Libro Entero
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Después de haber leído los subtítulos de este libro, no faltarán lectores, "aún
entre los católicos bien intencionados, pero pésimamente informados", que -
según nos lo advierte el cardenal José Caro, actual arzobispo de Santiago de
Chile - "crean que la masonería es un anacronismo, que se exagera su
importancia y su influencia preponderante en la política moderna; y que, por
lo tanto, hablar de ella en nuestros tiempos está fuera de lugar. Sin embargo
- continúa el ilustre príncipe el e la Iglesia- la acción masónica sigue
haciéndose cada día más intensa y universal". 1
Para los católicos liberales, satisfechos, aburguesados, conformistas y
adaptables a cualquier régimen - con tal que se respeten sus intereses,
sobre todo económicos - todo lo que aquí digamos será producto de la
exaltada fantasía de visionarios; cosas terribles, pero pasadas de moda;
pues, en los países civilizados ya han sido superadas por las nuevas
corrientes de libertad y democracia en que se desarrolla la vida nacional.
Esas doctrinas exóticas, elaboradas por mentes calenturientas, nunca se
llevarán a la práctica entre nosotros; y si algún grupo de fanáticos
extremistas y resentidos sociales se hizo eco de tales ideologías,
concretándolas en hechos históricos aún en nuestra patria, no dejan de ser
casos aislados, que no deben preocuparnos más de la cuenta; porque tales
teorías disolventes siempre encontrarán, en su momento y hora, el
contrapeso de la condigna reacción del gran pueblo argentino.
Y si volvemos a insistir en la gravedad del problema y en la forma larvada
con que estos gérmenes de destrucción se insinúan en las masas populares,
en las mentes juveniles y en las clases cultas de la sociedad - amparados sus
agentes por la lenidad y complicidad de quienes deberían velar por la
integridad de nuestro ser nacional- se elude el tema con una sonrisa
displicente, y se subestima su importancia, repitiendo el muy sabido
sonsonete: "¡Queremos pruebas, pruebas convincentes! ¿Dónde están los
masones; quiénes son?" Y si las pruebas llegan y si se entregan las listas de
todos ellos con los cargos públicos que ocupan, nos responden: "¿Y qué mal
hay en eso; no son acaso gente honrada como cualquier otro ciudadano?".
Actitud orgullosa, pedante y suicida de quien, con una magistral negativa o
con una pérfida suspensión de su juicio cree remediarlo todo, pretende salir
del paso y satisfacer las exigencias de una crítica infatuada,
Y si les hablamos de los "caballos de Troya" que los masones han introducido
en nuestra legislación y en todos los cuadros directivos de la política, de la
economía, de las finanzas. de la educación primaria, secundaria y
universitaria, de la justicia, de los gremios y sindicatos, de la prensa diaria y
periódica, de la radio, del cine, de la televisión, de las fuerzas armadas, de la
policía, de los centros culturales, sociales, deportivos y recreativos, nos
responden que; - en cuanto a las leyes laicas, ellas son inocuas, que muy
bien se puede contrarrestar el efecto, y que no es problema insoluble la
convivencia católico-laicista en una, Argentina de mutua comprensión
democrática; y - en cuanto a los nuevos equipos, colocados
estratégicamente en las instituciones del país, para imprimirles el sello
masónico - que esto es calumnioso y que obedece a un plan de
confusionismo derrotista, porque todos sus integrantes son excelentes
ciudadanos, respetuosos de las ideas ajenas; y que no existe el peligro de
que tales hombres socaven los cimientos de nuestro tradicionalismo criollo
con orientaciones antipopulares y anticristianas, porque todos ellos son
personas honorables de solvencia democrática intachable.
En otras palabras: su partidismo los pierde, y a breve plazo nos perderá a
todos. Esquivan la verdad por no tener que definirse.
A estos tales, en su posición de equilibrio católico-laicista, condenó Pío XI en
su encíclica "Ubi Arcano"; es decir, a todos los que no sigan las directivas de
los documentos pontificios en lo referente a la escuela, al Estado, a la
política, al matrimonio, a la propiedad, a la secularización de la vida civil,
etc. "en lo cual - dice el Papa - es preciso reconocer una especie de
modernismo moral, jurídico y social que reprobamos con toda energía, a una
con el modernismo dogmático ya condenado por Pío X". 2
Todos estos errores modernos, sobre los cuales los partidos políticos
deberían definirse claramente, sin reticencias, ni escamoteos, ni fraseologías
huecas y polivalentes, elusivas de los problemas de fondo - si es que quieren
hacer honor a su bandera democrática - tienen sus defensores dentro de la
masonería; porque, según dijo León XIII, "de ella todos salen y a ella todos
vuelven". 3
En ella se dan cita, y a sus órdenes trabajan, todos los que maquinan contra
la civilización cristiana, en todas y en cada una de las doctrinas y conquistas
evangélicas logradas por el cristianismo en sus veinte siglos de actuación en
medio de la sociedad humana.
