10-Althusser-El Marxismo No Es Un Historicismo
10-Althusser-El Marxismo No Es Un Historicismo
10-Althusser-El Marxismo No Es Un Historicismo
Louis Althusser
Pero a travs de esto nos vemos confrontando un ltimo malentendido, que es de la misma especie pero quiz todava ms grave, ya que descansa no solamente sobre la lectura de El capital, no solamente sobre la filosofa marxista, sino sobre la relacin que existe entre El capital y la filosofa marxista, por lo tanto, entre el materialismo histrico y el materialismo dialctico, es decir, sobre el sentido de la obra de Marx considerada como un todo y, finalmente, sobre la relacin existente entre la historia real y la teora marxista. Este malentendido se refiere al error que ve en el marxismo un historicismo y, el ms radical de todos, un "historicismo" "absoluto". Esta afirmacin pone en escena, a travs de la relacin existente entre la ciencia de la historia y la filosofa marxista, la relacin que la teora marxista tiene con la historia real. Quisiera adelantar que el marxismo, desde el punto de vista terico, no es ni un historicismo, ni un humanismo (ver La revolucin terica de Marx, pp. 182 ss); que en muchas circunstancias tanto el humanismo como el historicismo reposan sobre la misma problemtica ideolgica, y que tericamente hablando, el marxismo es, en un mismo movimiento y en virtud de la nica ruptura epistemolgica que lo fundamenta, un antihumanismo y un antihistoricismo. Debera decir, con todo rigor, un a-humanismo y un a-historicismo. Empleo, por lo tanto, conscientemente, para darles el peso de una declaracin de ruptura, que lejos de ser obvia, es, por el contrario, muy difcil de consumar esta doble forma negativa (antihumanismo, anti-historicismo) en lugar de una simple forma privativa, ya que con ello pretendo rechazar el asalto humanista e historicista que, en ciertos medios, desde hace cuarenta aos, no deja de amenazar al marxismo. Sabemos perfectamente en qu circunstancias naci esta interpretacin humanista e historicista de Marx y qu circunstancias recientes la fortalecieron. Naci de una reaccin vital contra el mecanicismo y el economismo de la II Internacional, en el perodo que precedi y, sobre todo, en los aos que siguieron a la Revolucin de 1917. Tiene, al respecto, mritos histricos reales, tal como tiene cierto fundamento histrico aunque en forma bastante diferente el renacimiento reciente de esta interpretacin, al da siguiente de la denuncia que hizo el XX Congreso de los crmenes y errores dogmticos del "culto a la personalidad". Si este reciente renacimiento es slo la repeticin y, frecuentemente, la desviacin generosa o hbil pero "derechista" de una reaccin histrica que tena entonces la fuerza de una protesta de espritu revolucionario, pero "izquierdista", no podra servirnos de norma para juzgar el sentido histrico de su primer estado. Fue primero gracias a la izquierda alemana de Rosa Luxemburgo y de Mehring, y luego, despus de la Revolucin del 17, gracias a una serie de tericos entre los cuales algunos se perdieron como Korsch, pero otros desempearon un papel importante, como Lukcs, y an ms importante, como Gramsci, que los temas del humanismo y del historicismo revolucionario fueron puestos en escena. Sabemos en qu trminos juzg Lenin este movimiento de reaccin "izquierdizante" contra la simpleza mecanicista de la II Internacional: condenando sus fbulas tericas, su tctica poltica (ver "Izquierdismo" o enfermedad infantil del comunismo) pero sabiendo reconocer lo que tena de autnticamente revolucionario, por ejemplo, en Rosa Luxemburgo y en Gramsci. Ser necesario aclarar un da todo este pasado. Este estudio histrico y terico nos es indispensable para distinguir, en nuestro presente, los personajes reales de los fantasmas y para asentar, sobre bases indiscutibles, los resultados de una crtica conducida entonces, en las confusiones de la batalla, donde la reaccin contra el mecanicismo y el fatalismo de la II Internacional debi tomar la forma de un llamado a la conciencia y a la voluntad de los
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Captulo V de "El Objeto de El Capital" en Althusser y Balibar (1967) Para leer El capital, Siglo XXI, Buenos Aires, 335 pp.
hombres, para que hicieran por fin la revolucin que la historia les encomendaba. Ese da quiz, se comprender un poco mejor la paradoja de un clebre tratado donde Gramsci exaltaba la revolucin contra "El capital", afirmando brutalmente que: la Revolucin anticapitalista de 1917 debi hacerse contra El capital de K. Marx por la accin voluntaria y consciente de los hombres, de las masas y de los bolcheviques, y no en virtud de un libro donde la II Internacional lea, como en una Biblia, el advenimiento fatal del socialismo.1 Esperando el estudio cientfico de las condiciones que produjeron la primera forma, "izquierdizante", de este humanismo y este historicismo, estamos en condiciones de identificar, en Marx, aquello que permita esta interpretacin y lo que, evidentemente, no deja de justificar su forma reciente a los ojos de los actuales lectores de Marx. No nos asombraremos al descubrir que las mismas ambigedades de formulacin que pudieron nutrir una lectura mecanicista y evolucionista han permitido igualmente una lectura historicista: Lenin nos dio bastantes ejemplos del fundamento terico comn del oportunismo y el izquierdismo para que este encuentro paradjico no nos desconcierte. Invoco formulaciones ambiguas. Aqu nuevamente nos topamos con una realidad cuyos efectos ya hemos medido: Marx, que ha producido en sus obras la distincin que lo separa de sus predecesores, no pens y es la suerte comn a todos los inventores, con toda la nitidez deseable, el concepto de esta distincin; Marx no pens tericamente, en forma adecuada y desarrollada, el concepto y las implicaciones tericas de su quehacer tericamente revolucionario. Adems pens, a falta de algo mejor, en base a conceptos tomados, en parte, principalmente de los conceptos hegelianos, lo que introduce un efecto de desajuste entre el campo semntico originario del cual son sacados estos conceptos y el campo de los objetos conceptuales a los cuales se aplican. Luego pens esta diferencia en s misma, pero en forma parcial, en la bsqueda obstinada de equivalentes,2 pero sin alcanzar a enunciar, en la adecuacin de un concepto, el sentido original riguroso de lo que produca. Esta diferencia, que slo puede ser descubierta y reducida por una lectura crtica, forma parte, objetivamente, del texto mismo del discurso de Marx.3 Es por esto por lo que, fuera de toda razn tendenciosa, tantos herederos y partidarios de Marx pudieron desarrollar inexactitudes sobre su pensamiento, pretendiendo, texto en mano, ser fieles a su letra. Quisiera entrar aqu en algunos detalles para mostrar, al respecto, sobre qu textos se puede fundar una lectura historicista de Marx. No hablar de los textos de juventud de Marx o de los textos de la ruptura (La revolucin terica de Marx., p. 27), ya que la demostracin es fcil. No hay necesidad de hacer violencia a textos tales como las Tesis sobre Feuerbach y la Ideologa alemana, que an resuenan con profundos ecos humanistas e historicistas, para hacerles pronunciar las palabras que se espera de ellos: las pronuncian solos. Hablar solamente de El capital y de la Introduccin del 57. Los textos de Marx sobre los cuales puede apoyarse una lectura historicista pueden ser agrupados en dos
Gramsci: "No, las fuerzas mecnicas no prevalecen jams en la historia; son los hombres, las conciencias, es el espritu el que plasma la apariencia exterior y termina siempre triunfando... la ley natural y el curso fatal de los acontecimientos en manos de seudohombres de ciencia fue sustituido por la voluntad tenaz del hombre". (Texto publicado en Rinascita, 1957, pp. 149-158. Citado por Mario Tronti en Studi Gramsciani. Editori Riuniti, 1959, p. 306.) [Gramsci y el marxismo, Ed. Proteo, 1965, Buenos Aires, p. 61.] 2 Al respecto sera preciso consagrar todo un estudio a estas metforas tpicas, a su proliferacin alrededor de un centro, que tienen por misin rodear, al no poder llamar al concepto por su propio nombre. 3 El hecho y la necesidad de este desajuste no son propios a Marx, sino a todo esfuerzo de fundacin cientfica y a toda produccin cientfica en general; su estudio depende de una teora de la historia de la produccin de conocimientos y de una teora de lo terico, cuya necesidad comprobamos aqu nuevamente.
