El Cuerpo, Integrante de La Persona Humana

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EL CUERPO, INTEGRANTE DE LA PERSONA HUMANA 1. La persona: Alguien corporal El cuerpo es la primera manifestacin de la persona.

Veo una figura que se acerca, distingo un perfil conocido y digo: es Javier. Javier es todo, la persona completa en todas sus dimensiones, pero lo primero que aparece ante m, que la pone de manifiesto y me la hace presente es su cuerpo. La persona humana es totalmente impensable sin el cuerpo hasta el punto de que algunos filsofos, como Maras, la han descrito como alguien corporal1. Pero, qu es el cuerpo? podemos preguntarnos. El cuerpo es ante todo la dimensin fsica, orgnica o material de la persona. Mis manos, mis pies, mi corazn tienen una medida, un volumen, un perfil y un tamao. Si me corto, sangro y si me doy un golpe me duele el contacto brusco con la materia. El cuerpo es mi dimensin material y cuando muera desaparecer. La dimensin orgnica del cuerpo es evidente y por eso no vale insistir en ella. Lo que interesa es recalcar otro aspecto a primera vista mucho menos manifiesto y que incluso puede sorprendernos: el cuerpo humano aunque es orgnico y material, no es un objeto fsico o una cosa, sino la mediacin psicofsica o psicomundana. Es una dimensin de la persona y, por eso, posee una componente subjetiva y personal. Una primera aproximacin a esta idea la podemos obtener desde un punto de vista negativo, a partir de la imposibilidad de separarlo de la persona. En cuanto una parte del cuerpo se separa de la persona, deja de existir como tal cuerpo. Una mano cortada no es una mano y un cuerpo muerto no es un cuerpo humano; lo fue, pero ya no lo es y por eso se corrompe. Aqu encontramos ya indicios de ese carcter personal del cuerpo. Desde un punto de vista positivo podemos expresar esta idea diciendo que el hombre es un ser corporal, es decir, que la existencia humana no es comprensible ni pensable sin el cuerpo. En cualquier accin humana (externa o interna) est implicada la corporalidad. Un modo de expresar este hecho es afirmar: yo soy cuerpo, pero resulta ms preciso y menos ambiguo decir: yo soy corporal. Es decir, yo, persona, sujeto espiritual con conciencia de m mismo, soy, al mimo tiempo e inseparablemente, una realidad corporal. El cuerpo forma parte de mi ser, no es una materia externa que utilizo o un instrumento que empleo para los fines que me interesan. El cuerpo soy yo, mis manos son yo, mi cerebro soy yo, aunque yo soy ms que mis manos, micerebro o mis msculos. El cuerpo es mi dimensin organicamaterial pero, por eso mismo, tiene una dimensin subjetiva y espiritual. El cuerpo humano, explica Ferrer, participa simultneamente de la condicin subjetiva y de la objetividad mundana. A travs de l el sujeto est inserto en el mundo y sometido a sus leyes y condicionamientos externos.2 Mounier lo ha explicado de manera particularmente bella. No
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J. MARAS, Persona, cit., p. 135.

U. FERRER, Qu significa ser persona?, cit., p. 138. Ferrer indica tambin que hay que evitar una visin instrumental del cuerpo como si fuera externo al yo. El hombre no tiene o posee simplemente un cuerpo, sino que l mismo es corporal. En un sentido similar se expresan Maras, Wojtyla, Mounier, Lucas,

