos golpes les den sin dar ninguno; porque su ocupacin es padecer como Cristo, llevar en alto la cruz, no dejarla de las manos por muchos peligros en que se encuentren, sin que les vean dbiles para padecer; pues para eso les ha dado tan honroso oficio. Miren lo que hacen, porque si dejan la bandera, se perder la batalla, y harn mucho dao a los que no estn tan adelantados, si ven a los que tienen por capitanes y amigos de Dios que no son sus obras conforme al oficio que tienen. Los dems soldados marchan como pueden, y frecuentemente se apartan de donde est el mayor peligro, y no los echa nadie de menos ni pierden su honra; mientras que a los que llevan la bandera todos les ven, y no se pueden ocultar. Gran merced y honra le hace el rey a quien le da tan buen oficio, mas no se obliga a poco el que lo toma. As que, hermanas, no sabemos lo que pedimos cuando solicitamos los regalos de la contemplacin; dejemos hacer al Seor, que nos conoce mejor que nosotras mismas; no seamos como algunas personas que exigen de Dios regalos, como si se los debiese. Menuda manera de humildad! Por eso hace bien el conocedor de todos, que pocas veces los da a stos: ve claro que no sirven para beber el cliz. La verdadera humildad es andar contentas con lo que nos dan. Vuestra disposicin debe ser, hijas, si estis aprovechando, que
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cada una se considere la ms ruin de todas, y no por tener ms gustos en la oracin, xtasis, visiones o mercedes que hace el Seor de esta suerte, que hemos de aguardar al otro mundo para ver su valor. Lo primero es moneda contante y sonante, algo slido, y no algo que se viene y se va. Estis aprovechando si vivs la gran virtud de la humildad y de la mortificacin, siendo muy obedientes en no ir en lo ms mnimo contra lo que manda el prelado, quien representa verdaderamente a Dios, pues est en su lugar. En esto de la obediencia es en lo que ms empeo debis de poner, y si no sois obedientes, no sois monjas. No digo nada ms de esto porque hablo con monjas, y a mi parecer buenas, al menos que lo desean ser. Es cosa tan importante, que slo os lo recuerdo para que no se os olvide. Quien falte al voto de obediencia, no poniendo cuidado de ver cmo va cumpliendo con la mayor perfeccin este voto, no s para qu est en este convento; al menos yo os aseguro que mientras falte en esto, que nunca llegar a ser contemplativa ni aun buena religiosa activa; y esto lo tengo por muy cierto. Y aunque no tenga voto y no est obligada a obedecer, si quiere o pretende llegar a ser contemplativa, necesita para ir por buen camino, determinarse a dejar su voluntad en un buen confesor o director espiritual. Porque aprovechar ms de este modo en un ao que sin obediencia en muchos. Estas virtudes son las que yo deseo que tengis, hijas mas, y las que debis procurar y santamente envidiar. De las otras devociones no tengis pena por no tenerlas, pues es cosa insegura. Podr ser que en otras personas sean de Dios, mas puede que en vosotras permita Su Majestad que sea ilusin y os engae el demonio, como ha hecho con otras personas. Y si es cosa dudosa, para qu queris servir al Seor de otra manera, teniendo un camino seguro? Para qu os queris meter en tanto peligro? Me he alargado tanto en esto porque conviene mucho, que nuestra naturaleza es flaca, y a quien Dios quisiere dar la contemplacin, Su Majestad le har fuerte; a los que no, les doy estos avisos, los cuales tambin les vienen bien a los contemplativos para que sean humildes. El Seor, por quien es, nos ilumine para seguir en todo su voluntad y no tener de qu temer.

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Captulo 19
Sobre la oracin. Los que no pueden discurrir con el entendimiento en la oracin. El agua viva de la contemplacin infusa. El deseo de verse con Dios.
Para almas ejercitadas en la meditacin hay muchos libros escritos y muy buenos, con excelente doctrina para hacer la oracin, donde para cada da de la semana van repartidos los misterios de la vida del Seor y de su Pasin, meditaciones sobre el juicio, el infierno y lo mucho que debemos a Dios. Quien pueda seguir este modo de oracin, que sepa que por buen camino le lleva el Seor, con descanso y seguridad, porque, sujeto el entendimiento, se va con descanso. Mas hay personas con un entendimiento tan desbaratado que parece un caballo desbocado, que no hay quien lo pueda sujetar. Ya van aqu, ya van all, siempre con desasosiego. Es su misma naturaleza, o Dios que lo permite. De estas almas quiero tratar ahora para darles algn remedio, si el Seor quiere que acierte, y si no, al menos para que entendis el trabajo que pasan, y para que no se desanimen las que lo tengan. Me dan mucha lstima, porque se parecen a personas sedientas que ven el agua desde lejos, y cuando quieren acercarse a ella, hallan a alguien que les obstruye el paso ya sea al principio, al medio o al fin. Y despus de que con harto trabajo han vencido los primeros enemigos, cuando se encuentran con los segundos se dejan vencer y quieren ms morir de sed que beber el agua que tanto les est costando. Dejan de esforzarse porque les falta el nimo. Y si algunos lo tienen para vencer a los segundos enemigos, con los terceros se les acaba la fuerza, cuando probablemente estaban ya a dos pasos de la fuente de agua viva, de la que dijo el Seor a la Samaritana, que quien beba de ella no tendr ya ms sed. Y con cunta razn lo dijo la misma Verdad, porque no tendra ya sed de las cosas de esta vida, aunque creciese mucho ms su sed por las cosas del cielo. Y aunque es un sed penossima que cansa, trae consigo la misma satisfaccin con que se mata aquella sed, pues no fatiga sino para las cosas terrenas, antes slo se satisface con las cosas del cielo. De ah que una de las mayores gracias que puede Dios hacer al alma es dejarla con esta sed, de tornar a beber este agua.
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Este agua tiene tres propiedades. La una es que enfra, y si hay un gran fuego, con ella se extingue, salvo si es de alquitrn, que se enciende ms. Este fuego de alquitrn es el amor de Dios. Oh, vlgame Dios, qu gran maravilla, que se encienda ms el fuego con el agua, por ser un fuego fuerte y poderoso! Dios os d a beber esta agua para enseorearos del mundo. No es linda cosa que una pobre monja de San Jos pueda llegar a seorear toda la tierra y los elementos? Es lo que hicieron los santos con el favor de Dios. A San Martn le obedecan el fuego y las aguas; a San Francisco hasta las aves y los peces, y as a otros santos. Eran seores de las cosas del mundo, por haberse mucho esforzado por tenerlo en poco y sujeto. Hay otros fuegos cuando es pequeo el amor de Dios, que cualquier tentacin los extingue; mas no a ste fuego del alquitrn, del verdadero amor de Dios, aunque venga toda un mar de tentaciones, no harn que deje de arder. Porque el agua de las lgrimas verdaderas ayuda a encender ms este fuego del amor de Dios, y hace que dure. Estas lgrimas son los buenos afectos y consolaciones que proceden de la verdadera oracin, dadas por el Rey del cielo. Y este fuego quema a su vez todas las afecciones del mundo, para que el alma no se detenga en ellas, y enciende ms todava el amor de Dios, con el que si pudiese, abrasara a todo el mundo. Otra propiedad del agua es que limpia las cosas sucias. Si no hubiese agua para lavar, qu sera del mundo? Esta agua viva y celestial limpia cuando est clara, cuando no est turbia, cuando no tiene lodo, sino que cae del cielo. Con una vez que se beba, deja el alma clara y limpia de todas las culpas. No la da Dios a beber que no est en nuestro querer, por ser cosa muy sobrenatural esta divina unin, si no es para limpiar el alma y dejarla libre del lodo y miseria en que por las culpas estaba metida. Porque los otros gustos de la oracin que provienen de nuestro entendimiento, son como beber el agua que corre por la tierra, sin beberla directamente de la fuente, no faltando en este recorrido cosas lodosas en que se detenga, y no siendo el agua tan pura ni tan limpia. No llamo yo a esta oracin la que discurrimos con el entendimiento "agua viva", porque por mucho que lo intentemos, siempre se pega a nuestra alma, ayudada de este nuestro cuerpo y bajo natural, algo de tierra. Es el agua fangosa, la oracin discursiva.
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Voy a explicarlo mejor. Estamos meditando qu es el mundo y cmo se acaba todo, para menospreciarlo. Casi sin darnos cuenta, nos hallamos metidos en cosas que amamos de l. Y aunque deseamos huir de ellas, al menos nos estorba un poco pensar cmo fue y cmo ser y qu hice y qu har. Y para meditar lo que hace al caso, algunas veces nos metemos en el peligro. No porque esto ocurra vamos a dejar de meditar, pero es de temer. Preciso ser no ir descuidados. Mientras ac en la contemplacin infusa lleva este cuidado el mismo Seor, que no se fa de nosotros. Tiene en tanto nuestra alma, que no la deja que se meta en cosas que la puedan daar durante el tiempo que quiere favorecerla; sino que la pone de repente junto a s y le muestra en un momento muchas ms verdades, dndole mucho ms claro conocimiento de lo que es todo, que lo que pudiramos alcanzar en muchos aos con la oracin discursiva. En esta oracin ltima la vista nos es clara, porque nos ciega el polvo del camino. Mientras ac, en la contemplacin infusa, nos lleva el Seor al fin de la jornada sin entender cmo. La otra propiedad del agua es que harta y quita la sed. Porque la sed significa el deseo de una cosa que nos hace gran falta, que si del todo nos falta nos mata. Extraa cosa es que una misma cosa (el agua) nos mate si nos falta, y que tambin nos mate si nos sobra, como se ve con los ahogados. Oh Seor mo, y quin se viese tan engolfada en esta agua viva que se le acabase la vida! S, que tanto puede crecer el amor y deseo de Dios, que no lo pueda sufrir nuestra naturaleza, y as ha habido personas que han muerto. Yo s de una persona que tena tanta sed, que creca tanto su deseo, que entenda que se iba a morir de sed si no la socorriera Dios con esta agua viva en tan gran abundancia, que casi la sacaba de s con arrobamientos, suspendido el sentido. Digo que casi la sacaba de s, porque aqu descansa el alma. Parece que, ahogada de no poder sufrir el mundo, resucita en Dios, y Su Majestad la habilita para que pueda gozar lo que, estando en s, no podra sin acabarse la vida. Entended que todo lo que da nuestro sumo Bien es para nuestro bien, y por mucha de est agua que nos d, nunca ser en exceso; porque si da mucho, capacita el alma para que sea capaz de beber mucho; como un vidriero, que hace la vasija del tamao adecuado para que quepa lo que quiere echar en ella. En desear la muerte para estar con Dios s puede haber falta,
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pues procede de nosotros. Somos tan imprudentes, que como es pena suave y gustosa, nunca pensamos que nos vamos a hartar de esta pena. Y as, la alimentamos sin tacha. Y esto creo hace el demonio, porque entiende el dao que le viene con su vida, y as la tienta con indiscretas penitencias para quitarle la salud. Este deseo de verse ya con Dios y desatado de esta crcel, como lo tena San Pablo, cuando viene aprieta tanto que casi llega a quitar el juicio. En este caso, aunque proceda del espritu de Dios, tengo por humildad temer. Procure mudar el deseo pensando que si ms vive aqu servir ms a Dios, que podr por su medio salvar a algn alma que se iba a perder, y que con servir ms merecer gozar ms de Dios. Con estos consuelos aplacar su pena y ganar mucho, pues por servir al mismo Seor se quiere ac pasar y vivir con su pena. Es como si a uno que tuviese un gran trabajo o grave dolor, que le consolasen diciendo que tenga paciencia y se deje en las manos de Dios, y que cumpla su voluntad, que dejarnos en ellas es lo ms acertado en todo. Puede ser que el demonio ayude en alguna manera a suscitar tan gran deseo, como cuenta creo Casiano de un ermitao de aspersima vida, que le hizo entender el demonio que deba echarse en un pozo porque vera ms presto a Dios. Fiel es el Seor y no consentir que se ciegue en cosa tan manifiesta. Porque est claro que si el deseo fuera de Dios, que no le hara mal, pues siempre trae consigo luz, discrecin y medida. Mas este adversario, enemigo nuestro, por donde puede procura daarnos. Y pues l no anda descuidado, no lo estemos nosotros. Este punto es importante para muchas cosas, como para acortar el tiempo de la oracin, por gustosa que sea, cuando se disminuyen las fuerzas corporales o hace dao a la cabeza. En todo es muy necesario la discrecin. Para qu pensis, hijas, que he pretendido declarar el fin y mostrar el premio antes de la batalla? Qu es lo que he pretendido con deciros el bien que trae consigo llegar a beber de esta fuente celestial, de esta agua viva? Para que no os atemoricis por el trabajo y contradiccin que haya en el camino, y vayis con nimo y no os cansis. Porque podr ser que despus de haber llegado a su trmino, cuando no os falte ms que inclinaros a beber en la fuente, que lo dejis todo y perdis este bien, pensando que no os quedan fuerzas para llegar a l y que no sois para ello. Mirad que convida el Seor a todos. Pues es la misma verdad, no hay que dudar. Si no fuera general este convite, no nos hubiese
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llamado el Seor a todos, y aunque nos llamara, no hubiese dicho: "Yo os dar de beber". En vez de ello, habra dicho: "Venid todos, que, en fin, no perderis nada; y a los que a m me parezca, yo les dar de beber". Mas dijo "a todos", sin poner ninguna condicin; a todos los que no se queden en el camino no les faltar esta agua viva. Denos el Seor que la promete, gracia para buscarla como se ha de buscar, por quien Su Majestad es.

Captulo 20
Nunca faltarn las consolaciones en el camino de la oracin. Las conversaciones de las religiosas siempre han de versar sobre Dios y sobre la oracin.
Parece como si me contradijese sobre lo que haba dicho; pues cuando consolaba a las que no llegaban la contemplacin, dije que el Seor haba dispuesto diferentes caminos para ir a l, as como haba muchas moradas. As lo torno ahora a decir; porque como conoce Su Majestad nuestra flaqueza, ha provedo como quien es. Mas no dice: "por este camino vengan unos y por ste otros"; antes es tan grande su misericordia, que a nadie exime de procurar venir a beber a esta fuente de vida. De lo contrario, con cunta razn me lo habra eximido a m! Bendito sea por siempre! Pues no me mand lo dejase cuando lo comenc e hizo que me echasen en el profundo, a buen seguro que no se lo quitar a nadie, antes pblicamente nos llama a voces. Mas, como es tan bueno, no nos fuerza, antes da de beber de muchas maneras a los que le quieren seguir, para que ninguno se vaya desconsolado ni muera de sed. Porque de esta fuente caudalosa salen arroyos, unos grandes y otros pequeos, y hasta algunas veces charquitos para los nios, a quienes les basta y as no se espantan de ver mucha agua; stos son los que estn en los principios. As que, hermanas, no temis morir de sed en este camino de la oracin. Por muy duro que os resulte, nunca faltar el agua de las consolaciones para poderlo sufrir. Y pues esto es as, tomad mi consejo y no os quedis en el camino, sino pelead como fuertes hasta morir en el intento, pues no estis aqu para otra cosa sino para pelear. Y si siempre tenis esta determinacin de antes morir que dejar de llegar al final del camino donde est la fuente, si el Se54

or permite que no lleguis a ella en este mundo y que sintis la sed en esta vida, no temis que os ha de faltar el agua, que en la otra os la dar a beber con gran abundancia. Y el que no tenga esta gran determinacin al momento de comenzar el camino de la oracin, no por eso deje de comenzarlo, porque el Seor la ir perfeccionando; y aunque no haga ms que dar un paso, tiene en s tanta virtud la oracin, que no tema sea tiempo perdido ni que no se lo pague muy bien. Es como quien reza las oraciones prescritas para ganar indulgencias, que si reza unas pocas, algo gana, y mientras ms veces, ms. Pero si nunca las rezas, nada aprovechas. As pasa en el camino de la oracin para el que lo comienza, que aunque no siga despus por el mismo camino, lo poco que haya andado de l le dar luz para que vaya bien por los otros, y si ms anda, ms luz. En fin, no le har ningn dao el haberlo comenzado, aunque lo deje despus, porque el bien nunca hace mal. Por eso a todas las personas que tratis, si tienen buena disposicin y os tienen amistad, procurad quitarlas el miedo de comenzar tan gran bien. Y os pido por amor de Dios que vuestro trato tenga siempre por fin el aprovechamiento y bien de sus almas. Y pues esto habis siempre de pedir al Seor, mal estara si no lo procuraseis por todos los medios posibles. En esto est la verdadera amistad, no podris ser verdadera amiga sino por este camino. Meditad esto en la oracin y veris claro a qu amor estamos obligadas a tener con nuestro prjimo. No es ya tiempo de andar todava con juegos de nios, que no parecen otra cosa las amistades del mundo, aunque sean buenas; no os digis entre vosotras "me queris", "no me queris", ni con familiares ni con nadie, si no es en algn caso especial, cuando se requiera para aprovechar y hacer bien a una determinada alma. Que puede suceder que para que os acepte un consejo espiritual un familiar o alguna persona amiga, tengis que disponerla antes con estas muestras de amor que a la sensualidad siempre contentan; y tal vez las tendrn en ms y dispondr mejor su alma con una de estas palabras que con las que le hablis directamente de Dios, y de esta manera ests ltimas sern despus mejor acogidas. Y de ah que si van con la finalidad de disponer mejor sus almas para disponerlas espiritualmente, no las prohbo. Mas si no es para esto, ningn provecho hacen, y podrn hacer dao sin que os
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deis cuenta vosotras. Ya saben que sois religiosas y que vuestra conversacin ha de versar sobre la oracin. No queris pretender: "no quiero que me tengan por buena", porque se aprovecharn o daarn segn lo que vean en vosotras. Y mucho dao hacen las que tanta obligacin tienen de no hablar sino de Dios, como las monjas, cuando tratan de disimular y de no hablar de l, excepto en algn caso especial para hacer ms bien. Este debe ser vuestro trato y lenguaje; quien os quiera tratar, que lo aprenda; y si no, guardaos de aprender vosotras el suyo. El que os tengan por simplonas, poco os debe de importar; menos todava el que os tengan por hipcritas. Con esta indiferencia lograris que nicamente los que entiendan vuestro mismo lenguaje desearn conversar con vosotras. Porque pocos deseos tiene de hablar mucho el que no entiende el mismo idioma. Y as, ni os cansarn ni daarn, pues gran dao os hara que tuvieseis que aprender su lenguaje de gente de mundo, y todo el tiempo se os ira en eso. Mucho se daara el alma porque, por querer conocer hablar un idioma, se olvidara del otro, y es un perpetuo desasosiego, del que debis de huir, porque mucho conviene para comenzar bien este camino de la oracin tener paz y sosiego en el alma. A las que conversan con vosotras y desean aprender vuestra lengua, ya que no es vuestra tarea la de ensear, animarlas dicindoles las riquezas que se ganan con aprenderla. Y de esto no os cansis, sino con piedad y amor y oracin para que, animadas por vosotras, vayan a buscar maestro que se la ensee; que no sera poca merced que os hiciese el Seor despertar a algn alma para este bien.