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puntos principales. Los primeros conciernen a la definicin de las condiciones en las que se nos da el objeto de toda ciencia histrica. En la Introduccin del 57 Marx escribe: ...en toda ciencia histrica o social en general, no hay nunca que olvidar, a propsito de la marcha de las categoras econmicas, que el sujeto, en este caso la sociedad burguesa moderna, se da, tanto en la realidad como en el cerebro, que las categoras expresan, entonces, formas de existencia, condiciones de existencia determinadas, a menudo simples aspectos determinados de este sujeto, de esta sociedad determinada, etc...4 Se puede acercar este texto a un pasaje de El capital: La reflexin sobre las formas de la vida social y, por consiguiente, su anlisis cientfico, sigue un camino completamente opuesto al movimiento real. Comienza muy tarde con datos ya establecidos, con los resultados del desarrollo...5 Estos textos indican no solamente que el objeto de toda ciencia social e histrica es un objeto producto de un cierto devenir, un resultado, sino tambin que la actividad de conocimiento que se aplica a este objeto est igualmente implicada en el presente de este dato, en el momento actual de este dato. Es lo que ciertos intrpretes marxistas italianos llaman, retomando una expresin de Croce, la categora de la "contemporaneidad" del "presente histrico", categora que define histricamente y define como histricas las condiciones de todo conocimiento que trata de un objeto histrico. Este trmino de contemporaneidad puede contener, lo sabemos, un equvoco. El propio Marx parece reconocer esta condicin absoluta en la Introduccin, algunas lneas antes del texto citado: Lo que se llama desarrollo histrico descansa, despus de todo, sobre el hecho de que la ltima forma considera a las formas pasadas como etapas que llevan a su propio grado de desarrollo. Como esta etapa es pocas veces capaz, y solamente en condiciones bien determinadas, de hacer su propia crtica... siempre las concibe bajo un aspecto unilateral. La religin cristiana slo fue capaz de ayudar a comprender objetivamente las mitologas anteriores despus de haber terminado hasta un cierto grado, por as decir dynamei, su propia crtica. Igualmente, la economa poltica burguesa slo lleg a comprender a las sociedades feudales antiguas, orientales, a partir del da en que comenz la autocrtica de la sociedad burguesa ...6 Resumo: toda ciencia de un objeto histrico (y en particular de la economa poltica) se refiere a un objeto histrico dado, presente, objeto producto de un devenir, resultado de la historia pasada. Toda operacin de conocimiento que parte del presente y que se refiere a un objeto producto de un devenir slo es, entonces, la proyeccin del presente sobre el pasado de este objeto. Marx describe aqu la retrospeccin que Hegel haba criticado en la historia "reflexiva" (Introduccin a la filosofa de la historia). Esta retrospeccin inevitable slo es cientfica si el presente llega a la ciencia de s, a la crtica de s, a su autocrtica, es decir, si el presente es un "corte esencial" que hace visible la esencia.
Einleitung.., p. 637. Contribution..., p. 170 Ed. A.: I, 89. Ed, E.: I, 40. Ed. F.: I, 87. 6 Einleitung..., p. 637. Contribution..., p. 170
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Pero aqu interviene el segundo grupo de textos: el punto decisivo donde se podra hablar de un historicismo de Marx. Este punto concierne precisamente a lo que Marx llama, en el texto que citamos ms abajo, "las condiciones bien determinadas de la autocrtica" de un presente. Para que la retrospeccin de la conciencia de s de un presente deje de ser subjetiva, es preciso que este presente sea capaz de autocriticarse para alcanzar la ciencia de s. Ahora bien, qu vemos, si consideramos la historia de la economa poltica? Vemos pensadores que no hicieron otra cosa que pensar, encerrados en los lmites de su presente y no pudieron saltar por sobre su tiempo. Aristteles: su genialidad slo le permita escribir la igualdad x objetos A = y objetos B, como igualdad y declarar que la sustancia comn de esta igualdad era impensable por ser absurda. Haciendo esto, alcanz los lmites de su tiempo. Qu le impidi ir ms all? Lo que impidi a Aristteles LEER [herauslesen] en la forma valor de las mercancas en la cual todos los trabajos se expresan como trabajo humano indistinto y, por consiguiente, iguales, fue que la sociedad griega descansaba sobre el trabajo de los esclavos y tena por base natural la desigualdad de los hombres y de sus fuerzas de trabajo.7 El presente que permita a Aristteles tener esa genial intuicin de lectura le impeda al mismo tiempo responder al problema que se haba planteado.8 Lo mismo sucede con todos los dems grandes inventores de la economa clsica. Los mercantilistas no hicieron ms que reflexionar acerca de su propio presente, haciendo la teora monetaria de la poltica monetaria de su tiempo. Los fisicratas no hicieron ms que reflexionar acerca de su propio presente, esbozando una genial teora de la plusvala, pero de la plusvala natural, aquella del trabajo agrcola, donde se poda ver crecer el trigo y el excedente no consumido de un obrero agrcola productor de trigo, pasar a manos del granjero: haciendo esto no hacan otra cosa que expresar la esencia misma de su presente, el desarrollo del capitalismo agrario en las llanuras frtiles de la cuenca parisina, que Marx enumera, Normanda, Picarda, la Isla de Francia (AntiDhring, . S., cap. X, p. 283). Tampoco ellos podan saltar por sobre su tiempo; no llegaban a un conocimiento sino en la medida en que su tiempo se los ofreca en forma visible, los haba producido para su conciencia; en suma, describan lo que vean. Smith y Ricardo fueron ms all, describieron lo que no vean? Saltaron por sobre su tiempo? No. Si llegaron a una ciencia, que fue otra cosa que la simple conciencia de su presente, es porque su conciencia contena la verdadera autocrtica de este presente Cmo fue posible esta autocrtica? En la lgica de esta interpretacin, hegeliana en su principio, nos vemos tentados a decir: alcanzaron la ciencia en la conciencia de su presente, porque esta conciencia era, como conciencia, su propia autocrtica, por lo tanto, ciencia en s. En otras palabras: la caracterstica de su presente vivo y vivido, que lo distingue de todos los dems presentes (del pasado), es que por primera vez este presente produca en s su propia crtica de s, que posea ese privilegio histrico de producir la ciencia de s en la forma misma de la conciencia de s. Pero tiene un nombre: es el presente del saber absoluto, donde la conciencia y la ciencia se hacen uno, donde la ciencia existe en la forma inmediata de la conciencia y donde la verdad puede ser leda, a libro abierto, en los fenmenos, si no en forma directa, con poco esfuerzo, ya que est realmente presente en los fenmenos, en la existencia emprica real, abstracciones sobre las que descansa la ciencia histrico-social considerada. El secreto de la expresin del valor dice Marx, inmediatamente despus de haber hablado de Aristteles, la igualdad y la equivalencia de todos los trabajos, en cuanto son y por el hecho de ser
Ed. A.: I, 74. Ed. E.: I, 26. Ed. F.: I, 73. Esto no es falso, por cierto, pero cuando se relaciona directamente esta limitacin con la "historia", se corre el riesgo, aqu nuevamente, de invocar simplemente el concepto ideolgico de la historia.
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trabajo humano, slo pueden ser descubiertos cuando la idea de igualdad humana ya haya adquirido la firmeza de un prejuicio popular... Pero esto slo es posible en una sociedad donde la forma mercanca llega a ser la forma general de los productos del trabajo, donde, por consecuencia, la relacin entre los hombres en tanto que productores y cambistas de mercancas es la relacin social dominante"9 O tambin: "...es necesario que la produccin mercantil se desarrolle completamente para que de la propia experiencia se extraiga esta verdad cientfica: que los trabajos privados, ejecutados independientemente los unos de los otros, aunque se entrelacen como ramificaciones del sistema social espontneo de la divisin del trabajo, pueden reducirse constantemente a su medida de proporcin social...10 El descubrimiento cientfico... de que los productos del trabajo, en tanto que valores, son la expresin pura y simple del trabajo humano gastado en su produccin, marca una poca en el desarrollo de la humanidad...11 Esta poca histrica de la fundacin de la ciencia de la economa poltica parece estar aqu, en relacin con la experiencia misma (Erfahrung) de la lectura directa de la esencia en el fenmeno o, si se prefiere, la lectura en corte de esencia en la tajada del presente, con la esencia de una poca particular de la historia humana, donde la generalizacin de la produccin mercantil, o sea, de la categora de mercanca, aparece, al mismo tiempo, como la condicin de posibilidad absoluta y el dato inmediato de esta lectura directa de la experiencia. De hecho, tanto en la Introduccin como en El capital se dice que esta realidad del trabajo en general, del trabajo abstracto, es producida como una realidad fenomenal por la produccin capitalista. La historia habra alcanzado, de alguna manera, este punto, habra producido este presente especfico excepcional donde las abstracciones cientficas existen en el estado de realidades empricas, donde la ciencia, los conceptos cientficos existen en la forma de lo visible de la experiencia como otras tantas verdades a cielo despejado. He aqu el lenguaje de la Introduccin: ...Esta abstraccin del trabajo en general no es slo el resultado, en el pensamiento [geistige], de una totalidad concreta de trabajo. La indiferencia con respecto de tal trabajo determinado corresponde a una forma de sociedad en la cual determinados individuos pasan con facilidad de un trabajo al otro y en la cual el tipo preciso de trabajo les es fortuito, indiferente. Aqu, el trabajo ha llegado a ser no solamente en la categora, sino en la realidad [in der Wirklichkeit] misma un medio de crear riqueza en general y, en tanto que determinacin, ha dejado de formar una unidad con los individuos, en algn aspecto particular. Este estado de cosas alcanza su ms alto grado de desarrollo en la forma ms moderna de existencia de las sociedades burguesas, en Estados Unidos. Solamente aqu la abstraccin de la categora "trabajo", "trabajo en general", trabajo "sin frase", punto de partida de la economa moderna, llega a ser verdad prctica [wird praktisch wahr]. As la abstraccin ms simple, que la economa moderna coloca en primer rango, y que expresa una relacin muy antigua y vlida para todas las formas de sociedad, slo aparece, bajo esta forma
Ed. A.: I, 74. Ed. E.: I, 26. Ed. F.: I, 73. Ed. A.: I, 89. Ed. E.: I, 40. Ed. F.: I, 87. 11 Ed. A.: I, 88. Ed. E.: I, 39. Ed. F.: I, 86.