puedo pensar sin ser, ni ser sin mi cuerpo; yo estoy expuesto por l a m mismo, al mundo, a los otros; por l escapo a la soledad de un pensamiento que no sera ms que pensamiento de mi pensamiento. Al impedirme ser totalmente transparente a m mismo, me arroja sin cesar fuera de m en la problemtica del mundo y las luchas del hombre. Por la solicitacin de los sentidos me lanza al espacio, por su envejecimiento me ensea la duracin, por su muerte me enfrenta con la eternidad. Hace sentir el peso de la esclavitud, pero al mismo tiempo est en la raz de toda conciencia y de toda vida espiritual. Es el mediador omnipresente de la vida del espritu.3 La integracin radical entre cuerpo y persona no slo se activa en el hombre adulto sino en todas las etapas de la vida. En este sentido, la evolucin de los nios resulta particularmente interesante porque permite ver con claridad cmo desarrollo personal y corporal estn intrnsecamente ligados. El nio que logra alzarse y empezar a caminar inicia una nueva relacin con el mundo y ampla enormemente su campo vital, y, cuando no slo camina sino que logra controlar y dominar su cuerpo, abre ante s la posibilidad de interaccionar con el mundo y las personas de una manera controlada. Esto significa, en otras palabras, que empieza a ser libre porque, como seala Wojtyla, la capacidad de objetivar el cuerpo y de emplearlo en la accin es un elemento importante de la libertad personal. (...). El hombre como persona se posee a s mismo en el aspecto somtico en la medida en que posee su propio cuerpo y se domina a s mismo al dominar el propio cuerpo4. En resumen, el cuerpo es la dimensin materialorgnica de la persona, su primera manifestacin y su faceta ms externa, pero tambin tiene un carcter subjetivo, psquico y hasta espiritual. El cuerpo no es ni una cosa, ni un instrumento al modo platnico, es el mismo hombre en su aparicin externa, la frontera fsica de la persona, el horizonte entre el mundo material y el misterio del yo personal5. Por eso se le debe un respeto ya que es la epifana de la persona. Tocando un cuerpo, tocamos a la persona, acariciando un cuerpo, acariciamos a la persona, despreciando un cuerpo despreciamos al hombre o a la mujer que son ese mismo cuerpo. 2. La actividad corporal y su relacin con el yo Un aspecto importante del cuerpo humano es su actividad. El cuerpo no es algo inerte ni meramente exterior, es una realidad viva, con una cierta autonoma y leyes propias. El estudio detallado del funcionamiento del cuerpo corresponde de todos modos a la medicina y a otras ciencias. Desde una perspectiva filosfica lo que nos interesa es constatar de modo sumario una serie de cuestiones. La primera y fundamental es que existen diversos niveles de actividad biolgica y corporal en los que el yo, a travs de su voluntad, influye de manera distinta:
Ingarden y muchos otros. 3 E. MOUNIER, El personalismo, Accin Cultural Cristiana Madrid 1997, p. 22. 4 K. WOJTYLA, Persona e atto, cit, p. 236. 5 Cfr. R. GUARDINI, Mundo y persona. Ensayos para una teora cristiana del hombre, Guadarrama, Madrid 1963.

- en algunos niveles esa intervencin es mnima: (algunos tipos de reflejos, circulacin de la sangre, digestin, procesos hormonales, reacciones instintivas ante estmulos, etc.). En estos casos el cuerpo, bajo el control del sistema nervioso autnomo, responde a los estmulos de manera independiente de la voluntad; - en otros niveles intermedios la relacin cuerpo-mente es mayor. Hay procesos semicontrolados por la persona como la respiracin y hay otros que dependen totalmente del sujeto como la actividad motrica, la parte externa de la alimentacin, etc. Tambin es importante recalcar que nunca se dan procesos ni meramente corporalesni meramente espirituales. Ambos se necesitan mutuamente y se influyen de modos muy diversos. Los procesos ms inferiores -biolgicamente hablando- necesitan que la persona est viva para que se produzcan ya que cuando muere cesan al cabo de muy poco tiempo, lo que significa que no son autnomos de manera completa. Y, al revs, los procesos psquicos y espirituales necesitan siempre una base corporal. Para pensar el cerebro debe funcionar correctamente. Resulta dramtico comprobar las terribles consecuencias que puede tener un ictus cerebral. En unos minutos tenemos ante nosotros otra persona: con dificultades de habla, de locomocin, con la afectividad alterada, con dificultades para razonar, etc. De igual modo necesitamos que los ojos funcionen correctamente para poder ver y hay problemas de tipo meramente biolgico o qumico que puede alterar el comportamiento (la falta de serotonina, por ejemplo, produce depresiones). La relacin entre cuerpo y yo, por otro lado, no se limita a una mera necesidad recproca; es algo misterioso y profundo que nace de las mltiples y escondidas relaciones que existen entre la subjetividad humana y los diversos niveles de la corporalidad6. Las necesidades, alegras y males de uno de los elementos se transmiten de manera oculta pero decisiva a las expectativas y posibilidades del otro. Estar sano, poder desplegar de manera controlada y eficaz las posibilidades del cuerpo, sentir el placer del bienestar corporal es una situacin que todos deseamos y que contribuye eficazmente al bienestar global de la persona y a su actitud ante la vida: el mens sana in corpore sano del que hablaban los clsicos. La enfermedad, por el contrario, es un lastre duro de llevar y perjudica toda nuestra actividad: nos sentimos viejos, cansados, a la defensiva frente al mundo que nos supera. Pero no slo el cuerpo influye en el alma, tambin sucede lo contrario. La influencia de las enfermedades mentales en algunos aspectos de la actividad corporal es algo conocido7 pero existen caminos todava ms ocultos aunque reales. Todos conocemos o hemos odo hablar, por ejemplo, de personas que han renunciado a vivir porque los seres queridos y los amigos que les rodeaban han fallecido y consideran que ya no tienen nada que hacer en la tierra. El
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Este tema est bien tratado por J. MOUROUX, Sentido cristiano del hombre, Palabra, Madrid 2001, pp. 73-119. Cfr. K. JASPERS, Psicopatologa general, FCE, Mxico 1996, pp. 269 y ss.