Pío XII, el 22 de julio de 1956, decía a los gobernantes: "Si todos inspiraran
su acción cívica y política en la fe y en la moral cristianas. poniendo como
fundamento de todas sus construcciones a Cristo y su doctrina; si todos se
dedicaran a que el Evangelio fuera de hecho lo que es de derecho: fermento
altísimo de cualquier actividad teórica y práctica; si las divergencias y
correspondientes luchas dejaran al margen de la discusión los derechos que
Dios tiene sobre los hombres y el mundo, limitándose a las diferentes
maneras de edificar en sus estructuras humanas la sociedad
fundamentalmente cristiana; entonces la Iglesia podría mantenerse ajena a
cualquier lucha, evitando alinearse junto a una u otra de las partes en
pugna. Más, hoy hay hombres que quieren construir el mundo sobre la
negación de Dios, y otros que pretenden que Cristo quede fuera de la
escuela de los talleres y de los parlamentos. En esta lucha más o menos
abierta, más o menos declarada, más o menos dura, los enemigos de la
Iglesia se ven a menudo sostenidos y ayudados por el voto y por la
propaganda incluso de quienes continúan proclamándose cristianos. Y no
faltan quienes buscan imposibles uniones, haciéndose ilusiones sobre la
variedad de las mudables actitudes, y olvidando en cambio la
inaceptabilidad de los invariables fines últimos". 4.
Pernicioso "irenismo" sobre el cual ya nos pusiera alerta el mismo Sumo
Pontífice, en su encíclica "Humani géneris" del 12 de agosto de 1950, cuando
decía: "Quieren conciliarlo todo con los adversarios, que suponen de buena
fe; y juzgan como obstáculos a la restauración de la fraterna unidad aquello
mismo que se apoya en las leyes y principios dados por el mismo Cristo y
por las instituciones establecidas por Él, o cuanto constituye la defensa y el
sostén de la integridad de la .fe; derribado lo cual, todo se une, sí; pero sólo
en la común ruina". 5
Se impone, pues, la reacción popular argentino-católica contra la línea liberal
antinacional, antipopular y anticristiana; porque su liberalismo ideológico es
antidemocrático y destructor; y su demoliberalismo prepara naturalmente al
comunismo.
En lugar de la mitología patriótica de la Argentina laicista con sus próceres
de la "guardia vieja" -venerados como semidioses en el Olimpo liberal de la
historia mistificada por las fábulas masónicas oficializadas como oráculos-
veneremos, más bien -o por lo menos junto a ellos, exhumándolos del olvido
y ubicándolos donde corresponde- a los que, al independizarnos (le la madre
patria -como dijo Avellaneda- tomaron todas las precauciones para no
independizarnos de su Dios y de su culto, de su tradición y de su legislación
cristianas.
Para ilustrar estas ideas se ha escrito este libro.
Son más de 20.000 las obras que tratan sobre la masonería. Aquí se ofrece
una síntesis -muy incompleta por cierto- de las principales ideas publicadas
por los escritores que gozan de mayor autoridad en la materia ante los
masones y ante sus enjuiciadores.
El lector tendrá, en este trabajo de simple divulgación, un resumen de los
temas, cuyo conocimiento podrá ampliar en las obras de consulta. En él
hallará nociones generales sobre el origen y la expansión mundial de la
masonería, su organización y métodos de proselitismo y adoctrinamiento; las
doctrinas masónicas con respecto a la religión, a la moral, a la familia, al
matrimonio, a la enseñanza, a la libertad, a la democracia. a la propiedad y
al patriotismo; el objeto y la acción de la masonería y la táctica que emplea;
y finalmente su historia en las principales naciones y en nuestra patria, a
través de los dos siglos y medio de su maléfica actuación en el mundo.
Y si el amable lector tuviere paciencia en acompañamos hasta el fin, podrá
juzgar, con conocimiento de causa, si conviene o no formar un frente único
para defendernos de esta serpiente que nos envuelve "en un abrazo
cariñoso", para luego estrangularnos; y que, habiéndonos inyectado "el
mortal veneno que circula por todas las venas de la sociedad", como dijo
León XIII, deja escuchar ya el crujido de los huesos de esa pobre cautiva, que
agoniza oprimida entre sus atenaceantes anillos, y que se llama: República
Argentina.
EL AUTOR.
La religión de la "Humanidad"
Para ellos el Gran Arquitecto del Universo no es más que una palabra vacía
de contenido. Cada masón puede interpretarla a su gusto; viendo en ella el
ideal de la verdad, del bien, de la belleza, de la civilización o del progreso
que se realizará en el mundo moderno en forma totalmente masónica.
"Creo en dios como Supremo Arquitecto del Universo; creo en Jesucristo, sólo
hombre; y creo en la Iglesia, pero no la romana sino la Iglesia Universal, que
se halla oculta en la masonería".
El Gran Oriente de Italia declaró en 1901 que el Gran Arquitecto del Universo
era "la Humanidad, el Progreso, la Naturaleza y las leyes cósmicas". 78
El masón mazziniano Juan Bovio declaró que "el Dios de la masonería es una
reliquia arqueológica, una engañosa pantalla y un expediente político". 80
Por lo tanto, no sólo niegan la redención de Jesucristo, sino que afirman que
la religión cristiana, basada en su divinidad, es una solemne impostura.