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abstracta, como verdad prctica [praktisch wahr] en cuanto categora de la sociedad ms moderna.12 [Subrayado por el autor.] Si el presente de la produccin capitalista ha producido en su realidad visible (Wirklichkeit, Erscheinung, Erfahrung), en su conciencia de s, la propia verdad cientfica, por lo tanto, su conciencia, si su propio fenmeno es, en acto, su propia autocrtica, se comprende perfectamente que la retrospeccin del presente sobre el pasado ya no sea ideolgico sino un verdadero conocimiento, plantendose el primado epistemolgico legtimo del presente sobre el pasado: la sociedad burguesa es la organizacin histrica de la produccin ms desarrollada y variada que haya existido. Por esto, las categoras que expresan las relaciones de esta sociedad y que permiten comprender su estructura, permiten, al mismo tiempo, dar cuenta de la estructura y de las relaciones de produccin de todas las formas de sociedad desaparecidas con cuyos restos y elementos se edific, cuyos vestigios, parcialmente no superados, continan subsistiendo en ella, y cuyos simples signos, desarrollndose, han tomado toda su significacin, etc. La anatoma del hombre es la clave de la anatoma del mono. En las especies de animales inferiores, slo se pueden comprender los signos anunciadores de la forma superior cuando la forma superior es ya conocida. As la economa burguesa nos da la clave de la economa antigua, etctera.13 Basta con franquear un paso ms en la lgica del saber absoluto, con pensar el desarrollo de la historia que culmina y se cumple en el presente de una ciencia idntica a la conciencia y con reflexionar este resultado en una retrospeccin fundada, para concebir toda la historia econmica (u otra) como el desarrollo, en el sentido hegeliano, de una forma simple primitiva, originaria, por ejemplo, el valor, inmediatamente presente en la mercanca, y para leer El capital como una deduccin lgico-histrica de todas las categoras econmicas partiendo de una categora originaria, la categora de valor o aun la categora de trabajo. Bajo esta condicin, el mtodo de exposicin de El capital se confunde con la gnesis especulativa del concepto. Ms an, esta gnesis especulativa del concepto es idntica a la gnesis de lo concreto real, es decir, al proceso de la "historia" emprica. Nos encontramos, as, ante, una obra de esencia hegeliana. Es por esto por lo que el problema del punto de partida reviste tal valor crtico, pudiendo equivocarse en una lectura malentendida del primer captulo del primer libro. Es tambin por esta razn por la que toda lectura crtica, como lo han demostrado las exposiciones precedentes, debe elucidar el estatuto de los conceptos y del modo de anlisis del primer captulo del primer libro, para no caer en ese malentendido. Esta forma de historicismo puede ser considerada como una forma-lmite, en la medida en que culmina y se anula en la negacin del saber absoluto. Al respecto, se la puede considerar la matriz comn de las otras formas, menos perentorias y, a menudo, menos visibles, aunque a veces ms "radicales", del historicismo, pues nos introduce a su comprensin. Tmese como prueba ciertas formas contemporneas de historicismo que impregnan, a veces conscientemente, a veces inconscientemente, la obra de ciertos intrpretes del marxismo, particularmente en Italia y en Francia. En la tradicin marxista italiana, la interpretacin del marxismo como "historicismo absoluto" presenta los rasgos ms acusados y las formas ms rigurosas: se me permitir insistir algunos instantes en esto.
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Esta tradicin viene de Gramsci, quien la haba heredado en gran parte de Labriola y de Croce. Me es preciso, por lo tanto, hablar de Gramsci. Lo hago con un gran y profundo escrpulo, temiendo no slo desfigurar, por observaciones muy esquemticas, el espritu de una obra genial, prodigiosamente matizada y sutil, sino tambin introducir al lector, a pesar mo, a extender las reservas tericas que quisiera formular a propsito de la interpretacin gramsciana del nico materialismo dialctico a los descubrimientos fecundos de Gramsci en el dominio del materialismo histrico. Pido entonces que se tome bien en cuenta esta distincin, sin la cual esta tentativa de reflexin crtica sobrepasara sus lmites. Quiero hacer primero una advertencia elemental: me negar a tomar a Gramsci, inmediatamente, en toda ocasin y con cualquier pretexto o texto, por sus propias palabras; slo retendr estas palabras cuando desempeen la funcin confirmada de conceptos "orgnicos" pertenecientes verdaderamente a su problemtica filosfica ms profunda y no cuando desempeen slo el papel de un lenguaje, encargado de asumir sea un papel polmico, sea una funcin de designacin "prctica" (designacin de un problema o de un objeto existentes o de la direccin que se debe tomar para plantear bien y resolver un problema). Por ejemplo, sera hacer a Gramsci una acusacin injusta declararlo "humanista" e "historicista absoluto" despus de la lectura de un texto polmico como esta clebre nota sobre Croce: El hegelianismo es, por cierto, la razn ms importante (relativamente) de filosofar de nuestro autor, tambin y especialmente, porque el hegelianismo ha intentado superar las concepciones tradicionales del idealismo y del materialismo en una nueva sntesis que tuvo, sin lugar a dudas, una importancia excepcional y que representa un momento histrico-mundial de la investigacin filosfica. As sucede que, cuando se dice en el Ensayo [de Croce] que el trmino de "inmanencia" en la filosofa de la praxis es empleado en un sentido metafrico, no se dice nada; en realidad el trmino de inmanencia ha adquirido una significacin particular que no es la de los "pantestas" y que no tiene nada de la significacin metafsica tradicional, porque es nueva y debe ser fijada. Se ha olvidado en la expresin corriente [de materialismo histrico] que era preciso poner el acento sobre el segundo trmino, "histrico", y no sobre el primero, que es de origen metafsico. La filosofa de la praxis es "el historicismo" absoluto, la mundanizacin y la "terrenalizacin" absolutas del pensamiento, un humanismo absoluto de la historia. En esta direccin es preciso cavar el filn de la nueva concepcin del mundo.14 Est demasiado claro, en efecto, que estas afirmaciones "humanistas" e "historicistas" "absolutas" de Gramsci tienen, ante todo, un sentido crtico y polmico; que tienen por funcin, antes que nada: 1 rechazar toda interpretacin metafsica de la filosofa marxista, 2 indicar, como conceptos "prcticos",15 el lugar y la direccin del lugar donde la concepcin marxista debe establecerse, para romper todos los lazos con las metafsicas anteriores: el lugar de "la inmanencia" del "ms ac" que Marx ya opona como el diesseits (nuestro ms ac) a la trascendencia, el ms all (jenseits) de las filosofas clsicas. Esta distincin figura en trminos claros en una de las Tesis sobre Feuerbach (la tesis nm. 2). De todas maneras, podemos sacar desde ya, de la naturaleza "indicativa-prctica" de estos dos conceptos acoplados por Gramsci en una sola y misma funcin (humanismo, historicismo), una primera conclusin, restrictiva por cierto pero tericamente importante: si estos conceptos son polmicos-indicativos, indican la direccin en la que debe abordarse la bsqueda, el tipo de dominio en el que debe plantearse el problema de la interpretacin del marxismo, pero no da el concepto positivo de esta interpretacin. Para poder juzgar la interpretacin de Gramsci, debemos primero poner al da los conceptos positivos que la expresan. Qu
II materialismo storico e Ja filosofa di B. Croce, Einaudi, p. 159. El materialismo histrico y Ja filosofa de Benedetto Croce, Editorial Lautaro, Argentina, 1958, p. 169. 15 En el sentido definido en La revolucin terica de Marx, pp. 202 ss.
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entiende entonces Gramsci por "historicismo absoluto"? Si superamos la intencin crtica de sus formulaciones encontramos un primer sentido positivo. Presentando el marxismo como un historicismo, Gramsci pone el acento sobre una determinacin esencial de la teora marxista: su papel prctico en la historia real. Una de las preocupaciones constantes de Gramsci conciernen al papel prctico-histrico de lo que l llama, retomando la concepcin crociana de la religin, las grandes "concepciones del mundo" o "ideologas": son formaciones tericas capaces de penetrar en la vida prctica de los hombres, por lo tanto, de inspirar y de animar toda una poca histrica, proporcionando a los hombres, no solamente a los "intelectuales" sino tambin y sobre todo, a los "simples", a la vez una visin general del curso del mundo y al mismo tiempo una regla de conducta prctica.16 En esta relacin, el historicismo del marxismo no es ms que la conciencia de esta tarea y de esta necesidad: el marxismo slo puede pretender ser la teora de la historia, si piensa, en su propia teora, las condiciones de esta penetracin en la historia, en todas las capas de la sociedad e incluso en la conducta cotidiana de los hombres. Es en esta perspectiva donde se puede comprender un cierto nmero de frmulas de Gramsci que dicen, por ejemplo, que la filosofa debe ser concreta, real, debe ser historia; que la filosofa real no es otra cosa que la poltica; que la filosofa, la poltica y la historia son en definitiva una sola y misma cosa.17 Desde este punto de vista se puede comprender su teora de los intelectuales y de la ideologa, su distincin entre los intelectuales individuales, que pueden producir ideologas ms o menos subjetivas y arbitrarias, y los intelectuales "orgnicos" o "el intelectual colectivo" (el Partido) que aseguran la "hegemona" de una clase dominante trasmitiendo su "concepcin del mundo" (o ideologa orgnica) a la vida cotidiana de todos los hombres; y entender su interpretacin de El prncipe maquiavlico, cuya herencia retoma el partido comunista moderno en condiciones nuevas, etc. En todos estos casos, Gramsci expresa esta necesidad no slo prcticamente, sino conscientemente, tericamente inherente al marxismo. El historicismo del marxismo es, entonces, uno de los aspectos y efectos de su propia teora, bien concebida, que es su propia teora consecuente consigo misma: una teora de la historia real debe tener lugar, como ocurra antao con otras "concepciones del mundo", en la historia real. Lo que es verdadero para las grandes religiones, con mayor razn debe serlo para el marxismo, no slo a pesar,
"Si nos atenemos a la definicin que da B. Croce de la religin, como una concepcin del mundo que llegara a ser norma de vida, y si norma de vida no se entiende en sentido libresco, sino como norma realizada en la vida prctica, la mayor 'parte de los hombres son filsofos en la medida en que actan prcticamente y en cuanto, en sus acciones prcticas, se halla contenida implcitamente una concepcin del mundo, una filosofa." Op. cit, Ed. I.: p. 21. Ed. E.: p. 29. "Pero ahora se plantea el problema fundamental de toda concepcin del mundo, de toda filosofa que se haya convertido en un movimiento cultural, una 'religin', una 'fe', lo que ha producido una actividad prctica y una voluntad, y que se encuentra contenida en esta ltima, como premisa terica implcita (una 'ideologa', se podra decir, si al trmino ideologa se le diera el sentido ms elevado de una concepcin del mundo que se manifiesta implcitamente en el arte, en el derecho, en la actividad econmica, en todas las manifestaciones de la vida individual, y colectiva). "En otras palabras, el problema que se plantea es el de conservar la unidad ideolgica en el bloque social, cimentado y unificado, precisamente, por esta ideologa..." Ed. I.: p. 7; Ed. E.: p. 16. Se habr notado que la concepcin de una ideologa que se manifiesta "implcitamente" en el arte, en el derecho, en la actividad econmica, en "todas las manifestaciones de la vida individual y colectiva", est muy prxima a la concepcin hegeliana. 17 "Todos los hombres son filsofos." El materialismo histrico..., Ed. Is. P. 3, Ed. E.: p. 11. "Puesto que actuar es siempre actuar polticamente, no podra decirse que la filosofa real de cada uno est contenida por entero en su poltica?... no se puede, pues, separar la filosofa de la poltica y se puede mostrar igualmente que la eleccin y la crtica de una concepcin del mundo son tambin un acto poltico." bid., Ed. I. p. 6; Ed. E.: pp. 14-15. "Si es verdad que toda filosofa es la expresin de una sociedad, ella deberla reaccionar sobre la sociedad, determinar ciertos efectos, positivos y negativos; la medida en que reacciona es la medida de su alcance histrico, del hecho de que no sea 'elucubracin' individual, sino 'hecho histrico'." bid., Ed. I.: pp." 23-24, Ed. E.: p. 32 "La identidad de la historia y de la filosofa es inmanente al materialismo La proposicin de que el proletariado alemn es el heredero de la filosofa clsica alemana contiene justamente la identidad de la historia y de la filosofa" Ibid., Ed. I.: p. 217; Ed. E.: p. 215. Ver las pginas 232-234 y 231,232, respectivamente.