organismo de algunas de esas personas podra vivir durante ms tiempo, incluso aos, pero influido misteriosamente por la decisin del sujeto se consume rpidamente y se extingue. 3. La dimensin antropolgica del cuerpo Por ltimo vamos a considerar lo que hemos denominado dimensin antropolgica del cuerpo y que podemos definir como la relacin que establecemos con nuestro cuerpo y con el de los dems. Es un aspecto esencial de la vida que tiene multitud de facetas. Apuntaremos ahora algunas de las ms importantes. El rostro: en los rostros de los dems descubrimos su intimidad, su actitud ante nosotros, su estado de nimo. Es el centro de organizacin de toda la corporeidad8, afirma Maras, como el resumen de la persona. La cara es el espejo del alma, dice con razn el refrn, y tambin se suele afirmar que, a partir de cierta edad, el hombre es responsable de su rostro porque all queda fijada su crispacin o su alegra, su actitud desenfadada o tensa, el cansancio de la vida, la desesperacin o la esperanza. Por eso, en el rostro, y, especialmente en los ojos, encontramos a la persona. De ah la trascendencia de las miradas. Miradas agresivas o miradas de odio, de fascinacin o sorpresa, de recelo o indiferencia. Podemos despreciar a alguien con nuestra mirada o, todava ms, no mirndolo, como si no existiera o quisiramos reducirlo a la nada, mientras que los enamorados, por el contrario, no pueden ms que mirarse fijamente porque buscan penetrar en el alma del otro a travs de sus ojos. Por eso mismo, una mirada directa de un desconocido nos alerta puesto que parece pretender una intimidad a la que no tiene derecho y la evitamos cuando, por casualidad, estamos obligados a compartir un espacio limitado (un ascensor, una mesa) porque no deseamos ni sabemos compartir una intimidad que la mirada parecera sugerir. La belleza (del hombre y de la mujer) es otra de las dimensiones esenciales del cuerpo. Fascinante y arrebatadora, ha inspirado a los artistas de todos los tiempos y puede marcar la vida de las personas e incluso influir en el destino de la historia como nos ensean Helena de Troya o Cleopatra. La belleza marca, en principio, para bien, pero no necesariamente si no se la sabe integrar armnicamente en el conjunto de la vida. Una persona hermosa siempre crea un espacio especial a su alrededor: atrae, levanta pasiones, admiracin, enciende sentimientos encontrados. Tiene el mundo a favor pero tambin puede ser convertida en un mero objeto de admiracin o deseo y sucumbir al peso de su belleza. Marilyn Monroe no es el nico caso. Y lo contrario sucede con la fealdad, especialmente en el caso de las mujeres. Puede ser una rmora constante que, sin ningn motivo profundo ms all del meramente fsico, dificulte la relacin social y lastre la vida9. Las habilidades y capacidades fsicas tambin pueden influir en la vida de modo similar a la belleza, quiz en ese caso especialmente en los hombres. Tener reflejos,
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J. MARAS, Antropologa metafsica, cit., p. 132.

Sobre la especial relacin de las mujeres con la belleza tanto desde un punto de vista histrico como en nuestra sociedad cfr. G. LIPOVETSKY, La tercera mujer, Anagrama, Madrid 1999, pp. 93-180. y J. MARAS, La mujer y su sombra, Alianza, Madrid 1987, pp. 95-105.