Los masones dicen que ellos no combaten a los católicos sino a los
clericales. Pues bien; en otro lugar hemos indicado ya qué es lo que dijo al
respecto el senador masón Julio Simón en las cámaras de Francia; veamos
ahora la explicación que dio del concepto que encierra este vocablo, el
calificado masón Courdavaux en la logia de Lille en 1889: "La distinción
entre catolicismo y clericalismo es meramente oficial para el efectismo
tribunicio. Pero aquí, dentro de la logia, digámoslo bien alto en obsequio a la
verdad: catolicismo y clericalismo son una misma e idéntica cosa". 87
Ellos han hecho suyas - continúa el inmortal pontífice- las máximas del
naturalismo más crudo, profesando, en consecuencia, el racionalismo más
absoluto. Niegan los masones la revelación con sus dogmas y enseñanzas;
niegan el pecado original y la redención; proclaman la moral independiente y
la emancipación de las sociedades de toda religión; combaten los
fundamentos de la religión verdadera; trabajan tenazmente por anular la
acción del magisterio y autoridad de la Iglesia, coartan por todos los medios
su libertad; despóticamente se apoderan de la enseñanza de la juventud y
establecen el laicismo escolar y el matrimonio civil, abriendo las puertas al
divorcio; favorecen por sistema la corrupción del pueblo, y dan rienda suelta
a las pasiones, a fin de tener a las masas más fácilmente dominadas para
sus abyectos fines". 88
Para los masones la religión es la misma masonería, o lo que ellos gustan
llamar, la "religión universal", la "religión de la humanidad", la "religión del
porvenir", la cual - según lo acabamos de demostrar- es una religión sin Dios,
o más bien, una religión contra el mismo Dios, porque su Dios es Satanás.
MASONISMO y MORAL
Como corolario del grito satánico: "Guerra a Dios, guerra a la Iglesia de
Cristo, guerra a la Religión verdadera y a toda Revelación"; la masonería
declara también la guerra a la Moral y a la Virtud, a la Familia y al
Matrimonio cristiano. Sus estatutos establecen la moral y la virtud
independientes de cualquier religión; y en el discurso de clausura del
convento de 1909 del Gran Oriente de Francia se declaró que "la masonería
establece la moral sobre la vida vivida de los grupos sociales seleccionados";
pero nada se dijo sobre las normas que rigen tal selección.
Los masones, empeñados en borrar de la mente y del corazón del hombre la
idea de Dios, de la vida futura y de toda religión positiva y revelada- según lo
tenemos demostrado, han acabado por destruir toda obligación legal, toda
moral y todo vínculo social. Luego ¿cómo podremos hablar de moral y de
virtud dentro de la masonería?
La moral universal e independiente
Sin embargo, Bazot, secretario del Gran Oriente de Francia, pretende afirmar
que "las logias son las escuelas permanentes de la moral universal, la cual -
dice - se halla contenida en las obras de los masones enciclopedistas como
Voltaire, Rousseau, Diderot, D'Alembert, Condorcet, Helvecio, La Mettrie,
etcétera ... Esta luz masónica - continúa - se proyecta por todos los ángulos
del globo y su impulso ha sido vigoroso e irresistible en su afán de alcanzar
la cumbre de la perfección que demandan las doctrinas de la masonería y el
genio de tales filósofos". 89
Ahora bien; para Voltaire y D'Alembert la virtud es puro egoísmo. Ellos
pregonan la moral utilitarista diciendo: "¿Puedo llamar virtud a otra cosa,
fuera de aquello que me reporta algún bien?"
Diderot y Helvecio afirmaron que "la moral se reduce al arte de vivir
contento y satisfecho en este mundo. La ciencia de las costumbres - dicen -
debe tomarse de la tierra, no del cielo".
Voltaire, en su procaz poema sobre el placer, enseñó que "el placer es el
objeto, el deber y el fin de todos los seres razonables"; y Saint-Martín - el
reformador de la masonería de todos los ritos y propagador del iluminismo
en Francia – se declaró en completo acuerdo con las teorías volterianas.
Para Helvecio "la virtud radica en el capricho de cada uno".
En la logia del masón materialista y ateo Holbach, se dijo: "Por fuerza de la
naturaleza cada uno ha de amar su propio bienestar; de manera que, si el
vicio ha de hacerle feliz, es al vicio al que ha de amar"; y D'A'embert no tuvo
vergüenza en escribir que "la Única divinidad de este mundo es el placer
sensual" en su más torpe y grosera expresión.
El filósofo y gran masón La Mettrie sentenció: "Tanto la verdad como la
virtud son entidades que ningún valor tienen, sino en cuanto prestan utilidad
al agente". Alberto Pike, el Gran Maestre de la masonería universal, enseñó
que "el masón no debe luchar contra sus propios instintos"; 90 y en el seno
de la masonería andrógina se proclamó el amor libre. El masón Carlos
Fauvety, miembro ilustre del Gran Oriente de Francia, afirmó: "La masonería
y la prostitución trabajan en compañía, como dos presidiarios amarrados a
una misma cadena". 91
La corrupción por sistema -en odio a la Iglesia y a la Familia
cristiana
De la carta del masón Víndex a su "buen primo" el famoso Nubius,
extractamos algunas de las resoluciones tomadas por los miembros de la
Traslogia Suprema que - según Luis Bianc es el Poder Ejecutivo de la
Masonería Militante.