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sino a causa de la diferencia que existe entre l y esas ideologas, debido a su novedad filosfica, ya que su novedad consiste en incluir el sentido prctico de su teora en su propia teora.18 Sin embargo, se habr notado que este ltimo sentido del "historicismo" que nos remite a un tema interior de la teora marxista es todava, en gran parte, una indicacin crtica, destinada a condenar a todos los marxistas "librescos", a aquellos que pretenden hacer recaer el marxismo en el destino de las "filosofas individuales" que no tienen nada que ver con la realidad, y a todos los idelogos, que tal como Croce, retoman la desgraciada tradicin de los intelectuales del Renacimiento, que quieren educar al gnero humano "desde arriba" sin entrar en la accin poltica ni en la historia real. El historicismo afirmado por Gramsci tiene el sentido de una vigorosa protesta contra ese aristocratismo de la teora y de sus "pensadores".19 La vieja protesta contra el farisesmo libresco de la II Internacional (La revolucin contra El capital) resuena todava: es un llamado directo a la "prctica", a la accin poltica, a la "transformacin" del mundo sin lo cual el marxismo no sera ms que el alimento de ratas de biblioteca o de funcionarios polticos pasivos. Esta protesta lleva necesariamente en s una interpretacin terica nueva de la teora marxista? No necesariamente, puesto que puede simplemente desarrollar en la forma prctica de un llamado absoluto un tema esencial a la teora de Marx: el tema de la nueva relacin instaurada por Marx en su propia teora, entre la "teora" y la "prctica". Este tema lo encontramos pensado por Marx en dos lugares, por una parte en el materialismo histrico (en la teora del papel de las ideologas y del papel de una teora cientfica en la transformacin de las ideologas existentes), y por otra parte en el materialismo dialctico, a propsito de la teora marxista de la teora y de la prctica, y de su relacin, en lo que se acostumbra llamar "la teora materialista del conocimiento". En estos dos casos, lo que Marx afirma con vigor y lo que est en pleito en nuestro problema es el materialismo marxista. El acento puesto por Gramsci sobre el "historicismo" del marxismo, en el sentido preciso que acabamos de definir, hace alusin en realidad al carcter resueltamente materialista de la concepcin de Marx (a la vez en el materialismo histrico y en el materialismo dialctico). Ahora bien, esta realidad nos pone en el camino de una observacin desconcertante y que implica tres aspectos, tan perturbadores el uno como el otro. 1] A pesar de que lo que est directamente en cuestin es el materialismo, Gramsci declara que en la expresin "materialismo histrico" es preciso poner el acento sobre el segundo trmino: "histrico" y no sobre el primero, "que es dice de origen metafsico". 2] A pesar de que el acento materialista concierne no solamente al materialismo histrico, sino tambin al materialismo dialctico, Gramsci casi no habla ms que del materialismo histrico, y, ms an, sugiere que la expresin "materialismo" induce inevitablemente a resonancias "metafsicas" o quiz ms que resonancias. 3] Est claro entonces que Gramsci da a la expresin "materialismo histrico", que designa nicamente la teora cientfica de la historia, un doble sentido: significa para l, al mismo tiempo, el materialismo histrico y la filosofa marxista. Gramsci tiende, por lo tanto, a confundir en el solo materialismo histrico a la vez la teora de la historia y el materialismo dialctico que, sin embargo, son dos disciplinas distintas. Para enunciar estas observaciones y esta ltima conclusin, evidentemente no me baso slo en la frase que analizo, sino en muchos otros desarrollos de Gramsci,20 que la confirman sin equvoco, que le dan un sentido conceptual. Creo que es aqu donde
Lo que implica el concepto de "historicismo", tomado en este sentido, lleva un nombre preciso en el marxismo: es el problema de la unin de la teora y de la prctica, particularmente, el problema de la unin de la teora marxista y del movimiento obrero. 19 Materialismo storico..., pp. 8-9. 20 "La filosofa de la praxis deriva ciertamente de la concepcin inmanentista de la realidad, pero en la medida en que esta ltima ha sido purificada de todo aroma especulativo y reducida a la pura historia o historicidad o al puro humanismo. .. no slo la filosofa de la praxis est ligada al inmanentismo, sino que tambin su concepcin subjetiva de la realidad, en la medida en que la invierte, la explica como hecho histrico, como 'subjetividad histrica' de un grupo social, como hecho real, que se
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podemos descubrir un nuevo sentido del "historicismo" gramsciano, que esta vez ya no se puede reducir al empleo legtimo de un concepto indicativo, polmico o crtico, sino que es preciso considerar como una interpretacin terica que tiene por objeto el contenido mismo del pensamiento de Marx, y que puede caer entonces bajo nuestras reservas o crticas. Finalmente, existe en Gramsci, ms all del sentido polmico y prctico de este concepto, una verdadera concepcin "historicista" de Marx: una concepcin "historicista" de la teora de la relacin de la teora de Marx con la historia real. No se debe al azar el que Gramsci est constantemente obsesionado por la teora crociana de la religin, que acepte sus trminos, y que la extienda de las religiones efectivas a la nueva "concepcin del mundo" que es el marxismo; que en esta relacin no haya ninguna diferencia entre esas religiones y el marxismo; que ordene, religiones y marxismo, bajo el mismo concepto de "concepciones del mundo" o "ideologas"; que identifique tambin cmodamente religin, ideologa, filosofa y teora marxista, sin destacar que lo que distingue al marxismo de esas "concepciones del mundo" ideolgicas es menos esta diferencia formal (importante) de poner fin a todo "ms all" supraterrestre, que la forma distintiva de esta inmanencia absoluta (su "terrenalidad"): la forma de la cientificidad. Esta "ruptura" entre las antiguas religiones o ideologas incluso "orgnicas" y el marxismo, que es una ciencia, y que debe llegar a ser la ideologa "orgnica" de la historia humana, produciendo en las masas una nueva forma de ideologa (una ideologa que descanse, esta vez, sobre una ciencia, lo que nunca se ha visto), esta ruptura no es verdaderamente pensada por Gramsci, y, como est absorbido por la exigencia y las condiciones prcticas de la penetracin de la "filosofa de la praxis" en la historia real, descuida la significacin terica de esta ruptura y sus consecuencias tericas y prcticas. Adems, tiende frecuentemente a reunir bajo un mismo trmino la teora cientfica de la historia (materialismo histrico) y la filosofa marxista (materialismo dialctico), y a pensar esta unidad como una "concepcin del mundo" o como una "ideologa" comparable, despus de todo, a las antiguas religiones. Incluso tiende a pensar la relacin de la ciencia marxista con la historia real, en el modelo de la relacin de una ideologa "orgnica" (histricamente dominante y actuante) con la historia real; y, en definitiva, a pensar esa relacin de la teora cientfica marxista con la historia real en el modelo de la relacin de expresin directa que da cuenta, bastante bien, de la relacin de una ideologa orgnica con su tiempo. Es aqu donde reside, me parece, el principio discutible del historicismo de Gramsci. Es aqu donde encuentra espontneamente el lenguaje y la problemtica terica indispensable a todo "historicismo". Partiendo de estas premisas, se puede dar un sentido tericamente historicista a las frmulas que he citado al empezar pues sostenidas por todo el contexto que acabo de sealar, asumen tambin este sentido en Gramsci y si ahora voy a tratar de desarrollar sus implicaciones, lo ms rigurosamente posible en tan corto espacio, no es por agraviar a Gramsci (que tiene demasiada sensibilidad histrica y terica como para no tomar, cuando es preciso, todas sus distancias), sino para hacer visible una lgica latente cuyo conocimiento puede tornar inteligibles un buen nmero de sus efectos tericos, cuyo encuentro, por el contrario, continuara siendo enigmtico, ya sea en Gramsci mismo o en algunos de aquellos inspirados por l o que puedan asimilrsele. Nuevamente aqu, como lo hice a propsito de la lectura "historicista" de
presenta como fenmeno de 'especulacin' filosfica y es simplemente un acto prctico, la forma de un contenido concreto social y la manera de conducir el conjunto de la sociedad a constituirse en una unidad moral. .." Materialismo storico..., p. 191; Ed. E.: pp. 190-191. O tambin: "Si es necesario, en el eterno decurso de los acontecimientos, fijar conceptos, sin los cuales la realidad no podra ser comprendida, es preciso tambin, y es absolutamente indispensable, fijar y recordar que realidad en movimiento y concepto de la realidad, si pueden ser distinguidos lgicamente, deben ser concebidos histricamente como unidad inseparable". Ibid., Ed. I.: p. 212. Ed. E.: p. 214. Las resonancias del historicismo bogdanoviano son evidentes en el primer texto; en el segundo figura la tesis empiristaespeculativa de todo historicismo: la identidad del concepto y del objeto real (histrico).