Captulo 21
Lo mucho que importa comenzar con gran determinacin el camino de la oracin. No haya que hacer caso de los inconvenientes que el demonio pone.
No os espantis, hijas, de las muchas cosas que es menester tener en cuenta para comenzar este viaje divino, que es camino real para el cielo. Y ya que ganamos un gran tesoro yendo por l, no nos debe importar que nos cueste mucho. Das llegarn en que nos parecer nada todo lo que nos cost, comparndolo con el alto va56

lor del tesoro que hallamos. Ahora os voy a decir cmo debis perseverar en este camino de la oracin, para poder llegar a beber de este agua de vida. Digo que importa mucho, y es el todo, una grande y muy determinada determinacin de no parar hasta llegar hasta el fin, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabjese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, aunque se muera en el camino, aunque se hunda el mundo. Pues los que no tienen corazn para tales trabajos muchas veces invocarn diferentes razones para no seguirlo: dirn que este camino es peligroso, que fulana por l se perdi, que otro se enga, que uno que rezaba mucho, al final se cans, que hace dao a la virtud, que no es para mujeres, que os podrn venir ilusiones, que mejor ser que os dediquis a vuestras labores femeninas, que no tenis necesidad de tantas sutilezas, que basta con que recis el Padrenuestro y el Avemara". Que basta con esto, tambin lo digo yo! Que debemos fundar nuestra oracin sobre las oraciones que salieron de la boca de nuestro Seor. En esto tienen razn, que si no fuese nuestra flaqueza tan grande y nuestra devocin tan tibia, no seran precisas otras oraciones ni libros. Yo siempre he sido aficionada y me han ayudado ms para la oracin las palabras de los Evangelios que los libros muy subidos. Y a menos que el autor del libro sea muy recomendado, no deseo leerlo. Puesta al lado de este Maestro de la Sabidura, quizs me ensee algunas consideraciones sobre el Padrenuestro que os puedan venir bien. No digo que quiera explicar esta oracin divina, pues no me atrevera y hartos tratados hay que hablen de ella; y si no los hay, sera un disparate que lo escribiese yo, sino tan slo os quiero hacer algunas consideraciones sobre estas palabras del Padrenuestro. Porque algunas veces con muchos libros parece que se nos va la devocin en lo que tanto nos importaba tenerla. No pasa as con el Seor, que cuando ensea una cosa hace que le agrade al discpulo, y que le guste lo que le ensea, y le ayuda mucho a que lo aprenda, y as har este Maestro celestial con nosotras. En ningn caso temis a quienes os asusten con los posibles peligros que encontraris en este camino de la oracin. Sera necedad que quisiese ir yo sin peligro por un camino a ganar un gran tesoro por donde hay tantos ladrones. Pues bueno anda el mundo
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para que nos lo dejen tomar en paz; mas por un poco de inters que mostris os desasosegaran cuerpo y alma. Y si yendo a ganarlo o a robarlo, como dice el Seor que lo ganan los esforzados por el camino seguro por el que fue nuestro Rey y por el que fueron todos sus escogidos y santos, hay tantos peligros y tantos temores, cuntos ms hallarn los que pretenden ganarlo sin caminar por l? Muchos ms sin comparacin, mas no se dan cuenta hasta que no estn en el verdadero peligro, cuando no hay quien les d la mano, y pierden del todo el agua que deban beber, y no beben ni poca ni mucha, ni de charco ni de arroyo. Pues si marchan sin gota de esta agua cmo atravesarn el camino donde hay tantos enemigos con quienes pelear? Est claro que morirn de sed; porque, queramos o no, todos caminamos hacia esta fuente, aunque de diferentes maneras. Que nadie os engae con mostraros otro camino distinto del de la oracin. No me refiero ahora a que sea del tipo mental o vocal; de los dos tipos tenis necesidad. La oracin es el oficio de los religiosos. Quien os diga que la oracin es peligrosa, tenedle a l por el mismo peligro y huid de l. Que no se os olvide este consejo. Peligroso ser no tener humildad ni las otras virtudes; mas que sea peligroso el camino de la oracin, nunca jams. El demonio parece que se las ha ingeniado para poner estos miedos, y as ha logrado caer a algunos que hacan oracin, al parecer. Daros cuenta de la ceguedad del mundo, que no se fija en los muchos millares que han cado en herejas y en grandes males por no hacer oracin. Y si el demonio ha hecho caer a algunos que hacan oracin, bien lo ha sabido explotar, metiendo miedo a otros para que no se metan por estos caminos, por temor a que no les pase lo mismo. Estos que huyen de la oracin para evitar sus peligros, que sepan que huyen del bien para librarse del mal. Nunca tan mala invencin he visto: bien parece del demonio. Oh Seor mo!; mirad que entienden al revs vuestras palabras. No permitis semejantes flaquezas en vuestros siervos. Gran bien os hacen los que os ayudan. Porque esto tiene el verdadero siervo de Dios, a quien Su Majestad ha dado luz para conocer el verdadero camino, que ante estos temores le crece ms el deseo de no parar. Entiende claro por dnde va a dar el golpe el demonio, y quibrale la cabeza. Ms siente el demonio esto que cuantos otros le contentan con su vida de placeres. Porque vivimos en un tiempo de confusin, donde abunda la cizaa que l ha pues58

to, que parece lleva a todos tras de s medio ciegos, con aparentes buenas razones. Y cuando Dios levanta a un alma para que abra los ojos de los dems y les haga ver la ceguedad en que viven y que nos les deja ver el camino, tornan poco a poco a descubrir el camino, y les da Dios nimo. Qu grandeza la de Dios, que puede ms con un hombre slo o con dos que digan la verdad, que muchos juntos! Si los dems dicen que es peligroso entregarse a la oracin, procura que se entienda cun buena es, de palabra o por sus obras. Si dicen que no es bueno comulgar tan a menudo, comulga ms a menudo. As que con que haya uno o dos que sin temor sigan lo mejor, pronto torna el Seor poco a poco a ganar lo perdido. As que, hermanas, dejaos de estos miedos. Nunca hagis caso en cosas semejantes de la opinin de la gente. Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que veis van conforme a la vida de Cristo. Procurad tener limpia conciencia y humildad, menosprecio de todas las cosas del mundo y creed firmemente lo que ensea la Madre Santa Iglesia, y a buen seguro que vais por buen camino. Dejaos de temores, en donde no hay qu temer. Si alguno os los pone, proponerle con humildad el camino. Decidle que vuestra Regla os manda orar sin cesar y que la tenis que guardar. Si os dicen que debe ser oracin vocal, tratad de que est el entendimiento y el corazn en lo que decs. Si os aprueban esto que no podrn decir otra cosa, tendrn que confesar que os han forzado a tener oracin mental, e incluso contemplacin, si os la da Dios.

Captulo 22
En qu consiste la oracin mental.
Sabed, hijas, que no est la clave para que sea o no sea oracin mental en tener la boca cerrada. Si al rezar las oraciones, me doy cuenta claramente que hablo con Dios, y fijo mi atencin ms en l que en las palabras que digo, estoy a la vez orando mental y vocalmente. Mas no oris mentalmente si a la vez que rezis el Padrenuestro estis pensando en el mundo. Si debes hablar con tan gran Seor, bien est que te des cuenta de con quin ests hablando y de quin eres t, por lo menos para no faltar al respeto. Porque
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cmo te podras presentar como se debe ante el rey, ni tratar como se requiere a una persona de la alta nobleza, si no caes en la cuenta de cul es su estado social y cul es el tuyo? Pues segn esto se debe hacer la presentacin, y conforme a lo que se acostumbra. De lo contrario te tendran por simple y por irrespetuosa y no logrars nada de la entrevista. Si esto se hace con los grandes del mundo, qu ser contigo, Seor mo? Y cmo nos presentamos ante ti, mi Emperador? Cmo lo toleris? Rey eterno sois, Dios mo, y no es un reino prestado el que tenis. Cuando en el Credo se dice "y tu reino no tendr fin", cada vez que lo rezo me da mucho consuelo. Te alabo y te bendigo porque tu reino durar por siempre. No permitas, Seor, que quien hable contigo, que lo haga slo con la boca, y no con la mente y el corazn. Qu es esto que dicen algunos, que no se necesita la oracin mental? Ciertamente no entienden nada, y quieren que nos perdamos todos: ni saben qu es oracin mental, ni cmo se ha de rezar la oracin vocal, ni qu es la contemplacin. Yo tengo experiencia de adnde van a parar estas ideas, y del trabajo que dan, y as no querra que nadie os inquietase, que no hay peor cosa que andar con miedo por el camino de la oracin. Mucho os importa saber que vais bien, para que no os pase como al caminante, cuando le dicen falsamente que va errado y que ha perdido el camino, que le hacen andar de un sitio a otro, y no consiguen ms que cansarle, hacerle perder el tiempo y retrasar su llegada. Cmo se puede decir cuando se comienza a rezar el Oficio Divino o el rosario, que sea malo el ponerse a recapacitar con quin se va a hablar y quin es el que habla, para ver cmo le ha de tratar? Pues yo os digo, hermanas, que antes de comenzar la oracin vocal que dediquis harto tiempo a orar mentalmente, pensando en estos dos puntos que he dicho. Porque no estar bien que hablemos a un prncipe con el mismo descuido con que lo hacemos con un labrador, o de la misma forma como nos hablan a nosotras, que por ser pobres cualquier cosa que nos digan est bien. Aunque yo sea persona sin instruccin y no sepa como hablarle, por ser un Rey tan humilde no por eso deja de orme ni me impide acercarme a l, ni me echan los ngeles fuera de su presencia; porque saben muy bien los ngeles que estn all cmo es su Rey,
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que gusta ms de las palabras sencillas de un pastorcito humilde, que de los muy sabios y doctos, por elegantes razonamientos que hagan si no van revestidos de humildad. As que no porque l sea bueno hemos nosotras de ser desconsideradas. Aunque slo fuese para agradecerle el mal olor que debe sufrir al consentir tener cerca de s a una como yo, procuremos caer en la cuenta de cun alta es su limpieza y quin es l. Ciertamente que no nos trata como lo hacen los seores de ac, a los que slo les interesa saber a qu familia pertenecemos, el dinero que poseemos, nuestros ttulos de nobleza, y no les importa ms. Porque la gente de mundo no se fija tanto en las personas, por mucho que lo merezcan, como en lo que poseen y ostentan. Oh miserable mundo! Alabad mucho a Dios, hijas, porque habis dejado una cosa tan ruin, en donde no se mira a lo que las personas en s tienen, sino de lo que tienen en dinero o posesiones; y cuando nada tienen, no se les considera. Cosa graciosa es sta que os puede de servir de entretenimiento cuando estis en vuestra recreacin, pues buen pasatiempo es rerse de la ceguedad con que se trata la gente de mundo. Oh Emperador nuestro, sumo poder, suma bondad, la misma sabidura, sin principio y sin fin! Tus obras no tienen trmino, son infinitas, y no se pueden abarcar, llenas de maravillas. Oh Hermosura que contienes todas las hermosuras Oh fortaleza infinita! Quin tuviera toda la elocuencia y sabidura de los mortales, para poder dar a entender a lo mucho que ac se pueda llegar a saber, que todo es no saber nada, para este caso alguna de tus infinitas hermosuras, Seor y bien nuestro! Por tanto, siempre que comencis a orar, pensad un rato con quin vais a hablar. Aunque tuvisemos mil vidas no acabaramos de entender cmo merece ser tratado este Seor, ante quin tiemblan los ngeles en su presencia. Todo lo manda, todo lo puede, su querer es obrar. Pues razn ser, hijas, que procuremos deleitarnos en las muchas grandezas que tiene nuestro Esposo, que entendamos con quin estamos casadas y qu vida hemos de llevar por ser sus esposas. Oh, vlgame Dios!, esto es lo que en este mundo hacen todas las novias que se van a casar, enterarse primero de cmo es el prometido, qu clase de persona es, cules son sus cualidades y que posesiones tiene. Y nosotras, ya desposadas (y todas las almas lo son tambin por el bautismo), antes de celebrar las bodas cuando nos lleve a su casa, el cielo, no pensare61

mos en nuestro esposo? Pues si aqu las que estn desposadas no dejan de pensar en su futuro esposo, por qu nosotras no hemos procurar entender quin es Jesucristo, y quin es su Padre y cul es la tierra adonde me quiere llevar y qu bienes son los que promete darme, y qu condicin tiene, y cmo podr contentarle mejor, y en qu le puedo agradar, y cmo puedo conformar mi vida segn la suya? Pues a una mujer que pretende casarse bien no le aconsejan otra cosa sino que procure esto, por muy baja que sea la condicin social de su futuro marido. Por qu, Esposo mo, en todo hemos de hacer menos caso de Ti que de los hombres? No soy tu esposa, la que ha de vivir para siempre gozando contigo? Si un esposo llega a ser tan celoso que no deja que su esposa hable con nadie, linda cosa sera que ella no pensase en cmo agradarle y las razones que tiene para quererlo, y que no necesita hablar con ningn otro, pues en l encuentra todo lo que puede querer! Esto es oracin mental, hijas mas, entender estas verdades. Si queris adems de entender esto, rezar vocalmente, enhorabuena. Pero no estis hablando con Dios y con la mente pensando en otras cosas, que as nunca podris hacer oracin mental. Creo que os lo he dado a entender. Ruego al Seor lo sepamos poner en prctica. Alabad a Dios, por su omnipotencia y porque nadie os podr separar de l. Y la que no pueda rezar vocalmente con esta atencin, sepa que no cumple con su deber; y que est obligada a ello si quiere rezar con perfeccin y deber procurarlo con todas sus fuerzas, so pena de no cumplir con su obligacin de esposa de tan gran rey. Suplicadle, hijas, me d la gracia para que yo lo viva como os lo aconsejo, pues mucho me falta. Su Majestad lo lleve a trmino por quien es.

Captulo 23
Lo que importa no volver atrs en el camino comenzado de la oracin. Lo muy importante que es hacerlo con determinacin.
Muy importante es que comencemos con gran determinacin el camino de la oracin, por tantas causas que me alargara mucho si las dijese todas. Slo os dir tres:
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La primera, porque no es razonable que a quien tanto nos ha dado y de continuo nos da, que una cosa que nos hemos determinado a darle (no por cierto sin inters, sino porque sabemos que nos reportar grandes ganancias), que no se la demos con toda determinacin sino como quien presta una cosa para volver a tomarla. Esto no me parece a m que sea dar, y siempre queda disgustado el que le han dado una cosa y se la vuelven a tomar, en especial si la necesitaba y la tena ya como suya. Ms todava si son amigos y si esta persona le dio antes muchas cosas sin ningn inters. Con razn le parecer mezquindad y muy poco amor, que incluso una cosita suya no quiere dejar en su poder, aunque slo fuese como una seal de lo que le quiere. Puede haber una esposa que recibiendo muchas joyas de valor de su esposo no le d siquiera una sortija, no por lo que vale, que ya todo es suyo, sino como prenda de que ser suya hasta la muerte? Pues qu menos merece este Seor, para que nos burlemos de l dndole y volviendo a tomar la nonada que le damos? Ya que le queremos dar este poquito de tiempo de cuanto gastamos en nosotros mismos y en quien no nos lo agradecer, dmoselo del todo con el pensamiento libre y desocupado de otras cosas, y con toda determinacin de nunca jams volverlo a tomar por muchos trabajos, contradicciones o sequedades que nos vengan. Como ya se lo hemos dado, ya no nos pertenece ese tiempo, por lo que me lo puede pedir en justicia cuando del todo no se lo quiera dar. Al decir "del todo" no significa que tener que dejar la oracin uno o varios das por cualquier ocupacin justa o por cualquier indisposicin, sea tomrselo de nuevo. Lo importante es que la intencin sea firme, que no es nada delicado mi Dios: no se fija en las menudencias. As tendr que agradeceros el que le hayis dado algo. Lo otro, el slo prestar, puede servir para quien no es generoso, sino tan mezquino que no tiene corazn para dar; bastante hace con prestarlo. En fin, cualquier cosa que le hagamos, todo lo tiene en cuenta este Seor nuestro; a todo se conforma. Para perdonarnos y agradecernos lo que le hacemos no es nada menudo, sino generoso. Para pagarnos el bien que le hacemos es tan mirado, que incluso una jaculatoria que elevamos al cielo, por acordarnos de l, no dejar sin premio. La segunda causa por la que se debe comenzar con determinacin el camino de la oracin es porque de esta forma el demonio no tendr tantas oportunidades para tentarnos. Tiene gran miedo a las
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almas determinadas, pues tiene ya experiencia que le hacen gran dao, y cuanto l ordena para daarlas, viene en provecho de ellas, saliendo l con prdida. Y aunque sea muy cobarde, no debemos estar descuidados ni confiados porque es muy traidor, que a los que estn prevenidos no osa tanto acometer, mas si ve descuido de nuestra parte, hace gran dao. Y si conoce a uno por mudable y que no est firme en el bien y con gran determinacin de perseverar, no le dejar ni a sol ni a sombra. Miedos le pondr e inconvenientes que nunca acaben. Yo lo tengo sabido muy bien esto por experiencia, y as os lo digo, que no sabe nadie lo mucho que importa. La ltima causa es porque el que comienza con determinacin pelea con ms nimo, pues ya sabe que, venga lo que viniere, no ha de tornar atrs. Es como el que est en una batalla y sabe que si le vencen, que no le perdonarn la vida, y que si no muere en la batalla que ha de morir despus; en esta situacin pelea con ms determinacin y quiere les cueste mucho su vida como dicen y no teme tanto los golpes, porque lo que le importa es la victoria, que ya sabe que le vale la vida. Debemos tambin comenzar convencidos de que, si no nos dejamos vencer, que llegaremos a la meta; esto sin ninguna duda, que por poca ganancia que saquen, que saldrn muy ricos. No temis que os deje morir de sed el Seor, pues os llama a que bebis de esta fuente. Esto es fundamental que no lo olvidis, porque este camino acobarda mucho a las personas que an no conocen del todo ni tienen experiencia de la bondad del Seor, aunque le conozcan por fe. Mas es gran cosa haber experimentado la amistad y regalo con que trata a los que van por este camino, y cmo casi les paga todos los gastos. Los que esto no han probado, no me sorprende que deseen saber de antemano con que seguridad obtendrn alguna ganancia. Pues ya sabis que es el ciento por uno, aun en esta vida, y que nos lo ha prometido el Seor con estas palabras: "Pedid y se os dar". Si no creis a Su Majestad en las partes de su Evangelio en que asegura esto, poco aprovechar que me quiebre yo la cabeza en decirlo. Si a alguien le queda alguna duda, poco perder con probarlo; que eso tiene de bueno este camino de la oracin, que se nos da ms de lo que se nos pide y de lo que desearamos alcanzar. Esto lo tengo por seguro, yo s que es as. Y las que sabis por experiencia de la bondad de Dios, puedo presentar por testigos.
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Captulo 24
Cmo debemos rezar con perfeccin la oracin vocal, y cmo va unida a ella la oracin mental.
Ahora tornemos a hablar sobre las almas que tienen gran dificultad para recogerse y para sujetar su entendimiento en la oracin mental o meditacin. A estas personas slo el nombre de oracin mental o contemplacin parece las atemoriza, y puede ser que alguna de stas nos llegue a esta casa, pues, como he dicho, no van todas las almas por un mismo camino. Es razonable, para poder rezar vocalmente, que entendis lo que decs. Y porque la que no puede pensar en Dios, las oraciones largas tambin le cansan, no me voy a referir a estas oraciones largas, sino a las que tenemos obligacin de rezar como cristianos, esto es, al Padrenuestro y al Avemara; para que no nos puedan decir que rezamos sin entender lo que decimos. Por tanto, no es suficiente con que recitemos las oraciones rutinariamente. Porque cuando digo "creo", debo entender y saber lo que creo; y cuando digo "Padre nuestro", razn es que entienda quin es este Padre nuestro y quin es el maestro que nos ense esta oracin. Porque si este maestro nos la ense con tanto amor y deseo para que nos aprovechase, acordmonos continuamente de l cuando la recitemos, y ammosle mucho, aunque no lo consigamos siempre por nuestra flaqueza. Ya sabis que Su Majestad nos ha enseado que oremos a solas; as lo haca l siempre que quera orar, y no porque tuviese necesidad, sino para que nos sirviese de modelo. Rezar a solas significa que no se puede estar hablando al mismo tiempo con Dios y con el mundo, que no es otra cosa estar rezando y escuchando por otra parte lo que otros hablan, o pensar sin ms en lo que nos viene a la imaginacin. Habr das en que por el estado de nimo sobre todo en las personas que tienden a la depresin o por cansancio mental, aunque tratemos de concentrarnos en la oracin, nos veamos incapaces de hacerlo. Son los das en que Dios permite que pasemos grandes tempestades para beneficio nuestro; en los que con pena procuramos aquietarnos, ms no podemos mantener la atencin en lo que rezamos, por ms que lo intentamos; en los que parece que no se asienta en nada el entendimiento, andando desbaratado, inquieto y perdido.
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Y por la pena que da a quien lo sufre, se ve que no es por su culpa. No se fatigue por ello en esos das, que es peor, ni se canse por tratar de aquietar y recoger el entendimiento, sino rece como pueda; e incluso no rece, sino como enferma procure dar alivio a su alma haciendo cualquier otra obra de virtud. Esto lo aplico a personas que ya tienen vida de oracin y que han entendido que no pueden hablar con Dios y con el mundo al mismo tiempo. Procuremos, por tanto, estar a solas, para que caigamos en la cuenta de a quin estamos tratando y entendamos lo que nos responde el Seor a nuestras peticiones. Pensis que est callado? Aunque no le omos, bien habla al corazn cuando le pedimos de corazn. Tambin es bueno considerar que cada una de nosotras somos las personas a las que el Seor ense esta oracin y que nos la est enseando ahora, y que est muy cerca de nosotras, y que no tiene necesidad de alzar la voz para que le escuchemos. Esto es lo que quiero que entendis para que podis rezar bien el Padrenuestro: que por nada apartemos la atencin del Maestro que nos la est enseando. Diris que esto es ya meditar, que no podis meditar ni aun lo deseis, sino que tan slo queris rezar vocalmente; de esta forma os comportis como aquellas personas poco mortificadas y muy amigas de que les tengan compasin, que como no estn acostumbradas a recoger el pensamiento al principio de la oracin, y por no cansarse un poco, dicen que no pueden ms y que no saben meditar, sino rezar vocalmente. Ciertamente, tenis razn al decir que esto es ya oracin mental. Mas no s cmo se puede separar la oracin mental de la vocal, pues si queremos rezar bien la oracin vocal tenemos que caer en la cuenta de con quin estamos hablando. Obligacin nuestra es poner la atencin en lo que rezamos. Ruego a Dios, que mediante estos consejos, que lleguemos a rezar bien el Padrenuestro. As lo he comprobado yo, que el mejor remedio que he visto para rezar bien vocalmente, es procurar tener el pensamiento en quien nos ense las oracin. Por eso tened paciencia y procurad acostumbraros a cosa tan necesaria para rezar como buenos cristianos.

