Sermon 60
Sermon 60
Sermon 60
inquietud es vana? Porque acumulas tesoros y no sabes para quin9; o, si lo sabes, dmelo, te lo ruego. Te escuchar. Para quin? Si no te inquietas vanamente, dime para quin acumulas tesoros. Para m, dices. Te atreves a decirlo, t que has de morir? Para mis hijos, dices. Te atreves a decir esto de quienes han de morir? Magnfico amor paterno: un padre acumula tesoros para los hijos. Mejor dira gran vanidad: uno que ha de morir los acumula para quienes han de morir tambin. Si no los acumulas para ti porque, cuando mueras, dejas lo que has acopiado, idntica es tambin la situacin de tus hijos: te han de suceder, pero no han de permanecer. Omito decir para qu clase de hijos; cabe la posibilidad de que lo que atesor la avaricia lo eche a perder el derroche. Otro pierde con su dispendio lo que t acumulaste con fatiga. Pero prescindo de esto. Quiz tus hijos sean buenos, no derrochadores; conservarn lo que les dejaste, aumentarn lo que les reservaste y no echarn a perder lo que t acumulaste. Pero tus hijos son igualmente vanos si hacen esto, si en ello te imitan a ti, su padre. A ellos les repito lo que te deca a ti; se lo repito al hijo para quien t reservas tus riquezas; a l le digo: acumulas tesoros y no sabes para quin10. Como no lo supiste t, tampoco l lo sabe. Si en l pervivi tu vanidad, no vino a menos en l la verdad? 4. Omito decir que tal vez, durante tu vida, atesoras para el ladrn. Llega una nica noche y encuentra lo acumulado en tantos das y noches. Acumulas tesoros tal vez para un atracador, o quiz para un salteador. No quiero seguir hablando de esto para no traer a la memoria ni abrir de nuevo las heridas de sufrimientos pasados. Cuntos bienes, acumulados por la necia vanidad, encontr preparados el enemigo cruel! No es que yo lo desee, pero todos deben temerlo. No lo quiera Dios. Bstennos sus propios azotes. Oremos todos; que Dios lo aparte de nosotros! Que nos libre de ello aquel a quien rogamos! Pero si nos pregunta para quines atesoramos, qu vamos a responderle? T, pues, oh hombre!, quienquiera que seas; t que acumulas tesoros vanamente, qu respuesta me das a m, que examino el asunto contigo y contigo busco la decisin a tomar en este problema comn? T decas y respondas: Atesoro para mi hijo, para mis hijos, para mis sucesores. Yo te he advertido sobre cunto hay que temer en los mismos hijos. Pero suponte que ellos van a de vivir distintamente a como piensa tu enemigo; suponte que van a vivir como desea su padre. Te he dicho, te he recordado cun grande es el nmero de quienes fracasaron a este respecto; te horrorizaste, pero no te has corregido. Qu otra cosa puedes responderme, a no ser Quiz no? Tambin yo me he expresado de idntica manera: Quiz repito atesoras para un ladrn; quiz para un atracador; quiz para un salteador. No dije ciertamente, sino quiz. Te encuentras entre un quiz suceder y un quiz no suceder; es decir, no sabes lo que va a acaecer, te inquietas vanamente. Ests viendo qu cosa ms cierta dijo la Verdad, cun vanamente se inquieta la vanidad. Lo has odo; finalmente quiz te has dado cuenta de que cuando dices: Quiz para mis hijos, no te atreves a afirmar: Estoy seguro de que ser para mis hijos. Ignoras, por tanto, para quin acumulas tesoros. As, pues, segn lo que veo y como antes deca, fracasaste en tu proyecto: no hallas qu responderme, ni yo tampoco qu contestarte. 5. Busquemos ambos, pidamos consejo los dos. Lo tenemos abundante. No el de un sabio, sino el de la Sabidura misma. Escuchemos los dos a Cristo, escndalo para los judos y necedad para los gentiles; mas para los que fueron llamados de entre los judos y los griegos, Poder y Sabidura de Dios11. Por qu dispones proteccin para tus riquezas? Escucha al Poder de Dios; nada hay ms fuerte que l. Por qu buscas argumentos a favor de tus riquezas? Escucha la Sabidura de Dios; nada ms sabia que ella. Tal vez te escandalices cuando te lo diga: sers un judo, pues Cristo es escndalo para los judos. Tal vez te parecer una necedad cuando te lo diga: sers un gentil, pues Cristo es necedad para los gentiles. Eres