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algunos textos de El capital, voy a exponer una situacin-lmite y a definir, ms que tal o cual interpretacin (Gramsci, Della Volpe, Colletti, Sartre, etc.), el campo de la problemtica terica que es la base de sus reflexiones y que a veces surge en algunos de sus conceptos, de sus problemas y de sus soluciones. Con este fin y con estas reservas, que no son de estilo, tomar ahora la frmula: el marxismo debe ser concebido como un "historicismo absoluto" por una tesis sintomtica, que nos permitir poner en evidencia toda una problemtica latente. Cmo entender esta afirmacin en nuestra perspectiva presente? Si el marxismo es un historicismo absoluto, es porque historiza aquello que, en el historicismo hegeliano, es propiamente la negacin terica y prctica de la historia: su fin, el presente insuperable del Saber absoluto. En el historicismo absoluto ya no existe Saber absoluto, por lo tanto, fin de la historia. Ya no existe presente privilegiado donde la totalidad se vuelva visible y legible en un "corte de esencia", donde conciencia y ciencia coincidiran. Que ya no exista ms Saber absoluto, aquello que hace al historicismo absoluto, significa que el propio Saber absoluto es historizado. Si ya no hay presente privilegiado, todos los presentes llegan a serlo con el misino derecho. De ah resulta que el tiempo histrico posee, en cada uno de sus presentes, una estructura tal que permite en cada presente el "corte de esencia" de la contemporaneidad. Sin embargo, como la totalidad marxista no tiene la misma estructura que la totalidad hegeliana, que en particular contiene niveles o instancias diferentes, no directamente expresivos unos de otros, es preciso, para hacerla susceptible del "corte de esencia", ligar entre s estos distintos niveles de una manera tal que el presente de cada uno coincida con todos los presentes de los dems: que sean, por lo tanto, "contemporneos". As retocados, su relacin excluira esos efectos de distorsin y de desajuste que contradicen esta lectura ideolgica de la contemporaneidad en la concepcin marxista autntica. El proyecto de pensar al marxismo como historicismo (absoluto) pone en accin automticamente los efectos en cadena de una lgica necesaria, que tiende a rebajar y a aplanar la totalidad marxista en una variacin de la totalidad hegeliana, y que, incluso, con la precaucin de distinciones ms o menos retricas, termina por esfumar, reducir u omitir las diferencias reales que separan los niveles. Podemos designar con precisin el punto sintomtico donde esta reduccin de los niveles se muestra al descubierto es decir, se disimula al amparo de una "evidencia" que la traiciona (en los dos sentidos de la palabra) en el status del conocimiento cientfico y filosfico. Hemos visto que Gramsci insista a tal punto sobre la unidad prctica de la concepcin del mundo y de la historia que descuidaba retener lo que distingue la teora marxista de toda ideologa orgnica anterior: su carcter de conocimiento cientfico. La filosofa marxista, que l no distingue claramente de la teora de la historia, sufre el mismo destino; Gramsci la pone en relacin de expresin directa con la historia presente: la filosofa es en tal caso, como lo quera Hegel (concepcin retomada por Croce) "historia de la filosofa" y en definitiva historia. Toda ciencia, toda filosofa es en su fondo real, historia real; la historia real puede ser llamada filosofa y ciencia. Pero cmo puede pensarse, en la teora marxista, esta doble afirmacin radical, y crear las condiciones tericas que permitan formularla? Por medio de toda una serie de deslizamientos conceptuales que tienen justamente por efecto reducir la distancia entre los niveles que Marx haba distinguido. Cada deslizamiento es tanto menos perceptible cuanto menos atento se haya estado a las distinciones tericas registradas en la precisin de los conceptos de Marx. Es as como Gramsci declara constantemente que una teora cientfica, o tal o cual categora dependiente de una ciencia, es una "superestructura"21 o una ''categora histrica" que asimila a una "relacin humana".
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Ver las pginas sorprendentes de Gramsci sobre la ciencia, Materialismo storico..., pp. 54-57; Ed. E.: pp. 63-66. "En realidad,
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De hecho es atribuir al concepto de "superestructura" una extensin que Marx le niega, puesto que l slo ubica bajo este concepto 1] la superestructura jurdico-poltica y 2] la superestructura ideolgica (las "formas de conciencia social" correspondientes); Marx no incluye jams el conocimiento cientfico, salvo en las obras de juventud (y en particular en los Manuscritos del 44). Al igual que el lenguaje del cual Stalin mostr que se le escapaba, la ciencia no puede ser ubicada en la categora de "superestructura". Hacer de la ciencia una superestructura es pensarla como una de esas ideologas "orgnicas" que tan bien forman "bloque" con la estructura, que tienen la misma historia que sta: ahora bien, incluso en la teora marxista leemos que las ideologas pueden sobrevivir a la estructura que les dio nacimiento (es el caso de la mayor parte de entre ellas: por ejemplo, la religin, o la moral, o la filosofa ideolgica) y ciertos elementos de la superestructura jurdico-poltica igualmente (el derecho romano!). En cuanto a la ciencia, ella puede nacer de una ideologa, desprenderse de su campo para constituirse en ciencia, pero justamente este desprendimiento, esta "ruptura", inauguran una nueva forma de existencia y de temporalidad histricas, que hacen escapar a la ciencia (al menos en ciertas condiciones histricas que aseguren la continuidad real de su propia historia no ha sido siempre el caso) de la suerte comn de una historia nica, aquella del "bloque histrico", de la unidad de la estructura y de la superestructura. El idealismo piensa ideolgicamente la temporalidad propia de la ciencia, su ritmo de desarrollo, su tipo de continuidad y de nfasis de tal manera que parece hacerla escapar a las vicisitudes de la historia poltica y econmica en la forma de la ahistoricidad, de la intemporalidad: hipostasia as un fenmeno real, que tiene necesidad de otras categoras para ser pensado, pero que debe ser pensado, distinguiendo la historia relativamente autnoma y propia del conocimiento cientfico de las otras modalidades de la existencia histrica (aquellas de las superestructuras ideolgicas, jurdico-polticas y aquella de la estructura econmica). Reducir o identificar la historia propia de la ciencia a aquella de la ideologa orgnica y a la historia econmicopoltica, es finalmente reducir la ciencia a la historia como a su "esencia". La cada de la ciencia en la historia slo es aqu el ndice de una cada terica: aquella que precipita a la teora de la historia en la historia real; reduce el objeto (terico) de la ciencia de la historia a la historia real; confunde, por lo tanto, el objeto de conocimiento con el objeto real. Esta cada no es otra cosa que la cada en la ideologa empirista, puesta en escena con papeles desempeados aqu por la filosofa y la historia real. Cualquiera que sea su prodigioso genio histrico y poltico, Gramsci no escap a esta tentacin empirista cuando quiso pensar el estatuto de la ciencia y sobre todo (ya que se ocupa poco de la ciencia) de la filosofa. Se ve constantemente tentado a pensar la relacin de la historia real y la filosofa como una relacin de unidad expresiva, cualquiera que sean las mediaciones encargadas de asegurar esta relacin.22 Hemos visto que para Gramsci un filsofo es, en ltima instancia, un "poltico"; para l la filosofa es el producto directo (con la reserva de todas las "mediaciones necesarias") de la actividad y de la experiencia de las masas, de la praxis econmicopoltica: a esta filosofa del "buen sentido", hecha por entero fuera de ellos y que habla en la praxis histrica, los filsofos de oficio no hacen sino prestar su voz y las formas de su discurso, sin poder modificar la sustancia. Espontneamente Gramsci encuentra, como una oposicin indispensable a la expresin de su pensamiento, las frmulas de Feuerbach, que opone, en su clebre texto de 1839, la filosofa producida por la historia real a la filosofa producida por los filsofos, las frmulas que opone la praxis a la especulacin. Y es en los propios trminos de la "inversin" feuerbachiana de la especulacin en filosofa "concreta" como pretende retomar lo bueno del historicismo crociano: "invertir" el historicismo especulativo de Croce, volverlo sobre sus pies, para hacerlo historicismo marxista, y encontrar la historia real, la filosofa "concreta". Si es verdad que la "inversin" de una .problemtica conserva la estructura
tambin la ciencia es una superestructura, una ideologa." (p. 56) Ver tambin p. 162. Ed. E.: p. 65, ver tambin p. 160. 22 Sobre el concepto de mediacin, ver Prefacio, pargrafo 18.