"Está decidido en nuestros Consejos Supremos que no ha de haber más
cristianos. Popularicemos el vicio en las masas. Estas deben respirarlo por
los cinco sentidos: que lo beban, que se harten de él. Esforcémonos en
nuestro intento lisonjeando todas las pasiones. El catolicismo no teme un
puñal bien afilado, pero puede derrumbarse por la corrupción... El mejor
puñal para herir a la Iglesia es pues la corrupción; por lo tanto, no nos
cansemos jamás de corromper. Nuestro objeto se cumplirá, pues se halla
basado en las pasiones humanas. Aislemos al hombre de la vida familiar,
separémoslo de su mujer y de sus hijos. Una vez que le hayamos inspirado
disgusto y hastío por la familia y la religión, sugirámosle se afilie a la logia
más cercana... Formad corazones viciosos y no tendréis más católicos.
Hemos emprendido la corrupción en gran escala, ella nos permitirá un día
llevar la Iglesia al sepulcro". 92
Con razón pudo escribir Dupin: "Una mano secreta empuja a las masas a la
corrupción; y la influencia masónica inspira esos manejos y dirige a esos
instrumentos de perdición; a fin de trasladar de la teoría a la práctica, el
desprecio de todo vínculo social, de todo deber doméstico y civil de todo
sentimiento moral y religioso".
En la carta del masón Cayetano dirigida al carbonario Nubius - el primer
caudillo de tales conjurados - leemos: "Hemos arrancado al pueblo su fe
religiosa, sus virtudes domésticas y su honradez. Nos propusimos corromper
para llegar a reinar".
Al mismo Nubius escribía el judío carbonario por sobrenombre "Trigrotto":
"Juzgamos que era menester ahogar el germen católico y cristiano y vos os
ofrecisteis para herir en la cabeza al Goliat pontificio". Pero ante las furias
populares desatadas confesaban todos ellos: "Hemos revuelto el barro y ha
aflorado el cieno mefítico a la superficie. Temblamos, ahora, recelosos de
que el monstruo desatado nos devore".
Productos de esta simiente ponzoñosa sembrada por la masonería en las
naciones, son los grupos humanos sin moral y sin religión que, al perturbar a
los pueblos, hacen necesarias - como consecuencia de la anarquía social -
las dictaduras y los despotismos; cumpliéndose así una ley inexorable de la
historia.
En 1878 decía el masón Heredia, miembro del Gran Oriente de Francia:
"Debemos conquistar para nuestra causa a la mujer, pues ella es la Última
fortaleza que el 'oscurantismo' opone al 'progreso' humano".
La Alta Venta de Roma declaró en 1830: "Ya que no podemos suprimir la
mujer - que es el obstáculo para destruir el catolicismo- corrompámosla".
Las logias de adopción o andróginas fueron inventadas con este objeto, o
sea, "reformar" a la mujer. Estas logias - según dice el masón Ragón en su
Manual Completo de la masonería de adopción - eran mixtas; pues "los
masones siempre ayudan a las masonas en sus trabajos".
Existieron desde 1742, y copiaron en sus "tenidas" los licenciosos y torpes
"misterios" de Baco y Venus. La esposa de Felipe Igualdad era, en 1775, la
Gran Maestra de todas las logias de Francia. A mitad del siglo XIX se instalan
en Alemania, Bélgica y Francia escuelas ateas de mujeres por iniciativa de la
masonería.
La corrupción de la mujer se inició en odio a la familia cristiana; pues la
masonería tiende a la perversión de la mujer para destruir la familia.
Ya sea por las logias andróginas y por la enseñanza laica femenina, como
por la corrupción organizada en todos los órdenes y clases de la sociedad,
con el sistema de general perversión aplicado con la más refinada malicia,
combaten los masones, en la vida moderna, la natural y divina institución del
matrimonio.
Comienzan con el llamado matrimonio civil - que lo reduce a un simple
contrato, cuya fuerza depende de la sola ley humana - para terminar
propiciando la unión o el amor libres.
Según testimonios de san Agustín y san Epifanio, los herejes maniqueos -
padres de los masones - condenaron el matrimonio y establecieron la unión
libre.
Voltaire - el abanderado de la masonería - sostenía el divorcio como de
derecho natural; Helvecio consideraba la ley cristiana, en este punto, como
bárbara y cruel; y el doctor masónico Ragón afirmó que "la indisolubilidad
del matrimonio es contraria a las leyes de la naturaleza y de la razón". 93
En el plan masónico para destruir a la familia aparece en primer lugar el
matrimonio civil e inmediatamente el divorcio, preconizado por los
enciclopedistas del siglo XVIII; sancionado por los cuerpos legislativos de la
Revolución Francesa, y aprobado luego por legisladores y gobernantes
masónicos de Europa y América.
En Francia se llegó a decir oficialmente que "de la viciosa institución de la
familia debe llegarse a la obra perfecta de la unión libre".