fortaleza, habilidades, sobresalir en el deporte, abre o cierra campos de la existencia, conforma actitudes seguras o agresivas o, por el contrario, dbiles y timoratas y, en ocasiones (las estrellas del deporte, por ejemplo) proyecta a las personas por caminos nicos y privilegiados. El vestido es otro fenmeno -especficamente humano en este caso- relacionado con el cuerpo. Nos vestimos para protegernos del medio ambiente pero tambin por otros motivos: para ocultar nuestra intimidad corporal porque no queremos que nuestro cuerpo, y especialmente los rganos sexuales, estn visualmente disponibles para cualquiera: es la realidad del pudor que se ha vivido en todas las culturas. Y nos vestimos tambin para mostrar nuestra manera de ser, para adornarnos y realzar determinados aspectos de nuestro cuerpo, para seducir o para llamar la atencin. El contacto corporal buscado (no el choque incontrolado, el encontronazo) es muy importante porque pone en relacin especialmente directa y profunda a las personas: una caricia, un beso, no son sustituibles por otro tipo de relacin. Y a pesar de ser fsicas o corporales son particularmente profundas porque permiten acceder de una manera misteriosa a la intimidad del sujeto. Se acaricia a quien se quiere: a la madre o a la persona que se ama, y se acaricia tambin a aquellos seres que parecen necesitar vitalmente de la ternura: los nios, afectivos y frgiles, inocentes y confiados. Cada parte del cuerpo tiene, adems, un significado propio. No significa lo mismo besar en los labios que besar en la frente o en la mejilla; a su vez, hay modos y modos de besar: con afecto, con delicadeza, con pasin, con indiferencia o con traicin como Judas. La importancia del contacto corporal tambin se vislumbra de modo doloroso cuando no es deseado sino impuesto. El drama de una paliza, de una violacin no afecta slo al cuerpo sino al alma. Todos estos aspectos, y otros que se podran aadir, tienen su reflejo en lo que se denomina lenguaje corporal. Mediante el cuerpo comunicamos infinidad de mensajes no verbales: inquietud, desasosiego, rechazo o atraccin. Es un tipo de mensaje a veces ms cierto que las palabras pues al cuerpo, en determinadas circunstancias, le resulta ms difcil mentir que a la mente. Todos hemos pasado por la experiencia de ver a una persona que miente ponerse colorada o a otra que dice estar tranquila pero que se agita moviendo nerviosamente manos o piernas. Una manifestacin especialmente hermosa del lenguaje corporal es la danza en la que se despliegan artsticamente unificadas la belleza del cuerpo y su capacidad de comunicacin. El baile es ms bien el resultado de una necesidad expresiva y est unido a la msica: la alegra de moverse, de sentirse vivo, dinmico y libre, de notar el propio cuerpo y ser capaz de dominarlo, de atraer al hombre o a la mujer mediante movimientos corporales, son algunos de los elementos que el baile pone en juego de manera nica. Por ltimo, un aspecto importantsimo en la antropologa del cuerpo es la diferenciacin entre el cuerpo del hombre y de la mujer:

1) El cuerpo del hombre y de la mujer son distintos de manera profunda, no slo superficial. Nos diferenciamos no slo en el tamao, la fuerza o los rganos sexuales sino en la estructura sea, la actividad hormonal, las caractersticas del pelo, la capacidad de coordinacin motrica o la localizacin del centro de gravedad. Por eso, las dimensiones y acciones corporales -la belleza, la sexualidad, la capacidad fsica, el sentido de determinadas gestos o acciones- no tienen el mismo valor ni significan lo mismo en un hombre o una mujer. 2) Pero an hay ms. No slo el cuerpo y determinadas acciones y dimensiones corporales difieren en el caso del hombre y de la mujer sino que la relacin global con su cuerpo es distinta. La del hombre es ms instrumental: emplea el cuerpo para hacer cosas, desea que funcione bien, que est a punto, que no falle, pero no est muy pendiente de l ni lo observa detenidamente ni lo analiza con detalle. Le dedica las energas justas para un buen funcionamiento y una presentacin adecuada. La mujer, sin embargo, se identifica ms con su cuerpo. Hay una base fsica ligada a la sexualidad que lo impone de manera ineluctable. La menstruacin, con su correspondiente actividad hormonal y las consecuencias que desata, afecta y altera el cuerpo de la mujer cada mes; y el embarazo la modifica corporalmente de una manera esencial tanto externa como internamente. Pero no se trata slo de una cuestin hormonal, sino antropolgica: la mujer, por decirlo de algn modo, es ms su cuerpo y por eso dedica tanta atencin y cuidado a todas y cada una de sus partes ya que es dedicacin a ella misma, algo que, si lo realizara el hombre, se entendera cmo prdida de tiempo o afectacin. Y quizs, y para concluir, el ejemplo ms ilustrativo de todos sea la importancia relativa de la belleza en el hombre y en la mujer. En ambos es importante, pero en el caso de la mujer resulta ms decisiva y relevante tanto para su autoestima personal como para sus posibilidades de relacin social

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