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misma de esta problemtica, no es de asombrarse que la relacin de expresin directa (con todas las "mediaciones" necesarias), pensada por Hegel o Croce entre la historia real y la filosofa, se encuentre en la teora invertida: exactamente en la relacin de expresin directa que Gramsci intenta establecer entre la poltica (historia real) y la filosofa. Pero no basta reducir al mnimo la distancia que separa, en la estructura social, el lugar especfico de las formaciones tericas, filosficas y cientficas del lugar de la prctica poltica, por lo tanto, el lugar de la prctica terica del lugar de la prctica poltica; es preciso todava darse una concepcin de la prctica terica que ilustre y consagre la identidad proclamada entre la filosofa y la poltica. Esta exigencia latente explica nuevos deslizamientos conceptuales, que nuevamente tienen por efecto reducir la distincin entre los niveles. En esta interpretacin la prctica terica tiende a perder toda especificidad, por estar reducida a la prctica histrica en general, categora en la cual son pensadas formas de produccin tan diferentes como la prctica econmica, la prctica poltica, la prctica ideolgica y la prctica cientfica. Esta asimilacin, sin embargo, plantea problemas delicados: el propio Gramsci reconoce que el historicismo absoluto corra el riesgo de tropezar con la teora de las ideologas. Sin embargo, l se aprovision con el argumento de una solucin aproximando a las Tesis sobre Feuerbach una frase de Engels (la historia "industria y experimentacin"), proponiendo el modelo de una prctica capaz de unificar bajo su concepto todas estas prcticas diferentes. La problemtica del historicismo absoluto exiga que este problema fuera resuelto: no se debe al azar si se tiende a dar a este problema empirista una solucin de espritu empirista. Este modelo puede ser, por ejemplo, aquel de la prctica experimental tomado no tanto de la realidad de la ciencia moderna, sino de una cierta ideologa de la ciencia moderna. Colletti retom esta indicacin de Gramsci y sostuvo que la historia posee, igual que la realidad misma, una "estructura experimental", la que est entonces estructurada, en su esencia, como una experimentacin. Declarando a la historia real, por su lado, como "industria y experimentacin", y definiendo toda prctica cientfica como prctica experimental, la prctica histrica y la prctica terica no tienen entonces ms que una sola y misma estructura. Colletti lleva la comparacin hasta su extremo, asegurando que la historia incluye en su ser, al igual que la ciencia, el momento de la hiptesis, indispensable para la puesta en escena de la estructura de la experimentacin, segn los esquemas de Claude Bernard. La historia, al no dejar, en la accin poltica viviente, de anticiparse a s misma (por las proyecciones sobre el futuro indispensable a toda accin) sera as hiptesis y verificacin en acto, tal como la prctica de la ciencia experimental. Por esta identidad de estructura esencial, la prctica terica puede ser asimilada en forma directa, inmediata y adecuada a la prctica histrica; la reduccin del lugar de la prctica terica al lugar de la prctica poltica o social puede entonces estar fundada en la reduccin de las prcticas a una estructura nica. He invocado el ejemplo de Gramsci y el de Colletti. No es que sean los nicos ejemplos posibles de las variaciones tericas de una misma invariante terica: la problemtica del historicismo. Una problemtica no impone, de ninguna manera, variaciones absolutamente idnticas a los pensamientos que atraviesan su campo: se puede atravesar un campo por vas diferentes ya que se le puede abordar desde diversos ngulos. Pero encontrarlo implica sufrir la ley que produce tantos efectos diferentes como diferentes son los pensamientos que lo encuentran; sin embargo, todos estos efectos tienen en comn ciertos rasgos idnticos, en la medida en que son los efectos de una misma estructura: la de la problemtica encontrada. Para dar un ejemplo paradjico, todos saben que el pensamiento de Sartre no proviene de ninguna manera de la interpretacin del marxismo de Gramsci; tiene otros orgenes. Sin embargo, cuando encontr el marxismo, Sartre dio inmediatamente, por razones que le son propias, una interpretacin historicista (que sin duda rehus bautizar como tal), declarando que las grandes filosofas (cita la de Marx despus de 13
la de Locke y de Kant-Hegel)23 son "insuperables en la medida en que el momento histrico del cual son expresin no ha sido superado". Encontramos all en una forma propia de Sartre las estructuras de la contemporaneidad, de la expresin, y de lo insuperable ("nadie puede saltar por sobre su tiempo", de Hegel) que, para l, representan especificaciones de su concepto mayor: la totalizacin, pero que no obstante, bajo la especificacin de este concepto que le es propio, realizan los efectos conceptuales necesarios de su encuentro con la estructura de la problemtica historicista. Estos efectos no son los nicos: no hay que asombrarse de ver a Sartre encontrar, por sus propios medios, una teora de los "idelogos" (id. 17-18), (que acuan y comentan una gran filosofa y la trasmiten a la vida prctica de los hombres) muy cercana a ciertas consideraciones de la teora gramsciana de los intelectuales orgnicos,24 menos asombroso an es ver operar en Sartre la misma reduccin necesaria de las diferentes prcticas (de los diferentes niveles distinguidos por Marx) a una prctica nica; en l, por razones que tienen que ver justamente con sus propios orgenes filosficos, no es el concepto de prctica experimental, sino el concepto de "praxis" sin ms, el que est encargado de asumir, al precio de innumerables "mediaciones" (Sartre es por excelencia el filsofo de las mediaciones: ellas tienen precisamente por funcin asegurar la unidad en la negacin de las diferencias), la unidad de prcticas tan diferentes como la prctica cientfica y la prctica econmica o poltica. No puedo desarrollar estas observaciones que son muy esquemticas. Ellas pueden, sin embargo, dar una idea de las implicaciones contenidas necesariamente en toda interpretacin historicista del marxismo, y de los conceptos particulares que esta interpretacin debe producir para responder a los problemas que ella misma se plantea, al menos cuando, como en el caso de Gramsci, de Colletti o de Sartre, se la pretende tericamente exigente y rigurosa. Esta interpretacin no puede pensarse a s misma sino bajo la condicin de toda una serie de reducciones que son el efecto, en el orden de la produccin de conceptos, del carcter empirista de su proyecto. Es, por ejemplo, a condicin de reducir toda prctica a la prctica experimental, o a la "praxis" en general, despus de asimilar esta prctica-madre a la prctica poltica, como todas las prcticas pueden ser pensadas como dependientes de la prctica histrica "real"; como la filosofa y aun la ciencia y, por lo tanto, el marxismo igualmente, pueden ser pensados como la "expresin" de la historia real. Se llega, de esta forma, a rebajar el conocimiento cientfico, o la filosofa y, en todo caso, la teora marxista, a la unidad de la prctica econmico-poltica, al corazn de la prctica "histrica", a la historia "real". Se llega as al resultado exigido como condicin terica por toda interpretacin historicista del marxismo: la transformacin de la totalidad marxista en una variacin de la totalidad hegeliana. La interpretacin historicista del marxismo puede culminar en este ltimo efecto: la negacin prctica de la distincin entre la ciencia de la historia (materialismo histrico) y la filosofa marxista (materialismo dialctico). En esta ltima reduccin, la filosofa marxista pierde prcticamente su razn de ser en provecho de la teora de la historia: el materialismo dialctico desaparece en el materialismo histrico.25 Se ve claramente en Gramsci y en la mayor parte de aquellos que le siguen no solamente que la palabra "materialismo dialctico", sino que el concepto de una filosofa marxista definida por un objeto propio, les inspiran las ms vivas reservas. Consideran que la simple idea de una filosofa tericamente autnoma (por su objeto, su teora, su mtodo), por lo tanto, distinta de la ciencia de la historia, empuja al marxismo a la metafsica, a la
Critique de la raison dialectique, Gallimard, 1960, p. 17. Se encuentra tambin en Gramsci (Materialismo storico..., p. 197) en trminos claros la distincin sartriana de la filosofa y de la ideologa. 25 Se puede observar el efecto inverso debido a las mismas razones estructurales: tambin se puede decir que en Sartre la ciencia marxista de la historia liega a ser filosofa.