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Captulo 25
Lo mucho que gana un alma que reza con perfeccin vocalmente, y cmo acaece levantarla Dios de all a cosas sobrenaturales.
Y porque no pensis se saca poca ganancia de rezar vocalmente con perfeccin, os digo que es muy posible que estando rezando el Padrenuestro u otra oracin vocal, que os ponga el Seor en contemplacin perfecta. Por estas vas muestra Su Majestad que escucha al que le habla y le manifiesta su grandeza, suspendindole el entendimiento y atajndole la imaginacin, tomndole como dicen la palabra de la boca, que aunque quiere no puede hablar si no es con mucha pena. Sin ruido de palabras le ensea este Maestro divino, suspendindole las potencias, porque si las tuviese activas ms le daaran que aprovecharan. Esta almas gozan sin entender cmo gozan. Est el alma abrasndose en amor y no entiende cmo ama. Conoce que goza de lo que ama y no sabe cmo lo goza. Bien entiende que no es gozo que alcanza el entendimiento a desear. La voluntad lo abraza sin entender cmo. Mas si algo entiende es que este bien no se puede merecer por todos los trabajos que se puedan pasar para ganarlo en este mundo. Es un don celestial del Seor. Esta oracin, hijas, es lo que llamamos contemplacin perfecta. Ahora podis entender la diferencia que hay entre ella y la oracin mental, que es lo que queda dicho: pensar y entender qu hablamos y con quin hablamos y quines somos los que osamos hablar con tan gran Seor. Pensar esto y otras cosas semejantes, como lo poco que le hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servirle, es oracin mental. No pensis que es otra cosa distinta, ni os espante el nombre. Rezar el Padrenuestro y el Avemara o lo que quisiereis, es oracin vocal. Fijaos qu mal puede sonar la oracin vocal si no va acompaada de la mental, incluso las palabras no llevarn la entonacin adecuada. En estas dos cosas, oracin mental y vocal, algo podemos hacer nosotros, con el favor de Dios; en la contemplacin, a la que me he referido ahora, nada podemos, sino disponernos con la oracin; Su Majestad es el que todo lo hace, que es obra suya, toda sobrenatural. Ya expliqu muy largamente lo mejor que supe hacer en
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qu consiste esto de la contemplacin en la relacin que escrib sobre mi vida y que me mandaron mis confesores. No lo digo aqu de nuevo, tan slo lo menciono. Las que os sintis dichosas porque el Seor os ha llevado a este estado de contemplacin, os aconsejo que leis estos escritos, porque contienen puntos y avisos que el Seor quiso que acertase a decir, los cuales os consolaran mucho y aprovecharan, tal como les ha parecido a algunos. Mucha vergenza me da deciros que hagis caso de m, y el Seor sabe la confusin que siento al escribiros. Bendito sea l que as se vale de m! Las que tengan oracin sobrenatural, procuren leer estos escritos despus que yo est muerta; las que no, no tienen para qu, tan slo esfurcense en hacer lo que ya he dicho. Djenle al Seor hacer, que es quien lo ha de dar y no os lo negar si no os quedis en el camino y os esforzis peleando como queda dicho hasta llegar hasta el fin.

Captulo 26
La manera y los medios para poder recoger el pensamiento.
Ahora volvamos a nuestra oracin vocal para rezarla como es debido y para que, sin saber cmo, mediante ella recibamos Dios nos conceda sus gracias. Lo primero que debis hacer al comenzarla es examinar vuestra conciencia, reconocer vuestros pecados y santiguaros. Procura luego, hija, ya que ests sola tener compaa (ponerte en presencia de Dios). Pues qu mejor compaa que la del mismo maestro, que te ense la oracin que vas a rezar? Represntate al mismo Seor junto a ti y mira con qu amor y humildad te la est enseando. Y creme, mientras te sea posible no ests sin tan buen amigo. Si te acostumbras a traerle dentro de ti y l ve que lo tratas con amor y que andas procurando contentarle, estar siempre contigo y no te faltar en ningn momento; te ayudar en todos tus trabajos y le tendrs en todas partes: piensas que es poco tener tal amigo al lado? Oh hermanas, las que no podis meditar mucho ni podis mantener el pensamiento sin distraeros!, acostumbraos a esto! S que lo podis hacer, porque yo pas muchos aos en este mismo traba68

jo de no poder sosegar el pensamiento en una cosa, siendo algo tan fundamental. No nos dejar el Seor solos, sin acompaarnos, si se lo pedimos humildemente. Y si en un ao no lo alcanzamos, que sea en ms. No nos duela el tiempo que sea preciso. No tengamos prisa. Esforcmonos por acostumbrarnos a tener dentro a este verdadero Maestro. No os pido ahora que pensis en l ni que saquis muchos conceptos ni que hagis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido ms de que le miris. Pues quin os impide volver los ojos del alma a este Seor, aunque sea un momento si no podis ms? Pues si podis mirar cosas muy feas, no podris mirar la cosa ms hermosa que se puede imaginar? Porque nunca, hijas, quita vuestro Esposo los ojos de vosotras. Os ha sufrido mil cosas feas y abominaciones contra l, las cuales no han bastado para que os deje de mirar, y es mucho que, quitados los ojos de estas cosas exteriores, le miris algunas veces a l? Mirad que no est aguardando otra cosa, como dice a la esposa, sino a que le miris. Como le queris, le hallaris. Tiene en tanto que le volvamos a mirar, que no quedar por parte suya. Y si una mujer que quiere ser buena esposa, ha de mostrarse triste si l est triste, y alegre aunque no lo est si l est alegre (mirad de qu sujecin os habis librado, hermanas), esto en verdad hace el Seor con nosotras: que l se hace el esclavo, y quiere que seas t la seora, y andar l sujeto a tu voluntad. Si ests alegre, mrale resucitado, que con slo imaginar cmo sali del sepulcro te alegrar. Con qu claridad y con qu hermosura sali! Con qu majestad, cun victorioso y qu alegre! Como quien sali de la batalla en la que gan su gran reino, que todo lo quiere para ti, hasta darse l mismo a ti. Pues es pedirte mucho que a quien tanto te da que le vuelvas alguna vez los ojos para mirarle? Si ests con trabajos o triste, mrale camino del huerto: qu afliccin tan grande albergaba su alma! O mrale atado a la columna, lleno de dolores, todas sus carnes hechas pedazos por lo mucho que te ama; tanto padecer, perseguido de unos, escupido de otros, negado de sus amigos, desamparado de ellos, sin nadie que le defienda, helado de fro, sintindose tan slo como te sientes t, que los dos os podis consolar mutuamente. O mrale cargado con la cruz, que no le daban tiempo ni para respirar. l te mira con unos ojos tan hermosos y compasivos, que olvidar sus dolores para consolar los tuyos, con tal de que te vayas a consolar con l y le
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mires un poco. Si te enterneces de verle as, dile que no slo quieres mirarle, sino que gozas conversando con l, no con palabras complicadas, sino con lo que te salen del corazn. Oh Seor del mundo, verdadero Esposo mo! Tan necesitado ests que admites en tu compaa a una persona tan pobre como la ma? Veo en tu semblante que te has consolado conmigo. Pues cmo, Seor, es posible que te dejen solo los ngeles, y que aun tu Padre no te consuele? Si todo lo quieres sufrir por m, qu es esto que yo paso por Ti? De qu me quejo? Me da tanta vergenza, Seor, de verte as, que quiero sufrir todos los trabajos que me vengan y tenerlos por un gran bien por imitarte en algo. Caminemos juntos, Seor. Por donde vayas, yo quiero ir. Por donde pases, quiero pasar. Participa, hija, de aquella cruz. No te importe que te atropellen los judos, para que l no vaya con tanto trabajo. No hagas caso de lo que te digan. Hazte sorda a las murmuraciones. Tropezando y cayendo con tu Esposo, no te apartes de la cruz ni la dejes. Mira el cansancio con que camina y cun grandes son en comparacin sus trabajos con los que t padeces, por grandes que los quieras pintar. Y por mucho que te hagan sufrir, saldrs consolada al ver lo ridculos que son comparados con los del Seor. Os preguntaris, hermanas, que cmo se puede mirarle, que si hubieseis visto al Seor con vuestros propios ojos cuando andaba por este mundo, que de muy buena gana le miraras siempre. No lo creis, que quien ahora no se quiere esforzar un poquito para recogerse y poder mirar dentro de s al Seor (cosa que podis hacer sin peligro), mucho menos se hubiese puesto al pie de la cruz con la Magdalena, arriesgndose a que la maten. Mas cunto deba estar pasando la gloriosa Virgen y esta bendita Santa! Cuntas amenazas, malas palabras, enfrentamientos, y que de barbaridades! Qu gentuza las rodeaba! S, que eran mandados por el infierno, ministros del demonio. Debi ser terrible lo que pasaron. As que no pensis que valdris para los grandes trabajos, si no sois capaces de sufrir las cosas pequeas. Solamente si os ejercitis en stas, podris pasar a otras mayores. Procura ayudarte llevando contigo una imagen o retrato de este Seor que sea de tu gusto; no para no mirarla nunca, sino para hablar muchas veces con l, que l te inspirar que le debes decir. Al
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igual que hablas con otras personas, por qu te han de faltar las palabras para hablar con Dios? No te disculpes alegando razones; al menos yo no te creer; porque el que acostumbra a no tratar con una persona, al final llega a considerarla como una extraa, llegando a no saber qu conversar con ella, pues le parece que apenas la conoce; y esto ocurre aun con los familiares y amigos, porque la familiaridad y la amistad se pierden con la falta de comunicacin. Tambin os puede ayudar el leer un buen libro de oraciones, y de forma gradual ir acostumbrando al alma a recoger el pensamiento con halagos y artificios para no atemorizarla. Pensad que vuestra alma hace muchos aos que se alej de su esposo, y ha de acostumbrarse de nuevo a estar en su casa, que as somos los pecadores. Tenemos tan acostumbrada nuestra alma y pensamiento a andar a su placer o pesar, por mejor decir, que la triste alma no se entiende, que para que vuelva a tomar cario a estar en su casa se necesitan muchas artimaas, y si no lo logramos poco a poco, nunca haremos nada. Y os vuelvo a repetir que si ponis mucho cuidado en acostumbraros a considerar que trais dentro de vuestra alma a este Seor, hablando con l muchas veces, que sacaris tan gran ganancia que no tengo palabras para expresarlo. Poneos cerca de este buen Maestro, muy determinadas a aprender lo que quiera ensearos, y Su Majestad har que salgis buenas discpulas mientras no le dejis. Fijaros las palabras que salen esta boca divina, y ya con las primeras os daris cuenta del amor que os tiene, que no es pequeo bien y satisfaccin del discpulo ver que su maestro le ama.

Captulo 27
El gran amor que nos mostr el Seor en las primeras palabras del Padrenuestro. Lo mucho que importa no hacer ningn caso del linaje familiar a las que de veras quieren ser hijas de Dios.
Padre nuestro que ests en los cielos. Oh Seor mo, cmo pareces Padre de tal Hijo y cmo parece tu Hijo hijo de tal Padre! Bendito seas por siempre! No debera ser al final de la oracin cuando nos hicieses esta merced tan grande? Ya desde el principio nos llenas las manos. Slo estas palabras bastaran para que que71

dsemos tan fascinados que no acertsemos a decir palabra. Qu bien nos vendra aqu el don de la contemplacin perfecta! Cmo de esa manera podra el alma recogerse dentro de s para que este santo Hijo le diese a entender qu cosa es el cielo, el lugar donde est su Padre! Hijo de Dios y Seor mo, cunto nos regalas con las primeras palabras! Llegas a tal extremo de humildad que no slo te haces hermano nuestro, siendo tan bajos y miserables, sino que te pones con nosotros a pedir al Padre. Cmo nos das en nombre de tu Padre todo lo que se puede dar, pues quieres que nos tenga por hijos, pues tu palabra no puede fallar? Le obligas a que la cumpla, que no es pequea carga, pues siendo Padre tendr que estar dispuesto tratarnos como a hijos, por graves que sean nuestras ofensas. Si nos tornamos a l, como el hijo prdigo, nos tendr que perdonar y consolar en nuestros trabajos, y nos tendr que alimentar como debe hacerlo tal Padre, que forzoso es que sea mejor que todos los padres del mundo, porque en l no puede haber sino todo bien cumplido; adems, nos hace participantes de tu gloria y herederos contigo. Seor mo, por el amor que nos tienes y por tu humildad dispuesta a todo, has llegado hasta revestirte de nuestra naturaleza, que pareces que tienes motivos para mirar por nuestro provecho; mas mira que tu Padre est en el cielo; y como T lo has dicho, debes mirar por su honra. Ya que te has ofrecido a ser deshonrado por nosotros, deja a tu Padre libre; no le obligues a tanto por gente tan ruin como yo, que tan mal sabe darle las gracias. Oh buen Jess, qu claramente nos has dicho que eres una cosa con tu Padre, y que tu voluntad es la suya y la suya tuya! Qu confesin tan clara! Qu amor tan grande nos tienes! Has ocultado al demonio que eres Hijo de Dios, y por el gran deseo que tienes de nuestro bien nos lo dices a nosotros. Bien veo, mi Jess, que has hablado como Hijo predilecto, por Ti y por nosotros, y que eres poderoso para que se haga en el cielo lo que dices en la tierra. Bendito seas por siempre, Seor mo, que tan amigo eres de dar, que no se te pone cosa delante. Qu buen maestro es el Seor, pues para disponernos a aprender lo que nos ensea, comienza hacindonos tan gran merced! No os parece razn suficiente para que mientras digamos vocalmente estas palabras, que dejemos de entender con el entendi72

miento, y se deshaga en pedazos nuestro corazn de ver tanto amor? Pues puede haber un hijo en el mundo que no procure saber quin es su padre, sobre todo cuando es tan bueno y de tanta majestad y seoro? Si no lo fuera, comprendera que no quisiramos reconocer que somos sus hijos, porque anda el mundo tal mal que si el padre es de condicin ms baja que la del hijo, que ste siente vergenza de reconocerle por padre. Ruego a Dios que en esta casa nunca se d una cosa de estas, sera un infierno; sino que la que provenga de familia de condicin ms alta, que sea la que hable menos de su padre. Todas habis de ser iguales en esto. Oh Colegio de Cristo, donde quiso el Seor que mandar Pedro, un pescador! Bien saba Su Majestad como habran de discutir en el mundo sobre cul sera el ms alto. Dios os libre de semejantes contiendas, aunque sea de broma. Y cuando algo de esto se d en alguna, pngase pronto remedio, hasta que entienda lo baja y ruin que es. No se conozca aqu otro padre para jactarse de l, si no fuere el Buen Padre que nos da el buen Jess. Y procurad, hijas mas, ser tales que merezcis regalaros en vuestro Padre, y echaros en sus brazos. Ya sabis que no os echar de s, si sois buenas hijas. Pues quin no procurar no perder a tal Padre? Oh, vlgame Dios!, mucho tenemos aqu en qu poder consolarnos, que por no alargarme ms lo dejo a vuestra consideracin. Entre tal Hijo y tal Padre forzado ha de estar el Espritu Santo, para que enamore vuestra voluntad y la inflame en grandsimo amor.

Captulo 28
En que consiste la oracin de recogimiento. Algunos medios para acostumbrarse a ella.
Ahora mirad que dice vuestro Maestro: Que ests en el cielo. Pensis que importa poco saber qu cosa es el cielo y en dnde debis buscar a vuestro sacratsimo Padre? Pues yo os digo que para entendimientos distrados importa mucho, no slo creerlo, sino procurar haberlo experimentado. Porque es una de las cosas que ata mucho el entendimiento y hace recoger el alma. Dios est en todas partes. Donde est el rey, all debe estar la corte. Si donde est Dios es el cielo, donde est Su Majestad all
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est toda la gloria. Pues mirad que dice San Agustn que le buscaba en muchas partes y que le vino a hallar dentro de s mismo. Pensis que importa poco para un alma derramada y distrada entender esta verdad y ver que no necesita tener que ir al cielo para poder hablar con su Padre Eterno, ni para regalarse con l, ni que precisa hablar a gritos? Por muy bajo y suave que hable, est tan cerca que nos oir. Ni el alma necesita de alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de s y no extraarse de tan buen husped; hablarle con gran humildad y pedirle como a padre, contndole todos sus trabajos y suplicndole les ponga remedio, reconociendo no ser digna de ser su hija. No caigis en los encogimientos que tienen algunas personas, que piensan es humildad. Pues no est la humildad en que si el rey os hace una merced en que no la tomis, sino en tomarla y entender cun sobrada os viene y holgaros con ella. Menuda humildad, que tenga yo al Emperador del cielo y de la tierra en mi casa que se viene a ella para regalarse y gozarse conmigo, y que por humildad no le quiera responder ni estarme con l ni tomar lo que me da, sino que le deje slo; y que estando rogndome que le pida, que por humildad me quede pobre, y aun le deje ir, al ver que no acabo de determinarme! Desprenderos, hijas, de estas humildades, y tratadle a l unas veces como a padre, otras como a hermano, como a seor o como a esposo; a veces de una manera, a veces de otra, que l os ensear lo que habis de hacer para contentarle. No seis bobas; tomadle la palabra, que es vuestro Esposo, que os trate como a esposas. Mirad que os va mucho saber esta verdad: que est el Seor dentro de nosotras, y que all nos estemos con l. Con este modo de rezar, aunque sea vocalmente, mucho ms rpidamente se recoge el entendimiento, y es oracin que trae consigo muchos bienes. Se llama recogimiento, porque el alma recoge todas las potencias y se entra dentro de s con su Dios, y viene con ms brevedad a ensearla su divino Maestro y a darla oracin de quietud, que de ninguna otra manera. Porque all metida consigo misma, puede pensar en la Pasin y representar all al Hijo y ofrecrselo al Padre, sin cansarse el entendimiento andando buscndole en el monte Calvario, en el huerto o en la columna. Las que de esta manera pueda encerrarse en este cielo pequeo de nuestra alma, donde est el que hizo el cielo y la tierra, acostumbrndose a no mirar ni a estar donde se distraigan los sentidos
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exteriores, crea que lleva excelente camino y que no dejar de llegar a beber el agua de la fuente. Adelantar mucho en poco tiempo. Es como el que va en una nave, que con un poco de buen viento llega a su destino en pocos das con el favor de Dios, y los que van por tierra tardan ms. Estos, los que saben recogerse, estn ya, como se dice, puestos en la mar; que, aunque del todo no han dejado la tierra, hacen lo que pueden por librarse de ella, recogiendo sus sentidos en s mismos. Si es verdadero el recogimiento claramente se ve, porque produce algn efecto. No s cmo darlo a entender. Quien lo tenga, lo entender. Es como que el alma se hace duea de la situacin, pues sabe lo que son las cosas del mundo. Es como meterse en una fortaleza para no temer los enemigos: un retirarse los sentidos de estas cosas exteriores y dejarlas de tal manera que, sin darse cuenta, se cierran los ojos para no verlas, porque ms se despierte la vista a las cosas del alma. As, quien va por este camino casi siempre que reza tiene los ojos cerrados, y es admirable costumbre para muchas cosas, porque es un hacerse fuerza a no mirar las de ac. Esto al principio, que despus no se precisa; entonces mayor fuerza se tiene que hacer para abrirlos. Es un fortalecerse y esforzarse el alma a costa del cuerpo, dejndolo slo y desflaquecido, disponindose ella para ir contra l. Esto no se entiende al principio, porque no es tan grande el recogimiento, pues hay varios grados, y porque al principio cuesta trabajo, porque el cuerpo exige sus derechos y no se da por vencido. Pero si el alma llega a acostumbrase a andar recogida, si se esfuerza algunos das por recogerse, claramente se ver la ganancia y notar que al empezar a rezar, como las abejas se vienen los sentidos a la colmena y se entran en ella para labrar la miel, y esto sin pretenderlo nosotros. El Seor ha querido que por el tiempo que le han acogido, que merezca estar el alma y la voluntad con este seoro, que con slo hacer una pequea indicacin para recogerse, le obedezcan los sentidos y se recojan en ella. Y aunque despus tornen a salir, es gran cosa haberlos rendido, porque salen como cautivos y esclavos y no hacen el mal que antes solan. Y en cuanto les llama la voluntad, vienen con ms presteza, hasta que despus de muchas entradas de stas quiere el Seor se queden ya del todo en contemplacin perfecta. Por tanto, los que se recogen, caminan por mar; y pues tanto
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nos importa avanzar ms deprisa, hablemos un poco de cmo deberemos acostumbrarnos a tan buen modo de proceder. Estas almas estn ms seguras en las ocasiones; se les pega ms pronto el fuego del amor divino, porque con poquito que soplen con el entendimiento, como estn cerca del mismo fuego, con una centellica que les toque se abrasan del todo. Como lo exterior no la dificulta, el alma se est a solas con su Dios. Aunque esto parezca oscuro, lo entender quien lo quiera poner por obra. Hagamos cuenta que dentro de nosotras existe un palacio majestuoso, hecho de oro y piedras preciosas, como para tal Seor; y que sois responsables de que este edificio est as, como a la verdad lo es, que no hay edificio de tanta hermosura como un alma limpia y llena de virtudes, y conforme mayores, ms resplandecen las piedras; y que en este palacio est este gran Rey, que ha tenido por bien ser vuestro Padre; y que est en un trono de grandsimo precio, que es vuestro corazn. Tal vez os parezca poco oportuna esta ficcin para droslo a entender, pero creo que os puede ayudar mucho, en especial a vosotras; porque, como las mujeres no tenemos muchos estudios, todo esto es menester para que entendamos que en verdad hay una cosa sin comparacin mucho ms preciosa dentro de nuestras almas que lo que vemos al exterior. No pensemos que estamos huecas por dentro. Tengo por imposible que si tuvisemos el cuidado de acordarnos que tenemos tal husped dentro de nuestra alma, que no nos daramos tanto a las cosas del mundo, porque veramos cun bajas son en comparacin con las que poseemos dentro. Pues, actuamos como las alimaas, que en cuanto ven una presa agradable a la vista, hartan su hambre con ella. Reros de m si queris, si pensis que bien claro est, y os doy la razn; porque para m se me hizo oscuro de entender algn tiempo. Bien entenda que tena alma; mas lo que mereca esta alma y quin estaba dentro de ella, no lo entenda, porque no cerraba mis ojos a las vanidades del mundo para poder verlo. Si entonces hubiese entendido que en este palacio pequeito de mi alma cabe tan gran Rey, no le hubiese dejado slo tantas veces, alguna me habra quedado con l, y ms habra procurado que la casa no estuviese tan sucia. Mas qu cosa ms admirable, quien es capaz de llenar mil mundos y muchos ms con su grandeza, que haya querido encerrarse en una cosa tan pequea! As quiso caber en el vientre de su sacratsima Madre. A la verdad, como es Seor, consigo trae la
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libertad, y como nos ama, se hace a nuestra medida. Cuando un alma comienza a recogerse, el Seor al principio no se da a conocer, por no alborotarla de verse tan pequea teniendo en s cosa tan grande, hasta que la va preparando poco a poco, conforme a lo que es menester para lo que ha de poner en ella. Por esto digo que trae consigo la libertad, pues tiene el poder de hacer grande este palacio. La clave est en que se lo demos por suyo con toda determinacin, y que lo vaciemos de huspedes para que pueda poner y quitar como en casa propia. No se lo neguemos a su Su Majestad. Aun ac nos da pesadumbre tener huspedes en casa, cuando no podemos decirles que se vayan. Y como l no va a forzar nuestra voluntad, toma lo que le damos, mas no se da a S del todo hasta que nos damos del todo. Esto es cosa cierta y, porque importa tanto, os lo recuerdo tantas veces. No obra en el alma hasta que no ve que es suya del todo, sin impedimentos. Pues si tenemos el palacio lleno de gente vulgar y de baratijas, cmo va a caber el Seor con su corte? Harto hace con estar un poquito entre tanto sobresalto. Pensis, hijas, que viene slo? No veis que dice su Hijo: que ests en el cielo?. Pues a un Rey as, ciertamente que no le dejan slo los cortesanos, sino que estn con l rogndole por nosotros para nuestro provecho, porque estn llenos de caridad. No pensis que es como ac, que si un seor o prelado favorece a alguno por algn motivo o porque quiere, luego surgen las envidias y es malvisto el pobre agraciado sin haberles hecho nada.