Tales "conquistas" sociales en la legislación acreditan la sentencia del
escritor Deschamps cuando dice: "Del matrimonio civil se llega al divorcio, y
del divorcio y las prácticas malthusianas, a la unión libre".
El masón y comunista Gratién decía en 1871, durante la Comuna de París:
"La familia es nuestro mayor obstáculo. Si hemos de alcanzar la meta de dar
a todos una educación igual y revolucionaria, la familia debe ser destruida. El
hijo no es herencia de los padres, sino que pertenece al Estado".
Algo parecida había dicho un siglo antes D'Alembert: "Los padres tienen
Únicamente derechos sobre sus hijos mientras dure su ignorancia".
Pablo Benoit nos advierte que, "así como la Virgen María es la nueva Eva de
los cristianos: la mujer libre - representada por la impúdica "diosa Razón" -
es la Eva de los masones".
Los mismos masones confiesan su plan corruptor, y todas sus teorías tienden
a corromper: pues solamente por tales caminos podrán llegar a la meta
prefijada. La secta escogió tal sistema para combatir la santidad y
estabilidad de la familia y subvertir todo el orden social, con la corrupción
organizada en todos los órdenes y clases de la sociedad con su sistema de
general perversión, aplicado con la más refinada malicia y la fiereza más
implacable.
Todo un plan de desmoralización general
El crecimiento de la desmoralización y la criminalidad es fruto de tales
doctrinas masónicas. Sobre la masonería, pues, la humanidad debe lanzar
sus maldiciones, y a era debe pedirle cuenta del fenómeno universal de la
corrupción en que se ven sumidas las naciones.
Monseñor Mariano Soler la desenmascaró ante la sociedad moderna con
estas sentenciosas palabras: "La masonería universal es la causa de la
irreligión, de la inmoralidad, del materialismo, del egoísmo y del desenfreno
de las pasiones en que vive sumido nuestro pueblo. Ella es la causa y el
principio de la disolución social. El sistema no es suyo, pero sí lo es su
organización. Ella fomentó la corrupción administrativa y el antagonismo de
clases y de razas en la sociedad; y, por su culpa, los libros, las novelas, las
revistas, los diarios y los espectáculos están puestos al servicio del error y
del vicio. Todo trabajo salido de las logia s lleva el sello indeleble de su
secreto jurado, a saber: Descatolizar el mundo. Corromper para
descatolizar". 94
A tales desastres se llega a través de los gobiernos abiertamente masónicos
o infectos de ideas masónicas; por el predominio de la riqueza acumulada en
manos de judíos masones que son sus rectores y patronos; y por el apoyo y
favor constante que les dispensan la prensa inmoral y la opinión pública,
manejada por ellos, según su gusto y capricho.
La literatura rufianesca y pornográfica que penetra en el hogar en forma de
diario, revista ilustrada o novela; y las películas cinematográficas o
programas radiales y televisados que envenenan al menudeo y transportan
a los corazones juveniles a un mundo infame, donde no hay más que
sensualidad, torpeza y crimen, habitúa a los niños y jóvenes a tales ideas y
despierta en sus tiernas almas el prurito de la imitación.
El mismo blasfemo y libertino Nietzche llegó a decir hace setenta años: "Un
siglo más de esta literatura, y hasta el espíritu exhalará un olor fétido".
El amor del desnudo en las obras artísticas, los cantares pasionales y la
profusión de carteleras de propaganda -- que ofenden la vista y lastiman la
moral- predican el escándalo, encienden la fantasía e imprimen en la mente
la imagen de la impureza.
La literatura y el cine sicalíptico, la música estrafalaria, la pintura chabacana,
la moda extravagante, el habla grosera y obscena, el modal grotesco, el
ademán procaz y el impudor imperante, son otros tantos vehículos y
manifestaciones modernas de la corrupción programada en las traslogias.
Escribió el protestante y masón convertido Edmundo Eckert, asesinado por
los sectarios: "Antes, el pueblo se distinguía por su probidad y sus buenas
costumbres, amaba a la familia, era fiel y leal, y vivía en conformidad con los
mandamientos de la ley de Dios, en quien creía y a quien adoraba. Mas hoy,
anda sediento de goces prohibidos; y, sin fe en Dios, ni en sus
mandamientos, ni en la recompensa de los buenos y castigo de los malos,
considera serle permitido todo cuanto le es provechoso y excita su codicia;
de donde se ha vuelto avariento, ambicioso y sensual. La causa primordial
de estos males es la francmasonería, cuyas doctrinas, negadoras de toda
revelación divina, han sustituido a la fe un abominable naturalismo, que se
traduce, en definitiva, en el deísmo más grosero, y aún en un completo
ateísmo".
Luego cita el autor el Manifiesto masónico de Berlín de 1794 que dice así:
"La fe religiosa del pueblo ha sido destruida en virtud del plan de la Orden.
