Firmes en La Libertad
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Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. (Glatas 5:1) Estando en Cuba, edificando la iglesia, vea pasar muchas yuntas de bueyes uncidas, curiosamente, por la cabeza y no por el cuello. El labrador, de vez en cuando, les clavaba la ijada en sus costillas, y con sus cabezas amarradas al yugo, tiraban del timn del arado. Se movan a la par y forzosamente, lo que hacia uno, tena que hacer, el otro. Es la imagen que recuerdo, al leer este versculo. Aqu, el apstol Pablo se refiere al yugo de la ley y muchos cristianos estn bajo esa esclavitud. Aunque creen en Jesucristo, todava no han entrado en el reposo de Dios y siguen luchando para agradarle. La ley no justifica, sino que condena, acusa, y trae maldicin. Existen, igualmente, otros yugos que acarreamos y nos atan, a la mente del mundo y del enemigo. Sobre todo, ataduras terribles de culpabilidad, porque el objetivo de Satans, es tratar de deshacer la obra de salvacin de Jesucristo, acusndonos incesantemente. Adn y Eva cuando pecaron, lo primero que sintieron fue culpabilidad, luego temor y por ltimo la separacin de Dios. Tambin, hay yugos de temor. El temor a la enfermedad, a la soledad, al abandono; a ser carga a la familia. Son yugos que nos apresan y oprimen. Nuestra mente, tiene que estar sujeta a la mente de Cristo: No puede el Hijo hacer nada por s mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, tambin lo hace el Hijo igualmente. (Juan 5:19). Cada maana tenemos que clamar: Seor danos tu mente. Cristo hacia siempre lo que agradaba a Dios y poda decir con plena confianza y total conviccin: Padre, gracias te doy por haberme odo .Yo saba que siempre me oyes. (Juan 11: 41.42). Del mismo modo, hay leyes evanglicas que nosotros mismos nos imponemos. Creemos que tenemos que ganar ms almas, orar ms, rendir ms, etcPersistentemente, est el yugo del legalismo hostigndonos. Marginamos a Cristo y relegamos su victoria, en la cruz del Calvario. Olvidndonos, que l cargo con todas nuestras culpas e iniquidad, revoco los preceptos que nos condenaban, despojo principados y potedades: anulando el acta de los decretos que haba contra
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nosotros, que nos era contraria, quitndola de en medio y clavndola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibi pblicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. (Colosenses 2:14.15) Por consiguiente, estos yugos causan condenacin, culpabilidad, confusin, tristeza. Nos impiden servir al Seor con sinceridad, gozo y alegra. Sintindonos cada vez ms afligidos, no testificamos y nos lamentamos porque no cosechamos almas. La conciencia, es como esa ijada clavada en las costillas de los bueyes, est constantemente acusndonos y mortificndonos, pero gracias a Dios, tenemos un abogado defensor: y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. (1 Juan 2:1) Asimismo, se utiliza los diezmos como ltigo. El diezmo, es como el sbado, que fue creado para el hombre, no el hombre para el sbado, por lo tanto, el diezmo, es para bendecirte a ti y a la iglesia. La palabra de Dios nos dice que demos con libertad, no por imposicin, ni coaccin. Cada uno d como propuso en su corazn: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. (2 Corintios 9:7). Muchas de las predicaciones que se escuchan en la televisin, son como flagelos de castigo, que obligan a las ovejas, hacer y a dar: porque Dios es el que en vosotros produce as el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Filipenses 2:11) El diablo persigue robarnos la fe, el gozo, la paz, separarnos de Dios, meternos en un pozo de desesperacin y ahogarnos. El ladrn no viene sino para hurtar y matar y destruir. (Juan 10:10). Sin el gozo no hay fuerza, ni futuro. Cuando pensamos en el futuro, solo hay abatimiento. En lugar de la vida abundante que Jesucristo nos prometi, hay miseria: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. (Juan10:10). En vez de fe, tenemos dudas y nos sentimos apartados del Padre: y al que a m viene, no le echo fuera. (Juan 6:37). Bajo la tirana del tormento, difcilmente podemos acercarnos a Dios y tener libertad para orar y amarle. Cristo vino abolir la condenacin, pagando el precio de todos nuestros pecados. Cmo Dios puede justificar al injusto?, ese es el milagro de la cruz. l declara justo al impo, porque l mismo nos da su justicia: Y se cumpli la Escritura que dice: Abraham crey a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. (Santiago 2:23). Pero, al aumentar las pruebas e intensificarse la batalla, se puede perder ese lugar de completa