Captulo 29
Otros medios para procurar esta oracin de recogimiento. Lo poco que nos debe importar el ser favorecidas de los prelados.
Huid, por amor de Dios, hijas, de tener en algo estos favores. Procure cada una hacer lo que debe, que si el prelado no se lo agradece, segura puede estar de que se lo pagar y agradecer el Seor. S, que no venimos aqu a buscar premio en esta vida. Siempre tengamos el pensamiento en lo que dura, y de lo de ac ningn caso hagamos, que aun para lo que se vive no es durable; que si hoy se lleva bien con una; maana, si ve una virtud ms en
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la otra, se llevar mejor con ella, y si no, poco va en ello. No deis lugar a estos pensamientos, que a las veces comienzan por poco y os pueden desasosegar mucho, sino atajadlos pensando que en este mundo no est vuestro reino y cun pronto tiene todo fin. Mas aun esto es un mal remedio, y no indica mucha perfeccin. Lo mejor es que sigis siendo menospreciada, desfavorecida y abatida, y lo quieras estar por el Seor que est contigo. Entonces pon los ojos en ti y mrate interiormente; encontrars a tu Maestro, que no te faltar, antes cuanto menos consolacin exterior, ms regalos te har. Es muy compasivo, y a personas afligidas y desfavorecidas jams falta, si confan en l slo. As lo dice David, que nunca vio al justo desamparado y que est el Seor con los afligidos. O creis esto o no. Si lo creis, por qu os matis? Oh Seor mo, que si de veras te conocisemos, no se nos dara nada de nada, porque das mucho a los que de veras se confan en Ti! Creed, amigas, que es gran cosa entender esta verdad, que los favores de ac todos son mentira, cuando desvan algo el alma para estar dentro de s. Pues tornando a la oracin de recogimiento, os quiero dar a entender cmo el alma que quiera puede entrarse en este paraso con su Dios, cerrar la puerta tras de s a todo lo del mundo, estando a solas con su Esposo, sin que nada se lo impida. Digo quiera, porque entended que esto no es cosa sobrenatural, sino que est en nuestro querer y que podemos nosotros hacerlo con el favor de Dios, que sin l no se puede nada, ni incluso tener un buen pensamiento. Porque esto no significa silencio de las potencias; sino encerramiento de ellas dentro de s. Se puede adquirir esto de muchas maneras, como est escrito en algunos libros que tratan de la oracin mental. Como yo no pretendo tanto, sino tan slo ensear a rezar bien la oracin vocal, no tengo para qu alargarme. Lo nico que pretendo es que miremos y estemos con quien hablamos, sin darle la espalda, que no me parece otra cosa estar hablando con Dios y pensar a la vez en mil vanidades. Y viene todo el dao de no entender en verdad que est cerca, sino imaginndole lejos. Y cun lejos si le vamos a buscar al cielo! Y por qu no te miramos, Seor, si estas tan cerca de nosotros? No parece que nos escuchan los hombres cuando les hablamos, mientras no vemos que nos miran, y cerramos los ojos para no mirar que nos miras T? Cmo vamos a entender que has escuchado lo que te decimos si no te miramos?
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Desembaracmonos de todo para llegarnos interiormente a Dios, y aun en las mismas ocupaciones retirmonos a nosotros mismos. Aunque sea por un momento slo, es muy provechoso para recordar que tengo al Seor que me acompaa dentro de m. En fin, debemos irnos acostumbrando a gustar de que no necesitamos dar voces para hablarle, porque Su Majestad se dar a sentir que est dentro de nosotros. De esta suerte rezaremos con mucho sosiego las oraciones vocales, y nos ahorraremos trabajo. Porque al poco tiempo de estar esforzndonos por estarnos cerca de este Seor, nos entender por seas, de manera que si debamos rezar muchas veces el Padrenuestro, nos entender con la primera vez. Es muy amigo de quitarnos de trabajo. Aunque en una hora no se lo digamos ms de una vez, como entendamos estamos con l y lo que le pedimos, y la gana que tiene de darnos y cun de buena gana se est con nosotros, nos daremos cuenta que no le gusta que nos quebremos las cabezas hablndole mucho. Por eso, hermanas, por amor del Seor, acostumbraros a rezar con este recogimiento el Padrenuestro y veris la ganancia en poco tiempo. Porque tal modo de orar os habituar rpidamente a no andar con el alma perdida y las potencias alborotadas. Slo os ruego que lo probis, aunque os exija algn trabajo al principio. Mas yo os aseguro que no pasado mucho tiempo os ser de gran consuelo el comprobar cun fcilmente podris encontrar sin cansaros a este santo Padre a quien peds, hallndole dentro de vosotras mismas. El Seor os lo ensee, que de m os confieso que nunca supe qu cosa era rezar con satisfaccin hasta que el Seor me ense este modo. Y siempre he hallado tantas ventajas en esta costumbre de recogerme dentro de m, que por eso me he alargado tanto. Concluyo diciendo que quien quiera adquirir esta forma de orar pues est en nuestra mano, que no se canse de intentarlo. As ir poco a poco enseorendose de s misma, sin derramarse ni perderse intilmente al exterior; aprovechndose de los propios sentidos para lo interior. Cuando tenga que hablar, procurare acordarme de que hay Alguien con quien puedo hablar dentro de m. Si oigo alguna cosa, recordar que debo de or a quien ms cerca me habla. En fin, caigamos en la cuenta que podemos, si queremos, vivir siempre con tan buena compaa. Nos tendra que doler el haber dejado mucho tiempo solo a nuestro Padre, por lo necesitadas que estamos de l. Si puede, hblele muchas veces a lo largo del
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da. Acostmbrese a ello y saldr con ganancia, ms presto o ms tarde. Despus que esta gracia le halla concedido el Seor, no la cambiar por ningn tesoro. Puesto que nada se aprende sin un poco de trabajo, por amor de Dios, hermanas, dad por bien empleado el tiempo y esfuerzo que en esto gastis. Yo s que si lo intentis, en un ao y quizs en medio, saldris con ello, con el favor de Dios. Mirad qu es poco tiempo para tan grande ganancia, que es poner unos buenos cimientos para que si quisiere el Seor levantaros a ms grandes cosas, que os encuentre preparada, hallndoos cerca de s. Ruego a Su Majestad no consienta que nos apartemos de su presencia, amn. Ahora entendamos cmo prosigue la oracin nuestro buen Maestro, cmo comienza a pedir a su santo Padre para nosotros, y qu pide, que bueno es que lo entendamos.

Captulo 30
Lo que importa entender lo que se pide en la oracin. Las palabras del Padrenuestro: Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino. Cmo se pueden aplicar estas palabras para tener oracin de quietud.
Quin hay, por insensato que parezca, que cuando tiene que pedir algo a una persona importante, que no lleve pensado cmo lo ha de pedir para contentarle y no serle desabrido, qu es lo que le ha de pedir, y para qu necesita lo quiere pedirle? As nos ensea que pidamos nuestro buen Jess, cosa que me parece que es de notar, pues bien podra haberlo resumido con una palabra diciendo: dadnos, Padre, lo que nos conviene, ya que a quien tan bien lo entiende todo, no parece era menester decirle ms. Oh Sabidura eterna! Entre T y tu Padre esto bastaba, como as lo pediste en el huerto; mostraste tu voluntad y tu temor, y te abandonaste a su voluntad. Mas T nos conoces, Seor, y sabes que no estamos tan rendidos como lo estabas T a la voluntad de tu Padre, y que necesitamos pedir cosas concretas para que nos paremos a mirar si es bueno lo que pedimos, y si no, que no lo pidamos. Porque somos de tal manera que si no nos dan lo que queremos, con esta libertad que tenemos, no aceptamos lo que el Se80

or nos quiere dar, aunque sea lo que ms nos conviene. Como no vemos ventajas inmediatas no creemos que nos aprovechar. Por eso nos viene bien que entendamos lo que pedimos en el Padrenuestro, para que si el Padre Eterno nos lo da, no lo rechacemos, y para que pensemos muy bien si nos viene bien, y si no, no se lo pidamos. Pidmosle que nos ilumine, pues estamos ciegos y sentimos hasto para comer los manjares que nos han de dar vida, y en vez de ello comemos los que nos han de llevar a la muerte eterna. Jess nos ensea que pidamos: Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino. Qu gran sabidura la de nuestro Maestro! l bien saba lo poquito que podemos y que no podramos santificar ni alabar ni glorificar como se debe este nombre santo del Padre Eterno, si no nos daba su reino. De ah que juntara una cosa junto a la otra, para que entendamos lo que pedimos, y lo que nos importa importunar para alcanzarlo, haciendo cuanto est de nuestra parte para contentar a quien nos lo tiene que dar. Una de mayores satisfacciones del cielo a m parecer es el sosiego y la paz perpetua que all se experimenta, la alegra de ver la alegra de todos, el ver como todos a una santifican y alaban al Seor y bendicen su nombre y que nadie le ofende. Todos le aman, y nadie entiende otra cosa que amar al Seor, ni puede dejarle de amar, porque le conoce. Y as le amaramos ac, aunque no con tanta perfeccin, si le conocisemos ms. Pues tan alta peticin nos manda pedir, a buen seguro que no nos pide que pidamos cosas imposibles. Peregrinamos por esta vida navegando en medio de tempestades. Y a algunas almas que sienten el cansancio de la navegacin, las pone el Seor en algunos momentos en tal sosiego de las potencias y quietud del alma, que parece les est dando a entender algo de lo que gozaremos en su reino, para que tengamos gran esperanza de ir a gozar perpetuamente lo que ac les da a sorbos. Este es el principio de la contemplacin, la llamada oracin de quietud. Y a muchas personas, con slo rezar oraciones vocales, las puede levantar Dios, sin entender ellas cmo, a subida contemplacin. As, conozco una monja que nunca pudo tener oracin sino vocal, y asida a sta lo tena todo. Y si no rezaba, andaba su entendimiento tan perdido que no lo poda sufrir. Rezando el Padrenuestro en honor de las veces que el Seor derram su sangre se esta81

ba dos o tres horas. Vino una vez a m muy afligida, porque no saba tener oracin mental ni poda contemplar, sino tan slo rezar vocalmente. Le pregunt qu rezaba; y vi que, asida al Padrenuestro, tena pura contemplacin y la levantaba el Seor a juntarla consigo en oracin de unin; y por sus obras claramente se poda vislumbrar que poda recibir tan grandes mercedes, porque haba gastado su vida harto bien y religiosamente. Al verla as, alab al Seor y la tuve envidia por su oracin vocal. Por esto pongo tanto empeo, hijas, en que recis bien las oraciones vocales. Si esto es verdad como lo es, no pensis los que os sents incapaces de ser contemplativos que estis libres de serlo. Podis llegar a serlo con slo rezar las oraciones vocales como se deben rezar, si obris con limpia conciencia.

Captulo 31
En qu consiste la oracin de quietud. Algunos avisos para los que la tienen.
Ahora os quiero explicar en qu consiste esta oracin de quietud, donde el Seor nos da a entender que oye nuestra peticin y comienza a darnos ya aqu su reino, para que de veras alabemos y santifiquemos su nombre y procuremos lo hagan todos. Es una cosa sobrenatural y que no la podemos procurar por mucho que nos esforcemos. Porque es un ponerse el alma en paz, o por mejor decir, que la pone el Seor con su presencia, como hizo al justo Simen, porque todas las potencias se sosiegan. Entiende el alma de una manera que no se puede explicar, que est junto a Dios, que no le falta ms que un poquito para llegar a estar unida y hecha una misma cosa con l. Esto lo entiende no porque lo vea con los ojos del cuerpo ni con los del alma. Tampoco vea el justo Simen en el nio, tal como iba vestido y viendo a los que le acompaaban, ms que a un hijo de gente pobre; mas se lo dio a entender el mismo glorioso Nio, que era el Hijo del Padre celestial. Y as lo entiende el alma en la oracin de quietud, aunque no con tanta claridad, porque no sabe explicarlo; ms se ve en el reino, cerca del Rey que se le quiere entregar, y el alma le rinde homenaje sin atreverse a pedirle nada. Es como un quedar la persona como muerta interior y exteriormente, sin querer moverse en lo ms mnimo. Algo
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parecido a como cuando un caminante, casi al final de su viaje, hace un pequeo descanso para poder recuperar las fuerzas y volver a caminar. Siente un grandsimo deleite en el cuerpo y una gran satisfaccin en el alma. Est tan contenta de verse muy cerquita de la fuente, que aun sin haber bebido del agua se siente saciada. No le parece que se pueda desear ms. Todo parece le estorba para poder amar. El entendimiento y la memoria no quieren moverse, aunque no estn ausentes, porque se dan cuenta cerca de con quin estn, y las dos potencias permanecen libres. La voluntad es aqu la cautiva, y si alguna pena le da es el ver que ha de tornar a tener libertad. El entendimiento y la memoria no quieren entender ms que una cosa, y que slo sta cosa es necesaria y todas las dems la turban. No se atreve a menear su cuerpo, porque le parece que le podra hacer perder la paz de que goza. El hablar le resulta penoso; con decir Padre nuestro una vez, se le pasa una hora. Est en el palacio tan cerquita del Rey, que con seas se entiende con l. Percibe que ya aqu le ha empezado a dar su reino. No parece que est en el mundo, no quiere mirar ni escuchar ms que a su Dios. No le da pena nada. En fin, mientras dura, con la satisfaccin y deleite que en s tiene, est tan embebida y absorta, que considera que nada ms se puede desear, y de buena gana dira con San Pedro: Seor, hagamos aqu tres moradas. En esta oracin de quietud algunas veces hace Dios otra merced, bien dificultosa de entender para la que no tenga gran experiencia; mas la que la tenga lo entender. Os dar gran consolacin saber en qu consiste, pues creo que Dios muchas veces concede esta merced junto con la otra. Cuando es grande y dura mucho tiempo esta quietud, me parece a m que si la voluntad no estuviese asida a algo, que no podra durar tanto en aquella paz; porque acaece el alma andar un da o dos con este gozo y se da cuenta de que no est entera en lo que hace, sino que le falta lo mejor, que es la voluntad, la cual est unida con su Dios y que deja las otras potencias libres para que se ocupen en las cosas de su servicio. Entonces el alma se siente muy apta para tratar con Dios, mientras que se siente torpe y como embotada para ocuparse de las cosas del mundo. Es una gran merced sta la que el Seor le hace, porque aqu la vida activa y contemplativa se juntan. Del todo sirve entonces al Seor; porque la voluntad se aplica a su obra sin saber cmo obra , y a la vez a la contemplacin; las otras dos potencias el en83