De intento han sido atizadas las pasiones más exigentes. Del seno de la
Orden ha salido esa corrupción política y moral en que el pueblo vegetará
por largas generaciones. A la Orden deben atribuirse todas las revoluciones
pasadas y futuras. Tales confesiones - concluye el autor - las hemos oído en
Alemania, en Francia y en todos los países de Europa". 95
Conocido este programa masónico no nos pueden sorprender las siguientes
expresiones vertidas ante seis mil personas en el congreso socialista de
Gante: "La ciencia moderna ha demostrado que el cielo es un sueño, una
mentira. Es menester, pues, que nos procuremos la mayor suma de goces
acá en la tierra. Renunciamos a nuestro lugar en el cielo en nombre de la
ciencia basada en la razón; pero en cambio exigimos dos cosas: placeres y
venganza. El cielo se lo dejamos al Dios de los papistas, lo que queremos es
el infierno con todas las voluptuosidades que le preceden". 96
Tal moral escandalizó nada menos que al masón socialista Proudhón - el
discípulo más aprovechado de Satanás - el cual escribió: "¿Hay todavía en
Francia quien crea en la justicia y el honor? ¿Estamos todos podridos, o
quedan todavía algunos corazones sanos?"
La conspiración de la mentira universal
Esta es también la moral y la virtud que recomienda Hagón, el gran teólogo
de la masonería, basado en los escritos de las lumbreras del filosofismo
masónico.
Dice Ragón: "El deber del hombre para con Dios varía según los individuos".
En otras palabras, los deberes cambian según las ocurrencias de cada uno y
según la idea que cada cual se forje de Dios. Si se cree, por ejemplo, en el
Dios de los panteístas, la moral y la virtud se reducirá a la más desenfrenada
idolatría del propio yo.
Continúa Ragón: ".El hombre no tiene ningún deber para consigo mismo,
pues no puede tenerlo". Luego podrá, por ejemplo, atentar contra su propia
vida. Así lo sostuvieron Diderot, Helvecio, Voltaire y Rousseau, el cual
escribió: "No ofendemos a Dios ni a los hombres al quitarnos la vida. El
suicidio es prueba de grandeza y de virtud". 97 Diderot participa en un todo
de la opinión de Voltaire el cual había escrito en 1761: "La mentira, cuando
trae provecho, cuéntase entre las más excelentes virtudes. Sed, pues,
virtuosos a más no poder. Es menester mentir como un diablo; no
tímidamente, no por un tiempo, sino audazmente, siempre".
Y luego, en su cinismo hipócrita y sacrílego, añadía: "Si contara con cien mil
hombres yo sé lo que haría; pero, como no los tengo, seguiré comulgando
por Pascua, aunque me llaméis hipócrita hasta enronqueceros".
Estas mismas palabras se repetirán en la Circular de la Alta Venta: "Aplastad
al enemigo (la Iglesia, el Catolicismo) a fuerza de calumnias y detracciones.
Para mejor engañar, id con frecuencia a confesaras, callando - se entiende -
lo nuestro".
Así se explica - dice Deschamps - que en su necesidad de practicar las
virtudes masónicas del embuste, de la calumnia y de la hipocresía - a la cual
llaman "ley de discreción" - proclamen los masones la libertad de todos los
cultos y trabajen incesantemente por acabar con todos ellos; así, la
ostentosa insistencia en las palabras "moral y virtud", tan repetidas, a
cambio de sus hechos que tienden a la ruina de toda mora! y de toda virtud:
así la apoteosis de la patria y de la nacionalidad, y por contraste la difusión
de principios tendientes a borrar de la sociedad humana todas las patrias y
todas las nacionalidades".
Con razón pudo exclamar monseñor Rosset al presenciar la campaña de
mentiras y calumnias de los masones contra el clero y la enseñanza
cristiana: "La masonería es la conspiración de la mentira universal contra la
verdad, la justicia y la caridad". 98
En vista de tal falsedad, adoptada como sistema, Gautrelet describe de esta
manera a la masonería: "Sociedad visible e invisible, pública y secreta - por
sus tendencias últimas y recónditos fines - con logias y traslogias, con
objetos aparente y real y con organización exterior e interior; encubierta con
gobierno visible e invisible y con reglamentos y constituciones falsas, para
engaño de los profanos, y verdaderas, para uso de los iniciados,"
El ex maestre de la masonería francesa, Alberto Vigneau, fundador de logias
y de revistas masónicas y miembro de las logias "Jean Jaurés" y "Anatole
France", desenmascara a la masonería en su libro "La Logia McGonnioue",
editado en París en 1935, con estas terminantes palabras: "En ella todo es
mentira. Los altares masónicos se ocupan esencialmente de intrigas
políticas, de anticlericalismo, de laicismo en el más amplio sentido de la
palabra, y de antimilitarismo. Y a esto llaman luchar contra los errores y
contra las ficciones. La Patria es error y Dios es una ficción para la gran
mayoría de los masones... Porque es una secta antirreligiosa y antipatriótica,
con la cabeza alta y la conciencia libre me he salido de la francmasonería".
Todo es lícito, hasta el crimen y la violencia
El filósofo Fichte, doctor eximio de la masonería, estableció que "todo es
permitido contra los que se opongan a la realización de nuestros planes: la
violencia, la astucia, el hierro, el fuego, el puñal, el veneno. El fin justifica los
medios".