cristiano, has sido llamado; mas para los llamados, sean judos o griegos, Cristo es el Poder y la Sabidura de Dios. No te entristezcas cuando te lo diga; no te escandalices; no me insultes torciendo la boca como si ello fuese fruto de mi insensatez. Escuchemos. Lo que voy a decir, lo dijo Cristo. Desprecias al pregonero? Teme al juez. Qu es, pues, lo que voy a decir? El lector del evangelio casi me ha liberado hace poco de esa preocupacin. No lo leo; solo traigo a la memoria lo ledo. Buscabas consejo al fracasar en el asunto que te preocupa; mira lo que dice la fuente del recto consejo, la fuente en la que, tomes lo que tomes, no temes hallar veneno. No amasis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orn los consumen y donde los ladrones los desentierran y roban. Acumulaos un tesoro en el cielo, adonde no tiene acceso el ladrn, ni la polilla lo deteriora. Donde est tu tesoro, all estar tambin tu corazn 12 . Qu ms esperas? La cosa est clara. El consejo est patente, pero tambin la codicia, aunque latente; mejor dicho, tambin ella misma y esto es peor est patente. Pues la rapia no cesa de engordar, la avaricia no cesa de engaar, la malicia no cesa de jurar en falso. Todo esto, para
qu? Para acumular tesoros. Y para ponerlos dnde? En la tierra. Con razn lo que viene de la tierra acaba en la tierra. Cuando pec se le dijo al hombre, por quien como dije se nos propin la copa de la fatiga: Tierra eres y a la tierra volvers13. Con razn queda tu tesoro en la tierra, pues en ella est tu corazn. Dnde est, pues, el corazn que tenemos levantado hacia el Seor? Doleos los que lo habis entendido; enmendaos si habis sentido dolor. Cunto va a durar el alabar y no obrar? Es verdad; no hay mayor verdad. Cmplase lo que es verdad. Alabamos al nico Dios, pero no cambiamos de vida, de modo que tambin en esto nos inquietamos vanamente. 6. Por tanto, no amasis vuestro tesoro en la tierra14, sea que hayis experimentado cmo perece lo que se esconde en la tierra, sea que no lo hayis experimentado, pero la experiencia ajena os infunda el temor de experimentarlo. A quien las palabras no corrigen, corrjanle los escarmientos. No se levanta uno, no se da un solo paso sin que digan todos a una voz: Ay de nosotros; el mundo se viene abajo! Si se viene abajo, por qu no escapas de l? Si un arquitecto te dijera que tu casa va a derrumbarse, no saldras de ella antes de seguir perdiendo tiempo en murmurar? El creador del mundo te dice que el mundo se va a derruir. No es alguien al que t puedas llevar la contraria. Escucha lo voz de quien predice, escucha el consejo de quien advierte. Esta es la prediccin: El cielo y la tierra pasarn15. Esta es la advertencia: No amasis vuestro tesoro en la tierra16. Si, pues, dais fe al que predice, si no despreciis al que advierte, cmplase lo que l dice. En efecto, al daros tal consejo no quiso que perdierais lo que tenis; al contrario, os exhort a no perderlo. Por qu no se le escucha cuando exhorta a que se traspase al cielo? No al cielo del que se ha dicho: El cielo y la tierra pasarn17. Si fuera as, quin escuchara el consejo de quien invita a traspasar su tesoro de un lugar ruinoso a otro igualmente ruinoso? Hay cielos de cielos18, como hay santos de santos19 y siglos de siglos20. Acumulad vuestro tesoro en el cielo21. Los cielos proclaman la gloria de Dios22. Tal vez, cuando das a un justo, das a un cielo. Si, en cambio, das a un malvado porque si tu enemigo tiene hambre, le das de comer23, tampoco en este caso te apartas del camino: obedeces a quien hizo el cielo y la tierra. Por tanto, no seas perezoso en traspasar tu tesoro. Tienes mucho acumulado? Mayor motivo para hacerlo. No quiero que pierda la piedad lo que acumul la vanidad. Traspsalo. Tienes medios para que posean abundancia los pobres de Cristo. La calamidad que aflige el mundo ha convertido a muchos en mozos de cuerda a tu servicio. Yo lo he dicho y vosotros lo habis odo; mejor, l lo dijo y juntos lo hemos odo. Concdanos la ayuda para realizarlo quien nos dio el consejo de que nos enmendsemos. Vueltos al Seor... Amen.