tendimiento y la memoria sirven en las ocupaciones de Marta; as que Marta y Mara andan juntas. Conozco a una persona a la que el Seor la pona en este estado muchas veces, y que no lograba entender lo que la pasaba; se lo pregunt a un gran contemplativo [San Francisco de Borja], y le dijo que era muy posible que fuese algo sobrenatural, que a l tambin le sola pasar. El alma est tan satisfecha en esta oracin de quietud, que la voluntad de continuo est unida al Seor, pues es lo nico que la puede satisfacer. Me gustara dar aqu algunos avisos para aquellas hermanas a las que el Seor, por su bondad, ha llevado hasta aqu, que s que son algunas. El primero es que como se ven en aquel contento y no saben cmo les vino, y lo nico que saben es que no lo pueden alcanzar por s mismas, les viene esta tentacin: que les parece podrn evitar que se les escape, por lo que no se atreven ni a respirar. Lo cual es una tontera, porque as como no podemos hacer que amanezca, tampoco podemos hacer que deje de anochecer. No es ya obra nuestra, que es sobrenatural. Ya que nada podemos hacer para adquirirla o para evitar que se nos vaya, recibamos este don reconocindonos muy indignos de merecerlo, y dmosle gracias, y esto no con muchas palabras, sino con un alzar los ojos como el publicano. Bueno es procurar ms soledad para dejar al Seor que obre como en cosa suya; y a lo ms, decir suavemente una palabra de rato en rato, como quien sopla a una vela cuando ve que est a punto de apagarse, para tornarla a encender; mas si ve que la vela est ardiendo, el soplo no sirve sino para apagarla. Suave ha de ser el soplo, para que el entendimiento no se ocupe en componer muchas palabras y no interfiera con la voluntad. Y notad mucho el siguiente aviso, porque os veris muchas veces que no os podis valer con estas dos potencias: el entendimiento y la memoria. Acaece estar el alma con grandsima quietud, y andar el entendimiento tan disperso, que no parece que ocurre en su casa aquello que pasa; y as le parece entonces que no est sino como en casa ajena alojada como husped y buscando otras posadas en donde residir, que aqulla no le contenta, porque sabe poco estar en un ser. A lo mejor slo me pasa a m, y no les pasa a otras. De lo que me pasa hablo, que algunas veces deseo morirme, porque no puedo remediar esta dispersin del entendimiento. Otras
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veces parece hace asiento en su casa y acompaa a la voluntad, y cuando todas tres potencias se anan, es una gloria. Es como dos esposos, que si se aman, el uno quiere lo que quiere el otro; mas si el marido es un mal esposo, gran desasosiego da a su mujer. As que la voluntad, cuando se vea en esta quietud, no haga caso del entendimiento, trtelo como si fuese un loco; porque si le quiere traer consigo, forzado se ha de ocupar e inquietar en algo, todo ser trabajar y no ganar ms, sino perder lo que le da el Seor sin ningn trabajo suyo. Y advertid esta comparacin, que me parece cuadra mucho con lo que os digo: est el alma como un nio que mama en los pechos de su madre, y ella, sin que l succione, le echa la leche en la boca para regalarle. As es ac, que sin trabajo del entendimiento est amando la voluntad, y quiere el Seor que, sin pensarlo, entienda que est con l y que slo trague la leche que Su Majestad le pone en la boca y goce de aquella suavidad; que conozca le est el Seor haciendo aquella merced y se goce de gozarla; mas no la deja entender cmo la goza y qu es lo que goza, sino que se descuide entonces de s, que quien est cerca de l no se descuidar de ver lo que le conviene. Porque si la voluntad va a pelear con el entendimiento para darle parte trayndole consigo, no puede con todo; forzado se ver a dejar caer la leche de la boca y perder aquel alimento divino. En esto se diferencia de la oracin de unin: porque en sta ltima ni siquiera traga el alimento; dentro de s, sin entender cmo, lo pone el Seor. En la oracin de quietud, en cambio, parece que quiere trabaje un poquito, aunque con tanto descanso que casi no se siente. Quien la atormenta es el entendimiento; lo que no ocurre en la oracin de unin, porque las tres potencias suspende el que las cre; porque con el gozo que da, todas las ocupa sin saber ellas cmo ni poderlo entender. La oracin de quietud es, por tanto, un contento quieto y grande de la voluntad que no se puede explicar, muy diferente a los contentos de ac, pues no se puede llegar a sentir aunque el alma disfrute de todos los placeres de este mundo. Es una satisfaccin en lo interior de la voluntad, a diferencia de los otros contentos de la vida, los cuales se gozan en lo exterior de la misma, como en la corteza de ella, podramos decir. Cuando llegue a estar en tan subido grado de oracin, totalmente sobrenatural, si ve que el entendimiento imaginacin o pensamiento se ocupa de los mayores
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desatinos del mundo, considrele un necio y no le haga caso, y estese en su quietud, mientras l vaya de un sitio a otro. Como aqu es seora y poderosa la voluntad, ella os lo traer sin que tengis que trabajar en ello; mientras que si quiere a fuerza de brazos traerlo, perder la fortaleza que tiene (la cual le viene de comer y admitir aquel divino alimento), no podr contra l y ni ninguno de los dos ganarn nada, sino perdern ambos. Dicen que el que mucho aprieta, lo pierde todo; as me parece es tambin aqu. Todo esto le parecer muy oscuro al que no tenga experiencia. Mas al que la tenga, por poca que sea, lo entender y se podr aprovechar de estos avisos. Puesta el alma en esta oracin de quietud, ya parece le ha escuchado el Padre Eterno su peticin de darle ac su reino. Oh dichosa peticin, en la que tanto pedimos sin entender! Dichosa manera de pedir! Por eso quiero yo, hermanas, que nos fijemos en cmo rezamos esta oracin del Padrenuestro y todas las otras oraciones vocales. Porque si nos hace Dios esta merced, estaremos desprendidas de las cosas del mundo; porque entrando en el alma el Seor, todo lo echa fuera. No digo que todos los que la tengan, que por fuerza han de estar desasidos de todo el mundo; al menos querra que consideren lo que les falta y se humillen y procuren irse desasiendo del todo. El que Dios le d tal don al alma (ponerle su reino del cielo dentro de s), es seal que la quiere para mucho, y si no es por su culpa, adelantar mucho. Mas si el Seor ve que el alma se torna a las cosas de la tierra, no slo no le mostrar los secretos que hay en su reino, mas sern pocas veces las que le haga este favor, y por breve tiempo. Debido a esto, no hay muchas ms personas espirituales. A los que no responden en el servicio conforme a lo que exige tan gran merced, el Seor se la retira, y deja que la voluntad, que ya tena por suya, la ponga otra vez en las cosas bajas. Pero no del todo le retira lo dado cuando la persona vive con limpia conciencia. Mas hay personas y yo he sido una de ellas, a las que el Seor muestra su cario, les da inspiraciones santas y luz de lo que es todo, y a pesar de darles su reino y ponerles en esta oracin de quietud, ellas continan hacindose las sordas. Porque son muy amigas de hablar y de rezar deprisa muchas oraciones vocales queriendo acabar su tarea, las que tienen prescritas rezar cada da,
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y aunque les ponga el Seor su reino en las manos, no lo aceptan; sino que ellas con su forma de rezar piensan que obran mejor, y se incapacitan para tener oracin de quietud. No actuis as, hermanas, sino estad atentas a si el Seor os hace esta merced. Mirad que perdis un gran tesoro y que hacis mucho ms con una palabra rezando de cuando en cuando un Padrenuestro, que con rezarlo muchas veces deprisa. Si estis muy cerca del Seor, no os dejar de or. Creed que esto es verdaderamente alabar y santificar su nombre.

Captulo 32
Las palabras del Padrenuestro: "Hgase tu voluntad as en la tierra como en el cielo". Lo mucho que importa decir estas palabras con toda determinacin, y cun bien lo paga el Seor.
Ahora que nuestro buen Maestro nos ha pedido y enseado a pedir cosa de tanto valor, que encierra en s todas las cosas que ac podamos desear, y nos ha hecho la gran merced de hacernos hermanos suyos, veamos qu quiere que demos a su Padre y qu le ofrece por nosotros y qu es lo que nos pide; que razn es que le sirvamos con algo por tan grandes mercedes. Oh buen Jess, que tan poco nos exiges en comparacin con lo que pides para nosotros! Todo lo que nos pides es nada comparado con lo que debemos a tan gran Seor. Ms cierto es, Seor mo, que no es poco hacer todo lo que podemos y darte nuestra voluntad de verdad como lo decimos. "Hgase tu voluntad, y as como se hace en el cielo, as se haga en la tierra". Bien hiciste, nuestro buen Maestro, de pedir la peticin pasada para que podamos cumplirla. Porque, cierto, Seor, si as no fuera, imposible me parece que la cumplamos. Mas haciendo tu Padre lo que T le pides de darnos ac su reino, yo s que podremos hacer lo que nos pides; porque hecha la tierra cielo, bien posible es que se haga en m tu voluntad. Mas sin esto, y en tierra tan ruin como la ma y tan sin fruto, no s, Seor, cmo sera posible. Es gran cosa lo que nos dais. Cuando pienso en esto, me acuerdo de aquellas personas pusi87

lmines que no se atreven a pedir trabajos al Seor porque piensan que luego se los ha de dar. No me refiero a los que lo hacen por humildad, que les parece que no sern capaces de sufrirlos; aunque tengo para m que quien les da el deseo para pedir este medio tan spero para que le demostremos nuestro amor, les dar las fuerzas para sufrirlos. Querra preguntar a los que no piden trabajos, por miedo a que se los conceda, lo que estn diciendo cuando suplican al Seor que cumpla su voluntad en ellos, o es que lo dicen por decir lo que dicen todos, mas no para hacerlo. Esto, hermanas, no est bien. Mirad cmo el buen Jess hace aqu las funciones de embajador nuestro, intercediendo entre nosotros y su Padre, y lo mucho que le ha costado; y no es razn que lo que ofrece por nosotros lo dejemos de hacer de verdad, y sino, no lo digamos. Mirad que su voluntad se ha de cumplir, queramos o no, y se ha de hacer su voluntad en el cielo y en la tierra; si esto es as, haced de la necesidad virtud. Oh Seor mo, qu gran regalo es ste para m, que no dejas de querer que una tan ruin como yo que cumpla tu voluntad! Bendito y alabado seas por siempre. Glorificado sea tu nombre. Buena estara yo, Seor, si estuviera en mis manos el cumplirse tu voluntad o no! Ahora la ma os doy libremente, aunque no vaya libre de inters; porque ya tengo probado, y tengo gran experiencia de ello, la ganancia que es dejar libremente mi voluntad en la tuya. Oh amigas, qu gran ganancia hay aqu! Y qu gran prdida si no cumplimos lo que decimos al Seor en el Padrenuestro en esto que le ofrecemos! Antes que os diga lo que se gana, os quiero declarar lo mucho que ofrecis, no os llamis despus a engao y digis que no lo entendisteis. No seamos como algunas religiosas que no hacen sino prometer, y como no cumplen nada, se justifican diciendo que cuando hicieron profesin que no entendieron lo que prometan. Porque decir que dejamos nuestra voluntad en otra parece muy fcil, pero dificultoso de obrar, hasta que en la prueba entendemos que es la cosa ms recia que se puede hacer, si se cumple como se ha de cumplir. Hacedlo as entender a las que ac hagan profesin, mediante largas pruebas, no piensen que han de ser slo palabras, sino obras tambin. Mas no todas las veces nos llevan con rigor los prelados porque nos ven flacos; y otras veces, a los flacos y fuertes los tratan igual. Ac no es as, que sabe el Seor lo que puede sufrir cada uno, y al que ve con fuerzas para ello, no se detiene en cumplir en l su voluntad.
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As, quiero que entendis a qu os comprometis cuando prometis algo, y lo que ofrece por vosotras el buen Jess al Padre y lo que le dais vosotras cuando decs que se cumpla su voluntad en vosotras, que no es otra cosa. Os dir cul es su voluntad. No tengis miedo, que no os ha de dar riquezas, ni deleites, ni buena fama, ni todas las cosas que aprecian los de ac; no os quiere tan poco, y tiene en mucho lo que le dais y os lo quiere pagar bien, pues os da su reino aun en esta vida. Queris ver cmo se comporta con los que de veras le dicen esto? Preguntdselo a su Hijo glorioso, que tambin le dio su voluntad cuando estaba en la oracin del Huerto. Conforme se la dio con todas su determinacin, mirad si la cumpli bien en l en lo que le dio de trabajos y dolores e injurias y persecuciones; en fin, hasta acabar la vida con muerte de cruz. Pues veis aqu, hijas, a quien ms amaba lo que le dio; por donde se entiende cul es su voluntad. As que stos son sus dones en este mundo. Da conforme al amor que nos tiene: a los que ama ms, ms da de estos dones; a los que menos, menos, y conforme al nimo que ve en cada uno y el amor que tiene a Su Majestad. A quien le ame mucho, ver que puede padecer mucho por l; al que ame poco, poco. Tengo para m que la medida del poder llevar gran cruz o pequea es la del amor. As que, hermanas, si realmente amis, procurad no sean palabras de cumplimiento las que decs a tan gran Seor, sino esforzaros por pasar lo que Su Majestad quisiere. Porque darle la voluntad de otra manera, es como mostrarle la joya que le queris dar rogndole que la tome, y cuando extiende la mano para tomarla, la volvis a guardar. Esto es burlarse de nuevo de quien tantas burlas ha sufrido por nosotros. No nos burlemos ms, pues tantas veces lo hemos hecho cuando se lo decimos en el Padrenuestro. Dmosle ya de una vez la joya del todo, despus de hacrsela ofrecido ya tantas veces. Todo lo que he pretendido deciros en este libro est dirigido a que nos demos del todo al Creador dejando nuestra voluntad en la suya, y a que nos desatemos de las criaturas. Mucho importa esto. Por eso nos ense nuestro buen Maestro estas palabras del Padrenuestro, pues sabe lo mucho que podemos ganar haciendo este servicio a su Eterno Padre: disponernos para con la mayor brevedad acabar de andar el camino y poder beber del agua viva. Porque hasta que no demos nuestra voluntad del todo al Seor para que haga en todo lo que le plazca, nunca dejar que bebamos de ella.
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Esta es la contemplacin perfecta que me habis pedido que os hable. No necesitamos ms, porque todo lo dems estorba e impide el decir "fiat voluntas tua". Cmplase, Seor, en m, tu voluntad de todos los modos y maneras que quieras. Si queris con trabajos, dame esfuerzo y vengan ellos; si persecuciones, enfermedades, deshonras y necesidades, aqu estoy, no volver el rostro, Padre mo, ni es razn vuelva las espaldas. Pues tu Hijo dio en nombre de todos esta mi voluntad, no es razn que falte de mi parte; sino hazme la merced de darme tu reino para que yo lo pueda hacer, pues l me lo pidi, y dispn de m conforme a tu voluntad. Oh hermanas mas, qu fuerza tiene esta merced! No es para menos, traer al Todopoderoso a ser uno con nuestra bajeza, transformarnos en l, uniendo al Creador con la criatura. Mirad lo bien que os paga vuestra determinacin y el buen Maestro que tenis, pues bien sabe la manera como se gana la voluntad de su Padre, y cmo hemos de servirle. Y mientras ms demostramos por las obras que no son meras palabras de cumplimiento, ms nos llega el Seor a s y nos levanta de todas las cosas de ac y de nosotros mismos para disponernos a recibir mayores gracias. No contento con unir al alma consigo, se regala con ella, le descubre sus secretos, se holga de que entienda lo que ha ganado y que conozca algo de lo que le va a dar. Para ello le va haciendo perder estos sentidos exteriores, para que no la ocupen en nada. Esto es arrobamiento. Y comienza a tratar el Seor con tanta amistad con el alma, que no slo le devuelve su voluntad, mas le da la suya con ella; porque se goza el Seor, ya que son tan amigos, que mande a veces el alma y cumpla l lo que ella le pide (al igual que ella hace lo que l la manda), y mucho mejor, porque es poderoso y puede cuanto quiere y no deja de querer. La pobre alma, aunque quiera nada puede si antes no se lo dan. Y sta es su mayor riqueza: quedar mientras ms sirve, ms endeudada, y muchas veces fatigada de verse sujeta a tantos inconvenientes y embarazos y ataduras por estar en la crcel de este cuerpo, porque querra pagar algo de lo que debe. Y es harto boba de fatigarse; porque aunque haga lo que est en s, qu podemos pagar los que no tenemos para dar si no lo que recibimos? Tan slo reconocer que no podemos nada, y dar nuestra voluntad del todo. Todo lo dems la embaraza y hace dao y ningn provecho, porque slo la humildad es la que puede hacer algo, humildad real y no puramente terica, que conoce en un momento lo nada que somos y
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lo grande que es Dios, y que no se puede alcanzar por mucho que meditemos. No pensis que por vuestra fuerza o diligencia llegaris hasta aqu, que es intil; sino sencillamente decir con humildad: "fiat voluntas tua". La humildad es la que lo alcanza todo.

Captulo 33
La gran necesidad que tenemos de que el Seor nos conceda lo que pedimos en estas palabras del Padrenuestro: "Danos hoy nuestro pan de cada da"
El buen Jess ya saba lo dificultoso que nos resultara cumplir lo que ofrece con nosotros: hacer la voluntad de Dios. Conoca nuestra miseria y que fcilmente nos justificaramos diciendo que no sabemos cul es Su voluntad. As, si se le dice a un rico que es la voluntad de Dios que modere sus gastos y comparta parte de sus bienes con los que se mueren de hambre, sacar mil razones para no hacerlo y seguir su propio inters. Si se le dice a un murmurador que es voluntad de Dios que debe querer tanto su prjimo como a s mismo, difcilmente lo admitir y lo entender. Y qu difcil es que entienda un religioso, a quien se le advierte la vida regalada que lleva, que tiene que dar ejemplo y no slo de palabra, que tiene que cumplir los votos que ha jurado y prometido, y no dar escndalo; que ha prometido pobreza y que debe guardarla sin rodeos, que esto es lo que el Seor quiere. El Seor saba todo esto, saba de nuestra flaqueza y que necesitaramos una ayuda para cumplir lo que prometemos dar. Y l sabe tambin cuanto nos conviene dar nuestra voluntad, pues en ello est toda nuestra ganancia. Por eso pidi para nosotros al Padre Eterno un remedio soberano para cada da: el pan del Santsimo Sacramento, que da fuerza y fortaleza. En este remedio nos muestra hasta que extremos nos ama. Y en su nombre y en el de sus hermanos hizo esta peticin: "Padre, danos hoy nuestro pan de cada da". Entended, por amor de Dios, qu es lo que pide nuestro buen Maestro, pues nos va la vida en ello para no dejarlo pasar de largo. Y tened en muy poco lo que dais pues tanto habis de recibir.
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Jess ofreci al Padre por nosotros nuestra voluntad, porque saba lo que nos importaba que se la disemos de verdad. Y al mismo tiempo conoca la gran dificultad que tendramos para darla, por ser nosotros tan inclinados a las cosas bajas y ser tan pequeo nuestro amor y nuestro nimo. Era, pues, menester que tuvisemos presente su amor y su nimo, para que despertsemos a imitarle, y no una vez, sino cada da, y por eso se determin a quedarse con nosotros. Y esta decisin que tom, por ser una cosa grave y de mucha importancia, quiso que viniese de la mano del Eterno Padre. Porque, aunque son una misma cosa, y el Padre saba que lo que l hiciese en la tierra lo tendra por bueno, era tanta la humildad del buen Jess que quiso como pedir licencia. Bien entendi lo mucho que le costara, porque conoca las deshonras y afrentas que tendra que padecer. Pues, qu padre habr que habindonos dado a su hijo y qu hijo! y habindoselo pagado tan mal, que quisiera consentir en que se quedara este hijo entre nosotros cada da a padecer? Ninguno, Seor, sino tu Padre. Bien sabes a quin pides. Oh, vlgame Dios, qu gran amor el del Hijo, y qu gran amor el del Padre! No me sorprendo tanto del buen Jess, porque como haba ya dicho "hgase tu voluntad", lo tena que cumplir por ser quien es. S, que no es como nosotros. Pues como sabe que cumple su voluntad amndonos como se ama a s mismo, buscaba la manera de cumplir con perfeccin este mandamiento, aunque fuese a costa suya. Mas T, Padre Eterno, cmo lo consientes? Por qu quieres cada da ver en tan ruines manos a tu Hijo? Ya una vez quisiste que lo estuviese y lo consentiste, y ya ves en que par todo eso. Cmo puedes todava cada da soportar que se le injurie? Pues muchas son las injurias se hacen hoy a este Santsimo Sacramento! Cuntas irreverencias! Oh Seor eterno! Cmo aceptas tal peticin? Cmo lo consientes? No mires el amor de tu Hijo, que a trueque de hacer perfectamente tu voluntad y de mirar por nosotros, se dejar cada da hacer pedazos. T debas mirar, Padre Eterno, por l, pues no le arredra nada sufrir por hacernos bien. Por qu nuestro bien ha de ser tan a su costa? Por qu no mira por s mismo, y siempre por nosotros? No ha de haber quien defienda a este amantsimo Cordero? Y al interceder Jess por nosotros pone por delante a su Padre. Es como decirle que ya una vez nos lo dio para que muriese por
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nosotros, que ya nuestro es, que no nos lo vuelva a quitar hasta que se acabe el mundo; que le deje servir cada da. Mucho os debe enternecer esto el corazn, hijas mas, para amar a vuestro Esposo, pues si ningn esclavo de buena gana manifiesta que lo es, el buen Jess parece que se enorgullece de ello. Oh Padre Eterno! Cunto merece esta humildad! Se hace aqu una cosa con nosotros y se nos da como alimento. Unamos nuestra oracin a la suya y as Dios nos obtendr lo que le pidamos.