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restauracin de una filosofa de la naturaleza, de la cual Engels sera el artesano.26 Ya que toda filosofa es historia, la "filosofa de la praxis" no puede ser, como filosofa, sino la filosofa de la identidad filosofahistoria, o ciencia-historia. Al no tener ya objeto propio, la filosofa marxista pierde en tal caso su status de disciplina autnoma, y se reduce, siguiendo el trmino de Gramsci, tomado de Croce, a una simple "metodologa histrica", es decir, a la simple conciencia de s de la historicidad de la historia, a la reflexin sobre la presencia de la historia real en todas sus manifestaciones: Separada de la teora de la historia y de la poltica, la filosofa no puede ser sino metafsica, en tanto que la gran conquista de la historia del pensamiento moderno, representada por la filosofa de la praxis, es precisamente la historizacin concreta de la filosofa y su identificacin en la historia.27 Esta historizacin de la filosofa la reduce entonces al status de una metodologa histrica: Pensar una afirmacin filosfica como verdadera en determinado perodo de la historia, es decir, como expresin necesaria e indisociable de una accin histrica determinada, de una praxis determinada, pero superada y "vaciada" de su sentido en un perodo sucesivo, sin caer en el escepticismo y en el relativismo moral e ideolgico, lo que significa concebir la filosofa como historicidad, es una operacin mental difcil... El autor [Bujarin] no consigue elaborar el concepto de filosofa de la praxis como "metodologa histrica", ni esta ltima como filosofa, como la nica filosofa concreta, o sea, que no consigue plantear ni resolver, desde el punto de vista dialctico real, el problema que Croce se plante e intent resolver desde el punto de vista especulativo. [Gramsci, en su crtica al manual de Bujarin, sobre sociologa en Materialismo storico.] Por estas ltimas palabras, henos aqu de vuelta a los orgenes: al historicismo hegeliano "radicalizado" por Croce, y que bastara "invertir" para pasar de la filosofa especulativa a la filosofa "concreta", de la dialctica especulativa a la dialctica real, etc. La empresa terica de interpretacin del marxismo como historicismo no sale de los lmites absolutos en los cuales se efecta, desde Feuerbach, esa "inversin" de la especulacin en la praxis, de la abstraccin en lo "concreto"; esos lmites estn definidos por la problemtica empirista, sublimada en la especulacin hegeliana y de la cual ninguna "inversin" puede liberarnos.28 Se ve manifestarse claramente, en las diferentes reducciones tericas indispensables a la interpretacin historicista de Marx y en sus efectos, la estructura fundamental de todo historicismo: la contemporaneidad que permite una lectura en corte de esencia. Igualmente se ve, ya que es su condicin terica, que esta estructura se impone de buen o mal grado a la estructura de la totalidad marxista, que transforma y reduce la distancia real que separa sus diferentes niveles. La historia marxista "recae" en el concepto ideolgico de historia, categora de la presencia y de la continuidad temporales; en la prctica econmico-poltica de
Ver Gramsci, en su crtica al manual de Bujarin; Colletti (passim) Gramsci, Materialismo storico..., p. 133. El materialismo histrico..., p. 137. 28 Hace un instante, hablaba yo de los orgenes propios de la filosofa de Sartre. Sartre piensa en Descartes, Husserl y Hegel, pero su pensamiento ms profundo proviene, sin duda de Politzer y (tan paradjico como pueda parecer este acercamiento) secundariamente de Bergson. Ahora bien, Politzer es el Feuerbach de los tiempos modernos; su Critique des fondaments de la psychologie es la crtica de la psicologa especulativa en nombre de una psicologa concreta. Los temas de Politzer pudieron ser tratados por Sartre como "filosofemas": no abandon su inspiracin; cuando el historicismo sartriano invierte la "totalidad", las abstracciones del marxismo dogmtico en una teora de la subjetividad concreta, "repite" tambin, en otros sitios y en relacin a otros objetos, una "inversin" que de Feuerbach al joven Marx y a Politzer no hace sino conservar, bajo la apariencia de su crtica, una misma problemtica.
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la historia real, por el aplanamiento de las ciencias, de la filosofa y de las ideologas sobre la unidad de las relaciones de produccin y de las fuerzas de produccin, es decir, de hecho, sobre la infraestructura. Por paradjica que sea esta conclusin, que sin duda se me reprochar de haber enunciado, estamos obligados a hacerlo: desde el punto de vista de su problemtica terica y no de sus intenciones y de su acento poltico, este materialismo humanista e historicista encuentra los principios tericos de base en la interpretacin economicista y mecanicista de la II Internacional. Si esta problemtica terica puede sostener polticas de inspiracin diferente, una fatalista, la otra voluntarista, una pasiva y la otra consciente y activa se debe a los recursos de "juego" terico que contiene, como toda ideologa, esta problemtica terica ideolgica. De hecho, es confiriendo a la infraestructura, los atributos ms activos de la superestructura poltica e ideolgica como un tal historicismo pudo oponerse polticamente a la tesis de la II Internacional. Esta operacin de -transferir atributos puede concebirse bajo diferentes formas: afectando, por ejemplo, la prctica poltica con los atributos de la filosofa y de la teora (el espontanesmo), cargando a "la praxis" econmica todas las virtudes activas, incluso explosivas, de la poltica (el anarcosindicalismo); o confiando a la conciencia y a la determinacin. poltica el determinismo de lo econmico (el voluntarismo). Para decirlo en pocas palabras, aunque hay dos maneras distintas de identificar la superestructura con la infraestructura, o la conciencia con la economa, una que no ve en la conciencia y la poltica ms que la sola economa, la otra que llena la economa de poltica y de conciencia; en estas dos maneras juega slo una estructura de identificacin: aquella de la problemtica que identifica tericamente, reduciendo el uno al otro los niveles en presencia. Esta estructura comn de la problemtica terica se torna visible cuando se analizan no las intenciones tericas o polticas del mecanicismo-economicismo por una parte, y del humanismo-historicismo por la otra, sino la lgica interna de su mecanismo conceptual. Permtaseme an una observacin sobre la relacin entre humanismo e historicismo. Es evidente que se puede concebir un humanismo no-historicista, igual como un historicismo no-humanista. Por supuesto, no hablo jams aqu de un humanismo y de un historicismo tericos, considerados en su funcin de fundamentacin terica de la ciencia y de la filosofa marxista. Basta con vivir en la moral o la religin, o en esa ideologa poltico-moral que se llama social-democracia, para poner en pie una interpretacin humanista pero no-historicista de Marx: no hay ms que leer a Marx a la "luz" de una teora de la "naturaleza humana" ya sea religiosa, tica o antropolgica (ver los R.R.P.P. Calvez y Bigo y el Sr. Rubel, despus de los social-demcratas Landshut y Mayer, primeros editores de las obras de juventud de Marx). Reducir El capital a una inspiracin tica es juego de nios si uno se apoya sobre la antropologa radical de los Manuscritos del 44. Pero tambin se puede concebir, a la inversa, la posibilidad de una lectura historicista no-humanista de Marx: si no me equivoco, en este sentido se dirigen los mejores esfuerzos de Colletti. Para autorizar esta lectura historicista-no humanista es preciso, como lo hace justamente Colletti, rechazar el reducir al simple fenmeno de una naturaleza humana, an historizada, la unidad fuerzas de produccin/relaciones de produccin, que constituye la esencia de la historia. Pero dejemos aqu estas dos posibilidades. Es la unin del humanismo y del historicismo la que representa, es preciso decirlo, la tentacin ms seria, ya que procura las ms grandes ventajas tericas, al menos en apariencia. En la reduccin de todo conocimiento a relaciones sociales histricas, se puede introducir clandestinamente una segunda reduccin, que considera las relaciones de produccin como simples relaciones humanas.29 Esta segunda reduccin descansa sobre una "evidencia": no es la historia, de punta a cabo, un fenmeno "humano"? y
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Marx, citando a Vico, no declara que los hombres pueden conocerla ya que la han "hecho" por entero? Esta "evidencia" descansa, no obstante, sobre un singular supuesto: que los "actores" de la historia son los autores de su texto, los sujetos de su produccin. Pero este supuesto tiene tambin toda la fuerza de una "evidencia" ya que, contrariamente a lo que nos sugiere el teatro, los hombres concretos son, en la historia, los actores de papeles de los que son los autores. Basta no considerar al director para que el actor-autor se parezca al viejo sueo de Aristteles: el mdico-que-se-cuida-a-s-mismo; y para las relaciones de produccin que son, por lo dems, propiamente los directores de la historia, sean reducidas a simples relaciones humanas. No est la Ideologa alemana llena de frmulas sobre estos "hombres reales", estos "individuos concretos" que "con los pies bien puestos sobre la tierra" son los verdaderos sujetos de la historia? No declaran las Tesis sobre Feuerbach que la objetividad es el resultado humano de la actividad "prctico-sensible" de estos sujetos? Basta atribuir a esta naturaleza humana los atributos de la historicidad "concreta" para escapar a la abstraccin y al fijismo de las antropologas teolgicas o morales y para juntarse con Marx en el corazn mismo de su reducto: el materialismo histrico. Se concebir, por lo tanto, esta naturaleza humana como producida por la historia, y que evoluciona con ella; al hombre cambiando, como lo quera ya la filosofa de las Luces, con las revoluciones de su historia y siendo afectado hasta en sus facultades ms ntimas (el ver, el entender, la memoria, la razn, etc., Helvetius lo afirmaba ya, Rousseau tambin contra Diderot; Feuerbach haca de ello un gran artculo de su filosofa, y en nuestros das una multitud de antroplogos culturalistas se ejercitan en ello) por los productos sociales de su historia objetiva. La historia llega a ser entonces transformacin de una naturaleza humana, la que sigue siendo el verdadero sujeto de la historia que la transforma. De esta manera se introduce la historia en la naturaleza humana, para hacer de los hombres contemporneos efectos histricos, de los cuales son los sujetos, pero al hacerlo y es aqu donde todo se decide se habrn reducido las relaciones de produccin a relaciones sociales, polticas e ideolgicas, a "relaciones humanas" historizadas, es decir, a relaciones nter-humanas, inter-subjetivas. Tal es el terreno de eleccin de un humanismo historicista. Tal es su gran ventaja: situar a Marx en la corriente de una ideologa muy anterior a l, nacida en el siglo XVIII; quitarle el mrito de originalidad de una ruptura terica revolucionaria e incluso hacerlo aceptable, a menudo, a las formas modernas