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confianza en la Palabra de Dios. Tenemos que luchar para recuperar, el reposo, en donde no hay temor, ni duda, de que Dios nos ama, nos ampara, tiene control y est por encima de todas las circunstancias. Jess hizo una obra completa en la cruz y dijo: Consumado es. (Juan 19:30) Cuando nos convertimos, nos bautizados y somos miembros de la iglesia, entramos en la obra perfecta y terminada de Cristo. Seamos libres, en la libertad, con la cual Dios nos hizo libres, no encadenndonos con las conyundas de opresin. La Biblia dice: Si confesamos nuestros pecados, l es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9) La ley siempre condena, porque si fallamos en un punto, fallamos en todo, y si vivimos con esa imposicin decimos: he fracasado, no valgo, no sirvo. Dios, desea que le sirvamos sin temor: Pues no habis recibido el espritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habis recibido el espritu de adopcin, por el cual clamamos: Abba, Padre!. (Romanos 8:15) Las buenas nuevas son que Cristo Jess, tomo en la cruz, todas nuestras transgresiones; pasadas, presentes y por hacer. Proclamemos con fe, soy la justicia de Dios en Cristo. Al que no conoci pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fusemos hechos justicia de Dios en l. (2 Corintios 5:20). El Seor nos ha sacado del pozo cenagoso, ha puesto, nuestros pies sobre la Roca, que es Cristo, y un cntico nuevo en nuestras vidas. Cada pensamiento que trae contradiccin, desconcierto, no proviene de l. Si te roba la paz, te quita el gozo, te causa depresin, te susurra no hay esperanza, ni futuro, es del enemigo, rechzalo. Tu futuro no est determinado, ni por tu pasado, ni por tu presente. Declaremos lo que Dios dice en su Palabra, no lo que dice el yugo de la ignominia y del oprobio. Porque con el corazn se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvacin. (Romanos 10:10). Confieso que Jess es mi Salvador Confieso que l termino la obra en la cruz Confieso que soy amado de Dios Confieso que Dios me protege por su gracia Dios ha enviado su Palabra para sanarnos, es como una semilla, que hay que cuidar y guardar
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hasta verla brotar: Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve all, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, as ser mi palabra que sale de mi boca; no volver a m vaca, sino que har lo que yo quiero, y ser prosperada en aquello para que la envi. (Isaas 55: 10.11). Cuando los hijos de Israel andaban por el desierto y llegaron a las aguas de Mara no pudieron dar de beber a sus familias, sus hijos, su ganado, porque eran aguas amargas. Entonces, el pueblo empez a quejarse y a murmurar. En la vida cristiana, a menudo, nos hallamos tambin como en un desierto, solo hay ingratitud, lamento, negativismo y amargura. Llegamos a ilusionarnos con el matrimonio, la familia, los hijos, la iglesia y nos disponemos a beber, pero el trago es amargo, no es lo que esperbamos y sobreviene la decepcin. En estas pruebas amargas, es preciso echar la cruz de Cristo dentro de las aguas para endulzarlas y as, sanar nuestra alma de los azotes del desengao, afliccin y sufrimiento. La vida cristiana es difcil, pero posible con la gracia de Dios, que es gratuita. Ni se puede comprar, ni ganar. Es nuestra herencia, nos pertenece por Cristo Jess. Hay que creer, an la fe la da Dios: As que la fe es por el or, y el or, por la palabra de Dios. (Romanos 10:17). Tenemos que salir del desierto y creer que Dios esta haciendo una obra nueva. Resistamos a nuestros enemigos con la ley del espritu, que es la ley del amor de Dios, y mantengmonos firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no sujetos al yugo de esclavitud. Antes, en todas estas cosas somos ms que vencedores por medio de aquel que nos am. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ngeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podr separar del amor de Dios, que es en Cristo Jess Seor nuestro. (Romanos 8: 37.39)
Oracin
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Padre Santo, en el nombre de Cristo, presentamos nuestras vidas delante de ti. T conoces cada corazn, dolor, afliccin y a los que estn sufriendo, atados al yugo satnico de la carnalidad y condenacin, que controla sus mentes, impidindoles pensar. Otros sufren acusaciones y sabemos que el acusador de los hermanos es Satans, pero ha sido vencido. Muchos de tus hijos estn bajo el manto de tristeza y de angustia, han bebido aguas amargas. Pedimos, Seor sanidad fsica y emocional para todo tu pueblo. Snanos de estos dolores, condenaciones, de todo legalismo. Rompe, en el nombre de Cristo los yugos que atan las mentes de los hijos de Dios, para que puedan servirte sin temor, con gozo y alegra. Dios nos ha declarado justos, Satans no nos puede condenar. Hay un reposo para el pueblo de Dios. Seor, hemos cometido errores, pero t nos limpias con tu sangre, libres somos por la gracia de Cristo. Nuestro futuro est en tus manos. Gracias Seor, en el nombre de Jesucristo. Amn.
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