Captulo 34
Cmo hemos acoger al Seor despus de recibir el Santsimo Sacramento.
Me parece que el Seor quiere que pidamos este pan de cada da para que nos aprovechemos de su compaa, pues no se queda para otra cosa con nosotros sino para ayudarnos y animarnos y sustentarnos a hacer esta voluntad que hemos dicho se cumpla en nosotros. Cuando dice hoy, me parece que se refiere a lo que dura este mundo, que no es ms que un da. Jess no deja de hacer todo lo que est de su parte para que nadie se condene y le puedan gozar todos en la otra vida; y los que se condenan sern porque se han dejado vencer, nunca por culpa del Seor, pues l no nos deja de animar a todos y de hacernos compaa hasta el final de la batalla; as que los que se condenan y no le gozarn en la otra vida, no tendrn de qu disculparse ni quejarse ante el Padre. Y para que se lo conceda el Padre (el quedarse en el Santsimo Sacramento), le recuerda que no es ms que un da, que le deje hacer este servicio; que ya que le envi al mundo a cumplir su voluntad, que l no quiere ahora desampararnos, sino permanecer aqu con sus amigos; que slo durar un da estos malos tratamientos que le hacemos de recibirlo indignamente; que mire est obligado a ayudarnos por todas las vas posibles. Nos ha dado este sagrado pan sostn de la Humanidad para que le encontremos cuando queramos y le necesitemos. De ah que, si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre. Siempre hallaremos deleite y consolacin en comer este Santsimo Sacramento. Y no habr necesidad ni trabajo ni persecucin que no
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se pueda pasar fcilmente si comenzamos a gustar de este alimento. Pedid vosotras, hijas, con Jesucristo al Padre que os deje hoy a vuestro Esposo, que no os veis nunca en este mundo sin su presencia; que esto nos basta y contenta, auque est tan disfrazado en estos accidentes de pan y vino, que es harto tormento para quien no tiene otra cosa que amar ni otro consuelo; mas suplicadle que nunca os falte y que os disponga para poder recibirle lo ms dignamente posible. De procurar otro pan no os preocupis en los tiempos de oracin, las que muy de veras os habis dejado en la voluntad de Dios. Otros tiempos tenis para trabajar y ganaros la comida material, mas aunque os apliquis a esto, que no se ocupe el pensamiento en ningn momento a ello; que trabaje slo el cuerpo pues es bueno procurar buscarse el sustento, y que descanse el alma. Ya que le habis dado vuestra voluntad, dejad ese cuidado a vuestro Esposo, que l se ocupar de ello. Es como el criado que se pone a servir a su seor; su nica preocupacin ha de ser tratar de contentarle en todo. Mas el seor est obligado a dar de comer al siervo mientras viva en su casa y le sirva, salvo cuando sea tan pobre que no tenga para s ni para l. Ac no ocurre esto; Nuestro Seor es rico y siempre ser poderoso. Pues no estara bien que el criado se pusiese a procurarse la comida, si ya sabe que su amo tiene la responsabilidad de drsela y que se la ha de dar. Con razn le dir que se ocupe de servirle y de tenerle contento, que si se ocupa en otros asuntos no har nada bien. As que, hermanas, preocpense los dems de pedir el pan material; nosotras pidamos al Padre Eterno que merezcamos recibir este pan celestial, y ya que los ojos del cuerpo no se pueden deleitar en mirarle por estar tan encubierto, se descubra a los del alma y se le d a conocer. Esto si que nos mantendr con vida, y nos contentar y regalar, aunque no sea de una forma sensible. No pongamos otro cuidado sino en suplicar al Seor esto; pues teniendo esto, lo tendremos todo. Pensis que no es alimento, gran medicina y sostn aun para el cuerpo este santsimo manjar? Yo s que lo es, y conozco una persona con muchas enfermedades [habla de s misma] que estando muchas veces con fuertes dolores, de repente se le quitaban con la comunin y quedaba buena del todo. Esto le ocurra muy or94

dinariamente, y de males muy conocidos que no se podan fingir. Y porque las maravillas que hace este santsimo Pan en los que dignamente le reciben son muy notorias, no digo ms, aunque podra decir ms de las que le acontecan a esta persona que he dicho, pues la conozco y s que no miente. Mas a esta persona le haba dado el Seor tan viva fe, que cuando oa a algunas personas decir que les gustara haber vivido en los tiempos en que Jesucristo andaba por el mundo, se rea para s, pensando que tenindole tan verdaderamente en el Santsimo Sacramento como entonces, que qu ms le daba? Aun siendo muy imperfecta, s que esta persona durante muchos aos cuando comulgaba, como crea que verdaderamente entraba el Seor en su pobre posada, procuraba desocuparse de todas las cosas exteriores cuanto le era posible, y entrbase con l. Recoga sus sentidos para que no impidiesen al alma mirarle y disfrutar de tan gran bien. Se consideraba a sus pies y lloraba con la Magdalena, ni ms ni menos que si con los ojos corporales le viera en casa del fariseo. Y aunque no sintiese devocin, la fe le deca que all estaba. Porque no hay que dudar de esto, si no nos queremos hacernos los bobos y renunciar a las verdades de fe; que esto no es representacin de la imaginacin, como cuando consideramos al Seor en la cruz o en otros pasos de la Pasin, que le representamos en nosotros mismos lo que pas. En la comunin el Seor pasa ahora y de verdad, y no hay para qu ir a buscarle a otro sitio ms lejos. Porque si sabemos que mientras no se consumen los accidentes del pan, que el buen Jess est con nosotros, estmonos con l. Si cuando andaba en el mundo, de slo tocar sus ropas se sanaban los enfermos, por qu habremos de dudar de que tambin har milagros mientras est tan dentro de m, si tenemos fe, y que nos dar lo que le pidamos, pues est en nuestra casa? Y no suele Su Majestad pagar mal la posada, si le dan buen hospedaje. Si os da pena no poder verle con los ojos corporales, mirad que es porque no nos conviene, que es cosa muy diferente verle glorificado de cuando andaba por el mundo. No habra persona que lo tolerase, siendo nuestra naturaleza tan flaca, ni habra mundo que lo pudiese soportar; porque si visemos esta verdad eterna, tendramos por burla y mentira todas las cosas de que ac hacemos caso. Y viendo tan gran majestad, cmo osara una pecadorcilla como yo, que tanto le ha ofendido, estar tan cerca de l? Debajo de estos
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accidentes de pan est muy tratable; porque si un rey se disfraza, parece que no nos da tanto reparo el conversar con l, sin tantos miramientos ni ceremonias; parece est obligado a sufrirlo, pues se disfraz. Si el Seor no se hubiese disfrazado, quin osara llegarse a l con tanta tibieza, tan indignamente, con tantas imperfecciones! A los que ve que se han de aprovechar de su presencia, l se les descubre; que aunque no le vean con los ojos corporales, muchos modos tiene de mostrarse al alma por grandes sentimientos interiores y por diferentes vas. Estate con l de buena gana. No pierdas tan buena oportunidad que tienes, de conversar y tratar con l, como en la hora despus de haber comulgado. Mira que es esta hora de gran provecho para el alma, y en que se sirve mucho al buen Jess hacindole compaa. Tened gran cuenta, hijas, de no perder este rato. Si la obediencia os manda hacer otra cosa, procurad dejar el alma con el Seor; que si pronto ocupis el pensamiento en otra cosa y no hacis caso ni atendis al que est dentro de vosotras, cmo se os va a dar a conocer? ste es tiempo muy oportuno para que nos ensee nuestro Maestro, y para que le escuchemos y le besemos los pies porque nos quiso ensear; y para que le supliquemos no se vaya de vuestra alma. No digo que no recis, sino que si tenis que rezar el Padrenuestro, que entendis con cunta verdad estis con quien os lo ense y le besis los pies por ello y le pidis os ayude a pedir. Pensad que cuando esto pedimos, no estamos mirando a una imagen de Cristo, sino que nos encontramos con la misma persona de Cristo. Bobera me parece sera dejar a la misma persona por mirar el dibujo. Tambin lo sera si teniendo el retrato de una persona a la que queremos mucho, que la misma persona nos viniese a ver y dejsemos de conversar con ella por mirar al retrato. Sabis en que ocasiones es muy bueno mirar el retrato, cosa en que yo me deleito mucho? Cuando est ausente la misma persona, o quiere darnos a entender que lo est por las muchas sequedades que deja pasar al alma; es de gran consuelo entonces ver una imagen de Cristo, a quien tanto amamos, o de nuestra Seora o de algn santo a quien tenemos devocin, cosa que despierta mucho a amar. En qu mejor cosa ni ms gustosa a la vista la podemos emplear, que en quien tanto nos ama y en quien tiene en s todos los bienes? Desventurados estos protestantes que han perdido por su culpa esta consolacin, as como otras muchas.
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Cuando recibis al Seor, ya que tenis la misma persona delante, procurad cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma y miraros al corazn; que yo os digo, y muchas lo querra decir, que si tomis esta costumbre todas las veces que comulguis, y procuris tener tal conciencia de su presencia, que gozaris a menudo de este Bien, pues aunque viene disfrazado, se os dar a conocer de muchas maneras, conforme al deseo que tenemos de verle. Y si mucho lo deseis, se os descubrir del todo. Mas si no hacemos caso de l, sino que nada ms recibirlo nos vamos a buscar otras cosas ms bajas, en vez de estarnos con l, qu podr hacer entonces? Nos har traer a la fuerza para que le veamos, que se nos quiere dar a conocer? No. Tampoco le trataron bien aqu en la tierra, cuando se dej ver por todos al descubierto y les deca claro quin era, que muy pocos fueron los que le creyeron. Y as harta misericordia nos hace a todos, que quiere Su Majestad entendamos que es l el que est en el Santsimo Sacramento. Mas que le vean al descubierto y comunicar sus grandezas y dar de sus tesoros, no quiere sino a los que entiende que mucho le desean, porque stos son sus verdaderos amigos. Nunca se descubrir a los que en cuanto le han recibido, salen rpidos de la iglesia y procuran echarlo de s. Estos, por estar ms interesados en los otros negocios y ocupaciones y embarazos del mundo, lo ms presto que pueden se dan prisa para que el Seor salga de su casa y que no les entretenga. Que yo os digo que quien no vaya y se le acerque a recibirle bien dispuesto, dedicndole el tiempo necesario y haciendo lo que est de su parte, que no se queje luego si no se le da a conocer.

Captulo 35
Exclamacin y splica al Padre Eterno.
Muy importante es que nos entremos a solas con Dios. Cuando oigis misa y no comulguis, podis comulgar espiritualmente, pues es de grandsimo provecho; tratad entonces de recogeros dentro de vuestra alma, para que se imprima mucho vuestro amor a este Seor. Porque disponindonos a recibirle, jams dejar l de darnos por muchas maneras que no entendemos. Es como acercarse al fuego; si os mantenis alejadas de l y escondis las manos, difcil97

mente os podris calentar aunque el fuego sea muy grande, pero siempre os dar ms calor que si no hubiese ningn fuego. Muy diferente es cuando nos queremos acercar a l, pues si el alma est dispuesta con deseo de calentarse y se est all un rato, durante muchas horas quedar con calor. Pues mirad, hermanas, que si los principios os resultan dificultosos (lo cual puede suceder, porque os pondr el demonio sequedad y tristeza, pues bien sabe el gran dao que le viene de aqu), llegaris a pensar que hallis ms devocin en otras cosas que en sta. No dejis este modo de orar; de esta forma probaris al Seor que le queris. Acordaos que hay pocas almas que le acompaen y le sigan en los trabajos; pasemos algo por l, que bien nos lo pagar. Y acordaos tambin qu hay personas que no slo no quieren estar con l, sino que desconsideradamente le echan de s. Pues algo hemos de pasar para demostrarle que deseamos verle. Y pues todo lo sufre con gusto por hallar una sola alma que le reciba y lo tenga en s con amor, sea sta la tuya. Porque, si no hubiese ninguna, con razn el Padre Eterno no le consentira el quedarse con nosotros; pero como ve que es tan buen amigo de sus amigos y tan seor de sus siervos, no le quiere estorbar tan admirable y excelente invencin, en donde tan cumplidamente muestra el amor que le tiene y el amor con que nos ama, ayudndonos a pasar nuestros trabajos. Padre santo que ests en el cielo, ya que lo quieres y lo aceptas, y ya que no has de negar lo que tan bien nos viene a nosotros, alguien tiene que haber que hable por tu Hijo, pues l nunca sali en su propia defensa. Seamos nosotras, hijas, aunque resulte un atrevimiento siendo las que somos; pero confiadas en que nos manda el Seor que pidamos, sindole obedientes, en nombre del buen Jess supliqumosle que, puesto que no le ha quedado por hacer por los pecadores mayor beneficio que ste, que ponga remedio para que no sea tan maltratado. Y ya que tu Hijo ha inventado tan excelente medio para que en el santo sacrificio le podamos ofrecer muchas veces, que valga tan precioso don para que no se sigan haciendo tantos desacatos e irreverencias como se le hacen en los lugares en donde estaba este Santsimo Sacramento entre estos luteranos, que parece le quieren volver a echar del mundo, sacndole de los templos, expulsando tantos sacerdotes, profanando tantas iglesias, con la nica intencin de ofenderle. Qu es esto mi Seor y mi Dios! O das fin al mundo, o pon re98

medio a tan gravsimos males; que no hay corazn que lo sufra, por muy ruin que lo sea. Te suplico, Padre Eterno, que no lo toleres. Ataja este incendio, Seor, que si quieres lo puedes hacer. Mira que an est en el mundo tu Hijo; por reverencia hacia l cesen cosas tan feas, abominables y sucias; no merece ser tratado as el que es tan hermoso y limpio. No lo hagas por nosotros, Seor, que no lo merecemos; hazlo por tu Hijo. No nos atrevemos a suplicarte que deje de estar con nosotros, pues qu sera de nosotros entonces? Que si algo te aplaca, es tener ac al que tanto amas. Algn medio ha de haber, ponlo T, Seor mo. Oh mi Dios! quin pudiera importunarte mucho y haberte servido mucho para poderte pedir tan gran merced en pago de lo que te ha servido, pues no dejas ninguno sin paga! Mas yo no me he comportado as, Seor; antes por ventura soy yo la que te ha enojado, de manera que por mis pecados vienen tantos males. Pues qu he de hacer, Creador mo, sino presentarte este Pan santsimo y, aunque nos lo diste, te lo volvemos a dar y te suplicamos, por los mritos de tu Hijo, me hagas esta merced, pues por tantas partes lo tiene merecido? Haced que se sosiegue este mar! No ande siempre en tanta tempestad esta nave de la Iglesia. Slvanos, Seor mo, que perecemos.

Captulo 36
Sobre las palabras del Padrenuestro: Perdnanos nuestras deudas.
Viendo nuestro buen Maestro que con este manjar celestial todo nos resulta fcil excepto cuando es por nuestra culpa, y que podemos cumplir muy bien lo que hemos dicho al Padre, de que se cumpla en nosotros su voluntad, ahora le pide que nos perdone nuestras deudas, pues perdonamos nosotros. Y as dice: Y perdnanos nuestras deudas, as como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Fijmonos, hermanas, que no dice como perdonaremos, para que entendamos que quien pide un don tan grande como perdonar nuestras deudas pasadas, despus de haber puesto ya su voluntad en la de Dios, que esto ha de estar hecho, y as dice: como nosotros las perdonamos. Pues quien de veras ha dicho al Seor h99

gase tu voluntad, todo lo ha de tener ya hecho, con la determinacin al menos. De ah que los santos se gozaban con las injurias y persecuciones, porque como perdonaban a los que se las hacan, tenan ya algo que presentar al Seor cuando le pedan perdn. Pues, qu har una tan pobre como yo, que tan poco ha tenido que perdonar y tanto tiene para que se le perdone? Cosa es sta, hermanas, para sorprenderse: que una cosa tan grave y de tanta importancia como que nos perdone el Seor nuestras culpas, por las que merecamos el fuego eterno, que nos perdone por tan poca cosa porque perdonamos. Y yo tengo tan pocas cosas que perdonar, que de balde me tienes, Seor, que perdonar. Aqu entra tu misericordia. Bendito seas, por aceptarme tan pobre como soy. Mas, Seor, comprenden esto las que viven conmigo? Si es as, en tu nombre les pido que lo tengan siempre presente y que no hagan caso de unas cositas que llaman agravios, por las que hacemos casas de pajitas, como hacen los nios, debido a estos puntos de honra. Oh, si entendisemos qu cosa es honra y en qu consiste perder la honra! Ahora no hablo de vosotras, sino de m, del tiempo que me preci de la honra, de caer bien y de causar buena impresin, sin entender qu cosa era, y por eso slo buscaba agradar a la gente. De cuntas cosas de las me senta agraviada, me avergenzo ahora! Y yo no era de las que tienen en mucho su honra y apariencia; mas erraba en el punto principal, porque no atenda ni haca caso de la honra buena, la que aprovecha al alma. Y qu bien dijo quien lo dijo, que apariencia y virtud no pueden estar juntas, aunque no s si lo dijo a este propsito. Y es al pie de la letra, porque la virtud del alma y esto que llama el mundo honra (prestigio o buena fama), nunca pueden estar juntas. Realmente espanta cmo anda el mundo al revs. Bendito sea el Seor que nos sac de l. Dios nos libre de los monasterios en que se preocupan por estos puntillos de honra, nunca en ellos se glorificar mucho a Dios. Qu desatino tan grande, que pongan los religiosos la honra en unas cositas de las que yo me espanto! Mas mirad, hermanas, que no nos tiene olvidadas el demonio; tambin inventa sus honras y dignidades en los monasterios y pone sus leyes, con diversos grados como sucede en el mundo. As, por ejemplo, los doctos se cuidan de su prestigio, y el que ha llegado a ser profesor de teologa no quiere bajar a ser profesor de filosofa,
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pues el punto de honra nos induce a subir y nunca a bajar. Y aun si se lo mandase la obediencia, lo tendra por agravio y siempre saldra quien le defendiese y dijese que es una injusticia lo que le estn haciendo. Y enseguida el demonio le pondr algunos motivos religiosos y piadosos (en apariencia) que le den la razn. Y entre nosotras atender al punto de honra es, por ejemplo, pensar que la que ha sido priora que ha de quedar inhabilitada para otro oficio ms bajo; o tener ciertas consideraciones para la que es ms antigua, e incluso nos parece que es bueno hacerlo as porque lo mandan las Reglas. No s si es cosa para echarse a rer o a llorar. S, que no mandan las Reglas que no seamos humildes. Slo manda que tratemos de llevarnos bien. Mas yo no he de preocuparme tanto de que me estimen, de manera que ponga mucho ms cuidado en este punto que en otras cosas que mandan las Reglas y que, ciertamente, guardamos imperfectamente. No est nuestra perfeccin en mantener el prestigio; otras mirarn por m, si yo me despreocupo de ello. Y como estamos tan acostumbradas a subir aunque no subiremos por aqu al cielo, pensamos que no ha de haber bajar. Que diferentes en esto somos de nuestro modelo y maestro, Jesucristo. S, por cierto. Pues su honra la puso, no en s mismo, sino en salvar la nuestra. No la perdiste, por cierto, por ser humillado hasta la muerte. No, Seor, sino que la ganaste para todos. Por amor de Dios, hermanas!, no vayamos por camino equivocado, porque ir errado desde el principio. Bendito sea Dios, si acertamos con el camino, que la que ha sido priora debe ser despus la que ms se humilla. Ruego a Dios que no se pierda ningn alma por guardar estos puntos de honra, por no entender dnde est la verdadera honra. Podremos incluso llegar despus a pensar que mucho hacemos si perdonamos una cosita de stas, que ni era agravio ni injuria ni nada; y como quien ha hecho algo, acudiremos a que nos perdone el Seor, porque pensamos haber perdonado. Danos, Dios mo, conocimiento propio, que no nos conocemos, pues acudimos a Ti con las manos vacas, y nos tienes que perdonar por pura misericordia. Mas, cunto debe estimar el Seor el que nos amemos unos a otros! Pues bien podra el buen Jess haber puesto otras razones, y decir: perdnanos, Seor, porque hacemos mucha penitencia, o porque rezamos mucho y ayunamos y lo hemos dejado todo por Ti, o porque te queremos mucho, o porque hemos perdido la vida por
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Ti, o por otras cosas que podra decir, sino slo porque perdonamos. Probablemente haya dado esta razn porque sabe que le agrada mucho a su Padre, y porque tambin sabe cunto nos cuesta perdonar (por ser tan amigos de esta honra mala). Fijaos que dice: como perdonamos; ya como cosa hecha. Y advertid mucho, no debe fiarse mucho de su oracin la persona que no sale de ella muy determinada a perdonar cualquier injuria que se le haga, por grave que sea (no estas naderas que llamamos injurias). Pues al alma que Dios lleva a S en oracin tan subida no llegan las injurias, ni se le da ms ser estimada que no. No he dicho bien, que s le da, que mucha ms pena le da la honra que la deshonra, y el mucho disfrutar del descanso que los trabajos. Porque cuando de veras le ha dado el Seor aqu su reino, ya no le quiere en este mundo; y para ms subidamente reinar, entiende es ste el verdadero camino, habiendo visto por experiencia la gran ganancia que le viene y lo que adelanta el alma cuando padece por Dios. Porque difcilmente har Su Majestad tan grandes regalos (los de la contemplacin perfecta) excepto a las personas que hayan pasado de buena gana muchos trabajos por l. Como ya os he dicho, son grandes los trabajos que pasan los contemplativos, y as quiere el Seor que sean gente experimentada. Como estas personas tienen ya entendido lo que es todo, en cosa que pasa no se detienen mucho. Aunque el primer movimiento del alma ante una gran injuria y trabajo sea el sentir pena, an no la ha llegado a sentir del todo cuando acude la razn a aniquilar este sentimiento, por el gozo que le da de ver la merced que le ha puesto el Seor en sus manos. Pues por esta injuria que le han hecho podr ganar en un da ms gracias y favores eternos, que los que podra ganar en diez aos por trabajos que quisiera tomar por s mismo. Esto se da con mucha frecuencia, por lo que tengo entendido y tratado con muchos contemplativos y s cierto que pasa as; que as como otros aprecian el oro y las joyas, aprecian ellos ms los trabajos y los desean, porque tienen entendido que stos les han de hacer ricos. Muy lejos estn estas personas de buscar la estima y el aprecio de los dems. S gustan de dar a conocer sus pecados y de manifestar sus debilidades cuando ven que la gente les aprecia. Tampoco se precian de su condicin social ni de su estirpe familiar, pues ya saben que en el reino que no se acaba, para nada les ha de servir estas cualidades. Si se precian de algo, es de aquello con lo que
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pueden servir ms a Dios; cuando no, les pesa que los tengan en ms de lo que son, y sin ninguna pena les desengaan, mas al contrario, lo hacen con gusto. Es el caso que a quien Dios concede la gracia de tener esta humildad y este amor tan grande por servirle, que est tan olvidado de s mismo que no llega a sentir las injurias. Estos efectos ltimos se dan en las personas ya muy adelantadas en la perfeccin, a quienes el Seor les lleva a S por la contemplacin perfecta. Mas lo primero, ste estar determinados a sufrir injurias, y sufrirlas aunque sea sintiendo pena, en muy en breve lo tiene quien hace oracin hasta llegar a unin. Y si no tiene estos efectos y no sale muy fuerte para recibir injurias de la oracin, crea que lo que senta en la oracin no era merced de Dios, sino alguna ilusin y regalo del demonio, para que nos tengamos por ms honrados. Puede ser que al principio, cuando el Seor hace estas mercedes, que no quede el alma con esta fortaleza; mas si continua perseverando en la oracin, en breve tiempo la adquirir, y aunque no la tenga en otras virtudes, s la tendr en esto de perdonar. No puedo yo creer que el alma que tan cerca llega a estar de la misma misericordia, donde conoce la que es y lo mucho que le ha perdonado Dios, que no perdone fcilmente y que no haga pronto las paces con quien le injuri. Porque como tiene presente el gran regalo que se le ha hecho, y el gran amor con que Dios la ama, se alegra de que se le ofrezca la oportunidad de demostrar su amor. Muchas son las personas que conozco, a las que el Seor les ha hecho la merced de levantarlas a cosas sobrenaturales, dndolas oracin de contemplacin, y aunque las vea con otras faltas e imperfecciones, de sta (de no estar dispuesta a perdonar) no he visto ninguna ni creo la habr si las inspiraciones son de Dios. El que las reciba mayores, mire en s cmo van creciendo estos efectos; y si no ve en s ninguno, tema mucho y no crea que esos regalos provienen de Dios, que siempre enriquece el alma donde llega. Esto es cierto, que aunque la merced y regalo pase presto, las ganancias con que queda el alma duran mucho. Y como el buen Jess sabe bien esto, resuelto dice a su Padre Santo que perdonamos a nuestros deudores.