de la antropologa "cultural" y dems. Quin no invoca en nuestros das este humanismo historicista, creyndolo verdaderamente propio de Marx, cuando, en realidad, tal ideologa nos aleja de Marx? Sin embargo, no ha sido siempre as al menos polticamente hablando. He dicho por qu y cmo la interpretacin historicista-humanista del marxismo naci en los presentimientos y el surco de la Revolucin del 17. Tena entonces el sentido de una violenta protesta contra el mecanicismo y el oportunismo de la II Internacional. Haca un llamado directo a la conciencia y a la voluntad de los hombres para rechazar la guerra, derrocar el capitalismo, y hacer la revolucin. Rechazaba, sin contemplacin, todo lo que poda, en la teora misma, diferir o ahogar este llamado urgente a la responsabilidad histrica de los hombres reales volcados en la revolucin. Exiga, al mismo tiempo, la teora de su voluntad. Es por eso por lo que proclamaba un retorno radical a Hegel (el joven Lukccs, Korsch) y elaboraba una teora que pona la doctrina de Marx en relacin de expresin directa con la clase obrera. De esta fecha data la famosa oposicin entre "ciencia burguesa" y "ciencia proletaria", en la que triunfaba una interpretacin idealista y voluntarista del marxismo como expresin y producto exclusivo de la prctica proletaria. Este humanismo "izquierdista" designaba al proletariado como el lugar y el misionero de la esencia humana. Si estaba destinado al papel histrico de liberar al hombre de su "alienacin" era por la negacin de la esencia humana de la que era la vctima absoluta. La alianza de la filosofa y del proletariado, anunciada por los textos de juventud de Marx, dejaba de ser una alianza entre dos partes exteriores una a la otra. El proletariado, esencia humana en rebelin contra su negacin radical, se tornaba la afirmacin revolucionaria de la esencia humana: el proletariado era as filosofa en acto y su prctica poltica la 17
filosofa misma. El papel de Marx se reduca entonces a conferir a esta filosofa actuada y vivida en su lugar de nacimiento la simple forma de la conciencia de s. A ello se debe el que se proclamara al marxismo: "ciencia" o "filosofa" "proletarias", expresin directa, produccin directa de la esencia humana por su nico autor histrico, el proletariado. La tesis kautskiana y leninista de la produccin de la teora marxista por una prctica terica especfica, fuera del proletariado, y de la "importacin" de la teora marxista en el movimiento obrero, era rechazada sin contemplacin y todos los temas del espontanesmo se precipitaban en el marxismo por la brecha del universalismo humanista del proletariado. Tericamente, este "humanismo" y este "historicismo" revolucionario se declaraban discpulos tanto de Hegel como de los textos de juventud, en tal caso accesibles, de Marx. No me referir a sus efectos polticos: algunas tesis de Rosa Luxemburgo sobre el imperialismo y la desaparicin de las leyes de la "economa poltica" en el rgimen socialista; el "Proletkult"; las concepciones de la "oposicin obrera" etc.; y, de una manera general, el "voluntarismo" que ha marcado profundamente hasta en las formas paradjicas del dogmatismo staliniano, al perodo de la dictadura del proletariado en la URSS. Incluso an hoy este "humanismo" y este "historicismo" despiertan ecos verdaderamente revolucionarios en los combates polticos emprendidos por los pueblos del Tercer Mundo para conquistar y defender su independencia poltica y comprometerse en la va socialista. Pero estas ventajas ideolgicas y polticas se pagan, como lo advirti admirablemente Lenin, con ciertos efectos de la lgica que ponen en juego, y que producen inevitablemente, llegado el da, tentaciones idealistas y voluntaristas en la concepcin y en la prctica, econmica y poltica, pudiendo an llegar a provocar, gracias a una coyuntura favorable, por una inversin paradjica pero tambin necesaria, concepciones teidas de reformismo y oportunismo, o simplemente revisionistas. Es, en efecto, propio a toda concepcin ideolgica, sobre todo si se subordina a una concepcin cientfica invirtindola en su sentido, el ser gobernada por "intereses" exteriores a la nica necesidad del conocimiento. En este sentido, es decir, con la condicin de darle el objeto del que habla sin saberlo, el historicismo no carece de valor terico, ya que describe bastante bien un aspecto esencial a toda ideologa, que recibe su sentido de los intereses actuales al servicio de los cuales est sometida. Si la ideologa no expresa la esencia objetiva total de su tiempo (la esencia del presente histrico), puede, al menos, expresar bastante bien, gracias al efecto de ligeros desplazamientos de acentos interiores, los cambios actuales de la situacin histrica: a diferencia de una ciencia, una ideologa es a la vez tericamente cerrada y polticamente flexible y adaptable. Se inclina a las necesidades del tiempo, pero sin movimiento aparente, contentndose con reflejar a travs de alguna modificacin insensible de sus propias relaciones internas, los cambios histricos que tiene por misin asimilar y dominar. El ejemplo ambiguo del aggiornamento del Vaticano II bastara para darnos una explosiva prueba: efecto y signo de una evolucin indiscutible, pero al mismo tiempo hbil recuperacin de la historia, gracias a una coyuntura inteligentemente utilizada. La ideologa cambia entonces, pero insensiblemente, conservando su forma ideolgica; se muda pero con un movimiento inmvil, que la mantiene en su lugar y en su papel de ideologa. Es este movimiento inmvil el que refleja y expresa, como lo deca Hegel de la filosofa misma, lo que sucede en la historia, sin jams saltar por sobre su tiempo, ya que ella no es sino este mismo tiempo tomado en la captura de un reflejo espectacular, justamente para que los hombres se tomen en l. Es por esta razn esencial por lo que el humanismo revolucionario, eco de la Revolucin del 17, puede servir hoy de reflejo ideolgico a preocupaciones polticas o tericas variadas, unas todava emparentadas, las otras ms o menos extraas a sus orgenes. Este humanismo historicista puede servir, por ejemplo, de aval terico a intelectuales de origen burgus o pequeoburgus, que se plantean, y a veces en trminos autnticamente dramticos, la cuestin de saber si son, con pleno derecho, miembros activos de una historia que se hace, como lo saben o temen, fuera de 18
ellos. He aqu quiz el problema ms profundo de Sartre. Est totalmente contenido en su doble tesis de que el marxismo es "la filosofa insuperable de nuestro tiempo"; y de que ninguna obra literaria o filosfica vale una hora de esfuerzo ante el sufrimiento de un miserable reducido al hambre y a la agona por la explotacin capitalista. Comprometido en esta doble declaracin de fidelidad: a una idea del marxismo por un lado y a la causa de todos los explotados por el otro, Sartre se asegura de que puede verdaderamente desempear un papel, ms all de las "palabras" que produce y que considera irrisorias, en la inhumana historia de nuestros tiempos, por una teora de la "razn dialctica" que asigna a toda racionalidad (terica), como a toda dialctica (revolucionaria) el nico origen trascendental del "proyecto" humano. El humanismo historicista toma as en Sartre la forma de una exaltacin de la libertad humana la que, al lanzarse libremente en su combate, comulga con la libertad de todos los oprimidos que desde la larga noche olvidada de las rebeliones de esclavos luchan por un poco de luz humana. El mismo humanismo, por poco que se desplace en l algn acento, puede servir a otras causas, segn la coyuntura y las necesidades: por ejemplo, a la protesta contra los errores y los crmenes del perodo del "culto a la personalidad", a la impaciencia por verlos arreglados, a la esperanza de una verdadera democracia socialista, etc. Cuando estos sentimientos polticos quieren darse un fundamento terico, lo buscan siempre en los mismos textos y en los mismos conceptos: en tal o cual terico salido del gran perodo despus del 17 (y ello explica las ediciones del joven Luckcs y de Korsch, y la pasin por algunas frmulas equvocas de Gramsci), o en los textos humanistas de Marx: sus obras de juventud; en "el humanismo real", en "la alienacin", en lo "concreto", en la historia, la filosofa o la psicologa "concreta".30 Slo una lectura crtica de las obras de juventud de Marx y un estudio en profundidad de El capital puede aclararnos el sentido y los peligros de un humanismo y un historicismo tericos extraos a la problemtica de Marx. Se recordar quiz el punto de partida que nos condujo a emprender este anlisis del malentendido sobre la historia. Seal que la manera con la cual Marx se pensaba a s mismo poda surgir de los juicios en los cuales pesa los mritos y los defectos de sus predecesores. Indiqu, al mismo tiempo, que debamos someter el texto de Marx no a una lectura inmediata, sino a una lectura "sintomtica", para discernir, en la aparente continuidad del discurso, las lagunas, los blancos y las debilidades del rigor, los lugares donde el discurso de Marx no es ms que lo no-dicho de su silencio, que surge en su propio discurso. Mostr uno de esos sntomas tericos en la forma en que Marx se enfrenta a la ausencia de un concepto en sus predecesores, la ausencia del concepto de plusvala; "generosamente" (como lo dice Engels) trata esta ausencia como si fuera la ausencia de una palabra. Acabamos de ver lo que pasa con otra palabra, la palabra historia, cuando surge en el discurso, crtico que Marx dirige a sus predecesores. Esta palabra, que parece una palabra llena, es de hecho una palabra tericamente vaca, en la inmediatez de su evidencia, o, mejor dicho, es el lleno-de-la-ideologa.31 Aquel que lea El capital sin plantearse la pregunta crtica de su objeto no ve en esta palabra que le "habla" ninguna malicia; sigue ingenuamente el discurso cuya primera palabra puede ser sta, el discurso ideolgico de la historia, despus el discurso historicista. Las consecuencias tericas y prcticas no tienen, se ha visto y se comprende, la misma inocencia. Por el contrario, en una lectura epistemolgica y crtica, no podemos no escuchar, bajo esta palabra proferida, el silencio que recubre, no ver lo blanco del rigor suspendido, slo un instante, en lo negro del texto; correlativamente no podemos no escuchar bajo este discurso, aparentemente continuo, pero de hecho interrumpido y subyugado por la irrupcin amenazante de un discurso reprimido, la voz silenciosa del verdadero discurso; no podemos dejar de restaurar el texto, para restablecer la continuidad profunda. Es
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Vase La Nouvelle Critique, nms. 164 ss. Analgicamente se pueden aproximar este caso del sntoma, del lapsus y del sueo, que para Freud es lo "pleno del deseo".
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aqu donde la identificacin de los puntos precisos de debilidad del rigor de Marx se hace uno con el reconocimiento de este rigor: es su rigor el que nos designa sus debilidades; y en el instante puntual de su silencio provisorio, no hacemos otra cosa que entregarle la palabra que es la suya.
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