Según Benoit, "los masones han aprobado este apotegma de que el fin
justifica los medios - heredado de los herejes maniqueos - como ley
fundamental del «Arte Real»; y lo enseñan como norma suprema de la
rectitud en el obrar". 99
Strune, jefe del socialismo alemán, decía: "Toma este puñal, obedece
ciegamente a tus jefes y no creas haber hecho nada en pro de la humanidad,
en tanto que el hombre no haya reconquistado su dignidad sublime; no
reconociendo más Dios, más pontífice, más rey ni otro amo que a sí mismo".
Carlos Marx, judío masón y patriarca del socialismo y comunismo, había
profetizado en Amsterdam en 1873: "En la mayor parte del continente
europeo la violencia habrá de ser la palanca necesaria de nuestra
revolución",
El historiador Taine refiere que el masón Gufroy quería que se degollase a
veinte millones de franceses y no se dejasen más que cinco millones. El
sanguinario masón Marat se contentaba con ciento setenta mil cabezas;
pero, poco después, no quería contarlas sino por millones".
Al grito de ¡Viva el Infierno, muera Cristo, viva Luzbel, viva Barrabás! se
degollaba en Francia a los sacerdotes, en 1792, 1793 y 1794, se demolían
las iglesias y se profanaban los santuarios; sustituyendo, con la impúdica
"diosa Razón", las imágenes venerandas de la Virgen María.
El mismo grito se escuchó en España, en 1834 y 1835, durante la horrorosa
hecatombe de religiosos, y se repitió en toda Europa durante la revolución
socialista de 1848.
Mazzini tenia aterrorizada a toda Italia con sus ejecuciones, mientras dominó
en la Carbonería; Voltaire quería "ver a todos los jesuitas precipitados en los
abismos del mar; y Diderot deseaba "ahorcar al último rey con las tripas del
último fraile".
Siendo la obediencia masónica incondicional a las órdenes impartidas por
sus jefes supremos, en ella no se fija ningún límite ni se exceptúa ningún
objeto ni acto, bueno o malo, honesto o inmoral, justo o injusto; en la firme
convicción de que todo medio que se utilice para bien de la secta, siempre
quedará justificado.
El célebre masón sueco, Juan Witt, hablando de sus "hermanos" los
masones, afirmaba: "Todos los medios conducentes a la ejecución de sus
proyectos - que son la ruina de toda religión y de todo gobierno - les son
permitidos. El asesinato, el veneno, el perjurio: todo les es lícito". 100
En los estatutos de la secta masónica "Alianza Humanitaria Universal" se lee:
"Los reyes, los nobles, la aristocracia del dinero, los empleados de la policía
y de la administración pública, los sacerdotes y los ejércitos permanentes
son los enemigos del género humano. Todo es permitido para aniquilarlos. El
fin "santifica" los medios".
El anarquista Bakunín, gran personaje «tripunte», emitió conceptos similares
al escribir en su Catecismo Revolucionario lo siguiente: "El revolucionario
desprecia la opinión pública. Igual desprecio y odio le merece la moral actual
en todas sus manifestaciones. Para él todo lo que favorece el triunfo de la
revolución es honesto, todo lo que le estorba es inmoral y criminal". 101
Juremos odio a la burguesía, odio al capital - decían en Lieja los socialistas
masones - Unámonos, agrupémonos alrededor de la bandera roja. Lo que
queremos es allanar obstáculos. Si seiscientas mil cabezas estorban, ¡que
caigan!". Federico WichtI escribió que "en la historia de la masonería, con su
secuela de crímenes, revoluciones y guerras, se encuentra la verdadera
prueba de la intranquilidad y desasosiego universal". 102
En los escritos de Pablo Benoit, Domingo Margiotta. José Caro, Nicolás Serra
y Caussa, y numerosos autores que tratan de la masonería, se puede leer el
sangriento elenco de las muertes violentas ordenadas por la secta en castigo
de las traiciones a los secretos y juramentos masónicos; como también la
serie de asesinatos, suicidios, matanzas, ejecuciones sumarias, saqueos,
sediciones, guerras y revoluciones provocadas o dirigidas directamente por
ella. 103
Sirvan de ejemplo entre mil, el asesinato, en 1848, de Peregrino Rossi,
ministro del papa Pío IX; del ministro español, el general Prim; los atentados
reales e imperiales de Napoleón en de Francia, Guillermo I y Guillermo II de
Alemania, Isabel II en 1847 y Alfonso XIII de España, en 1906 y 1913 y
Francisco II de Austria; las muertes decretadas por el diabólico Mazzini; la
desaparición sorpresiva del emperador José II de Austria; los asesinatos de
los reyes Gustavo III de Suecia - cuya muerte ya había sido anticipadamente
anunciada por toda Europa; de Oscar II de Noruega, Alejandro de Servia y su
esposa en 1903, Carlos de Rumania en 1914, Humberto I de Italia por el
masón Pressi en 1900, Alejandro I y III y Pablo 1 de Rusia, - que al romper
con la masonería y cerrar todas sus logias cae cosido a puñaladas - y de
Carlos de Portugal y el príncipe Luis; en 1908 los envenenamientos de
Fernando II de Nápoles y Leopoldo II de Austria; y el famoso crimen de
Sarajevo, que motivó la primera guerra mundial de 1914: decretado,
anunciado y ejecutado por la masonería, de tal manera que Federico Wichtl
pudo atestiguar que "los hechos, judicialmente comprobados, se silencian
intencionalmente". Este asesinato del Archiduque Francisco Fernando de la
casa imperial de Austria y de su esposa, fue ejecutado por sicarios de la
Gran Logia de Servia, por orden del Gran Oriente de París. No faltan pruebas
para demostrar que, tanto la primera como la segunda guerra mundial,
fueron preparadas y deliberadamente provocadas por la masonería
internacional.