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Captulo 37
La excelencia de esta oracin del Padrenuestro. Cmo hallaremos de muchas maneras consolacin en ella.
Es cosa para alabar mucho al Seor lo perfecta que es esta oracin evanglica, compuesta por tan buen Maestro, de tal forma que cada uno puede rezarla para su propio propsito. Espntame ver que en tan pocas palabras est toda la contemplacin y perfeccin encerrada, que parece no necesitamos otro libro sino estudiar en ste. Porque con ella nos ha enseado el Seor todas las formas de oracin y de alta contemplacin, desde los principiantes a la oracin mental, de quietud y de unin; y nos da a conocer los efectos que deja cuando son gracias suyas, como habis visto. Bien poda Su Majestad haberse explayado ms sobre las cosas ms subidas y oscuras, para que todos las entendisemos. Mas como haba de servir esta oracin para todos en general, para que cada uno pueda pedir segn su propsito y reciba consuelo, lo dej as en confuso. De esta forma los contemplativos y los religiosos podrn pedir las gracias celestiales que se pueden disfrutar ya en esta tierra; y los que an viven en el mundo y est bien que vivan conforme a su estado, podrn tambin pedir el pan material con el que se sustenten ellos y sus familias, lo cual es muy justo y santo, y as las dems cosas, conforme a las necesidades de cada uno. Mas miren que estas dos cosas, el darle nuestra voluntad y el perdonar, que es para todos. Verdad es que hay ms y menos en ello, como queda dicho: los perfectos darn la voluntad como perfectos y perdonarn con mayor perfeccin; nosotras, hermanas, haremos lo que podamos, que todo lo recibe el Seor. Porque parece que Jesucristo hace una especie de acuerdo de nuestra parte con su Eterno Padre, como quien dice: haz T esto, Seor, y harn mis hermanos esto otro. Pues a buen seguro que no faltar de su parte. Que es muy buen pagador y paga generosamente! De tal manera que con una vez que recemos esta oracin, como vea que no fingimos, sino que haremos lo que decimos, nos puede conceder inmensas riquezas. Porque es muy amigo de que le tratemos con sinceridad. De ah que si le tratamos con llaneza y franqueza, no diciendo una cosa y haciendo otra, siempre da ms de lo que le pedimos.
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Bien sabe nuestro buen Maestro que los que de vers piden con perfeccin mucho adelantan con las gracias que les concede el Padre, y que incluso se les llega a quitar el miedo, llegando a tener el mundo debajo de los pies y una gran esperanza, y se olvidan hasta de que tienen enemigos. Y qu gran cosa es tener un buen Maestro, sabio y temeroso, que nos prevenga de los peligros. Es todo el bien que un alma espiritual puede ac desear, porque da gran seguridad. No podra encarecer con palabras lo que importa esto. As que viendo el Seor que debemos estar vigilantes y recordar que tenemos enemigos, y lo peligroso que es descuidarse de ellos, y que mucha ms ayuda necesitan del Padre Eterno los ms perfectos si viven descuidados, porque caern de ms alto, y para que se conozcan y no anden engaados, hace esta peticin tan necesaria para todos los que vivimos en este destierro: Y no nos dejes caer en la tentacin, mas lbranos de mal.

Captulo 38
La gran necesidad que tenemos de suplicar al Padre eterno que nos conceda lo que pedimos en estas palabras: Y no nos dejes caer en tentacin, ms lbranos del maligno. Sobre algunas tentaciones.
Grandes cosas tenemos aqu para meditar y conocer. Tengo por muy cierto que los que llegan a la perfeccin que no piden al Seor los libre de los trabajos ni de las tentaciones ni de las persecuciones y peleas. Que ste es otro efecto muy cierto y grande de que las mercedes que concede el Seor, y no una ilusin; porque, como ya dije, antes desean pasar trabajos y persecuciones, los piden y los aman. Se parecen en esto a los soldados, que estn ms contentos cuando hay ms guerra, porque esperan salir con ms ganancia. Si no la hay, sirven y reciben su sueldo, mas ven que no pueden medrar mucho. Creed, hermanas, que los soldados de Cristo, los que hacen oracin mental y tienen contemplacin, estn deseosos de que les llegue la hora de pelear; no temen a los enemigos declarados; ya los conocen y saben que con la fuerza que en ellos pone el Seor, no tienen fuerza, y que saldrn vencedores y con gran ganancia de ellos; no les tienen miedo. A los que s temen y es razonable que
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los teman y que siempre pidan al Seor que los libre de ellos, es a los enemigos que actan de forma traicionera, a los demonios que se transfiguran en ngel de luz y que vienen disfrazados. Estos no se dan a conocer hasta que no han hecho mucho dao en el alma, sino que nos andan bebiendo la sangre y extinguiendo las virtudes, mientras no nos damos cuenta de que somos tentados. De stos pidamos, hijas, y supliquemos muchas veces en el Padrenuestro que nos libre el Seor y que no consienta andemos en tentacin; que no nos traigan engaadas, que nos descubra su veneno, que no os escondan la luz y la verdad. Por eso con cunta razn nos ensea nuestro buen Maestro a pedir esto y lo pide por nosotros! Mirad, hijas, que de muchas maneras daan, no pensis que slo nos hacen dao hacindonos creer que los gustos y regalos que pueden simular en nosotros que provienen de Dios, que ste me parece el menor dao que pueden hacer. Antes podr ser que con este engao les hagan caminar ms aprisa, porque cebados con aquel gusto, pasan ms horas en la oracin; y como ellos ignoran que proceden del demonio y como se ven indignos con aquellos regalos, no dejan de dar gracias a Dios, quedando ms obligados a servirle, y se esfuerzan por disponerse a que les haga ms mercedes el Seor, pensando que vienen de l. Procurad, hermanas, siempre la humildad, pensad que no sois dignas de estas mercedes, y no las procuris. Haciendo esto, tengo para m que muchas almas pierde el demonio, y que el Seor saca bienes del mal que el demonio pretende hacer. Porque mira Su Majestad nuestra intencin, que es contentarle y servirle estndonos con l en la oracin, y fiel es el Seor. Bueno es andar vigilantes para que no haga quiebra la humildad o se suscite alguna vanagloria. Si suplicis al Seor os libre de esto, no tengis miedo, que no dejar su Majestad que os regale ningn otro ms que l. En donde el demonio puede hacer gran dao sin darnos cuenta, es hacindonos creer que tenemos virtudes sin tenerlas, que esto es pestilencia. Porque en los gustos y regalos parece slo que recibimos y que quedamos ms obligados a servir; ac parece que damos y servimos y que est el Seor obligado a pagar, y as poco a poco hace mucho dao. Que por una parte enflaquece la humildad, por otra nos descuidamos de adquirir aquella virtud, que nos parece la tenemos ya ganada. Pues sin darnos cuenta, como creemos que vamos seguros, ca106

emos en un hoyo que nos impide salir de l, y aunque no se trata de un pecado mortal que nos lleve al infierno, nos debilita las piernas para poder caminar este camino de la santidad. Porque el que est metido en un gran hoyo, all se le acaba la vida, y harto har si no ahonda hacia abajo para ir al infierno; mas nunca medra. En vez de adelantar, ni se aprovecha a s mismo ni a los otros, antes daa; porque, como est el hoyo hecho, muchos que van por el mismo camino pueden caer en l. Pues cul es el remedio, hermanas? El que me parece mejor es lo que nos ensea nuestro Maestro: oracin y suplicar al Padre Eterno que no permita que andemos en la tentacin. Tambin os quiero decir otra forma de remediar este engao. Si creis que el Seor os ha dado una virtud, pensemos que es un bien que hemos recibido y que nos lo puede tornar a quitar, como a la verdad acaece muchas veces y no sin gran providencia de Dios. Nunca lo habis comprobado en vosotras mismas, hermanas? Pues yo s: unas veces me parece que estoy muy desasida y despegada de las cosas, y de hecho en verdad, venida la prueba, lo estoy; ms otras veces me hallo tan asida y apegada a cosas que por ventura el da de antes me burlara yo de ello, que casi no me conozco. Otras veces me parece tengo mucho nimo y que puedo arrostrar cualquier trabajo que me exija el servir a Dios, que no tengo ningn miedo; y he comprobado que me sucede esto en algunas ocasiones; mas viene otro da en que no me encuentro con fuerzas ni para matar una hormiga por Dios, si en ello hallase contradiccin. Otras veces me parece que estoy indiferente a cualquier cosa que digan o murmuren de m; lo he comprobado algunas veces que es as, lo cual me da mucho contento; pero vienen das en que con una sola palabra que me dicen, me aflijo y querra desaparecer de este mundo, porque me parece me cansa todo. Y esto no me sucede slo a m, que lo he visto en muchas personas mejores que yo y s que tambin les pasa lo mismo. Pues si esto es as, quin podr decir de s que tiene tal virtud ni que es rico en ella, pues a la menor ocasin que la necesita se halla pobre de ella? Que no, hermanas, sino pensemos que siempre estamos pobres, y no nos endeudemos sin tener de qu pagar; porque de otra parte ha de venir el tesoro, y no sabemos en que momento nos querr dejar en la crcel de nuestra miseria sin darnos nada; y si nos consideran buenas, nos alaban y hacen elogios que es el endeudarnos que digo, terminarn burlados ellos y
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nosotras. Verdad es que si servimos con humildad, siempre nos socorrer el Seor en las necesidades; mas si no tenis muy de veras esta virtud, a cada paso os dejar el Seor. Y es grandsima merced suya, para que entendis en verdad que no tenemos nada que no lo hayamos recibido. Ahora prestad atencin a otro aviso: nos hace creer el demonio que tenemos una virtud, por ejemplo, la paciencia, porque estamos decididos y resueltos a pasar mucho por Dios, y as lo hemos comprobado en la prctica en mltiples ocasiones; y nos parece de hecho en verdad que somos capaces de sufrir mucho por l, y as estamos muy contentas, porque ayuda el demonio a que lo creamos. Yo os advierto que no hagis caso de estas virtudes, ni pensemos que las conocemos sino de nombre, ni que nos las ha dado el Seor, hasta que veamos la prueba; porque acaecer que a una palabra que os digan para disgustaros, que se venga abajo la paciencia de repente. Cuando muchas veces sufris, alabad a Dios que os comienza a ensear esta virtud, y esforzaos a padecer, que es seal que en eso quiere se la paguis, pues os la da, y no la tengis sino como en depsito, como ya queda dicho. Otra tentacin es que nos parezca que somos muy pobres de espritu, e incluso lo solemos decir, que ni queremos nada ni se nos da nada de nada. Pues mucho ayuda la costumbre de decir que tenemos una virtud a creer que la tenemos. Y apenas se nos ha dado algo, cuando va toda perdida la pobreza de espritu. Mucho hace al caso andar siempre sobre aviso para entender esta tentacin, as en las cosas que he dicho, como en otras muchas; porque cuando de veras da el Seor una slida virtud, todas parece las trae tras s; es muy conocida cosa. Mas os vuelvo a avisar que, aunque os parezca que la tenis, temed que os engais. Porque el verdadero humilde siempre anda dudoso de tener virtudes propias, y muy ordinariamente le parecen ms ciertas y de ms valor las que ve en sus prjimos.

Captulo 39
Avisos y remedios para podernos librar de algunas tentaciones
Guardaos tambin de unas humildades que pone el demonio
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con gran inquietud sobre la gravedad de nuestros pecados, pues suele apretar aqu de muchas maneras, hasta llegar la persona a apartarse de la comunin y de la oracin particular (por no merecerlas, segn les sugiere el demonio); y cuando reciben el Santsimo Sacramento se pasan el tiempo pensando "si merec acercarme al Sacramento" o "si me dispuse bien", en vez de estarse con el Seor y recibir sus mercedes. Llega la cosa a tal extremo de hacer creer al alma que, por ser como es, la tiene Dios tan abandonada, llegando a dudar de su misericordia. No ve ms que peligros en todo ("que no valgo para vivir entre buenos") y ningn fruto en lo que hace, por bueno que sea. Le entra una desconfianza tal que se le caen los brazos para no hacer ningn bien, porque le parece que lo que es bueno en los otros, en ella es malo. Advertid mucho, hijas, en este punto, porque algunas veces podr ser humildad y virtud teneros por tan ruin, y otras grandsima tentacin. Porque yo he pasado por ella, la conozco. La humildad no inquieta ni desasosiega ni alborota el alma, por grande que sea; sino viene con paz y regalo y sosiego. Aunque uno, de verse ruin, entienda claramente merece estar en el infierno, y se aflija y le parezca con justicia que todos le tendran que aborrecer, y que no se atreve casi a pedir misericordia, si es buena humildad, esta pena viene con tal suavidad y contento, que no querramos vernos sin ella. No alborota ni aprieta el alma, antes la dilata y la dispone para ms servir a Dios. La otra pena todo lo turba, todo lo alborota, toda el alma revuelve, es muy penosa. Creo pretende el demonio que pensemos tenemos humildad, y si puede, de resultas, que desconfiemos de Dios. Cuando as os hallis, atajad el pensamiento de vuestra miseria lo ms que podis, y ponedlo en la misericordia de Dios y en lo que nos ama y padeci por nosotros. Y si es tentacin, aun esto no podris hacer, que no os dejar sosegar el pensamiento ni atender a ninguna cosa, sino para fatigaros ms. Harto ser si os dais cuenta que es tentacin. Por tanto, si estos pensamientos os vienen con sosiego y regalo y gusto, como trae consigo el conocimiento propio, son de estimar; mas si vienen con alboroto e inquietud y apretamiento de alma y no poder sosegar el pensamiento, creed que es tentacin, y no os tengis por humildes, que no viene de ah. Tambin el demonio puede tentarnos empujndonos a hacer penitencias desmedidas, para hacernos creer que somos ms peni109

tentes que las otras y que hacemos algo. Si se lo ocultis al confesor o a la prelada, o si tras deciros que las dejis de hacer, las segus haciendo, es clara tentacin. Procurad obedecer, por mucha pena que os d, pues en esto est la mayor perfeccin. Ataca con otra tentacin bien peligrosa, cual es infundirnos la seguridad de parecernos que de ninguna manera volveramos a cometer los pecados pasados y a dejarnos llevar por los halagos del mundo: "que ya conozco como es el mundo y s en que se acaba todo, y que ms gusto me dan las cosas de Dios". Esta tentacin, si es a los principios, es muy daina, porque con esta seguridad no les importa para nada volver a ponerse en las ocasiones, y nos hace darnos de bruces, y ruego a Dios que no sea mucho peor la recada. Porque como el demonio ve que es un alma que le puede hacer mucho dao y que puede aprovechar a otras, hace todo lo que est en su poder para que no se levante. As que por ms gustos y prendas de amor que el Seor os d, nunca estis tan seguras que dejis de temer que podis tornar a caer, y guardaros de las ocasiones. Procurad mucho tratar las gracias e inspiraciones que recibs con quien os d luz, sin tener cosa secreta. Y tened este cuidado: que tanto al principio como al final de la oracin, por subida contemplacin que sea, siempre acabis en el propio conocimiento. Y si es de Dios, aunque no queris ni tengis en cuenta este aviso, lo haris aun ms veces, porque trae consigo humildad y siempre deja con ms luz para que entendamos lo poco que somos. No me quiero detenerme ms en esto, porque muchos libros hallaris sobre estos avisos. Si os he dicho esto es porque he pasado por ello y me ha hecho pasarlo mal algunas veces. Todo cuanto se pueda decir sobre esto nunca os podr dar entera seguridad. Entonces, Padre Eterno, qu hemos de hacer sino acudir a Ti y suplicarte que no dejes que estos enemigos tuyos nos hagan caer en la tentacin? Vengan las tentaciones declaradas, que con tu favor mejor nos libraremos. Mas esas traiciones quin las entender, Dios mo? Siempre necesitamos pedirte remedio. Dinos, Seor, alguna cosa para que nos conozcamos y aseguremos. Ya sabes que por este camino de la oracin no van muchos, y si han de ir con tantos miedos, irn muchos menos. Cosa extraa es sta, como si no tentase el demonio a los que no van por estos caminos de la oracin!, y que se espanten ms to110

dos de uno que se deja engaar de los que van por caminos de perfeccin, que de cien mil que ven en engaos y pecados manifiestos, de los que no hay que andar a mirar si es bueno o malo lo que hacen, porque de mil leguas se entiende que est Satans por medio. A la verdad, tienen razn, porque son tan poqusimos a los que engaa el demonio de los que rezan el Padrenuestro como queda dicho, que es algo inusual y causa admiracin; que es cosa muy humana no fijarse en lo que continuamente vemos, y espantarse mucho de lo que ocurre muy pocas veces o casi ninguna. Y los mismos demonios los hacen espantar, porque les viene bien a ellos, pues pierden muchos por uno que aspira a la santidad. Y no me maravillo se espanten; porque los que van por caminos de oracin van mucho ms seguros que los que van por otro camino, como los que estn en la tribuna mirando al toro comparados con los que andan en el ruedo exponindose a los cuernos. No temis, hermanas, de ir por estos caminos, que muchos hay en la oracin, porque unos aprovechan en uno y otros en otro. Camino seguro es; mas mucho mejor os libraris de la tentacin estando cerca del Seor, que estando lejos. Suplicdselo y peddselo, como s que lo hacis tantas veces al da rezando el Padrenuestro.

Captulo 40
Seguro va en medio de las tentaciones el que procura siempre andar en el amor y temor de Dios,.
El Buen Maestro nuestro nos ha dado un recurso para saber vivir sin mucho sobresalto en esta guerra tan peligrosa. Es el "amor y temor". El amor nos har apresurar los pasos, y el temor nos har ir mirando en dnde ponemos los pies para no caer en este camino donde hay tanto en que tropezar. Y con esto a buen seguro que no seremos engaadas. Me diris que en qu se comprueba que tenemos estas dos grandes virtudes. Y tenis razn, certeza plena no la puede haber; porque si estamos seguras de que tenemos amor, lo estaremos de que estamos en gracia. Mas mirad, hermanas: hay unas seales que hasta los ciegos las ven; no son ningn secreto; aunque no las queris conocer, son bien notorias, porque no son muchos los que
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con perfeccin las tienen, y as se resaltan ms. Como quien no dice nada: amor y temor de Dios! Son dos castillos fuertes, desde donde se da guerra al mundo y a los demonios. Quienes de veras aman a Dios todo lo bueno aman, todo lo bueno quieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno elogian, con los buenos se juntan siempre y los favorecen y defienden. No aman sino verdades y cosa que sea digna de amar. Pensis que es posible a quien muy de veras ama a Dios amar vanidades? No puede, ni riquezas, ni las cosas mundanas, ni los placeres, ni la fama; ni tiene contiendas ni envidias. Todo porque no pretende otra cosa sino contentar al Amado. Andan muriendo porque los ame, y as ponen la vida en acertar a ver cmo le agradarn ms. Puede ocultarse este amor de Dios? Si de veras es amor, es imposible! Si no, mirad a San Pablo y a la Magdalena. A los tres das empez San Pablo a darse cuenta de que estaba enfermo de amor. La Magdalena desde el primer da, y cun bien se dio cuenta! Que esto tiene el amor, que puede ser mayor o menor; y as se manifiesta segn la fuerza que tiene el amor: si es poco, se da a manifestar poco; y si es mucho, mucho; mas poco o mucho, como haya amor de Dios, siempre se manifiesta. Mas de lo que ahora tratamos ms, que es de los engaos e ilusiones que hace el demonio a los contemplativos, siempre hay amor grande o ellos no sern contemplativos, y as se manifiesta mucho y de muchas maneras. Este gran fuego no puede dar sino gran resplandor. Y si esto no hay, anden con gran recelo, crean que tienen de qu temer, procuren entender qu es, hagan oracin, anden con humildad y supliquen al Seor no estn en tentacin; que, cierto, si no se da esta seal, yo temo que andamos en ella. Mas andando con humildad, procurando saber la verdad, sujetas al confesor y tratando con l con verdad y llaneza, con lo que el demonio piensa que os va a dar la muerte os dar la vida, por muchas ideas engaosas e ilusiones que os quiera sugerir. Mas si sents este amor de Dios que tengo dicho y el temor que ahora dir, andad alegres y tranquilas, que por haceros turbar el alma para que no goce tan grandes bienes, os pondr el demonio mil temores falsos y har que otros os los pongan. Porque ya que no puede ganarnos, al menos procura hacernos algo perder, y que pierdan los que pudieran ganar mucho. Y as os hace creer que como sois tan ruin, que no pueden provenir de Dios las mercedes tan grandes que habis recibido. Mas Dios puede hacerlas, que pa112

rece algunas veces tenemos olvidadas las grandes misericordias que ha tenido con nosotras en el pasado. Pensis que le importa poco al demonio poner estos temores? No, sino mucho, porque produce dos daos: el uno, que atemoriza a los que lo temen de meterse por caminos de oracin, pensando han de ser tambin engaados. El otro, que si no tuviesen estos falsos temores se acercaran muchos ms a Dios, viendo su gran bondad, que puede llegar a comunicarse tanto con los pecadores. El Seor puede inspirar deseos vehementes de mejorar, y as yo conozco algunas personas que esto los anim a hacer oracin, y en poco tiempo salieron verdaderas contemplativas, hacindoles l grandes mercedes. As que, hermanas, cuando veis entre vosotras que hay alguna a la que el Seor le hace tan grandes mercedes, alabad mucho al Seor por ello, y no por eso pensis est segura, antes ayudadla con ms oracin; porque nadie lo puede estar mientras vive y anda engolfado en los peligros de este mar tempestuoso. As podis conocer quien irradia amor de Dios, el cual no se puede ocultar del todo. Pues si los que aman ac a alguna criatura (a un hombre o a una mujer), es imposible que a la larga no se sepa, y mientras ms hacen por encubrirlo, parece que ms se descubre, siendo cosa tan baja que no merece nombre de amor, porque se funda en una nonada; y podr ocultarse un amor tan fuerte como el de Dios, tan justo, que siempre va creciendo, que nada le impide dejar de amar, que tiene tanto que amar y tantos motivos para ello, fundado sobre tal cimiento como es ser pagado con otro amor, que ya no puede dudar de l por haberse mostrado tan al descubierto, con tan grandes dolores y trabajos y derramamiento de sangre, hasta perder la vida por nosotros, para que no nos quedase ninguna duda del amor del Seor? Esto s que es amor y merece este nombre. Y qu diferentes son estos dos amores, uno del otro, a quien lo ha probado! Suplico a Su Majestad que nos d este amor de Dios antes que nos saque de esta vida, porque ser gran cosa a la hora de la muerte ver que vamos a ser juzgadas por quien hemos amado sobre todas las cosas. Seguras podremos ir al pleito de nuestras deudas. No ser ir a tierra extraa, sino a casa propia, pues pertenece a quien tanto amamos y nos ama. Que en esto tambin se diferencia el amor de Dios de los amores de ac, que amndole a l, estamos bien seguras que nos ama. Acordaos, hijas mas, de la ganan113

cia que trae este amor consigo y de la prdida por no tenerlo, que nos pone en manos del tentador, en manos tan crueles, tan enemigas de todo bien y tan amigas de todo mal. Qu ser de la pobre alma que acabando de salir de tales dolores y trabajos como son los de la muerte, caer luego en tales manos? Qu mal descanso le viene!; qu despedazada ir al infierno!; qu temeroso lugar!; qu miserable hospedaje! Pues si tan mal se pasa una noche en una mala posada, sobre todo si la persona es regalada (como son los que ms deben de ir all), pues qu pensis sentir aquella triste alma al verse en una posada para siempre, para sin fin? No busquemos regalos, hijas; bien estamos aqu; todo es una noche en una mala posada. Alabemos a Dios. Esforcmonos por hacer penitencia en esta vida. Mas qu dulce ser la muerte del que ha hecho penitencia de todos sus pecados y del que no ir al purgatorio! Incluso desde ac podr ser que comience a gozar de la gloria! No sentir en s temor sino todo paz. Y si no llegamos a esto, hermanas, supliquemos a Dios que si vamos a recibir luego penas, que sea donde hay esperanza de salir de ellas, para que las llevemos de buena gana, y en donde no perdamos su amistad y gracia, y que nos la d en esta vida para que no andemos en tentacin sin que nos demos cuenta.

Captulo 41
El temor de Dios. Cmo guardarnos de los pecados veniales.
Cmo me he alargado! Pues no tanto como quisiera, porque es cosa sabrosa hablar del amor de Dios. Qu ser tenerlo? Oh Seor mo, dmelo T! No me vaya yo de esta vida hasta que no quiera cosa de ella, ni sepa qu cosa es amar fuera de Ti, ni acierte a poner el nombre del amor en nadie, pues todo es falso, pues lo es el cimiento, y as no dura el edificio. No s por qu nos espantamos. Cuando oigo decir "aqul me pag mal", "este otro no me quiere", yo me ro por dentro; qu te ha de pagar, ni qu te ha de querer? En esto ves qu es el mundo, que tu mismo amor te da despus el castigo; y eso es lo que te deshace, porque siente mucho la voluntad de que la hayas trado
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embebida en juego de nios. Ahora volvamos al temor de Dios. Es algo que conocen muy bien los que lo tienen y quienes les tratan; aunque al principio no suele ser muy notorio, excepto en algunas personas, a quien el Seor hace grandes mercedes, que en breve tiempo las hace ricas en virtudes. Y as no se ve en todos al principio. Va creciendo poco a poco cada da; aunque desde el principio ya lo tengan aunque pequeo, porque pronto se apartan de las ocasiones de pecado y de las malas compaas, notndose tambin por otras seales. Mas cuando el alma llega a las cumbres de la contemplacin, el temor de Dios claramente se manifiesta al exterior, tal como le pasaba al amor de Dios, y no se puede disimular. Por mucho que observis a estas personas, no las veris andar descuidadas, porque las tiene el Seor de manera que, por muchas ventajas que se les ofrezca, no cometen un pecado venial. Mucho menos los pecados mortales, a los que temen como al fuego. Esto es lo que me gustara que temisemos mucho. Supliquemos a Dios que no sea tan recia la tentacin que lleguemos a ofenderle, sino que nos la d conforme a la fortaleza que nos ha de dar para vencerla. Esto es lo que importa. Este temor es el que deseo que nunca lo perdamos, pues es lo que nos ha de valer. Gran cosa es no haber ofendido al Seor, para que mantenga atados a los esclavos infernales!; porque, en definitiva, todos le han de servir, mal que les pese, sino que ellos lo hacen a la fuerza y nosotros lo hacemos voluntariamente. As que si tenemos contento a Dios, l los mantendr a raya, y no harn cosa que nos pueda daar, aunque ms nos tienten y nos armen lazos secretos. Atended a este aviso que importa mucho: no os descuidis hasta que no tengis una gran determinacin de no ofender al Seor, hasta que estis dispuestas a perder mil vidas antes que cometer un slo pecado mortal, y hasta que no seis muy cuidadosas de no cometer pecados veniales. Cuando hablo de los pecados veniales, me refiero a aquellos que nos damos cuenta, con plena advertencia, pues de los otros, quin puede vivir sin cometer muchos? Porque algunos no los advertimos sino despus de mucho reflexionar; y de otros tan rpidamente que casi el cometerlos y el darnos cuenta es todo uno, que difcilmente podemos evitarlos. Mas Dios nos libre de pecado cometido con plena advertencia, por chico que sea. Yo no s cmo tenemos tanto atrevimiento. Cunto ms que no hay cosa chica, si se hace contra un Seor de tan gran Majestad y
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sabiendo que nos est mirando! Que esto me parece a m es pecado premeditado, como si dijsemos: "Seor, aunque te pese, har esto; ya veo que lo ves, y s que no lo quieres y lo s; mas quiero ms seguir mi antojo y apetito que no tu voluntad". Que esta forma de comportarse sea poco culpable, a m no me lo parece, por pequea que sea la cosa, sino muy culpable. Mirad, por amor de Dios, si queris adquirir este temor de Dios, que importa mucho darse cuenta cun grave cosa es ofender a Dios, y meditar esto frecuentemente, que nos va la vida en ello. Y hasta que no tengas arraigada esta virtud en tu alma, es preciso que andes siempre con mucho cuidado, apartndote de todas las ocasiones y compaas que no te ayuden a estar ms cerca a Dios. Pon atencin a todo lo que haces, para doblar en ello tu voluntad, y todo lo que digas que sea para edificar; huye de las conversaciones que no sean de Dios. Por amor de Dios, hijas, nunca os descuidis en esto, como ahora s que lo hacis. Bendito sea el Seor! Mucho necesitamos imprimir con fuerza en nuestra alma este temor de Dios; y si de veras tenemos amor, pronto lo alcanzaremos. Cuando el alma se ha determinado a no ofender en nada a Dios, por ninguna cosa creada, aunque despus caiga alguna vez, que no se desanime, que quiz lo permite el Seor para que ms se conozca; procure rpidamente pedir perdn. Porque somos flacos y no nos podemos fiar de nosotros mismos; y cuanto ms determinados, menos debemos confiar de nosotros mismos, pues la confianza ha de venir de Dios. Y aunque desconfes de ti, no andes encogida ni apretada, que el Seor te favorecer, y la experiencia te ensear a cmo no ofenderle; andemos con una santa libertad de espritu tratando con todos, aunque no sean personas espirituales. Porque si antes de que tuvieseis este temor de Dios, el trato con las personas de espritu mundano os resultaba muy perjudicial para vuestras almas, despus os servirn de motivo para amar ms a Dios y alabarle, porque os libr de aquello que veis es notorio peligro. Y si antes participabais de sus flaquezas, ahora les serviris para que progresen en la virtud, muchas veces sin que lo adviertan siquiera. Varias veces me he preguntado cul puede ser la causa de qu, sin decir palabra, muchas veces un siervo de Dios haga enmudecer las blasfemias que se dicen contra l. Debe ser porque si se tiene un amigo, siempre se le respeta y se tiene cuidado de no hacer nada que pueda disgustarle. Y como esa persona est en gracia, la
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misma gracia debe influir para que, por muy mala que sea la otra persona, que le tenga respeto y no le disguste haciendo alguna cosa que ofende a Dios. As que no andis apretados, apocados o con poco nimo, porque si el alma se comienza a encoger, es muy mala cosa para todo lo bueno, y a las veces dan en ser escrupulosas, y queda inhabilitada para s y para los otros. Y ya que no d en esto, ser buena para s, mas no acercar muchas almas a Dios, como vean tanto encogimiento y apretura. Tal forma de ser las atemoriza y ahoga y huyen de llevar el camino que ella lleva, aunque reconozcan claramente ser ms virtuoso. Y viene otro dao de aqu, que es el juzgar equivocadamente como menos perfectos a los que yendo por distinto camino tratan con ms desembarazo a los dems, sin esos encogimientos, por ms aprovechar sus almas. Y as piensan que son menos perfectos; y si son muy alegres, lo atribuirn a relajacin, en especial si son personas menos instruidas. Es una tentacin muy peligrosa, difcil de admitir y de rechazar, que va en perjuicio del prjimo. Y pensar que porque los dems no van por el mismo camino que yo, tan encogidamente, que no van tan bien, es malsimo. Y hay otro dao: que cuando debes dar tu opinin en algunas cosas y es bueno que la des, por miedo a no excederte en algo o a quedar mal, no te atreves a hablar o en vez de ello asientes con tu silencio lo que deberas ms bien abominar. As que, hermanas, en todo lo que podis sin ofender a Dios, procurad ser amables y comportaos de tal manera que todas las personas que os traten, que gusten de vuestra conversacin, admiren vuestra manera de vivir y de tratar, y no se atemoricen y amedrenten de la virtud. Importa mucho esto en las religiosas: mientras ms santas, ms tratables deben ser con sus hermanas. Aunque te de pena que su conversacin no vaya como te gustara, nunca te extraes de ello, si quieres hacer bien a tu prjimo y que te amen. Mucho hemos de procurar esto: ser amables, tratar de agradar y contentar a las personas que tratamos, en especial a nuestras hermanas. Pensad que Dios no se fija en tantas menudencias como vosotras pensis, y no dejis que se os encoja el alma y el nimo, que dejaris de hacer mucho bien. La intencin ha de ser recta y la voluntad determinada a no ofender a Dios. No huyis del trato de la
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gente, que en lugar de haceros santas, el demonio os har caer en muchas imperfecciones por otras vas y no adelantaris espiritualmente ni aprovecharis a los dems tanto como podrais. Veis cmo con estas dos cosas amor y temor de Dios podemos ir por este camino alegres y tranquilas, aunque el temor debe ir siempre delante, sin descuidarse; que nunca podremos sentirnos seguras mientras vivimos, porque sera muy peligroso. Y as lo entendi nuestro Maestro, que nuestra vida es incierta y llena de tentaciones y de peligros, y por eso al final de esta oracin dijo a su Padre estas palabras Mas lbranos del mal. Amn.

Captulo 42
Sobre las ltimas palabras del Padrenuestro: "Mas lbranos del mal. Amn".
Tiene razn el buen Jess de pedir esto para S, porque ya vemos cun cansado estaba de esta vida cuando dijo en la cena a sus Apstoles: "Con cuntas ansias he deseado cenar con vosotros", pues era la ltima cena de su vida. Por donde se ve cun cansado deba estar ya de vivir. En cambio, parece que no se cansan los que tienen cien aos, sino que siempre estn con deseos de vivir ms. A la verdad, no la pasamos tan mal ni con tantos trabajos como Su Majestad la pas, ni tan pobremente. Qu fue toda su vida sino una continuo martirio, siempre teniendo delante de sus ojos la muerte tan cruel que le haban de dar? Y esto era lo de menos; mas tantas ofensas como se hacan a su Padre y tanta multitud de almas como se perdan! Pues si ac a una que tenga caridad le causa esto gran tormento, qu sera para la caridad sin tasa ni medida de este Seor? Y qu gran razn tena de suplicar al Padre que le librase ya de tantos males y trabajos y que pudiese ya descansar para siempre en su reino, pues era el verdadero heredero de l! Al decir "Amn" entiendo yo que pues con l se acaban todas las cosas, que as pide el Seor seamos librados de todo mal para siempre. Mientras vivimos no podemos evitar estar libres de muchas tentaciones e imperfecciones y aun pecados, pues quien piense que est sin pecado se engaa [1 Jn 1, 10] y es as. Si aadimos los males del cuerpo y los trabajos, quin puede estar libre
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de ellos? Ni est bien que pidamos estarlo. Pues entendamos entonces qu pedimos aqu, que decir "de todo mal" parece imposible: siempre habr males del cuerpo, o imperfecciones y faltas en el servicio de Dios. De los santos no digo nada: todo lo podrn en Cristo, como deca San Pablo [Fp 4, 13]. Mas los pecadores como yo, que se ven rodeados de flojedad y tibieza y de poca mortificacin y otras muchas cosas, necesitamos pedir al Seor remedio. Vosotras, hijas, pedid lo que os parezca; yo no hallo remedio viviendo, y as le pido al Seor que me libre de todo mal para siempre. Porque qu bien hallamos en esta vida, pues carecemos de tanto bien, y estamos ausentes de l? Lbrame, Seor, de esta sombra de muerte, lbrame de tantos trabajos, lbrame de tantos dolores, lbrame de tantas mudanzas, de tantos cumplimientos como forzado hemos de tener los que vivimos, de tantas cosas que me cansan y fatigan, que cansara a quien esto leyese si las dijese todas. No puedo soportar seguir viviendo. Debe de venirme este cansancio de haber vivido tan mal, y de ver que aun lo que vivo ahora no es como deba vivir, pues tanto debo. Y as suplico al Seor me libre de todo mal para siempre, pues no me desquito de lo que debo, sino que cada da me endeudo ms. Y lo que no se puede sufrir, Seor, es no poder saber con seguridad si te amo, ni si te son agradables mis deseos. Oh Seor y Dios mo, lbrame ya de todo mal, y llvame adonde estn todos los bienes! Qu esperan ya aquellos a los que T has dado algn conocimiento de lo que es el mundo y los que creen de verdad en lo que el Padre Eterno les tiene guardado? El pedir esto con deseo grande y toda determinacin es una gran seal para los contemplativos de que las mercedes que en la oracin reciben provienen de Dios; y no lo hacen por huir los trabajos, sino slo por gozar de l. A quien nuestro Seor les d estos deseos, tnganlo como un gran don. El que lo pida yo no es por este motivo, sino que, como tan mal he vivido, que temo ms vivir, y me cansan tantos trabajos. No debemos extraarnos, por tanto, de que los que participan de los regalos de Dios, deseen estar donde los puedan gozar plenamente y no a sorbos, y que no deseen estar en esta vida en que tantos embarazos hay para gozar de tanto bien, y que deseen estar donde no se les ponga el sol de justicia. Pues les parece todo oscu119

ro cuanto despus ac ven, y se espantan de cmo viven. Y cun diferentemente se inclina la voluntad de Dios a la nuestra! Ella desea la verdad, la nuestra la mentira; ella desea lo eterno, ac nos inclinamos a lo que se acaba; ella quiere que queramos cosas grandes y elevadas, ac queremos las bajas y terrenas; ella deseara que busquemos lo seguro, ac amamos todo lo dudoso. Que parece que nos burlamos de l. Supliquemos a Dios nos libre de estos peligros para siempre y nos saque ya de todo mal. Y aunque no vaya nuestro deseo con pureza de intencin, esforcmonos por hacer esta peticin. Qu nos cuesta pedir mucho, pues pedimos a un Seor tan poderoso? Mas, para que ms acertemos, dejemos a su voluntad el dar, pues ya le tenemos dada la nuestra. Y sea para siempre santificado su nombre en los cielos y en la tierra, y en m sea siempre hecha su voluntad. Amn. Veis aqu, amigas, cmo es el rezar vocalmente con perfeccin: mirando y entendiendo a quin se pide y quin pide y qu es lo que se pide. Cuando os digan que no es bueno que tengis otra oracin sino la vocal, no os desconsolis: leed esto muy bien, y lo que no sepis sobre la oracin, suplicad a Dios os lo d a conocer. Que rezar vocalmente no os lo puede quitar nadie, pero no recis el Padrenuestro de corrida y sin daros cuenta de lo que decs. Si tambin alguna persona os desaconsejase la oracin vocal, no la creis; creed que es un falso profeta, y mirad que en estos tiempos no habis de creer a todos. Tambin pens deciros algo sobre cmo debis rezar el Avemara; mas me he alargado tanto, que lo voy a dejar. Basta que entendis cmo se debe rezar bien el Padrenuestro para que hagis lo mismo con todas las dems oraciones vocales. Fijaos, hermanas, cmo el Seor me ha facilitado el trabajo de ensearos a vosotras, dndome a entender lo mucho que pedimos cuando decimos esta oracin evanglica. Sea bendito por siempre, pues jams me pas por la imaginacin que hubiera tan grandes secretos en ella, pues ya habis visto que encierra en s todo el camino espiritual, desde el principio hasta engolfar Dios el alma y darla abundante de beber de la fuente de agua viva que est al final del camino. Parece ha querido el Seor entendamos la gran consolacin que aqu est encerrada y aun cuando os quitasen los libros, no nos pueden quitar este libro del Padrenuestro, que ha sido dictado por la boca de la misma verdad, que no puede errar. Adems, esta oracin es de gran provecho para las personas que no
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saben leer; y si la entendiesen, por esta oracin podran sacar mucha doctrina y mucho consuelo. Pues tantas veces decimos al da el Padrenuestro, regalmonos con l, y procuremos aprender de tan excelente Maestro la humildad con que ora y todas las dems partes que quedan dichas. Y suplicadle me perdone, que me he atrevido a hablar de cosas tan altas. Bien sabe Su Majestad que mi entendimiento no es capaz de ello, si l no me hubiera enseado lo que he dicho. Agradecdselo vosotras, que debe haberlo hecho por la humildad con que me lo pedisteis, pues quisisteis ser enseadas de cosa tan miserable. Si el Padre Maestro Fray Domingo Bez, de la Orden de Santo Domingo, que es mi confesor, a quien le dar este escrito antes de que lo leis, viere que puede servir para vuestro aprovechamiento y os le diere, me dar por satisfecha con haberos complacido. Si no sirve para que nadie lo vea, miraris a la intencin con que me puse a escribirlo, pues he obedecido a lo que me mandasteis; que me doy por bien pagada del trabajo que me ha costado el escribirlo, que no por cierto en pensar lo que he dicho. Bendito y alabado sea el Seor, de donde nos viene todo el bien que hablamos y pensamos y hacemos. Amn.

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