Durante la Primera Guerra Mundial tuvo lugar el convento extraordinario del
Gran Oriente de Francia, reunido en París los días 28, 29 y 30 de junio de
1917, el cual puso las bases de la Sociedad de las Naciones y del Tratado de
Paz firmado en Versalles.
El masón Wilson, presidente de los Estados Unidos, fue sólo el instrumento
de la judeo-masonería, pues, en la redacción del famoso e inicuo tratado
dominaron, casi exclusivamente, los judíos masones.
Wilson había sido elegido presidente por la Alta Banca Judía, y fue el siervo
incondicional del archimillonario banquero de la judería mundial, Jacobo
Schiff. 104
El 8 de enero de 1918 Wilson reprodujo, en sus catorce puntos, las
conclusiones masónicas de junio del año anterior.
En la conferencia masónica de Lisboa dijo el Gran Maestre Magalhaes Lima,
el 13 de mayo de 1917: "La victoria de los aliados debe ser el triunfo de los
principios masónicos"; el masón Lebey declaró en París el 9 de diciembre de
1917 que "la lucha actual es la continuación de la de 1789 ... Patria,
Repúb'ica, espíritu revolucionario y socialismo están indudablemente
ligados"; y los judíos Nathán y Khon eran respectivamente los Grandes
Maestres de la masonería en Italia y Alemania durante la Primera Guerra
Mundial.
Esta guerra que continuó en 1939, y que no ha terminado aún, hizo
exclamar al Káiser Guillermo II al abandonar el trono del Imperio Alemán en
1918: "Todas las instituciones se han derrumbado; sólo dos entidades
quedan en pie: la Iglesia que es Luz y la Masonería que es Sombra". 105
Por decreto masónico la familia real de Francia es aguillotinada; son
asesinados el sacerdote Villars, autor de una novela semimasónica, y el
masón Cazzote por traidor a la secta; Mozart, músico de fama mundial -
autor del himno de la masonería en 1791 - y Schil'er, el poeta máximo de
Alemania Lescure,- padre del héroe de la Vendée- muere envenenado por
intentar retirarse de la masonería; el duque Carios III de Parma es asesinado,
el arzobispo José Checa de Quito (Ecuador) es envenenado en la Misa en
1876; Stromayer- uno de los fundadores de la Joven Europa - y Emiliani son
asesinados por los mazzinianos por su "indiscreción"; el carbonario Nubius
fue envenenado; y William Morgan, periodista norteamericano, fue asesinado
en los Estados Unidos en 1826, porque se disponía a dar amplia publicidad a
los secretos masónicos, y, despedazado su cuerpo, fue arrojado en el lago
Erie.
Ajusticiado el emperador Maximiliano en 1867, pudo ocupar la presidencia
en México el gran masón y perseguidor de la Iglesia Benito Juárez; y el
presidente del Ecuador, Gabriel García Moreno, caía en 1875 bajo el puñal
del asesino -pagado por los masones- por perseguir sistemáticamente las
logias de su patria.
A estos crímenes personales debemos añadir la infinidad de muertes,
atropellos y delitos cometidos por los sicarios de la masonería durante las
sangrientas y luctuosas jornadas de la Revolución Francesa, las masacres
perpetradas en España en el siglo pasado y en el presente siglo, y los
horrores de la Comuna de París y de la persecución en México durante el
gobierno judaico-masónico-comunista del insigne masón Plutarea Calles.
Juárez persiguió a los sacerdotes y religiosos, desterró a los obispos, saqueó
los templos, separó la Iglesia del Estado, suprimió la enseñanza religiosa en
las escuelas y expulsó a las Hermanas de Caridad.
"Yo he conocido esta tierra en que el paisano vivía; era una delicia el ver
Como pasa sus días.
Hace mucho que sufrimos la suerte reculativa ...
Han de concluir algún día estos enriedos malditos.
Las cosas que aquí se ven ni los diablos las pensaron.
Brotan quejas de mi pecho, brota un lamento sentido... Sólo queda al
desgraciao lamentar el bien perdido.
Debe el gaucho tener casa, escuela, iglesia y derechos...
La Provincia (el gobierno) es una madre que no defiende a sus hijos.
Y he de decir ansimismo, porque de adentro me brota, que no tiene
patriotismo
Quien no cuida al compatriota...
Mas, Dios ha de permitir que esto llegue a mejorar...
Soy gaucho y entiendaló: naides me puede quitar aquello que Dios me dio...
y si canto de este modo, por encontrarlo oportuno, no es para mal de
ninguno sino para bien de todos".